La crítica de Rigoberto Lanz a la transformación universitaria

The criticism of Rigoberto Lanz to university transformation

A crítica de Rigoberto Lanz à transformação universitária

Daniel Alberto Sicerone Podesta[1]

 

A modo de introducción: la cinco tesis lanzianas sobre la transformación universitaria

Reflexionar acerca de la transformación universitaria implica establecer un conjunto de relaciones entre la universidad y su entorno, tanto interno como externo, con la finalidad de exponer a la misma como un medio de producción de conocimiento. La universidad que se está pensando, y por ello cuestionando e interpelando, es aquella que es productora de conocimiento dentro de una totalidad contradictoria como lo es el capitalismo, donde los flujos de producción no son autónomos a las lógicas de re-producción de la vida social basada en la división de clases sociales, sino que dicha lógica es expresión codificante de los flujos de deseo. Dentro de esta tensión entre des-codificación y codificación, se puede reconocer que “el capitalismo no cesa de contrariar, de inhibir su tendencia al mismo tiempo que se precipita en ella; no cesa de rechazar su límite al mismo tiempo que tiende a él” (Deleuze y Guattari, 2004: 40). La descodificación de los flujos deseantes que hizo posible el capitalismo, termina por ser codificada y territorializada por los aparatos burocráticos, tal como es el caso de la universidad.

Es por ello que exponer la idea de transferencia de conocimiento necesita partir de una concepción deseante del conocimiento, comprendiendo al deseo como producción de lo real, inserto en la inmanencia (ibíd.). Pero este flujo de deseo es codificado y territorializado por los aparatos burocráticos de la sociedad capitalista como lo es la universidad, acoplándose el mismo a los paradigmas y formas de producción inherente a una sociedad productora de mercancía, la cual se expresa principalmente como una sociedad productora de plusvalía. En este sentido, estos pensadores franceses manifiestan que:

 

En resumen, allí donde los flujos están descodificados, los flujos particulares de código que han tomado una forma tecnológica y científica son sometidos a una axiomática propiamente social mucho más severa que todas las axiomáticas científicas, pero mucho más severa también que los antiguos códigos o sobrecódigos desaparecidos: la axiomática del mercado capitalista mundial. En una palabra, los flujos de código «liberados» en la ciencia y la técnica por el régimen capitalista engendran una plusvalía maquínica que no depende directamente de la ciencia y de la técnica, sino del capital, y que viene a añadirse a la plusvalía humana, constituyendo ambas el conjunto de la plusvalía de flujo que caracteriza al sistema. Los conocimientos, la información y la formación cualificada son partes del capital («capital de conocimientos») tanto como el trabajo más elemental del obrero (ibíd.: 242).

Rigoberto Lanz
Imagen 1. Rigoberto Lanz
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El conocimiento producido en la universidad es identificado como “capital de conocimiento”. Este mismo sentido crítico lo continúa Lyotard (1993), para quien el saber también es una mercancía, es decir, no sólo tiene su valor de uso, sino también su valor de cambio. De esta forma, la transferencia de conocimiento es la transferencia de valores de cambio, estableciéndose una relación mercantil del conocimiento, siendo la universidad el centro o medio de producción del saber mercantilizado. Sin embargo, la universidad no sólo es productora de conocimiento, sino también es reproductora de la lógica de sentido del paradigma racionalista. La matriz racionalista de la ciencia y del saber se encuentra en crisis, ya que “el núcleo más sensible de la crisis universitaria a escala mundial es justamente el que proviene de la crisis de la episteme tradicional, en la que se fundó todo su quehacer” (Lanz y Ferguson, 2011: 178). La crisis de la episteme de la Modernidad, que no es idéntica a la crisis del capitalismo, ya que entre la lógica de constitución de la realidad y la producción social y económica de la misma no son una misma identidad, trae consigo también la crisis de la universidad, por el hecho de que esta institución es la síntesis del paradigma de la racionalidad del saber.

