Llankay, Yachay y Sonkoy. Valores históricos del pueblo en el Tawantinsuyo

Llankay, Yachay and Sonkoy. Historical values of the people in the Tawantinsuyo

Llankay, Yachay y Sonkoy. Valor histórico das pessoas na Tawantinsuyu

Manuel Góngora Prado[1]*

Recibido: 04-02-2015 Aceptado: 12-03-2015

 

Introducción

Frustrada brutalmente el desarrollo de la civilización del Tawantinsuyo o también llamado período autónomo, la dominación española trabajó en todo el sistema político-social (militar, económico, político, social, cultural, educativo y religioso), sus políticas coloniales.

El clero tuvo la sistemática tarea del “lavado cerebral” o reeducar en todas las formas de la conciencia social para lograr la tergiversación total de los principios genuinos del llancay (trabaja), yachay (edúcate) y sonkoy (ama al ser humano, a la sociedad y la naturaleza). Así, la dominación no fue sólo económica y política, sino espiritual, en especial moral, educativa y cultural, para garantizar por siglos su “total” e invariable dominación.

La investigación se realizó donde se desenvuelven estos hechos, en el pasado y presente del sistema político social de la nación peruana, se logró la correspondencia entre el análisis y síntesis; se cumplieron los objetivos; se resolvió las preguntas; se demostró la hipótesis; la metodología utilizada está basada en los fundamentos epistemológicos del materialismo dialéctico con la categoría lógico-histórica, las conclusiones se corresponden con todo el análisis y síntesis del trabajo.

 

Objetivos

Se afirma, por más de cinco siglos que ama llulla, ama suhua, ama kella, son los valores axiológicos y morales de los pobladores del Tawantinsuyo.  Estos principios casi nunca se contrastaron con la práctica cotidiana de la vida real.

Utilizando la categoría lógica de lo general y específico, lo abstracto y lo concreto, buscamos, por un lado, contrastar los principios morales y axiológicos de la cultura europea, consistente en ser mentiroso, ocioso y ladrón, que más tarde serán convertidos al idioma quechua a través del clero, con el significado de “ama llulla, ama kella y ama suhua”. Mecánicamente se traslada la racionalidad europea y sus valores  culturales para luego maniqueamente endilgar a los pobladores del mundo andino una filosofía idealista, metafísica, clerical, maniquea, fantasiosa y subjetiva, como si fuera la moral y los valores del Tawantinsuyo.

El objetivo que se demuestra es que el coloniaje rapaz, no solamente requería primeramente dominar con las armas a la civilización Inca, sino continuar, para garantizar y perpetuar esta dominación en el campo de la cultura y la educación, manipulando de este modo la moral y valores del Tawantinsuyo que nunca practicaron, desde  el runa o simple poblador de los diferentes ayllus, hasta las panacas de los Inkas.

El fin político que buscaban era justificar que el español venía a realizar una obra de salvación de estos “animales sin conciencia”, llamados indios o salvajes, justificar la evangelización como un camino a la imposición de la racionalidad occidental y, para que se arrepientan ante Dios de todo lo malo que se les atribuía.

Los dominadores de todas las épocas y de todas las culturas del planeta nunca se han considerado colonialistas o invasores, siempre han justificado con aparentes y humanos deseos esta obra, para apropiarse de la riqueza material, los recursos naturales y la fuerza del trabajo humano, con el exclusivo fin de dominar y explotar.

Era absolutamente necesario justificar su obra inhumana argumentando que no eran colonialistas sino “descubridores”, un poco más “libertadores”, aunque este concepto no venía al caso en esos tiempos. La consigna de los ladrones que después de robar gritan al mundo persigan al ladrón es precisa para ver el comportamiento de los colonizadores españoles y ahora globales.

Por lo tanto, era vital negar sus valores, sus principios milenarios, su conducta cotidiana del poblador, se trata de hacerlo sentir culpable de todas las maldiciones y nunca maltratado ni humillado. Para esto, era perfecto crear en la conciencia colectiva del común de todos los pobladores el sentimiento de culpa que sólo con el advenimiento del “perdón celestial” podían redimir su alma de pecadores. Regalaban el cielo con previo arrepentimiento a cambio de la cruel dominación terrenal.

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En toda la historia de la oprobiosa dominación colonialista, se cincela el nuevo disco duro en el cerebro y la conciencia de los dominados. En el plano de la superestructura social y política nacerá, de los laboratorios, principalmente del clero, las inverosímiles “normas morales y axiológicas” de ladrón (ama suhua), mentiroso (ama llulla) y ocioso (ama kella).

La contrastación histórica, antropológica, sociológica, económica y filosófica demuestra que se fabricaron estas monumentales mentiras para hacer aparecer a la cultura de los latinoamericanos como pobladores de una raza aborrecible y que sólo la salvación divina podría redimirlos, el Dios abstracto se cristaliza en la mente maquiavélica del clero  en “salvadores” o evangelizadores de salvajes y atrasados en ciencia, tecnología, cultura, moral y axiología.

El trabajo es “perfecto”, la tarea de dominación se cinceló a sangre y fuego. Los culpables de estas triquiñuelas ahora son los salvadores y, quien no estaba de acuerdo pasaba por la Santa Inquisición creada por el clero, para que renuncie al “demonio” o el mal propiamente dicho. Desenmascarar esta lógica maquiavélica es el objetivo concreto que se ha demostrado.

 

Marco Teórico

El estudio es teórico, se ha utilizado versiones orales de campesinos e intelectuales de la talla de Américo Yábar de la ciudad de Paucartambo, Lizardo Pérez Aranibar (Siscucha), y runas de Paruro del Cusco, que han permitido corroborar el concepto de la moral y los valores que se practican en el Tawantinsuyo, consistente en el trabajo, la educación y el amor al ser humano, la sociedad y la naturaleza.

Se ha utilizado fuentes orales y escritas para interpretar el período Inca, entre ellas las crónicas de la época colonial y artículos de la época republicana, las mismas que han sido contrastadas con la realidad presente. Para esto se ha utilizado la filosofía, antropología, etnohistoria, sociología, educación y economía, con el objetivo de tener una visión de la totalidad del sistema político social en que se desarrolla la moral y los valores del poblador común de la sociedad Inca.

 

Hipótesis demostrada:

Los principios axiológicos y morales de ama llulla, ama kella y ama suhua, atribuidos a la cultura de los Quechuas, son burdas patrañas inventadas por los colonizadores españoles y continuada por criollos en la época republicana, que se dedicaron a la especulación del indigenismo romántico,  para justificar e incrementar en el plano de la cultura, la educación, la historia y en todo el sistema político social, la dominación que se inicia en el plano militar y luego abarca toda la sociedad, especialmente en la superestructura social, político, cultural e ideológica.  Sin ser reduccionistas ni terminar en una suerte de indigenismo a ultranza, los principios de llankay, yachay y sonkoy se volverán a practicar plenamente en nuestra sociedad ahora y en el futuro, porque son valores auténticos que forman parte de nuestra cultura. Esta legítima restauración de nuestros valores forma parte de la lucha por un Estado nacional y soberano, y en  el plano de las ideas, sirve para contrarrestar los intentos de los globalizadores de avanzar y fortalecer la dominación neocolonial y el proceso occidental de recolonización mundial.

 

La moral cotidiana del runa y el testamento de Ondegardo

En la presente investigación, nos referimos al sistema político, económico y social del Tawantinsuyo, para analizar la estructura o base económica y la superestructura social, jurídica, política, cultural y educativa que da lugar este modo específico de producción, calificado, para la sociedad de nuestro pasado y en su período autónomo, como el modo de producción asiático.

