Psicología y Terapias de Medicina Indígena en la Atención Primaria de Salud: El caso de Alto Bio Bio

Psychology and Indigenous Medicine Therapies in Primary Health Care: The Case of Alto Bio Bio

Psicologia e Medicina Indígena Terapias em Atenção Primária à Saúde: O Caso do Alto Bio Bio

Alvaro Basualto Bustamante

RECIBIDO: 25-10-2013 ACEPTADO: 15-12-2013

 

Introducción

La salud mental es un constructo social, un consenso de lo que entendemos por realidad, por lo cual es diferente en cada una de las culturas existentes.

En este encuentro con la cultura Pehuenche, comprendo que la salud de este pueblo está íntimamente relacionada en su equilibrio con el cosmos, con el medio natural, con lo que altera la relación de lo físico con lo psicológico, y esto, está muy ligado a lo Espiritual. La salud en los pueblos originarios, se concibe como el bienestar y equilibrio de la totalidad de las dimensiones de la persona: el cuerpo, el espíritu, las emociones y la mente. Asimismo, la salud es entendida no sólo desde la persona o individuo, sino también desde la familia y la comunidad y el entorno en el que ésta se inserta (Ibacache; 2001).

Así, si nos involucramos en los procesos de salud-enfermedad de la cultura Pehuenche, particularmente en como ellos entienden los desequilibrios, cada vez cobra mayor relevancia la concepción espiritual de la vida.

No obstante lo anterior, vemos a través de nuestras practicas profesionales, que lo espiritual en la salud mental desde el ámbito occidental (o No-Pehuenche), está medianamente ligado a procesos subjetivos, o reducidos a prácticas marginales, ya que el paradigma científico no tiende a incorporar lo espiritual dentro de los modelos de atención.

Así, en el tratamiento de las patologías (desequilibrios) de salud mental propias en los sistemas de salud occidental, como lo es la Atención Primaria de Salud Pública, lo espiritual tiene su cabida tímidamente en el área de los cuidados paliativos. Así, reducimos lo espiritual muchas veces a lo religioso, y negamos la reflexión, la posibilidad de generar un proceso de búsqueda personal, búsqueda de nuestro sentido de vida y trascendencia, como algo vital en cualquier persona.

Si entendemos, que casi la mayoría de los procesos de sanación o rehabilitación desde el ámbito de la medicina alopática están centrados en la evidencia, o sea, en lo que genera mejoría de acuerdo a parámetros preestablecidos, nos vinculamos claramente a conceptos de normalidad, donde la salud se establece bajo condicionamientos hegemónicos desde un punto de vista de cosificar el proceso de salud y enfermad, y, no consideramos los procesos sociales, culturales, étnicos y territoriales presentes en las etiologías de las enfermedades. Se desconoce el peso de la realidad socio-cultural y su influencia en el psiquismo humano y en la enfermedad, aspecto ampliamente estudiado, por ejemplo, en el psicoanálisis (Vallejo Samudio, A.; 2006)

Ahora bien, qué pasa cuando una población determinada presenta una filosofía ancestral de la vida o cosmovisión propia, donde el sustento espiritual es evidente; qué pasa con esas intervenciones basadas en la evidencia en una Unidad Territorial, Lingüística y Familiar distintas.

Siento, a través de mi experiencia en territorio indígena, que la salud mental de las comunidades originarias del Alto Bio Bio, se ve fuertemente influenciada por las constantes rupturas: cambios sociales, orgánicos, religiosos, entre otros, incorporados por una cultura dominante occidental (no-indígena), donde desconocemos la real cosmovisión de una cultura ancestral, transgrediendo muchas claves de acción del respeto a la Madre Tierra.

Así, este relato quiere introducir elementos conceptuales, prácticos y experienciales para el entendimiento y comprensión de los diferentes sistemas médicos existentes en Alto Bio Bio, involucrando y aprehendiendo descripciones dadas por la filosofía de vida de los pueblos originarios, que nos permitieran generar un modelo de atención basado en la coexistencia de culturas, buscando la sanación de nuestras comunidades, en donde abordemos al sujeto enfermo en relación con su cultura, sus creencias, el medio social y el medio ambiente en el cual se encuentra inscrito.

 

Comunidades Indígenas de Alto Bio Bio

El territorio en que se encuentra el área de desarrollo del Alto Bio-Bio, corresponde sólo a una parte de las tierras ocupadas ancestralmente por el pueblo Pehuenche. Originalmente el territorio abarcaba ambas vertientes de la cordillera de Los Andes, entre Talca y Lonquimay y entre los ríos Diamante y parte sur del río Neuquén en el área transandina. Sin embargo, a través de la historia, el pueblo Pehuenche ha debido enfrentar la pérdida constante de sus tierras y hoy su actual territorio se extiende desde Butalelbum hasta la Laguna Icalma, comprendiendo los valles que riegan los ríos afluentes del Bio-Bio.

Al interior de este territorio, existen siete comunidades indígenas: Callaqui, Pitril, Cauñicu, Malla-Malla y Trapa –Trapa, hoy dividida en Trapa Bajo y Butalelbum (por la vertiente del Queuco) y Quepuca Ralco y Ralco Lepoy (por la vertiente del Bio-Bio), abarcando una superficie total de 54.359 Has., registrándose  la mayor en Pitril con 13.142 y la menor Malla Malla con 3.444 Has.

La población total de Alto Bio-Bio no supera los 10.000 habitantes, y su distribución por riberas tiende a ser homogénea.

La categoría de comunidad indígena,[1] deviene de sus sentidos de adscripción e historia en su carácter autónomo como etnia y posteriormente como un reconocimiento de su identidad y de sus derechos por parte del Estado Chileno, quien lo hace a través de la Ley Indígena N° 19.253.

A estas siete comunidades indígenas, para efectos del Área de Desarrollo Indígena (ADI) del Alto Bio-Bio, se agregan las nuevas comunidades de El Avellano, Los Guindos y Huallaly, las que han accedido a esta categoría vía inscripción en los registros de CONADI según la Ley N° 19.253 de 1993. Asimismo, dentro del territorio del ADI del Alto Bio-Bio, encontramos otro tipo de  asentamiento humano: Villa Ralco, que nace con el aserradero de maderas Ralco, transformándose hoy en el centro neurálgico de la zona, siendo un nexo entre las comunidades del Bio-Bio y el Queuco, y, entre ellas y el resto del país. A Ralco, se agregan los asentamientos colonos de Queuco y Chichintague, originados en los tiempos de las actividades forestales de la zona; además de Pitrilon, el cual corresponde a un fundo parcelado en tiempos de la CORA y de composición colono-campesino; y por último el fundo ‘El Barco’, sitio en el que han sido re-localizadas las familias Pehuenches afectadas por la construcción de la Central Hidroeléctrica Ralco.

