A 15 días del maremoto electoral mexicano: ¿qué se abre paso?

Carlos San Juan Victoria
INAH México
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1. ¿Nace otra República? El 1 de julio, en la mayor elección de su historia, por la cantidad de votantes y por los puestos de representación en juego, ocurrió un maremoto ciudadano que reorganizó el sistema de partidos y la República misma. Hay un mandato formidable que exige el cambio pero a la vez, realidades difíciles que muestran un camino incierto pero ahora posible. Sobre esta posibilidad incierta tratan estas líneas. Maquiavelo veía en ello la esencia de la política regida por el azar, la contingencia, lo inesperado. La acción humana que medita y planea es el recurso más importante para sortear los vericuetos de la fortuna. Esa acción humana inscrita en el dominio del egoísmo y las pasiones, requiere de las virtudes del civismo, y de la Res Pública aristotélica, del arte de vivir juntos, para orientar su acción. La debacle del republicanismo mexicano, atrapado por el cáncer de la corrupción, su desmembramiento en poderes regionales y fácticos, su caída en el abismo de la pobreza y la violencia, su sometimiento geopolítico al gran Imperio; hizo imprescindible este resurgir de lo antiguo, esta novedad del pasado, el de las virtudes republicanas,  para reiniciar un camino inverso, hacia su regeneración. ¿Es viable?


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2. Caminar entre paradojas. El país latinoamericano que inició los regímenes de justicia social en el siglo XX tiene ya tres décadas arraigando al sistema neoliberal de la máxima ganancia empresarial. Es el alumno aplicado de la receta- mantra de los mercados libres, el presupuesto equilibrado y la autonomía del Banco central, cuenta con la prosperidad intensa  en segmentos de negocios altamente monopolizados, y arrastra una estela de  destrucción social, cultural y de la naturaleza misma  que amenazan la existencia  de la Nación. Un brillante ejemplo de la prosperidad tóxica. No sólo eso, la que fue joya de la Corona Española hasta inicios del siglo XIX ahora está integrada de manera plena en la América del Norte anglosajona.

La República, la organización legal e institucional, los aparatos de gobierno, sus burocracias y las relaciones con la ciudadanía, fue afectada gravemente y su eficacia para resolver los graves asuntos públicos cae en picada, como lo demuestra la espiral de la violencia, el crecimiento económico errático, la degradación de la seguridad, la salud, la alimentación y la vivienda. El contagio de los “valores” empresariales provocó una elitización extrema de las altas burocracias, con altísimos sueldos y privilegios cuando hay un 50% de la población en pobreza. La débil autoridad política y moral de los Presidentes desde el año 2000, la alternancia del PRI por el PAN, abrió una feudalización de los poderes estatales y regionales y la proliferación de los poderes fácticos, las redes de los negocios ilícitos y del lavado del dinero, y hoy sus excesivos gastos han provocado que el conjunto de la República se encuentre endeudada casi al 50% del PIB.


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Sin embargo, esta república degradada está y estará impulsando hasta el último día de su gestión, el 30 de noviembre de este año, una de las más grandes ofensivas mercantiles contra el campo, la ciudad, la cultura y las subjetividades. Su última pieza en la temporada de caza que parece terminar el último mes de gobierno del presidente Peña Nieto, es la privatización del agua. Ya veremos.

3. El irrumpir moreno. Tal vez con este mínimo contexto se comprenda la importancia de lo que ocurrió este primero de julio de 2018, en una de las más altas votaciones de las últimas décadas y donde se registró una insurrección ciudadana que se sobrepuso a campañas de miedo y a la compra de votos endémica al sistema electoral mexicano de la “transición”. Lo sustantivo es que esa insurrección provocó un maremoto en el tablero político mexicano. Primero creó una nueva mayoría del 53% de los electores que suprimió la gobernabilidad de tres tercios, de tres grandes fuerzas políticas (PRI -PAN-PRD), y crea un nuevo centro con el Ejecutivo, mayorías en el Congreso de Diputados y el Senado y el más reciente partido del sistema, (2014) como partido mayoritario. El partido histórico de los regímenes post revolucionarios, el PRI, se convirtió en una minoría política. El PRD, el partido histórico de las izquierdas desde 1996, se desgajó y migra hacia Morena. Varios partidos pierden su registro a escala federal y estatal. El sistema de partidos se depura. En rápida e intencionada asociación de ideas, se habla del regreso del Estado-partido dominante, ignorando que existe una importante pluralidad republicana en Congresos, gobernadores y municipios, con un partido, el PAN, con fuerza importante.


