El comunismo argentino y sus intelectuales. Héctor P. Agosti y la revista Expresión en el contexto del primer peronismo (1946-1947)

Argentine communism and its intellectuals. Héctor P. Agosti and the magazine Expresion in the context of the first Peronism (1946-1947)

O comunismo argentino e seus intelectuais. Héctor P. Agosti e a revista Expresión em contexto com o primeiro peronismo (1946-1947)

Gastón Macagno[1]

Consejo Interuniversitario Nacional, Argentina

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Recibido: 14-03-2022
Aceptado: 30-06-2022

 

 

Introducción

Desde la creación del Partido Comunista Argentino (PCA) en 1918, el desarrollo y el fomento explícito de distintas experiencias culturales fue adjudicataria de un lugar preponderante dentro de su dinámica de funcionamiento.[2] Ello se vio reflejado a través de una intensa labor editorial del Partido, como así también de distintos emprendimientos particulares (sociedades de responsabilidad limitada o sociedades anónimas cuyos directorios estaban formados por referentes comunistas o “compañeros de ruta”).[3] En este caso, la revista Expresión formó parte de la constelación cultural del PCA en un contexto histórico particular: las redefiniciones hacia el interior del Partido que supuso el “realismo socialista”, nueva impronta cultural del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) hacia mediados del siglo XX.   

Por tanto, el presente trabajo tiene como intención analizar cuáles fueron los propósitos y las metas de la “corta” experiencia de la revista Expresión, dirigida por Héctor Agosti, aparecida entre diciembre de 1946 y julio de 1947. Para ello, partimos del siguiente interrogante: ¿cuáles fueron las características y los objetivos de la revista Expresión en el marco de los nuevos debates culturales que se daban al interior del PCA hacia mediados de siglo XX? En este sentido, el objetivo específico propuesto es el análisis de la producción escrita de Héctor Agosti publicada en dicho artefacto cultural,[4] atendiendo a sus elaboraciones sobre la cultura, la política y los intelectuales. De este modo, abordaremos la siguiente problematización: ¿qué preocupaciones y/o problemáticas se desprenden de los escritos de Héctor Agosti en la revista acerca de la cultura, los intelectuales y la política?

En cuanto al abordaje metodológico a aplicar, se desarrollará un estudio cualitativo sobre la producción escrita de Héctor Agosti publicada en la revista Expresión (1946-1947). Tal producción se encuentra en el primer número, de diciembre de 1946; en el 4to, de marzo de 1947 y en el 6to, de mayo de 1947 (siendo este último en el cual nuestro autor participó de forma más profusa). Además, utilizaremos como fuente histórica la obra Defensa del realismo (1945) de Agosti por ser contemporánea a nuestro objeto de estudio y además por “anticipar” de algún modo el debate sobre una estética marxista. Puntualmente, haremos hincapié en el trabajo en el cuál Agosti indaga y conceptualiza la estética “suprasubjetiva”. Así, la técnica de producción de datos consistirá en el análisis de los documentos mencionados, poniéndolos en juego con el debate que suscitó la estética del “realismo socialista” al interior del PCA, para caracterizar la postura que Expresión tomó al respecto. 

El trabajo se inscribe en el enfoque de la historia intelectual ya que abordaremos el proyecto cultural que emprendió Agosti al mando de la revista Expresión. Aun así, orientando más la lente, el trabajo se enfoca en la historia cultural de las ideas (Bruno, 2019) dado que analizaremos de qué se trataba y cuáles fueron las repercusiones de la estética marxista del “realismo socialista” para el PCA.

Los resultados que se esperan obtener son: verificar que la orientación de la revista Expresión no está alineada a los postulados del “realismo socialista” sino que más bien presenta una postura híbrida al respecto. Esto es, la publicación del debate intelectual que suscitó tal postulado estético fue publicado en Expresión, pero sin presentar una adhesión al mismo. A su vez, verificar que la producción escrita de Héctor Agosti en la revista referida a la cultura, los intelectuales y la política (junto con sus reflexiones en Defensa del realismo), conforman una estética heterogénea que se pone en discusión con el “realismo socialista”. Finalmente, determinar si además se puede hablar de preocupaciones comunes a la obra de Gramsci en sus artículos publicados en Expresión.

 

Aproximación al estudio de las vanguardias culturales en el PCA

Para comenzar con una perspectiva amplia sobre la vanguardia cultural de las décadas de 1930-1940 prestaremos especial atención al trabajo de Eric Hobsbawm (2012). El autor plantea que durante la etapa antifascista (1930-1940) en el mundo europeo, la vanguardia cultural se sintió atraída principalmente por las posiciones de la izquierda (a menudo, de la izquierda revolucionaria). Para el “mundo no europeo”, plantea que el movimiento de los “talentos creadores” fue el realismo, cuya tarea principal era la de descubrir, desvelar y representar la realidad de sus pueblos (págs. 166-170). Sobre este punto, Laura Prado Acosta (2013) se encargó de realizar un análisis sobre la política cultural de posguerra del | y la recepción de la misma hacia el interior del PCA. Plantea que, entre 1946-1952, en el ámbito cultural comunista existió una reconfiguración al interior del partido y, también, entre los vínculos del comunismo con el resto del campo político e intelectual. Esto significó que fueran tomando mayor protagonismo quienes representaban las posturas soviéticas en detrimento de aquellos que encaraban un proyecto cultural latinoamericanista. Sin embargo, la autora destaca que el zhdanovismo “no colonizó” por completo los desarrollos culturales de los comunistas argentinos, poniendo a Héctor Agosti como ejemplo por su acercamiento a la filosofía gramsciana.

