Complejidad humana

Rafael Pérez-Taylor: IIA-UNAM

A partir de una perspectiva antropológica y compleja se discute la construcción del yo en relación con su contrario, el otro, como una posibilidad política-simbólica del hecho real, bajo este lineamiento se presenta un testimonio indígena de Rancho Playa en Veracruz, donde se refiere en el discurso a la problemática estudiada. En este contexto, el desarrollo de vida en una sociedad cargada de desigualdades delimita en los discursos el encuentro con diferencias que no siempre se reconcilian, aunque en se pudiera buscar a nivel teórico niveles de pervivencia y de vida en común.

Palabras clave: antropología, complejidad, yo, otro, identidad, simbolismo, memoria, pervivencia

“El ser humano, por decirlo de alguna manera, de la zoología, tendría que haber sucumbido, como tantos otros animales emparentados en un principio con él, si no hubiera logrado convertirse en un ser histórico. Existe solamente porque es capaz de acumular el tiempo y por consiguiente sus experiencias y de ese modo mantiene presente su pasado”[1].

Manès Sperber

A partir de un reconocimiento del hecho real en las diferentes líneas del tiempo, podemos atestiguar que la cantidad de eventos acaecidos en la naturaleza, entendida esta como el sistema de organismos vivos que se organizan, auto-organizan y reorganizan en el sistema de posibilidades para permanecer, denotan en su incidencia la capacidad de dejar huella de su existencia en algún lugar del universo.

Entendido este, como la relación de espacio-tiempo-sujeto que permite al presente vivido manifestarse tras de sí, o dicho con otras palabras, cualquier tipo de organización pervive a través de procesos de certidumbre, que le posibilita la existencia de cierto orden acumulativo que en su propio devenir nos deja la evidencia de su existencia. De lo inanimado a lo animado, de lo inmaterial a lo material, de lo intangible a lo tangible, solo puede estar a partir de leyes y procesos que nos  enuncian el movimiento en el que se encuentran.

Dicha movilidad nos dice que existe (ontología) y en su desenvolvimiento (epistemología) vemos como traducir esa existencia en un proceso dialéctico-dialógico que nos ubica en el ordenamiento de lo que no conocemos. Lo que equivale a sostener, en el caos hay orden y su movilidad se manifiesta en un procedimiento ordenador que establezca escalas y cuerpos de ensamblaje que nos ayuden a proceder a la construcción acciones que ayuden a comprender el estado de cosas que se encuentran en la naturaleza.

A lo largo de la historia de las diferentes civilizaciones, estas han tratado resolver en cada espacio cultural, los momentos que les han tocado vivir, desde esta perspectiva se desarrollo en un principio la magia, las religiones y finalmente las ciencias produjeron el conocimiento del axis mundi, como un proceso en una continuidad permanente, donde las rupturas, discontinuidades, desordenes fueron causa del olvido, para darle a la ciencia un cierto orden a partir de un pensamiento simple que cubriera el camino de las taxonomías, las particularidades y la hiper especialización.

En este contexto, aparece como posibilidad ontológica y epistémica la complejidad como una forma integradora de los diferentes niveles del hecho real donde quiera que se encuentre. Es decir, se inicia la búsqueda de un quehacer de la ciencia que nos permita comprender desde multiplicidad de posibilidades el hecho real, las distancias, las escalas, los espacios y las diferentes líneas del tiempo para poder conocer el universo en el cual se han desarrollado las diferentes civilizaciones.

Tener una perspectiva desde lo humano, de cada uno, de los diferentes procesos que han desarrollado el conocimiento del macro y del micro universo nos llevan a la construcción de procedimientos, modelos, técnicas y herramientas de investigación que conlleven a una complejidad humana como un sistema de herramientas que nos proporcionen en la producción de conocimiento, acciones de verosimilitud sobre lo estudiado.