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Ese triunfo electoral significa en la situación aludida la posibilidad de frenar los procesos de degradación de la res pública y la ofensiva mercantil desatada. Los usufructuarios de ese orden regresivo deben considerar ahora los términos de su relación con el nuevo gobierno y, del mismo modo,  el pueblo que votó puede aprovechar el espacio que se abre para reorganizar sus fuerzas, consolidar sus propios proyectos de vida e iniciar su propia marcha. Tanto los usufructuarios del orden vigente, como los millones de votantes que exigen el cambio, dejaron de contar con la certidumbre, unos, de la complicidad y la impunidad; otros, de la cerrazón de puertas, la represión y su inexistencia en el plano de la política. Se abrió el espacio para la acción humana.  Es en ese paso de “estado”, de las certidumbres creadas por el orden social hacia las incertidumbres abiertas por la promesa del cambio, que se juega lo decisivo, el cambio en las relaciones de fuerza, en los posicionamientos culturales y políticos, en las convergencias que consoliden la coalición social y política amplia que coincidió en las elecciones, Ahí se abrirá o no el camino cierto hacia el cambio.  El triunfo electoral hace que la correlación de fuerzas a favor de la degradación política y la expropiación cultural y económica pueda modificarse. Y eso, de entrada, es una gran victoria. No se cierra la historia, al contrario, se abre.

4. Bienvenidos a lo real. Con esa fuerza ganada en la representación republicana se podría imaginar un tránsito de terciopelo hacia la regeneración política y hacia la reconstrucción de la Nación dañada. Pero en realidad esta recomposición política es apenas un inicio, un gran inicio, pero sólo eso. ¿Para qué? Para afrontar el verdadero problema: a los usufructuarios de esa degradación, que viven de la fusión del poder político y del poder económico, del tráfico de influencias, del capitalismo de compadres. A lo Real (Lacan) que oculta la representación de partidos. En otras palabras, a la coalición de poderes nacionales y globales creada por Salinas de Gortari (1989-1994) donde destaca la fusión del poder político con el poder económico, pero no sólo ello. Hablamos de una alianza con poderes políticos y empresariales norteamericanos, los poderes financieros e industriales nacionales y regionales, el Banco de México coordinado con el Tesoro Norteamericano, un Ejército renacido en su poder militar y coordinado con el NorthCom, los grandes poderes regionales de la agroindustria, de las inmobiliarias y de las biotecnologías. Las Iglesias conservadoras, la Media en manos de empresarios, la Cultura de elites que machacan un solo camino, el existente, toda variación del rumbo conduce, según ellos,  al desastre. Pero luego de la conmoción vivida este bloque de fuerzas acentúa sus diferencias, está atravesado por la tentación para unificarse como “oposición” inmediata (el escenario venezolano) o bien intentar la filtración y la contención negociada del cambio.

Por ello la propuesta de separar el poder político del poder económico es muy importante pero requiere de una transformación gradual de las relaciones de fuerza, que no provoquen, en un extremo, la confrontación directa con esos grandes poderes y, en el otro, la absorción gradual del impulso del cambio hacia la administración más o menos remozada de lo mismo. Y por ello, el reto esencial del nuevo gobierno electo ocurrirá en el terreno de las alianzas y acuerdos con una amplia pluralidad social y política. En los términos precisos de esos acuerdos se juega la contención o la acumulación de fuerzas que le otorgue una fuerza propia y revitalice a su electorado y al conjunto de los ciudadanos.

En los primeros 15 días después de la elección ya han ocurrido definiciones que muestran dos cosas: que hay un camino claro, y por supuesto, debatible, y también lo difícil de abrirle camino al cambio en el paisaje de las paradojas mexicanas.

