¿Justicia redistributiva o linchamiento público? Movilizaciones sociales populares fragmentadas, transición democrática y la emergencia de la cultura de los derechos humanos

Redistributive Justice or public lynching? Fragmented popular social mobilizations, popular social movements, transitional democracy and the emergence of cultural Human Rights culture

¿Justiça redistributiva ou linchamento público? Entre mobilizações sociais populares fragmentadas, transição democrática e a emergência da cultura nos direitos humanos

Roque Urbieta Hernández

RECIBIDO: 13-09-2016 APROBADO: 09-11-2016

Resumen

Resumen: Este artículo explora las estrategias de integración aplicadas a las mujeres indígenas por parte del sistema de partidos políticos en un Estado pluri-cultural, multiétnico y pluri-lingüístico entre 2006 y 2012 en Oaxaca, México. Situamos históricamente el caso específico de la Revolución de los Alcatraces de la indígena zapoteca Eufrosina Cruz Mendoza en su integración al Partido Acción Nacional (PAN). Contextualizamos, el movimiento de rebeldía de Eufrosina Cruz Mendoza en un bloque coyuntural de pactos entre las élites populares frente al escenario post-conflictual producido por la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) y el Estado. Sostenemos que los nuevos rostros del conservadurismo de la derecha latinoamericana, usan el discurso de los derechos humanos de los pueblos indígenas para legitimar procesos de transición democrática.

Palabras claves: Revolución de los alcatraces, democracia, mujeres indígenas, Derechos Humanos.

Abstract

Abstract: This article explores the integration strategies applied to the indigenous women from the political system of a pluri-cultural, multi-ethnic and pluri-linguistic State, between 2006 and 2012, in Oaxaca, Mexico. I situate the historical the case of the Alcatraces Revolution by the indigenous zapotec Eufrosina Cruz Mendoza, in her integration to Partido de Accion Nacional (PAN). To further contextualize, the movement of rebellion of Eufrosina Cruz Mendoza is found in the conjunction agreements of the popular elite at the back of the post-conflictive scenario product of the Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) and the State. I argue that the new face of conservadurism of the Latin-American right uses the discourse of human right in favour of the indigenous people to legitimize the process of democratic transition.

Keywords: Alcatraces revolution, democracy, indigenous women, Human Rights.

Resumo

Resumo: Esse artigo explora as estratégias de integração aplicadas as mulheres indígenas pelo sistema de partidos políticos em um Estado pluricultural, multiétnico e plurilingüístico entre 2006 e 2012 (Oaxaca, México). Onde foi utilizado como estudo de caso a Revolução dos Alcatrazes da indígena zapoteca Eufrosina Cruz Mendoza e sua integração com o Partido da Ação Nacional (PAN). O contexto histórico do movimento rebelde de Eufrosina Cruz Mendoza se dá em uma conjuntura de pactos entre as elites populares, frente ao cenário pós-conflitual produzido pela Assembléia Popular dos Povos de Oaxaca (APPO), e o Estado. Observamos que os novos rostos da direita conservadora  latino-americana usam o discurso dos direitos humanos dos povos indígenas para legitimar processos de transição democrática.    

 Palavras-chave: Revolução dos Alcatrazes, Democracia, Mulheres indígenas, Direitos Humanos.

 

Introducción

En el verano de 2007 conocí en la Ciudad de Oaxaca a la indígena zapoteca Eufrosina Cruz Mendoza en su espacio de trabajo en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos del Estado de Oaxaca (CECyTEO), quien me habló por primera vez de la revolución[1]de los Alcatraces. Meses antes a nuestra primera entrevista, ella participó en el Sistema Normativo Indígena (también conocido usos y costumbres), en tanto que candidata a la Alcandía de Santa María Quiegolani[2], cabecera municipal y perteneciente a la región de la Sierra Sur de Oaxaca: ella denunció a los hombres en abusar de las costumbres de su comunidad de origen al negarle su participación en la contienda electoral[3].

Los resultados sangrientos que arrojó las movilizaciones sociales populares-magisteriales en los nueve meses de vacío de poder en 2006, la mirada de la comunidad internacional en materia de derechos humanos estuvo en Oaxaca (Osorno, 2007; Recondo en Metries, Pleyer y Zermeño, 2009; Stephen, 2013), siendo un contexto histórico coyuntural la reparación jurídica de una mujer indígena (Sierra, 2009; 73-88). Un año posterior, el caso de Eufrosina Cruz Mendoza, se visibilizó internacionalmente: la violación de los derechos humanos nuevamente cuestionó el régimen autoritario del sistema de partidos políticos.

En el 2010, Gabino Cué Montiangudo, asume el gobierno gracias a una coalición entre fuentes ideológicas de izquierda y de derecha. La coalición Unidos por la Paz y el Progreso integrada por el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Convergencia (PC), el Partido del Trabajo (PT) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Un contexto de guerra de posiciones entre los actores subalternos,  producto de las movilizaciones sociales populares-sindicales, y el Estado. El reconocimiento jurídico a Eufrosina Cruz Mendoza se desarrolló en este bloque coyuntural de reparación de daños histórico hacia los pueblos indígenas: un pacto de élites populares.

Este artículo analiza la trayectoria de vida de la activista en derechos de las mujeres y derechos humanos, Eufrosina Cruz Mendoza y la internacionalización de la revolución de los Alcatraces en un bloque de poder de transición democrática y transformaciones en las relaciones institucionales entre el Estado, los movimientos sociales popular-magisteriales, las mujeres y los Pueblos Indígenas en Oaxaca.

Imagen 1. © Luis Esteban Lozano González
Imagen 1. © Luis Esteban Lozano González

Nuestra principal hipótesis sostiene que el reconocimiento jurídico y no social de Eufrosina Cruz Mendoza se inscribe en el ascenso de una nueva élite subalterna[4] al poder institucional, es decir, la reproducción de prácticas de coerción cuya retórica populista sitúa el discurso internacional de la Paz. Esta institucionalización de los movimientos sociales populares-magisteriales, indígenas y de mujeres, nos enseña la bifurcación plural de los proyectos neoindigenistas en contextos de crisis orgánica del poder autoritario. La integración de los sujetos históricamente revolucionarios obedecen a políticas de contrainsurgencia del sistema autoritario de los partidos políticos. 

En el 2010, Eufrosina Cruz Mendoza, asume la presidencia de la Cámara de Diputados en la LXI Legislatura en el Estado de Oaxaca en representación del Partido Acción Nacional (PAN). Un partido históricamente situado bajo la ideología de la derecha conservadora mexicana. Un año posterior en asumir el cargo en la Cámara de Diputados en Oaxaca, se le nombra Diputada Federal en el Congreso de la Unión, ocupando la dirección de la Comisión de Asuntos Indígenas del PAN en el periodo legislativo de 2012-2015 (Gómez, 2012).

Nosotros nos interrogamos: ¿Se puede tener una epistemología de ‘izquierda’ (como se lo preguntó el marxismo de comienzos del siglo XX) y una política ‘de derecha’? (Beverley, marzo-abril de 2012) ¿cuáles son los mecanismos estratégicos del sistema de partidos políticos en  cooptar a los actores históricamente revolucionarios en una red ideológicamente conservadora y de derechas? ¿Cuáles son las características del nuevo rostro neoindigenista contemporáneo frente al discurso ideológico de pensar en movimientos sociales populares-magisteriales, de mujeres y de pueblos indígenas?

El caso de la revolución de los Alcatraces y los movimientos sociales populares-sindicales en el ascenso al poder orgánico institucional entre 2006 y  2012 nos habla de un incipiente reconocimiento de la cultura de derechos humanos emergente en contextos de crisis ideológica y violencia de Estado: De la transición del régimen autoritario a un régimen de subalternidades plurales neoindigenistas en el Oaxaca contemporáneo. Viejas prácticas de cooptación ideológicas que justifican la reproducción de las relaciones clientelares y caciquiles en Oaxaca.

El análisis de la formación política de Eufrosina Cruz Mendoza nos ayuda a identificar cómo va mutando las identidades históricas de mujer, indígena y pobre. Es decir, la transformación o innovación social de los prejuicios y estereotipos que se producen  en torno a la práctica discursiva del pensamiento conservador y la inclusión de una mujer indígena podre en un sistema dominado por las clases políticas dominantes del poder económico. Los prejuicios y estereotipos tradicionales producidos en la comunidad de origen y su desplazamiento en el campo de lo político institucional, corren los riesgos de legitimar la violencia, incluso, el asesinato del sujeto subalterno en nombre de luchas de posiciones hegemónicas ideológicamente retrógrados de la cultura autoritaria.