Diferentes historiadores dan cuenta de contradicciones que presentaba la sociedad de entonces, entre otras,  Hurin contra Hanan; clero solar contra ejército; panaka de Pachacuti contra panaka de Túpac Inca Yupanqui; estado Inca contra señores locales; Estado contra esclavos yanaconas, etc. Cuando el incipiente ejército de los españoles conducido por Francisco Pizarro derrota en Cajamarca al Inca Atahuallpa, el Tawantinsuyo se encontraba en plena guerra civil entre los orejones, entre los Hurin y los Hanan, entre el clero solar y el ejército, cuya derivación fue la lucha fratricida entre las principales panakas imperiales.

El desarrollo del colonialismo español, cuya respuesta fue la guerra de resistencia incaica, dio cauce a la agudización de otras contradicciones, al sublevarse contra los Incas varios señores locales y miles de yanaconas en medio de un trastorno total cuyo epílogo fue la destrucción del Tahuantinsuyo y la anexión de su territorio a la dominación colonial española.

Sobre la historia del Tawantinsuyo se han publicado importantes trabajos, destacando Carlos Núñez Anavitarte, Gustavo Valcárcel, Emilio Choy, Antonio Díaz Martínez, Pablo Macera, Luis Guillermo Lumbreras, Julio Roldán, José de la Riva Agüero, Raúl Porras Barrenechea, Efraín Morote Best, Julio Valdivia Carrasco, Agustín Barcelli, Waldemar Espinoza Soriano, Alberto Bueno Mendoza, Hernán Amat, Henrique Urbano, María Rostworowski, Franklin Pease, Edmundo Guillén Guillén, Víctor Hugo Guevara, Humberto Vargas Salgado y Juan José Vega, por citar sólo a importantes intelectuales peruanos, cada uno de los cuales han presentado novedosos enfoques sobre el pasado y presente de la cultura incaica, no avizorándose el futuro que prevén porque siguen existiendo contradicciones sin resolver y están a la orden del día.

Las contradicciones referidas en la cultura de los Incas encontraron su máxima expresión en la guerra que enfrentó a Huáscar con Atahuallpa. Para llegar a entenderlas es preciso referirse a todo el devenir histórico incaico, desde sus orígenes. Es obvio señalar que tales contradicciones obedecían a claros móviles económicos, con consecuencias políticas y sociales. Estuvo en disputa el control de las tierras y de las colectividades de los ayllus que las trabajaban.

Es común encontrar en la abundante bibliografía consultada sobre la cultura Inca, exceptuando aportes significativos en algunos de los autores antes citados, crasos errores, conclusiones fáciles de ser refutadas, generalizaciones discutibles y, por cierto, chauvinismos absurdos, o sentimentalismos indigenistas de carácter subjetivo. Todo ello se refleja en los textos de enseñanza escolar, este error ha sido general, por parte de autores peruanos y extranjeros. Nació con los primeros cronistas, que recogieron versiones parcializadas cuando no se parcializaron ellos mismos. Los cronistas posteriores y ahora los que hacen filosofía e historia, tampoco entendieron cabalmente este proceso porque no utilizaron en sus análisis las categorías de la lógica dialéctica, entre ellas la universalidad y lo concreto, que obliga a estudiar particular e integralmente la esencia del pensamiento de la cultura Inca.

En la historia de los Incas, interpretada por diferentes autores, no se encuentran referencias puntuales sobre el comportamiento moral y axiológico de sus habitantes, sea hatun runas o simplemente runas, no se explica que su conducta y costumbres se haya basado en el ama llulla, ama kella y ama suhua, porque estos principios morales y axiológicos no formaban parte de sus conductas, porque no existieron las condiciones materiales que permita formular semejantes aseveraciones como parte de su vida cotidiana.

Era indispensable para el colonialismo español negar los genuinos valores ancestrales basados en los principio de llankay, yachay, sonkoy, para luego configurar una personalidad del indio autóctono, que diera pie al proceso de evangelización religiosa para acentuar la dominación y justificar históricamente la destrucción del Tawantinsuyo

Los españoles que por primera vez fueron vistos en las costas de Tumbes ya eran calificados como haraganes, sin rumbo fijo, irreverentes, mentirosos y ladrones. La declaración de arrepentido de Mancio Sierra de Leguizamo, un  soldado criminal que junto a las escuálidas tropas de los conquistadores asaltaron y destruyeron el Tawantinsuyo,  así lo confirma antes de su muerte: “Hago este testamento por descargo de mi conciencia y por hallarme culpado en ello; pues he corrompido a gente de tanto gobierno como estos naturales, y tan quitados de cometer delitos, ni excesos, así hombres como mujeres; y cuando ellos vieron que nosotros poníamos puertas y llaves a nuestras casas, entendieron que era de miedo que teníamos a ellos que no nos matasen; pero no porque se creyese que era posible que ninguno hurtase ni tomase a otros la hacienda; y así cuando vieron que entre nosotros había ladrones, y hombres que incitaban a pecar a sus mujeres e hijas, nos tuvieron en poco; y habiendo venido a este reino a tal rotura, en ofensa a Dios, entre lo naturales por el mal ejemplo que hemos dado, y con eso suplico a Dios que me perdone mi culpa, por ver que soy el postrero que muero de todos los descubridores y conquistadores, y pues en eso entiendo que he descargado mi conciencia”.  Naturalmente esta siempre fue la conducta de los colonizadores.

En la vida cotidiana, la conciencia de los pobladores del Tawantinsuyo transcurrió en la laboriosidad, el amor profundo a la familia, a la sociedad, al trabajo y la naturaleza o mama pacha, siempre dedicados a entender el presente y el devenir, se preparaban con una sólida educación con el objetivo de gobernar siempre mejor, en armonía con sus Dioses a quienes rendían culto reverente. Nunca existió el ama suhua, ama llulla y menos el ama kella.

La moral incaica fue sencilla y práctica al extremo de lograr una línea de conducta para el pueblo, estuvo encaminada a una jerarquía de valores verdaderamente superior que se basaba en la verdad, honradez, el amor a la naturaleza, al ser humano y el trabajo. Pocos pueblos de la tierra han alcanzado el considerable adelanto moral que lograron los hombres del antiguo Perú. Su sociedad no conocía el robo, los crímenes, la mentira, la ociosidad, la pobreza y la mendicidad, se practicaba el trabajo colectivo en beneficio de toda la comunidad, el respeto mutuo, respeto a las personas de mayor edad, se dedicaban a construir la vida basada en el bienestar común.

 

Origen y desarrollo del Tawantinsuyo 

Los orígenes del Antiguo Perú es desde aproxima­damente 2,000 años a.n.e. Los grandes centros urbanos cultistas que se constituyeron fueron Se­chín, Paracas, Pukara y Chavín, ya eran sociedades complejas, orgánicas; no eran sociedades pequeñas.

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Imagen 2. http://cusco5d13.blogspot.mx/

En este período existió una mejor organización y planificación del trabajo con­sistente en las construcciones de canales de irrigación, cultivos de productos y crianza de ganado. Las artesanías, la cerámica, textilería, arquitectura y orfebrería fueron actividades económicas inherentes a todos los pobladores del campo y las ciudades.

La especialización agrícola, pecuaria y artesanal, así como la producción mer­cantil simple, originaron la aparición de las primeras formas de propiedad y las clases sociales. Un sector comenzó a apropiarse de la tierra y de la producción; creció el plusproducto necesario para mantener  a la burocracia civil y religiosa, a los administradores y para el comercio. Comenzaron a primar relaciones sociales desiguales. Quienes laboraban eran los campesinos, pastores y artesanos. La capa sacerdotal militarista se dedicaba a la planificación y al usufructo de la producción. Políticamente, apareció el Estado que tuvo un contenido teocrático y militarista. Fue un gobierno ejercido por los sacerdotes que se consideraron intermediarios del designio divino. La capa social militarista quedó encargada de proteger al sector sacerdotal. En el fondo,  los sacerdotes eran especialistas; conocedores de la hi­dráulica, la agricultura y las ingenierías.

