América Latina en la revista Octubre de Madrid 1933-1934: Redes intelectuales antifascistas

Latin America in the magazine Octubre 1933-1934: antifascist intellectuals Networks

América Latina na revista Outubro de Madrid 1933-1934: Redes intelectuais antifascistas

Ricardo Melgar Bao

Recibido: 07-03-2015 Aceptado: 19-03-2015

 

Escenarios, tramas y redes  

Una apretada síntesis del caso español nos muestra una vez más que la intersección de la economía, la política y la cultura no suele ser diáfana y transparente, tampoco es generadora de armonía ya que se vivían agitados años de inestabilidad política signados por la caída de la dictadura de Primo de Rivera en 1930, la proclamación de la Segunda República en 1931 y su desgaste y derrota electoral en noviembre de 1933 a manos de una coalición reaccionaria. No obstante, que la economía española no era dependiente de la estadounidense, al igual que los demás países europeos resintieron el coletazo de la crisis de 1929 de manera diferenciada. Los condicionantes propios de los desequilibrios de sus desarrollos y atrasos regionales tradujeron la crisis. Lo cierto es que la crisis económica de 1929 incidió tanto en el quiebre del sueño dictatorial y monárquico así como en el accidentado renacer republicano. El Partido Comunista Español (PCE) presionado por el ritmo acelerado de los acontecimientos de su país y las exigencias provenientes de Moscú, se vio en envuelto en los giros de sus presuntas oleadas de «bolchevización». Signos y huellas de este proceso impactaron en los animadores y colaboradores de algunas revistas culturales de izquierda. Destacamos el hecho de que en su gran mayoría pertenecían a dos generaciones muy cercanas entre sí, nacidos entre 1892 y 1906 y modelados por varios acontecimientos: la pérdida de Cuba y Puerto Rico, la Primera Guerra Mundial, la dictadura de Primo de Rivera y la república hasta el año de 1934, límite temporal de nuestro texto. Los siete años de dictadura les pesaron como plomo fundido.

El gobierno dictatorial de Primo de Rivera al mismo tiempo que golpeaba a sus impugnadores,  impulsó algunas medidas e instituciones corporativas pretendiendo proyectar una acicalada imagen de modernidad. Relanzaba también una política colonial más dura hacia Marruecos procurando restaurar el orgullo hispano-colonial. Dirigió hacia sus excolonias en América una  simbólica retórica de simulada hermandad. Fue así como la celebración del llamado «Día de la Raza» (12 de octubre) cobró nuevos bríos conmemorativos a partir de 1923, sin guardar correspondencia en los hechos, con las anémicas relaciones diplomáticas y económicas. Conspiraban contra su rectificación  la crisis y añejas inercias burocráticas y distanciamientos o desencuentros políticos y culturales. [1]. Resultaba incómodo, tanto para el gobierno español como el francés, que Abd el Krim –el líder rifeño- y su movimiento anticolonialista fuese objeto de significativas muestras de solidaridad de parte de las vanguardias latinoamericanas, convergiesen con las de sus pares europeos y españoles. Entre 1928 y 1930 dos novelas publicadas en Madrid acerca de la cuestión del Rif pusieron por debajo de cuerda la política colonial del Estado desde posturas pacifistas y anticolonialistas: El blocao de José Díaz Fernández e Imán de Ramón J. Sender. En su momento, la revista Octubre retomó críticamente la cuestión marroquí, bastión del retardatario colonialismo español, además de reproducir un fragmento de la novela Imán.[2] Se sumó César Arconadaal sostenerque la pacificación marroquí era una farsa basada en el ejercicio de la violencia colonial, que la política imperialista española era subalterna a la francesa y a la británica, que el atraso económico y el político de España sembraban en Marruecos miseria y justa resistencia popular. De todo lo anterior se desprendía que: «sólo un régimen comunista reconocería a Marruecos este derecho a la nacionalidad, por el principio que mantiene el comunismo de que los pueblos pueden disponer de sí mismos en cualquier forma y en cualquier momento.»[3]

Si el tema anticolonial tocaba fibras sensibles de la política española y generaba sentimientos encontrados, los enfoques antiimperialistas latinoamericanos o filipinos solían tener mejor recepción. El análisis de Armando Bazán iluminó en su brevedad, la contienda interimperialista entre los Estados Unidos e Inglaterra por el control y explotación de los recursos naturales y humanos de América Latina, así como por la subordinación de sus gobiernos. Detectó una preocupante carrera armamentística. El espejo de este análisis fue la ofensiva japonesa sobre la Manchuria y China:

El forcejeo de estos dos grandes imperialismos disputándose el terreno en América, produce toda esa serie de fenómenos ante los cuales sonríe burlonamente Europa, pero que constituyen, en realidad, una tragedia inmensa: los semanales golpes militares, los cambios vertiginosos-, de gobiernos, el entronizamiento de verdaderos monstruos de ignorancia y de ferocidad—casos de Gómez, Machado y el bien desaparecido Sánchez Cerro—y, por último, el desencadenamiento de odios y de guerras entre pueblos vecinos, tales como Bolivia y el Paraguay.[4]

Imagen 1.
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América Latina cobró poca visibilidad en las páginas de la revista, a pesar de los esfuerzos de Bazán, Abril, Carpentier y de un par de colaboradores españoles. No fue un caso aislado revelaba la poca importancia que tenía nuestro continente para la intelectualidad española y la política exterior de sus gobiernos, tras la pérdida de sus posesiones coloniales en el Caribe en 1898: Cuba y Puerto Rico.

En general, el pueblo español que arrastraba el lastre de la dictadura de Primo de Rivera, sintió vientos reanimadores de parte de la nueva generación intelectual y política, que lo terminaron escindiendo y confrontando. La dictadura se inició bajo la modalidad de un golpe militar legitimado por el rey Alfonso XIII el 13 de septiembre de 1923. El caudillo militar inspirado en el modelo fascista italiano dio curso a algunas reformas institucionales y medidas que daban la impresión de andar en busca de su propio modelo, reactualizando la idea reaccionaria de la arcadia imperial. Impulsó la organización política vertical de la Unión Patriótica y dejó probadas muestras de intolerancia política e intelectual a través de oleadas represivas, censuras, encarcelamientos y destierros contra sus principales opositores, adversarios y enemigos. Se vivían tiempos de reactivación de los movimientos regionalistas en la política y la cultura, así como de los movimientos obrero y republicano. Las vanguardias artísticas y literarias se remozaban y recuperaban presencias en España a pesar de las rémoras de los exilios de varios de sus integrantes y las respuestas de los intelectuales de una derecha variopinta. Por su lado, las organizaciones y proyectos socialistas y anarquistas de llevar la educación y la cultura al pueblo a pesar de la censura y represión gubernamental, se remozaron gracias a la Segunda República.

Un proceso de secularización, respaldado por la intelectualidad vanguardista, fue dirigido por el gobierno republicano contra la opresiva y añeja alianza entre la monarquía y la iglesia. Cuando la curia española se pronunció provocadoramente a favor de la monarquía acicateó un desborde popular anticlerical iniciado el 11 de mayo de 1931 dejando como saldo un centenar de templos, conventos y colegios religiosos saqueados e incendiados. Le siguió el decreto de disolución de la orden de los jesuitas el 23 de enero de 1932, mientras por su lado, los mineros anarquistas del carbón y de la potasa afiliados a la CNT, se insurreccionó en Figols en contra de las oprobiosas condiciones de trabajo y de vida que les imponía el Conde de Olano, propietario autócrata en la región catalana del Alto Llobregat. Este movimiento se propagó y ganó a los trabajadores textiles de varias ciudades, incluyendo las del valle de Cardonet. Sucesos que conmocionaron a toda España.[5] Derrotada la insurrección anarquista el PCE llamó a los trabajadores a un paro general de 48 horas para los días 25 y 26 de enero, en solidaridad con los trabajadores victimados en Arnero por las fuerzas del orden. Del lado, carlista, el radicalismo conspirativo e insurrecional alcanzó su punto más alto en Andalucía el 10 de agosto de 1932 con el alzamiento armado del general José Sanjurjo, pero que finalmente fue derrotado por las fuerzas republicanas. [6]La polarización de republicanos y anti-republicanos fue alimentado una espiral de violencia. Casi en las vísperas de las elecciones de noviembre de 1933 los comunistas se alzaron en armas en una localidad de Oviedo y proclamaron la constitución de un «soviet». Se movilizaron regionalmente las fuerzas del orden y aplastaron sin miramientos dicha rebelión local.[7]

Hubo proyectos interesantes durante el bienio republicano como la convocatoria para cubrir 7 mil plazas para profesores laicos al servicio del Estado. [8]De manera convergente fueron llevados a cabo otros emprendimientos educativos como el de la Liga de Educación Social, «cuyo objetivo era divulgar la cultura entre la clase obrera», o el de las misiones pedagógicas animado por Manuel Cossio entre los años de 1931 y 1933, [9]y al cual se sumó entre otros, el poeta Antonio Machado (1875-1939) para hacerse cargo del programa de teatro popular. [10]Este proyecto guardó formal proximidad con las Misiones Culturales originalmente diseñadas en México por José Vasconcelos años antes, pero bajo otro signo ideológico. Fue además un proyecto educativo motivo de disputa ideológica entre dos revistas literarias, la de José Bergamín y la de Arturo Serrano Plaja. [11]

El accidentado proceso español fue una manifestación particular del panorama mundial de la economía y de la política, el cual a fines del año 1932 era deprimente. El escenario europeo no terminaba de salir de los estragos causados por la Primera Guerra Mundial y el reposicionamiento de fuerzas de los países vencedores, cuando recibió un duro golpe. Fue generado por una onda potente -aunque rezagada- de la crisis económica de 1929. A fines de 1931 Francia fue alcanzada por esa curva depresiva de la economía capitalista internacional. En el horizonte europeo la crisis económica suscitó más de un colapso empresarial, gubernamental y parlamentario, al mismo así que acicateo las respuestas espontáneas o inducidas del movimiento obrero. [12] En el horizonte político reinante en Europa en diciembre de 1932- al decir de Karl Polanyi- : «…ya en la mayor parte de Europa la democracia política ha sido derrotada. En Rusia reina el bolchevismo, mientras que la dictadura militar o el fascismo lo hacen en numerosos Estados de Europa oriental, central y meridional.»[13]

En el contexto español las corrientes republicanas convergieron con las comunistas y socialistas a pesar de sus diferencias en un intento de refundación del Estado y un cambio de gobierno, a contracorriente de los sectores monarquistas, conservadores y nacionalistas de derecha. Otro fue el camino emprendido por las corrientes anarquistas. Para las corrientes de la  izquierda española – de manera análoga a las de muchos países―, el internacionalismo representaba un abanico de valores compartidos o en proceso de recepción positiva: los de índole ideológica, política, estética y literaria, los cuales permitían tejer redes, lealtades y solidaridades entre sus cultores. Varios de los protagonistas, adscritos a los campos político e intelectual, aceptaron que sus adhesiones a las Internacionales existentes ampliaban sus horizontes con sus debates, intercambios, viajes y encuentros. El internacionalismo facilitó la integración de los extranjeros por afinidad intelectual o política. No fue casual que el debate acerca del proceso revolucionario de 1931 en España fuese principalmente europeo, como lo refrenda Henri de Man – figura mayor de la Segunda Internacional Socialista- en respuesta a un joven militante español. [14] Por otro lado, generó algún interés entre los intelectuales e izquierdistas latinoamericanos dentro y fuera de su continente.