Mujeres de Alto Bio Bio - Taller de Por el Buen Vivir
Mujeres de Alto Bio Bio - Taller de Por el Buen Vivir

Los bosques de araucarias y las montañas cordilleranas, otorgan una identidad propia a esta cultura y su pueblo.

La dinámica de vida de una comunidad Pehuenche se mueve al ritmo de la madre naturaleza. Esto, se evidencia con fuerza al observar el ciclo productivo de una familia y sus tres hitos: recolección de piñones, parición de animales y traslado de la familia a veranadas (lugar de pastoreo en épocas de sequía).

La realidad social y económica de las comunidades es diferente. El mayor contraste, se da entre la ribera del Bio-Bio y la del Queuco, causado principalmente por los cambios causados por la llegada de las empresas relacionadas con la construcción de las centrales hidroeléctricas, que han generado fuentes de empleo y han mejorado en un sentido la calidad de vida de la población de las comunidades aledañas; sin embargo, también han potenciado el proceso de occidentalización, alejando a los integrantes de la comunidad de su identidad cultural Pehuenche.

 En contraste, está la realidad de las comunidades ubicadas en la ribera del Queuco; en este sector la población vive más apegada al estilo de vida ancestral con una dinámica que se relaciona con los ritmos propios de la naturaleza.

 

Medicina Occidental y Medicina Indígena

La medicina occidental alopática, marca su aparición a partir de Hipócrates hacia el año 460 a/c y de Galeano en el año 131 a/c. Claro que no es hasta el Siglo XVIII que tiene surgimiento como tal la medicina moderna (Vallejo Samudio, A.; 2006).

Para esta medicina alopática, la enfermedad se manifiesta en el sujeto que la porta, con todos los signos y sintomatología que arrastra.

El conocimiento de los agentes de medicina occidental, opera a nivel del cuerpo, en la curación o sanación de la enfermedad, no importando quien la padece, ya que no tiene un marco referencial para la persona o el sujeto que la sufre. Es así, como los métodos basados en la evidencia predominan en cada una de las estrategias curativas de la medicina moderna. “El saber del médico es un saber sobre la enfermedad, no sobre el hombre, que no interesa al médico sino como terreno en el que evoluciona la enfermedad” (Clavreul, J.; 1983, pág. 139).

La Medicina Indígena por su parte, es integral, y tiene un ancestral, amplio y dinámico desarrollo. Considera la enfermedad dentro de un proceso individual, social, comunitario y cultural, donde la multiplicidad de factores influye en la mantención del equilibrio del sujeto. Para esta medicina, el hombre está en equilibrio consigo mismo, con su comunidad y con el ambiente, en una plena coexistencia. Entendiendo la Medicina Indígena, como la creación de los pueblos indígenas y de determinadas comunidades, de un conjunto de conocimientos sobre la naturaleza y la biodiversidad de los territorios en que habitan los pueblos indígenas, asociados a prácticas, ideas, creencias y procedimientos relativos a las enfermedades físicas, metales, espirituales y sociales de carácter individual o colectivo.

La enfermedad dada por un desequilibrio estructural de la persona en su coexistir, supone una etiología particular del enfermar. Así, la discordia entre las familias, la transgresión de normas comunitarias o sagradas, las perturbaciones neurológicas o psicológicas, son todas partes del devenir del dualismo salud-enfermedad para la Medicina Indígena. Esta medicina tiene su base epistemológica en su propia cosmogonía[2] y cosmovisión.[3] Este particular marco epistemológico no permite que desde la teoría del conocimiento de la medicina occidental se le pueda cuestionar, o de hacerlo, se podría incurrir fácilmente en reduccionismo y esquematizaciones propias del positivismo de la ciencia occidental (García, M. y Patiño, R., 1993; Jamioy, J., 1998).

La diferencia epistemológica más clara que se puede establecer entre estos tipos de medicina, es que para la medicina moderna la prioridad de su actuar, está dado por la enfermedad, por lo orgánico, por el “órgano”, en cambio, para la medicina indígena le importa el “ser social” que enferma en un contexto particular. (Vallejo Samudio, A.; 2006)

No obstante, aunque ambas medicinas parten de modelos epistemológicos diferentes, su fin tiende a ser el mismo, esto es, la búsqueda de la sanación o curación.

Con respecto a los sanadores, es importante considerar cómo se forma un médico occidental y un médico indígena. El primero de éstos es motivado a estudiar, a querer aprender, para sanar desde un punto de pista positivista; su motivación es lo principal, y desde ahí aprende una serie de conocimientos y herramientas que utilizará en el proceso de sanación.

Ahora bien, el médico indígena si bien puede tener una motivación por generar sanación, muchas veces los designios a través de sueños, apariciones, y las enfermedades vinculan al sujeto con su rol como sanador. Así la motivación da paso a lo inevitable, a los designios de los espíritus o de dios. El médico indígena no sólo tiene que querer serlo, sino que además “tiene que ser elegido por factores que están ajenos a su voluntad o que se escapan de su directa influencia (espíritus, vientos, designio de los dioses). En algunas ocasiones, la escogencia del futuro médico indígena se hace a pesar de los deseos que él tenga” (Vallejo Samudio, A.; 2006, pag. 44).

Así mismo, el médico indígena debe aprender el uso herbolario, instruirse de cada una de las hierbas o plantas de su territorio: cada una de ellas se convierte en un remedio, así mismo, creer en sus sueños o visiones, en los signos de la enfermedad, en los espíritus presentes en las cosas, entre otros, ya que son parte del proceso de sanación de los sujetos.

Entendemos entonces, que estas medicinas más allá de entorpecerse, deben aprender cada una de la otra, rescatando particularmente el modo de concebir la salud, ya que la medicina indígena aborda al sujeto enfermo en relación con su cultura, sus creencias y el medio social.

La medicina moderna occidental, debe considerar que “no se puede entender la naturaleza de las partes del cuerpo, sin entender la naturaleza del organismo entero” (Santa, W; 2005, pag. 2). Así mismo debería “hacer todo lo posible por ayudar a la naturaleza, la gran sanadora, a realizar su curación” (Santa, W; 2005, pag. 2).

Por último, entendemos a partir de lo descrito, que la Medicina Indígena sería “aquella forma de conocimiento que parte de concepciones, procesos y prácticas milenarias propias de los pueblos indígenas del continente americano, destinadas a buscar la salud integral en sus componentes bio-psico-social, y que parten de cosmogonías y cosmologías diferentes a las referenciales de la medicina occidental” (Vallejo Samudio, A.; 2005, pag. 44)

 

La Medicina Indígena  en el abordaje de los desequilibrios

La cultura tiende a ser reconocida, como “un grupo de conductas y significados adaptativos derivadas de pertenecer simultáneamente y participar en diversos contextos culturales: rural, urbano, suburbano, lenguaje, edad, género, grupo, configuración familiar, raza, nacionalidad, empleo, status socioeconómico, ocupación, identidad profesional, orientación sexual, ideología política, inmigrante o no inmigrante, externo o interno, estadio de aculturación” (Falicov, C. J., 1995, pag.15).