La ciencia en el contexto de la complejidad humana, nos conduce en pensar en el nivel de las epistémes  para  ver el hecho real desde una perspectiva transdisciplinar. Lo que equivale a sostener, que existe una ciencia central que entra en una dialógica permanente con otras ciencias, para buscar en el análisis el encuentro con diferentes ordenamientos que denoten un proceso común; el movimiento producido construye un bucle que a través de la espiral construida se cambia de escalas en el sentir de la producción de conocimiento, esta movilidad de comprenderse como complejidad humana.

En este sentido el pasado siempre esta presente en el movimiento de lo vivido. Es decir, las diferentes cargas que se tiene de lo que ya no existe y que se materializa a través de la tradición cumplen con su presencia en cada presente vivido, estableciendo formas continuas que unen el pasado con el presente. Esta forma de complementar el pasado en el presente, solo es posible desde la organización de la memoria, de una memoria que se separa en la larga duración de la memoria de otras especies animales, puesto que estas son de corto plazo, mientras que la humana es de largo plazo, lo que equivale a sostener que es una memoria de toda una vida, desde lo individual a lo colectivo[2].

Fotografía de Rafael Pérez-Taylor: Fiesta de Corpus Christi, Papantla, Ver.
Fotografía de Rafael Pérez-Taylor: Fiesta de Corpus Christi, Papantla, Ver.

 

Memorias, experiencias y recuerdos

Todo proceso de permanencia requiere del establecimiento de pautas de organización cultural y social que posibilite el desarrollo del estar aquí. Es decir, toda repetición se convierte en una genealogía del evento, a partir de que este, puede volver a estar presente y el recurso para lograrlo da principio a partir de un reconocimiento de la práctica, como un proceso dialógico que ayuda a complementar el primer momento de un evento con su repetición. Constante que denota en la constitución del acto la capacidad de su repetición y con ello, la premisa que construye en la memoria el recuerdo, como la acción del saber pensar; este movimiento se desliza en una línea del tiempo que delimita recuerdos, emociones y deseos de permanencia.

El recurso utilizado se convierte en la experiencia adquirida a través de recuerdos que nos ayudan como especie, a mantener vigente el uso de la memoria[3] como el mecanismo sustancial de nuestra supervivencia como especie, para dar cuenta de la existencia del tiempo como un proceso en movimiento de lo que ya no esta presente, pero que puede traerse desde el pasado como un acto nemotécnico que una el pasado-tradición con el presente-vivido, lo cual nos lleva a instituir a la historia como el vinculo que logra darle al tiempo su connotación real, a partir de la consecución de las experiencias adquiridas sobre lo que ya no esta.

El tiempo se convierte en el artificio que tiene la memoria para poder recordar, genera una constante de eventos que deben estar presentes en el acto vivido y en consecuencia las continuidades establecidas dan cuenta de un sentido por lo que ya no esta. Este es uno de los principales momentos por los que la cultura establece su nexo con el tiempo, el pasado es siempre producto de  vivencia anteriores inanimadas y animadas, más allá de la vida y de la vida tal y como la hemos conocido, desde los sistemas evolutivos más simples hasta la complejidad de lo humano. Diferentes líneas del tiempo, que delimitan el sentido por la existencia y en su deambular por los diferentes universos conocidos se materializan en la construcción del pasado como evidencia.

El recuerdo se convierte en la evidencia del paso de los eventos como registro de lo que no existe en el presente, es la acción que delimita que han sucedido eventos, que antes de nosotros han existido infinidad de acontecimientos y que en el peor de los casos, no  todo lo que ha pasado nos une con nuestro presente. Es decir, existen gran cantidad de procesos que no han pasado por lo que somos como especie, en este camino cargado de incertidumbre y emergencias, la no linealidad ha sido el factor determinante del presente. Multiplicidad de acontecimientos han dado cuenta de la diversidad de las culturas en los diferentes contextos del tiempo, como continuidades en espiral que se desenvuelven en el accionar de las historias.