El término zhdanovismo surgió del Informe redactado en 1947 por Andrei Zhdanov, miembro del Buró del PCUS. Zhdanov, a través del concepto del “realismo socialista”, buscó fortalecer la doctrina partidaria en su aspecto ideológico, puntualmente, en lo que hacía referencia a lo cultural y artístico.[5] María F. Alle (2019) plantea que la política del “realismo socialista” llevó a un extremo las disposiciones de Lenin acerca de la “literatura de partido” y la recuperación de la herencia cultural burguesa. Afirma que el aparato axiológico que movilizó esta doctrina, conjugó y terminó por confundir los valores políticos con los artísticos (pág. 184). Esto significó que una obra artística-literaria sea considerada “buena” sólo cuando apoyara al comunismo y “mala” cuando no lo hiciera.

El estudio de la implicancia hacia el interior del PCA de estas disposiciones soviéticas para la creación cultural, fueron puntualmente analizadas por Adriana Petra (2012) y Víctor A. Piemonte (2012). Petra coincide con los postulados de Alle en cuanto al disciplinamiento intelectual dentro de la URSS. Sin embargo, afirma que en los países no comunistas se buscó más bien fomentar la “profesionalización” de los intelectuales. Esto es: propiciar la idea de que el deber principal del intelectual era la “creación intelectual”. Por su parte, Piemonte realiza un recorte temporal que se corresponde con el viraje político desde la lucha total de clase contra clase hacia la búsqueda de una alianza antifascista que incluyera a todas las fuerzas democráticas, cuya consigna fue de frentes populares.[6] Con el objetivo de indagar las repercusiones registradas entre la relación de la política cultural y la “política a secas”, Piemonte sostiene que la traspolación al PCA de la política del “frente popular” junto con el “realismo socialista” plantearon la lógica de un “conflicto social ausente” (2012, pág. 21). Esto le permitió al PCA acercarse, por ejemplo, al socialismo y al radicalismo.

Si bien es cierto que la dinámica política del “frente popular” le permitió al PCA un acercamiento a distintas fuerzas políticas frente al avance del fascismo, las disposiciones de Zhdánov sobre el “realismo socialista” terminaron influyendo de manera negativa respecto a la política de alianza del partido con distintos artistas e intelectuales del campo cultural nacional. El citado trabajo de Prado Acosta (2013) junto con A. Petra (2017) respaldan este punto, al considerar que la exigencia de conformar una literatura y un arte de partido de acuerdo a los postulados del “realismo socialista”, llevó en la práctica a “renegar” de los “escritores burgueses”.[7] 

En cuanto al análisis del PCA y su relación con el peronismo, Aníbal Jáuregui (2012) rompe con la visión monolítica de la orientación “antiperonista” del PCA, analizando el acercamiento de Juan José Real (secretario de Organización del PCA) hacia el peronismo entre 1952-1953. El autor, destaca que el “antiperonismo” del PCA no se debió a las influencias liberales que anidaban en su interior y, además, que existieron coincidencias en ciertas políticas peronistas con los lineamientos del PCA.[8]

Ahora bien, sobre la gestión cultural del peronismo, el trabajo de Flavia Fiorucci (2008) afirma que la propuesta peronista de regular y legislar sobre la cultura coincidió con un “clima de época”.[9] El peronismo introdujo dos objetivos innovadores: la democratización y el acento en la federalización del consumo cultural. Desde la intelectualidad antiperonista[10] se mantuvo una postura hostil frente a las instituciones creadas,[11] promoviendo la defensa de la autonomía del campo intelectual nacional. Fiorucci remarca que el proyecto inicial de regulación cultural languideció a principios de 1950, para cesar definitivamente hacia 1952.[12] En la relación entre la producción cultural comunista y el período histórico comprendido entre el golpe de 1943 y los gobiernos peronistas (excepto por la efímera libertad de prensa en 1946), Petra (2020) sostiene que la prensa y las editoriales comunistas sufrieron diversos acosos que las obligaron a aparecer en condiciones de cuasi legalidad.[13]

A su vez, para un análisis de las revistas culturales y en especial para la revista Expresión, debemos remitirnos al reciente trabajo de Tarcus (2020) y al de Massholder (2011), respectivamente. Tarcus plantea que las revistas culturales se constituyeron en pequeñas comunidades de intelectuales que no sólo crearon determinadas comunidades de lectores, sino además disputaron con otras revistas la cooptación de distintos sectores sociales y, por tanto, la hegemonía cultural dentro del debate público. Al interior del campo intelectual existe un subcampo que funciona con una lógica propia y un lenguaje común que denomina “campo revisteril”. El autor asevera que el campo revisteril está estructurado como un sistema de relaciones en competencia y conflicto entre grupos y revistas que ocupan distintas posiciones intelectuales. Así, afirma que para cada momento del campo hay revistas que ocupan un lugar hegemónico, otras un lugar contrahegemónico, revistas emergentes y revistas residuales. Por su parte, Massholder es la única autora que da cuenta de un análisis integral de la revista Expresión. Remarca dos puntos característicos de la misma: la difusión de la filosofía existencialista francesa y la cuestión de la estética literaria. Además, analiza el corpus ideológico de la revista, planteando que la misma se declaraba como americana pero abierta a la influencia intelectual de Europa. Sin embargo, no realiza un análisis específico de la producción escrita de Agosti publicada en la revista, tal como nos proponemos indagar en el presente trabajo.

