El movimiento de los movimientos sociales.
Entre resistencias, desplazamientos y rupturas se teje el corpus

El presente artículo pretende hacer una aproximación a la comprensión de los movimientos sociales como constructores de sujetos (femenino/masculino) políticos y de sentido a través de sus razones, sus acciones y su corporización en el colectivo social. Para ello, me permito, arriesgadamente, poner en escena un diálogo entre Touraine y Florez Florez, quienes habitan y se sitúan desde lugares epistemológicos y gnoseológicos distintos, diversos y distantes.

Palabras clave: movimientos sociales, deconialidad, feminismo

 

He pensado que las fronteras son un poco más
que límites impuestos
Advierto que ellos se instalan
en el pensamiento y el sentimiento
de quienes reaccionan a la extrañeza
A veces son hilos que entretejen
las incertidumbres que nos habitan
a veces anudan las claridades
que el afecto impone
Muchas veces hacen y deshacen
nuestros tímidos acercamientos
a la otredad que nos interpela
Tantas otras veces atrapan inmisericorde
nuestra esperanza del encuentro
Tantas otras veces liberan a quien
en su propia trampa se encuentra
Abocada a la conciencia de frontera
no puedo más que ir y venir
esperando serenamente
que el acercamiento y el distanciamiento
no me arrebate el privilegio que
la separación ya me ha regalado.

 

Introducción

Aventurarme a la escritura de este documento corresponde, a una aproximación de los marcos teóricos que hablan de mi experiencia vital como activista social y mujer preocupada por la construcción del conocimiento en tanto sus consecuencias fácticas. Es desde la comunicación social como lugar de escenificación de la vida y desde el feminismo como pensamiento complejo donde intento encontrar salidas y entradas a mi modo de habitar intersubjetivamente el mundo.

Tarea no exenta de frustraciones. En primera instancia, porque el conocimiento situado[2] dista aún de abordar, a mi juicio, las subjetividades que lo entrañan y las múltiples intersecciones/exclusiones que lo comportan. Pero, en segunda instancia, porque la necesaria tarea de teorizar, en la mayoría de los casos, entrampan en su locus de enunciación el movimiento de la vida misma. De lo que hablo es de limitaciones tanto procedimentales como éticas, a la hora de abordar el conocimiento presumiblemente objetivo y sospechosamente subjetivo. De lo que hablo es de la deuda con el sujeto.

En esta ocasión centraré mi pregunta en cómo es nombrada la experiencia de los movimientos sociales en general, y, en particular, en Latinoamérica. Dicho diálogo lo haré a tres voces, la de Juliana Flórez Flórez en su libro: Lecturas emergentes, decolonialidad y subjetividad en la teoría de los movimientos sociales; la de Alan Touraine con ¿Podremos vivir juntos? iguales y diferentes, y, finalmente, la de mi experiencia en el movimiento social en Colombia tanto como profesional de la comunicación social, como activista; y, más tímidamente, la de mi acercamiento teórico-práctico al pensamiento feminista postcolonial Latinoamericano y del Caribe.

El diálogo que propongo con Flórez Flórez y con Touraine, responde a un ejercicio dialógico que pretende cruzar nociones articuladas a un conocimiento situado, pero también historizado. En lo que a mí respecta, también supone un acercamiento a la modernidad desde tres dimensiones: la que he vivido como sujeta latinoamericana; la que he reconocido desde la academia, justamente desde un pensamiento crítico que entraña tanto presupuestos teóricos de Occidente -críticos o no-; como prácticas cognoscitivas desde América Latina, más o menos atinadas. Por último, desde la conciencia subjetiva que he construido en el movimiento social en general, y, en particular, el femenino en un contexto de conflicto social y político como el colombiano.

La ruta que he planteado para esta conversación la sitúo en tres momentos: cuando habla la razón, cuando habla la acción y cuando habla el cuerpo, para, finalmente, arriesgarme a algunas inacabadas conclusiones sobre el asunto en cuestión. Todo, en una suerte de movimiento que dibuja y desdibuja los caminos de los movimientos sociales desde su praxis. Las tres paradas se relacionan con el sendero, que a mi juicio, ha transitado el paradigma de la modernidad, gracias a los movimientos de los movimientos sociales.


Asigno al primer momento la centralidad en quién nombra el movimiento social, sus limitaciones y alcances; en el segundo momento, la centralidad la pongo en el sujeto que se autonombra y se reconoce; y el tercer momento, mi énfasis será en el lugar que ocupa el cuerpo tanto colectivo como individual, un acercamiento a lo que, a mi entender, dice el movimiento social femenino a la sociedad.