El deslizamiento de los acontecimientos del pasado, permiten el nacimiento de la tradición como un proceso, que denota en la producción del sentido la permanencia de prácticas y hábitos que articulan las identidades colectivas en la búsqueda de la pervivencia, como el lugar desde donde emerge la diversidad. En este sentido, la memoria colectiva marca en la identidad el espacio simbólico que legitima el quehacer de toda experiencia, para dejar manifiesto en el sujeto social el lugar que ocupa en el orden de la sociedad.

La recursividad se hace presente en el acto de hacer memoria en la medida en que las versiones se suceden según los criterios ideológicos, políticos y en la escala del tiempo en que se estudien, dando lugar a una memoria actualizada en cada momento, esta emergencia indica el lugar desde donde se produce el discurso y el auditorio que lo recibe como válido o inválido, de ahí la permanencia del mismo. La movilidad en la que se encuentra cada parte del hacer, desenvuelve a la memoria como identidad que se ensancha y se constriñe en la reconstrucción permanente del pasado, actualización que moviliza a la tradición para que su invención presuponga el estar aquí y ahora.

De esta forma, memoria y tradición se unen para dar contenido al presente de lo que ya no existe, para mantener ahora los eventos que nos producen identidad para poder asegurar y retener los diferentes espacios retóricos, festivos, míticos e históricos que crucen la vida institucional, la privada y lleguen a la intimidad y el secreto de los depositarios de ese saber. Encontrarse en el lugar de los retenedores de cultura  denota en el discurso el poder de la palabra, pero de igual forma de la escritura y en las representaciones sociales se materializan dichos poderes, que sirven para lograr la cohesión del grupo en la construcción identitaria.

Estar presente se convierte en la circunstancia que hace presente el tener un lugar, el poder asegurar en el cotidiano, los espacios del saber para darle a la memoria colectiva una connotación que permita la comunicación social.

Fotografía de Rafael Pérez-Taylor: Fiesta de Corpus Christi, Papantla, Ver.
Fotografía de Rafael Pérez-Taylor: Fiesta de Corpus Christi, Papantla, Ver.

 

El otro, la diversidad y las diferencias

“La forma de la vivencia concreta de un ser humano real es la correlación de las categorías figuradas del yo y el otro; y esta forma del yo, mediante el cual me estoy vivenciando a mí, al único, es radicalmente distinta de la forma del otro, mediante la cual estoy vivenciando a todos los demás seres humanos sin excepción”[4].

Mijaíl M. Bajtín

 En la construcción del yo, la similitud juega el papel de la identidad, pertenencia que posibilita la existencia social del en sí mismo, lo cual equivale decir, que entre iguales se construyen acontecimientos que fijen en las instituciones, el cotidiano y el que-hacer diario en un sentido de aparente igualdad. Este argumento es de una fragilidad sustancial porque se encuentra atravesado por el pensamiento y la acción del mundo occidental, se cree en la igualdad de posibilidades para quienes comparten un territorio, una cultura, un sistema económico y de producción;  se sostiene que el mundo esta hecho a semejanza del progreso y con ello, las probabilidades de alcanzar el éxito están en la construcción de ese yo que venza cualquier obstáculo, es la meta de un individualismo que sostiene el orden del poder.

Mientras el camino que se recorre sea por esta vía, la noción del yo, solo es posible desde una lectura que manifieste su existencia en la recurrencia discursiva de otro que únicamente tiene un rostro. Es decir, el otro pierde la posibilidad de ser diverso, en nuestra percepción política se convierte en el uno, no importa cuántos sean, ni que tan grande sean las poblaciones, siempre los veremos con otro igual a uno.

En este contexto, el mundo de la simplicidad y de la unicidad se complementan  en un sentido unilateral para producir identidad[5], se focaliza el enemigo en ese otro, se rodea por el miedo y la inseguridad en su creación imaginaria y con ello, se le identifica como uno, producción de sentido que facilita la tarea de localización puesto que ha sido enunciado para darle un carácter fuera de lo humano, libre de la consciencia, libre de cualquier procedimiento que establezcamos sobre él, lo que significa que ese otro es participe de cualquier acto en su contra, sin que nos produzca ningún problema ético o moral.