La ideología siguió manteniendo su esencia mítico-religiosa. Se atribuía un origen divino a la naturaleza y a determinados personajes (los sacerdotes), especialistas para los cuales tenían que trabajar los campesinos, artesanos y pastores. De igual manera, se rendía culto a la Luna, las estrellas y la Tierra. Surgieron grandes templos o casas divinas que concentraron a   sacerdotes.

Los kurakas-kamachics fueron los jefes que ejercieron control sobre sus res­pectivas etnias y se articularon de diferente manera -según sus jerarquías- con los centros de poder más poderosos. De esta manera,  se estableció un trabajo comunal ayllar hacia abajo y una propiedad colectiva estatal hacia arriba. Se configuraron nuevos ayllus andinos, los que tuvieron una mayor consolidación económica y agruparon a muchas familias, donde comenzó a primar la propiedad estatal de un determinado sector social sobre la propiedad comunitaria. En la comunidad de vecindad no sólo se dan los lazos de consanguinidad sino la vecindad o unidad territorial.

El ayllu fue la célula económica y social fundamental en tanto servía para  que los miembros de la clase dominante se apropiaran colectivamente, por intermedio del Estado, de los medios de producción como la tierra, el ganado, los talleres artesanales y de los hombres. Al interior de sus habitantes, el ayllu sirvió para que trabajaran grupalmente en la agricultura, ganadería, pastoreo y artesanías.

El modo de producción que comenzó a cimentarse y a consoli­darse fue el asiático.  Al interior de esta formación económica eran fuertes los lazos de la economía colectivista, debido a la subsistencia del ayllu.  La presencia de esa reciprocidad simétrica, igualitaria y; asimétrica, desigualitaria, así como la propiedad estatal de los medios de producción nos lleva a tipificar esa economía como el modo de producción  asiático. 

Parafraseando a Emilio Choy (1979) esta sociedad fue patriarcal e imperial, porque a través del Estado se ejerció la propiedad sobre la tierra y la fuerza de trabajo, principalmente. Este tipo de propiedad favoreció a una clase social integrada por el Inca,  el sacerdocio, los aristócratas orejo­nes, los kurakas kamachics, apus, etc. No fue el modelo de esclavismo clásico donde el esclavista era dueño, individualmente, de cientos y miles de esclavos, de extensas tierras y de otras riquezas.

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Imagen 3. Emilio Choy Ma (1915–1976) https://introduccionalahistoriajvg.wordpress.com

Durante todo este proceso histórico, no existe ninguna referencia en la vida cotidiana de la población, conductas que estén relacionadas con el castigo a la ociosidad, la mentira o la carencia de amor, tanto a la naturaleza como al ser humano. Una vez más, estudiando este modo de producción, que necesariamente debe reflejar una determinada conciencia social, se pone de manifiesto que los términos ama llulla, ama suhua y ama kella, son burdos inventos de los colonizadores.   

Analizando en detalle este sistema político social Inca, tiene las siguientes características: Generación de elevados excedentes económicos; fuerte presencia de los grupos religiosos que permanentemente custodiaban una conducta correcta de los runas, sean estos hatun o simples llactas; extraordinario desarrollo artístico, tanto en las asombrosas construcciones arquitectónicas, cerámicos, textilería, que demuestran un manejo de la ciencia y la tecnología admirables; la organización social básicamente comunitaria que modelaba la vida rutinaria. Los Incas logran introducir cambios sustantivos en las prácticas consuetudinarias, tanto en la naturaleza, el orden moral, la justicia, el derecho, la educación y el trabajo, especialmente en el concepto humano de la reciprocidad, relacionalidad, correspondencia, complementariedad y ciclicidad.  

Uno de los mejores libros, de importancia para el análisis del sistema político social del Tawantinsuyo es: Incas (1400-1532), escrito por Diana Andrade Gutiérrez, Juan Carlos Paulino Becerril, Karina Romero Martínez y Oscar López Bautista, dan cuenta de aspectos importantes, como la economía, del rol del trabajo, la técnica, la ciencia, la agricultura, artes y ciencias.

En lo económico, la sociedad del Tawantinsuyo garantizó a la totalidad de los seres humanos, bajo su jurisdicción, el derecho de la vida mediante la satisfacción plena, las necesidades físicas primordiales de alimentación, vestido, vivienda, salud y sexo. Y, espirituales en la convivencia de las familias bajo una estricta moral basada en el trabajo, el estudio y el amor.

El trabajo, en el ámbito andino equivalente al tributo, fue la mano de obra que proporcionaba el hombre en la mita o turno ya sea para su Ayllu, el curaca local, el señor de la macro etnia, las huacas y el Estado. Se trataba del concepto indígena de la minka, sistema de trabajo en cumplimiento de una obligación por sustitución con base en un acuerdo. Nadie descuidaba el cumplimiento de sus obligaciones sociales ni de los beneficios de este cumplimiento, había una equitativa distribución de tareas, alternancia de trabajo, descanso y recreación, higiene laboral, vida artística, etc.

El trabajo configuró la tenencia de los bienes, su transformación y conservación, su disfrute y su adecuado reparto. Tenían una línea divisoria entre el trabajo necesario y el suplementario. Se logro la acumulación social y no personal de los recursos. En esta cultura que desconocía el uso del dinero, la reciprocidad era un sistema organizativo socio-económico que regulaba las prestaciones de servicios a diversos niveles y servía de engranaje en la producción y la distribución de bienes.

En las relaciones que se establecieron entre la población y el Estado, era imposible concebir principios morales donde se “castigara” la haraganería, el robo, la mentira y la carencia de conocimientos; estos conceptos simplemente nunca existieron  en la sociedad del Tawantinsuyo porque las condiciones de vida estaban basadas en la colectividad y no en el interés personal exclusivamente.

Debido al principio del trabajo colectivo, para el bien de todos,  contaba con todos los servicios de grandes ciudades, es decir, caminos para las comunicaciones; guarniciones; provincias; ciudad capital; lengua oficial; sistema legal; calendario; ejército; y servicios civiles.

El desarrollo tecnológico estaba basado en el sistema de regadío artificial; descanso de tierras; trabajo hortícola; construcciones para la agricultura con el sistema de terrazas; tampus dedicados al hospedaje; chullpas para guardar los alimentos deofilizados; arquitectura monumental e ingeniería civil e hidráulica avanzadas.

Para la preservación de recursos naturales se utilizó sistemas y técnicas defensivas de la tierra; dominio de ingeniería agrícola para manejar la erosión de los suelos; reglamentación normativa para el uso y distribución del agua; reglamentación de la madera para la tala de los bosques y árboles.

Gran parte del complejo sistema administrativo se basaba en la obtención de una información estadística la más exacta posible, practicada en los quipus, que eran una serie de cuerdas anudadas mediante los cuales los funcionarios reales registraban datos de vital importancia para el buen funcionamiento estadístico de todo el trabajo en el Tawantinsuyo.

La religión Andina fue animista, consideraba que todo lo que existe en la naturaleza tiene vida y está en constante transformación. Los dioses son reconocibles a través de diversas formas, adoraban al Sol, a las grandes montañas y nevados (apus) en donde se encontraban con vida todos sus muertos; también a los cerros, lagos, al rayo, la Luna, las estrellas.

Consideraban que la naturaleza o materia es eterna e indivisible, todo formaba parte de la unidad en su cosmovisión andina. El presente gráfico, publicado por Roberto Trevilla, en el año 2013, explica esta concepción integral basada en el Hanan Pacha; Kay Pacha; y el Ukhu Pacha.

