Notas para mirar el presente, notas para nombrar el pasado

El presente artículo es una breve reflexión en torno a los dispositivos implementados para desdeñar el papel que la historia juega tanto en la comprensión de acontecimientos presentes como en la producción de nuevos conocimientos. De esta manera es planteada que una de las condiciones sine qua non para bregar por la construcción de un pensamiento latinoamericano se halla en la recuperación de la memoria.

Palabras clave: pasado, presente, mecanismo, conocimiento

 

Cada vez somos menos,
Las consignas son confusas.
Nos robaron las palabras y las han retorcido
hasta volverlas irreconocibles.[2]

 

Este escrito tiene como hilo conductor el tema de la historia en tanto disciplina y en tanto ejercicio “cotidiano” de memoria colectiva. El objetivo es mostrar cómo en el presente se ha echado mano de diferentes dispositivos para hacer cada vez más extensiva la ausencia de lo que podemos llamar “una conciencia histórica,” término que es una extrapolación de lo de Hebe Clementi ha llamado espacios vacíos.[3] Y representa también la caracterización que Jameson ha hecho del mundo contemporáneo, cuando afirma que vivimos “un consecuente debilitamiento de la historicidad, tanto en nuestra relación con la Historia pública como en las nuevas formas de nuestra temporalidad personal[...].”[4]

La causa principal por la que he decidido escribir acerca del tema de la historia, se halla en una bifurcación; por un lado están las reflexiones nacidas de las lecturas hechas en el Posgrado en Estudios Latinoamericanos (UNAM) y por el otro, las observaciones del quehacer académico del mismo, cuya tendencia parece situarse en el abordaje de Latinoamérica desde el mirador del presente.

Vivimos un tiempo en que nuestra lectura del mundo, tiene que ver con un cúmulo de acelerados cambios cuyos significantes podemos visualizar pero cuyos significados no terminan de ser emitidos porque mayoritariamente pertenecemos al aquí y al ahora, en el que la reflexión tiene un espacio cada vez más reducido. Acaso seguimos siendo testigos de la llamada “crisis de paradigmas.” No está por demás decir que si recurrimos, precisamente a la historia caeremos en la cuenta de que tales crisis  son parte de la misma dialéctica económica, social y de pensamiento. Aníbal Quijano, haciendo una crítica de las tendencias eurocentristas que dominaron el pensamiento latinoamericano, escribió:

No es muy sorprendente […] que al estallar la crisis mundial del capital, simultáneamente con la derrota de los grandes movimientos revolucionarios del periodo de América Latina, la realidad se encontrará tan apretada en el rígido corsé de la problemática producida bajo el dominio de las versiones eurocentristas del marxismo que no tardó en estallar también la famosa “crisis de paradigmas.[5]


Es precisamente en esta “crisis de paradigmas”, alojada en una dinámica de globalización, que ubico la tendencia de reducir los alcances temporales al presente y en algunas ocasiones, a un pasado inmediato. Esta tendencia, es quizá, la impronta mayor  de las sociedades contemporáneas.[6]Una de las causas de este hecho tiene que ver con el nulo ejercicio para hacer un balance de las aportaciones que, en su momento, las corrientes de pensamiento pusieron sobre el escenario. La ausencia de diálogo con las ideas está acercándonos cada vez más a la simplificación de las explicaciones del momento que estamos habitando; pero también es una expresión de las nuevas formas que el “patrón de poder” ha puesto en marcha para el desmontaje de las identidades debido al alcance político que pudieran tener. Es a través de la dinámica de este patrón que hallamos un juego oximorónico, pues como el mismo Quijano lo ha señalado:

[...] Esas conquistas tecnológicas de la civilización actual no sólo no ocurren en un vacío histórico, sino dentro de un patrón de poder. Y que no hay duda alguna que dentro de ese patrón de poder, sirven no sólo para la mayor integración cultural de la especie, sino también como soporte, como instrumento y como vehículos para el desarrollo de la dominación y de la explotación de la mayoría de la población mundial.[7]