5. La palanca republicana del cambio. Una vez terminada la agotadora jornada de la campaña y de la celebración de su victoria, AMLO metió el acelerador a fondo. Entre el 2 y el 15 de julio mantuvo la iniciativa política, no soltó la orientación de la conversación pública, hizo acuerdos con el gobierno y los gobernadores en funciones, con las principales organizaciones empresariales y recibió a una insólita delegación de estados unidos al más alto nivel para plantear los temas centrales de una agenda integral para las relaciones futuras. Pero sobre todo, organizó a su futuro Gabinete Presidencial en varios equipos para trabajar la propuesta concreta de cómo gobernar ante el reto que le espera este primero de diciembre: que inicie el primer gobierno federal en 36 años comprometido a cambiar el rumbo sostenido por 6 sexenios.


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Es fundamental advertir la congruencia en el decir y el hacer que ocurrió en estos 15 días. Como presidente electo inició la puesta en acto de las ideas elaboradas en décadas, y que se hicieron públicas en el Discurso del 20 del II Congreso Nacional Extraordinario de Morena en 2016, que luego fue la columna vertebral del Plan Alternativo de Nación y base de su esfuerzo pedagógico en campaña. Parte de estas ideas se convirtieron en la base del diálogo   con los empresarios mexicanos y con el gobierno de Estados Unidos a fin de llegar a compromisos puntuales. Y de inmediato entraron a una sana polémica en la conversación pública que planteó divergencias y simpatías.

6. Los tres ejes que sostienen al cambio. El punto es que se expone en efecto una propuesta de cambio que a juicio de quien escribe tiene tres ejes principales. El primero llama a rehabilitar a la República como autoridad política, aislada de la corrupción y de la fusión del poder político y económico. El segundo es la justicia para frenar la embestida de la violencia, de la comercialización extrema, de la exclusión y la invisibilidad. Y el tercero un crecimiento concebido como “progreso con justicia”: incluyente, sostenido, con participación del sector social, de desarrollos regionales plurales y donde los macro proyectos deberán cancelar todo efecto negativo ambiental y social y abrirse a pactar acuerdos con las poblaciones afectadas.

7. El misil de las virtudes republicanas. El primer eje, el de la República, apunta a uno de los agravios y de las esperanzas más intensas vividas en los últimos años por muchos mexicanos, y es el espacio donde renacen las virtudes republicanas añejas. En una sociedad empobrecida se impusieron salarios de funcionarios por encima del medio millón de pesos mensuales tanto en su Poder Judicial y en el Instituto Nacional Electoral, entre otros. Como indicamos más arriba, la elite política interiorizó los valores empresariales a su provecho. Los sueldos los dicta el mercado, no cualquiera, sino el de los CEO (Chief Executive Officer), los super gerentes de las empresas anglosajonas que ahora pueblan cualquier empresa mexicana media con pretensiones. En la nueva República prometida del Presidente hacia abajo habrá reducción de salarios y de privilegios en toda la burocracia. En ejercicio público de las virtudes republicanas el Presidente electo cumple con la promesa de ganar la mitad del salario vigente, suprime todos sus privilegios económicos y jurídicos como el fuero y se desprende del Estado Mayor Presidencial, un ejército de condotieros a su servicio y de su familia.

La otra fuente de descomposición republicana, la asociación nociva del poder político y el poder económico, el llamado “capitalismo de compadres” con sus tráficos de informaciones privilegiadas y accesos garantizados a mercados públicos y grandes obras; de igual manera será suprimida.  Se elaboran iniciativas legislativas para realizar todo ello y para eliminar el fuero y todo privilegio como las pensiones vitalicias de los ex presidentes. Y se establece la revocación del mandato sujetando la continuidad de la Presidencia de la República a una consulta popular cada dos años. Su otro gran rasgo es la Austeridad Repúblicana, un conjunto de medidas que además de rasurar salarios y privilegios, adelgaza secretarías y personal de confianza y llama a hacer más con menos al sector público, y con ello se pretende generar un ahorro que como veremos será una carta a jugar para  detonar el crecimiento.