           

Metodología testimonial. Un enfoque pragmático tridimensional de la opresión

Nuestro artículo toma las bases teóricas de la filosofía política y el movimiento feminista liberal para analizar la construcción de “pueblo” en el proceso de transformaciones jurídico-políticas en la relación económicamente desigual entre el Estado y las élites populares. El modelo pragmático de la feminista post-socialista Nancy Fraser (2012) nos permite estudiar el “idioma en tanto que práctica social situada dentro de un contexto social” (Fraser, 2012: 205) complejo de conflictos y de negociaciones permanentes con la hegemonía cultural de la clase dominante. Tomando como técnica de investigación el testimonio[5], situamos las palabras de Eufrosina Cruz en significaciones históricas específicas y socialmente conflictual producto de la iconografía estratégica de legitimar una democracia limitada en Oaxaca basada en el pensamiento económico neoliberal.

Se realizaron seis sesiones de entrevistas semi-estructuradas durante los periodos de 2007, 2008, 2009, 2010, 2011 y 2012 con el objetivo de contextualizar su historia de vida, trayectoria política y su devenir sujeta de poder institucional a través de la representación del PAN. El testimonio se encarna en el contexto de la “pluralidad conflictual” (Bensaïd, en Agamben, Badiou, Al; 2009: 29) de las diferentes voces emergentes en la sociedad multicultural, plurilingüística y multiétnica de Oaxaca entre 2006-2012.

El caso de Eufrosina Cruz Mendoza se sitúa en un proceso de postconflicto social donde se encuentran una pluralidad de actores antagónicos y contingentes en la lucha ideológica por conquistar el poder institucional: una utopía socialmente contrahegemónica, que puso en agenda internacional los Derechos Humanos. Los sujetos subalternos-hablantes (Fraser, 2012; Spivak, 2003) son actores situados socialmente en la pluralidad ideológica de lucha por el poder hegemónico dentro del sistema de partidos políticos.  

Al analizar el movimiento social de la APPO y el discurso ideológico de Eufrosina Cruz Mendoza, contextualizamos el bloque coyuntural de la transición democrática limitada inducida por las prácticas populistas de la izquierda y de la derecha. Situamos los intérpretes de categorías ideológicas donde confluyen evaluaciones reaccionarias de ‘abajo’, y análisis progresistas por parte de los círculos académicos cuyas idealizaciones intelectuales se centran en “la participación de los sectores populares en política (Mackinnon y Petronne en Mackinnon y Petronne, 1999: 3).

 

Entre la lucha por el reconocimiento y la lucha por la representación. Génesis de legitimación de la clase subalterna en la pluralidad de proyectos neoindigenistas

Este apartado debate las principales bases teóricas que son usadas para contextualizar el ascenso al poder político y económico de la activista en derechos de las mujeres indígenas y derechos humanos Eufrosina Cruz Mendoza. Frente al cuestionamiento de postconflictual originado por un movimiento social de características múltiples, la emergencia de Eufrosina Cruz en la escena pública significa analizar “la legitimidad dudosa de todo poder y el antagonismo que un derecho nuevo sea siempre opuesto al derecho establecido” (Bensaïd en Agamben, Badiou, Al; 2009: 31).  Es decir, en tanto que sujeto de derecho indígena, tal y como afirma Alain Badiou (2009), es necesario ser integrada a la democracia para legitimar un sistema económico colonizado.

El caso Eufrosina Cruz Mendoza se enmarca en la lucha histórica de los pueblos indígenas en ser reconocidos en tanto que sujetos de derecho en el proceso de reconfiguración y negociación con el Estado pluricultural neoliberal mexicano. Para reconstruir la fabricación de la identidad individual y la fabricación de la identidad colectiva, así como sus tensiones conflictuales cuando se trata de negociar las identidades culturales en conflicto.

De acuerdo a Nancy Fraser (2012), la lucha por el reconocimiento debe incluir “luchas por la distribución” del poder pues ello nos permite “acomodar la plena complejidad de las identidades sociales”. En esta lucha por el reconocimiento, la identidad es una formación dialógica, “mediante un proceso de reconocimiento mutuo” constitutivo a la subjetividad transcendental. Según la autora, el devenir “sujeto individual” es en “virtud de reconocer, y ser reconocido, por otro sujeto” (Fraser, 2000: 311-312) dentro de un sistema democrático.

Imagen 2. © Pedro Belmonte
Imagen 2. © Pedro Belmonte

El no reconocimiento individual implica la formación de la génesis de la negación del sujeto cuya historia tiene origen en la construcción de la alteridad por parte de la clase hegemónica dominante. En el caso de las mujeres y los pueblos indígenas, éste antecede a los estereotipos raciales, de clase y de género. Es decir, el mal reconocimiento y desprecio cultural del sujeto individual. Por tanto, este no ciudadano, impide “la paridad en todos los emplazamientos institucionales” (Fraser, 2000: 318). Este no reconocimiento, no es constitutivo de una mujer indígena, sino de los sujetos subalternos dependientes de la clase hegemónica dominante, y su principal regulador: el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Nos parece pertinente el concepto de coyuntura en Luis Althusser (1988) para definir que en contextos de vacíos de poder se presentan acciones colectivas e individuales que facilitan repensar la continuidad del régimen autoritario a través de la reproducción ideológica de la dominación hegemónica de clase: el sistema de partidos políticos. La heterogeneidad de las identidades sociales confluye en un contexto histórico en específico y muestran las diferencias de clases existentes en el interior de los grupos subalternos. A partir de la experiencia vivida de los movimientos sociales múltiples que integraron la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en el 2006, describimos estas formas de constituirse la heterogeneidad en el interior de los grupos subalternos

La experiencia social de la APPO, pone en debate, el carácter múltiple de las identidades sociales de la subalternidad, la ambigüedad en un proyecto político más específico en materia económica, la reafirmación de una cultura autoritaria por parte del sistema de partidos políticos y la exposición de una agenda internacional en materia de cultura de Derechos Humanos, débil en la organización socio-jurídica en Oaxaca. Argumento que la principal contribución de la APPO, en tanto que movilización social múltiple heterogénea, es su convergencia con las reivindicaciones en Derechos Humanos.   

La APPO y su institucionalización a través del ascenso de una clase diferencial de subalternos al poder del Estado, identidades sociales estratégicas, visibiliza ciertas características de lucha por el reconocimiento, lucha por la representación; y las guerras de posiciones al interior de las ideologías de izquierda y de derecha para derrotar, en apariencia, a su principal oposición autoritario: el PRI. El caso de la indígena zapoteca Eufrosina Cruz Mendoza se inscribe en esta nueva retórica populista de las élites populares para legitimar la ideología del sistema de partidos políticos a través de políticas de reconocimiento étnico y paridad de participación condicionada. La denuncia del régimen de la cultura patriarcal en su comunidad de origen en tanto que sujeto individual y la reparación del daño histórico colectivo, remedia en apariencia, un tratamiento injusto de una ‘minoría” tanto étnica como de género.

Para Nancy Franser (2012) determinar que “ser par” se refiere a “estar sobre un pie de igualdad con los otros, interactuar de manera igual que los otros” (Franser, 2012: 227). Una lectura más amplia de los grupos subalternos diferenciales (Sandoval, 2013) integrados en identidades sociales emergentes dentro de la APPO muestran los diversos niveles de representación política. Tomando en cuenta, la dimensión de la justicia, la distribución y el reconocimiento. La distribución del poder institucional del sistema de partidos políticos entra en transición democrática formando un nuevo bloque de subalternos, quienes sitúan el discurso ideológico de los derechos humanos, en tanto que agenda en común.

La distribución del poder institucional de la clase subalterna bifurca los proyectos ideológicos del nuevo neoindigenismo oaxaqueño: izquierda y derecha. Con el caso del Partido Acción Nacional (PAN), nosotros nos concentraremos en la metamorfosis ideológica del conservadurismo costumbrista del pensamiento indianista y su institucionalización bajo un nuevo bloque neoindigenista. Estas formas de cooptación de los movimientos sociales múltiples replantean las paradojas del sujeto históricamente revolucionario y su inclusión en ideologías conservadoras y de derecha: las mujeres indígenas. En los últimos años, la principal característica del nuevo rostro de la derecha en América Latina, es el componente institucional de neo-integrar en el discurso ideológico, las reivindicaciones étnicas y ampararse en la justicia de género.