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Imagen 4. La chakana: Síntesis racional de la sociedad Inca. Es el gran ordenador cósmico http://4.bp.blogspot.com

La tierra o pacha mama, era la única fuente de vida y otorgaba el sustento, por eso merecía profundo respeto, cariño y agradecimiento. Se vivía en armonía integral. La palabra pacha tiene una importancia trascendental, significa Universo, conformado por: Pachacamac (Animador del Universo); Purunpacha, el tiempo más remoto; Ñaupapacha, el tiempo antiguo;  Pachacuti, un período de quinientos años. El tiempo, se organizaba y guiaban a través de relojes solares (intiwatanas). Dividieron el año en doce meses, y el concepto de ciclicidad servía para ordenar el tiempo mediante el calendario.

La vida moral y axiológica de los Incas, que se demuestra en esta investigación, se orientó en tres máximas fundamentales: llankay o allin ruray (trabaja, trabaja bien); yachay o allin yachay (edúcate, edúcate bien); sonkoy o allin munay (practica el amor, a la Madre Tierra, a los dioses, al Inca, al prójimo; quiere bien).

Con el colonialismo español se inventó, a cargo esencialmente de curas que se dedicaron a la evangelización, a sustituir esta moral y sus valores, por la moral colonialista, basada en los mandamientos bíblicos: ama sua (no seas ladrón), ama llulla (no seas mentiroso) y ama kella (no seas ocioso).

 

Universalidad de la Filosofía, aplicada a la Moral y la Axiología

Uno de los problemas de la filosofía es reflejar en las abstracciones teóricas y con exactitud la realidad objetiva en un determinado período histórico-social, se trabaja para descubrir la verdad y utilizarla creadoramente en la práctica, transformando así la realidad. El estudio especializado de una ciencia particular, no está reñido con la capacidad de generalizar y la necesidad de sintetizar. Por eso, la filosofía debe ser aplicada constantemente a las investigaciones sociales para dar luces claras a la interpretación histórica. En esto consiste el replanteamiento de la conciencia social, sobre nuevos fundamentos teóricos y su relación con la moral y la axiología.

El carácter de la moral siempre está determinado históricamente por el régimen económico y social específico; en sus normas se expresan los intereses de cada clase. En las sociedades con  antagonismos sociales y económicos, los intereses de estas son contradictorios y antagónicos, existen por lo tanto morales distintas. La moral se presenta no sólo como un sistema de normas de conducta, sino, además, como peculiar característica del perfil espiritual de las personas, de su concepción del mundo, de la vida y de la psicología concreta, de cada estamento de la sociedad.

La moral incluye en sí una valoración, que únicamente se puede constatar en la práctica. La actitud estimativa se revela no sólo en los juicios de valor, sino, en las relaciones emocionales y volitivas, reflejadas en los hábitos y costumbres. Estas relaciones entre los individuos son expresadas a través de la conducta cotidiana, su género de vida y sus relaciones sociales. Tal como el hombre vive así piensa, lo contrario es mentira sin discusión alguna.

Los principios y costumbres practicados por la racionalidad colonialista son ajenos a la sociedad del Tawantinsuyo, en los dominadores se hace patente el egoísmo, el individualismo, el robo, la mentira, la ociosidad, siempre la actitud hostil hacia los seres humanos. Su conducta consiste en negar los derechos legítimos de los demás, que generalmente son el pueblo. Su individualismo choca con los intereses generales de la sociedad que demanda solidaridad, fraternidad, hermandad, respeto a los derechos humanos, a las libertades individuales y sociales, así como la paz, no basada en la explotación humana, sino en el disfrute legítimo de la distribución de la riqueza para las grandes mayorías de la sociedad.

El debate consiste en definir si es factible o no utilizar leyes objetivas reales del desenvolvimiento de la moral y los valores, o si es cierto defender el criterio de que el origen y las fuentes de las normas morales son  frutos del espíritu independiente de los objetos, o “celestiales y eternos”. En esto consiste el análisis de la racionalidad europea y la racionalidad del mundo del Tawantinsuyo.

En el estudio de la axiología, ignorar la naturaleza objetiva de los valores significa llegar a conclusiones subjetivas o idealistas,  positivistas o neopositivistas, cuando no metafísicas o meramente hermenéuticas, que niegan, en general, la existencia real de propiedades de valor en el objeto. Afirman que lo bueno y lo malo, la verdad y la mentira, es simplemente expresión de nuestra actitud subjetiva frente al objeto estimado. Lo cual es completamente falso. La teoría axiológica parte por reconocer el carácter objetivo de los valores sociales, científicos, morales, económicos, estéticos. Este proceso sirve de fundamento para esclarecer la verdad de la mentira.

 

Fundamentos filosóficos del Pensamiento Andino

Esta investigación, utiliza la filosofía como la ciencia que investiga los problemas del pensamiento humano, para articularlas con las leyes del desarrollo histórico social. Se deja de lado la manipulación y caprichos de “profesionales de la filosofía” que hasta ahora debaten si lo que existió en la conciencia social del Tawantinsuyo fue “filosofía” o “pensamiento” o “simple conocimiento”, este simplismo formalista sólo corresponde a una especulación hermenéutica, no tiene mayor importancia para este trabajo, es una pérdida de tiempo responder.

Producto de este análisis, corresponde estudiar la sociedad Inca en el contexto de la época que se produjo, esto nos permite sacar conclusiones, al margen de sentimentalismos autoctonistas, de un nacionalismo a ultranza, o inventos idealistas o metafísicos, cuando no meramente hermenéuticos y analizar con claridad la búsqueda de la verdad, y respondernos ¿cómo realmente ha sido la moral que practicaban, los valores que reprodujo esta sociedad?

A partir de este proceso, logramos tener un enfoque real de los principios de Llancay, Yachay y Sonkoy, y refutar con indiscutibles fundamentos las patrañas inventadas inicialmente por el colonialismo español y posteriormente por quienes utilizan estos falsos principios para seguir perpetuando la dominación política, económica y cultural en nuestro país, con alcances para una parte del Continente Sudamericano y que, ahora es usado hábilmente, con diferentes resultados negativos, en el proceso de globalización, neoliberalismo y post-modernidad.

Josef Estermann en su obra Filosofía andina. Estudio intercultural de la sabiduría autóctona andina, afirma que la filosofía del runa es la reflexión sistemática y metódica de la experiencia colectiva. Se trata de la explicitación y conceptualización de esta “sabiduría popular” que implícitamente siempre está presente en el quehacer y la cosmovisión del runa (hombre común del Ande). La filosofía andina es una proyección ideal abstracta, que expone una forma de concebir el mundo, que se ha gestado a partir de los diversos pueblos que han habitado y aún viven en los Andes. En la filosofía andina, la realidad está presente en forma simbólica y no tanto en forma representativa o conceptual, así el runa andino busca la inserción mítica en el mundo real.

Cuando los filósofos, historiadores, sociólogos dedicados al estudio del pensamiento andino, discuten si en el Tawantinsuyo existió o no “filosofía”, o es “pacha filosofía”, o “pensamiento del mundo andino”, ignoran la base real de la economía, por lo que sus argumentos terminan en especulaciones antojadizas, afirmando que en la cultura del Tawantinsuyo no existió un Platón o un Aristóteles y, por lo tanto, no puede haber existido la filosofía como ciencia.

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Imagen 5. www.abyayala.org

El hombre andino conforma y vive en el ayllu, la entidad colectiva fundamental, la unidad étnica de las comunidades campesinas. Para Estermann, pachasofía es el hombre “guardián” (arqariwa) y “conservador” de kay pacha (el espacio-tiempo, concreto y actual), y no "dueño"; el runa es guardián muy celoso y responsable de la base de la vida, no sólo de la tierra y de los animales, sino de todos los fenómenos cósmicos y meteorológicos que contribuyen a la continuación de la vida. Es el concepto de relacionalidad, entendida como la concepción de la relación de todo con todo, la entidad básica no es el ente sino la relación.