De esta forma, Rigoberto Lanz junto a Alex Ferguson establecen cinco tesis para re-pensar a la crisis de la universidad fuera de toda lógica fragmentaria o instrumentalista que termina por pensar a la universidad desde paradigmas que no pueden focalizar una mirada de los problemas complejos y relacionantes que tiene la universidad con la crisis del paradigma racionalista de la Modernidad. La primera de las tesis se corresponde con la relación entre la universidad y la sociedad, donde expone que la universidad que hemos heredado es la universidad de la sociedad industrial, de la universidad que forma trabajadores para el proceso social de reproducción de la vida. Esta lógica ha entrado en crisis, y está resurgiendo una nueva lógica de producción de lo inmaterial basada en la virtualización del tejido social por las TICs, y la separación de los cuerpos-fuerzas de trabajo, estableciéndose una comunicación sin corporalidad. En resumen hay una episteme que se encuentra en proceso de transición, y por tanto la universidad debe acoplarse a la misma, ya que si sigue anclada en la lógica de sentido de la episteme de la Modernidad en crisis seguirá sufriendo los embates de una “enfermedad” inherente a una racionalidad agonizante.

En cuanto a la segunda tesis, estos pensadores venezolanos reflexionan acerca de la relación entre la universidad y el mundo, enfocándose una aproximación a la tesis de Lyotard expuesta anteriormente, donde manifiesta su preocupación por una posible “mcdonalización” del conocimiento. Se preguntan por la inevitabilidad de esta tendencia del conocimiento hacia su mercantilización, y la aceleración de esta tendencia, donde el mercado termina suprimiendo el sentido crítico de la universidad como institución que reflexiona sobre el sentido de la realidad, exacerbando su pretensión tecnicista (Lanz, 1998). Es aquí donde fundamenta su tercera tesis, la universidad y la reforma, ya que expone la necesidad de dicha reforma como ambiente, desarrollando su concepción posmoderna de la no centralidad de ningún sujeto como baluarte de la reforma, sino expresando la necesidad de una articulación de una diversidad de subjetividades que puedan establecer transformaciones desde abajo hacia arriba de los procesos y gestiones académicas, como también del área administrativa.

Las siguientes dos tesis, la relación entre la universidad y el Estado, como también con la coyuntura, expresan la preocupación de Rigoberto Lanz como pensador de una posmodernidad radical y critica, donde des-centraliza todo accionar de un sujeto en sentido metafísico, es decir, con una pretensión de trascendentalidad, haciendo eje en las posibilidades y tensiones que tiene la transformación universitaria como necesidad frente a la crisis de la modernidad, junto a la forma democrática que debe poseer, recuperando de esta forma el sentido crítico de “crear y dar sentido a lo que se piensa, se dice y se hace” (Lanz y Feguson, ob. cit.: 185). Esta recuperación del sentido crítico, como también de la equidad, la democracia y la pertinencia social son ciertas intuiciones de un pensamiento que reflexiona en tiempos donde todo se desmorona, donde esta “muerte de Dios” en sentido Nietzscheano, hace posible la constitución de formas alternativas de hacer y de estar en el mundo, y se podría agregar en clave deleuzeana, nuevas formas de producción del deseo.

Michel Foucault
Imagen 2. Michel Foucault
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Episteme y caja de herramientas

Para aproximarse con mayor profundidad a la problemática presentada por Rigoberto Lanz en el aspecto de la crisis de la universidad como expresión de las crisis de la modernidad, es necesario detenerse en dos categorías que no son propias de este pensador venezolano, sino de Michel Foucault, quien ha influenciado en gran medida el pensamiento lanziano. La primera de ellas es el concepto de episteme, el cual puede rastrearse en la historia y hacer referencia a una variedad de filósofos y pensadores que han hecho de ella una reflexión en específica. Este concepto proviene del griego ἐπιστήμη que en traducción al español refiere a conocimiento o ciencia. Es Platón quien hace una tajante diferencia entre este término y el de doxa, siendo este segundo concepto una referencia para hacer mención del sentido común en oposición de una creencia verdadera, justificada en ella. Para Foucault el concepto de episteme tomó un rumbo diferente del que se ha tenido sobre el mismo, especificándose una apertura a pensar la realidad de los discursos y prácticas sociales en la justificación que se hace de ellos con el término de verdad.