 

Expresión. Orígenes y características 

A lo largo del siglo XX, las revistas culturales oficiaron como el vehículo de expresión preferido por parte de diversos colectivos de intelectuales, grupos artísticos, literarios, filosóficos ­–entre otros–, para disputar posiciones dentro del campo intelectual nacional (Tarcus, 2020, pág. 23). El conjunto de personas que ocuparon el Consejo de Dirección de Expresión, presenta un grupo heterogéneo: Roberto Giusti (crítico literario, profesor y político socialista), Emilio Troise (médico, intelectual, socialista de orientación sindicalista, militante antifascista y luego dirigente comunista), Enrique Amorim (escritor comunista uruguayo) y Leopoldo Hurtado (escritor argentino). La Dirección recayó en Héctor Agosti (ensayista político, periodista y secretario de cultura del PCA).[14]

La revista apareció entre diciembre de 1946 y julio de 1947, contando tan sólo con ocho números publicados de forma mensual en formato “revista-libro”. Su surgimiento fue saludado por distintos intelectuales latinoamericanos que además colaboraron desde un primer momento con la revista.[15] La editorial Problemas, a cargo de Carlos Dujovne,[16] fue quién llevó a cabo la edición de la revista durante la “época de oro” de las editoriales argentinas.[17] El “Sumario” de la revista, contaba inicialmente con una serie de artículos que variaban entre fragmentos de piezas de teatro, poesía, cuentos, etc. Luego se encuentra la sección “Perfil del tiempo”, “La vida y el libro” (dedicada a comentarios de libros), “Los epistolarios” (en donde se reproducían las correspondencias de figuras como Aníbal Ponce, Marx, etc.) y, finalmente, “Espejo de revistas” (dedicado a establecer un panorama de las revistas culturales nacionales e internacionales, especialmente las francesas[18]).


Imagen 1. Primer número de la revista Expresión, diciembre de 1946.
Fuente: Archivo Histórico de Revistas Argentinas (Ahira).

El primer artículo de Expresión oficia como “manifiesto” ya que lleva el nombre de la revista y no se encuentra firmado por ningún autor en especial Tarcus (2020, pág. 70). La revista aspiró a conseguir que la gestación cultural de “lo nuevo” pueda ser allí expresado, para servir a la grandeza del hombre argentino. No limita lo nacional a “estrechas fronteras de resentimiento y desconfianza”, sino que exalta lo nacional a lo continental. “Expresión será por ello mismo una revista americana” pero, y “al igual que los padres fundadores de la República”, con los ojos abiertos ante Europa. La revista también se propuso ser el medio de expresión de una nueva generación, impulsada por una crítica libre que esté por encima de los intereses de la política literaria. Con ello, empero, no proponían una guerra de generaciones. Sólo tendrían por adversarios a aquellos que pretendieran detener lo que la revista quiso expresar: el renacimiento de la cultura argentina en la libertad (La Dirección, diciembre 1946, págs. 5-6).

Por el tipo de publicidad que auspicia una revista, podemos acercarnos a un perfil de “consumidor”, ya que los avisos hablan de su nivel de ingresos y de sus gustos culturales. Las revistas “modestas” suelen incluir avisos de editoriales y librerías, en tanto que las de las “élites letradas” pueden publicitar los servicios de una compañía de seguros, de un banco o de una empresa automotriz (Tarcus, 2020, pág. 76). Respecto a estas categorías, se puede afirmar que Expresión fue una revista modesta. Sus avisos publicitarios (abundantes, principalmente, en su primer número), constituyen en su gran mayoría las novedades de diversas editoriales. Entre ellas, la que aparece con más frecuencia es la editorial “Problemas” (que, como hemos mencionado, llevaba a cabo la publicación de la propia revista). Pero también aparecen avisos de las editoriales: “Lautaro”, “Schapire”, “Futuro”, “Siglo Veinte”, “Ayacucho”, “Ediciones Pueblos Unidos”, entre otras. También se hacían avisos de fotograbados (“Rotex-Ventor” y “Arturo-Guldris y Cía.”). Por último, cabe destacar que en la entrega Núm. 5 publicado en abril de 1947 y en la Núm. 6 publicado en mayo de 1947 aparece la publicidad del próximo número de la revista Sur.

Sin embargo, antes de analizar este acercamiento cultural de Expresión hacia el campo intelectual liberal, abordaremos las interpretaciones estéticas adoptadas por Agosti en su obra Defensa del realismo y cómo se vio reflejada en su producción escrita para la revista. 

 

Defensa del realismo. Héctor Agosti y la estética marxista

La obra fue publicada por primera vez en 1945 y constituye una recopilación de conferencias dictadas y artículos escritos entre los años 1938-1945. En nota a la segunda edición (1955), Agosti plantea a este ensayo como un probable punto de partida para una estética (Agosti, 1962, pág. 9).


Imagen 2. Portada Defensa del Realismo de Héctor P. Agosti.
Fuente: Iberlibro

El texto que da inicio a la obra se titula “Defensa del realismo” y es una conferencia que dictó Agosti en la Facultad de Arquitectura de Montevideo el 1 de diciembre de 1944. Allí, plantea que es tiempo de un “nuevo Renacimiento” del arte, dada las transformaciones experimentadas en su época. Critica tanto al “realismo tradicional”, al cual llama “verismo” dado que “sus partidarios buscaban la representación verídica del fenómeno” (Agosti, 1962, pág. 16), como así también el exceso de subjetividad que existió en el arte de las vanguardias de principios del siglo XX (cubismo, surrealismo, entre otras). Al respecto, Agosti comentaba:

A la insulsa objetividad de las academias [realismo tradicional] oponíase una subjetividad porfiadísima que abominaba de la realidad y convertía al artista en supremo demiurgo de los objetos, nacidos en él antes de existir materialmente fuera de él, y auroleados por él con una fría vibración abstracta que aspiraba a la eternidad emocional (Agosti, 1962, pág. 14).

