Entendiendo la cultura de los hombres sin pellejo blanco. Reseña del libro de Carlos Guevara Meza, Conciencia periférica y modernidades alternativas en América Latina

Understanding the culture of men without white skin. Book review of Carlos Guevara Meza, Conciencia periférica y modernidades alternativas en América Latina

Compreender a cultura dos homens de pele branca. Resenha Carlos Guevara Meza, Conciencia periférica y modernidades alternativas en América Latina

Daniel Inclán

Recibido: 16-06-2013; Aprobado: 01-07-2013

Asertos

¿Qué sentido tiene elaborar disertaciones sobre la modernidad en la segunda década del siglo XXI, cuando parece que el debate, que inició a finales de la década de los años setenta, ha sido superado? ¿Acaso en México, como parte de América Latina, se llegó tarde a la discusión? ¿Es posible decir algo nuevo que permita entender de otra forma aquello que genéricamente se conoce como modernidad?  A estas, y muchas otras preguntas, formula respuestas Carlos Guevara Meza. Antes que conclusiones sesudas intenta presentar un itinerario para leer desde otras claves interpretativas un problema que sigue vigente: lo no unívoco de la modernidad.

Una de las advertencias con las que inicia el capítulo 5, puede servir de guía de lectura para todo el libro, dice el autor “quizá juzgue este texto como una suma de lugares comunes, pero no lo son para la mayoría de los lectores posibles”. Se puede agregar que incluso para aquellos lectores formados y especializados hay una novedad en esos “lugares comunes”. La novedad reside en el proceso de ensamblaje de la información, en la clave de lectura histórica en la que se reposicionan los acontecimientos, varios de ellos muy conocidos por los interesados en la historia cultural de América Latina. Con un procedimiento cercano al cinematográfico, Guevara Meza arma una narrativa para subvertir la historia lineal y mecanicista con la que se suele interpretar la realidad latinoamericana.

El objetivo del libro no es contar “otra historia”, hacer un canto paralelo, una parodia de las historias institucionalizadas. Los propósitos son más ambiciosos, la relectura histórica tiene por fin sentar las bases analíticas para pensar a la modernidad como un proceso múltiple y sincopado, con desarrollos desiguales, en tiempo y espacio,  que no se pueden entender siguiendo el “modelo acabado” de “la modernidad europea”. Lo que intenta Guevara Meza  es estructurar una contrahistoria para encontrar los índices de aquello que puede ser reconocido como modernidades alternativas, desplegadas y experimentas desde otras geografías.


Para lograr sus objetivos formula un problema que obliga a un replanteamiento de la lectura de la historia latinoamericana. Parte de una sugerente y polémica protesta de Bolívar Echeverría, que afirma que la modernidad puede ser entendida como una esencia, un fundamento y una configuración; por lo que no se reduce a la expresión de la modernidad capitalista, sino que hay, al menos de manera potencial, modernidades alternativas, en las que se podría actualizar de otra formas las posibilidades que la modernidad, como esencia, ofrece a lo humano, mismas que han sido subsumidas por la forma capitalista. El contrapunto de lectura de esta propuesta es la espacialización de aquellas modernidades, recuperando la forma manera en la que Beatriz Sarlo entiende a la Buenos Aires de principios del siglo XX. Guevara Meza propone entiende a estos espacios sociales como parte de una geografía periférica; asidero en el que se sostiene una conciencia histórico-política,  peculiar, diferente y en ocasiones contraria a la conciencia autorreflexiva de la Europa Central.

La forma en la que Une estas dos matrices analíticas, la de Echeverría y la de Sarlo, es a través del estudio de las formas culturales, como el campo social en el que se pueden estudiar con detalle las pugnas por establecer formas alternativas a la modernidad capitalista. Es desde la cultura, entendida como formas de representación y acción sobre el mundo, donde el autor intenta reconstruir la historia del desarrollo no unívoco de la modernidad en América Latina. Para ello arma un recorrido que enfrenta las visiones de las élites políticas y los ejercicios rebeldes en torno al campo cultural y, particularmente, a las formas estéticas que éste adquiere.

El libro está compuesto por ensayos semiautónomos, que pueden leerse de manera independiente y que en su conjunto hablan de una multiplicidad de procesos y disputas en el continente para definir los contenidos políticos e ideológicos de la modernidad histórica, sea ésta como imitación o como compromiso local. La tensión la desarrolla partiendo del estudio del liberalismo y  las disputas por la oligarquía para establecer las políticas gubernamentales en las nuevas repúblicas. Más que una reconstrucción pormenorizada, el libro devela un índice de los liberalismos  latinoamericanos, que además de formas de gobierno, representaron “tomas de posición estéticas”, que son también tomas de posición política. El contrapunto no es gratuito, porque una toma de posición no es secundaria a la otra, sino formas simultáneas en las que se disputa el contenido cultural e histórico de las nuevas naciones. Desde esta clave analítica, Meza reinterpreta la relación de identidad y otredad en los nuevos estados latinoamericanos. La tensión entre ideologías y formas estéticas es el eje de la explicación. El problema del indio es también una problema de formas estéticas, no sólo se discute sobre qué hacer con ellos en los proyectos de homogeneización nacional, sino como construirles espacios de representación que no pongan en peligro la ideología de la élite, fundamentada en lecturas positivistas y de evolucionismo social.