Si se habla de una crisis de la universidad comprendida en el marco de una crisis de la modernidad, se debe especificar qué se entiende cuando se relaciona la noción de crisis con la categoría de modernidad, en especial con la introducción del concepto de episteme en perspectiva foucaulteana. Es allí donde Foucault trabaja directamente con esta categoría en su texto Las palabras y las cosas, donde analiza las mutaciones y transformaciones de la episteme en Occidente, verificado tres etapas, la clásica, el renacimiento y la modernidad. En palabras de Foucault se puede apreciar que:

 

No se trata de conocimientos descritos en su progreso hacia una objetividad en la que, al final, puede reconocerse nuestra ciencia actual; lo que se intentará sacar a la luz es el campo epistemológico, la episteme en la que los conocimientos, considerados fuera de cualquier criterio que se refiera a su valor racional o a sus formas objetivas, hunden su positividad y manifiestan así una historia que no es la de su perfección creciente, sino la de sus condiciones de posibilidad; en este texto lo que debe aparecer son, dentro del espacio del saber, las configuraciones que han dado lugar a las diversas formas del conocimiento empírico. Más que una historia, en el sentido tradicional de la palabra, se trata de una "arqueología” (Foucault, 1968: 7)

 

La episteme es una condición de posibilidad, una configuración del saber que estructura al mismo en una relación de regularidades, enfocando que cada época está determinada por una episteme en particular, y que el tránsito de un época a otra viene acompañado de una crisis de dicha episteme. La universidad que hoy hemos heredado, y la cual es objeto de reflexión, es aquella que ha sido configurada en la modernidad, y por tanto,  su quehacer institucional como su producción de saber se articula por la episteme propia de la modernidad. Al entrar en crisis dicha modernidad y dicha episteme, se provoca una especie de terremoto del sentido, perdiendo el equilibrio las formas de comprensión de la realidad, por lo que la concepción metafórica de Rigoberto Lanz sobre el desmoronamiento se puede relacionar con este fenómeno social que hoy atraviesa al campo del saber cómo de las prácticas sociales y morales. Este espíritu de desmoronamiento está en relación estrecha con el concepto de nihilismo nietzscheano que se adelante temporalmente en realizar una lectura de la realidad que expone la caída y fin de los relatos metafísicos que otrora tiempo significaban el clima epocal.

De la mano de la categoría de episteme, el concepto de caja de herramientas permite fundamentar epistemológicamente la crisis de la universidad en el marco de una crisis de las formas materiales e inmateriales de ordenamiento de la realidad, como también de su producción. Para Foucault (1985), la caja de herramientas es una teoría, un instrumento que hace posible desentrañar las lógicas de las relaciones de poder. Pensar la crisis de la universidad con una caja de herramienta de una época en crisis es un problema central para establecer una lectura que pueda aproximarse a la profundidad de un debate necesario, y no nadar en los márgenes o en incomprensibilidad de una mirada pérdida, una perspectiva que carece de herramientas adecuadas para los nuevos tiempos vividos. ¿Cómo reconocer cuando una herramienta ya no funciona? Resulta muy clara dicha respuesta: cuando se es imposible encontrar puntos reflexivos concisos y evidentes. Este es el problema de pensar a la universidad hoy en día, haciendo una relación entre la transferencia de conocimiento y calidad de vida, sin pensar antes qué configuración del saber hace que lo que se entiende por transferencia o calidad encuentre su seguridad de sentido.

Libro Cuando todo se derrumba
Imagen 3. Libro Cuando todo se derrumba
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A modo de conclusión: la transformación universitaria y sus límites

Más que pensar una formación social que no está presente, que no puede expresarse en el aquí y en el ahora, es preferible ejercitar la reflexión por encontrar los límites del pensamiento utópico. Especular sobre una nueva universidad, sobre nuevas formas de transferencia de conocimiento, sobre nuevas relaciones entre sociedad-mundo-universidad sin exponer los límites para dicha transformación universitaria es seguir construyendo el mismo sentido mítico de la episteme en crisis de la modernidad. Rigoberto Lanz y Alex Ferguson (2011) lo exponen claramente cuando sostienen que la transformación universitaria no tiene un sujeto predestinado para tal modificación de las estructuras universitarias. La gran pregunta es: ¿Existe el sujeto? ¿Podemos todavía hacer referencia a un sujeto predestinado a la transformación social? Aunque estas preguntas ejemplifiquen una mirada posmoderna de la problemática, la noción de sujeto expone el problema de la trascedentalidad del mismo frente a la inmanencia de lo social.Allí está la fortaleza del pensamiento crítico radical de Lanz sobre la muerte del sujeto y la relación a la temática planteada, ya que “el estatuto Moderno del Sujeto entra en crisis en idéntico sentido en que está cuestionado el proyecto mismo de la Modernidad (Lanz, ob. cit.: 29).