El pensamiento quechua no se limita a la época histórica de los Incas, sino que sigue existiendo, en forma más o menos sincrética y clandestina, desde los orígenes del Tawantinsuyo, la dominación colonial y ahora continúa en la vida republicana.

Desde una perspectiva intercultural, explica Estermann, que se trata de un pensamiento filosófico distinto de la tradición occidental dominante, e incluso distinto de la gran mayoría de corrientes filosóficas de América Latina. Estos estudios tienen la falta de fuentes escritas, hay que buscar otro tipo de fuentes, que son sobre todo la tradición oral, la conciencia colectiva, el universo simbólico religioso y ritual, los relatos indirectos de los primeros cronistas, y los esfuerzos indígenas de los últimos años por desclandestinizar la sabiduría milenaria quechua.

No se trata, entonces, de elaborar una filosofía desde cero, sino de articular, expresar y sistematizar un pensamiento milenario, que existía antes, con y después de la conquista española, y que sigue existiendo en gran parte de los Andes de Sudamérica, desde Colombia hasta el norte de Argentina. El pensamiento del Tawantinsuyo está basado en la sapiencia filosófica andina concerniente al universo ordenado y basado en ciertos principios directrices que explica Estermann:

Relacionalidad: El rasgo fundamental del pensamiento andino es la relacionalidad de todo. La categoría básica no es el "ente en cuanto ente" de la metafísica occidental, sino la relación. Para el runa quechua el universo es, ante todo, un sistema de entes interrelacionados, dependientes uno de otro. El principio de relacionalidad dice que cada ente, acontecimiento, estado de conciencia, sentimiento, hecho y posibilidad se halla inmerso en múltiples relaciones con otros "entes", acontecimientos, estados de conciencia, sentimientos, hechos y posibilidades. De toda esta unidad se compone la realidad. La relacionalidad, como base de la concepción filosófica andina, se manifiesta en todos los niveles de la existencia. Estos son los fundamentos filosóficos de armonía que sirvieron de base para expresar la unidad entre el trabajo (llankay), el amor (munay o sonkoy), y el saber, educación o conocimiento (yachay).

Correspondencia: El principio básico de relacionalidad se manifiesta a nivel cósmico, como correspondencia entre micro y macrocosmos, entre lo grande y lo pequeño. El orden cósmico de los cuerpos celestes, las estaciones, la circulación del agua, los fenómenos climáticos y hasta lo divino tiene su correspondencia, es decir, encuentra respuesta correlativa, en el ser humano y sus relaciones económicas, sociales, culturales y educativas.

La correspondencia rige ante todo entre las esferas del Hanan pacha ("espacio de arriba") y del Kay pacha ("esfera de aquí y ahora"), mientras que la tercera esfera representa el mundo de "adentro", de los difuntos y ancestros (Uray/Ukhuy pacha). Todos se articulan en la racionalidad y la unidad, existiendo la particularidad y diversidad en la misma unidad.

Complementariedad: Cada ente y cada acontecimiento tienen como contraparte un complemento como condición necesaria para ser completos y capaces de existir y actuar. La oposición no paraliza la relación, como sucede en la lógica occidental que se rige por el principio de la no contradicción. La oposición más bien dinamiza la realidad, como lo confirma la lógica dialéctica. Cielo y Tierra, Sol y Luna, varón y mujer, claridad y oscuridad, día y noche, bondad y maldad, amor y odio, educación e ignorancia, ociosidad y trabajo, coexisten para el pensamiento andino de manera inseparable. El verdadero ente, es decir, la relación es una unión de oposiciones, es un equilibrio dialéctico. No puede existir, jamás, en ninguna filosofía el estudio de la causa sin el efecto, como tampoco puede existir un efecto sin causa. El pensamiento occidental ha deformado esta realidad al crear la metafísica, es decir la desconexión de los fenómenos de la realidad. 

Reciprocidad: Los principios de correspondencia y de complementariedad se expresan a nivel ético como principio de reciprocidad. A cada acto corresponde, como contribución complementaria, un acto recíproco. Este principio no sólo rige en las interrelaciones humanas, sino en cada tipo de interacción, sea ésta entre el ser humano y la naturaleza, o sea entre el ser humano y lo divino. El principio de reciprocidad dice que diferentes actos se condicionan mutuamente –interacción-. Se trata del intercambio de bienes, sentimientos, personas, pero, con justicia humana.

Ciclicidad: El tiempo es relacionalidad cósmica, copresente con el espacio, o simplemente otra manifestación de pacha. Las categorías temporales más importantes no son avanzado o atrasado, ni pasado y futuro, sino "antes" (ñawpaq) y "después" (quepa). El tiempo tiene un orden cualitativo, según la densidad, el peso y la importancia de un acontecimiento. Por eso, existen "tiempos densos" y "tiempos flacos". El tiempo no es cuantitativo sino cualitativo; cada tiempo tiene su propósito específico. Existe un tiempo para la siembra, otro para el aporque, otro para la cosecha; hay tiempos rituales para hacer los despachos y los pagos a la Pachamama. Los rituales y las ceremonias no son neutrales respecto al tiempo; si no es el tiempo.

 

La Educación y las Ciencias en el Tawantinsuyo

El proceso de enseñanza-aprendizaje era eminentemente práctico, se educaba no para “conocer”, sino para la práctica cotidiana, el que no conocía no podía entender su realidad, ni trabajar. Los ancianos quechuas afirman que “empezamos a conocer desde el momento en que nacemos”. “Yachakuika Pachami kan”; el conocimiento es interminable. “Shimirimakun, makishinakun”, escuchar, mirar, hacer, aprender.

La Escuela del YachayhuasiLlamada también Casa del Saber,  fue el centro de enseñanza para los jóvenes de la nobleza, para los futuros integrantes de la clase dirigente. Era la máxima entidad educadora de la nobleza masculina, quedando los plebeyos excluidos de su esmerada formación.

El estudio de la lengua abarcaba no sólo la gramática sino también la retórica, extendiéndose a la poesía y al teatro y llegando a la música. La cosmovisión del mundo giraba en torno al culto a los dioses, una preparación cosmogónica y astrología que debía presuponer astronomía y derivar en un dominio calendárico.

La enseñanza de los quipus equivalía al ejercicio de los números, por lo que trataba de la ciencia matemática, extendiéndose la historia y estrategia, inseparable de la geografía, política y normas morales y éticas, quedando para el estricto arte militar lo referente a la construcción de fortalezas, uso de las armas y modalidades de lucha.

Profesores o  AmautasLos Amautas eran los profesores que se dedicaban a enseñar, su nombre significaba una persona de gran sabiduría.  Enseñaban oralmente todas las materias. El quechua, era un lenguaje ágrafo. Por ello, es difícil saber qué temas, exactamente, abarcaban las materias de estudio. En estas escuelas se conocía la administración de los bienes, se educaba con los principios que regían la vida comunitaria basada en el concepto de la reciprocidad.

Estas disciplinas eran enseñadas por  los Amautas, los hombres más cultos del Tawantinsuyo, los Haravicus se encontraban al lado de los Amautas. El gobernante Inca Roca dijo: "Si yo hubiese de adorar alguna cosa de las de acá, cierto yo adorare al hombre sabio porque hace ventaja a todas las cosas de la Tierra".