Imagen 2.
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En el campo de las industrias culturales la crisis desembocó en el impactante colapso de la Compañía Hispano-Americana de Publicaciones (CIAP) precipitada por la  suspensión de pagos de la Casa Bauer. La CIAP era propietaria de seis editoriales (Renacimiento, Fe, Mundo Latino, Mercurio, Estrella y Hoy), una docena de librerías en España y cinco en América Latina (Buenos Aires, México, Santiago de Chile, Montevideo y Quito). Poseía algunas revistas como La Gaceta Literaria a partir de mediados de 1929. Bajo su sello editorial se habían publicado algunas obras de autores latinoamericanos como Trilce de César Vallejo. A contracorriente de los avatares negativos de la economía y vísperas del derrumbe del conglomerado editorial y librero del CIAP, la editorial izquierdista Cenit con previsora medida decidió salir de su órbita lo que le permitió continuar con éxito su labor editorial.[15] Sorprende igualmente el hecho de que emergiesen nuevas revistas culturales de izquierda (Nosotros, Nueva España y Octubre), se tradujesen y publicasen 35 libros de autores rusos únicamente durante el año de 1931. [16]En la misma dirección la editorial vanguardista «Ulises» dio señas de revitalización al editar una nueva colección de libros denominada «Nueva Política», la cual  incluyó obras de Pietro Nenni y César Vallejo.[17] Contaron también en la configuración de este cuadro editorial, la aparición de la revista literaria Cruz y raya dirigida por José Bergamín en 1933. Poco antes, había salido a luz la revista  Hoja Literaria publicada por Arturo Serrano Plaja en sociedad con Antonio Sánchez Barbudo y Enrique Azcoaga, la cual orientaba su búsqueda ideológica y estética hacia la izquierda. Al parecer, ambas emularon parcialmente el diseño de la Revista de Occidente. Otras optaron por inspirarse en los moldes renovadores de algunas revistas culturales francesas, alemanas y soviéticas. En 1933 se logró una cifra impactante en la publicación de libros. Si la Feria del libro de dicho año logró congregar a veinte expositores, la de 1934 dobló su número y superó en 400 por ciento sus ventas.[18]

Corrían tiempos en que el arte y la literatura eran objeto de debate y ensayo. Ubicar las particularidades y convergencias de sus expresiones denominadas: proletarias, revolucionarias, socialistas antifascistas generó más desacuerdos y malentendidos que consensos. El surrealismo, la policroma literatura de vanguardia y el realismo socialista se encontraban en escena y en disputa a través de sus cultores y simpatizantes. Dicho proceso se complicó cuando se enlazaron las preferencias ideológicas, políticas y estéticas. En 1933 no era todavía previsible el proyecto de imponer un cánon literario como lo pretendió Andréi Zhdánov (1896-1948) a partir del Segundo Congreso de Escritores Soviéticos de 1934, resignificando en clave estaliniana la literatura proletaria y el llamado realismo socialista. Fue propuesto como una metodología política barnizada de formales referentes estéticos y literarios y votada por mayoría.[19] Dicha disidencia soviética quedó sumergida en el olvido y en su ulterior exclusión y lapidación política. Entre los años de 1933 y 1934 los intelectuales revolucionarios se mostraron ambivalentes frente al surrealismo. La primera exposición de arte revolucionario en el Ateneo de Madrid realizada del 1º al 12 de diciembre de 1933 dio luces acerca de esta controversia emergente. Hubo en este proceso deserción o renuncia, condena y silencio, culpa y tolerancia; también desafiantes e inesperadas realizaciones. Luis Buñuel dio la nota de sorpresa con la presentación de su película Tierra sin pan en 1933, aunque no fue ajeno a lo que se ha llamado la «crisis surrealista».[20] En cambio, la recepción anarquista del surrealismo fue más amable ya que no padeció una crisis estética y de lealtad prosoviética análoga a la vivida por los comunistas.

La revista Octubre desde sus inicios expresó su adhesión a la Unión Soviética y asumió su defensa. Compartían la visión cominternista de que se preparaba una nueva internacional  dirigida principalmente contra la Unión Soviética. Se suscribía igualmente que era la patria de todos los trabajadores del mundo y que sus logros materiales y culturales merecían ser apreciados y emulados. La patria mundial de los trabajadores debería defenderse de quienes la criticaban. La revista atacó al venezolano Rufino Blanco Fombona por haber publicado un artículo en el que expresó sus críticas a la URSS. [21]

Aunque la revista Octubre no sobrevivió hasta la realización del Congreso de Escritores en Moscú en el que Zdanov presentó el nuevo canon acerca del realismo socialista, algunas ideas y manifestaciones que guardaban proximidad ideológica y estética con tal propuesta, ya  circulaban en el imaginario de los intelectuales comunistas españoles, al igual que en los demás países del orbe. La iconografía de la revista se nutrió de muchas imágenes remitidas principalmente desde Moscú vía la MORP y cumplió una eficaz función ideológica en la exaltación y admiración por la vida soviética.

En julio de 1933, coincidiendo con la baja de Xavier Abril, los editores de Octubre anunciaron la edición de un número especial de «Homenaje a la Unión Soviética de los escritores y artistas revolucionarios de España: R. Ramón, G. Sender, Joaquín Arderius, Alberti, Pedro Garfias, Miguel Prieto, Plá y Beltrán, José Renáu, María Teresa León, C. María Arconada, Armando Bazán, Emilio Delgado, Emilio Prados, Concha Méndez, Díaz Yepes, Manuel Altolaguirre, Peter Stvanger, Salas Víu, Rosario del Olmo, Rodrigo Fonseca, Wenceslao Roces, Ángel Rosenblat, López Obrero, Santacreu, Antonio Olivares, Castedo, Puyol, Helios Gómez y otros.»[22] En los hechos no todos los convocados publicaron en el siguiente número de la revista. Bazán se encontró entre quienes sí lo hicieron. El número doble, 4 y 5, correspondiente a bimestre octubre-noviembre de 1933 incluyó una emotiva editorial dedicada al «XVI aniversario de la Revolución de Octubre» la cual cerraba con las siguientes palabras alusivas al hombre nuevo, a la utopía comunista vuelta realidad paradigmática:

Un hombre ejemplarmente distinto ha sido traído sobre la Tierra por la revolución de Octubre. A las juventudes, a la infancia soviéticas, a los intelectuales, a los obreros de la ciudad y del campo, a los que han conseguido que sea realidad esa montaña de esfuerzo que es la construcción socialista, a los que la defienden, al Ejército Rojo, los escritores y artistas revolucionarios, desde tas tierras removidas por la inquietud revolucionaria de España, enviamos nuestro entusiasmo.

¡Salud, camaradas![23]

En el mismo número Armando Bazán publicó un artículo acerca de los cuidados que tienen los niños en el proceso de construcción socialista, muy superior al que brindan los países capitalistas.[24] Fue el primer avance de su libro La escuela y el niño proletario… (1934). Fue en el siguiente número cuando la revista Octubre publicó el interesante y heterodoxo ensayo de Antonio Machado acerca de la lírica rusa, dedicado a Rafael Alberti, sorprendió a sus lectores. El poeta manifestó su explícito reparo frente al marxismo.[25] Machado provisto de un prisma interpretativo histórico-cultural dotó de sentido a su propuesta y vaticinio, recurriendo a Juan Mairena ―su inseparable personaje imaginario ―que le permitía proponer, bajo la forma del diálogo, su disenso, distancia, refuerzo argumentativo o convergencia: 

Esta lírica comunista, de comunidad humana o de comunión cordial entre hombres, parecía latente en la literatura rusa prerrevolucionaria, de inspiración evangélica. Porque lo ruso, lo específicamente ruso, era la interpretación exacta del sentido fraterno del cristianismo, que es a su vez, lo específicamente cristiano. […]Hay razones, acaso, suficientes, para no esperar de la Rusia actual el arte comunista de inspiración cristiana, la poesía de comunión fraterna a que aludíamos. Pero hay razones más hondas para no creer demasiado en el marxismo ruso, y para esperar ese arte y esa poesía de la Rusia de mañana, que será la de ayer y, acaso, la de siempre. No vayamos demasiado deprisa. [26]

La revista Octubre al dar carta libre a Machado en sus páginas dio muestras de flexibilidad, pero también de cierta antinomia o congruencia ideológica. El gran poeta de la generación del 98 se había dado cierta licencia cuestionando a su manera, al marxismo y al realismo socialista. Machado, cerró su ensayo bajo amable concesión ideológica, pensando seguramente en Rafael Alberti:

¡Fraternidad! He aquí la palabra rusa por excelencia. Cuando se lee lo que nos cuentan de Lenin, del modesto y gigantesco Lenin, y se recuerdan sus palabras (muchas que pronunció y muchas que supo callar), se comprende cuánto supera el corazón del eslavo a la inteligencia del pensador alemán. Y se presiente una reacuñación cordial del marxismo por el alma rusa, que puede ser cantora, lírica y comunista en el sentido humano y profundo de que antes hablamos.[27]

El sovietismo asumido como ideología generó una lealtad supranacional hacia la URSS, y con ello maceró una tensión o ambivalencia fuerte entre los militantes y simpatizantes comunistas. La lealtad y voluntad revolucionaria se volvió dual, bifronte, entre su defensa de la URSS y su propio pueblo y nación.

Imagen 3.
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Los Internacionalismos y el lugar del Hispanoamericanismo

En el conjunto de opciones internacionalistas el sovietismo y el hispanismo concedieron un   lugar al hispanoamericanismo. Sus  construcciones ideológicas, a pesar de sus polares inclinaciones políticas, cosecharon relativos éxitos. En el circuito ideológico letrado hispanoamericano concurrían los movimientos desde abajo, pero también los gubernamentales. Fue así que el 20 de mayo de 1929 se inauguró la Exposición Internacional de Barcelona clausurándose el 15 de enero de 1930, ya en bancarrota política del gobierno y vísperas de la dimisión de Primo de Rivera. Debe mencionarse igualmente a la Exposición Iberoamericana de Sevilla inaugurada el 9 de mayo de 1929, la cual  fue clausurada el 21 de junio de 1930; concurrieron catorce delegaciones de América Latina.