No obstante, la institucionalización del sujeto subalterno, nos regresa a otro debate: la cuestión de la representación y la legitimación de quién “tiene la autoridad” (Berveley, marzo-abril de 2012: 109) de hablar. Eufrosina Cruz Mendoza y los actores políticos que emergen de las movilizaciones sociales múltiples de la APPO, son una élite popular orgánica “de lo subalterno”, cuyos intereses comunes establecen una agenda en común: producir una cultura de Derechos Humanos en un contexto de postconflicto social.  

En el mismo nivel ideológico de las identidades sociales de los movimientos sociales múltiples de la APPO, está la estrategia de Eufrosina Cruz, ya que, al demandar hablar-en tanto que sujetos subalternos de la clase hegemónica dominante y autoritaria, abre canales de pluralidad de pensamientos. En esa misma coyuntura histórica de paridad de participación según la identidad étnica, se integra al sistema de partidos políticos, uno de los intelectuales orgánicos del indianismo oaxaqueño: Adelfo Regino Montes, ayuujk, ex-asesor del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en los diálogos por los Acuerdos de San Andrés Larraiza entre los pueblos indígenas y el Estado en tiempos del PAN.

En el mismo bloque histórico de ascenso de Eufrosina Cruz Mendoza a la presidencia de la Cámara de Diputados de Oaxaca; Adelfo Refino Montes asume, el cargo de Secretario de Asuntos Indígenas. Esta institucionalización de lo social es la versión “distinta de los mismo hechos” de injusticia económica hacia los actores políticamente excluidos de la historia local: pueblos indígenas, sindicatos, obreros, estudiantes, activistas de derechos humanos y mujeres.

Imagen 3. © Pedro Belmonte
Imagen 3. © Pedro Belmonte

 

El sistema normativo indígena en Oaxaca. Un análisis jurídico-electoral del pluriculturalismo neoliberal

La lucha por la autonomía en los pueblos indígenas tiene como antecedente la conquista, pasando por el régimen colonial, dotándole un margen de constitucionalidad durante el periodo de la independencia y posterior a la Revolución Mexicana. El discurso ideológico de la autonomía en experiencia de los pueblos indígenas en México se sitúa en la gestión administrativa del territorio, la producción y la reproducción de las relaciones socioculturales que dotan de identidad colectiva a los sujetos pertenecientes a un espacio geográfico en específico en interacción con actores globales. Las ceremonias y los ritos son características de la autonomía indígena, dentro, se forman ciudadanías múltiples que superan el discurso ideológico del pensamiento liberal.

El Sistema Normativo Indígena en Oaxaca (o también conocido popularmente en tanto que usos y costumbres), es una práctica de autonomía conquistada por los movimientos indígenas en coalición con intelectuales, movimientos sociales y artistas en Latinoamérica y el Caribe. Oaxaca es el primer Estado en la República Mexicana en reconocer institucionalmente una sociedad multicultural, plurilingüística y multétnica (Bailón en Hernández, 2007; Hernández, 2007; López, 2009). En 1995, entra en vigor una forma de gobierno, en apariencia, autónomo.

En base a formas diferenciales de separar jurídicamente la categoría histórica del indígena se constituye el reconocimiento de 418 municipios nombrados usos y costumbres y 152 municipios organizados en Sistemas de Partidos Políticos. Los criterios utilizados para reconocer este modelo de organización institucional fue la elaboración de un catálogo cuyo contenido reúne las características socioculturales que las personas establecen para nombrar a sus autoridades municipales (Vázquez, 2000). En 1998, la reforma constitucional en materia de derechos de los pueblos indígenas, amplía las transformaciones legales.

Las reformas jurídico-políticas en Oaxaca van a la par con el reforzamiento de la ideología de la economía neoliberal. Uno de los ejemplos más específicos en materia económica, es la introducción del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos y Canadá en cuestión energética. El megaproyecto de los parques eólicos en la región del Istmo de Tehuantepec son las características del reforzamiento de la economía de la violencia neoliberal en Oaxaca. Hay un margen social de la autonomía para los pueblos indígenas, condicionada por la ideología del sistema de partidos políticos, quienes hegemonizan el poder de dominación económica.

Los proyectos mineros, ecoturísticos y la modernización de las redes carreteras forman parte de esta neoliberalización de la economía en Oaxaca. Son los grupos de la clase dominante quienes se benefician, política y económicamente en esta nueva forma neocolonial financiera. La modernización de las estructuras políticas y económicas de las comunidades indígenas regidas por el sistema normativo indígena entra en un bloque de conflicto y de negociación derivado de la lucha hegemónica por el poder de control y de regulación de las costumbres y las tradiciones en el territorio.

El resultado final de las reformas jurídico-electoral del Sistema Normativo Indígena se sustenta en procesos socio-comunitarios de lucha por el reconocimiento y la institucionalización de la representación social. Observamos que las tradiciones internas de cada comunidad regida por el sistema normativo indígena, está constituida por tradiciones inventadas y recreadas en comunidad, donde el sentido de identidad, territorialidad y ciudadanía resultan indispensables en el momento de ser reconocidos en tanto que “sujetos hablantes”.    

Para el historiador Eric Hobsbawm (2004), las tradiciones son prácticas, “normalmente gobernadas por reglas” acordadas por diversos grupos humanos abiertos. Las tradiciones poseen una pluralidad de naturalezas simbólicas o rituales, “que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición” (Hobsbawm, 2004: 8). Entonces, los rituales y las ceremonias practicadas en comunidad, son prácticas humanas cuyo contenido ofrecen sentido común a la autonomía indígena, la identidad y la ciudadanía neoliberal.

En experiencia de las mujeres indígenas pertenecientes a comunidades regidas por el sistema normativo interno podríamos elaborar la siguiente hipótesis: la autonomía comunal tiene como principal génesis el cuerpo-territorio de las mujeres indígenas. En el mismo sentido que designan a las autoridades municipales, ellas tienen el derecho de nombrar un conjunto de normas regulatorias pertenecientes a su cuerpo-territorio: el derecho a decidir con quién casarse, cuántos hijos tener, reproducir o no la medicina tradicional, el derecho a la participación política, a las prácticas de sus ritos y sus ceremonias (Oliveira en Bonfil, 2002; Daltón, 2012). El sistema normativo indígena es la expresión sociocultural del cuerpo-territorio de las mujeres indígenas oaxaqueñas. 

Imagen 4. © Pedro Belmonte
Imagen 4. © Pedro Belmonte

El cuerpo-territorio de las mujeres en tanto que acto político de autonomía, históricamente, ha estado sujeto a la dominación hegemónica de la cultura autoritaria patriarcal. El sistema normativo indígena, al estar regulado y condicionado por el sistema de partidos políticos, “los grupos dominantes ejercen un control absoluto sobre la significación” (Fraser, 2012: 195) de los cuerpos-territorios de las mujeres. El principal riesgo en asumir que el cuerpo-territorio de las mujeres indígenas oaxaqueñas representa el sistema normativo indígena, es que en su subordinación y opresiones múltiples, “las mujeres participan en la fabricación de la cultura” (Frase, 2012: 196) autoritaria patriarcal.

Las mujeres indígenas, en este contexto, se vuelven conservadoras y transgresoras de sus propias normas regulatorias del control social de la tradición. Para analizar el caso específico de la bifurcación del pensamiento liberal y del pensamiento conservador que nace en experiencia del cuerpo-territorio de las mujeres indígenas, nos resulta pertinente situar el testimonio de Eufrosina Cruz Mendoza y su ascenso al poder institucional. La fabricación de la subjetividad de poder está compuesta orgánicamente por la legitimación de sujetos externos a la comunidad tradicional: partidos políticos, organizaciones no gubernamentales, iglesia, fundaciones y multinacionales. El sistema de partidos políticos son quienes hegemonizan la autoridad cultural de negociar y mediar en contextos de conflicto social.