Estos profesores eran sabios en diversas áreas de las ciencias y humanidades como astronomía, cosmovisión, ingenierías, agricultura, ganadería, sacerdocio, política, educación, etc. Y se han encargado de transmitir conocimientos, de generación en generación, durante milenios y a transmitir valores y desarrollarlos de acuerdo a su tiempo, a través de la oralidad.

Los Amautas eran personas que enseñaban a la nobleza y la familia del Inca en los llamados yachaywasis, hacían grandes aportes para con su sociedad por medio de su sapiencia y eran vistos como personas muy respetables de aquel entonces.

El yachayhuasi servía para enseñar a las panacas vinculadas al Inca: Astronomía, aritmética, geometría, medicina, quipu grafía, historia, moral, religión, formación militar.

Al runa o común, se le enseñaba pastoreo y ganadería, agricultura, artesanía, minería, técnica hidráulica, ingeniería construcciones para obras públicas y el ayllu, etc.

Educación del pueblo: Esta educación estuvo a cargo de los padres de familia, de los ancianos que desempeñaban las tareas de transmitir toda la sabiduría y experiencias de vida, la educación nunca dejó de estar vinculada al trabajo y para la vida real. Su formación se consolidaba con los deberes y no se reclamaban derechos, porque quien cumplía con estos deberes, por reciprocidad alcanzaban el pleno respeto que la comunidad le brindaba. Toda la sociedad cumplía deberes y sin pedirlo tenía derechos consagrados por la misma comunidad y la sociedad. Quienes violaban tales normas recibían castigos que llegaban hasta la pena de muerte.

Desarrollo de las Ciencias: Los Incas alcanzaron para su tiempo, altísimos niveles del conocimiento científico y tecnológico, los mismos que no pueden ser negados por nadie, porque como respuesta están las grandes obras de arquitectura, ingeniería civil, hidráulica, agricultura, genética, biología, medicina, cosmovisión del mundo, grandes conocimientos sobre la moral y la axiología, la pedagogía y la cultura. Lograron la verdad mediante el conocimiento exacto, lógico y razonado de las cosas.

Astronomía: El estudio del cielo o Hanan Pacha estuvo a cargo de los astrólogos que estudiaban el movimiento perpetuo, los cuales fueron conocidos como Pachac Onanchac. Fue así como conocieron las constelaciones dándole perfil mitológico. En el cielo supieron darle un lugar científico y religioso al sol o Inti y a la Luna o Quilla; también a las estrellas o chascas. Todo esto no asombraba a nadie, servía para alegrar la vida, para calificar  la multitud de estrellas conocidas con el nombre de Coyllur.

Geografía: Así como los incas consideraban al Cusco el centro de la Tierra, de ahí su nombre de “Ombligo del mundo”, del mismo modo se valieron de la capital para dividir la superficie terrestre en cuatro partes: el Chinchaysuyo, el Collasuyo, el Antisuyo y el Contisuyo. La palabra Tahuantinsuyo, equivale a las cuatro partes del mundo. Los Incas llamaron a las tierras andinas de muy diversas maneras. A la sierra la conocieron en cuatro altitudes: quechua, suni, puna y jalca. A la costa denominaron yunga o tierra baja.

Medicina: Se denominó hampi, nombrándose al médico Hampi camayoc y también Camasca oscacoyac. Lo importante era hallar el “allillay” o salud perdida para prolongar el causayninchic o duración de vivir, es decir, la vida. La medicina Inca se basaba en grandes conocimientos de plantas y animales para la curación, unido a la medicina natural, se practicaron grandes cirugías al cuerpo, en especial al cerebro con las trepanaciones craneanas.

Derecho: El autor de la ley era el Inca, quien también tenía la suprema función de perdonar. La promulgaba de acuerdo con su Consejo Imperial, no sin antes hacerse asesorar por los Amautas. Emanaba la ley del Hijo del Sol, su incumplimiento tenía carácter de sacrilegio pagándose con la muerte la desobediencia. El derecho incaico no fue igual para todos sino que reconoció divisiones horizontales (costumbres regionales) y verticales (clases sociales).  En el libro Historia del Derecho Peruano Jorge Basadre da cuenta del derecho penal Inca y sus leyes acordes con altos conceptos de organización social y de principios de penalidad.

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Imagen 6. http://www.reporterodelahistoria.com/

 

Llancay, Yachay, Sonkoy: Valores del mundo Quechua

Marc Torra, en su obra Contraste de Valores, explica que el andino no busca competir, sino servir al grupo. Ese servicio se realiza practicando el llankay, palabra que traducida al castellano significa: trabaja. Llankay es un trabajo que ennoblece la conciencia y realiza al ser, en total unidad. No es un trabajo que somete y denigra. El pensamiento occidental acusa al autóctono del Tawantinsuyo de ser ocioso, pero la realidad es completamente distinta, el que vivió como auténtico ocioso fue el colonizador, dedicado únicamente al robo de riquezas, al abuso sexual contra las mujeres de toda edad y condición social, al juego de azar, a la depredación de nuestra cultura.  Hurgando la racionalidad no existe ninguna prueba en la realidad histórica que ésta cultura haya sido o deseado ser “ociosa”, porque cada ser humano pertenecía a su ayllu, organización social que nunca tuvo gente que no trabajara. 

El poblador andino rige su comportamiento a partir del munay, sonkoy amor a la persona, la sociedad y la naturaleza. La racionalidad occidental, se basa únicamente en sentir amor a la persona. La naturaleza en la concepción histórica del colonizador es utilizada para depredarla porque su fin es acumular riqueza en beneficio personal, no al servicio de la sociedad. El sentido del amor, individualista y egoísta pertenece a los hijos del capitalismo.

La educación sirve para la sabiduría, el conocimiento, significa “yachay”. En el mundo andino nada era posible realizar sin conocimiento  porque no sirve para transformar la naturaleza al servicio de la misma sociedad, de otro modo era imposible realizar el trabajo  si no existía el conocimiento previo del objeto a transformar.

Allin Kawsay Ruhuay, hacer bien las cosas, era y es la conducta cotidiana del poblador del mundo andino. En esta norma está basada la idea de engendrar a un nuevo ser en la vida presente, permite entender la importancia y el sentido que se da a la familia y a cada integrante de ella. Los hijos eran recibidos como grandes dones de los Apus, pues, cada uno de ellos ayudaría y cuidaría al igual que sus padres la tierra o Pachamama y los frutos de esta.

Llankay es la comprensión de que todos somos una parte de un panorama más amplio y que cada parte depende intrínsecamente del otro. Cada pensamiento, palabra y acción afecta a todos y todo forma parte de la experiencia de vida, eran enseñanzas populares y  sabias para poder vivir en armonía entre los seres humanos, la naturaleza y los dioses; de este modo se lograba la unidad, la integridad y nadie vivía con miedo.

Llankay, nos permite expresar nuestra creatividad a través de nuestro trabajo y también simboliza el poder y la capacidad del cuerpo físico. La energía reside en el cuerpo físico y unido al llankay, sabemos que existimos para el bien de todos. Lo individual y lo colectivo es una misma unidad.

Cuando llankay, yachay y sonkoy están en un equilibrio adecuado y mutua relación se entiende que no somos solamente conciencia individual, somos mucho más, somos conciencia colectiva.

El trabajo –llankay-  en el incanato no tenía carácter remunerativo. Nadie trabajaba para ganar dinero, oro, metales preciosos o bienes. Todo se basaba en las prestaciones colectivas. Si uno construía una casa, posteriormente tenía que ayudar a los que lo ayudaron a construirla. Las grandes fortalezas y construcciones incaicas fueron levantadas por el pueblo y con orden del Inca, se construían en base al trabajo colectivo y voluntario de los ayllus o comunidades. En el trabajo no existía ningún incentivo económico que fomentara la desigualdad.  

