El Ariel de José Enrique Rodó (1871-1917), redactado tras el desenlace de la Guerra Hispano-Americana (1898) y sus múltiples resonancias en el escenario continental, fue publicado en 1900. No es novedad decir que el Ariel se proyectó por encima de las demás obras de Rodó, acaso porque gravitó con fuerza en los imaginarios de los jóvenes letrados universitarios del primer cuarto del siglo XX, por proponer nuevos símbolos para adscribir la identidad y la alteridad americanas, asociados a claves culturales del emergente relevo generacional. Tampoco es novedad recordar que a Rodó, la remitologización de los personajes Próspero, Ariel y Calibán no sólo le permitió constituir una lectura cultural de la identidad y alteridad americana y su porvenir, sino que los dos últimos le sirvieron a él mismo, como juego de máscaras en dos momentos de su vida de escritor: en 1912 en el Diario del Plata y en 1914 en El Telégrafo.

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