Alfredo Torero: entre el exilio y la continuidad de la investigación lingüística

Alfredo Torero: between exile and continuity of linguistic research

Alfredo Torero: entre o exílio e a continuidade da pesquisa linguística

Filomeno Zubieta Núñez[1]

Recibido: 18-07-2014 Aceptado: 15-08-2014

 

Introducción

El lingüista Alfredo Torero Fernández de Córdova pasó los últimos doce años de su vida (1992-2004) en el exilio, forzado por las circunstancias internas de la vida política peruana, en una situación que no la buscó ni la deseó, distinta al inmigrante común y corriente,   con la distinción que establece Sharon  Ouditt,  “las condiciones del exiliado y el inmigrante se diferencian por el hecho de que el exiliado atraviesa una no deseada ruptura con su cultura de origen, mientras que el inmigrante la ha dejado voluntariamente, con el deseo de ser aceptado como miembro de una nueva sociedad” (citado por Roginer, 2011). 

     Pese a las características de su exilio, no es un caso único, se suma a la llamada “fuga de talentos”, como Luis Millones (2004: 28) remarca:

Como la mayoría de colegas, lamento que Torero concluyese su existencia en un país extraño. Su exilio se suma a la alarmante cantidad de peruanos que han elegido otras tierras para ejercer su profesión. Contra su voluntad, su labor desarrollada en el extranjero es también parte de la masiva fuga de estudiosos que ven, desde la distancia, el empobrecimiento de la vida académica nacional.

 

Demos, pues,  una  rápida mirada a su vida y contribución.

 

Nuestro personaje

Alfredo Augusto Torero Fernández de Córdova nació en Huacho, Lima, el 10 de setiembre de 1930. Estudió la educación primaria y el primer año de secundaria en el Colegio Los  Maristas de Huacho (1937-1944), y de segundo a quinto de secundaria, en el  Colegio Guadalupe de Lima (1945 a 1948).

     Estudió Derecho en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM, 1950- 1956) y posteriormente  siguió  la carrera de  Antropología. Obtuvo la Licenciatura en Letras en la Universidad Sorbona de París luego de sus estudios entre 1960 y 1963, en esta misma universidad realiza estudios de  doctorado (1963-1965) graduándose de Doctor en Lingüística en  1965 con la tesis “Le puquina, la troisieme langue générale du Pérou” (“El puquina, tercera lengua general del Perú”).

Imagen 1. Archivo personal del autor del artículo
Imagen 1. Archivo personal del autor del artículo

     Ejerció la cátedra de su especialidad en varias universidades del país y del extranjero: Universidad  Agraria  La Molina (UNALM, 1965-1972);  Universidad Particular Ricardo Palma (1972-1974); UNMSM (1965-1992);  en una universidad de la ciudad de Wassenaar, Holanda (1991-1994); en la Universidad de Salamanca, España (octubre de 1995 a enero de 1996);  en la Universidad de Valladolid, España, (de febrero a mayo de 1996); y, en la Universidad de Concepción, Chile en  2002.

     Su mayor contribución a la cultura nacional está en el campo de la investigación: el estudio y la defensa de las expresiones culturales de los pueblos andinos, aportando al conocimiento de su historia con estudios en bibliotecas, archivos y trabajos de campo. Tema recurrente de sus preocupaciones de investigador, fueron los idiomas de los andes: el quechua, el aymara,  el puquina, el aru, entre otros; delimitando las áreas lingüísticas, haciendo uso de sus conocimientos de arqueología, antropología, historia y dialectología con aplicación de la glotocronología.

     La publicación de sus investigaciones se inicia con “Los dialectos quechuas” (1964, Revista Los Anales Científicos, UNALM),  estudio pionero donde señala que el quechua se originó en la costa y sierra central del Perú, expandiéndose mucho  antes del Imperio Inca. Con este trabajo  puede decirse que funda la moderna dialectología quechua.

Posteriormente publica dos libros: “El quechua y la historia social andina” (1974) que, por sus aciertos y conclusiones, marcó un hito importante  en el conocimiento del origen, la evolución y expansión de la familia lingüística del  quechua a seis países sudamericanos (Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile).  El otro libro, “Idiomas de los Andes. Lingüística e Historia” (2002), el  esfuerzo mayor por su envergadura y propuestas, estudia las lenguas y familias lingüísticas andinas.