8. Justicia en tierra de injusticias. La justicia es el enlace más profundo del nuevo presidente con la población mexicana, por la situación de violencia desatada, de pésimas condiciones de la economía popular, de olvidos a jóvenes, mujeres, ancianos; del deterioro de los servicios básicos y de la expectativa de vidas decentes evaporadas; del deterioro de los valores elementales de la convivencia. La promesa de una República donde “primero serán los olvidados, los débiles y los humillados” tiene que convertirse en compromiso palpable, que empape a los gobernantes y sea exigido por la sociedad entera. La llamada nueva estrategia para la inseguridad y contra la violencia, donde se expresó la posibilidad de una amnistía para la gente pobre que se involucra con el narco, y que ahora se ha convertido en un llamado a la creación de iniciativas diversas e integrales, abona a la recuperación de tejidos y valores para otra manera de vivir en común. El incremento de los apoyos a la tercera edad y la regeneración de los sistemas educativos y de salud, así como el propósito de incrementar a un millón las acciones de vivienda apuntan a rehabilitar al Estado de Bienestar, cuyo verdadero fundamento es el crecimiento incluyente. La designación de Alejandro Encinas, de la izquierda coherente y con experiencia de gobierno, como responsable de una subsecretaría de Gobernación y que tendrá como una de sus prioridades ir a fondo en la herida de Ayotzinapa es una excelente señal para que las muchas causas de los desaparecidos y de los muertos en la espiral de violencia que vive México se restauren y caminen hacia la verdad y la justicia. Lo mismo pasa con la designación de Adelfo Regino, abogado y militante de las autonomías indígenas, para dirigir la nueva Institución orientada hacia los pueblos originarios del país, la raíz profunda de todo lo que somos, hace pensar que el trato a los pueblos tendrá un margen de dignidad y respeto.


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9. El progreso con justicia. El otro eje es el crecimiento, donde se postulan dos cosas a la vez que pueden sonar como contradicción sin remedio. Por un lado, el respeto al equilibrio macroeconómico, el reconocimiento de la autoridad plena del Banco de México en la política monetaria y la promoción intensiva de las inversiones privadas nacionales y extranjeras. Es el andamiaje del llamado neoliberalismo, un invernadero para la crianza de la inversión privada, que sujeta al presupuesto que no debe gastar más de lo que ingresa, la cantidad de dinero en circulación según las variaciones de la inflación, y amarra a la gestión gubernamental a la continua creación de “garantías” a los empresarios. Y en ese marco obligado, intentar crear otro rumbo del crecimiento que pueda nombrarse “progreso con justicia”, la noción clásica del desarrollo donde el crecimiento va ligado y orientado hacia el bienestar colectivo. AMLO, después de las amargas experiencias del 2006 y 2l 2012, donde no pudo penetrar en el Norte industrial ni en el próspero centro occidente mexicano, con presencia en las pymes pero un fuerte rechazo de las grandes corporaciones financieras e industriales mexicanas, decidió subrayar sus ofertas hacia el dinero, que ya estaban presentes tanto en idea como en gestión de la ciudad de México.

¿Hay espacio para ese juego? La apuesta mayor del nuevo gobierno es a demostrar que si existe ese espacio. Por lo pronto, la austeridad republicana promete una bolsa de 500 mil millones de pesos, un medio billón de recursos nuevos para que el Ejecutivo federal no quede maniatado en su propósito de detonar el crecimiento.  Y dentro de sus muy fuertes novedades, reconoce la importancia del crecer hacia adentro, hacia el mercado interno, recupera la dimensión esencial del desarrollo regional para superar las graves desigualdades en el territorio nacional,  y sugiere un tripié, por cierto, el clásico de la experiencia mexicana del “milagro económico”, la inversión pública, más la inversión privada reconsiderando a fondo su componente de pequeñas y medianas industrias, las PYMES, y mucho ojo, el sector social, es decir, a las múltiples formas asociativas de las familias mexicanas, como empresas comunales, ejidales, cooperativas y un largo etcétera que desapareció en la larga noche neoliberal. 

Su otro rasgo es que el crecimiento que se propone recupera mucho de lo que ya existe pero en condiciones de abandono o de la privatización que acentúa la concentración de riqueza y la desigualdad. La potencia de la economía rural para lograr la soberanía alimentaria. El del sector energético, petróleo y electricidad, reorientados hacia la producción nacional. El sector de la construcción mediante propuestas de vivienda y de infraestructura.