 

Los falsos valores de ama suhua, ama llulla, ama kella

El ladrón, el mentiroso y el ocioso, son conceptos creados con la lógica del colonialista para destruir la cultura milenaria del Tawantinsuyo, para hacer creer que éramos una cultura degenerada. El colonizador pensaba y piensa como dice el dicho popular español,  que todos son de su misma condición, todos a su alrededor son como ellos y solamente pueden verse a través de su propia mirada, ya que no conocen otra cosa que no surja de sus intereses estrictamente personales. Las ideas del colonizador siempre han sido un producto de su estado de conciencia que no es otra cosa que producto de sus condiciones de vida concreta. Así viven, así piensan.

Los testimonios que nos brinda el campesino genetista don Américo Yábar, de la ciudad de Paucartambo en el Cusco, son verdades milenarias que nos sirve para entender la moral y los valores de nuestros antepasados. Explica que las palabras de ama suhua, ama kella y ama llulla, nunca han pertenecido a la cultura del Tawantinsuyo, eran normas morales que pertenecen a sociedades donde predomina la propiedad privada sobre los medios de producción. Estas mentiras fueron sostenidas por los españoles, para consolidar su dominación y destruir los valores de la sociedad que empezaba a ser cruelmente explotada y aplastada.

Lo que ha ocurrido en la conciencia colectiva y cincelada con estas mentiras, principalmente para el mundo andino, a partir de la colonia y continuado en la época de la república hasta nuestros días, es porque proviene de la cultura propiciada por los textos oficiales del Estado. Siempre, nos “nutrimos” hasta el día de hoy, de las falsas historias escritas por el colonizador o sus testaferros, por esto piensan como “extranjindios”. De este modo nuestras raíces, son sustituidas por valores extraños provenientes de los centros de dominación mundial y fortalecida por una cultura ajena a nosotros, la misma que es oficialmente patrocinada por  el Estado dependiente y neocolonial.  La cultura Inca, representa  la unidad, la vida, la semilla y el equilibrio. Nunca pelearon con la naturaleza, fueron parte de la totalidad cósmica. Fue una cultura que supo administrar eficientemente la alimentación, trabajaron sabiendo que había tiempos de sequía y tuvieron la previsión de construir los tambos para guardar alimentos deofilizados como el charqui (carne salada) y el chuño (papa seca) que duraba decenas de años.

Desarrollaron magníficas y majestuosas obras arquitectónicas como Machu Picchu, Sacsayhuaman, Ollantaytambo, Calca, Pisac y otras grandes ciudades acompañadas de un sistema de vida que logro la cohesión y unidad necesaria para lograr el equilibrio de la vida de las personas. Este trabajo monumental sólo podía lograrse con el llankay.

Cada obra hecha por nuestros ancestros refleja en ella, la dedicación, la técnica, la paciencia, el disfrute, la perseverancia, el conocimiento, y la sabiduría. Uno de los ejes centrales de la cultura Inca era el trabajo, el laborar la tierra, el pastar a los animales, el tejer, el secar y guardar los alimentos y otras actividades que se siguen practicando en las comunidades de la Sierra y en otros lugares del Tawantinsuyo.

El colonizador al constatar la negativa del pueblo para revelar las posibles riquezas que pudieran esconder, acuñó la frase “no seas mentiroso”. Como en la vida cotidiana se dedicaron al vagabundeo y la ociosidad, obligando por la fuerza y el asesinato al trabajo de esclavos, acuñaron  la frase “no seas ocioso”. Para someter su fuerza de trabajo y su mente, al servicio de este novedoso amo de la vida y la naturaleza, el español si no obtenía lo que quería, de la manera que quería, calificaba al pueblo de mentiroso, ocioso y ladrón. Desde el inicio de la colonia cumplía con su lógica de todos los tiempos: “Ladrón que después de robar, grita, ¡persigan al ladrón!”.

El colonizador trajo la mentira, la traición, el asesinato sin ningún castigo, ocultando sus verdaderas intenciones de esclavizador. Trajo la ociosidad, ya que ninguno de ellos volvió a trabajar en nada productivo,  solo dominaron y dominan para ser servidos. En su cinismo acuñaron las ideas que les sirve hasta hoy "trabajar es para los esclavos, para la servidumbre, para los serranos, para los cholos, para los indios, para los pobres. Nosotros vivimos de ellos".

La lógica cotidiana con la que actuaban y siguen actuando, consistió en “divide y reinarás”, “borra la historia de un pueblo y lo dominarás”; y estos conceptos implementaron a través del sufrimiento y el sometimiento a la crueldad del mundo andino,  con estos valores hemos sido y seguimos siendo educados. Instauraron en la colonia para controlarse ellos mismos “La Santa Inquisición”, dedicada a perseguir el pillaje, el robo de sus riquezas ajenas, para controlar sus propias traiciones entre ellos y  de su vida dedicada al libertinaje. Todo en nombre de Dios.

¿Cómo se implementaron estos valores? Consistió en una constante persuasión moralista-religiosa que fue multiplicada por las exitosas campañas de catequización: Frailes, curas y seglares, con estudiadas maneras de sugestión, repetían hasta el cansancio el ama suhua, ama kella, ama llulla con el fin de conquistar y deformar sus conciencias y poder así “cristianizarlos” y someterlos a los designios de los colonizadores.

El Estado policial absoluto, que nació con la dominación, ordenó repetir estos falsos valores en todo lugar, todas las autoridades se encargaron de comunicar al pueblo; incluso se ordenó que en el trato familiar de ellos se repitieran los valores aludidos, a manera de saludo y despedida. El interlocutor al que se dirigía la expresión, debía contestar “qanpas hinallataq”.  Tú, de igual manera.

Estos truculentos valores y falsa historia sobre los Incas, también son desmantelados por el notable historiador peruano Juan José Vega, quien escribió en el diario La República, el 26 de marzo del 2000, Lima, Perú, que: “Cualquier peruano apostaría su mano derecha a que el ama suhua, ama llulla, ama kella fue algo así como el decálogo utilizado por los incas. Siempre sospechamos que estas mentiras correspondía a la Historia Oficial que para los incas creó el indigenismo romántico; pues de tratarse de un código jurídico tendría que haber sido mencionado por los cronistas del siglo XVI. Pues, no es así. Ni siquiera consta en los libros de los nacidos en el Perú, los quechuas Guamán Poma y Santa Cruz Pachacuti Yanqui; o en los creados por los mestizos Garcilaso y Blas Valera. Tampoco existe rastro alguno en las crónicas españolas, que suman más de un centenar”.

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Imagen 7. Juan José Vega (1932-2003) http://1.bp.blogspot.com/

 

¿Cómo continúa en la “modernidad” el ama suhua, ama kella, ama llulla?

Explica Juan José Vega que el primer indicio en torno al supuesto “código” lo encontramos en las páginas de M. L. de Vidaurre (ese habilísimo oportunista que desertó de la revolución de los Hermanos Angulo). Vidaurre, personaje de alta inteligencia, había radicado en el Cusco entre 1810 y 1814, vinculado, desde luego, al indigenismo criollo local. Entre otras tradiciones que recogió del ambiente nos relata “su modo de saludar era no robarás; se contestaba: no mentirás”. No sabemos de dónde extrajo esa ¿imaginativa? versión, que no consta en ningún otro sitio.

A finales del siglo XIX un erudito quechua, nacido en Ayaviri, Gabino Pacheco Zegarra, reiteró los tres principios, como base doctrinal del derecho consuetudinario incaico.