Punto de tensión y conflicto fue el repudio de las vanguardias políticas y literarias de América Latina hacia el régimen de Primo de Rivera, sensibilizado por las denuncias realizadas por figuras intelectuales como la de Miguel de Unamuno, muy apreciado en nuestro continente. Se habían sumado a lo anterior, los ecos de la provocadora editorial de La Gaceta Literaria de Madrid la cual tuvo impacto contradictorio en los medios intelectuales latinoamericanos. La editorial proclamaba a «Madrid, meridiano intelectual de Hispanoamérica». Las réplicas de las vanguardias latinoamericanas no se hicieron esperar según consta en señeras revistas culturales como la argentina Martín Fierro de Buenos Aires y Amauta de Lima.[28] Los ecos de este desencuentro siguieron gravitando en el imaginario intelectual a inicios de los años treinta. La orientación profascista del director y de varios colaboradores de La Gaceta Literaria se fue afirmando en el curso de los años.  

La Federación Universitaria Hispano Americana legitimó una variante de la ideología panhispanista, mientras que el peruano César Falcón Garfias propalaba la suya a través del  semanario Nosotros, publicado en Madrid de mayo de 1930 a agosto de 1931 y de la editorial «Historia Nueva».  [29]

El campo intelectual español tuvo fronteras lábiles con su campo político, gracias a quienes se ubicaron con soltura en su zona liminar. Además de ello, uno y otro, no fueron ajenos a sus manifestaciones regionales no siempre convergentes. En su seno, la polaridad de sus fuerzas se fue expresando con diversos modos y contenidos ideológicos; vía el fascismo, el monarquismo, el antifascismo o el anarquismo. El 7 de Marzo de 1933 signa un hito reaccionario protofascista con la publicación del «Manifiesto del Frente Español», suscrito por varios jóvenes intelectuales abogando por la constitución de un partido nacional. Varios de ellos participaron en la publicación de Nueva Revista.[30]  

Durante ese proceso en Madrid se potenció el desarrollo de las redes intelectuales y políticas más allá de las fronteras nacionales, de manera análoga a las que se vivían con desigual intensidad en Barcelona y otras ciudades. Coadyuvó a favor de ello la presencia de intelectuales extranjeros, algunos de los cuales animaron revistas, semanarios y alguna editorial. Los peruanos Pablo Abril de Vivero y César Falcón editaban respectivamente Bolívar y Nosotros. La editorial Historia Nueva merece ser evocada al respecto. Contó también en este cuadro de relaciones y flujos de ideas y tejido de vínculos, el papel jugado por  los canjes realizados entre las revistas españolas y latinoamericanas. Por ejemplo, la revista Octubre realizó canje con la revista mexicana Ruta dirigida por José Mancisidor y Julio Fuente, así como con la revista peruana Signo,[31] en la que colaboraban Emilio Adolfo Wetsphalen y José María Arguedas.[32] La nota de la revista subrayó que los editores de dichas revistas guardaban afinidad ideológica con la suya.

Las redes internacionales de izquierda auspiciadas desde París y Moscú facilitaron las adhesiones o involucramientos de algunos españoles y latinoamericanos. Henri Barbusse había incentivado la creación de la Internacional del Pensamiento, mientras que el Buró Internacional de Literatura Revolucionaria fundada en Moscú en 1925 comenzó a tener en cuenta a España hacia el año de 1927 con motivo de la realización de la Primera Conferencia Internacional de Escritores Revolucionarios en Moscú, en la misma dirección se acreditó a Caraterro [ ¿o Carreterro? ] delegado español ante el primer Congreso Internacional de Amigos de la Unión Soviética desarrollado durante el mes de noviembre del mismo año.[33] A partir de entonces esta organización internacional se llamó la MORP. El Buró, con el aval de los delegados asistentes a dicho evento, definió una política cultural y de organización intelectual inspirada, en lo general, en las propuestas de la Internacional Comunista para ganar posiciones entre los: trabajadores de la enseñanza, obreros, campesinos, estudiantes,  marineros, mujeres, escritores. Este núcleo de dirección promovería la creación de secciones nacionales en todos los continentes a través de su órgano de prensa, un programa de invitaciones selectivas a la Unión Soviética con fines de adoctrinamiento y los viajes de algunos de sus cuadros a ciertos países. 

La segunda Conferencia se celebró en la ciudad ucraniana de Jarkov en 1930 y fue el escenario propicio para la constitución de la Unión Internacional de Escritores Revolucionarios. Barbusse había desechado años antes su proyecto de Internacional por lo que resultaba explicable que se hubiese adherido a las directivas del Buró e integrado al Comité Internacional de Redacción de la revista Literatura de la Revolución Mundial al lado de Máximo Gorki, Anatoli Lunacharski, John Dos Passos, Harry Sinclair Lewis, Ludwig Renn, entre otros. Esta revista trilingüe (inglés, francés y alemán) reemplazó al Boletín de la literatura extranjera (1928 – 1930) en consonancia con el viraje político emanado del Congreso de Jarkov durante el bienio 1931-1932. No tardó en ser afectada por una nueva crisis política acerca de lo que debía ser la actividad intelectual revolucionaria y su paradigma estético y literario. [34]

El internacionalismo de los intelectuales, escritores y artistas que eran militantes comunistas o que sin serlo, se movían en el terreno de los simpatizantes y amigos, dio motivo al desarrollo de nuevas organizaciones, las cuales fueron asumiendo la defensa de la Unión Soviética al mismo tiempo que se plegaron a la lucha antifascista.  Los peruanos César Vallejo, Juan Luis Velásquez, Armando Bazán[35] y Xavier Abril tuvieron que abandonar Francia en 1930,  encontrando refugio en España.[36] Bolívar, revista cultural de izquierda dirigida por Pablo Abril, hermano de Xavier, fue vocero destacado de los internacionalistas peruanos. [37]Vallejo comenzó a publicar bajo el título de «Un reportaje a Rusia», las impresiones políticas y culturales de su viaje a partir del número correspondiente a febrero de 1930. Vallejo realizó fecunda actividad política y literaria durante su estancia en Madrid. [38] Por su lado, Xavier Abril, publicó en su libro Hollywood (Relatos contemporáneos) en la editorial Ulises de Madrid el año de 1931, con un dibujo de portada elaborado por Maruja Mallo, conocida pintora surrealista amiga suya, muy cercana a Salvador Dalí.

En ese contexto y bajo ese paraguas ideológico el periodista Felipe Fernández Armesto (1906-2002), a fines de 1932, después de su estancia en Berlín y Moscú, asumió la conducción de la recién nacida Unión de Escritores Proletarios Revolucionarios, tras lograr defenestrar a Juan Luis Velásquez (1903-1970), su primer secretario general[39] e inducir a José Bullejos (1899-1975), secretario general del PCE a que lo expulsasen de sus filas.[40] Velázquez  por ese entonces era militante comunista residente en Madrid, autor de Diez años de solidaridad proletaria (1931) y suscribió más de un manifiesto a nombre del ramal hispanoamericano de la Unión. El peruano al ser detenido por la policía política española bajo inminente amenaza de deportación, motivó un comunicado de solidaridad y protesta por su detención, el 4 de noviembre de 1932, el cual fue rubricado por varios integrantes de la Unión de Escritores Proletarios Revolucionarios y del denominado grupo «Octubre».[41]

Fernández Armesto inauguró la llamada crítica de masas de las obras literarias en el salón del Ateneo de Madrid. La obra a juzgar fue Los Visionarios (1932) de Pio Caro Baroja.[42] Por su lado, Rafael Alberti, María Teresa León, quienes también habían realizado una estancia en la URSS asumieron el compromiso político de trabajar en favor de la reorientación ideológica y política del movimiento intelectual. Asumieron también la tarea de editar una prometedora y original revista cultural de masas. Los comunistas españoles de manera paralela y convergente fundaron el 11 de febrero de 1933 en Madrid la Sociedad de Amigos de la Unión Soviética y, pocos días más tarde, la Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios de España. Llama la atención que Fernández Armesto, la figura política responsable de llevar adelante las directivas de Moscú durante el urgido proceso de reorientación de la sección española de Unión de Escritores durante 1932, compartiese su parecer con Xavier Abril por vía epistolar. Carta reveladora que muestra señas de confianza amical y afinidad política. Ambos eran militantes comunistas en el frente intelectual. El contenido principal de la carta de Armesto resumió el cuadro crítico de la Unión atribuyéndole su fracaso: «… a los escritores comunistas que se dejaron “vencer por una confusión ideológica de otros miembros de la Unión” y no consiguieron contraponerles la “conciencia marxista y leninista y el arma de nuestra dialéctica marxista y leninista.»[43] Sin lugar a dudas, expresaba una de las aristas de la controversia que suscitaba la táctica del frente único, dado que no respondía a las cada vez mayores exigencias de centralidad orgánica y política propias del denominado «tercer periodo» de la Internacional Comunista. Los fallidos o inconclusos procesos de bolchevización terminaron por suscitar nuevas purgas en todas y cada una de las organizaciones y proyectos bajo conducción cominternista. La Unión y la revista Octubre no pudieron escapar a dicha lógica. Los cambios en las formas y los nombres no fueron gratuitos, era la manera cominternista de hacer borrón y cuenta nueva.. Por lo anterior, en 1933 Literatura de la Revolución Mundial fue rebautizada como Literatura Internacional. Depurada su plana de colaboradores figuraron: el peruano César Vallejo y los españoles: Rafael Alberti (1902-1999), César Arconada (1898-1964), María Teresa León (1903-1988) y Ramón J. Sender (1901-1982), pertenecientes a una misma generación intelectual, salvo Joaquín Arderíus (1885-1969). Figuras relevantes de esta red articulada por la Unión Internacional de Escritores Revolucionarios se sumaron al proyecto de la revista Octubre. La revista devino en vocero privilegiado de la Unión de Escritores Proletarios Revolucionarios  de España.

El escenario artístico e intelectual vivía un proceso de polarización frente a los cánones estéticos, según se desprende de las orientaciones y contenidos de las revistas culturales de la época, en la cual no faltaban las de filiación conservadora o profascistas como La Gaceta Literaria, la cual además de atacar a la literatura proletaria descalificaba al surrealismo bajo argumentos moralistas. [44]Muchos artistas e intelectuales tampoco fueron ajenos a las posiciones y movimientos políticos en ascenso. La república y el futuro político de España se encontraban frente a riesgos, desafíos y no pocas incertidumbres. El proceso electoral dio juego a nuevos entusiasmos, fantasmas y desencantos en un contexto económico poco favorable. 

Las fuerzas monarquistas, clericales, nacionalistas, fascistas, tras su inesperada derrota ante los republicanos, atrajeron  sectores del centro, ganando las elecciones del 19 de noviembre de 1933, gracias a la preferencia electoral femenina a favor de José María Gil-Robles, líder del partido conservador y la corrosiva y eficaz campaña abstencionista impulsada por las organizaciones libertarias que debilitaron el sufragio prorepublicano y de las izquierdas.