Hablo de un juego oximorónica porque como sabemos, la existencia y aparente masificación de las llamadas nuevas tecnologías, es utilizada como la gran panacea del siglo XXI; siendo presentadas por la UNESCO y la CEPAL como una forma de desarrollo y de democratización del conocimiento, pero al mismo tiempo la misma CEPAL ha afirmado que existe una “brecha digital” en los países no desarrollados.[8]

El planteamiento anterior nos enfrenta a una problematización mayor que está en estrecha relación con el soterramiento de la historia y con la producción de conocimiento. Podemos, en este sentido, preguntarnos ¿Quiénes y cómo interpretan las nuevas realidades? ¿Es que los “ciudadanos” cuentan con el bagaje para hacer una lectura de las implicaciones de las nuevas tecnologías? ¿Cómo vivirá los nuevos tiempos alguien que pertenece a una región (occidental o no) donde su vida transcurre en un cruce de tradiciones y elementos “modernos”?[9] Estas diferencias son inexistentes en el imaginario oficial de la globalización. Los dispositivos del poder van reduciendo las percepciones y las actitudes críticas. Freire en la década pasada, escribió: “las grandes mayorías populares no tienen una comprensión del mundo porque han vivido inmersas en un contexto que prohíbe el saber.”[10] Pero esta prohibición del saber no se reduce ya a las “grandes mayorías populares” y tiene que ver con lo que Eagleton ha afirmado:

Es preferible a mi juicio, entender la aspiración a una identidad global y a la globalización como una especie de versión patológica de lo que fue la idea ilustrada burguesa de la universalidad en su temprana fase revolucionaria[...]

A través de los siglos según nos acercamos a la última etapa de la sociedad burguesa, la idea de la universalidad comienza a producir una visión más patológica de sí misma: la globalización. Patológica porque aspirar a una identidad global es convertirse en nada, dado que la identidad depende de la diferencia.[11]

Son los desdoblamientos de la historia los que nos muestran cómo varían y/o cambian los dispositivos para afianzar una versión oficial del mundo. Las acciones para hacer del mundo un solo panorama y explicarlo bajo un solo discurso, que en su momento ha sido erigido como canónico, han estado presentes a lo largo del tiempo. Así como también han aparecido los contradiscursos, aquellos que rompen con el canon.

 

¿De qué nos sirve nombrar la historia?

Frecuentemente habéis querido contarme lo que soy; pero os deteníais y me dejabais en suspenso, diciéndome: “Espera todavía no.”[12]

¿Cuál es nuestra “nueva esfera utópica de los sentidos”, cuando aquello que el mismo Jameson llamó “un nuevo tipo de superficialidad” está a la orden del día? Me parece que para comenzar a hilvanar respuestas, es condición sine qua non mirar precisamente los mecanismos que componen esa superficialidad, pues es esta suerte de  engranaje la que imposibilita cada vez más la existencia de lo que Scott ha nombrado los espacios autónomos de la cultura popular disidente.[13] En este sentido, vale la pena anotar que el término disidencia frecuentemente ha sido unido a la acción popular, cuando, sabemos que, precisamente debido a los dispositivos ideológicos, disidencia no equivale siempre a acción popular. Además como Eagleton lo ha señalado:

[...] Las ideologías que tienen éxito deben ser más que ilusiones impuestas y a pesar de todas estas incongruencias deben transmitir a sus súbditos una visión de la realidad social que sea real y suficientemente reconocible para no ser rechazada directamente.[14]


En una escena de la película Dulce Emma (1992), del director húngaro István Szabó, Bobbe, una de las protagonistas, le pregunta frente a un aparador de librería,  a Emma su colega y amiga docente ¿Quién fue Rosa Luxemburgo? El contexto: la Hungría de principios de la década de 1990. ¿Cómo podemos leer esta pregunta que retrataba lo que se vivía en aquellos años en un otrora país socialista? Esta escena que pudiera quedar en la gaveta de la ficción puede extrapolarse a la noción retomada con anterioridad: los espacios vacíos que surgen por la ausencia de conocimiento y re-conocimiento de un pasado que debiera ayudar a explicarnos a nombrarnos y acaso a saber si queremos marchar a algún lado. Claro que el problema mayor se halla en que el discurso de la historia que se hace público es el discurso oficial que trabaja para que la memoria se desvanezca. Dice también Eagleton: “Una vez que las clases medias están instaladas en el poder, tienen que, de algún modo, reescribir su historia revolucionaria.”[15]