Las inacabadas conclusiones serán un intento de dialogar con las intersecciones para desde allí, proponer alternativas para repensar. Un ejercicio cartográfico previo de cómo se ha configurado la noción de la comunicación y la educación para el desarrollo en Latinoamérica, ayudará a quien se aproxime al presente texto a hilar el argumento.

 

Cuando habla la razón

Para empezar este apartado, partiremos de dos encuentros que propongo como línea argumentativa de análisis en el diálogo. La primera coincidencia está en la pregunta por el sujeto; y la segunda, también en clave de cuestionamiento, por el mecanismo a través del cual se pretende comprender al sujeto y su accionar, es decir: la razón. Paradójicamente, estas preguntas instaladas en el discurso de unas y otro, se bifurcan al llevarlos al plano de la realidad que los contienen. Me explico.

Mientras para Touraine el sujeto adquiere centralidad cuando de movimientos sociales se trata, para Flórez Flórez el sujeto tiene la misma centralidad; aunque enfáticamente desde las prácticas sociales que realiza en el contexto Latinoamericano. Sin embargo, la bifurcación opera cuando de combinar teoría y práctica se trata. Evidentemente no estamos hablando del mismo sujeto. Touraine, habla del sujeto cuyo surgimiento está determinado por la razón, mientras que para Flórez Flórez el sujeto se concretiza por la acción y quizá por una racionalidad no instrumental para la consecución de sus objetivos.

Flórez Flórez hace tres críticas, a mi juicio, al concepto eurocéntrico del sujeto, lo que en últimas viene a determinar la adjetivación como nuevos movimientos sociales, en el caso Latinoamericano. Al pretenderse encasillar el “sujeto de movimiento”, se olvida como: uno, la modernidad corresponde a dos contextos geográficos e históricos y desde luego a presupuestos libertarios distintos. Al desconocer esto, la mirada eurocéntrica se desencanta de los movimientos sociales de A.L., desconfiando de su potencial transformador, directamente los desconoce como movimientos sociales. Estos no se corresponden con los idearios emancipatorios. Solo son movimientos socio-históricos, incapaces de construir su propia historia. Dos, los movimientos independentistas, indígena, cimarrón, palenquero, son sistemáticamente desconocidos por que no son el sujeto político de la modernidad eurocéntrica, sólo son sujetos revolucionarios. Y tres, se infiere que en América Latina hubo movimiento social antes que partido a diferencia de Europa donde ocurrió exactamente lo contrario.

Es evidente que para Flórez, en América Latina, la configuración del sujeto político pasa por sujetos con realidades concretas, localizadas, con reivindicaciones sobre necesidades básicas y con interpelaciones directas a un sistema socio-político a todas luces ineficiente. Dichas características cuestionan desde la práctica social, la razón instrumental y universalizante que pretendió imponer Europa con el paradigma de la modernidad. He ahí su potencialidad. Lo que aquí entra en juicio, a mi entender, es tanto la imposición del modelo de “ser sujeto” como el desconocimiento de otras formas de hacer política y otras racionalidades para constituir movimiento social.

Desde mi noción teórico-práctica del asunto, agregaría los siguientes elementos, para nombrar otros límites y los alcances que se derivan de la tensión anteriormente planteada. Mi hipótesis es que no se puede instalar la modernidad con sujetos pre-modernos, ni tampoco sobre presupuestos universales del sujeto. Entre otras, una de sus mayores contradicciones.

Creo que la noción euro céntrica de la modernidad descansa sobre al menos tres contradicciones. La primera, no obstante proclamar el sujeto, quiere hacer modernidad sin el sujeto, desconociendo sus particularidades subjetivas e históricas. Dos, cuestiona la tradición para convertirse ella en la tradición, pero además desconoce lo que la tradición puede tener de libertario. Esto adquiere particular sentido en el caso Latinoamericano. Y tres, pretender el orden sobre bases sociales que categóricamente viven el desorden. En el caso latinoamericano parece esto emblemático y estratégico especialmente para las elites políticas y sociales que buscan el estado-nación.

Finalmente, agregaría dos elementos a la discusión. A la noción de alta modernidad de Touraine, diría que el conflicto no solo es político es radicalmente socio-político para connotar que existe una comunidad política particular. Y dos, a la reflexión de Flórez Flórez sobre el reconocimiento de los movimientos independentistas, nombraría adicionalmente, el desconocimiento sistemático del aporte que mujeres cimarronas, palenqueras, independentistas, indígenas y populares han hecho a las luchas sociales en Latinoamérica. Este rescate lo están haciendo feministas Latinas y del Caribe desde los estudios poscoloniales. En conclusión, parece insuficiente comprender la complejidad de las tramas sociales cuando se apela a solo una racionalidad, mucho más si es impuesta. Ni Flórez desde un pensamiento crítico en Latinoamerica, ni Touraine como crítico de la modernidad, ni yo, desde prácticas cuestionadoras del sistema, logramos escapar al mismo marco de referencia para comprender al sujeto.