 

Frente a este panorama, Agosti rescata las cualidades del “nuevo realismo” como método para abordar la creación artística, cuyo fundamento filosófico es el conocimiento dialéctico de la realidad exterior. Así, la creación artística se presenta como un doble juego entre la acción de la realidad y la reacción de la conciencia. A este nuevo realismo, Agosti lo llama “realismo dinámico” y lo ubica entre el extremo objetivista y el extremo subjetivista para fundirlos en una categoría estética que los conjuga a ambos (Agosti, 1962, pág. 22). Agosti denomina a este “realismo dinámico” como “suprasubjetivo” y así es como llegamos a su conceptualización principal sobre la estética en el arte, que la resume de la siguiente manera:

Si el realismo consiste en la traducción de la realidad a través del temperamento, aquellas categorías expresivas pierden también su rigidez dogmática para someterse al despliegue de las psicologías individuales. Lo que interesa es que el artista ascienda a la conciencia del objeto, y cuando ha llegado a esa conciencia bien puede dejársele la libertad de sus medios expresivos, que serán cerrados o translúcidos según sea su nota psicológica individual, a menos que incurriese en una repugnante traición consigo mismo, anticipo de una segura traición hacia sus prójimos (Agosti, 1962, pág. 23).

 

Por tanto, si hay un punto que Agosti deja en claro respecto al realismo suprasubjetivo es acerca de la libertad del artista para la elección de los medios expresivos a la hora de interpelar la realidad. En sus artículos para Expresión, Agosti reivindica no sólo la obra de distintos autores (no necesariamente comunistas), sino también las particulares formas estéticas que eligieron para plasmar sus obras.

En la sección “La vida y el libro” de marzo de 1947, Agosti reseña elogiosamente la obra Che retá del escritor, periodista y docente Gerardo Pisarello. En este caso, el autor correntino formó parte del PCA, incluso participó activamente en la revista Expresión publicando allí varios artículos. Sobre Che retá Agosti comenta: “El paisaje resulta trazado en los rasgos precisos de una anotación realista que ha tenido, sin embargo, la gracia poética de esquivar la fotografía” Agosti (marzo de 1947, pág. 79). Enfatiza la claridad con la cuál describe su Corriente natal, entre una simbiosis autobiográfica y un vínculo con el entorno social. Así, la obra queda equilibrada entre sus recuerdos y la vida miserable de los campesinos correntinos, “esa pobreza descarnada y triste de una economía retardada y casi feudal, esa poquedad cultural que las supersticiones populares incrustan en nuestros días como una llaga viva y perdurable de la Colonia” Agosti (marzo de 1947, pág. 80).

En la sección “Notas de lecturas” de mayo de 1947, Agosti se refiere también en términos elogiosos al trabajo de Diego Muñoz sobre su obra acerca del poeta chileno Jesús Abraham Brito. Sobre Abraham Brito, hijo de mineros, admirador y amigo correspondido de Pablo Neruda, Agosti destaca su labor de cronista de los acontecimientos cotidianos: “cantaba la gloria de la patria chilena al mismo tiempo que los éxitos del boxeador Godoy, y los triunfos del ejército rojo paralelamente a las angustias del pueblo trabajador” (Lamel, H. [seudónimo de Héctor Agosti], mayo 1947a, pág. 269). De igual forma, Agosti elogia la poesía de la brasileña Cecilia Meireles (quién además fue periodista y profesora): “es la suya una dulce y recia vez de poeta que se vuelca sobre todos los temas del hombre, aunque prefiera los temas del hombre-individuo, encapsulado en su particular sensibilidad” (Lamel, H. [seudónimo de Héctor Agosti], mayo 1947c, pág. 270).

En la misma sección, Agosti también reseña elogiosamente el libro Historia del teatro europeo de G. N. Boidzhíev y A. Dzhivelégov. Esta obra adquirió un valor de incalculable envergadura al ser considerada como un clásico en la materia (Perinelli, 2011, pág. 9). Se deduce que la circulación de esta obra no sólo era viable sino hasta incluso fluida durante la época, dada la gran importancia que tuvieron los autores rusos en la producción editorial del comunismo argentino. Respecto a la obra, Agosti comenta:

Esta Historia del teatro europeo no se limita solamente a la cronología teatral; también intenta esclarecer el porqué de los cambios, de los crecimientos y de los perfeccionamientos registrados en dicho arte y la correlación que pueda existir entre ese episodio y el complejo de la vida social. […] El resultado no puede ser más feliz para el lector, que en este caso se encuentra auxiliado por una correcta versión castellana (Lamel, H.  [seudónimo de Héctor Agosti], mayo de 1947d, pág. 270).