Pero tal vez su reto decisivo es el de propiciar el cruce entre economía y justicia, es decir, reemprender la redistribución de la riqueza generada y a abrir los estímulos públicos a la gran masa de productores. Ahí es buena señal la iniciativa de aumentar los salarios mínimos, y que ya cuenta con el acuerdo en principio de los empresarios; y la disposición a que el acuerdo futuro del TLC contemple el aumento de salarios. Y en el mismo sentido habrá que valorar si avanza la idea de incorporar de manera cierta en proyectos públicos de inversión a las PYMES y la sector social. Y el nuevo programa sobre los Jóvenes en edad de trabajar para que se capaciten dentro de las fábricas y mejoren su oportunidad de encontrar un trabajo estable. Con todo ello se dibuja una reorientación de lo que hasta ahora se ha hecho y se propicia la regeneración de los tejidos, las cadenas y los eslabonamientos económicos de la Nación.

Hay otros aspectos que requieren de meditación y mucha atención. López Obrador no propuso la abolición del capitalismo. Ganó con una propuesta para domeñar su impulso antisocial y de daños a la naturaleza en las condiciones actuales de una inversión global. En México el recuento de daños y de luchas contra los megaproyectos de la minería, la denuncia de los graves riesgos del fracking para explotar el gas, la luchas contra los cultivos de transgénicos, recorren el norte y el sur. Se ha jugado de manera perversa a aumentar la “ventaja comparativa” y atraer inversiones desregulando los controles ambientales ya existentes. Pero también es cierto que en el mundo actual los mega proyectos se requieren para mejorar los sistemas de comunicación, acceder a ciertas tecnologías,  crear ámbitos de atracción de la inversión global y nacional, y ofrecer opciones de crecimiento a regiones olvidadas. China y Rusia hacen lo mismo.  El futuro gobierno ha creado ya un piso de consensos para esa doma del impulso antisocial del capital, y que fue el gran logro del siglo XX con la justicia social y el estado de bienestar. Bienvenidos los negocios pero sin tráfico de influencias ni corrupción, bienvenidos con responsabilidad social, con alza de salarios y cooperación con las PYMES y el sector social. Bienvenidos sin daños a los muy deteriorados ríos, aguas y tierra. Esa es la promesa.

Y es en este terreno de los consensos promovidos y que esperemos se consoliden, que habrá que regular a los mega proyectos que ya se anuncian. Por ejemplo, el del Corredor del Istmo de Tehuantepec, o bien, el uso de un millón de hectáreas para la explotación maderable pues los árboles frutales que también se contemplan no parecen tener mayor riesgo. Ahí se pondrá a prueba ese “progreso con justicia” y que tiene varias condiciones para aterrizar en la dura realidad: que las mega inversiones abran espacio a las pymes y al sector social, que lo macro se articule a la detonación de muchos proyectos regionales en las zonas donde se apliquen elaborados por las poblaciones y sus autoridades, pues, una realidad ocultada por la codicia neoliberal, es que este país no es sólo de empleados mal pagados, sino de productores, de familias que se las ingenian para producir bienes y servicios múltiples y diversos. Y sobre todo, que las autoridades de municipios y de comunidades sean interlocutoras reconocidas en la planeación y ejecución de los mega proyectos alimentados con un abierto espíritu de concertación.