Es la manera y los mecanismos de transmisión de cierta historia, los que dejan en el cajón la opacidad, cuando no del ocultamiento, las otras construcciones de la memoria. Es a este respecto que voy a permitirme hacer una digresión situada en América Latina. ¿Quién recuerda o supo que en el desvanecido siglo XIX, Haití como joven nación, luchó y resistió a través de sus intelectuales para revertir aquellos planteamientos que siguiendo postulados antropológicos y etnológicos, situaban a la raza negra en la gaveta de la inferioridad? El ejemplo quizá más evidente es la publicación en l885 del libro De l´ egalité des races humaines de Antenor Firmin, (De la igualdad de las razas humanas) texto que es una clara refutación al planteamiento que el francés Arthur Gobineau había hecho en La desigualdad de las razas humanas.[16]

Este hecho que puede ser reducido a una simple anécdota, marca otra veta en el tema que aquí nos ocupa: ¿Desde qué lugar (político, geográfico y de pensamiento)  estamos construyendo el conocimiento? Parafraseando a Quijano,  podemos decir que estamos dejando perder las conquistas en el conocimiento de la sociedad y la historia. “Dejar que se pierdan no sería solamente una estupidez notable sino una genuina catástrofe intelectual, aunque esa sea obviamente, la anticipada celebración de los que formulan el poder vigente.”[17]

Los planteamientos hechos hasta el momento,  acaso puedan hallar un desarrollo posterior en el tema de la autodeterminación en el pensamiento (particularmente latinoamericano). Tema que nos sitúa en una gran tarea debido a que tal brega choca con una cerrada circulación de las ideas que impide tener visiones integrales e incluso panorámicas de América Latina. Se trata, en conclusión, de trabajar arduamente para poder resituar la dimensión histórica que subyace en la producción y transmisión de las humanidades y las ciencias sociales.

 


Notas:

[1] Maestra en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México.  Escribe cuento,  poesía y ensayo. Algunos de sus trabajos han aparecido en publicaciones periódicas de México como Fem, Sinapsis,  Metate: Periódico de la Facultad de Filosofía y Letras (UNAM), Revista Digital  Universitaria Punto en Línea; Forma parte de la lista de autores del libro colectivo 40 barcos de Guerra. Antología poética. México, 2010, edición independiente. Es autora de La otra mujer zurda, México, 2010, Edit. VersoDestierro.Actualmente imparte talleres y cursos literarios en la UNAM y en diversos centros culturales de la Ciudad de México. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[2] Bertolt Brecht -Con el alma en un hilo-

[3] Cfr. Clementi, 2000. Hebe Clementi, en su artículo “Los espacios vacíos”, alude, tomando como tema América Latina, que […] en términos geográficos,  estos“[…] eran áreas muy extensas cuya ocupación no pudo encararse inicialmente[...].” en  Gregorio Recondo (dirección, compilación y prologo) Mercosur. Una historia común para la integración, Asunción, Paraguay, CARI/ Multibanco, 2000, T II, pp.118-119.

[4] Jameson, 1986: 77

[5] Quijano, 1989: 36

[6] Desde mi experiencia personal como estudiante del Posgrado (en los años 2007-2008), percibí que  los grupos más jóvenes de “académicos en formación”, pocas veces recurrían a la historia como herramienta de estudio. Con respecto a las nuevas generaciones, Doris Lessing, en una conferencia, en la que hace una crítica de los sistemas cerrados de pensamiento, afirmó: “Olvidamos –y los jóvenes no lo saben puesto que no leen  historia- que somos herederos de dos mil años, de un régimen absolutamente tiránico[...]” “Ustedes están condenados, nosotros estamos salvados”,en Lessing, Doris, Las cárceles elegidas,  México, F.C.E. 2007, (Tezontle) p.43

[7] Quijano, 2002: 15-16

[8] “Los sistemas educativos son cruciales de cara a la era de la información, el valor del conocimiento en la productividad, declararán de manera conjunta la CEPAL y la UNESCO para nuestra región.” Díaz Barriga, Ángel, “Estabilidad y cambio en las reformas curriculares” en Ornelas, Carlos (Compilador) Investigación y política educativas: Ensayos en honor de Pablo Latapí, México Aula XXI Santillana, 2001, p. 95.