Nütram: Diálogo con Lawentucheves de Alto Bio Bio: Nolfa Pavian Montre y Juana Beltrán Pellao
Nütram: Diálogo con Lawentucheves de Alto Bio Bio: Nolfa Pavian Montre y Juana Beltrán Pellao

La cultura no sólo provoca influencias en determinados patrones conductuales y cognitivos (condicionamientos), sino además, genera enfermedades físicas y mentales con componentes específicos de tipo cultural.Algunas teorías explicativas de las enfermedades, mantienen supuestos en torno al desbalance de los cuatro humores, y las enfermedades mentales (desequilibrios) como decisiones divinas y posesiones demoníacas. Ya los estoicos, opinaban que la enfermedad mental está fuera de nuestro libre control, sería como un tipo especial de desproporción irracional entre la vida exterior y la respuesta a ella. Todos estos pensamientos, nos permiten sólo una aproximación, ya que existe un misterio profundo y desconocido que se expresa en la enfermedad física y mental. Al mismo tiempo, describiendo síntomas, cambios y alteraciones morfológicas y funcionales, olvidamos una esencia íntima y misteriosa de la enfermedad. Todas estas descripciones conviven en el interior de la enfermedad y construyen una realidad multifacética.

Los pueblos originarios del continente americano -en este caso en particular, el Pueblo Pehuenche- miran a través de la Naturaleza lo profundo del destino, teniendo una clara visión de nuestra finitud temporal. Compartiendo una cosmovisión de unidad entre el hombre, su comunidad y la naturaleza. En la cultura Pehuenche, la enfermedad es una ruptura de la armonía, un desequilibrio entre los elementos expresados. Cuando esto sucede, los desórdenes y desequilibrios que el individuo provoca traen consecuencias en la salud (Marileo, A.; 2002).

La falta de salud no sólo se puede observar en la presencia o ausencia de dolor: el dolor es la maduración de la enfermedad que ha ingresado a la vida de la persona.  Por tanto, se debe considerar aspectos más allá de la expresión concreta de una enfermedad, poniendo atención a manifestaciones tanto de la persona como del medio que la rodea (Ibacache, J.; 2001).

La Medicina Tradicional Indígena Pehuenche, distingue tres tipos de enfermedades:

a) Naturales (re-kutran), con una causa natural como el enfriamiento, pasmo, etcétera.

b) Intermedias, que combinan causas sobrenaturales con síntomas naturales, y

 c) Sobrenaturales, clasificadas:

            1) Wenu-kutran, provocada por el mundo superior (wenu-mapu) con el fin de sancionar, y

2) Weda-kutran, provocada por parte de un agente del mundo inferior (minche-mapu). Cabe mencionar que las enfermedades mentales (desequilibrios psicológicos) son causadas en su gran mayoría por brujos y pertenecen al grupo de enfermedades sobrenaturales.

La cultura del Pueblo Pehuenche es fundada en el respeto al Universo y la Naturaleza, conforme al principio de reciprocidad, esto es, conocer y respetar las leyes naturales, las leyes humanas, sacrificar con rituales, obligaciones religiosas y místicas. La ruptura del orden natural, religioso o social provoca un desequilibrio entre los poderes y leyes establecidas originando una enfermedad. La enfermedad, puede generarse por un daño o mal provocado por envidia (causada por el desequilibrio social) o trasgresión (causada por la falta de respeto a la Naturaleza y sus fuerzas). El cuerpo individual, el cuerpo social y el cuerpo cósmico o sobrenatural están conectados entre ellos y cargados de afectividad. No aceptar un cuerpo, o que no exista armonía entre estos, origina la penetración del mal en la persona.

El concepto de las enfermedades y sanación dentro del contexto actual de la cultura mapuche-pehuenche se relaciona con elementos tradicionales occidentales, complementándose e integrándose según las vivencias de cada persona, pehuenche o no pehuenche.

El sistema medico occidental (alopático), busca causas naturales para explicar el origen  de las enfermedades y utiliza un método científico-empírico para curar la enfermedad con productos farmacéuticos o intervenciones basadas en la evidencia. Los pehuenches le dan a la enfermedad, una connotación negativa cuando ésta se contrapone a su propia matriz conceptual.

El Sistema Médico Pehuenche, comprende las creencias, conocimientos y prácticas que han sido utilizadas durante siglos por los Pehuenches y que también los caracteriza como pueblo. Este sistema curativo se estable como re-establecedor del equilibrio y la armonía (Marileo, A.; 2002). En este sistema conceptual se entiende que el cuerpo está interconectado con la espiritualidad, las emociones y los pensamientos (Bacigalupo, M.; 1995).

Cabe mencionar también, que los miembros de cada familia pehuenche tienen conocimiento sobre las hierbas medicinales para curar enfermedades menores. Particularmente esta sabiduría la poseen los ancianos o adultos mayores, la cual se transmite generacionalmente a través de las conversaciones.

En las comunidades pehuenches, existen diversos tipos de enfermedades y, dependiendo de su agente causal, todas las enfermedades se tratan de forma holística y tienen componentes espirituales, mentales y físicos. Cuando a un problema o enfermedad  se le atribuyen causas espirituales, las características de los malestares fisiológicos están íntimamente relacionadas con el tipo de espíritu maligno que se cree que está actuando. Una enfermedad puede ser tratada  o curada con medidas terapéuticas radicalmente diferentes y teóricamente  contradictorias, lo que importa es la fe que tienen los actores en el método de curación utilizado.

Los síntomas comunes a las enfermedades inducidas a lo espiritual  incluyen entre otros: dolores de cabeza y estómago, incapacidad para el trabajo, bajo ánimo, llanto, pérdida de peso; en casos extremos, los síntomas pueden incluir temblores del cuerpo (agitación psicomotora), pesadillas, comportamiento poco común  o violento con agresión a personas, deambulación nocturna, etc. Los síntomas específicos y su intensidad varían de acuerdo al tipo de enfermedad espiritual y al individuo que la sufre. La duración de la enfermedad, es un factor importante en la curación de la enfermedad espiritual, ya que el mal que ha sido enviado recientemente y descubierto a tiempo, puede ser expulsado mediante una ceremonia de curación.

Dentro de la Medicina Indígena Pehuenche, existen sujetos con roles para buscar el equilibrio y reordenar los elementos restableciendo la salud y el bienestar (Marileo, A.; 2002).

Así, algunas enfermedades son tratadas de acuerdo a procesos establecidos por un agente de medicina ancestral experto en el uso herbolario (Lawentucheve). Existen otras ocasiones en que para la sanación de la enfermedad se necesita la presencia de una persona con mayor poder curativo, con una espiritualidad (kimun) que permita generar la sanación.