Ningún antropólogo ha encontrado esas pautas en los más distantes ayllus de los Andes. Ni siquiera en K’eros, remota comunidad autóctona del Cusco, a donde concurrieron destacados antropólogos, como Efraín Morote Best, Oscar Núñez del Prado, Josafat Roel y Demetrio Roca Wallparimachi, para estudiar todas las formas de cultura viva en ese enclave quechua. Pero, eso sí, en aquel pueblo, como en miles de otros núcleos agrarios populares, nadie robaba (ni puertas había), nadie estaba ocioso y nadie mentía. En otras palabras, no se requería un código. La costumbre hacía la Ley.

Juan José Vega explica la utilización de estos falsos valores atribuidos a la cultura del Tawantinsuyo, en el escenario de la política criolla, “Haya de la Torre por su influencia indigenista en la formación de la doctrina del Apra, impulsó al trílogo del ama suhua, ama kella y ama llulla en 1934. Por entonces este partido político era el de mayores adeptos en el país. El 6 de enero, en plena clandestinidad, la Fracción Aprista Juvenil aprobó las consabidas frases colocándola como emblema del Apra, bajo el signo: “Esta es tu ley”. Con la vasta red organizativa aprista, el mandato quechua se propagó extensamente. Luis Alberto Sánchez, otro dirigente aprista, repitiendo al mentado Vidaurre, sin más consulta, agregó que la frase era “un saludo”. Tal cual se puede leer en su Breve Historia de América.

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Imagen 8.  http://articulo.mercadolibre.com.ar/

Estos valores han sido aumentados y deformados en distintos modos a lo largo de este siglo. Así, el arqueólogo indigenista Toribio Mejía Xesppe agregaba ama sipi, ama maqlla: no seas asesino, ni afeminado (conforme lo recogió Federico Kauffman). No sólo se trata de libros y de proclamas. También se dio nombre a un Congreso Nacional de Folklore y hasta fue lema del Congreso de Campesinos de La Paz en 1993, y de un candidato presidencial en Ecuador.

Un historiador erudito y serio como Carlos Araníbar, afirma que fue el historiador César Cantú el inventor de la manida fórmula de las tres prohibiciones andinas y según sostiene, este tema fue absolutamente desconocido por toda la crónica colonial; en 1878 fue pasado al idioma quechua por un fantaseador, el cusqueño Pacheco Zegarra; desde entonces dicha trilogía se alzó al rango espurio de socorrida clave social y resumen apodíctico de la moral incaica.

 

Conclusiones:

1.-  Los principios axiológicos y morales de ama llulla, ama kella y ama suhua, atribuidos a la cultura de los Quechuas, son burdas patrañas inventadas por los colonizadores españoles y continuada por criollos en la época republicana, que se dedicaron a la politiquería y la especulación del indigenismo romántico, para justificar e incrementar en el plano de la educación, la historia, la cultura y en todo el sistema político social, la dominación espiritual de toda la sociedad, especialmente en la superestructura social, política, cultural e ideológica.

2.-  Sin ser reduccionistas ni concluir en una suerte de indigenismo a ultranza, los principios de llankay, yachay y sonkoy se volverán a practicar plenamente en nuestra sociedad, ahora y en el futuro, porque son valores auténticos que forman parte de la cultura del Tawantinsuyo. Esta legítima restauración de nuestros valores y principios morales forman parte  de la lucha de liberación nacional en el plano de las ideas, para devolver a la sociedad actual su verdadera identidad. Sirve, no solamente a los “indios” o “indígenas”, sino a todos los ciudadanos del país y parte de América Latina, para contrarrestar los intentos de los globalizadores de avanzar y fortalecer la dominación neocolonial y el proceso accidentado de la recolonización, que sofisticadamente implementan los intelectuales a su servicio, en nombre del neoliberalismo y la postmodernidad.

3.-   En la filosofía, al aplicarse la teoría científica del conocimiento o epistemología al gran problema de los valores y la moral, no puede resolverse correctamente cuando se hace un estudio idealista, mecánico, maniqueo y “comparado” con otras culturas, en este caso la filosofía europea, lo que hacen es pensar con conciencia ajena a nuestras raíces, para luego concluir afirmando falsedades en relación al problema nacional, sosteniendo que la cultura quechua no usa las características de la “ciencia filosófica”, donde impera la racionalidad. Nada más falso porque usando las categorías de la lógica dialéctica, el estudio demuestra que lo universal con lo particular y concreto son parte de una misma unidad; se debe usar las leyes universales de la lógica dialéctica y la racionalidad de la filosofía, para explicarnos la poderosa lógica, la moral y los valores que se construyeron en la cultura milenaria de los Quechuas.

4.-   Los intelectuales, especialmente profesores y trabajadores de las ciencias sociales en el Perú, América Latina y el mundo en general, tienen el deber de volver a estudiar y replantear críticamente los orígenes de nuestras identidades, para lograr descubrir la auténtica moral y valores que forman parte de nuestras culturas ancestrales. Esto no significa ninguna suerte de autoctonismo, o  romanticismo indigenista, y menos, predicar la  fácil y mentirosa argumentación, de calificar estos estudios como “cosa del pasado”, así nos quedamos en la especulación fraudulenta. Esta inmensa tarea forma parte de nuestra racionalidad cotidiana, de la lucha filosófica e ideológica en el plano de las ideas,  requiere de todo un proceso de desalienación de generaciones para restaurar la verdad histórica, para construir la nueva conciencia nacional en un largo proceso de intensas luchas.

5.-   Cuando se trabajan las abstracciones teóricas en la conciencia humana, todos partimos de una base filosófica, cualquiera que ella sea. Cuando se analiza el problema de la ética, la moral y la axiología con la filosofía, tiene dos inevitables resultados. Unos, fracturan la unidad de estos problemas de la conciencia social, porque no articulan su unidad con la concepción del mundo, la naturaleza, la sociedad y el ser humano, porque parten de la metafísica, el idealismo, el mecanicismo, el empirismo o la hermenéutica, dejando así los valores y la moral, colgada en el aire, teniendo como resultado conclusiones antojadizas y empiristas. Otros, en el caso de esta investigación, partimos de la filosofía del materialismo dialéctico, las abstracciones teóricas de la base y la superestructura mantienen una completa unidad en el sistema político social, de donde resulta que, la moral y los valores defendidos son fruto real del Mundo del Tawantinsuyo.

 

Recomendaciones:

1.-   El Ministerio de Educación del Perú debe revisar el plan curricular referido a las Ciencias Sociales para los colegios secundarios, con el fin de volver a enseñar el curso de filosofía, como parte de la reflexión y uso del pensamiento crítico. La filosofía es la disciplina que da una explicación integral sobre el ser, la naturaleza, la sociedad, y el mundo, porque usa la teoría científica del conocimiento.

2.-   Frente a la actual escena mundial contemporánea, necesitamos estudiar la realidad histórico-social concreta de cada nación en el contexto universal de la globalización, para defender nuestra verdadera identidad, vale decir, volver a nuestras raíces y trabajar con cabeza propia, para cuestionar las diversas formas de alienación de los globalizadores, en todos los planos de la conciencia social. En esto consiste la importancia de estudiar los fundamentos de la cosmovisión del Mundo Andino, absolutamente necesario para entender el presente y proyectarnos al futuro.

 



Notas:

[1] Doctor en Filosofía y Psicología; Profesor Principal, Investigador del Instituto de Investigación del Pensamiento Peruano y Latinoamericano (IIPPLA) y ex Presidente del Consejo Superior de Investigaciones del Vicerrectorado de Investigación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. Tiene varios libros publicados y artículos en revistas nacionales y extranjeras, sus temas son: filosofía, epistemología y política en Perú y América Latina.  E-Mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

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Cómo citar este artículo:

GÓNGORA PRADO, Manuel, (2015) “Llankay, Yachay y Sonkoy. Valores históricos del pueblo en el Tawantinsuyo”, Pacarina del Sur [En línea], año 6, núm. 23, abril-junio, 2015. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1140&catid=6