 

Cuando habla la acción

Cuando refiero la acción como mensaje, como lenguaje, lo que intento poner en discusión son dos asuntos. Por un lado, los movimientos de resistencia que operan ante la razón que se impone y por otro, la desbordante realidad que tantas veces nos supera cuando de utopías o emancipación se trata. Por supuesto, la centralidad aquí es en el sujeto que se autonombra y se reconoce.

A este punto el panorama parece oscurecerse, a pesar de las potencialidades que comporta el escenario. Cuando Flórez Flórez nombra en su texto: la lectura decolonial de los movimientos; los movimientos sociales como anti-héroes de la acción colectiva, los disensos como dimensión política de la acción colectiva; destaca las relaciones de poder que encarna un movimiento social, pero además pone en el centro un cuestionamiento a la manera cómo se construye el saber, el poder y el ser desde una lógica heterárquica. Nadie parece escapar al poder en cualquiera de sus formas.

Aquí emerge desde la teoría y la práctica, el sujeto de derechos en el que el movimiento feminista de la primera ola –principalmente sufragista-, el estudiantil, el sindicalista y el cívico hacen su entrada triunfal en América Latina. Creo que la invitación de Flórez Flórez a pensar el disenso, como un elemento neurálgico, es un llamado a desmitificar y subjetivar la comprensión de los movimientos sociales.


Desde una mirada decolonial expuesta por Flórez se puede advertir que la construcción del sujeto se encuentra enmarcada en un sistema mundo del que no escapa ni Europa. Adicionalmente, al sujeto emancipado aun le quedan tareas por cumplir: l a de comprender cómo, no obstante la superación de la colonización en su forma estructural o más tradicional, esta persiste en otras formas: el saber, el poder y el ser. Pero, fundamentalmente, viene a decir que el sujeto (latinoamericano/colonizado) ya no cree más en los cuentos de la modernidad, puesto que la realidad lo desborda. Es la hora del reclamo.

Touraine, en cambio, nos habla de la modernidad media, de la sociedad industrial, del sujeto económico que le preocupa la pobreza y le interesa el progreso. Los movimientos societarios, el conflicto económico y los antimovimientos vendrían ahora a ser parte de la reflexión.

Ofrezco como intersección de estas dos reflexiones mi perspectiva. Creo que el sujeto del que hablamos, al menos en Latinoamerica, viene a cuestionar la desigualdad tanto en términos económicos como tecnológicos, tanto en el nivel local como en el nacional y el global. Así las cosas, para mí el conflicto que pretende resolver el movimiento social es más que un conflicto económico, es un conflicto socio-político, ambas cuestiones apremian e interactúan con sus consabidas implicaciones para la construcción del sujeto.

De lo que se trata es de dos movimientos. Uno que pone la llaga en el sujeto que actúa no solo racional sino emocionalmente, pero además que su lucha o accionar político es multidimensional. Economía política, socio-economía, saber y poder, serían algunas de las categorías que mayormente nos ayudarían a complejizar, abordar y aportar al movimiento social. No sin antes desplazar el pensamiento dicotómico por uno multi e inter dimensional.

 

Cuando habla el cuerpo

Cuando aludo al mensaje que el cuerpo transmite, me estoy refiriendo al cuerpo político y subjetivado que caracteriza para mí el movimiento social de hoy. En este apartado, señalo principalmente lo que el cuerpo colectivo e individual del movimiento social feminista dice, por considerarlo uno de los mensajes más sugerentes e importantes para la transformación social.

En primer lugar quiero interpelar la posición de Touraine cuando asegura que estamos en una sociedad de comunicación o que la principal preocupación sea la comunicación. Tengo que decir, es evidente que no estamos en una sociedad de la comunicación sino de la información y que también la preocupación sigue estando centrada en la información y no en la comunicación. Sin embargo, estoy de acuerdo con él cuando afirma que el cuestionamiento es fundamentalmente ético y que a estas alturas de la humanidad es insostenible la intolerancia en cualquiera de sus formas. Siguiendo al autor, tengo que admitir que no me queda claro qué lugar le da al deseo cuando insiste en la razón como un elemento que define el sujeto deseable. Como en las anteriores cuestiones diría a Touraine que el conflicto además de ser cultural es socio-cultural, político y económico, puesto que el sujeto que observo en América Latina no ha pasado aun el examen del sujeto político y económico. Persisten múltiples formas de exclusión a pesar de las lecciones ingentes que el movimiento social nos ha dado a través de su lucha sin tregua. Por ahora quiero señalar los elementos en los que coincido y de los que me aparto ligeramente de Flórez Flórez.