Como contrapunto de las perspectivas de las élites, Guevara Meza expone las pugnas que se realizaban en los espacios de producción cultural, más específicamente, el ámbito de la producción estética. En estos lugares de debate social no hay una repetición acrítica de las formas dominantes, sino un amplio y complejo diálogo sobre qué formas son las adecuadas para expresar la realidad histórica local y participar en su transformación. El objetivo es demostrar que en el ámbito de la producción estética también hubo una incidencia en las formas en las que se pensó lo específico de las historias latinoamericanas. La reconstrucción histórica intenta expandir el campo de la producción estética, encontrando sus nudos políticos, sus vínculos con los debates y combates de la época. Esto lo logra con mayor detalle al hablar de las culturas rebeldes y radicales.


Una vez más el autor construye índices de interpretación, donde hay poca documentación y donde no hay más que testimonios porque no quedan restos de las prácticas estéticas rebeldes. Es el caso de la cultura anarquista y sus manifestaciones estéticas, de las que se sabe en muchos casos de su existencia, pero no hay rastros de ella. La forma de salir de la trampa de la evidencia, Guevara Meza la propone en el estudio de las prácticas asociadas a las producciones estéticas, recuperando lo que Roger Chartier llamó prácticas de lectura para entender la importancia de la lectura en un mundo analfabeto. Guevara Meza El autor encuentra un vínculo en estas prácticas entre las ideologías anarquistas y la recuperación de saberes tradicionales, comunitarios e indígenas. El anarquismo latinoamericano es radicalmente moderno al intentar recuperar las fuerzas históricas de las comunidades locales, para construir un proyecto social opuesto al capitalista.

El cierre de la reconstrucción histórica lo hace a través de dos procesos paradigmáticos, por un lado el singular papel  de José Martí y, por otro, la complejidad del teatro anarquista mexicano. El ensayo sobre Martí intenta un acercamiento en el que se reordenan las deudas intelectuales del escritor cubano, para reconocer los diálogos que tiene con corrientes radicales y la forma en las que éstas influyen en sus pensamientos. Por otro lado, la reconstrucción del teatro anarquista intenta saldar una deuda de la historiografía de las formas estéticas radicales, que poca atención a puesto a la importancia que tuvo el teatro anarquista en la vida cultural del México de principio de siglo.

 

Lo que resta

Si pensamos que todo libro es parte de un proceso comunicativo, hay que asumir entonces que siempre lleva la marca de la incompletud, como condición que intenta ser superada por los múltiples lectores que pueda tener. En el caso del libro de Guevara Meza hay una serie de ausencias que vale la pena discutir, sin desmerecer el contenido general del trabajo. El contrapunto de lectura histórica que pone el autor sobre la mesa: pensar a la historia en plural, más específicamente a la historia de la modernidad, no es aplicado al resto de los procesos que se analizan en el libro para dar cuenta de esta multiplicidad de tiempos y procesos. El liberalismo y el positivismo y, hasta cierto punto, el modernismo y el  anarquismo son leídos con un lente que los presenta como procesos unívocos, como si al interior de ellos no hubiera debates por definir sus contenidos y sus rumbos. De manera particular, la lectura de los procesos de construcción de los bloques dominantes y de sus expresiones culturales y estéticas no da cuenta de las diferencias importantes que había entre las distintas perspectivas, sobre todo, del liberalismo como forma política de los nuevos estados, en este caso también habría que pensar en plural: los liberalismos latinoamericanos.

De igual forma, se extraña que no se problematice la idea de Europa y Occidente, y que se asuma de antemano su existencia como realidades acabadas. La perspectiva crítica que se aplica para trascender la lectura lineal de la modernidad, no se usa para subvertir la idea de “una” Europa y “un” Occidente. En ese sentido, una falta grande dentro del análisis es la del hecho colonial del capitalismo, que no sólo se expresa en América Latina, sino en las distintas versiones de Europa.  El capitalismo coloniza a todos los habitantes del mundo por igual, sin negar que existan diferencias de fuerzas y alcance.

Para avanzar en la problematización de la modernidad y superar la idea unívoca, hay que hacer dialécticos los análisis, para no mirar como sustancias acabadas aquello que es la síntesis de múltiples procesos, contradictorios y antagónicos, en algunos casos. El siguiente paso es estudiar la forma en la que Europa y lo occidental también se inventan, leídos desde la configuración de las modernidades periféricas. Tal vez nos demos cuenta que las modernidades alternativas están también allá donde no los las creemos posibles, compartiendo más de lo que pensamos con las modernidades alternativas latinoamericanas.

 

Cómo citar este artículo:

INCLÁN, Daniel, (2013) “Entendiendo la cultura de los hombres sin pellejo blanco. Reseña del libro de Carlos Guevara Meza, Conciencia periférica y modernidades alternativas en América Latina”, Pacarina del Sur [En línea], año 4, núm. 16, julio-septiembre, 2013. ISSN: 2007-2309. Consultado el

Consultado el Sábado, 20 de Abril de 2024.
. Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=774&catid=12