    Además, en  2005, póstumamente, se publicó en México “Recogiendo los pasos de José María Arguedas”,  en la Colección Insumisos Latinoamericanos, relativo a las impresiones y postulados de su amigo José María Arguedas.

    Con parte de sus artículos publicados en sus últimos  40 años (1964-2004),  editamos el  libro “Cuestiones de lingüística e historia andinas” a propósito del XVII Congreso Peruano del Hombre y la Cultura Andina y Amazónica “Alfredo Torero Fernández de Córdova”, desarrollado en la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión de Huacho en agosto de 2011.

     Hablaba español, quechua, aymara, puquina, inglés, francés, alemán, latín, entre otros idiomas. Cultivaba la poesía y era un apasionado de nuestra música.

     Injustamente se le vinculó con Sendero Luminoso por “la confesión”  de un arrepentido y en 1992 optó por salir del Perú y refugiarse en Europa, asilándose en Holanda, a consecuencia de las agresiones, persecuciones y atentados contra su vida por parte del régimen fujimorista.  En los últimos meses de su vida tenía el obsesivo anhelo de regresar al Perú, con la idea fija de continuar sus investigaciones en los valles del Huaura a Pativilca –considerada como el área original del protoquechua-, como de otras áreas costeñas, andinas y amazónicas para establecer sus posibles filiaciones y puntos de contacto.

     Falleció en Valencia, España, el 19 de junio de 2004. El 27 de agosto de ese año sus llegaron sus restos al Perú. La Municipalidad Provincial de Huaura-Huacho le otorgó la Medalla Cívica de la Ciudad y la Universidad Nacional José Faustino  Sánchez Carrión,  el grado de Doctor Honoris Causa postmorten. El 18 de setiembre de 2004, sus restos fueron conducidos al Cementerio General de Huacho con el acompañamiento de un pequeño grupo de allegados (Zubieta, 2006).

 

Desentrañando el origen del quechua

Alfredo Torero es uno de los primeros lingüistas que se dedica al estudio de la dialectología quechua de América del Sur en base a sistemáticos y rigurosos trabajos de campo que le permitieron incursionar en la reconstrucción del protoquechua y su posterior clasificación, anulando  la hipótesis de que Cusco era el foco de origen y expansión de la lengua quechua.

Imagen 2. Archivo personal del autor del artículo
Imagen 2. Archivo personal del autor del artículo

     Su interés manifiesto era dar cuenta del proceso de ocupación del territorio peruano y de la distribución en él de los idiomas. Dicho interés hace que indague por los lugares de más remota asociación con una lengua determinada desde los cuales los idiomas respectivos se  difunden;  esto significa, en la práctica, investigar por los períodos de expansión o desplazamiento de los grupos humanos asociados con los idiomas  implicados. Esta perspectiva de estudio propone necesariamente establecer un punto inicial de su origen, el lugar desde el cual una lengua se asocia con el espacio específico más remoto de ocupación del que se tenga alguna evidencia; de ahí que su  propuesta de hipótesis sobre  la “cuna” del quechua constituye un tema relevante  por conocer y valorar.

      Concretamente,  con referencia al quechua, Torero propone que el área de la protolengua se ubica en la costa central peruana, pudiendo ahora  precisarse -gracias a las investigaciones arqueológicas de los últimos 15 años-  como la  cuna del idioma quechua,  a  aquel espacio geográfico que  corresponde a los valles de los ríos Huaura y  Supe,  donde se hallan los desarrollos culturales más significativos del Precerámico Tardío, como Áspero, Bandurria y Caral. Este  espacio arqueológico constituye, entonces, el ámbito específico de la Costa  Central desde  donde el quechua se  irradia a otros medios en sucesivos  periodos de  nuestra  historia.

     La propuesta del espacio entre los valles del Huaura y Supe como la cuna del quechua lo planteó Torero independientemente de los datos arqueológicos modernos sobre los sitios arqueológicos en mención  y es  posterior a  propuestas iniciales de lugares costeños del sur como Ica, pero cambiando luego cada vez hacia el norte, para fijar finalmente, antes del redescubrimiento arqueológico de Caral y Bandurria, en el espacio costeño  comprendido entre los ríos  Huaura y Supe.

     La monumentalidad de los sitios arqueológicos de  Bandurria, Vichama, Áspero y  Caral y la complejidad de sus sociedades, dan a Torero el sustento necesario para asociar un espacio geográfico  remoto en el tiempo y una lengua –el quechua- hablada por las sociedades que la poblaron.