Comparto que el feminismo de frontera aporte a una concreción del sujeto, estoy de acuerdo con que un camino puede estar orientado a las múltiples entradas y salidas que el sujeto femenino debe hacer con otras luchas. Sin embargo, no creo que sea una tarea solo de las mujeres, sino también, y fundamentalmente, de otros sectores sociales que sistemáticamente hacen caso omiso de los aportes de las mujeres al interior de su movimiento pero además un desconocimiento, ya no sé si ingenuo, de la agenda de las mujeres.

De otro lado, creo que no solo debe ser localmente. No es claro para mi que este movimiento de des-sujección se tenga que hacer en otros niveles, los nacionales e internacionales, por ejemplo. A democracia igualitaria le agrego democracia paritaria, radical como diría Chantal Mouffe. Pienso que será el deseo ético de abrazar la vida que desde los feminismos de frontera proponen. Acuerdo radicalmente con que será una búsqueda de una democracia pasional. Esto significa reconocer el dolor que entraña entrar y salir de las fronteras para construir una “otra” manera de ser y de estar.

 

Conclusiones

Esta, como en otras ocasiones, las conclusiones serán siempre inacabadas. Se constituyen en un nuevo punto de partida. Desde ese lugar quiero plantearlas. Si, podremos vivir juntos, ¿no será acaso una apelación a desproveernos de uno que otro tabú, de uno que otro prejuicio? Es la pregunta que le haría hoy a Touraine y otros más que persisten en concebir la modernidad como el gran paradigma emancipador que sin lugar a dudas significó y sigue derivando en explotación y dominación.

Pregunto a Flórez Flórez si movernos en las fronteras no nos dejará sin el lugar que habitamos como sujetos de emociones y pasiones, por ir de ahí para allá, transitando. Me pregunto si serán posibles, si será el momento para estos movimientos de des/sujeción cuando aún no nos hemos sentido y habitado vitalmente en nuestro lugar, nuestro cuerpo.

En un intento de puntualizar los núcleos de discusión expuestos diría.

  1. Las preguntas por el lugar que la razón, la acción y el cuerpo ocupan en la configuración del sujeto de los movimientos sociales suponen, en primera instancia, un cuestionamiento a los presupuestos epistemológicos desde los cuales intentamos comprender un fenómeno social. Un llamado a entender el conocimiento situado superando la dicotomía investigador/a-investigado/a.
  2. Lo que sugiero en todo el texto, es el movimiento de un afuera que pretende nombrar un adentro que ansía reconocerse para volver al afuera corporeizado. La resistencia, el desplazamiento y las rupturas son las improntas que marcan el camino del sujeto individualizado y colectivizado.

 


Notas:

[1] Popayán, 1974. Universidad INCCA de Colombia con el título de Comunicadora Social Institucional, actualmente aspirante al Master y Doctorado en Paz, Conflicto y desarrollo de la Universidad Jaume I en Castellón de la Plana, España.  Desde el 2002, facilitadora de proyectos de desarrollo social, cultural y comunitario con perspectiva de género y de derechos humanos, jefa de prensa en organizaciones sociales mixtas y de mujeres; realizadora de productos audiovisuales y documentos pedagógicos, docente y consultora independiente. Y en sus ratos de inspiración, escritora.

[2] (Haraway, 1995)

 

Bibliografía:

Florez Florez, J. (2010) Lecturas emergentes Decolonialidad y subjetividad en las teorías de movimientos sociales. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.

Touraine, A. (1997) ¿Podremos vivir juntos? Iguales y diferentes. Madrid: PPC editorial y distribuidora S.A.

Haraway, D. (1995). Ciencia, cyborg y mujeres: la reivindicación de la naturaleza. Madrid: Cátedra Valencia: Universidad de Valencia; Madrid: Instituto de la Mujer, cop.

 

[div2 class="highlight1"]Cómo citar este artículo:

MUÑOZ CÁRDENAS, Yazmín, (2012) “El movimiento de los movimientos sociales. Entre resistencias, desplazamientos y rupturas se teje el corpus”, Pacarina del Sur [En línea], año 3, núm. 11, abril-junio, 2012. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.
. Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=424&catid=3[/div2]