Imagen 4.
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A contracorriente

Recuperemos los orígenes de la revista con la finalidad de ubicar con mayor y mejor precisión las motivaciones de sus editores, sus redes y sus orientaciones. Octubre representó un  ensayo experimental a través del cual los intelectuales antifascistas además de contar con una revista que los aglutinase, lo llevaría a la conquista de públicos desdeñados por sus pares: los trabajadores de la ciudad, el campo y el mar. Usualmente los intelectuales editaban sus revistas para expresarse, afirmar sus identidades grupales y tejer redes entre sus pares. A través de sus páginas, número a número, solían configurar sus señas de identidad, además de manifestar sus críticas y disensos frente a quienes consideraban sus enemigos o adversarios.  Por lo anterior, su circulación y distribución se circunscribía a un campo restringido: el de las universidades u otros espacios caros a los cenáculos, instituciones y espacios de la bohemia artística y de las élites letradas. Octubre tendría un mejor norte según el parecer de sus editores: editaría una revista que luciría por la calidad de su impresión, el lugar destacado que le asignaría a las imágenes, por sus ideas revolucionarias y antifascistas, y por inaugurar sus propios canales de distribución, venta y recepción entre la gente del común y en especial entre los trabajadores urbanos o no. Ofrecer un producto intelectual a las masas sería la novedad y la conquista del éxito, dependiendo de que fuese aceptada y valorada por ellas. Si el experimento de convertir la crítica especializada de las obras publicadas en oral crítica de masas ya se había iniciado en Madrid, bien podría ensayarse la publicación de una revista intelectual para los trabajadores. Una nueva cultura y un nuevo intelectual eran posibles.  ¿Cómo se gestó este emprendimiento cultural de la revista?

La escritora María Teresa León en su obra Memoria de la Melancolía  le dedicó un pasaje a la revista Octubre. Afirma que salió publicada, con posterioridad de haber realizado su viaje a Moscú y de constituirse la Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios, [45]filial española de la Unión Internacional de Escritores Revolucionarios con sede en Moscú, a la cual se vincularon algunos intelectuales latinoamericanos pertenecientes a una misma generación  como: el cubano Alejo Carpentier (1904-1980) y los peruanos: Xavier Abril (1905-1990), César Vallejo (1892-1938) y Armando Bazán (1902-1962).[46]Dicha organización le publicó a Bazán su libro Urbes del Capitalismo (1932),[47] deferencia especial hacia a un joven intelectual latinoamericano, militante comunista y dirigente de izquierda en la Federación Universitaria Hispano Americana (FUHA). [48] Yerra en las fechas de su estancia en  Moscú y del inicio de  la edición de la revista, no fue en 1932, sino un año más tarde. Si Moscú fue el referente ideológico-político de los Alberti, Berlín, contó como fuente de inspiración de su quehacer editorial. No fue un parecer aislado si recordamos la conferencia de Fernández Armesto en el Ateneo Español en junio de 1931 acerca de «Las literaturas proletarias y revolucionarias de la Unión Soviética y Alemania».[49]

Alberti, durante su estancia en Berlín ― entre mayo y principios de diciembre de 1932―, se había relacionado con intelectuales revolucionarios que colaboraban en las revistas Die Rote Fahne y Die Linskurve. Estas publicaciones dejaron, al parecer, una muy favorable impresión en los Alberti sobre sus respectivas concepciones intelectuales y quehaceres. Se sumó a lo anterior, su viaje a Moscú, su recepción de los proyectos editorialistas y sus diálogos y compromisos con los dirigentes de la Unión Internacional de Escritores Revolucionarios, más conocida por las siglas MORP.

Los Alberti a su retorno a Madrid en abril de 1933 iniciaron inmediatamente con especial entusiasmo y dedicación política su reinserción en el medio intelectual español. Estrecharon lazos amicales y políticos con Xavier Abril. Fue altamente significativo que Rafael Alberti le solicitase a Abril una presentación para Consignas, su libro de poesías. Además, le propuso al poeta peruano unir esfuerzos al lado de un pequeño círculo de intelectuales antifascistas con la finalidad de editar la revista Octubre, [50] la cual debería servir de vehículo de organización intelectual al mismo tiempo que le saldría al paso a las corrientes y fuerzas reaccionarias en desarrollo que amenazaban a la URSS, la propia España y a muchos otros países. Natalia Karitonova en 2005, demostró que Fédor Kelin (1893-1965) director de la MORP desde Moscú siguió paso a paso este proyecto por vía epistolar. Su simbólico nombre decía mucho acerca de los posicionamientos de sus editores y colaboradores. Nada más soviético que llamarle Octubre a una revista cultural así como a la editorial que publicaría libros de literatura revolucionaria. María Teresa León recuerda que los integrantes que animaron dicha organización y su vocero se reunían en: «nuestra casa de la calle de Urquijo donde desde la terraza se veía el Guadarrama y toda la extensión del monte del Pardo. Paisaje del Madrid velazqueño que no hemos vuelto a contemplar…»[51]

El financiamiento de la impresión del primer adelanto de la revista fue estimado ― según la versión de la escritora― en 190 pesetas  que fueron aportados por préstamos y donaciones. El precio de venta del Adelanto sería de 5 céntimos. A lo anterior se suma otra pregunta: ¿Cuál fue el tiraje de Consignas y cual el balance de su venta? ¿Cómo se financió? Al no existir registros testimoniales o epistolares cabe una presunción. Si el poemario y la revista saldrían simultáneamente, es posible que se hayan beneficiado de la recaudación de fondos obtenida por Rafael Alberti de una velada artística realizada en un teatro madrileño, acompañado de la actuación de la «Argentinita». Alberti agregó otro dato más: les fue concedido un crédito por los trabajadores de la imprenta para cumplir sus cometidos editoriales. [52]

Imagen 5.
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El primer número de prueba, llamado «adelanto» o cero, fue publicado en formato de 32 por 44 cms., a cuatro páginas en papel periódico con cabezales en letras rojas y una imagen de Goya alusiva a la guerra de 1808 de portada. Salió a venta con motivo del primero de mayo de 1933 contando con un tiraje de dos mil ejemplares. [53]Fue el poeta peruano Xavier Abril quién asumió la responsabilidad mayor en la redacción de la «Declaración de principios». Le siguieron en orden de impresión: un poema de Rafael Alberti (S.O.S.) y otro del francés Louis Aragon, un texto Arconada acerca de la problemática del cine español y uno más de María Teresa León en torno a la necesidad y pertinencia de un teatro proletario.[54] La inclusión del poema de Aragon no fue accidental, tras su viaje a Moscú rompió sus anteriores vínculos con los surrealistas. Este ejemplar de la revista al ser ofrecido en venta los trabajadores manifestantes con motivo del 1º de mayo fue objeto de requisa policial. Dos días más tarde, María Teresa León comentó epistolarmente este hecho:

¡ ya salió el adelanto de Octubre! Intervino la policía. Recogieron la tirada. Estuvimos detenidos 9 horas. Y al final después de muchas explicaciones nos han consentido venderlo. Ha sido muy bien recibido, sobre todo en la Universidad. Tenemos unos fantásticos planes de trabajo que si no se ven explotados por la cuestión económica podrá poner la sección española de MORP a la cabeza de las secciones revolucionarias[55]

El proyecto original de Octubre no fue el de convertirse en órgano de expresión de la AEAR, aunque terminó siéndolo:

«1º.) Octubre no será la revista minoritaria de ninguna agrupación. Al contrario, Octubre aspira a convertirse en el órgano de todos los escritores y artistas revolucionarios que, afirmándose en tal condición, quisieran colaborar en sus páginas. »[56]

Su interés principal apuntaba a desarrollar una política editorial de masas, inspirada en ejercicios parecidos realizados en la URSS y en Alemania. Walter Benjamin recuperó el sentido profundo y renovador de algunas publicaciones periódicas soviéticas que apostaban no solo a relativizar las distancias entre autores y lectores, sino además, a solventar un flujo bidireccional de la palabra escrita tanto por los intelectuales como por los trabajadores. [57] En la misma dirección los editores de Octubre al final de su «Declaración de Principios» manifestaron que:

5º.Para concluir, una afirmación/negación en directo lanzada contra la concepción artística propia de la burguesía: nada de castas intelectuales superiores ni de exclusividades sociales o políticas en el terreno de la creatividad. Frente al elitismo de las publicaciones elaboradas por y para los profesionales de la literatura o el  reducido círculo de tos cultos, Octubre daría en pie de igualdad cabida en sus páginas a «correspondencias obreras, impresiones de las fábricas y del campo, artículos de lucha» y otros materiales de similar factura. «Nuestra misión», insistían los redactores, consiste «en acoger estos balbuceos de un arte incipiente y estimular a sus autores, adiestrarlos con nuestros conocimientos y nuestras experiencias para poder enriquecer la literatura proletaria de mañana.[58]

Fue relevante intentar realizar una encuesta entre los trabajadores acerca de su más importante lectura a partir del número 2 de la revista: «. P r e g u n t a. — ¿Qué libro, de cualquier clase de literatura, os ha impresionado más y por qué?».[59] Esta preocupación fue una constante en  la revista. En la caracterización que hiciese Alberti de la revista Octubre en agosto de 1934 ante el Congreso de Escritores Soviéticos, se nota un giro discursivo a favor de los escritores y de su verticalista pedagogía política de masas:

Nuestra revista Octubre nos sirve para combatir y expresarnos. Es una revista ilustrada y literaria, acogida con gran entusiasmo por las masas trabajadoras, sin distinción de partido. Está ilustrada, abundantemente provista de fotos de la Unión Soviética, porque algunas de nuestras provincias deben tener alrededor de un 70 por 100 de analfabetos.[60]

La revista no fue tan abierta como presumía Alberti. Su concepción fue restrictiva frente a los intelectuales de izquierda sin partido o adscritos a organizaciones no bien vistas por el PCE. Lo que sí es cierto que el énfasis en su orientación iconográfica respondió a una interesada forma de llevar adelante una pedagogía política para las masas. Los seis números publicaron en total un centenar de imágenes. Cifra elevada que aunque elevaba los costos de su impresión, generaba una compensación ideológico-política al facilitar su recepción entre los trabajadores urbanos y rurales con elevado índice de analfabetismo. Alberti dio cuenta entusiasta del eficaz influjo icónico de la revista:  

Sabemos que los pescadores de Málaga se reúnen para escuchar la lectura en voz alta de nuestra revista revolucionaria. Y sabemos que se encuentran en los muros de las casas, recortadas y pegadas las fotos que publicamos. Nos escriben igualmente que en el campo de Jaén y de Córdoba, una vez acabadas las faenas, los campesinos se reúnen para comentar algún poema recitado por uno de sus compañeros de trabajo.[61]

La escritora esposa de Alberti describió con trazos fuertes y elocuentes la orientación ideológica de Octubre y las difíciles condiciones en que se tenía que realizar su distribución, muy parecida a los modos en que circulaban muchas revistas de la izquierda latinoamericana: «Venderla era un conflicto porque los quioscos normales la rechazaban y teníamos que lanzarnos en muchas ocasiones nosotros mismos a venderla por las calles de Madrid».[62] Vocear, ofrecer y vender Octubre a calle abierta, signó parte sustantiva y primaria de las relaciones de los editores con su público. El asunto de sus fuentes de financiamiento siguió siendo objeto de celos y especulaciones  en el medio intelectual. El presunto «oro de Moscú» reapareció en escena debido a un comentario de Sender, pretendiendo con ello lastimar la imagen de los editores y de la propia revista. Dijo algo más, que a los obreros les tenían sin cuidado los asuntos del diseño y del papel cuché, si la impresión de una revista era limpia y clara. [63]Otros motivos parecían orientar las descalificaciones de los Alberti y su revista, y por extensión, a todo el llamado grupo «Octubre». Acaso la lucha por el liderazgo intelectual o el privilegio de ser las figuras de confianza de Moscú en el frente intelectual español.