La (El) Machi es un actor intermediario entre la divinidad y los hombres, un mantenedor del bienestar social, individual y cósmico. Es un ser humano especial que tiene comunicación directa con los espíritus protectores y las realidades no-ordinarias (Aukanaw, 2001). Permite combatir las tensiones internas en los distintos cuerpos existentes y mantener una conexión sana y respetuosa entre ellos.

El machi busca la causa de las enfermedades y prescribe determinados tratamientos de fortalecimiento espiritual y/o medicamentos a tomar. La búsqueda surge siempre con la ayuda de las fuerzas sobrenaturales. Al tratamiento pertenecen, la reinserción del enfermo en su contexto familiar, comunitario y cósmico, restableciendo el equilibrio del cuerpo y del alma.

Encuentro de Fortalecimiento de Medicina Indígena
Encuentro de Fortalecimiento de Medicina Indígena

La culminación del trabajo del machi es el machitún, en un ritual comunitario, mágico y sublime, que se empieza la noche anterior con sueños sagrados. Al día siguiente, se realiza una sanación, en un ambiente con música, danza y movimientos rituales en que se alcanza una atmósfera grupal extasiante. En el machitún se tocan el kultrún y otros instrumentos musicales, pero no por su valor musical, sino por la trascendencia espiritual. El machi utiliza alucinógenos, hierbas y remedios secretos, conocidos solamente por él, para entrar en la dimensión divina por el trance. El trance no es una experiencia aislada, sino un conjunto de fuerzas comunicativas, dadas por el ritmo o fraseo, imágenes visuales y acústicas. Este acto llevado y dominado por la fe, puede evolucionar su efecto sanador solamente en un grupo que comparte la misma creencia. El machi recorre su camino  sagrado, acompañado hasta cierto punto por los familiares y la comunidad para acercarse al Dios Chau gnechen y quedar frente a él, comunicando el llamado de su pueblo o del enfermo.

 

Salud Mental y Medicina Indígena

La salud mental se define como un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad (Organización Mundial de la Salud)

Así, la salud mental es entendida como el equilibrio psicológico dado por un adecuado desenvolvimiento en el plano individual, social y comunitario del sujeto. Es la búsqueda de sentido, de nuestra identidad, es una búsqueda constante de mejores niveles de vida personal y de vida comunitaria.

Entonces la salud mental, es más que la ausencia de los trastornos mentales.

En el equilibrio del psiquismo humano intervienen un importante número de factores interrelacionados (personalidad, biología, cultura, historia, familia, entorno, entre otros) que permiten mantenernos en armonía o en una búsqueda de  conexión con nosotros mismos y los otros.

El vivir en una cultura determinada, condiciona el cómo los sujetos vamos construyendo, significando e interpretando la realidad bajo algunos parámetros socio-culturales dominantes, esto tendería a generar en nosotros condicionamientos (estructuras personales) acerca de lo que un sujeto debe hacer, cómo debe comportarse, y, por lo cual, podría determinarse también, cuando se encuentra en un estado de sanidad. Los parámetros de lo sano y particularmente la sanidad mental, se encuentran mediados por lo que se considera normal o anormal en un sistema social determinado.

En una sociedad occidental moderna, que se rige bajo parámetros positivistas, que cosifican la realidad, la sanidad o la normalidad, depende de los comportamientos mayoritarios, esto es, lo que la sociedad ha determinado como una forma adecuada de ser en relación a los otros. No obstante, esta forma de ser tiende a ser determinada por los grupos, culturas, ideologías o dogmas dominantes Así también, la normalidad estaría sujeta a lo que la sociedad determina como una forma de ser ideal.

La salud mental sería descrita entonces, como un constructo social, un acuerdo de lo que entendemos por realidad, por lo cual tiene que ver con cada cultura, con cada territorio, con cada unidad lingüística y con cada unidad familiar.

La salud mental, o la sanidad, estaría dada por una búsqueda de sentido a nuestras vidas, por mantener una armonía en nuestro psiquismo humano, y, es en este psiquismo, en esta estructura psíquica, donde muchas veces se producen una serie de transformaciones, y/o desequilibrios, por la afección de algunos componentes de nuestra personalidad, carácter, historia vital, biología, entre otros.

El psiquismo humano o su estructura nos llevaría a deambular por diferentes estados de nuestra salud mental, la cual me parece más como una incesante búsqueda de si mismo, o como los humanistas transpersonales manifiestan que dentro de cada persona está contenida la sabiduría necesaria para alcanzar un estado de salud óptima; ya “que todo ser humano tiene, dentro de sí, la capacidad de saber lo que necesita para activar y realizar su potencial. Esto es lo que Rogers llamó valoración organísmica (Rogers, C.R., 1964), una capacidad que tiene el organismo –la totalidad del ser humano: mente, cuerpo, emociones, espíritu-, como un todo, de valorar cada experiencia como enriquecedora para sí, en ese momento en particular” (Celis, A., 2000, pág. 3).

Ahora bien, para los pueblos originarios, particularmente para los pehuenches, el hombre es parte de un todo, su ser (che) está en intima relación o en coexistencia con el cosmos, por lo cual; ¿cómo se concebiría este psiquismo, la salud mental o la sanidad?

Lo sano al parecer estaría dado por lo natural, por el equilibrio que se mantiene entre los diferentes elementos del cosmos. Entonces la enfermedad o el desequilibrio, se generaría por las transgresiones o rupturas de la armonía preexistente, esto es, por discordias en la familia, transgresión de los lugares sagrados, perturbaciones neurológicas, entre otras, lo que a mi modo de ver, nos presenta un “psiquismo” conectado en este espacio trascendental con lo supremo, con el “Todo”, esa íntima comunión que existe en nuestro interior.

Cuando existe un desequilibrio en nuestras vidas familiares, comunitarias, personales, cuando generamos concientemente contaminación, denostamos nuestros lugares sagrados, cuando no existe forraje para los animales, cuando le deseamos mal a otra persona, rompemos esa armonía existente entre los diferentes elementos que configuran nuestra vida, nuestra coexistencia con el cosmos.

Los condicionamientos internalizados y llevados por nosotros cotidianamente como hábitos, van generando o van potenciado el desequilibrio. Por lo cual la labor que se realiza desde la Medicina Indígena es reconocer esta ruptura, y regenerar el equilibrio antes existente. 

Cabe destacar, que los procesos de salud y enfermedad para los Pueblos Originarios están íntimamente ligados a los principios religiosos, a su espiritualidad. La enfermedad (mental) para la Medicina Indígena, afecta al sujeto a través de un proceso de desequilibrio o desarmonía. Cuando se produce el desequilibrio se crea la enfermedad que afecta al espíritu, al cuerpo y lo psicológico.

Existe la posibilidad de regenerar el equilibrio psicológico y esto tiene que ver con el proceso de sanación generado por cada uno de los Agentes de Medicina Indígena. 