La internacionalización del movimiento de rebeldía de Eufrosina Cruz Mendoza, se logró gracias a esta coalición de activistas transnacionales cuya interacción ideológica está integrada por actores globales, quienes observan en el “poder y la desigualdad”, el discurso ideológico legitimador para desplazar la voz hacia un sujeto subalterno en contextos de crisis de derechos humanos. Cuando abordemos el caso específico de la fabricación del liderazgo, y no dirigencia de Eufrosina Cruz Mendoza, nos plantearemos el desafío empírico en experiencia del ejercicio de la autonomía del sistema normativo indígena, lo que Nancy Fraser (2012) denomina, “système a colonisé le sujet parlant” (el sistema colonizando al sujeto hablante). ¿Se puede construir una cultura de resistencia en experiencia del régimen de partidos políticos conservador y de derecha? O, Estamos frente a  un ¿sujeto capaz de innovar el pensamiento transnacional de los movimientos sociales populares?

 

Movilizaciones sociales populares fragmentadas. El caso de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO)

La Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO) en el 2006 se explica mejor si tomamos en consideración la larga durabilidad de la memoria histórica de las luchas sociales en los diferentes actores políticos, quienes han reconfigurado, la relación compleja entre las élites populares y el Estado[6]. En este apartado contextualizamos, el componente de lo social en los modos de fragmentarse las identidades políticas en el interior de los movimientos múltiples: campesinos, obreros, universitarios, sindicatos, mujeres e indígenas.

Como cada año, el 15 de mayo de 2006, los docentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación de la Sección 22 (SNTE)[7] realizan una serie de movilizaciones sociales en diferentes puntos cardinales de la Ciudad de Oaxaca con el objetivo de exigir mejores condiciones laborales. En ese entonces, el gobernador del Estado, Ulises Ruiz Ortiz (2004-2010), propuso negociar con el magisterio oaxaqueño una serie de derechos sociales para mejorar sus condiciones materiales de los trabajadores. Como es tradicional, las acciones colectivas del magisterio para hacer presión a la contingencia del Estado fueron tomar de forma “simbólica” diferentes espacios públicos y privados regulados y administrados por él.

Desde un punto de vista etnográfico observamos a camiones del sector privado, bloqueos carreteros en los principales puntos de entrada y de salida de la Ciudad de Oaxaca controlados por los profesores oaxaqueños. Para radicalizar las acciones colectivas, la ocupación del corazón de la ciudad (Centro Histórico), fue uno de los mecanismos estratégicos de exigir al gobierno la resolución petitoria de sus derechos laborales. Desde diferentes posiciones ideológicas, las mesas de diálogos se rompieron y la violencia se radicalizó. De tal suerte que el 11 de junio de 2006, la Policía Municipal, representante legal del Estado oaxaqueño, en su afán por recuperar el control de los espacios públicos, se enfrentaron violentamente a los integrantes populares del magisterio: el histórico fallido desalojo del Centro Histórico.

A lo largo de la madrugada hasta el mediodía del 11 de junio de 2006, profesores y policías municipales recurrieron a la violencia para posicionarse del espacio patrimonial del Centro Histórico. Éste día podrá leerse como una lucha de significantes sociales por controlar y por gestionar la hegemonía de la violencia “saturada y disputada” (Fraser, 2012: 196) cuya emergencia política dio pié a “conflictos de interpretación de las necesidades sociales” (Fraser, 2012: 204). La hegemonía cultural de la violencia no sólo vino del Estado, también de los actores sociales del movimiento de la APPO. Los medios masivos de comunicación tuvieron un rol importante en el momento de legitimar la reproducción de la violencia y la criminalización a través de la producción de estereotipos de los actores sociales en conflicto.

Estas formas de producción del otro a través de los medios masivos de comunicación generaron imaginarios sociales para legitimar una política de miedo y de terror en la sociedad oaxaqueña, y de esta manera, legitimar la violencia de Estado. Posterior al 11 de junio de 2006 se constituyó la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), integrada por una base popular-magisterial: hombres, mujeres, estudiantes, niños, niñas, profesionales, activistas transnacionales.

A más de diez años de la emergencia de la APPO en el escenario internacional del activismo transnacional, ¿Cuál ha sido su principal aporte en una lectura heterogénea de identificaciones sociales para los movimientos populares-magisteriales múltiples más amplio? ¿Qué características adquiere “la ruptura” del régimen político autoritario del PRI en dirección de una “continuidad” en la cultura autoritaria por parte de los sujetos subalternos que ascienden al poder institucional desde una posición de lo político alternativo?

Imagen 5. © Roque Urbieta Hernández
Imagen 5. © Roque Urbieta Hernández

De acuerdo a los informes de Derechos Humanos y una vasta literatura de movimientos sociales en Oaxaca, entre los meses de mayo a septiembre de 2006, se registraron 23 asesinatos y más de 450 personas desaparecidas durante el régimen autoritario del gobierno Ulises Ruiz Ortiz.  Entre ellos un activista periodista independiente de origen canadiense, Brad Will. Esto, internacionalizó el movimiento de la APPO, y legitimó el reforzamiento de la violencia entre los diferentes actores populares y el Estado. 

Gracias a la APPO emergieron internamente organizaciones sociales populares: Voces Oaxaqueñas Construyendo Autonomía y Libertad (VOCAL), Comité de Familiares y Amigos de los Desaparecidos, Asesinados y Presos Políticos de Oaxaca (COFADAPPO), Coordinadora de Mujeres Oaxaqueñas 1º. De Agosto (COMO), Colectivo de Mujer Nueva, Asamblea de Artistas Revolucionarios de Oaxaca (ASARO), Comité de Liberación 25 de Noviembre, el Espacio Civil de Oaxaca.

En el corazón de las acciones sociales se funda medios de comunicación alternativos al control hegemónico de los medianos y grandes multinacionales: Radio Plantón en la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (BUAJO), Radio Zaachila, Oaxaca Libre, Oaxaca en Pie de Lucha y Revolucionemos Oaxaca. En este contexto, emerge la organización social del Movimiento de Unificación de Lucha Triqui Independiente (MULTI) en respuesta al control del poder regional de la Unión de Bienestar de la Región Trique (UBISORT) (López, 2006).

La internacionalización de la APPO en tanto que movilización social popular-magisterial múltiple desmitifica las posiciones teóricas en materia del análisis de las identificaciones sociales para construir “nuevos movimientos sociales”. La APPO y las agrupaciones que la integran, evocan el poder de la subalternidad fragmentada por ocupar un espacio en la lucha por la hegemonía de la cultura política revolucionaria. En México el aseso al poder hegemónico de los sujetos subalternos de la APPO, ejemplifican ésta transferencia en la lucha por el poder hegemónico dominante cuyo espacio de conflicto y de disputa está en la gestión y administración de la violencia política. 

Nuestra lectura sitúa las acciones colectivas y las alianzas tejidas por la APPO en características que complejizan “las identidades sociales, la formación de los grupos sociales, el establecimiento y la puesta en causa de una hegemonía cultural y la posibilidad y la realidad de práctica política” (Fraser, 2012: 206).  Esta transgresión de los grupos sociales da espacio a la innovación de los conflictos y su poder de mediación y de negociación en un enclave cultural de autoritarismo dominante del sistema de partidos políticos. Se registran vasos comunicantes de creatividad para dotar de significación a símbolos materiales de lucha por la distribución del poder hegemónico.

Las identificaciones sociales, a partir de la “innovación del sí” (innovation en soi) al interior de la APPO, muestra socialmente el poder de la transgresión, la desobediencia civil, incluso, el anarquismo político. El apoyo teórico de la filosofía feminista de Nancy Fraser (2012), nos permite distinguir en el interior de la APPO, “normas sociales opresivas y normas sociales emancipadoras” (Fraser, 2012: 208). La praxis de sociabilidad que se registraron con la construcción de las barricadas, las tomas de los espacios públicos y los medios masivos de comunicación oficial nos sirve de punto de reflexión en torno a la “resistencia en la autoridad cultural asociado al padre” de la hegemonía de la masculinidad dominante: el sistema de partidos políticos.  Leído como la transgresión emancipadora de lo político de las normas sociales.

Nuestra premisa sitúa, en este contexto histórico en específico, la emergencia de la cultura internacional de Derechos Humanos dado que emergen diferentes organizaciones civiles que registran el daño social ocasionado en la sociedad civil. Estas organizaciones sociales, pro-defensa de los Derechos Humanos, obedecen a la repetición de “identidades y solidaridad colectiva, políticamente constituida” (Fraser, 2012: 212) por activistas transnacionales.