Imagen 6.
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 Entre la impresión del Adelanto y los números siguientes hubo un salto de calidad. El proyecto inicial de los fundadores de Octubre iba más allá de la pretensión de publicar una revista intelectual periódica de gran calidad. Los animaba la idea de editar libros usando el mismo sello que los distinguía: «Octubre».

La relación amical, literaria y política entre Xavier Abril y los esposos Alberti se encontraba en su mejor momento a principios de 1933. Este prólogo, el Adelanto y los dos primeros números de la revista dan prueba de ello. Entre los colaboradores de la revista Octubre se encontraban: César M. Arconada, Emilio Prados (1899-1962) y Juan Piqueras (1904-1936) y Armando Bazán.

A partir del primer número la revista por su mayor volumen y calidad de impresión se vendía  al precio de 40 céntimos.  Su autor y los demás colaboradores, asumieron como propia la voz de orden de Lenin: «La literatura debe ser una literatura de partido». [64] Simbólica fecha especialmente elegida para debutar como editorial y ratificar su compromiso con el proletariado. La tesis leninista acerca de la literatura fue compartida en dicha coyuntura por Xavier Abril, quién apadrinó la  obra poética de Alberti con una presentación de su autoría. El poeta peruano dejó constancia de que su par español era muy sensible en ese momento a los polos de atracción ideológica revolucionaria tanto de Rusia como de Alemania. En su presentación intitulada «Poesía y Revolución» elogió a su camarada y amigo llamándolo el nuevo poeta del pueblo español y del proletariado internacional: «Camaradas de la tierra y de la fábrica: saludemos en la actitud de Alberti, un triunfo auténtico de vuestra fuerza en marcha. Ya que solo la dialéctica de la revolución es capaz de transformar a aquellos escritores que se encuentran libres de compromiso con la nefasta sociedad burguesa.»[65]. Dio como argumento, además del contenido revolucionario de los poemas, la participación espontánea del autor en la destrucción de un quiosco de la prensa de derecha durante una manifestación obrera. Por último, coligió que:

El poeta Rafael Alberti ha sido captado, en el proceso de transformación social que se opera en nuestra época, por el hecho más grande y justo de la historia: la Revolución proletaria de Octubre. Este cambio no se debe, como pueden sostener los críticos burgueses, a una postura sentimental, temática, a una ‘explosión’ del poeta. Responde, al contrario, a una maduración mental, a una confrontación con la realidad, con la descarnada lucha de clases que se desarrolla en el mundo. En Alemania, el poeta se ha dado cuenta material de la verdadera estructura de la sociedad capitalista. La comprensión de este fenómeno ha determinado su evolución profunda. [66]

A partir de entonces, los Alberti y Xavier Abril optaron por privilegiar la edición de la revista Octubre, la cual sería costosa por el tipo de papel elegido con la finalidad de que las fotografías e imágenes a reproducir en sus páginas lograsen su mejor nitidez. Seguramente compartían el deseo de poner al alcance del proletariado y de los intelectuales revolucionarios una revista de calidad, tanto en la forma como en sus contenidos.

La revista, en sentido estricto, mantuvo relativa autonomía frente a la organización de escritores, aunque en su seno no faltasen las pujas ideológicas, las cuales, a su vez, generaron  fricciones y rupturas. Las bajas y altas en las revistas culturales como en los periódicos políticos de la izquierda cominternista se hicieron más frecuentes durante el primer quinquenio de los años treinta del siglo pasado. Para que se tenga mayor claridad acerca del carácter de la revista que en sus inicios animaron los Alberti y Xavier Abril, dejemos que ellos mismos definan su posición en el escenario mundial: «Octubre está contra la guerra imperialista, por la defensa de la Unión Soviética, contra el fascismo, por el proletariado.»  El orden en la  enunciación no fue accidental ya que  respondía a la importancia que el Buró Internacional y la propia Internacional Comunista le atribuyó en clave estaliniana a la propaganda antifascista. Los editores compartían tal punto de vista.

Se editaron siete números de la revista, del O al seis. En realidad, seis, considerando que hubo un número doble, nada excepcional en las tradiciones de las prensas de izquierda, las cuales padecían comúnmente la falta de recursos financieros, las tenazas de la censura y el hostigamiento gubernamental. En el primer número de la revista, destacó la reproducción del manifiesto contra el nazismo suscrito por: Abril, Alberti, María Teresa León, García Lorca, Luis Buñuel, Alberto Arconada, Wenscelao Roces, Pedro Garfias, Manuel Altolaguirre, César Vallejo y Ramón J. Sender que se encontraba en vísperas de viajar a la Unión Soviética. [67]Sobresalieron igualmente las notas de combate redactadas por Xavier Abril y Armando Bazán, ambas identificadas por sus iniciales. El primero, arremetió contra Juan José Domenchína, crítico literario del diario El Sol de Madrid contra la poesía de Alberti, calificándola como sacrificada en favor de su «preocupación seudopolítica»:

¿Cree, acaso, seriamente, que el proceso de evolución de un artista puede ser deliberado, ejercido por la conciencia de que hablan los "idealistas", y al margen de los acontecimientos de la historia? Aquí es en donde defecciona lamentablemente el juicio del crítico. No es, por otra parte, sino la defección del pensamiento "idealista" de la burguesía. Domenchina enumera todos los momentos de evolución por los que ha pasado la obra poética de Alberti. El crítico republicano pretende no ver en ellos sino trances veleidosos, lo cual ha de servirle para sostener la tesis de que el poeta es "una veleta de torre" que está "a merced de todos los vientos [68]

Xavier Abril reivindicó frente a Domenchina la opción de una estética que nutriéndose de la realidad social era capaz de generar una obra de calidad por lo que concluyó que:

La mala intención nonata salta a la vista aun para el lector más bisoño. Domenchina ha querido mezclar en una difícil crítica de regateo del valor poético de Consignas, su preocupación principal y deliberada, tal es la de atacar convulsamente, con miedo reaccionario, lo que de más fundamental y bello tiene la nueva frase creadora del poeta.[69]

Por su lado, Armando Bazán centró su análisis crítico en los contenidos de las conferencias impartidas por Ortega y Gasset acerca del panorama mundial. Fue provocadora la tesis del filósofo de que los: «movimientos comunistas y fascistas aparecen en el panorama europeo. Estos movimientos, dice la sabia palabra del conferenciante, son, al parecer, opuestos, pero uno y otro se halagan y flirtean.»[70]

Bazán le replicó al conferencista en los siguientes términos:

¿Cómo es posible hacer una afirmación semejante, ahora, precisamente cuando las cárceles fascistas no bastan para contener a los comunistas presos y hay necesidad de construir innumerables campos de concentración a todo lo largo de Alemania, cuando la sangre comunista es derramada a torrentes por el puñal y el plomo del fascismo? Para hacer tal afirmación sería necesario no conocer los programas, los discursos, las leyes bárbaras de Hitler. Y el profesor Ortega y Gasset no los puede ignorar. Todos ellos tienden hacia el exterminio implacable del comunismo.

 Bazán le cuestionó al filósofo que no reconociese el hecho de que la Unión Soviética ha desplegado una labor editorial sin precedentes colocando los libros de muchos autores en las manos de los obreros, campesinos y soldados, mientras que los fascistas se abocan a quemar libros y proscribirlos.  Por otro lado, Abril escribió a nombre de la revista un texto elocuente: «Nuestro saludo al proletariado en el 1º de mayo», [71] el cual en cierto sentido le confirió un sentido legitimador antes trabajadores en sus manifestaciones públicas de dicha fecha.

Imagen 7.
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Umbrales

En los intersticios de los movimientos y de las organizaciones republicanas y comunistas, los latinoamericanos residentes en España y otros países europeos dieron ocasionales señas de su presencia y participación. Mostraron su interés en particularizar orgánicamente sus pareceres y demandas. En esa dirección debe considerarse que la Federación Hispanoamericana de Estudiantes tuvo mayor presencia que la denominada Unión de Escritores Revolucionarios Hispanoamericana, pero en algunos pronunciamientos sumaron fuerzas.[72] Figuraban en la segunda, varios españoles, el argentino Alberto Ghiraldo y cuatro escritores y militantes comunistas peruanos: Juan Luis Velázquez, Xavier Abril, Armando Bazán y César Vallejo. La preocupación por las orientaciones y el nuevo curso que debían seguir las organizaciones y quehaceres editoriales intelectuales de izquierda fue compartida ―entre otros ― por los esposos Alberti, Armesto,  Abril y Bazán. Rafael Alberti y Xavier Abril tenían en común una estación surrealista. En 1933 el autor de Sobre los Ángeles (1927) optó por negar todo vínculo con la estética surrealista francesa, arguyendo que sus poemas que parecían aproximarse a esa corriente, habían abrevado en la tradición popular española. Otro ha sido el parecer de la crítica literaria española.[73] Abril, por su lado, mantuvo una probada adhesión surrealista desde el año de 1927 en París, [74]sin tener que ulteriormente renunciar a sus ideales y prácticas comunistas. Los latinoamericanos que colaboraron con la revista Octubre lograron insertar en sus páginas algunos problemas propios del continente o de sus países. Tres umbrales informativos aparecieron publicados en sus páginas, gracias : la cuestión indígena, la dictadura en Cuba y el México revolucionario.