Invalidar este proceso nos lleva a negar la noción de ese otro para poder darle su dignidad humana, si producimos un nuevo sistema de enunciación político-discursiva, podemos trasladar al otro hacia la diversidad, lo que equivale decir, que se abre la perspectiva, porque la lectura única se convierte en una entidad variada, donde la pluralidad le da vida y contenido a ese otro, concatenando gran cantidad de procesos argumentativos, históricos, culturales, sociales y étnicos en la construcción de variables de reconocimiento, que nos permitan nombrar en una amplitud de prerrogativas identitarias que nos ubique en el terreno de la pervivencia, unidad de sentido que busque la vida en común.

El encuentro con la vida en común nos reubica en un terreno más amable en cuanto a una estructura simple que solo se encuentra ante un único enemigo posible, ese otro tan temido, de ahora en adelante se convierte en la base del conocimiento y la convivencia nos ayudan a dar un giro hacia la cultura desconocida, cruce de memorias para integrar en las identidades la pervivencia como una unidad abierta que accione el vivir en convivencia, de cualquier forma, la diversidad nos conduce a la aceptación de las diferencias, cualesquiera que sean.

Fotografía de Rafael Pérez-Taylor en Fiesta de Corpus Christi, Papantla Ver.
Fotografía de Rafael Pérez-Taylor en Fiesta de Corpus Christi, Papantla Ver.

Es la diferencia, una constatación de aceptación, primero de la diversidad en segundo lugar, es el espacio en el cual el otro se convierte en parte del vivir diario. El movimiento producido nos debe reconstruir como sujetos, nuestro yo sé redefine no en función del espejo, sino a partir del reconocimiento que se tiene de la diferencia. La descripción de nuestra escritura ha girado en torno a una espiral, regresando de nueva cuenta al concepto pero en una línea distinta, la distinción producida nos coloca en la aceptación y no en la negación. Es decir, lo otro tiene vida propia, ha construido sus culturas a lo largo del tiempo, ha dejado manifiesto su lugar en el mundo, además de producir formas de interpretación y explicación del entorno y el contorno, ocupa un lugar y delimita el espacio de convivencia a través de sus prácticas y hábitos, su comportamiento da píe a formas de organización social que se interiorizan o circunscriben a su propia producción, lo cual les convierte en parte de la humanidad.

En este sentido, lograr desde el yo la comprensión de ese otro, nos predispone a interponer el dialogo contra la ignorancia y el miedo de lo desconocido, por una parte, pero por la otra, damos cuenta que todos los seres humanos estamos constituidos en la vida de la misma forma, la distinción se produce en el medio ambiente en que nos hemos desarrollado, en las migraciones y en las oportunidades que se han tenido para subsistir. Esto último, es circunstancial al movimiento de la especie por el planeta. Pero a fin de cuentas el sentido por la vida debe privilegiar la pervivencia.

 

El sentido por la vida, la pervivencia y su complejidad.

“Un organismo vivo evita la rápida degradación al estado inerte de “equilibrio”, y precisamente por ello se nos antoja tan enigmático; tanto es así que, después de los tiempos más remotos del pensamiento humano, se decía que una fuerza especial, no física o sobrenatural (vis viva, entelequia), operaba en el organismo, y algunas personas aun piensan así”[6].

Erwin Schrödinger

El movimiento tiene una dirección que va hacia el frente arremetiendo su carga del presente vivido con dirección al futuro, lo que nos infiere el nacimiento, el crecimiento, la estabilidad y la procreación, el envejecimiento y la muerte se convierten en el derroteo que sigue la vida para lograr su permanencia. Es el ciclo que nos envuelve las creencias y las  ciencias tienen sus discursos para dar a conocer el sentido por la vida; donde el sentido común hace prevalecer en muchos casos el valor del cotidiano, como el proceso que deja manifiesto el lugar que ocupa en la cosmogonía de las culturas.