10. Complemento y contradicción entre los ejes. Como vemos, esta propuesta singular del cambio a la mano, con rangos de posibilidad fuerte, que no entra necesariamente y de inicio en choque contra los grandes poderes aunque ahí no hay garantía que valga, tiene a la vez sinergias posibles entre sus tres ejes, y ámbitos de contradicciones que deberán ser reguladas. ¿Qué quiere decir este galimatías? Por un lado, que como vimos, hay enlaces que se alimentan entre la República, la Justicia y el Crecimiento, y que habrá que potenciar y multiplicar en muchas otras áreas. La austeridad republicana permite que haya becas para jóvenes que podrán formarse en empresas no tóxicas. Las luchas por la justicia en la violencia criminal deberán presionar a que los funcionarios se apeguen a esa ética republicana de cumplimiento de los compromisos contraídos y ayudarán a liberar territorios que ahora cobran cuota a los negocios. Pero también hay contradicciones que pueden fracturar ese círculo de sinergias positivas. AMLO ha demostrado una congruencia excepcional hacia las virtudes republicanas que predica. Pero una buena parte de la clase política en plural, es decir, de cualquiera de los partidos registrados, se ha formado en este periodo de crisis republicana y , confunden el servirse de lo público con el servicio público, y esta República honesta aparece como un campo de lucha difícil pero imprescindible. La necesaria apertura y fomento a la inversión privada carga con mentalidades empresariales en ocasiones depredadoras, sin pizca de responsabilidad social, y también será un asunto duro a construir en medio de pugnas y de presiones pues sin ello el progreso con justicia naufraga. Las mega inversiones se acostumbraron a corromper dirigentes, a comprar ayuntamientos, para dispensarse de la obligación de pactar reglas de justicia económica con los pueblos. Y eso también tendrá que cambiar. Los dirigentes sociales y las organizaciones que hicieron un modus vivendi de la protesta, tendrán que modificar sus maneras y aprender a negociar de cara y en beneficio de sus representados. En fin, cambiar el mundo tiene como exigencia reconocer que con los despojos y los destrozos de lo que hay se deberá proceder a construir la nueva esperanza, pero transformándose en el camino. Esa es su oportunidad


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11. Los nudos para desatar la acumulación de fuerzas. El gran desafío de proceder a la regeneración de la Nación requiere de esa continua transformación de las relaciones de fuerza, de grandes coaliciones capaces de dar sustento y continuidad a este proyecto. No sólo es un arduo trabajo interno a la nación, sino que implica el sortear las presiones y las recomposiciones del mundo en la actual etapa. Para sugerir el tamaño del problema aludido se esbozan tres ámbitos, tres nudos inciertos, donde se enlazan fuerzas que serán de la mayor importancia para llevar a buen puerto esta propuesta de cambio. Primero, una situación del mundo marcada por dos novedades: el resurgimiento de los nacionalismos y el paso de una unipolaridad hegemónica hacia la tripolaridad ahora en pugna abierta, (China-Rusia-Estados Unidos). Luego, la tensión inherente a estas propuestas de cambio que jugarán entre la posibilidad de crear marcos estables que les permitan acumular fuerzas pero bajo la continua presión que intentará asimilarlas a la lógica dominante o a crear situaciones de polarización, absorción y debilitamiento. Y finalmente, la existencia de recursos ciudadanos, de mitos y de historias, que como ocurrió en las campañas, aporten el plus de fuerza que permita desatar, contener y definir a favor las situaciones de riesgo para el proyecto de cambio.

12. Del amor al imperio: Durante 36 años la elite política mexicana se decidió por la unipolaridad. Acentuó la integración mexicana a los Estados Unidos y a la América del Norte de manera múltiple, prospero mucho pero a la vez se hizo dependiente en extremo. Hacia los mercados, las inversiones, las políticas migratorias, de seguridad nacional, energética y geopolítica del vecino del norte. Se convirtió ya en estos últimos años en un peón de la política norteamericana para reorganizar a la América central y a la América del Sur. No se atrevió a acercarse a la creciente presencia china en América y menos hacia Rusia. El gobierno que ya viene requiere de reorganizar sus vínculos con el mundo. Hay buenos signos, por ejemplo, abandonar ese triste papel de peón y recuperar la mejor tradición histórica de la diplomacia mexicana, la basada en la no intervención y la autodeterminación de los pueblos. No conviene polarizar la relación con el gigante vecino, sino encontrar otras bases para mantener una relación cordial y al respecto también hay expectativas abiertas con la insólita delegación del gobierno norteamericano que de inmediato habló con el presidente electo. Pero el gran reto y que tendrá que abordarse es el de abrirse a las relaciones verdaderas con el mundo y a reconocer la tripolaridad ya en acto. China y Rusia, en algún momento del trayecto mexicano, deberán estar presentes.