 

La cuestión indígena

A. Hurtado de Mendoza retomó el drama de la población indígena en las selvas del continente adscrita al inhumano trabajo esclavista en los campamentos de explotación del caucho o la siringa, el cual había sido denunciado por Rosa Luxemburgo muchos años antes. El nombre del autor suscita una duda razonable, si se trata o no de una personal real, o de alguien que decidió encubrirse tras un pseudónimo. No hemos encontrado antecedentes suyos en otras revistas españolas de izquierda. El artículo revela cierta familiaridad con la problemática indígena contemporánea vinculada a la extracción del caucho, la cual va más allá de la novela de José Eustacio Rivera que le sirve de pretexto. La letra A abrevia su nombre y complica su identificación. Abelardo Hurtado de Mendoza, su  posible homónimo, de filiación aprista, se inmoló en el acto de asesinar a Sánchez Cerro, el dictador peruano el 1º de mayo de 1933. El contenido de su artículo mencionó que el indio siringuero no era noticia periodística ni era  objeto de atención ni de defensa por parte de las ligas de derechos del hombre. Recuperó desde esta perspectiva crítica el valor de la novela La vorágine del escritor venezolano José Eustacio Rivera. Dicha obra, afirmó, describió:

…la criminal explotación imperialista que sufren los indios siringueros del Brasil, Perú, Venezuela, Nicaragua. Ha tenido el acierto de no prescindir de los modismos más antiacadémicos, pero de mayor expresión. Su convivencia durante cuatro años en aquellos bosques inmensos le ha suministrado los materiales precisos para lanzar una gran obra social. La Vorágine ha sido rápidamente traducida a varios idiomas, entre los cuales, no podía faltar el ruso. [75]

 

La dictadura en Cuba

Alejo Carpentier después de una prolongada estancia en París, viajó a Madrid en 1933 y tomó contacto con la intelectualidad vanguardista, entre ellos con los integrantes del grupo Octubre. Las motivaciones de su viaje fueron: publicar su novela afrocubana  ¡Écue― Yamba― Oy![76], tentar la posibilidad de conseguir fondos para editar su proyectada revista Nueva Cultura,[77] y continuar su campaña contra la dictadura de Machado en su país, Cuba.

Se considera que dicha novela brindó una imagen comprensiva y tolerante de las identidades afro-cubanas y sus tradiciones de culto. Su personaje principal es un representante de la migración haitiana  que en Cuba fue asimilado a la cultura hispano-mulata. No obstante lo anterior, su artículo político contra Machado, reproduce un estigma criollo contra los haitianos y jamaiquinos migrantes de tonos ideológicos caros al positivismo spenceriano y al social darwinismo:

…Machado no había tomado medida alguna para defender los intereses del campesino y del obrero cubanos. Los centrales azucareros americanos seguían importando braceros de Jamaica y Haití—negros de hábitos primitivísimos, carentes de las necesidades más elementales, y que consentían en trabajar en los campos o en las casas de calderas por unos jornales que apenas bastaban al obrero cubano para comer malamente una vez al día.[78]

La crónica política de Carpentier ―rica en imágenes literarias ― desnuda la figura del dictador Machado por su: ignorancia, su servilismo al gran capital norteamericano, su vida opulenta y licenciosa, y su crueldad frente a los opositores políticos, comunistas y dirigentes sindicales. Además de ello, reivindicó el papel de los universitarios, refutando los prejuicios cominternistas en contra de la burguesía y pequeña burguesía:

En América, desde la época de las guerras de independencia, la Universidad ha ejercido siempre una influencia sobre los movimientos revolucionarios. Lejos de ser un centro de exaltación "aristocrática" de la cultura, ha tenido sorprendente virtud de poner las clases burguesas y pequeño-burguesas en contacto con el proletariado. Y digo "sorprendente virtud", por lo mismo que sobran razones para desconfiar de esas clases. El contacto suele ser efímero, y lleno de decepciones para la masa que ha confiado en sus resultados. Pero en Cuba, al menos, el hecho se ha verificado con asombrosa constancia.[79]

Este juicio de Carpentier estaba cargado de implícito tono juvenilista universitario, adornado por la discutible  y orgullosa excepcionalidad cubana.

México revolucionario

Es recuperado desde mirador artístico, gracias a ¡Viva México!, una exitosa película soviética de Eisenstein. Se reprodujeron tres imágenes y una nota crítica de C. M. Arconada en torno al serio diferendo entre Upton Sinclair empresario y el escritor socialista norteamericano y el cineasta ruso.

…es necesario protestar, secundar la acción de los intelectuales norteamericanos, contra este "crimen de lesa estética" como dice Waldo Frank. Nuestro Cinema propone—y nosotros lo secundamos—! Boicotear les libros de Upton Sinclair. 2° Divulgar y organizar una campaña de protesta, y 3." Estar vigilantes para cuando en los cines pongan fragmentos de "¡Viva Méjico!", desautorizarlos por Einsenstein, protestar colectivamente y obligar a los empresarios a retirarlos.[80]

Imagen 8.
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Crisis, accidentes y quiebre de la revista

La revista en su breve existencia tuvo que enfrentar varios escollos y accidentes que fueron minando su futuro. La requisa del primer número de Octubre aunque fue desactivada por sus editores en mayo de 1933, documentaba que estaba bajo la mirada de la policía política española. No fue el único acoso que recibió. Contaba también la injerencia comunista soviética en la Unión de Escritores como en la propia revista, sus destinos estaban yuxtapuestos.

Lo que no podían prever ni Fernández Armesto ni Abril es que, durante el segundo semestre de 1933, serían cuestionados por su accionar en el frente intelectual español y forzados a renunciar a sus respectivas responsabilidades y quehaceres. Queda todavía sin poderse dilucidar si sus caídas estuvieron asociadas en alguna medida a sus relaciones y puntos de vista. Se sabe que los excesos autoritarios de Armesto fueron motivo de críticas. Fue acusado de dogmático, entre otros, por Rafael Alberti y Teresa León, su esposa. Fueron estos últimos los que asumieron en los hechos el curso de la recomposición y repolitización de la Unión.[81] Por su lado, Abril tuvo que abandonar la revista Octubre tras sorda y enconada lucha que generó una previsible escisión y ruptura. Un escueto comunicado relegado a la página 32 del número correspondiente al bimestre agosto-septiembre de 1933 dijo: «El escritor Xavier Abril ha dejado de pertenecer al Comité de la revista OCTUBRE por diferencias ideológicas profundas.»[82] La participación del poeta peruano en dicho proyecto había durado apenas tres meses. ¿Cómo pudieron emerger en tan breve curso tan profundas divergencias, si al inicio, habían cálidas y entusiastas afinidades y convergencias? ¿Algo tendría que ver con ello, las relaciones del poeta peruano con los surrealistas franceses, en tiempos en que se inclinaban a favor de Trotsky, mientras que los españoles del grupo «Octubre» acentuaban sus preferencias por el realismo socialista y por Stalin. Es verosímil. En julio de 1933 Breton y los surrealistas franceses fueron expulsados de las filas de Asociación de escritores y artistas revolucionarios y del Partido Comunista Francés por haber publicado dos meses antes en su revista un artículo antisoviético y haber defendido a su autor. Fueron convertidos en cómplices de Ferdinad Alquié, el cual había publicado una carta dirigida a Breton cuyo contenido crítico e irónico fue dirigido abiertamente contra el realismo soviético: «el clima de cretinización sistemática que impera en la URSS». [83] La proximidad y redes existentes entre los comunistas franceses y españoles convirtieron la identidad surrealista en motivo de condena. Xavier Abril quedó en entredicho al no tomar el mismo rumbo que siguió Aragon al repudiar al surrealismo.

Lo cierto es que no fue un hecho menor, la baja de Xavier Abril considerando su papel cumplido durante la edición de los tres primeros números de la revista, con el consentimiento de los Alberti. Recuérdese que el peruano gozaba de su estimación intelectual y política.

Por otro lado, la revista fue intervenida por orden gubernamental en noviembre de 1933, obligando a sus editores a  suspender temporalmente su publicación. Se arguyó que sus editores evadieron las normas tributarias vigentes. La revista reapareció, cuatro meses más tarde. Una nota editorial debía explicar a su público su ausencia y pérdida de ritmo y así pretendió hacerlo:

Una parada, un alto en la revista OCTUBRE, no podían ser sino impuestos. La suspensión de nuestros propósitos de trabajo la dio una orden gubernamental. Ignoramos por qué. Nuestra revista ha mantenido una línea justa, de literatura al servicio del proletariado. Si ha tomado posiciones en una serie de problemas nacionales e internacionales, es porque la literatura de una época *tiene que reflejar todo lo que sea de ella, todas las pertenecías donde elabora. Actualmente, la zanja de la lucha de clases abre una trinchera en las clases inteligentes de España. Por o contra. Con éstos o con aquéllos otros. Fascismo o antifascismo. Con el proletariado o en frente. Y eso es lo que en su eco literario se va recogiendo mensualmente en nuestras páginas. Hoy volvemos a nuestro camino, no perdido ni abandonado, sino oculto, y nos afianzamos más que nunca en él.[84]

Nota ambigua, entre la prudencia o debilidad frente a los censores, comprensible tras la derrota electoral de noviembre de 1933 y la nueva oleada antimarxista. Sus editores al afirmar que dicha orden gubernamental les resulta inexplicable, puede también que hayan deseado invitar a sus lectores a la solidaridad incitándolos a responder lo que era una obviedad. Dicho mensaje cubrió con un halo de ironía la presentación de sus motivaciones y quehaceres. Su anunciada «vuelta al camino» se agotó con ese número de abril de 1934.

Las preocupaciones de la intelectualidad española se orientaban hacia la escena europea bajo los crecientes dominios fascistas, el exilio de Trotsky, el socialismo en la URSS y la cuestión de Marruecos. Un notable giro discursivo acerca del fascismo y de la lucha antifascista se pudo apreciar en las páginas de Octubre. La bandera del frente único fue retomada a contra corriente de la postura proletarista dogmática y sectaria propia del denominado tercer periodo cominternista. La pretendida bolchevización de los intelectuales resultó en fracaso y aislamiento. El nuevo curso de la lucha antifascista fue anunciado por Waldo Frank y Michael Gold desde las páginas de la revista española.

En abril de 1934, en el último número de Octubre, se dio cabida prominente a la visión del escritor Waldo Frank acerca de la amenaza fascista en el mundo, la cual se había agravado con el ascenso de Hitler al poder en Alemania. Las palabras del ensayista norteamericano fueron una admonición dirigida a las izquierdas, un llamamiento a la unidad combativa antifascista:

La llegada de Hitler al Poder es uno de los acontecimientos más funestos de nuestra triste época. Ninguna amenaza a la libertad fue tan grande desde que Wrangel. Denikin y Koltchak trataron de abatir el poder de los Soviets en Rusia. Es un puñal hundido en el corazón de la revolución mundial.

Los acontecimientos alemanes exigen imperiosamente una rápida concentración de todos los grupos de izquierda en Alemania y en el mundo entero. […]Los hombres de izquierda de todos los países deben aprovechar todas las ocasiones para manifestarse solidarios con los obreros alemanes, alentándolos en su lucha contra el enemigo común.[85]

Acompañó y reforzó las declaraciones de Waldo Frank, las palabras preocupación y advertencia que escribió Michael Gold, al abogar por un frente único mucho antes de la realización del VII Congreso de la Internacional Comunista y sus acuerdos acerca del Frente Popular Antifascista:

Si Hitler consigue conservar el Poder, seremos testigos de una reacción aún más sangrienta y feroz que la que siguió los acontecimientos de 1848. […] nos queda más que apretar las filas si no queremos perecer. El hitlerismo va inevitablemente a propagarse por toda Europa, y el contagio llegará a América si no encontramos medios de crear y unir un frente único de todos los partidos de la clase obrera, de un lado, y de otro, las organizaciones liberales. […]Adelante hacia la creación de un único frente. No tardemos más en reunimos.[86]

En 1934 Alberti exageró el proceso de cooptación comunista de escritores durante la Segunda República al sumar a quienes ya en 1930 habían tomado posición al decir que: «...numerosos escritores profesionales pasan al campo de la revolución: Joaquín Arderíus, María Teresa León, César M. Arconada, Ramón J. Sender, Emilio Prados, Arturo Serrano Plaja, Luis Cernuda…»[87] Entre los colaboradores de Octubre, desde su primer número, hubo pareceres convergentes. Arconada, por ejemplo, en su balance de tres lustros de la literatura española, con tono triunfalista mencionó el incremento de los escritores revolucionarios y de paso, arremetió con postura parricida contra la generación del 98.[88] Para ninguno de los dos contaron las bajas en sus filas, las cuales no fueron escasas.