Existe un principio fundamental que proporciona a la vida un sentido de unicidad, la vida es una y difícilmente regresa después de la muerte. El muerto únicamente tiene retorno a través de la memoria, recuerdos sobre lo que ya no esta, cuya reminiscencia se materializan desde la tradición y la historia, mientras que la vida se mantiene vigente en el orden de la naturaleza y la cultura, desenvolvimiento que asegura su propia fragilidad y en palabras de Fred Spier: “(La vida) es un régimen que contiene un programa hereditario para definir y dirigir mecanismos moleculares que participan activamente en la extracción de materia y energía del entorno –de tal modo que, gracias a la ayuda de esos mecanismo, la materia y la energía quedan convertidas en los elementos fundamentales necesarios para el mantenimiento de la vida del organismo como, si es posible, su reproducción-“[7]. En este contexto, y ampliando el espectro podemos decir, que la vida es un procesos hereditario de larga duración que tiene como principio fundamental la recursividad para adentrarse en un sistema organizativo que materializa en su contenido y en sus formas elementos que hacen presente en lo humano, la cultura y la sociedad. En ambos casos, el deslizamiento marca el sentido por la historia, además de dejar en claro las transformaciones inherentes a cada espacio histórico, o bien dicho con otras palabras, diferentes líneas de tiempo dan como resultado el presente vivido.

Si la vida es el resultado de múltiples procesos bioquímicos y culturales, estamos ante un conglomerado de eventos que en su continuidad marcan al yo como una emergencia, que va desde el impulso de sentirse vivo, hasta el momento de organizar la vida en un espectro social. En cuyo caso, vemos como a partir de esa organización se construyen artefactos, se crea cultura y se trata de vencer el tiempo para ganarle la carrera a la muerte, para poder extender el tiempo vivido por el sujeto; a partir de establecer en el ámbito de los acontecimientos líneas de tiempo que formalicen el camino de lo humano, como un proceso de recuperación de lo que se ha vivido como especie.

Identificar es el principio que regula la vida de cada especie y en nuestro caso, este concepto a lo largo del tiempo histórico ha servido para crear comunidad en contraposición con otras comunidades, que se diferencian por la lengua, el vestido, el alimento, el territorio y la cosmovisión entre otros factores que marcan el sentido de la identidad. En su conjunto, esta ha servido para establecer distancias entre una comunidad y otra, entre el yo y el otro, como un principio de separación.

Baste ver, en nuestro presente las distancias entre occidente y lo que no lo es, como es el caso del Islam, donde se entabla a través del sistema de creencias una guerra santa por cada una de las causas a seguir, se lucha en nombre de algo inexistente, pero que al fin y al cabo sirve para producir identidad en la lucha de contrarios. Se fundamenta la diferencia en un acto imaginario, que se ha institucionalizado a través de cada una de las dos religiones como verdadero y las filosofías, el cotidiano, el sentir por la vida gira alrededor de un discurso político que no se sustenta en el hecho real, y que sin embargo mueve al  mundo en cada sistema, es un proceso asimétrico que lucha contra la naturaleza y que en el orden de las sociedades tiene validez dicho proceso, en la medida en que, como unidades de significación, marcan independientemente de que sus discursos sean parte de la realidad como una acción que puede constatarse con bases empíricas.

La vida debe buscar en su derroteo el sentido por estar presente, para marcar en el tiempo su paso por este planeta, se requiere de construir memorias en sus múltiples manifestaciones que dejan evidencia de su paso, cada momento es registrado, a diferencia de la antigüedad en únicamente se registraba lo que se debía conmemorar, hoy el cotidiano deja registro por más insignificante que pudiera parecer. En este sentido, el estar presente se convierte en parte del pasado y del propio presente, la imagen se plasma y virtualiza al hecho real, lo convierte en parte del estar vivo.