     Con el tiempo resalta la importancia de las conclusiones de la  Lingüística  y la  Arqueología, con sus investigaciones independientes, al  dilucidar la  cuestión del origen  geográfico del quechua. Torero desarrolló la  hipótesis lingüística en una línea  intuida por el historiador Manuel Gonzáles de la  Rosa en 1911, señalando que la  cuna de  esta lengua estaba ubicada en la Costa Central, inicialmente en el sur de esta zona (Chincha), pero a partir de la cual fue retrayéndose el área  hacia el norte, conforme los estudios quechuísticos avanzaban en mayores  precisiones.

     Los estudios arqueológicos del Norte Chico obligan de  una  forma bastante  convincente a  asumir  a este espacio   como el lugar más remoto de ocupación del quechua o de una  suerte de  paleo quechua. Desde este punto,  el idioma se habría expandido geográficamente en sucesivas oleadas, tal como lo anota  Torero en el recuadro de un mapa que acompaña  a  su artículo  de 1975: “Lingüística e historia de  la sociedad andina”. Es más, en su último libro: Idioma de los  Andes, publicado a fines de 2002 (p. 44), enfatiza:

[…] es probable que en la época que florecía Caral, el habla del valle de Supe y de la región del litoral y del interior conectada con esa arqueópolis fuera una remota antecesora de la familia lingüística quechua, puesto que […] ese valle se halla dentro del área de la más completa dialectización de lo que habría sido el protoquechua de principios de nuestra era, y nada hace pensar que alguna vez se hubiera roto la continuidad cultural de la zona; sino, más bien, que se hubiese evolucionado allí, desde la tradición Kotosh, desde entonces, a la tradición Chavín y a la del Blanco sobre Rojo, en la que se difundió el protoquechua propiamente dicho. Así, cualquier dialecto quechua contemporáneo procede del protoquechua como éste procedería del paleoquechua del período Caral”.

Con una entrega desacostumbrada entre los lingüistas peruanos y compatible solo con vocaciones profundas,  revisó material lingüístico o información extraída de fuentes escritas en los siglos XVI y XVII; realizó estudios glotocronológicos y de geografía lingüística, reforzados con información arqueológica, llegando a confirmar científicamente el origen costeño del quechua y a postular una cronología de su expansión como lengua general por el territorio del Tahuantinsuyo.

     Las fases de la expansión que  habría tenido el quechua se pueden resumir en:

  1. La  expansión ocurrida en el Horizonte Medio o la Segunda Unificación, Wari,  que llevó al quechua a las  zonas  inmediatas de aquella  que  es  su cuna, el Norte Chico,  a los territorios circundantes de Lima  y Ancash, y a  las  serranías inmediatas de  la  Sierra Central (Huánuco y Cerro de Pasco).
  2. La expansión que  tuvo lugar durante  el  Intermedio Tardío, la Segunda Diversificación Regional, que expande  el territorio ocupado por  el quechua hasta  alcanzar por  el sur  las cercanías del Cusco y por  el norte hasta ocupar  todo el Callejón de Huaylas. Aquí resaltaron los aportes de tres desarrollos culturales: Chancay, vinculada a espacios mayores con la comercialización de pescado seco y la sal; Ichma, con la importancia del oráculo de Pachacamac que convocaba a visitantes de los más lejanos lugares y Chincha, con sus comerciantes desplazándose por mar al norte y por tierra al Cusco y el altiplano.
  3. La expansión ocurrida en  los siglos  XV – XVI, la  época del expansionismo tahuantinsuyano (convertida en una especie de lengua oficial del Imperio) y  de  los traslados poblacionales llevados  a cabo durante  los primeros  años de  la Colonia.  En este periodo el quechua llega  hasta Maule por  el Sur, incluyendo partes de  Argentina,  hasta  la región de Pasto en Colombia por el norte.
  4. Expansiones  posteriores  al siglo XVI son responsables de  llevar  el quechua a  la Amazonía, durante la época de las misiones religiosas de los siglos XVII y XVIII,  y hacia  Madre de Dios, durante  al  época  del boom del caucho de  fines  del siglo XIX y  primeros  años del siglo XX.