Esto representa un claro límite para pensar la transformación universitaria, lo que no significa que no pueda pensarse la transformación, sino todo lo contrario, es reducir a la misma a las posibilidades reales y contingenciales de las prácticas de resistencia a las formas burocráticas y mercantiles del quehacer universitario. La idea es ir pensando las prácticas que resisten, que afloran como una multiplicidad que descodifica y desterritorializa los flujos deseantes, que se expresa como devenires minoritarios, que fuga de las prácticas obsoletas y se aleja de las novedades académicas que no toman en cuenta la discusión acerca la crisis de la modernidad. Ir más allá de lo que existe necesita del planteamiento de hasta dónde se puede llegar, escapando de toda pretensión metafísica que anula las posibilidades reales del cambio y la transformación en el altar de un futuro que no tiene relación con las intenciones críticas y las construcciones pre-figurativas. Hay que transformar la universidad, como también los paradigmas con los cuales se piensan dicha transformación. Esa es la apuesta de Rigoberto Lanz (2005), una invitación a pensar sin paradigmas, a pensar sin ellos como un arte.

Las nuevas formas o configuraciones del saber no dependen de las voluntades de los intelectuales que enfrentan al poder, tal como lo fue Rigoberto Lanz, sino que dependen de las propias lógicas macro y micro-políticas, de las mutaciones discursivas, de las nuevas prácticas sociales, de las experiencias de la subjetividad, de sus producciones, como también de nuevas formas de producción del deseo. La episteme o a priori (Bellahcène, 2007) en el sentido foucaulteano anula la subjetividad a favor de la objetividad. No hay dueños del discurso. El a priori parece ser anterior a la experiencia del sujeto, la conoce antes de ella. Hoy no es claro y evidente la existencia de una episteme concreta, sino que parece que nos encontramos en un espacio geográfico de movimientos telúricos, de transformaciones que aceleran mutaciones en nuestras relaciones, frente a la lentitud de nuestra capacidad crítica de reconocerlas y regularizarlas en un instrumento, en una caja de herramientas. Este es el reto de pensar la transformación universitaria en la construcción de una nueva caja de herramientas que otorgue lucidez en las tareas y posibilidades de una nueva construcción de la universidad.

 

Notas:

[1] Licenciado en Filosofía por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Venezuela). Magister Scientiarum en Filosofía por la Universidad del Zulia (Venezuela). Actualmente Doctorando en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires (Argentina). Becario Doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Miembro de INVECOM (Investigadores Venezolanos de la Comunicación). He publicado decenas de artículos en Revistas nacionales e internacionales, y ponencias en congresos nacionales e internacionales. Autor del libro “El marxismo Latinoamericano: una traducción gramsciana” (2017).

 

Bibliografía:

BELLAHCÈNE, D. (2007). Elogio de la discontinuidad. Michel Foucault o la apertura de la historia a la verdad. Caracas: Ed. El perro y la rana.

DELEUZE, G. y GUATTARI, F. (2004). El Anti-Edipo. Capitalismo y Esquizofrenia. Barcelona: Ediciones Paidós.

FOUCAULT,  M. (1968). Las palabras y las cosas Una arqueología de las ciencias humanas. México: Ediciones Siglo Veintiuno.

LANZ, R. (1998). La Deriva Posmoderna del Sujeto. Para una Semiótica del Poder. Caracas: Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Universidad de Venezuela.

_____ (2005). “El arte de pensar sin paradigmas”. Educere, año 9, núm. 30, julio-agosto-septiembre, pp. 421-425.

_____ y FERGUSON, A. (2011). “La transformación universitaria en el contexto de la relación Universidad-Estado-Mundo”. Educere, año 15, núm. 50, enero-abril, pp. 177-186.

LYOTARD, J. (1993) La condición posmoderna. Informe sobre el saber. Buenos Aires: Ediciones Planeta Agostini.

 

Cómo citar este artículo:

SICERONE PODESTA, Daniel Alberto, (2018) “La crítica de Rigoberto Lanz a la transformación universitaria”, Pacarina del Sur [En línea], año 9, núm. 36, julio-septiembre, 2018. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1627&catid=14