 

En otro artículo de la misma sección, Agosti comienza a manifestar sus preocupaciones sobre la producción y circulación de la cultura. Así, defiende la tesis de Juan Zanetti acerca del rol de las universidades respecto a este punto. Transcribimos en su totalidad cómo Agosti interpreta la tesis del autor:

La misión universitaria tradúcese en la acción de recoger, elaborar y transmitir la cultura. Para lo primero –recoger– reconoce tres fuentes: la tradición cultural del país, la asimilación de la cultura universal y la conexión con la realidad histórica. Para lo segundo –elaborar– señala tras funciones: la investigación científica, realizada doblemente en el plano de los principios generales y en el de relación con los problemas socio-económicos de la región; la formación profesional vinculada con la integral formación humanista y cívica del egresado, y la proyección social de la cultura, mediante la incorporación orgánica de todos los elementos útiles a la acción universitaria. Lo último –trasmitir– equivale a postular el punto de partida de una verdadera cultura nacional por su forma y por su contenido, arribada a lo nacional por la aprehensión consciente de las esencias de lo universal (Lamel, H. [seudónimo de Héctor Agosti], mayo de 1947b, págs. 269-270).

 

Por otro lado, Expresión estuvo muy atenta al debate francés acerca del “realismo socialista”, adoptando una postura poco ortodoxa en cuanto a reflejar sin cuestionamientos dicha estética impulsada por el PCA. Si bien dio lugar para el análisis del debate cultural, en ningún momento dejó en claro su adhesión al mismo. Pedro Pattin, en la sección “Espejo de revistas”, le dedicó tres números[19] para seguir la polémica del “realismo socialista” entre Garaudy-Harvé contra Aragón.[20]

La primera vez que escribe sobre el tema (núm. 3, febrero de 1947), presenta el debate de la intelectualidad francesa en torno a la estética marxista y analiza la réplica de L. Aragón a los postulados de R. Garaudy. En marzo de 1947, Pattin plantea que “el debate acerca de la existencia o no de una estética comunista seguía abierto”, analizando la réplica de Garaudy a Aragón y sumando a la misma los aportes de P. Hervé. Pattin se hace eco de las expresiones de Hervé y Garaudy afirmando que “el partido comunista no excluye ninguna forma de expresión” y termina dicho artículo con una cita de Hervé lo suficientemente clara respecto a este tema: “¿Hay una concepción del mundo comunista que deba expresarse en el arte? Sí. ¿Hay una condenación ‘a priori’ por el partido comunista de ciertos medios de expresión? No” Pattin (marzo 1947, págs. 93-96). En abril de 1947, Pattin suma al debate a Elsa Troilet[21] aunque sin modificar la postura adoptada en el número anterior.

Por su parte, Agosti también dejó clara su postura frente a las críticas de Julio Notta[22] (curiosamente similares a las de Zhdanov respecto a la obra de Zoschenco y Akhmátova) sobre la obra “El señor Cisne” de Enrique Wernicke[23] aparecida en Expresión en junio de 1947. En carta a Enrique Amorim, Agosti se refirió: “Me temo que con este estéril debate podamos alejar de nuestras filas, o simplemente de nuestra amistad, a muchos escritores y artistas de verdadera intención democrática y antiimperialista, renuentes sin embargo a aceptar que el realismo sea ese vulgar naturalismo, en el fondo tan chato como el pomperismo burgués” (Agosti en Massholder, 2011, pág. 5).

Por otro lado, el resto de los escritos de Agosti para Expresión nos sugieren una aproximación hacia el campo intelectual liberal. Veremos, a continuación, hasta dónde llegaba este acercamiento y cuáles eran los motivos para ello.


Imagen 3. Héctor P. Agosti.
Fuente: Archivos del Centro de Estudios y Formación Marxista (CEFMA).

 

Lectura en clave antifascista: el rol de la cultura y las tradiciones liberales

Petra (2017) afirma que en Argentina el frente intelectual antifascista pervivió durante todo el gobierno peronista. Sus tópicos planteaban la defensa común de la cultura y las tradiciones liberales, frente al carácter “‘reaccionario, clerical e hispanista’ del gobierno nacido del golpe de 1943”, siendo extensiva esta interpretación al peronismo (pág. 76).

El sexto número de la revista Expresión (mayo de 1947), inicia con el artículo “Otra vez Sarmiento” de Agosti.[24] Allí, reseña el libro Sarmiento de Ezequiel Martínez Estrada, afirmando que el autor redime la única imagen válida de Sarmiento: aquella que representa la construcción de la nacionalidad argentina, tras establecer una ruptura pugnaz con lo español “considerado como símbolo y compendio de un orden feudal retardatario” (Agosti, mayo 1947, pág. 195).

Agosti enfatiza en el “antiespañolismo” de Sarmiento como una actitud integral entre lo político y lo literario, “al punto de ver en lo literario una forma militante de la manumisión política” (Agosti, mayo 1947, pág. 195). Afirma que en el descubrimiento de Sarmiento de la ruptura radical con la España fernandina “residía la única posibilidad teórica de la revolución democrática” (ídem.). Esta ruptura con lo “español” también es un punto central para Martínez Estrada, ya que para éste la historia argentina es una “doble crónica paralela” quebrada en dos campos: por la revolución (que simboliza lo argentino) y la contrarrevolución (simbolizando lo hispánico). 

Agosti le achaca a Martínez Estrada una mala interpretación acerca del deslumbramiento de Sarmiento por el despliegue de la civilización capitalista. Para Agosti, la grandeza de Sarmiento radica en haber intuido que la única sustancia perdurable de la revolución democrática del país radicaba en asentarse sobre la civilización industrial, sin significar esto un deslumbre por la civilización capitalista.