Imagen 6. © Roque Urbieta Hernández
Imagen 6. © Roque Urbieta Hernández

Nosotros ponemos atención al análisis internacional coyuntural más global del contexto sociopolítico. El caso de la llegada de la indígena zapoteca en el escenario internacional de lo político, complejiza estas identidades sociales enclave del reconocimiento jurídico-electoral del pluriculturalismo, el multilingüismo y la plurietnicidad: las representaciones culturales del género femenino dentro de estas tradiciones.

La institucionalización de un movimiento popular-magisterial fragmentado y sus consecuencias en las violaciones a los derechos humanos, sitúa las palabras de Eufrosina Cruz Mendoza en una coyuntura histórico-político de paranoia tradicional vinculada a conflictos sociales de lucha por la hegemonía de legitimar la voz de los subalternos: la reafirmación o no de los nuevos rostros del conservadurismo costumbrista, en perspectiva étnica y con paridad de participación electoral enclave de transición autoritaria en una democracia plural e inclusiva en cuestión.

 

La revolución de los Alcatraces. Bifurcación del neoindigenismo plural

When I was growing up and a white man wanted
To take me out, I thought I was special,
An exotic gardenia, anxious to fit
The stereotype of an [occidental] chick
(Nellie Wong, en Anzaldúa G. y Moraga C., 1981: 8)

Las denuncias de las mujeres indígenas y no indígenas en el interior de los movimientos sociales populares-magisteriales de la misoginia, el conservadurismo y las violencias múltiples, no son causas nuevas en la subordinación de las mujeres en tanto que actoras de transgresión y transformación sociocultural en las comunidades indígenas. El análisis de la participación de las mujeres indígenas en el movimiento indígena transnacional, nos aporta diferentes enfoques para comprender la complejidad de las tradiciones en el interior de las comunidades indígenas. Principalmente, cuando se trata de la lucha por el reconocimiento en los sistemas normativos internos diferenciados al sistema de partidos políticos. Se ha dado prioridad a los límites de la lucha por la libertad individual por el bien común, mientras que la lucha por el reconocimiento de los derechos colectivos evoca tensiones en el discurso ideológico de los derechos humanos.

El análisis de las políticas públicas integracionistas en Oaxaca a través del papel ideológico del indigenismo postrevolucionario mexicano, nos lleva a la afirmación de que en la praxis social, existe una diversidad de proyectos de integración, aculturación asistida y conflicto en la asimilación de los pueblos indígenas en la modernidad económica en su bloque neoliberal. En el cuerpo-territorio de la mujer zapoteca, se escribe el archivo histórico de las políticas públicas indigenistas, la emergencia de un indianismo intercultural neoliberal y la fabricación de un liderazgo femenino basado en alianzas internacionales que involucran a organizaciones no gubernamentales, el Estado, el sistema de partidos políticos, las empresas multinacionales, la iglesia y las fundaciones internacionales. 

Cuando se le niega la paridad participativa a Eufrosina en el sistema normativo indígena nace la revolución de los Alcatraces en la comunidad de Quiegolani, La cultura tradicional impide, en parte, participar en tanto que primera mujer en la historia en solicitar su inclusión en la lista de candidatos en la alcaldía municipal. El nombrar es poder, y hablar-mujer, efectivamente, es un acto discursivo ideológico performativo de transgredir un orden socio-jurídico patriarcal tradicional. Al ser una mujer, posicionada estratégicamente en tanto que identidad histórica ‘indígena’, y su lucha en el interior del costumbrismo comunitario confirma el lugar social en la división tradicional del trabajo, productora y reproductora de la domesticidad no remunerada por la cultura patriarcal.   

Para ellas, ser mujer indígena en una sociedad multicultural, pluriétnica y plurilingüística significa “tener nuestra identidad cultural, nuestra lengua,  nuestra vestimenta, pero no la violación a los derechos humanos, pero no la detención al desarrollo de nuestras comunidades” (Eufrosina, entrevista julio 2008, Ciudad de Oaxaca). Este discurso supera la perspectiva “bidimensional  del género” o “bifocal” propuesto por Nancy Fraser (2012) pues si bien, la categoría de mujer, obedece a diferenciación de clases sociales, no toma en cuenta, la dimensión histórica de la “etnicidad”. Lo que las mujeres negras en Estados Unidos llaman interseccionalidad (Crenshaw, 1993) para comprender las imbricaciones de las opresiones en las personas racial o étnicamente constituidas: la profesora Eufrosina Cruz Mendoza, al solicitar paridad en la participación en su comunidad, está exigiendo el ejercicio liberal del derecho ciudadano.

En el discurso ideológico del testimonio de Eufrosina identificamos los procesos regulatorios y normativos de fabricarse la identidad indígena:

(…)“nuestra identidad, nuestra lengua y lo más importante con nuestra capacidad y nuestra inteligencia de lo que queremos para nuestros entornos; de que sólo queremos formar parte de nuestro México. Duele mucho en una comunidad ser mujer, pero duele más cuando la sociedad todavía te mira de pies a cabeza porque tus facciones te delatan por ser precisamente indígena. Ser indígena no es un delito, ser indígena es como cualquier otra cultura, es lo que nos hace diferentes, pero que al final del día es lo que nos hace iguales como seres humanos” (…) (Eufrosina Cruz, 2008)

Imagen 7. © Pedro Belmonte
Imagen 7. © Pedro Belmonte

Lo anterior nos sirve de descripción para afirmar que, incluso, la etnicidad es una clase social diferencial, y no tanto un status homogéneo en el interior de la comunidad de Quiegolani. Ella está subordinada a la cultura patriarcal, revelarse en contra de esa organización costumbrista, y no respetar las prácticas tradicionales; supone una ruptura en la representación histórica que se tiene de la mujer en la comunidad zapoteca. De acuerdo al paradigma pragmático de Nancy Fraser (2012), la fabricación de lo individual ‘consiente’ posiciona en conflicto social a Eufrosina, ganándose el status en la compleja jerarquía de las identidades étnicas en México. Entonces, el reconocimiento jurídico-político tiene un carácter más liberal, y no tanto comunitario ya que sitúa el cuerpo-territorio de la mujer zapoteca en el desprecio histórico, “el imperialismo cultural y las jerarquías” establecidas por la hegemonía cultural de la ideología del mestizaje.

La tridimensionalidad de la injusticia, por ser mujer zapoteca situada en la jerarquía statutaria del orden económico de la cultura dominante mestiza, nos permite situar la práctica histórica del sexismo en la cultura patriarcal del sistema de partidos políticos. Estas son prácticas de legitimar la subordinación de las mujeres en el proceso de construir autonomías indígenas. En la conciencia de ser mujer indígena, está la conflictualidad de la doble moral de “negar el sexismo” en la lucha por el reconocimiento y la lucha por la representación de la clase subalterna frente a la hegemonía cultural de la ideología mestiza. En la comunidad de Quiegolani, el costumbrismo conservador tiene como génesis la práctica social de las relaciones desiguales económicas entre hombres y mujeres, y subvertirlas en el espacio nacional, lo vuelve problema para el movimiento indígena latinoamericano:

“yo entiendo que es un proceso, entiendo que es milenaria […] que no se puede trastocar […] que se incluya a las mujeres, a que también los hombres no se dejen manipular, que no permitan que nadie les pisotee su dignidad”. (Eufrosina Cruz, julio 2008: Ciudad de Oaxaca)

 

Las políticas públicas están encarnadas en la formación del liderazgo de Eufrosina Cruz Mendoza. Sus palabras nos expresan el proceso histórico de la ideología indigenista, su deseo en aprender español, incorporar en su discurso nociones ideológicas, tales como, ‘desarrollo’, ‘progreso’, ‘modernización’. Identificar en la base económica el punto de partida de la subordinación de las mujeres indígenas, nos reafirma nuestra hipótesis en la formación de la conciencia histórica que adquiere en su trayectoria de vida. En estar  y no estar en la comunidad de origen, por motivos de formación educativa y de trabajo, despierta su conciencia en tanto que sujeto de derechos humanos:

[…]Yo no puedo hablar de [democracia], porque yo no lo conozco. ¿Por qué? porque a raíz de mi experiencia me quitaron un derecho constitucional; que tengo mi credencial de elector que me hizo suponer que me hizo ciudadana, que como cuando se trata de partidos políticos, me hablan de democracia y convocan a las mujeres pa'que vayan a votar, cuando se trata de la vida interna de mi comunidad na'más te dicen los que ostentan en el poder, no pues es que eres mujer […] (Eufrosina Cruz, agosto 2009: Ciudad de Oaxaca)

 

La cuestión de la democracia vinculada a la formación de la ciudadanía está en el discurso ideológico de Eufrosina. Tomando en cuenta que en esta especificidad de acceso a los espacios institucionales de poder obedecen a un pensamiento liberal de formación de la ciudadanía neoliberal, y no comunitaria. Para el análisis de la comunidad de Santa María Quiegolani resulta transcendente trazar una cartografía etnográfica en los modos de participación comunitaria que permita contextualizar la lucha interna por el reconocimiento y la lucha por la representación en su nivel municipal. ¿Qué espacio social ocupa históricamente la mujer en Quiegolani? ¿Cuáles son las relaciones sociales para incluirlas en el sistema de paridad de participación?