 

Iniciativa Kume Mongûen (‘Buen Vivir’):

Equilibrio-Desequilibrio de Salud Mental en Alto Bio Bio

Entendemos que las patologías de salud mental, o los desequilibrios psicológicos en las personas dependen de una serie importante de factores que pueden influir en el sujeto.

Así el dualismo salud-enfermedad y salud mental-enfermedad mental devienen en equilibrio-desequilibrio (armonía-desarmonía). En el ideal teórico, el equilibrio del psiquismo humano nos permitiría considerar que existe un adecuado desenvolvimiento del sujeto en una búsqueda de su sentido de vida. 

Cuando se produce el desequilibrio psíquico debido a una serie de eventos críticos intrínsecos o extrínsecos a la persona, donde no es posible restablecer el equilibrio preexistente, podemos manifestar que se produce la enfermedad.

El enfermar se manifiesta de diferentes formas, de acuerdo a la cultura, historia o personalidad del sujeto. Podríamos expresar que en nuestra cultura basada en una medicina alopática, la enfermedad mental estaría ligada particularmente a lo orgánico, al órgano; por lo cual los medios de sanación tienden a considerar de manera importante este aspecto. Ahora bien, en las últimas décadas hemos sido partícipes de una transformación de los modelos de salud (Bio-Médico / Psicosocial / Salud Familiar) y en particular de las transformaciones constantes de la psiquiatría, que tienden a considerar al sujeto desde una perspectiva socio-histórica, entendiendo la enfermedad como una producción sintomática generada por distintos y diversos factores, mucho de los cuales son desconocidos por los agentes médicos alopáticos.

Los desequilibrios psicológicos son diagnosticados y tratados de acuerdo a protocolos establecidos y homogenizados para toda población. Entonces, ¿qué pasa con los sujetos que provienen de culturas, lenguas y territorios diferentes? ¿Cómo atendemos o damos respuestas a las necesidades de sanación de estas personas?

Pewen: Árbol sagrado del Pueblo Pehuenche
Pewen: Árbol sagrado del Pueblo Pehuenche

La experiencia en el Territorio Indígena de Alto Bio Bio, me lleva primeramente a reconocer que no existe un modelo único de salud que atienda y resuelva todos los problemas de salud, por lo cual se debe dejar de considerar la medicina alopática como la única existente y válida, reconociendo el enorme y relevante valor de la Medicina Indígena, para los cuales “en su cosmovisión el orden del Universo se rige por una serie de fuerzas opuestas y complementarias que deben estar en armonía. La intervención humana y/o de otros entes de la naturaleza pueden llegar a alterar ese orden para dar paso a una relación conflictiva entre el cosmos y el ser humano, entre el individuo y su mundo social. Uno de los fenómenos en que se objetiviza ese conflicto es la enfermedad, llamada en chedungun, Kutran, concebida como un estado en que el individuo no puede relacionarse normalmente con los demás y/o se encuentra incapacitado de realizar sus tareas habituales” (Citarella, L.; 2000)

Cuando existe un quiebre, transgresión o ruptura de cada una de las dimensiones implicadas en la relación armónica del ser con el cosmos, el sujeto pierde sus capacidades de equilibrio  (deja de ser Che) y se enferma.

Este principio, no sólo es posible aplicarlo para los pueblos originarios, sino también para la población no indígena, dado por lo descrito por diferentes ramas de la medicina y de la psicología como la psico-neuro-inmunología.

“Fue hace mas de tres siglos, en 1680, cuando el médico de Transilvania Papai Paris Ferenc, repitió lo que había dicho Aristóteles (…) al decir que cuando las partes del cuerpo y sus humores no se encuentran en armonía, entonces la mente se desequilibra, produciendo melancolía, pero asimismo, una mente tranquila y feliz hace que todo el cuerpo sea saludable” (Ibacache, J.; 2001).

Este aspecto, junto a otras experiencias ligadas al ámbito sanitario, me sugiere adoptar una visión Socio-Espiritual y Psico-biológica, como camino de la vida y como simbolismo de la enfermedad, y por lo tanto también como estrategia de recuperación del equilibrio, incorporando los saberes de la Medicina Indígena, a través de sus agentes en el Territorio Pehuenche.

Así, se incorporan los saberes de los Agentes de Medicina Indígena y los especialistas de la Medicina Alopática, para el análisis y tratamientos de las diferentes enfermedades, trayendo como resultado niveles más humanos de sanación y el surgimiento de una medicina socio-cultural.

 

Alto Bio Bio, Territorio de Sanadores

En el Territorio Indígena de Alto Bio Bio ha existido siempre la Medicina Indígena, que a través de los años no se ha anquilosado, sino que se ha adaptado a las constantes transformaciones existentes en el territorio, ahora reducido, y donde viven y se desarrollan las comunidades pehuenches.

El carácter dinámico de esta medicina al parecer ha permitido resistir los embates de los reduccionismos médicos no indígenas, como la medicina alopática, que muchas veces persiguió a los Agentes de Medicina Indígena.

En la actualidad, junto al modelo de salud indígena caracterizado por las funciones desempeñadas por Hierbateras (Lawentucheve), Parteras (Puñelelcheve) y Componedores de Hueso (Gutamcheve), se ha ido incorporando un modelo de salud alopático o no-indígena, que brinda atención en las diferentes Comunidades Pehuenches de Alto Bio Bio.

La Medicina Indígena nos indica que en los desequilibrios psicológicos se ha desestructurado la armonía existente entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y su relación con Dios, entre el hombre y sus lugares sagrados.

Cuando se provoca el desequilibrio, surge la enfermedad, que afecta espiritual, psicológica y físicamente.

Esta Medicina Indígena, es trabajada en el Territorio, desde la existencia del pueblo; sin embargo, hoy en día, la figura de las Hierbateras (Lawentucheve) cumple un rol trascendental en el proceso de sanación, así como también, de riqueza cultural y espiritual.

En estos años de experiencia en el Territorio Indígena de las Comunidades Pehuenches, me ha sido enriquecedor compartir espacios de reflexión y conversación, con los Agentes de Medicina Indígena, que me permite abrir espacios de sanación personales y para los usuarios que he acompañado en estos cinco años.

La cercanía con una de las Lawentucheves, obedece a la simpleza comunicativa que pudimos generar cuando nos conocimos, por la hermosura de sus palabras o nuestra sinceridad en el vínculo.

Esta Lawentucheve me abrió las puertas de su Comunidad de Kauñiku y generamos este encuentro de abrir y cerrar puertas existenciales.

 

Victoria Nolfa Pavian Montre, Lawentucheve Pehuenche

Durante los años de mi experiencia en el Territorio Indígena de Alto Bio Bio, me ha interesado conocer y tratar de comprender la vida del pueblo pehuenche, particularmente en lo que dice ser, su forma de entender la vida, esta cosmovisión del hombre, su ser y el entorno, los procesos de salud y enfermedad.