Analiza el esquema “civilización y barbarie” como el adelanto característico de un “hombre de entretiempos”: como “la anticipación de un hombre que se creyó traidor a su clase, cuando era en realidad su clase […] la que estaba restando para su obra los imprescindibles basamentos sociales” (Agosti, mayo 1947, pág. 198). Los “desajustes de Sarmiento” deben entenderse en el contexto histórico de una burguesía criolla, fuerza social obligada a realizar la revolución democrática, que no acreditó las virtudes revolucionarias de la burguesía europea. Aquí podemos apreciar una primera preocupación de nuestro autor por las categorías gramscianas.[25] Puntualmente en el concepto de “revolución interrumpida” producto de la debilidad de la burguesía criolla decimonónica que sólo obtuvo una emancipación política, pero no económica ni cultural. De allí la reivindicación de la figura de Sarmiento por parte de Agosti, al comprenderlo como un verdadero hombre de su época, lidiando con una clase que no estaba a su altura intelectual. 

El nudo de la discrepancia de Agosti con el trabajo de Martínez Estrada es el “sentimiento derrotista” que arrastra respecto a la capacidad creadora de las masas. En la lucha contra la “barbarie”, Agosti increpa la actitud de los letrados del siglo XIX que estuvieron más preocupados en cultivar su propia diferencia egocéntrica, antes que en avivar la conciencia revolucionaria de las masas. Allí rescata a Sarmiento como “el último de los grandes argentinos que alimentó en contacto con el pueblo esta pasión por la cultura” (Agosti, mayo de 1947, pág. 201). En el contexto de “crisis transformadora” que atraviesa Argentina, según Agosti, desesperar del destino de un país supondría descartar la capacidad creadora del hombre.

  En el mismo número de la revista, Agosti también marca cuáles son los límites del acercamiento con el campo intelectual liberal. En el artículo “¿Qué ‘Realidad’?” firmado bajo el seudónimo Hugo Lamel, Agosti polemiza con Bertrand Russel tras su artículo “Filosofía y política” aparecido en la contemporánea revista Realidad.[26] Sitúa a la revista en “un plano filosófico hartamente contradictorio con el nuestro” (Lamel, H. [seudónimo de Héctor Agosti], mayo de 1947f, pág. 282) pero celebra como buen augurio para la inteligencia argentina este tipo de contradicciones teóricas. Agosti resume la tesis de Russell de la siguiente manera:

La filosofía del estado liberal corresponde a un empirismo cuyo significado más alto se encuentra en Locke; la filosofía de los estados totalitarios corresponde a un dogmatismo cuyo significado más alto se encuentra en Marx.

 

Russell contrapone los sistemas y le adjudica al marxismo no sólo ser el artífice de los estados totalitarios, sino además aleja al conocimiento científico de sus posibilidades. Así, Agosti cita partes del artículo de Russell en donde denuncia que, para la producción de pan de trigo, en la URSS se presta más atención al materialismo dialéctico que a los genetistas. Agosti rebate estos argumentos trayendo a colación los avances de los genetistas rusos en el progreso de la ciencia, citando puntualmente a Lisenko, desestimando completamente las observaciones de Russell: “como si en la URSS la experiencia científica quedase reemplazada por los artilugios de un Santo Sínodo Marxista” (Lamel, H. [seudónimo de Héctor Agosti], mayo de 1947f, pág. 283).

Finalmente, también en el mismo número de la revista, podemos utilizar el artículo de Agosti “Recuerdo de Henri Mougin” para entender el rol del intelectual antifascista en las décadas de 1930-1940. En conmemoración al primer año de su deceso, Agosti reconstruye las redes de sociabilidad de Mougin para determinar su identidad antifascista. Destaca a cuatro de sus grandes maestros: Celestín Bouglé “muerto antes de la catástrofe” (1940); Maurice Halbwachs, deportado y muerto en el campo de concentración de Buchenwald (1945); Jean Cavaillès, fusilado por los alemanes en Arras (1944); y, Georges Politzer, (considerado por Agosti como el maestro que le marcó el camino a Mougin) torturado y fusilado en París por los alemanes (1942).

De Mougin, Agosti destaca su destreza filosófica, pero también recalca su faceta de “hombre entero, afirmado en la totalidad de las dimensiones humanas” (Lamel, H. [seudónimo de Héctor Agosti], mayo de 1947e, pág. 246). El propio Mougin fue prisionero de los alemanes durante cinco años en los cuáles desempeñó su labor de educación y resistencia en los campos de concentración. Vuelto a su patria, puso nuevamente sus capacidades al servicio del pueblo francés en la vasta obra de la Enciclopedia del Renacimiento francés “que aspira a replantear, en las condiciones científico-filosóficas de nuestros días, aquel impulso revolucionario que la Enciclopedia de Diderot aportó al pensamiento moderno” (Lamel, H. [seudónimo de Héctor Agosti], mayo de 1947e, pág. 247). A un año de su deceso, Agosti lamenta su muerte considerando que “Francia había perdido al más prometedor de sus nuevos filósofos”.

Esta apertura a la intelectualidad liberal debe entenderse en el contexto político de los “Frentes Populares”, producto de la lucha del comunismo contra el fascismo. En Argentina, el punto máximo de cooperación entre ambos campos intelectuales se desarrolló en 1951, en el marco del llamado “Año Echeverriano”.[27] Si bien este acontecimiento escapa a nuestro objeto de estudio, podemos afirmar que Expresión de alguna manera abonó el terreno para la mencionada cooperación entre ambas fuerzas que hicieron frente al peronismo.    