Si los opositores al derecho de las mujeres en participar en los nombramientos internos en Quiergolani son profesores docentes ¿Qué desafíos enfrenta la lucha de conciencia de clase cuando se analiza y describe empíricamente la paridad participativa de las mujeres en los espacios de toma de decisiones? ¿Cuál es la prioridad en el movimiento social popular-magisterial?: ¿la lucha de clase, la lucha por la igualdad de género o la lucha por el reconocimiento y distribución del poder institucional enclave étnico?[8]

Quizás son demasiadas preguntar parar desarrollar en este artículo, pero considero pertinente contextualizar la complejidad de las coaliciones ideológicas en el momento de enfatizar en las consecuencias de las políticas institucionales indigenistas, la emergencia de una intergeneración indianista intercultural crítica del régimen autoritario de los sistemas de partidos políticos; y las estrategias de coerción ideológica de los sujetos subalternos, otrora revolucionario, en una praxis política de institucionalización fuerte del conservadurismo costumbrista. Esto, argumento, es la principal característica del neocolonialismo oaxaqueño en un bloque hegemónico de bifurcación corporativista de los de proyectos neoindigenistas.

La emergencia del nuevo rostro neoindigenista a través del sistema de partidos políticos tiene detrás a los ‘conservadores en materia económica afirmando que el mercado –y no el Estado- es la institución más adecuada” (Fraser, 2012: 75) para cubrir las necesidades de los sujetos subordinados en la hegemonía cultural dominante. La democracia y la ciudadanía en Oaxaca, entonces, se corporativiza en un bloque de poder de nuevos rostros de la derecha latinoamericana enclave socio-étnico-racial.

 

¿Justicia redistributiva o linchamiento público? Transición democrática y la emergencia de la cultura en derechos humanos

La llegada de los sujetos subalternos al poder institucional en una coyuntura histórica-política de cuestionamiento al régimen autoritario del PRI, pone como principal desafío, no repetir las prácticas sociales de exclusión, de control de la población y violencia política. En la distribución del poder institucional del ascenso al poder subalterno, se justificó, la coalición Unidos por la Paz y el Progreso integrada por el Partido Acción Nacional, el Partido Convergencia, el Partido del Trabajo y el Partido de la Revolución Democrática.

Imagen 8. ©  Roque Urbieta Hernández
Imagen 8. ©  Roque Urbieta Hernández

Desde una perspectiva de la transitología (Lefranc, 2002) situamos el proceso de democratización de las instituciones en un régimen postconflicto social, el cual puso en  agenda pública, la emergencia de los Derechos Humanos. La distribución del poder institucional en base a representaciones sociales de la subalternidad históricamente despreciadas, nos habla de una incipiente reparación de la justicia de género. Esta representación social de la subalternidad nos muestra la pluralidad de los proyectos neoindigenistas y neoindianista en un bloque hegemónico de reforzamiento de la ideología de la económica neoliberal y violencia política.

Las políticas económicas en Oaxaca, entre 2006 y 2012, formaron sus propias élites populares. De los movimientos sociales magisteriales-populares se establecen pactos entre las élites para distribuirse la hegemonía política. Esto originó, la fragmentación de las identidades sociales transitando por un proceso de pluralidades de intereses ideológicos. La modificación en las normas jurídicas en materia de paridad en la participación de las mujeres y de los hombres en votar a sus representantes políticos, nos ejemplifica, una de las características de los procesos de transición democrática.

El poder legislativo, encabezado por Eufrosina Cruz Mendoza, podría tener una lectura, un poco arriesgada, en la praxis política del perdón derivado de las consecuencias morales, la violencia psicológica y amenaza que sufrió por revelarse en contra del costumbrismo de la cultura autoritaria patriarcal. Primero, en su relación desigual en la comunidad de origen, posteriormente frente a la hegemonía cultural dominante de la ideología mestiza. Finalmente se complejiza con la gestión del racismo institucional (Wieviorka, 1996). El racismo constituye una práctica socialmente ideológica que se desplaza en el ámbito jurídico, y permea en las mentalidades de la hegemonía cultural mestiza para legitimar su poder de dominación, justificando así, la violencia política y el asesinato de los sujetos subalternos. 

El nombramiento de Eufrosina Cruz Mendoza en la presidencia de la Cámara de Diputados en Oaxaca, y la Secretaría de Asuntos Indígenas de Adelfo Regino Montes son las características de la iniciación de los proyectos neoindigenistas en común: convergente ideológicamente. La iniciativa del entonces gobernador, Gabino Cué Montiagudo, en tanto que “mediador descendiente” de la guerra de posiciones ideológicas de ‘izquierda’ y de ‘derecha’ sitúa un reto en la formación de un proyecto en común para el movimiento indígena latinoamericano. Si por una parte, el sujeto históricamente subordinado, tal como lo planteó el marxismo a inicios del siglo XX, era subordinar y explotar a la mujer indígena; encontraron en el discurso populista de la derecha, el pacto ideal para reforzar la emergencia de una élite indígena ideológicamente orgánica. 

Cuando se analiza una política ideológicamente de derechas, el caso de Eufrosina Cruz Mendoza, desestabiliza cada una de las categorías históricas a partir de la lucha de clases, donde el ser indígena, se vuelve problemático para el pensamiento ideológico de la izquierda: ¿Son las mujeres indígenas raíz del pensamiento ideológico conservador? Así como el liberalismo y el conservadurismo han moldeado los aparatos represivos del Estado pluricultural neoliberal, ¿podemos clasificar a mujeres indígenas liberales en oposición a las mujeres indígenas conservadoras? ¿Cuáles son las características de una y de la otra?

En la formación del liderazgo de Eufrosina Cruz Mendoza están las organizaciones no gubernamentales transnacionales, escuelas privadas, el ‘reconocimiento’ del entonces Presidente de la República –Felipe Calderón Hinojosa y su esposa Margarita Zavala- Su trayectoria política incluye el reconocimiento del Premio Nacional de la Juventud en el 2008, el reconocimiento jurídico de las mujeres de Quiegolani en participar en el nombramiento de sus autoridades municipales, y la fundación de su Asociación Civil, Quiego A.C.  La zapoteca Eufrosina, se suma a la lista de militantes del PAN, como son el nahua Marcos Matías y la nahñu, Xóchitl Gálvez: estos son los nuevos rostros generacionales de la derecha conservadora enclave étnico y justicia de género. Las políticas de etnicidad aplicado a las políticas neoindigenistas, no transforman las relaciones económicas de producción capitalista[9]. Por el contrario, el modelo económico adquiere una dimensión global.

En los espacios nacionales e internacionales, los subalternos se volvieron sujetos de dominación política y económica. El caso específico de Eufrosina Cruz, la socióloga Verónica Vásquez García, analiza que es “una entre millones de personas que viven cotidianamente las abismales desigualdades de clase, etnia y género que existen” en México. Pese a los mecanismos estratégicos que empleó para acceder a los espacios internacionales de poder, Eufrosina Cruz, “tocó fibras muy sensibles, hizo despertar la deuda histórica que tiene el gobierno oaxaqueño y federal para con las mujeres indígenas” (Vázquez, 2011: 254 y 255).  