Si la simetría, no da cuenta del orden de las sociedades se debe a que no es posible dividir un proceso y que sus partes sean exactamente iguales, la mímesis no se encuentra y en su lugar aparecen espacios discontinuos, no uniformes y en constante transformación, sin que se pueda medir el alcance y el límite de cada comportamiento social y cultural, y menos aún, si lo conceptualizamos en espacios de larga duración, siempre las emergencias, la incertidumbre y la recursividad se encuentran presentes en los sistemas organizados en el espacio de la vida humana. Establecer puntos de coincidencia en un sistema social, nos produce tranquilidad, pero esta solo es efímera en su movilidad se transforma y construye nuevas perspectivas de la misma[8].

Descripción, oralidad, el otro y la diferencia.

“En el tiempo que he vivido aquí y ya son muchos años, desde que nací, las cosas no han sido nada buenas para nosotros, porque la gente que no es igual que nosotros, nos trata mal, le puedo decir, que es porque tenemos tal vez otras costumbres, pero creo que no es así, nosotros vamos a la iglesia, nos bautizamos, hacemos la primera comunión, nos casamos, tenemos nuestros hijos, en ocasiones ellos van a la escuela, y trabajamos siempre, y nos pagan muy mal, somos pobres. Bueno, así ha sido desde siempre.

Ahora el trabajo es escaso, no hay y la gente tiene que irse pa´l norte, ahí es otro país y nos tratan más mal ahí. Tenemos pocas esperanzas de que esto cambie algún día, luego aquí, las cosas se ponen feas, con la gente que no es de aquí que sólo esta de paso para ir a Estados Unidos, ellos viene del sur, de otros países, donde creo todo es pior que aquí.

Pero le puedo decir, mire, nuestra ropa es muy sencilla, es de manta y con huarache, aunque muchas veces andamos descalzos, porque no hay dinero para comprar más, lo que no nos falta a los hombre es el sombrero porque cuando trabajamos en el campo el sol es muy fuerte y el calor nos quema la piel, aunque seamos morenitos pues nos hacemos más negritos.

Mientras estamos aquí, en la playa, las cosas van más o menos, pescamos cuando se puede y comemos lo poco que sembramos, aunque esto es cada vez más difícil, porque las semillas son muy caras y luego cuando se recoge la cosecha, las nuevas semillas, ya no sirven para la siguiente cosecha hay que ir a comprarlas de nuevo. Quien sabe que les paso, pero no sirven más que una vez, así que estamos dejando de cosechar, es que no se puede, además siempre las semillas están más y más caras, no se puede así.

En la ciudad (Papantla y Poza Rica) nos ven feo, la gente que vive ahí no nos quiere mucho, porque nos ven pobres, y creen que por eso somos cochinos, nos ven como si fuéramos gente mala, luego si quieren que les trabajemos algo, nos quieren pagar muy mal y dicen que somos flojos porque no queremos hacer el trabajo, le digo, lo que quieren es que les trabajemos gratis y eso no esta bien, por eso no somos como ellos, los dueños de los ranchos, de esas empresas y los del turismo.

Hoy estuvo usted en la fiesta del corpus, nuestra gente le da vida a esa fiesta, con su música y sus danzas, los hombres siempre se hacen sus trajes, las mujeres no los pueden tocar, porque quedan malditos y algo malo le puede pasar al hombre que lo usa. Sabe, cada vez es más difícil hacer esos trajas para las danzas, porque salen muy caros, cuestan mucho dinero y hay dinero, así que en ocasiones el CONACULTA, nos apoya con un poco de dinero, pero a lo mejor estas fiestas se van acabar dentro de poco.

Se fijo como nos miraba la gente, los de Papantla y los turistas como si fuéramos que, nos ven de una forma que no me gusta, no sienten el calor de la danza, no sienten el porqué lo hacemos y que es para nosotros todo esto, vio a los hombres vestidos de mujer, ellos están pagando porque engañaron a sus mujeres y es cayeron en eso sus familias, así que el pueblo debe saber, y ese es sus castigo, es la penitencia pública, y es al mismo tiempo una forma de pedirle perdón a sus mujeres y familias.

Fotografía en el día de Corpus Christi en Papantla, Ver. Tomada por: Rafael Pérez-Taylor.
Fotografía en el día de Corpus Christi en Papantla, Ver. Tomada por: Rafael Pérez-Taylor.