 

Conclusiones

Luego de realizar el estudio de la relación entre la revista Expresión y la determinación del PCA de impulsar el “realismo socialista” como la estética cultural por excelencia, debemos determinar que en la revista no se verifica una adhesión explícita y militante hacia dichos postulados estéticos. No sólo la revista surgió con el interés de ser el espacio de expresión para un amplio margen de intelectuales latinoamericanos (conteniendo y a la vez excediendo al propio campo intelectual comunista); sino, además, ante la exposición del debate francés acerca del “realismo socialista”, la revista se mostró más afín a la postura que criticaba la idea de una estética específica para el arte comunista. El arribo a esta primera conclusión se da no sólo por lo analizado de la sección “Espejo de revistas” a cargo de Pedro Pattin, sino además por haber sido en Expresión donde Wernicke publicó la polémica obra “El Señor Cisne”.

En lo que respecta a Agosti y su producción escrita en Expresión junto con su obra Defensa del realismo, podemos afirmar que el autor, al difundir una estética “suprasubjetiva”, se posiciona en una abierta tensión con las líneas directrices del “realismo socialista”. En tanto que el “realismo socialista” planteaba una forma explícita para la creación cultural, el “suprasubjetivismo” difundido por Agosti dejaba en la mera libertad del artista o escritor la forma y los medios sobre los cuáles expresar su arte. En esta fricción podemos encontrar un punto de partida para comprender el por qué en 1948 Agosti fue juzgado por el Comité Central de PCA de “fraccionista estético”.

En lo que respecta a la cultura y el rol de los intelectuales, Agosti marca de una forma muy clara hasta dónde puede llegar el acercamiento con el campo intelectual liberal. Por un lado, elogia la obra Sarmiento de Martínez Estrada debido a que el PCA tuvo similitudes con las interpretaciones historiográficas liberales. Por otro, Agosti señala los límites cuando las concepciones liberales “atacan” las comunistas: este punto se aprecia en su debate con B. Russell. Sin embargo, Expresión ayudó a esta “apertura intelectual” hacia el campo liberal que tuvo su punto central durante el “Año Echeverriano”.

Finalmente, en lo que tiene que ver con la adopción de la filosofía gramsciana de nuestro autor, si bien no podemos afirmar que para esta época Agosti (puntualmente en lo referido a su producción escrita en la revista) desarrolló íntegramente un estudio e interpretación de la obra de A. Gramsci, sí podemos encontrar en su análisis de la obra de Martínez Estrada algunas tempranas preocupaciones por la filosofía del italiano. Específicamente, la que hace referencia a la “revolución interrumpida” cuando se refiere a la revolución de 1810 y a la burguesía criolla que no comprendió la importancia del pensamiento sarmientino.

 

Notas:

[1] Becario del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN-Argentina). Investigador en Formación del Proyecto de Investigación Acreditado “Periodismo político y crítica cultural. Los intelectuales de izquierda como colaboradores en diarios y revistas (1945-1989). Análisis de casos” dirigido por el Mg. Marcelo Summo (Programación Científica 2021-2023 – Universidad Nacional de Tres de Febrero). 

[2] Alguno de los trabajos académicos respecto a la cultura comunista que dan cuenta de ello son: Petra (2017); Massholder (2014); Piemonte (2012); López (2020).

[3] Algunas de las editoriales a las que hacemos referencia son: “La Internacional”, “Anteo”, “Lautaro”, “Platina”, “Problemas”, “Futuro”, “Cartago”, entre otras (López, 2020, pág. 13).

[4] El concepto “artefacto cultural” surgió a partir de los cambios (desde la última década del siglo XX) en los estudios acerca de las revistas culturales, ya que empezaron a ser interpeladas como el reflejo del estado de la cultura debido a que su propósito fue la intervención en los debates culturales de su tiempo (Tarcus, 2020, págs. 24-26). Así, este concepto servirá para analizar la relación de la revista Expresión con el concepto estético del “realismo socialista”.  

[5] El concepto del “realismo socialista” fue esbozado por primera vez en 1934 en el marco del Primer Congreso de la Unión de Escritores Soviéticos.

[6] La consigna política de clase contra clase fue impulsada por el comunismo internacional desde 1928. A partir del Congreso de 1935, por disposición de la Internacional Comunista, la consigna política fue de los frentes populares

[7] Este fue el caso, por ejemplo, de Roberto Arlt y Ricardo Güiraldes anteriormente considerados “compañeros de ruta” del PCA (Petra, 2017, pág. 113).

[8] Respecto a las coincidencias con las políticas peronistas, remarca las orientadas a la planificación económica y las políticas públicas que refuerzan la intervención del Estado a través de la nacionalización de los servicios públicos, el mantenimiento del nivel de empleo y el alza en los salarios, entre otras (Jáuregui, 2012, pág. 23).

[9] Señala que a partir de 1930 este fenómeno ocurrió en países como Estados Unidos, Brasil e Inglaterra. Para Argentina corresponde la misma periodización (Fiorucci, 2008, pág. 15).

[10] Fiorucci no precisa que actores conformaban dicha intelectualidad. Sabemos que, a pesar del breve acercamiento del PCA al peronismo durante 1952-1953, los intelectuales comunistas que intentaron un acercamiento al mismo fueron expulsados. Fue el caso de Rodolfo Puiggrós y Eduardo Astesano.

[11] Subsecretaría de Cultura y la Junta Nacional de Intelectuales.

[12] En 1950 se bajó el rango de la Subsecretaría al de Dirección Nacional de Cultura. En 1953 se disolvió la Junta de Intelectuales.

[13] A pesar de esta situación, las editoriales comunistas se expandieron producto de la profesionalización del trabajo intelectual (Petra, 2020, pág. 146). 