En este territorio particular de los hombres y mujeres pehuenches, me he mantenido en un constante contacto con los agentes de medicina indígena, esto es, las hierbateras, parteras y componedores de hueso. Sin embargo, la relación más enriquecedora la construimos con las hierbateras o lawentucheves, quienes siempre me han apoyado en este camino espiritual de una persona no pehuenche, con la medicina y los entendimientos de los procesos de salud y enfermedad indígenas.

Las lawentucheves que he conocido en este camino, sanadoras pehuenches, Zenobia Levi, Juana Beltrán y Nolfa Pavian, me han conducido por sus historias de vida, y, tratando de comprender los caminos de sanación, muchas veces ignorados y vapuleados por nuestra cultura que tiende a ser dominante.

En este escrito, he querido plasmar la historia particular que hemos construido con la Lawentucheve de la Comunidad Indígena Kauñiku, Lamnguen Victoria Nolfa Pavian Montre, quien se ha convertido en un símbolo de mi coexistencia con el mundo indígena, y, también una conexión mágica con la forma de sanar de la Medicina Indígena.

El dialogo  de acercamiento para afianzar la confianza es un desafío permanente, que sobre  todo nosotros las personas no-pehuenches debemos desarrollar hacia nuestros pares Pehuenches, para así conocer y aprender de la sabiduría ancestral de este pueblo.

En la conversación -elemento esencial en el descubrirse como seres humanos-, con la Lawentucheve Nolfa Pavian, exploramos diferentes aspectos, que son necesarios de destacar en el marco de este documento.

Entiendo primeramente que la labor de Hierbatera es un don heredado de sus abuelos y que no es hasta que su hermana fallece (Basilia Pavian Montre) que ella no desempeñaría esta labor.

“Recuerdo mucho a la Lawentucheve ya fallecida Basilia Pavian Montre, muy dedicada y conocedora de las plantas medicinales, conjugando la sanación con las oraciones sagradas con Chaw Gnechen, dispuesta a ayudar a todos quienes la necesitasen; hoy continúa ejerciendo este conocimiento su hermana Nolfa Pavian” (Catrileo, J. 2009).

Durante su infancia y adolescencia la ley de la Madre Tierra, le entregó la herramienta definitiva, mediante un sueño (peuma), la visión de sanar a las personas que la necesitasen.

La Lawentucheve, explica que antiguamente los pehuenches sobrevivían de la yerba (sistema herbolario) que entregaba la naturaleza y todo esto se acompañaba con oraciones (Nguillatun - punteventun - pichotun - ngutrum pulle); principalmente de oraciones que se realizaban muy de madrugada y también se subía a los altos de la montaña, porque según la Lawentucheve, en sus sueños Chaw Gnechen en la altura de la pinalería, se acercaba más a sus hijos.

Antiguamente, no existía para el pehuenche la biblia, tampoco el bautizo del católico, por lo que cada acontecimiento sagrado, era fijado por la propia estación del medio natural de la Ñuke Mapu (Madre Tierra).

“Todos los elementos del Wall Mapu (Territorio) deben estar en equilibrio, cada componente es portador de la vida, salud, equilibrio, bienestar individual y colectivo, sosteniendo una muy buena relación con los animales, los árboles, los  ríos, esteros, vertientes, menuko, cauces que nacen desde diferentes puntos del Meli Witran Mapu (Cuatro puntos de la tierra), Laguna Utralafken (aguas en el altar) donde las familias conviven e interactúan con este entorno natural, en  la  pesca casera para la alimentación, lugar para el pastoreo de los animales (veranadas),  recolección del piñón y espacio  de conexión espiritual con los seres sobrenaturales que allí habitan” (Catrileo, J. 2009, pag.2).

“En síntesis, todos estos entornos naturales están conectados con el hombre y particularmente con el pehuenche, por lo que debe primar el respeto y evitar  toda transgresión, que hoy está siendo una constante en el comportamiento de los jóvenes, lo que provoca en ellos enfermedad, desequilibrio espiritual, provocado por elementos sobrenaturales que habitan en estos lugares cordilleranos y  provocan:  Traventun, Perrimontun, Wekuvetun (enfermedades mapuches), conocidas en la salud formal occidental  como: Depresión, Psicosis, alteración conductual; y estas materias requieren de un abordaje especial considerando todos los elementos de la cosmovisión” (Catrileo, J. 2009, pag. 2).

Estos desequilibrios producidos por la persona lo hace actuar de manera diferente ya que no es él en su totalidad (el enfermo deja de ser che – persona), falta lo más primordial que es el espíritu, situación que conoce en su totalidad la lawentucheve en su primer diagnóstico de pesquisa de la enfermedad.

 

Principales métodos para enfrentar la enfermedad

Según la Lawentucheve, es la oración un elemento fundamental en el proceso de sanación de la persona, ya que, en esta conexión con Chaw Gnechen se pide por el regreso de ese espíritu alejado, y, que no permite el actuar bien a la persona. Así mismo, se reconoce la existencia en el espacio, de un espíritu maligno que se traslada por el viento y que lucha para vencer al espíritu bueno (pulle). Por lo cual, se debe generar un tratamiento con diferentes yerbas (lawen) que la Lawentucheve conoce y que se encuentran en el territorio.

A través de la oración, la Lawentucheve se conecta y mantiene una coexistencia con todos los elementos del cosmos que permiten generar el proceso de sanación.

Esta conexión vital es también con su propio cuerpo, con sus emociones, ya que el atender un paciente implica entregarse (conocimiento situado en la experiencia).

El enfermo debe ser acompañado en todo su tratamiento, debe reinar la hermandad, apoyo familiar y aprecio para sumar fuerzas (Newen) y vencer a los malos espíritus. También son importantes los consejos (ngulam) de los tratantes a la enfermedad, consejos de ancianos, los abuelos, para así tener la precaución necesaria de que en la tierra hay vida y existen innumerables seres vivos naturales dueños de los volcanes ríos, pewen, guardianes de la ñuke mapu, que cuida todo su entorno bajo el mandato del Chaw Gnechen.

Y en la actualidad con la llegada de lo ajeno, los espíritus en alguna medida se han alejado, porque el o la pehuenche, cada día han deteriorado su conciencia por los impactos antes mencionados. Como Lawentucheve, siente un dolor en el corazón por los jóvenes que emigran sin regreso, perdiéndose en la ciudad y también por los jóvenes de la comunidad, deprimidos por la situación social en la que están insertos, que en la antigüedad no era necesaria y muchos jóvenes optan por quitarse la vida sin entregar sus espíritus como es debido a un anciano, meica, padres o nuestro mismo Chaw Gnechen.