La retórica de la intelectualidad comunista se hizo más intolerante, aunque no se benefició de la tolerancia discrecional de la Segunda República. Cierto es que habían quedado atrás los excesos represivos del gobierno de Primo de Rivera. Pero cierto es también que para la  Internacional Comunista y su sección española solo se había producido un cambio de formas. por lo que la cuestionaron y atacaron. La consideraban una expresión burguesa orquestada para frenar la revolución. Las sostenidas críticas del Partido Comunista Francés a su par español fueron difundidas a través de L’Humanité [89] e incidió en el propio itinerario de los escritores revolucionarios españoles. La cuestión surrealista fue claro ejemplo de ello. Eran años en que el antifascismo, la lealtad al partido y a la URSS, así como el ansiado sueño de la revolución proletaria pretendieron justificarlo todo: sus excesos violentistas, sus purgas, sus alucinadas y anémicas ideas acerca del «frente único desde abajo», así como la fabricación de estigmas para sus enemigos, oponentes y adversarios (fascistas, social-fascistas, anarco-fascistas). No era todavía previsible  en el imaginario revolucionario español la posibilidad y necesidad del Frente Popular.  

Como se ha podido apreciar la nueva coyuntura política no solo fue adversa para este proyecto de la intelectualidad de izquierda, sino también para los que emergieron del seno de los movimientos regionales y de las organizaciones de las clases subalternas. La revista dejó constancia de su valoración y perspectiva de lo que representó este giro político-electoral:

Las elecciones no sólo han incorporado a los viejos amos del aceite y del trigo a 'una política de cortijo y de campo, que encarece el comer y destruye la armonía económica entre el industrial y el terrateniente—aumento del precio de la vida, disminución de salarios—, sino que han desagazapado una política íntrigantuela de cardenales romanos y 'confesores, de contrabandistas y generales, de gallitos fascistas primorriveriles. [90]

El prisma político del grupo «Octubre» no solo estaba preocupado por el frente interno, sino también por el escenario internacional signado por la polaridad entre el ascenso del fascismo y el curso del socialismo en la URSS. Les inquietaba la convocatoria del Segundo Congreso de Escritores Soviéticos. Su recepción por los escritores españoles afines para concurrir a dicho Congreso a realizarse en Moscú, suscitó algunas sensibles ausencias o defecciones. Participaron los Alberti y Álvarez del Vayo.[91] Tuvo a lugar en la Casa de los Sindicatos de Moscú del 17 de Agosto al 1 de Septiembre de 1934. Rafael Alberti en su discurso en el II Congreso de Escritores Soviéticos presentó un cuadro político español con discutibles tonos dramáticos, pero que ayudaba esclarecer la crisis y el derrumbe del proyecto Octubre en el marco de un repliegue de la izquierda:

Trabajamos en medio de la represión más violenta, mientras las cárceles están repletas de obreros y campesinos revolucionarios, mientras están prohibidos los mítines, nuestra prensa perseguida, nuestros paseos por las afueras de Madrid interrumpidos por las balas de los fascistas, y nuestras fiestas, cuando llegan a celebrarse, rodeadas por camiones llenos de policías, siempre preparados para intervenir.[92]

Los problemas y dilemas del grupo «Octubre» no estaban disociados de la AEAR, la cual se encontraba en crisis. Disputa de ideas y liderazgos fueron deteriorando su cohesión y posibilidad de supervivencia y desarrollo. Las críticas de Sender a Rafael Alberti y en general, al grupo «Octubre» eran una de sus manifestaciones. Un sectarismo tan agresivo como el que se dio bajo la gestión de Armesto debilitó la representación de la AEAR, la cual fue intervenida por los agentes de la División de Seguridad y requisado su archivo. Alberti, en mayo de 1933, informó a Moscú haber recuperado el archivo  y obtenido dado el primer para el reconocimiento legal de esta agrupación.[93] El caso español se convirtió en motivo de evaluación por parte de la UIER (Unión Internacional de Escritores Revolucionarios). El izquierdismo cominternista en 1934 se había desgastado en todos los frentes y países.  España no era la excepción, menos su frente intelectual. Bajo condiciones adversas para la revista, acaeció el viaje de Rafael Alberti y María Teresa León a Moscú para asistir al Congreso de Escritores Soviéticos. En agosto de 1934 fue suspendida la edición de Octubre, en parte debido a cierto acoso político y tributario gubernamental, y en parte, a la suspensión de pagos de parte de sus agentes por los ejemplares ya vendidos. El  retorno de los Alberti, concluido el Congreso, no llegó como inicialmente lo tenían pensado, prologándose un año y medio más.[94] No obstante que consiguieron fondos especiales en Moscú para continuar con la edición de la revista Octubre, dadas las condiciones políticas adversas, dieron por concluido dicho proyecto editorial y se fueron a residir a París.   

La represión generó nuevas preocupaciones, le siguieron las que suscitó la sorpresiva derrota de Stalin frente a Kirov y su asesinato el 1º de diciembre. Una onda gélida llena de desconfianzas mutuas, silencios y dudas tocó las fibras sensibles de los escritores revolucionarios españoles. En 1935 acordaron que se disolviese AEAR y que sus integrantes se sumasen a la sección española de la Asociación Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura presidida por Valle Inclán en la cual Alberti fue elegido secretario. Previniendo las ausencias del autor de Consignas  se nombró como suplente de dicha directiva a César M. Arconada. En esa mesa directiva figuraron también en calidad de vocales: Álvarez del Vayo y Gabriel  Alomar. Ese mismo año, la revista valenciana Cultura Nueva bajo la lógica cultural del frente popular logró a aglutinar en sus páginas a Rafael Alberti, Armando Bazán y Xavier Abril entre muchos otros. Otra historia y otro proyecto habían salido a luz.

 



Notas

[1] Mainer, 1995: 134; Martínez 1981: 175–196. 

[2] Sender (1930) 1933: 23-24.

[3] Arconada, 1933: 22.

[4] Bazán, 1933:25.

[5] Christie, 2010:128-129.

[6] Cornellas, 2014: 429.

[7] Noticias (Arequipa) núm. 2332, 29 de septiembre de 1933.

[8] Véase: Fernández, 2010: 64 y ss.

[9] Bungord, 1994: 152-153.

[10] Más tarde, fue colaborador de la revista Octubre. Gibson, 2006: 487.

[11] Aznar, 2005: 141.

[12] Véase: Sirenelli, 1995.

[13] Polanyi, (1932) 2014; 11.

[14] Henri De Man en el prólogo para la edición española  de su libro Socialismo Constructivo redactado en enero de 1931 en Frankfurt, respondió a la carta del joven socialista español: «Querido compañero: le agradezco su carta recibida ayer […] No creo que espere usted de mí una receta para la solución de los problema de estrategia y táctica políticas que plantea la situación actual del socialismo español […] Es de toda evidencia se relaciona simultáneamente, de una parte, con la ascensión de las clases obreras que se inicia en el siglo XIX, y de otra, con las grandes revoluciones del liberalismo burgués […] De aquí que la revolución española forme parte de los movimientos revolucionarios de carácter mixto, de republicanismo burgués y de socialismo proletario, al mismo, que caracterizan casi todas las transformaciones sociales de la Europa occidental del siglo XIX, particularmente a partir de 1848; pero se distingue de las formas más antiguas de este tipo de revoluciones, de las de  1848, por ejemplo ( o para citar un ejemplo reciente, aunque exótico, de la revolución china) en que el socialismo organizado y el movimiento sindical obrero estaban ya lo suficientemente desarrollados para para constituir el principal elemento motor. En esto la revolución española se parece a la alemana de noviembre de 1918, o la rusa de 1917. » 1931:9-10.

[15] Santonja, 1983: 132-133.

[16] La Biblioteca de la Revista de Occidente dirigida por Ortega y Gasset, a mediados de los años veinte, incluyó entre sus libros publicados dos obras propias de la nueva literatura soviética: El Tren blindado de Vsevolod Ivanov y Caminantes de Lidia Seifulina. Ambos, fueron reseñados por José Carlos Mariátegui en Variedades (Lima), 15 de enero de 1927.

[17] Torres, 1996: 13 y 14.

[18] Santonja, 1989:26.

[19] «…significa el conocimiento de la vida para poder »

[20] «La crisis era asimismo de orden surrealista. Buñuel había roto con Dalí, como es bien sabido, y en 1932 debe afrontar también su propia participación en el grupo surrealista de Paris, que entonces se está descomponiendo entre los partidarios de seguir siendo un grupo independiente dentro del Partido Comunista francés (grupo de Breton y Eluard) y los partidarios de disolverse en este partido (grupo de Aragon al que se adhiere Buñuel y del que también forma parte el co-redactor del comentario de Tierra sin pan, Pierre Unik). Buñuel se adhiere en 1932 al Partido Comunista español, aunque de momento su militancia no está estudiada y sólo se conoce una carta a Breton en este sentido. Ésta es una crisis que tiene que ver con las formas que adoptara el surrealismo en los años treinta. Una de estas nuevas formas será el film hurdano, una propuesta radicalísima en cine que queda ahí, para testimoniar que lo que quedaba del surrealismo encontró en España socios muy competentes entre los anarquistas.» Ibarz, 2000: 50.

[21] «El escritor venezolano Blanco Fombona era muy conocido en España y América por sus artículos y libros panfletarios contra Gómez, a pesar de que en las cárceles de Venezuela se sigue torturando a los estudiantes y compañeros del escritor americano. Sin embargo, últimamente 'leímos en un periódico local un enjundioso artículo suyo sobre las grandes cualidades humanas y políticas de Lcrroux. Al mismo tiempo atacaba el régimen soviético con un calor como no lo hiciera Con su paisano Gómez. Pocos días después el terrible "enemigo" de Gómez recibió como recompensa la gobernación de una provincia española. Creemos que el escritor Fombona ha hecho un mal negocio. Con un artículo menos elogioso hubiera conseguido de su "enemigo." no sólo la gobernación de una provincia venezolana, sino el suelo de la provincia con todos sus habitantes. ¡El terrible Blanco Fombona!» Marzo, 1934: 32.

[22] Octubre (Madrid) núm.3, julio-septiembre de 1933, p. 15.