Durante el régimen del entonces presidente Felipe Calderón se reforzaron las políticas de seguridad nacional derivado de la expansión del crimen organizado, así como las políticas económicas neoliberales, éste bloque de grupos subalternos fueron permanentemente cuestionados por los diferentes actores sociales, quienes continúan exigiendo justicia a viejos problemas por sentirse víctimas de la cultura autoritaria. La transición de la democracia en Oaxaca, se ensombreció, derivado de las recurrentes manifestaciones populares-magisteriales, y una justicia redistributiva del poder económico limitante. Los golpes de cuestionamiento vinieron de la periferia etno-regional: el Istmo de Tehuantepec, la región Triqui, la región de la Sierra Norte.   

 Uno de los avances fue en poner en contexto la emergencia de una cultura de derechos humanos gracias a la sustitución institucional que hacen las organizaciones no gubernamentales (ONG’S) y el sector privado al Estado. Pese a ello, la formación de los defensores en derechos humanos sigue siendo hostigados, amenazados y asesinados por actores antagónicos a la consolidación de la Paz. La democracia vuelve a ponerse en cuestión en diferentes espacios sociales de conflicto.

Las características contemporáneas del modelo institucional del Estado pluricultural neoliberal en Oaxaca están caracterizados por la gestión, ya no de políticas de reconocimiento jurídico-político o redistribución del poder económico, sino por la  regulación y administración de la violencia política. Con los resultados en los enfrentamientos entre el movimiento social-popular magisterial y la fuerza autoritaria del cuerpo de seguridad, la administración del Gobierno de Gabino Cué Montiagudo, así lo demuestra[10]. Los sujetos subalternos durante el bloque hegemónico de Gabino Cué significaron la representación utópica de la transición democrática en la era global, donde los líderes, dirigentes e intelectuales emergían de los “movimientos en el poder”. La violencia política legitimada por una generación culteramente revolucionaria “fueron vistos como un fracaso frente a sus promesas históricas” (Wallerstein, 2000: 8).

 

Reflexiones finales

En este artículo hemos abordado la metamorfosis de las mentalidades de los movimientos sociales populares-magisteriales, la institucionalización de los grupos subalternos que en él emergen, y cómo producen nuevas formas hegemónicas por el control y la administración del poder local. Situamos la bifurcación de proyectos neoindigenistas y neoindianistas que se producen en contextos de crisis y vacíos del poder institucional.  A partir de pactos en la élite populista observamos su institucionalización. El binarismo ideológico de ‘izquierda’ y de ‘derecha’ son categorías estrechas para la mediación y la negociación de situaciones de conflictos sociales derivados de malas interpretaciones culturales.

Analizamos la convergencia entre los modos sociales de identificación ideológica en el interior del movimiento social heterogéneo y violento (de la APPO), la inclusión de la voz de Eufrosina Cruz Mendoza en el proceso de postconflicto social, y los mecanismos transitorios en materia jurídico-electoral para abrir canales de paridad participativa en el modelo de democracia plural en Oaxaca, enclave de continuidad y no rompimiento, con la cultura autoritaria del sistema de partidos políticos.

Las políticas institucionales de reconocimiento y de representación se legitiman con la apertura de grupos subalternos al modelo de democracia liberal. Es en este bloque de crisis de Estado que los espacios políticos se abren para legitimar la reproducción del sistema de partidos políticos. El reconocimiento jurídico-electoral de la década de los noventa se inscribe en un bloque histórico de transición democrática cuyo poder está en la construcción de una nueva constituyente: el Sistema Normativo Indígena.

De acuerdo a Antonio de Negri (2007), el no “reconocer estas singularidades dentro de lo común, pero estando conscientes de que cada insistencia sobre una identidad que niegue lo común se vuelve necesariamente reaccionaria” (Negri, 2007: 110). Las leyes pasan a ser un nuevo campo hegemónico controlado por las personas letradas, siendo el varón quien determine estos marcos representativos de carácter jurídicos. No existe un enfoque ni feminista ni de género que contemple: la participación política de las mujeres indígenas en la fabricación de normas legales que respondan a sus realidades múltiples, que respeten su filosofía y los conocimientos ancestrales.

Como planteamos en este artículo, el Estado no solamente actúa de manera externa para condicionar el discurso legal de la autonomía y la libre determinación, sino que en el proceso de refundación del poder constituyente, limita incluir las voces de los trabajadores, el campesino, los hombres y las mujeres de los pueblos originarios en el debate de las transformaciones legales. Son estas identidades sociales excluyentes quienes se observaron en el movimiento social popular-magisterial del 2006.

La permeabilidad de la ideología de la violencia se expresa en el principio de autonomía del cuerpo-territorio de las mujeres indígenas, quienes cuestionan el espacio doméstico adjudicado por el poder patriarcal de las comunidades tradiciones. El reconocimiento jurídico-electoral del Sistema Normativo Indígena en Oaxaca, es la expresión del condicionamiento del cuerpo-territorio de las mujeres indígenas. El no reconocimiento social y reconocimiento jurídico origina que la lucha por la representación entre en crisis de legitimidad política.

El análisis de la historia de vida y trayectoria política de la mujer zapoteca Eufrosina Cruz nos ejemplifica ésta complejidad de las ceremonias y los ritos de iniciación en la génesis de legitimación en el acceso al poder gubernamental de la comunidad, y su transición en la espacio institucional del Estado pluricultural neoliberal. El caso de la zapoteca Eufrosina Cruz–identidades marginalizadas en el proceso de reconocimiento jurídico- apelan, no sólo romper con la hegemonía de la dominación del sistema de partidos políticos sobre la validación de los nombramientos de las autoridades a través de la figura constitucional del Congreso Local, sino que demuestran la continuidad de los conflictos durante la negociación del significado cultural de la práctica de la autonomía y la libre determinación.

La lucha por el reconocimiento se desplaza del espacio social en conflicto en transición a los espacios institucionales. Los grupos subalternos forman parte de la continuidad del bloque hegemónico. La hegemonía se forma en los lazos sociales, se impregna en las instituciones y se reproduce hasta consolidar una ideología conservadora y de derecha. En el caso específico de los movimientos sociales populares e indígenas, la situación de la mujer resulta de gran importancia porque transgreden las normas conservadoras de la cultura patriarcal del costumbrismo de la autonomía, para transitar en conflictos complejos al ser cooptados por el conservadurismo del sistema de partidos políticos.

El caso de Eufrosina Cruz Mendoza, se sitúa en este debate científicamente complejo, porque su movimiento de rebeldía argumentó pasar de mujer zapoteca pobre, a mujer indígena conservadora parte de la élite popular del sistema de partidos políticos en México. El riesgo de producir y reproducir estos estereotipos discursivos es la legitimación de la violencia política en su contra, incluso, su muerte. Este es el mayor riesgo de los sujetos subalternos de tomar la palabra pues tienen que ganar la legitimad del lugar de origen y enfrentarse a la hegemonía racista, sexista y clasista de las instituciones. Frente a la amenaza de la violencia, ¿se prioriza la marca ideológica binaria –izquierda/derecha- o se naturaliza la violencia de género?

Tanto el pensamiento ideológico de la izquierda y de la derecha ha empleado al sujeto históricamente subordinado para legitimar la tradición revolucionaria “como campo de significación usados por el poder” (Paz, en Hernández y Sierra, 2004: 367). El discurso de las movilizaciones sociales de la APPO y las movilizaciones conservadoras que legitimaron la candidatura legislativa de Eufrosina Cruz Mendoza tienen la capacidad “movilizadora de los políticos populistas” (Mackinnon y Petrone, en Mackinnon y Petrone, 1999: 2). La violencia autoritaria no es intrínseco de la hegemonía dominante del PRI, sino también de sus opositores: el PAN, PRD, Convergencia, PT. Los sujetos, son violentos por naturaleza, y permea en sus comportamientos, actitudes, se desplaza en el discurso ideológico de la praxis social   y se visibiliza en la desigualdad económica.

Efectivamente, la subalterna puede hablar, pero los riesgos en tomar la palabra en la organización hegemónica de la cultura dominante, origina la metamorfosis de los estereotipos y los prejuicios en torno a las identidades imaginariamente fijas: mujer zapoteca pobre. Históricamente la construcción de la mujer indígena estuvo sujeta a la hegemonía de la clase dominante en tanto que productora de la tradición, reproductora doméstica de las costumbres y vientre de la nación, con lo cual se justificó su explotación y opresión. Cuando subvierten estos imaginarios esencialistas, los prejuicios se desplazan hacia el binarismo ideológico de ‘izquierda’ y de ‘derecha’.