Por otra parte, la Ñaña Victoria Nolfa Pavian, relata que los sueños, son un elemento central en el proceso de salud y enfermedad, ya que ella muchas veces se sueña con el paciente antes que llegue, y, por lo mismo, ya sabe qué itinerario terapéutico le corresponde. Los sueños (peuma) permiten también liberar  a la persona de las energías negativas, ya que al contarlos pierden su energía y poder sobre la persona.

El uso herbolario, de las hierbas medicinales, es fundamental en el tratamiento de las enfermedades, ya que al lawentucheve es un tipo de Agente de Medicina Indígena docta en el reconocimiento, preparación y uso de las hierbas medicinales existentes en el Territorio Indígena. No obstante lo anterior, cada vez se hace más difícil acceder a estas hierbas debido al proceso de inminente reforestación con vegetación atípica al territorio, lo que indudablemente perjudica en el abordaje de las enfermedades que sus pacientes presentan.

Un aspecto fundamental, de todo este proceso de atención de la lawentucheve, es el reconocimiento de que la enfermedad traspasa lo corpóreo, situándose en el sujeto colectivo. Cada enfermo pierde su ser como persona, y debe ser acompañado por un ‘dueño del enfermo’, el cual se debe preocupar junto a su familia y comunidad de las necesidades de éste. Así mismo, podemos entender también que la enfermedad pueda afectar a más de una persona de una familia o comunidad.

Cuerpo “abierto”: lo que sucede en el medio natural, social y religioso penetra en el cuerpo físico y produce enfermedad (síntoma) “me enfermé de pena, pura pena”. Así también, se nos presenta un concepto de enfermedad y órganos sin límites exactos: se enferma “todo el cuerpo”, o la enfermedad “se pasa de una parte del cuerpo a otra

El cuerpo, entendido como una entidad cerrada propia del pensamiento cartesiano, da paso a esta forma de entender los procesos de salud y enfermedad, donde la oración, la conversación, los sueños y los rituales son parte esencial de la mejoría de un paciente.

 

Coexistencia: Un Camino posible de construir

El reconocimiento de que los diferentes Sistemas o Modelos de Salud parten de epistemologías o paradigmas distintos y que en cada territorio existen diversos sistemas médicos en ejercicio, no nos debe hacer olvidar que comparten aproximaciones claras y certeras en la finalidad (metas), la cual sería generar la sanación de los usuarios, clientes o pacientes.

En este sentido, en determinados territorios encontramos prácticas médicas indígenas, alopáticas  y populares, como lo es en el Territorio Indígena de Alto Bio Bio, lo que nos hace construir un modo o entendimiento básico entre los modelos y entre los diferentes agentes de medicina (Médico – Lawentucheve – Santiguador). Este reconocimiento, valoración y complementariedad existente puede denominarse Salud Intercultural.

Ahora bien, cuando se reconoce la riqueza de cada una de las medicinas y se niega lo absoluto, sobrepasamos esta relación de complementariedad y existencia; ya no nos sirve reconocer únicamente que en cada territorio existe este o este otro modelo de salud, sino que debemos tratar de vincularnos y generar encuentros epistemológicos y paradigmáticos entre los diferentes Modelos y Sistemas Médicos.

Rogativa Pehuenche
Rogativa Pehuenche

Por ejemplo, que ciertos impulsos, voluntades y/o necesidades desde la psicología permitieran el acercamiento a tradiciones filosóficas y terapéuticas de Oriente, donde aprendimos nuevas formas de entender los procesos personales, sociales y de sanación, no se basa, construye o estructura únicamente en una relación de complementariedad de dos sistemas o paradigmas distintos, sino que existe la voluntad personal, social, comunitaria, profesional y/o académica de incorporar y hacer nuestra esta epistemología. Así la Psicología Transpersonal nos habla de estos encuentros, coexistencias y apertura dialógica con la filosofía oriental -sufista, taoísta, entre otras escuelas filosóficas-.

Ahora, ¿por qué no podríamos sentir la necesidad que en nuestro país, se puedan generar encuentros epistemológicos, paradigmáticos sobre los diferentes modelos de salud existentes en territorios particulares, como lo es el encuentro entre las disciplinas de la ciencia occidental encarnadas por la Medicina Alopática y la Medicina Indígena?

La Psicología, creo que ha dado un paso primordial en el acercamiento a algunas formas de sanación en el continente americano, como lo es el uso de plantas maestras y otras formas y técnicas chamánicas en el abordaje de las toxicomanías (ej: Centro Takiwasi – Tarapoto; Perú). Ahora bien, la propuesta de esta Tesina es el ‘reconocimiento’ de la existencia de un Sistema de Salud Indígena en Territorio Pehuenche, y, cómo puedo  visualizar este encuentro, el cual se ha mantenido durante décadas y que cada día cobra mayor relevancia sobre la base de las prácticas de profesionales, agentes médicos y otros terapeutas que se encuentran en los diferentes territorios indígenas

La complementariedad de los sistemas médicos alopáticos e indígenas en el Territorio Pehuenche de Alto Bio Bio, ha mantenido una existencia, desde una tímida vinculación, a una  sincronía real dada por ejemplo, por el Reconocimiento de los Agentes de Medicina Indígena y de los Protocolos de Derivación y Contrarreferencia a la Medicina Indígena. Sin embargo, esta complementariedad existente, debería dar paso a una coexistencia de sistemas médicos. Esto quiere decir, por ejemplo, que en los procesos de salud y enfermedad adscritos a las prestaciones de salud mental, debiese existir un acercamiento y un entendimiento epistemológico y de prácticas entre ambos sistemas.

La construcción y adopción de un paradigma Socio-Espiritual Psico-Biológico, nos permite generar los acercamientos en el área de la salud mental de muchas de las claves de la Psicología Transpersonal.

En este sentido, creo  que existe un atributo común y significativo entre la Medicina Indígena y la Psicología Transpersonal que es necesario describir, y que generaría las bases de una atención psicológica más pertinente en un Territorio Indígena, de acuerdo a mi experiencia humana y profesional.

-Espiritualidad: Muchas veces, creemos y negamos nuestra espiritualidad cuando rompemos con la religiosidad. Al decapitar al ser humano de su dimensión espiritual, entra en una forma de indefinición en su vida. Este proceso lo fui viviendo durante años, en mi formación de pregrado, posgrado y en mi vida. No obstante lo anterior, la llegada al Territorio Indígena de Alto Bio Bio, genera inmediatamente una conexión con lo reprimido; esta espiritualidad fogosa que estaba detenida en mi ser.

Las rogativas, conexión trascendental y etérea con un ser, o espacio mágico para escuchar nuestro interior, al son de una lengua proveniente de lo más profundo de la tierra, junto a la paz y tranquilidad de los primeros ancianos que conocí, generan un movimiento revitalizador en mi persona, espacio necesario de ir manteniendo con el tiempo.