[14] Los datos biográficos para H. Agosti, R. Giusti y E. Troise fueron consultados en Tarcus (2007).

[15] Entre ellos: el escritor brasileño Jorge Amado, el pintor mexicano David Alfaro Siqueiros, el político e intelectual cubano Juan Marinello, el periodista, escritor y poeta puertorriqueño Juan Antonio Carretjer, el intelectual brasileño Caio Prado Jr., entre otros.

[16] Dirigente latinoamericano de la Profintern y editor comunista argentino. En 1940 fundó y dirigió la Editorial Problemas, siendo la mayor empresa de difusión de la cultura marxista soviética de la época para América Latina (Tarcus, 2020, págs. 190-191). En 1943 Problemas fue clausurado y Dujovne fue detenido. Resurgió en 1945, pero ante las sucesivas persecuciones, decomisos e incendios públicos de sus libros, cerró definitivamente en 1948 (Petra, 2020, pág. 143). En la segunda etapa de la editorial, Agosti formó parte del Directorio (López, 2020, pág. 77).

[17] Entre la década de 1940 y mediados de la década de 1960, las editoriales ligadas a la órbita comunista (partidarias y no partidarias), editaron más de 1.200 títulos de 570 autores. De esa masa de títulos, la mayoría fueron de autores argentinos (450), seguido por autores soviéticos (412). La cantidad respecto a otros autores extranjeros se vio reducida vertiginosamente (84 franceses, 67 alemanes, entre otros). Las editoriales publicaron una variedad de géneros, siendo el ensayo y la ficción literaria los más abundantes, aunque también se interesaron por diversos saberes como la ciencia, historia y en menor medida economía, filosofía y psicología (Petra, 2017, pág. 94).

[18] El Partido Comunista Francés operó como centro de irradiación del comunismo soviético para el mundo latino. Por ello, las revistas francesas eran leídas con regularidad (Petra, 2020, pág. 140).

[19] La polémica cultural francesa fue comentada en: núm. 3, págs. 314-316; núm. 4, págs. 93-96, y núm. 5, págs. 187-188.

[20] R. Garaudy y P. Hervé rechazaron la idea de la existencia de una única forma de expresión artística sometida a criterios políticos, en tanto que L. Aragón fue un adepto a los postulados del “realismo socialista” (Petra, 2017, pág. 114).

[21] Escritora francesa de origen ruso y cónyuge de L. Aragón.

[22] Integrante del Comité Central del PCA, ensayista con ciertas responsabilidades e influencia en el sector cultural del Partido, adoptando el rol de habitual censor en esta materia (Petra, 2012, págs. 38-42). Sobre la obra de Wernicke, Notta calificó al libro como “literatura decadente” por pintar “personajes pequeñoburgueses” y a su autor lo trató de anarquista y libertino (Petra, 2017, pág. 119). 

[23] Escritor comunista que sostuvo su trabajo literario con el desempeño de diversos oficios. Mantuvo un perfil marginal respecto a los circuitos de consagración literaria, incluso también dentro del propio comunismo (del cuál terminó siendo expulsado) (Petra, 2017, pág. 118). 

[24] El artículo adquiere mayor relevancia por el lugar que ocupa en esa entrega mensual (Tarcus, 2020, pág. 71).

[25] Agosti se acercó por primera vez a la obra gramsciana entre 1938-1939 a través de la revista Lo Stato Operaio, editada por el Partido Comunista Italiano (Massholder, 2014, pág. 131).

[26] “Realidad. Revista de Ideas” publicó 17 números entre enero de 1947 y diciembre de 1949. Fue dirigida por el filósofo y escritor Francisco Romero.

[27] En razón de conmemorar los cien años del deceso de Esteban Echeverría, la “Campaña Echeverriana” aglutinó a gran parte de la intelectualidad nacional que se encontraba en franca oposición al peronismo. En el marco de dicha campaña, Agosti publica Echeverría, obra en la que por primera vez realiza una interpretación historiográfica atravesada por las categorías de análisis gramscianas. Para Prado Acosta (2007), la importancia de Echeverría radicó no tanto en la aplicación de categorías gramscianas, sino más bien en que le permitió a Agosti realizar una caracterización del gobierno peronista alejada de la dicotomía peronismo/antiperonismo.

 

Referencias bibliográficas:

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Fuentes de archivo hemerográfico de la Revista Expresión

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  • _____. (mayo de 1947). Otra vez Sarmiento. Expresión, Tomo II, (6), 193-202. Editorial Problemas.
  •  [Lamel, H.] (seudónimo de Héctor Agosti). (mayo de 1947a). Notas de lecturas. ‘Brito, poeta popular nortino’, por Diego Muñoz. Expresión, Tomo II, (6), pág. 269. Editorial Problemas.
  • _____. (mayo de 1947b). Notas de lecturas. ‘Misión de la Universidad’, por Juan E. Zanetti. Expresión, Tomo II, (6), 269-270. Editorial Problemas.
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  • La Dirección. (diciembre de 1946). Expresión. Expresión, Tomo I, (1), 5-6. Editorial Problemas.
  • Pattin, P. W.  (marzo de 1947). Sobre la estética y el marxismo. Expresión, Tomo II, (4), 93-96. Editorial Problemas.

 

Cómo citar este artículo:

MACAGNO, Gastón, (2022) “El comunismo argentino y sus intelectuales. Héctor P. Agosti y la revista Expresión en el contexto del primer peronismo (1946-1947)”, Pacarina del Sur [En línea], año 14, núm. 49, julio-diciembre, 2022. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Miércoles, 24 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2076&catid=4