El principal desafío en los movimientos sociales populares múltiples está en responderse por qué los sujetos históricamente revolucionaros están siendo cooptados por la ideología conservadora y de derecha. La nueva generación de intelectuales indígenas, corren el riesgo de integrarse a esta emergencia ideológica conservadora latinoamericana, quienes usan el discurso populista estratégico de la etnicidad y la justicia de género para legitimar la reproducción de su poder institucional.

En vísperas de las elecciones Presidenciales del 2018 en México, y a iniciativa del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en nombrar a una mujer indígena en tanto que candidata presidencial, tenemos el principal desafío de superar estos imaginarios nacionales que legitiman la explotación y la opresión de las mujeres: la hegemonía del sexismo, el clasismo y el racismo histórico-estructural que constituye al Estado pluricultural neoliberal mexicano. El análisis de la trayectoria política de Eufrosina Cruz Mendoza, nos lanza luces para comprender la complejidad del contenido de la nueva ideología neoindigenista latinoamericana, las relaciones internacionales de poder que establece para mantenerse, los vínculos económicos-comerciales para legitimarse, en fin, un problema en el análisis del populismo ‘indígena’ con rostro de mujer: Sanar una vieja herida colonial que sangrienta racismo ideológico.  

 

Notas:

[1] La categoría histórica de Revolución alude a una transformación socio-jurídica del antiguo régimen feudal a un régimen político capitalista. La Revolución nace de movilizaciones sociales heterogéneas que exigen transformar las instituciones públicas, innovar las relaciones sociales, mejorar las fuerzas de producción y evoca a la Revolución Francesa. Un comparativo de la Revolución Francesa, la Revolución Rusa y la Revolución en los Estados Unidos, ver, (Arendt, 2006). De acuerdo al testimonio de Eufrosina Cruz Mendoza, la revolución de los Alcatraces rememora las fiestas tradicionales de muertos del 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre, siendo un símbolo importante las flores de los Alcatraces. En su comunidad, estas flores sirven de rito para dar la bienvenida a un nuevo ser y para despedirlo en día de su fallecimiento. Las flores de las Alcatraces (o cartucho), expresan el don de ofrecer, de intercambio y de alianza parental-político. Existe una valoración ceremonial importante en las flores de los Alcatraces porque expresan la afirmación o negación de un sujeto vivo. Por eso, cuando Eufrosina, explica la composición simbólica de Revolución y Alcatraces lo relaciona con la ciudadanía: las Alcatraces crecen y resisten a cualquier transformación climatológica.

[2]Santa María Quiegolani pertenece al Distrito Electoral de San Carlos Yautepec. Se encuentra ubicada a aproximadamente 225 kilómetros de la Ciudad de Oaxaca. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el municipio cuenta con mil 770 habitantes de los cuales 886 son hombres y 884 mujeres. Cuenta con tres agencias de policías: San José Quianitas, Santiago Quiavigoló y San Andrés Tlahuitoltepec. Ésta última comunicad predomina la lengua chontal. El informe del INEGI señala que en el 2010 mil 289 hablan zapoteco y 146 chontal. 13 de cada 100 habitantes es monolingüe. Hasta antes el 2010 en el sistema normativo indígena sólo participaban hombres.

[3]En esta primera entrevista, Eufrosina Cruz Mendoza identificó como principal actor político en oponerse a su nombramiento en tanto que Alcaldesa de Santa María Quiegolani a un profesor adscrito al Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), Eloy Mendoza Martínez. Ella venía de una experiencia de docencia en el sistema medio superior en Oaxaca, por lo que la lucha por el poder de reconocimiento, la lucha por la representación y la lucha por la legitimidad estuvo centrado en intersecciones de opresiones (Crenshaw, 1993): Género y Etnicidad. Ambos son sujetos consientes de las pugnas por el poder local en un sistema normativo indígena coexistente con el sistema de partidos políticos: lucha de clase, lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, y mecanismos estratégicos de acción para repensar la lucha por la identidad étnica.

[4]Este artículo va más allá de la retórica pregunta de la intelectual india Spivak Chakravorty (2003) en torno si el subalterno puede hablar. Nosotros damos respuesta no solamente afirmando de que la subalterna sí puede hablar, sino las implicaciones políticas, económicas, académicas y religiosas de tomar la palabra. El caso de la zapoteca Eufrosina Cruz Mendoza, ilustra y desafía, la base teórica del pensamiento historiográfico marxista de los Subaltern Studies, al interrogar cuáles son las implicaciones ideológicas de cuestionar una forma de organización tradicional dominada por la clase hegemónica culturalmente dominante. Amenaza, violencia psicológica, represión, racismo, sexismo, clasismo y discriminación son algunos de los riesgos de tomar la palabra por parte de los sujetos subalternos.  

[5] Somos conscientes que en el abordaje del análisis testimonial de un caso en concreto supondría una generalización de la mirada externa construida por el discurso científico de la mujer indígena del “Tercer Mundo’. Coincidamos en repensar la categoría histórica de “mujeres de tercer mundo” en tanto que sujetos homogéneos y sin poder, frecuentemente situado en víctimas de las estructuras histórico-políticas de la organización hegemónica de la economía (Tarde, en Suárez y Hernández, 2008: 6)

[6]En éste epígrafe analizo los hechos a la luz de la emergencia de la APPO a partir de la experiencia social del magisterio oaxaqueño. Desde una perspectiva histórica de los movimientos sociales en Oaxaca, éste podría situare en diferentes bloques de crisis orgánica del poder institucional siendo clave las organizaciones sociales populares, el movimiento indígena, obrero, estudiantil, la iglesia progresista y de mujeres. La Ciudad de Oaxaca significa el símbolo centralista del Estado donde los movimientos sociales convergen para visibilizar la crisis social en la que permanentemente están las ocho etno-regiones de Oaxaca. 

[7]La constitución del SNTE en tanto que organización sindical fue en 1980, tuvo su primer dirigente en 1983. La lucha por el poder político en Oaxaca no se comprende si no se toma en consideración el papel histórico que los maestros han tenido en tanto que clase social dentro de las comunidades indígenas, su relación con el magisterio, las organizaciones civiles , las empresas y el Estado (Vicente, 2006; Yescas, 2008)

[8]Para Nancy Fraser (2012) el sexismo es un “modo bidimensional de subordinación, anclado simultáneamente dentro de la economía política y dentro del orden estatutario de la sociedad capitalista” (Fraser, 2012: 19). Para analizar la subordinación de las mujeres es necesario reflexionar los espacios de conflicto dónde se produce la lucha por el reconocimiento y la distribución, sin excluir reivindicaciones “en apariencias legítimas, como las exigencias” de las mujeres indígenas mexicanas. En éste último punto encontramos el impacto de los costos económicos de prácticas sociales ideológicamente racistas. Consideramos ampliar esta concepción de bidimensionalidad que nos propone Nancy Fraser con la noción de interseccionalidad de las opresiones múltiples para contextos de colonización vividos por el sistema capitalista.

[9]Estas alianzas entre el sector popular de la naciente élite profesional indígena y la hegemonía cultural económica y política del PAN son las características de la institucionalización del populismo neoindigenista ya que internamente se abren canales, en apariencia progresistas, para volver más aceptables a las élites nativas y las élites extranjeras. En un contexto de crisis en la élite hegemónica política se flexibilizan los espacios institucionales, se busca la legitimación a través del asenso económico en este reducido grupo de subalternos. Una práctica neopopulista del conservadurismo de derechas en México con rostro indígena.

[10]Comité de Defensa Integral de Derechos Humanos Gobixha A.C, [consultado el 9 de marzo de 2017] Operativo ‘Oaxaca’, 19 de junio de 2016, Informe de violaciones a Derechos Humanos. Nochixtlán, Huitzo, Telixtlahuaca, Hacienda Blanca y Viguera disponible en http://nochixtlan.justiciaparaoaxaca.net/wp-content/uploads/2016/11/Interiores_Info_nochix2016_completo.pdf

 

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Cómo citar este artículo:

URBIETA HERNÁNDEZ, Roque, (2017) “¿Justicia redistributiva o linchamiento público? Movilizaciones sociales populares fragmentadas, transición democrática y la emergencia de la cultura de los derechos humanos”, Pacarina del Sur [En línea], año 8, núm. 32, julio-septiembre, 2017. Dossier 21: Las Derechas en América Latina. Historia y actualidad.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1500&catid=66