Esto pasa cuando los agarran, por eso hay que ser muy vivo si uno anda en esos negocios, ve. Son las formas en que vivimos, los de la ciudad hacen lo mismo, en eso nada cambia. Somos iguales, porque todos somos personas y creo tenemos las mismas necesidades, ellos con dinero, nosotros sin dinero. Pero este es el mundo en que vivimos, vaya que es injusto, y para mis hijos es todavía más, las clases de la escuela no son muy buenas, el trabajo en la casa de las niñas y en el campo y el mar de los niños, luego para descansar juegan futbol junto a la tienda, ese es nuestro mundo.

La niña se encarga de ayudar a su mamá en los trabajos de la casa, la limpia, ve el huerto que tenemos a un lado de la casa, le ayuda con la comida y le carga al bebé que es el más chico, además va a la escuela por las mañanas cuando hay clases. En cuanto a mis dos chamacos, bueno ellos igual va a la escuela, y me ayudan en la milpa y en la pesca cuando hay buen tiempo, también hacen los mandados a las otras casas y a la tienda, cuando les queda su tiempo libre se echan una cascarita en la cancha allá abajo, juegan un rato y ayudan un poco en la casa y en la bodega que tenemos para guardar el maíz y el frijol.

Esta es la vida de mis hijos y la mía es dirigir todo en la casa y afuera, tengo que llevar para comer, para la familia y para los animalitos, mi mujer se encarga del cuidado de los niños, de la comida, de la casa y de nuestra huerta, es una vida dura, pero es la que tenemos.

Casa en Rancho Playa, ver: fotografía de Rafael Pérez-Taylor.
Casa en Rancho Playa, ver: fotografía de Rafael Pérez-Taylor.

Entre nosotros, tampoco todos somos iguales, los más pobres se visten de blanco y están descalzos, nosotros que estamos un poco mejor, usamos otras ropas, que se compran en el mercado de Papantla, ahí compramos, pero no alcanza para todo, los niños andan sin zapatos, bueno aquí no los necesitan, cuando van a al a ciudad sí, porque el piso se calienta mucho y se les queman los pies por eso casi no los llevamos, es para que sufran y se sientan mal.

Para nosotros aquí no cambia nada y es mejor no salir de aquí, aunque como le decía hay muchos que s están yendo a buscar trabajo a otras parte, los hombres se van, se quedan las mujeres y los hijos, luego esos hombres desaparecen, ya no se sabe que paso, nunca se vuelve a saber de ellos y las familias se quedan sin su hombre y la lucha se vuelve más dura para ellos. Esta es la forma en que estamos viviendo aquí, a pesar que gente con dinero quiere venir a poner en la playa sus negocios, pero ellos no saben lo que es esto”[9]



Notas:

[1] Manès Sperber; Alfred Adler oder das Elend der Psychologie; Frankfort del Meno; 1971; p. 68.

[2] “La memoria animal debe ser caracterizada sin excepción como una memoria a corto plazo; necesita de la identidad completa de aquello que debe poder reconocer. La memoria humana tiende a ser una memoria para toda la vida; favorece la capacidad de abstraer al permitir captarlo que ya es típicamente idéntico en caso de una diferencia más o menos grande de los datos concretos. En los hallazgos fósiles es solamente la constancia de los procedimientos y sus patrones de producción lo que documenta la función de la trasciende individuos y generaciones, es desde el punto de vista biológico, la única forma de conocernos de “heredar atributos adquiridos”. Precisamente  lo que no consigue el complicado mecanismo del genoma, que solo produce mutaciones con casualidad mecánica y en cierto modo las testea en el proceso de selección. Lo logra la memoria más allá de una vida entera y del inventario de una cultura. La lengua y la escritura son estabilizadores, portadores de persistencia”; Blumenberg Hans; Descripción del ser humano; Fondo de Cultura Económica; Buenos Aires-México; 2010; pp. 435-436.