[23] Octubre (Madrid), núms. 4-5, octubre-noviembre de 1933, p. 1.

[24] Bazán, 1933:54.

[25] Machado expresó de manera enfática: «Yo no soy marxista ni puedo creer, con el dogma marxista, que el elemento económico sea lo más importante de la vida», citado en: Gibson, 2006: 506.

[26] Machado, 1934: 4.

[27] Ibíd.

[28] El director de Amauta escribió: «…me complace en grado máximo la cerrada protesta de los escritores de Martín Fierro contra la anacrónica pretensión de la Gaceta Literaria de que se reconozca a Madrid como “meridiano intelectual de Hispanoamérica”. Esta actitud nos presenta vigilantes, despiertos y combativos frente a cualquiera tentativa de restauración conservadora. Contra la tardía reivindicación española, debemos insurgir todos los escritores y artistas de la nueva generación hispanoamericana.» Mariátegui, (1927) 1986:116-117.

[29] La editorial «Historia Nueva» publicó algunas colecciones de libros (novela social, feminista, etc.,) entre las que incluyeron seis obras de autores soviéticos. De manera complementaria publicó 16 folletos, y numerosos documentos políticos durante los años de 1931-1932. Santonja, 1989: 14.

[30] Aznar, 2005: 102.

[31] «Revistas» Octubre, núm. 6, abril de 1934, p. 30.

[32] Véase Signo (Lima) núm.1, 8 de noviembre de 1933.

[33] Garrido, 2006: 37-38.

[34] La Unión de Artistas Revolucionarios de Madrid tuvo vida efímera agravada por el viraje político de 1933, la composición ideológica plural de sus miembros y la residencia fuera del país de algunos escritores comunistas como César Vallejo y Xavier Abril según consta en un informe remitido por Fédor Kelin al Secretariado general de la MORP en Moscú, acerca de la situación de la Unión entre noviembre de 1931 y marzo de 1932. Kharitonova, 2005: 7.

[35] Bazán ―desde su militancia en París― solía usar el seudónimo de Luis Vega.

[36] Entre las escasas referencias acerca del quehacer político de César Vallejo en España destaca el testimonio de Arturo Serrano Plaja, quien asistió a sus cursos de marxismo impartidos en 1930 en Madrid. Aznar, 2005: 121.

[37] El editor  de la revista Bolívar publicó ―de febrero a diciembre 1930, sacando un total de 14 números.

[38] Públicó con prólogo de José Bergamín, la edición española de su poemario Trilce

[39] Tauro, 1988: 2220-2221.

[40] Kharitonova, 2005: 7; Bullejos, a su vez, fue expulsado del PCE en octubre de 1932. En general, las purgas que acompañaron a las campañas de «bolchevización»,  tanto en organizaciones abiertas bajo control del PCE como en su propio seno, resintieron los mandatos de la Internacional Comunista, pero, al mismo tiempo, permitieron un «ajuste de cuentas» entre liderazgos.

[41] «Por la libertad del escritor peruano Juan Luis Velázquez. Recibimos un escrito en el que un grupo de escritores hispanoamericanos protestan públicamente contra la prisión gubernativa del escritor peruano Juan Luis Velázquez, y piden su libertad. Firman el escrito Alberto Ghiraldo, J. Díaz Fernández, Antonio Espina, G. Alberca Montoya, J. G. Gorkin, Benjamín Jarnés, Guillermo de Torre, Pedro Garfias, M. Galeano, Pablo Abril de Vivero, Juan José Uérez Domenech, Xavier Abril, Emilio Delgado, Armando Bazán, Lino Novás Calvo, Francisco Galán, Pablo de la Fuente, Criado Romero, M. Carriba, Rosario del Olma, César M. Arconada, L. de Cano, Joaquín Arderíus, Sánchez Roca, Tomás Blanco y Federico Acosta Velarde.» Heraldo de Madrid, 4 de noviembre de 1932, p. 7.

[42] Sender, 2008: 07.

[43] Kharitonova, 2005: 7.

[44] Navas, 2009:553.

[45] Se le atribuye un registro de 80 escritores adherentes. En junta directiva figuraban: Joaquín Arderius, Ricardo Baroja, Pedro de Répide y Antonio Espina. Aznar, 2010: 246.

[46] Aznar, 2010: 274.

[47] La revista Octubre consignó esta obra en la lista de libros que «el proletario no debe ignorar». Refiriéndose a su contenido insertó la siguiente sumilla: «Las grandes ciudades visitadas por este escritor revolucionario peruano le proporcionan el material para este libro, donde nace desfilar hábilmente, entre la insolencia del lujo, la pobre vida de los que trabajan.» Octubre (Madrid) núm.3, julio-septiembre de 1933, p. 28.

[48] Su interés narrativo por la vida urbana contemporánea reapareció un año más tarde en su elogiosa crítica literaria de la novela Manhattan transfer de John Dos Passos  en la revista Octubre.  Bazán: 1933:31. En su discurso con motivo del X Aniversario de la FUHA: «hizo la semblanza de Rubén Darío, Amado Nervo, José Enrique Rodó, José Ingenieros, Manuel González Prada y José Carlos Mariátegui, con motivo de la colocación de sus retratos en el salón de actos. Para el conferenciante, los tres primeros son tres poetas representativos del continente. […] Se lamenta de que en España no sea suficientemente conocida la obra de Mariátegui.» El Sol (Madrid) número 4.566, 30 de marzo de 1932, p.3.  

[49] Kharitonova, 2005:6.

[50] Caudet, Francisco. Las cenizas del fénix: la cultura española en los años 30. Madrid: Ediciones de la Torre, 1993.p.419.

[51] Citado en: Torres, 1996: 24.

[52] Kharitonova, 2005:10.

[53] Santonja, 1990: 139.

[54] Torres, 1996: 26.

[55] Citado por  Kharitonova, 2005: 7.

[56] Citado por Santonja, 1990: 139.

[57]« La persona que lee está lista en todo momento para volverse una persona que escribe, es decir, que describe o que prescribe. Su calidad de experto –aunque no lo sea en una especialidad sino solamente en el puesto que ocupa— le abre el acceso a la calidad de autor. El trabajo en cuanto tal toma la palabra. Y su exposición en palabras es una parte de la pericia necesaria para su realización. La competencia literaria no descansa ya en una educación especializada sino en una formación politécnica: se vuelve un bien común. En resumen, es la literaturización de las relaciones vitales que supera las antinomias que de otro modo son insolubles; es en el escenario del más desenfrenado envilecimiento de la palabra –es decir, en el periódico– donde se prepara su salvación.» Benjamin, 2004:30-31.

[58] Santonja, 1990:140.

[59] Octubre (Madrid) núm. 2, julio-agosto de 1933: 32.

[60] Reproducido en Esteban/Santonja, 1988: 138-139.

[61] Ibíd.

[62] Ibíd.

[63] Kharitonova, 2005:11.

[64] Alberti, Rafael, Antología comentada: poesía (selección y comentarios de María Asunción Mateo). Madrid: Ediciones de La Torre, 1990, p. 18.

[65] Citado por Carrol 2004: 136.

[66] Citado en: Caudet, 1993; 419.

[67] Sender, 2008: 151.

[68] X.A. «Respuesta a un crítico republicano» Octubre (Madrid) núm.1, junio-julio de 1933, p.22.

[69] Ibíd.

[70] A.B. «Las conferencias del profesor Ortega y Gasset», Octubre (Madrid) núm.1, junio-julio de 1933, p.22.

[71] Adelanto de la Revista Octubre, Madrid: 1º de mayo de 1933, p. 1. Referido en Gómez, Mayte. El largo viaje: política y cultura en la evolución del Partido Comunista de España, 1920-1936. Madrid: Ediciones de la Torre, 2005. p.295.

Pedro Garfias, “Los escritores y el momento: literatura tendenciosa”, Heraldo de Madrid, 22 de junio de 1933: “También los escritores revolucionarios, agrupados en torno de un gran poeta, múltiple y vital, Rafael Alberti, preparan su revista Octubre. Dos hojas estallantes de auténtica y ardiente literatura proletaria le han servido de anuncio.

[72] «Ha sido entregada al ministro de China en España la siguiente nota: "La Unión Internacional de Escritores Proletarios Revolucionarios (Sección Iberoamericana), la Federación Hispanoamericana de Estudiantes, los intelectuales y hombres públicos españoles que suscriben protestan enérgicamente contra la prisión y la amenaza de fusilamiento de los súbditos suizos, miembros de la Secretaría Sindical Panpacífica, por las autoridades del Gobierno de Nankin, y en nombre de los principios universales de justicia y libertad, piden su liberación inmediata." Mariano Benlliure y Tuero, Juan Luis Velázquez, César Vallejo, Encarnación Fuyola, Miguel González N., Rafael del Caño, José Díaz Fernández, Antonio Espina, Alberto Ghiraldo, Rosario del Olmo, Pedro Garfias, Leopoldo Panero, Xavier Abril, Ricardo Cornejo Gutiérrez, Armando Bazán, Joaquín Arderíus, Rafael Jiménez Siles, César M. Arconada, Gerardo Seguel, Carlota O'Neill y otras firmas más.» «Una protesta internacional contra la amenaza de muerte del gobierno de Nankin a unos pacifistas suizos», Heraldo de Madrid, jueves 1º de octubre de 1931, p.3.

[73] Navas, 2009: 553.

[74] Véase: Exposition de poèmes et dessins. Catalogue. Paris: Imprimeries Amédée Chiroutre, 1927.

[75] Hurtado, 1933: 29.

[76] Originalmente esta novela llamada Chivo que rompe tambor, uno de cuyos fragmentos fue publicado en la revista Imán en París en 1931, de la cual fue jefe de redacción. García, 2010:10.

[77] Cabrero: 2008: 737.

[78] Carpentier, 1933: 6.

[79] Carpentier, 1933: 8.

[80] Arconada, 1933: 31

[81] Armesto había ingresado a la militancia comunista durante su estancia en Berlín en 1930.

[82] «Una separación», Octubre (Madrid) núm.3, agosto-septiembre de 1933, p. 32.

[83] Alquie, 1933: 3.

[84] «Puertas adentro» Octubre (Madrid), núm. 6, abril de 1934, p. 2.

[85] «Antifascismo» Octubre (Madrid), núm. 6, abril de 1934, p. 1.

[86] Ibíd.

[87] Reproducido en Esteban/Santonja,  1988: 138-139.

[88] Arconada, 1933: 7.

[89] Ceamanos, 2010: 273-284.

[90] Ibíd.

[91] Aznar, 2010: 299.

[92] Discurso reproducido en Esteban y Santonja, 1988: 138.

[93] Kharitonova, 2005:8.

[94] Esteban/Santonja, 1988: 322.

 

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Cómo citar este artículo:

MELGAR BAO, Ricardo, (2015) “América Latina en la revista Octubre de Madrid 1933-1934: Redes intelectuales antifascistas”, Pacarina del Sur [En línea], año 6, núm. 24, julio-septiembre, 2015. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.

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