13. Al amor a la patria. El argumento de la narrativa neoliberal, de que para estar en el mundo había que ceder porciones crecientes de soberanía, hoy se encuentra con realidades y revisiones donde los costos de una globalización sin mayor regulación por estas soberanías desarmadas ahora se revisa con signos inciertos, desde la creación de muros físicos, administrativos y simbólicos donde el primer mundo se amuralla ante la migración desde zonas de desastre, hasta la búsqueda de otro patrón de acuerdos entre realidades soberanas y realidades globales. En gran parte esta es la diferencia sustantiva entre la unipolaridad de Trump, que se propone ajustes de fuerza bilaterales, y la disposición flexible china a llegar a acuerdos pragmáticos sobre objetivos específicos tanto en escenarios multinacionales como la OMC, los acuerdos regionales como los que se exploran en américa del sur, o los acuerdos muy pragmáticos bilaterales entre naciones.

Lo cierto es que la iniciativa de regeneración nacional que se propone en México llega en un momento donde la globalización busca nuevas recetas. Y el revival nacionalista que empieza a florecer en México tiene enfrente al America First de Trump. La carta ganadora de Trump en las jornadas polémicas en que fue electo, tuvo mucho que ver con la expectativa de regenerar el tejido productivo y social de la clase obrera norteamericana y de sus regiones industriales. La propuesta de MORENA de regenerar el cuerpo físico y simbólico de la nación parece compartir sintonías impensadas con su vecino imperial en la época global. Pero son tiempos nuevos donde la globalización busca otros modos de articularse. China nunca arrumbó en el closet sus pretensiones soberanas plenas para abrirse al mundo. Por el contrario, acentuó soberanía propia y expansión al mundo a la vez. Y tras la receta anglosajona de desarmar las soberanías como regla para todos, los Estados Unidos tampoco abandonaron los resortes fundamentales de control soberano sobre su moneda, sus ejércitos y su geopolítica donde se piensa a América Latina o a Irán en clave de  “seguridad nacional”.


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14. La tensión que asimila al sistema o acumula fuerza propia. Entre julio y diciembre de este año frontera, hay un tiempo donde la posibilidad del cambio se juega la fuerza y forma de su inicio. Su ruta central es la de conformarse como un gobierno con rumbo cierto, con esos tres ejes que ya se comentaron. Y la creación de un tejido muy amplio de alianzas hacia los poderes y hacia la ciudadanía, donde los términos concretos en que se plantean definen si existe o no una dinámica de acumulación de fuerza propia o se cede a las presiones o seducciones de lo existente. Al corte de estos primeros quince días parece que se abre paso una estabilidad que le conviene y mucho al nuevo gobierno donde se expresan los términos a su favor, como lo muestran los contactos iniciales con el poderoso mundo empresarial y el vecino imperial, pero, insisto, es apenas el inicio. Se han expresado medidas importantes que reiteran el compromiso hacia la justicia y la igualdad y se sabe de un trabajo intenso a nivel de algunas secretarías, como las de Desarrollo Social, para construir agendas y convergencias con una pluralidad de actores diversos. Sería esencial que al cierre de este periodo el tejido de acuerdos con la esperanza ciudadana fuese in crescendo y tomando el lugar que merece en el espacio público.

Luego, con el capital simbólico y legal ganado y que sobrepasa las expectativas, se puede ir ganando certidumbre y estabilidad en un trabajo acelerado por los actos de gobierno que conciten apoyos, hacia una mayor transformación de las relaciones de fuerza de cara al entramado de los grandes poderes e ir fincando la emergente coalición surgida en el proceso electoral y con el voto ya sufragado. Se trata de procesos graduales, inciertos, en medio de luchas intensas que intentarán domar y desprestigiar al cambio que viene.