Esta vinculación con la cultura pehuenche a través del encuentro cotidiano con agentes de medicina indígena y personas que me mantenían en cada momento conectado con lo que sentía, sin pensar mucho, más bien, experimentando todo, esta nueva forma de vida que se me mostraba, era el paso hacia un vivir más conectado y sincero con esta búsqueda de sentido, con mi sanidad.

La conjunción de experiencias de revitalización e importancia sublime a lo espiritual es lo que hoy me permite escribir, reflexionar y sentir que los procesos de sanación desde los profesionales ligados a la salud mental deben incorporar lo espiritual como una dimensión dialógica esencial, en el trabajo con los pueblos originarios.

Dimensión espiritual, como camino creativo y participativo, y, no como una búsqueda de una verdad intrapsíquica.

La Medicina Indígena y la Psicología Transpersonal presentan una base epistemológica común al presentar una cosmovisión o cosmogonía en donde se perfila un ordenamiento, equilibrio o armonía entre cada uno de los elementos existentes en el universo, en el cosmos, donde existe un ente canalizador como lo es Dios, Chau Gnechen, u otro eje articulador.

En ese sentido, es la Psicología Transpersonal, en su modo de interactuar con el otro, en la coexistencia, que se convierte como la disciplina más cercana a la cosmovisión y cosmogonía pehuenche, al considerar en sus bases la espiritualidad como elemento fundamental. Es la única vertiente psicológica que incorpora lo espiritual en su epistemología.

Lo espiritual, como esa conexión esencial entre el hombre y los diferentes elementos del territorio, necesaria al tratar de comprender los procesos de salud y enfermedad que se generan en los territorios indígenas.

En esta conexión con ese poder creativo, se pueden crear una serie de caminos o estados espirituales, los cuales no necesariamente son superiores o inferiores a los demás por sus contenidos, sino que lo que tenemos que ver son los frutos en la persona.

A la frontera entre los problemas psicológicos y los problemas espirituales (entre el “psi” y lo “spi”) la intervención de la medicina indígena puede ser de una enorme ayuda para compensar las deficiencias de la salud mental occidental reducida cada día más a una psiquiatría biológica de contención. Por lo cual el encuentro dialógico sobre la espiritualidad  es necesario de reconocer y fortalecer entre las diferentes disciplinas.

En este sentido, creo que la armonía existente entre los diferentes elementos del universo o del cosmos, nos permite vivir en lo sano, reconociendo lo sano como lo natural. Sin embargo, esa conexión armónica parece estar quebrada. La cultura pehuenche y su medicina precisan que son las acciones humanas, como las peleas, las rupturas, las transgresiones llevadas a lo cotidiano a través de hábitos, serían lo que genera el desequilibrio entre los elementos y la consiguiente enfermedad. Por lo cual, se debe regenerar el equilibrio a través de diferentes procesos de toma de conciencia, responsabilidad y sanación.

Asimismo, para la Psicología Transpersonal, los condicionamientos son pautas, hábitos, propias de nuestra ‘neurosis’, que nos permiten sobrevivir y muchas veces ser funcionales a una sociedad determinada; sin embargo, sufrimos con esto, ya que perdemos el sentido de nuestra vida, la intimidad con nuestro ser. Por lo cual, debe existir un proceso consciente y responsable de reconocimiento de nuestros condicionamientos y posibilitar la trascendencia de éstos. Esto significaría regenerar un  equilibrio personal.

Entonces son los condicionamientos, los hábitos, elementos centrales de modificar para ambas disciplinas, en el sentido de querer acceder a mejores niveles de vida y trascendencia.

 

Conclusiones generales

El relato sobre la experiencia de un psicólogo no Pehuenche en Territorio Indígena, es de una riqueza insospechable, ya que en los primeros encuentros, uno pudiese preguntarse ¿quién es el intervenido?; estando en un territorio con el 90% de su población reconocida como pehuenche, cabe por lo menos cuestionarse y abrir caminos de diálogos, donde abandono mis praxis de la que ‘sabemos bien’ para concentrarme en la que ‘sé menos’.

El encuentro con la cultura Pehuenche, desde el sistema cultural pehuenche me permite articular discursos no desde lo unívoco, sino desde la apertura dialógica. Diálogo que he querido abrir al incorporar como dimensión significativa la espiritualidad, para ponerla como simbolismo de un encuentro necesario de generar en la perspectiva de lograr niveles de sanación más humanos, respetando la vida de un pueblo y sus sistemas culturales y de sanación.

Este relato, pretende visibilizar la apertura dialógica y epistemológica en el ámbito de salud mental en el Territorio de Alto Bio Bio, el cual trata de propugnar el Reconocimiento de los Sistemas Médicos Indígenas y de la coexistencia con prácticas psicológicas occidentales.



Notas:

[1] Espacios territoriales en que han vivido ancestralmente las etnias indígenas. Alta densidad de población indígena. Existencia de tierras de comunidades o individuos indígenas. Homogeneidad ecológica.

[2] “En la tierra no había nada, ni agua, ni flores. En el aire vivía un espíritu poderoso (Chau gnechen) y otros poderes secundarios. Algunos de éstos se rebelaron y el poderoso Chau gnechen los convirtió en piedra y les puso el pie encima, lo que hizo que al partir formaran las montañas. Los espíritus que habían quedado vivos y mostraban arrepentimiento salían de las rocas convertidos en llamas y humos de volcán. Los más arrepentidos se elevaron hacia el cielo y se convirtieron en estrellas. Sus llantos de arrepentimiento son el origen de las lluvias. El espíritu poderoso halló triste a la tierra y transformó en hombre a un espíritu hijo suyo, el cual al caer quedó sin sentido; la madre del joven se llenó de pena y para mirarle le abrió en el cielo esa ventanilla por donde se asoma su cara pálida, que los hombres llaman luna. El espíritu poderoso tomó una estrella y convirtiéndola en mujer le ordenó que fuera a acompañar a su hijo. Ella tenía que caminar por la tierra, que la lastimaba, pero ordenó que a su paso crecieran la hierba y las flores, y la hierba en las selvas. Cha chaw lo miraba por una ventanilla del cielo, que es el sol” (Catrileo, J.; 2005, pag. 5)

[3] “El Diccionario de la real Academia Española define “cosmovisión” como la manera de ver e interpretar el mundo, que tiene un determinado grupo humano. Desde el punto de vista mapuche, es la mirada del todo en el universo, con una concepción, espacial, espiritual, sobrenatural; representada por una filosofía explicativa del ser y el hacer. Es el ojo mágico, que por encima de tiempos, distancias, todo lo ve y todo lo comprende” (Catrileo, J.; 2005, pag. 5).

 

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Cómo citar este artículo:

BASUALTO BUSTAMANTE, Álvaro, (2014) “Psicología y Terapias de Medicina Indígena en la Atención Primaria de Salud: El caso de Alto Bio Bio”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 18, enero-marzo, 2014. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=890&catid=6