[3] Ver; Sennett Richard; From “Disturbing Memories”; en;  Olick Jeffrey K., Vinitzky-Seroussi Vered, & Levy Daniel Edited by; The Collective Memory Reader;  Oxford University Press; 2011; New York; pp.283-286.

[4] Bajtín Mijaíl M.; Yo también soy (fragmentos sobre el otro); Editorial Taurus; México; 2000; pp. 54-55.

[5] “Desde Grecia, el bárbaro era aquel extranjero que “balbuceaba”. Excluido del orden del discurso, del lenguaje de la cultura, a este ser extraño le estaba vedado lo específicamente humano definido así por el logos. El término “barbarie” delata el horror del Mismo respecto del Otro, ese otro siniestro se presenta como una amenaza a la identidad. Como consecuencia del temor, se le obliga a perder todo estatuto dentro del campo del Ser y es así desterrado hacia el no ser”; Rabinovich, Silvana; “Ética y política, rostro y violencia”; Levinas Emmanuel; La Huella del otro; Editorial Taurus; México; 2000; p. 30

[6] Schrödinger Erwin; ¿Qué es la Vida?, Tusquets Editores, Barcelona, 2008, p. 110.

[7] Spier Fred; El lugar del hombre en el cosmos. La Gran Historia y el futuro de la humanidad, Editorial Crítica, Barcelona, 2011,  pp. 169-170.

[8] “He visto, cuando enseño gran historia, que los estudiantes se esfuerzan por encontrar el término medio entre dos posiciones extremas. Por un lado, les atrae pensar que una versión moderna y “científica” del origen es verdadera y que todas las versiones anteriores son más o menos falsas. Por otro lado, dados los titubeos de las versiones modernas del pasado, también les atrae suponer que se trata de “una historia más”.

“Imaginar un relato gran-histórico como un mito de creación moderno es una buena forma de enseñar a los estudiantes a encontrar el equilibrio epistemológico entre los dos extremos. Porque es un aviso, en primer lugar, de que todas las versiones de la realidad son provisionales. Muchas historias que se cuentan en la actualmente parecerán pintorescas e infantiles dentro de unos siglos, del mismo modo que hoy nos parecen ingenuos muchos elementos de los mitos de creación tradicionales”; Christian David; Mapas del tiempo. Introducción a la “Gran Historia”; Editorial Crítica; Barcelona; 2007; pp.30-31.

[9] Pérez-Taylor Rafael; Entrevista de tradición oral con el señor Alonso; Rancho Playa, Ver; 1998; inédita.

 

Bibliografía:

  • Bajtín Mijaíl M. (2000), Yo también soy (fragmentos sobre el otro); Editorial Taurus; México.
  • Blumenberg Hans (2010), Descripción del ser humano; Fondo de Cultura Económica; Buenos Aires-México.
  • Christian David (2007), Mapas del tiempo. Introducción a la “Gran Historia”; Editorial Crítica; Barcelona.
  • Levinas Emmanuel (2000), La Huella del otro; Editorial Taurus; México,
  • Olick Jeffrey K., Vinitzky-Seroussi Vered, & Levy Daniel Edited by (2011), The Collective Memory Reader;  Oxford University Press; New York.
  •  Pérez-Taylor Rafael (1998), Entrevista de tradición oral con el señor Alonso; Rancho Playa, Ver; inédita.
  • Schrödinger Erwin (2008), ¿Qué es la Vida?; Tusquets Editores; Barcelona.
  • Sperber Manès (1971), Alfred Adler oder das Elend der Psychologie; Frankfort del Meno.
  • Spier Fred (2011), El lugar del hombre en el cosmos. La Gran Historia y el futuro de la humanidad; Editorial Crítica; Barcelona.

 

Cómo citar este artículo:

PÉREZ-TAYLOR, Rafael, (2012) “Complejidad humana”, Pacarina del Sur [En línea], año 4, núm. 13, octubre-diciembre, 2012. ISSN: 2007-2309. Consultado el

Consultado el Jueves, 18 de Abril de 2024.
. Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=517&catid=14