15. Sistema y anti sistema. Y por ello es esencial recordar el modo de crear la ola ciudadana en la campaña electoral y su desenlace que arrojó un triunfo contundente. Se trabajó con las reglas institucionales pero sin quedarse en su terreno mercadotécnico y mediático. Al contrario, se construyó el entusiasmo festivo a ras de tierra y en el contacto directo con las poblaciones muy diversas del territorio nacional. De esa periferia y exterioridad sistémica surgió la ola que estalló en el centro del tablero electoral, una alteración de las relaciones de fuerza decisiva pero que al momento que estalla inicia su desvanecimiento. Las fechas precisas del calendario político mexicano, la toma de posesión del nuevo gobierno, sus momentos de someterse a la revocación del mandato, la elección del Congreso para 2021 y el cierre del ejercicio sexenal, deberán trabajar de manera parecida, en la exterioridad y en la periferia del sistema, para crear las olas que empaten el esfuerzo de gobierno con los imaginarios populares y ciudadanos. Y mientras más consistencia y raíces propias, coaguladas en formas asociativas y de autogestión y autogobierno tengan estas olas en sus moléculas familiares, mayor presión y consistencia tendrá el cambio.

Por ello es muy importante que los actos de gobierno empaten con la creación de nuevas subjetividades, no sólo con la posible satisfacción ante el cumplimiento de demandas, sino con una construcción cívica, de valores y de conductas orientadas hacia la acción pública, hacia un republicanismo a ras de tierra. Y desde esta perspectiva cobra relieve tanto la reforma del quehacer gubernamental en municipios y gobiernos estatales como la necesidad impostergable de rehacer a la democracia como escuela ciudadana para la vida pública. El actual sistema se diseñó para contener la energía ciudadana, despolitizarla y propiciar la compra del voto. Es un sistema para la legitimidad comprada de las elites. No sirve para transformar la subjetividad del ciudadano. De ahí que sea imperioso un rediseño donde la democracia sea recuperada por las virtudes republicanas.  


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16. El mito laico. Hablar de República en la densa historia y el presente alterado mexicano no es cualquier cosa. La República en México tiene sentidos (mitos e historias) fuertes. Es de las viejas republicas latinoamericanas y del mundo. Pero pose una singularidad: hay un triángulo virtuoso que le ha sostenido en sus peores momentos tanto de invasión imperial (Francia y Estados Unidos), en las guerras intestinas o en la corrupción masiva de sus burocracias. Me refiero por un lado a la historia de irrupciones populares que en su mismo nacimiento, la Independencia, en la configuración de la República liberal y en la Revolución social de 1910-1917, creó ejércitos populares, exigió autogobiernos y lucho por territorios, salarios y democracia. En México la historia de las repúblicas no sólo es la historia de sus elites y oligarquías sino también del pueblo insurrecto. Y es también una historia de liderazgos tenaces y a contracorriente, donde descuella Benito Juárez y el general Cárdenas. Y por último está ese liberalismo singular mexicano donde a su fórmula oligárquica de libertad-individuo –propiedad como brújula de la res pública, le forjó otra, fruto de esas irrupciones populares y que apunta en otro sentido: justicia –comunidad –soberanía. Por ello el plantear como centro inmediato de la lucha la regeneración de la república despierta fuerzas simbólicas muy intensas que ayudan a la transformación de la relaciones de fuerza.

El camino hacia la regeneración de la nación y hacia la nueva república está sembrado de riesgos. Pero también tiene recursos que ahora confluyen: un liderazgo cierto y que asume el duro papel de impregnar de virtud al cuerpo de la república. El espacio abierto a la acción humana para bien y para mal. Las divisiones internas de los poderes y las búsquedas de nuevas fórmulas. El hartazgo ciudadano y tejidos importantes de construcción de sujetos con visión propia, auto gobiernos y deseos de participar en los asuntos públicos. En otras palabras, que ante la fortuna caprichosa y zigzagueante, aparecen los recursos de la virtud en posibles ensamblajes siempre coyunturales, siempre de convergencias que cristalizan, impulsan y se desmiembran, y que pueden sin embargo abrir caminos a la nueva República. Es muy temprano, apenas a quince días, pero ya se puebla de signos el transcurrir de cada día.

 

Cómo citar este artículo:

SAN JUAN VICTORIA,  Carlos, (2018) “A 15 días del maremoto electoral mexicano: ¿qué se abre paso?”, Pacarina del Sur [En línea], año 9, núm. 36, julio-septiembre, 2018. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 19 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1643&catid=15