[9] Un ejemplo de estos entrecruzamientos lo he hallado en el siguiente pasaje situado en Afganistán: “A continuación, el chofer, que ha estado aguardando fuera, nos lleva por indicación de Azada al club de Internet. Se resuelve el misterio: durante meses habíamos intercambiado e-mails con toda naturalidad, pero sin imaginar cómo: ¿había conexión a internet en el campo de refugiados?, (sic) ¿tenía Azada en su casa acceso a la red? Es evidente que no. El coche se detiene en una de las muchas manzanas abiertas […] donde hay tiendas y supermercados modernos tal y como los conocemos en Occidente .Uno de estos locales pone a disposición del público el acceso a internet por cuarenta rupias la media hora de conexión. Si el usuario quiere imprimir algún texto, debe pagar diez rupias adicionales por hoja impresa. Hay cuatro ordenadores en funcionamiento. Ocupamos dos […]”. Tortajada, Ana, El grito silenciado. Diario de un viaje a Afganistán. Barcelona, Mondadori, (Las mil y una voces vivencias) p. 37.

Con esta cita no quiero decir que los cruces entre práctica y tiempos no puedan darse en regiones más cercanas a nosotros en geografía. La situación descrita por Tortajada puede tener mucho parecido con algún paisaje social de alguna comunidad latinoamericana.

[10] Freire, 2005:101

[11] Eagleton, 2007: 27

[12] Miranda a Próspero en La Tempestad. William Shakespeare.

[13] Scott  plantea: “En Europa del siglo XV hasta el siglo XVII, tanto las autoridades seculares como las religiosas entendieron el peligro potencial de los espacios autónomos de la cultura popular disidente. El mejor ejemplo de ello son los  conflictos que precedieron a la guerra de campesinos alemanes, en vísperas de la Reforma.” Scott, James, Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos. México, ERA,2004 (Col. Problemas de México) p. 154.

[14] Eagleton, 1997: 36

[15] Eagleton, 2007:30

[16] Cfr. López, 1991: 70-71

[17] Quijano, 1989:37

 

Bibliografía:

Díaz Barriga, Ángel (2001), “Estabilidad y cambio en las reformas curriculares” en Ornelas, Carlos (Compilador) Investigación y política educativas: Ensayos en honor de Pablo Latapí, México Aula XXI Santillana.

Eagleton, Terry (2007) Terror sagrado .La cultura del terror en la historia, España, Editorial Complutense/ Foro Complutense.

––––––––––, (1997), Ideología, Barcelona, Anagrama.

Freire, Paulo (2005), Pedagogía de la esperanza un reencuentro con la pedagogía del oprimido, México, Siglo XXI, (educación).

Jameson, Fredric, Posmodernismo: lógica cultural del capitalismo tardío, en Zona Abierta, No. 38, enero marzo de 1986.

Lessing, Doris (2007), Las cárceles elegidas, México, F.C.E, (Tezontle).

López, Ricardo. “La élite decimonónica haitiana, su afrancesamiento”, en Anales del Caribe, No. 11 Centro de Estudios del Caribe, Casa de las Américas 1991.

Quijano, Aníbal (1989), “La nueva heterogeneidad estructural de América Latina”, en ¿Nuevos temas, nuevos contenidos? Caracas, Edit. Nueva Sociedad.

––––––––––, “El nuevo imaginario anticapitalista” en América Latina en Movimiento, número 351, abril 2002.

Scott, James (2007), Los dominados y el arte de la resistencia. Discursos ocultos. México, ERA, (Col. Problemas de México).

Tortajada, Ana (2001), El grito silenciado. Diario de un viaje a Afganistán. Barcelona, Mondadori, (Las mil y una voces vivencias).