No está demás anotar que en este proceso de expansión, como ocurrió con el castellano con respecto a nuestras lenguas nativas,   el quechua desplazó en su avance hacia el norte a muchas lenguas nativas y, desde el centro hacia el sur, lo hace en contra de los dialectos aimaras previamente expandidos y  del mismo puquina cuando este estaba en proceso de aimarización

Imagen 3. Archivo personal del autor del artículo
Imagen 3. Archivo personal del autor del artículo

     La expansión del quechua, innegablemente,  es resultado de las características  económicas y sociales de los pueblos que lo hicieron suyo. Por lo mismo es válida la concepción  de Torero al afirmar que  la lengua es un producto social e histórico.           

     El estudio del quechua, su origen y expansión, para contextos como el del Perú, de confluencia milenaria,  de  vivencias culturales múltiples en la geografía  y en el tiempo, la concepción de Torero se justifica plenamente; es más, sus logros ampliamente demostrados y validados desde  otras disciplinas -como la arqueología-  nos dicen mucho de la necesidad de estudios multidisciplinarios. Es obvio que en esta perspectiva también la lingüística se beneficia cuando tiene que dar cuenta del hecho aparentemente simple de la diversidad de lenguas en determinados espacios como el que presenta el Perú.

     En suma, el interés de Torero estuvo centrado en desentrañar el origen y evolución del quechua. Pero no solamente del quechua, también de todas las lenguas del espacio andino.

 

Las limitaciones del exilio

Salir del país de origen en las condiciones de exilado significa hacerlo casi con lo que se tiene puesto. No es posible cargar con todo lo que un científico como él hubiera deseado trasladar. A lo sumo tuvo que portar uno que otro libro, sus fichas de apuntes, sus cuadernos de notas y lo indispensable como para dar continuidad a la pasión de su vida, el estudio del Perú, de la diversidad de sus lenguas.

     Por ser Holanda el país que le concedió el asilo tuvo que establecerse en Amsterdam (capital de los Países Bajos), que tiene los inviernos muy duros con temperaturas de 0° grados, cuando lo mínimo en Perú es de 14°. Las condiciones en que se estableció no fueron  las mejores, tuvo que conformarse con lo indispensable. A esto se sumaba una salud bastante resquebrajada por las penurias de los últimos años, el duro trato al que fue sometido en prisión y el paso de los años. José de Echave (2004: 20),  describiendo una visita que le hizo, resalta  “[…] para entonces ya tenía algunos problemas de salud; sobre todo había comenzado a perder la vista y me impresionó la lupa con la cual seguía leyendo con intensidad y un monitor gigante que había comprado para su computadora”.

     Las condiciones de alejamiento del Perú lo desvinculan de la producción intelectual nacional,  por lo que  no fue raro que se  lamentara por no conocer todo lo que se publicaba en el  país sobre temas de su especialidad. Así lo expresó  cuando  escribió sobre José María Arguedas: “[…] he revisado noticias y estudios de otros autores, sin poder tener acceso a todo el material deseado, en particular al publicado en el último decenio, en que estoy ausente de mi país” (Torero, 2005: 15).

     Muchos de sus trabajos enviados al Perú tuvieron publicaciones extemporáneas o extravíos intencionados,  como ocurrió con su último libro que debió publicarse en dos tomos entre 1998 y  1999, obligándolo a reescribirlo íntegramente con todas las limitaciones de salud (especialmente la ceguera) y disposición de fuentes. Es más, ya tenía muchas experiencias de haber sido víctima de hurtos o plagios, inclusive durante su permanencia en el Perú, como lo reitera, “[…] ya he vivido casos en que he visto a mi propia producción manejada por manos ajenas en forma desconsiderada”. Es más, su último libro tiene un final que resalta su entrega al estudio y la producción, pero también la denuncia: “Me agrada ir sembrando la buena semilla, pero no que me hurten el grano maduro” (2002: 545).

Imagen 4. Archivo personal del autor del artículo
Imagen 4. Archivo personal del autor del artículo

     En el año 2004 debía optar el Doctorado de Estado, que la Universidad Sorbona de París  iba a otorgar por última vez; para el efecto debía traducir al francés su obra  “Idioma de los Andes” y presentarlo como principal evidencia de sus investigaciones. Lastimosamente, como lo relata Yolanda Sala Baez (2005), “[…] a consecuencia de las torturas sufridas (la policía le vendó los ojos con piedras durante 15 días dañándole irremediablemente las máculas de los ojos) Alfredo Torero perdió rápidamente la vista y se encontró impedido de efectuar él mismo la traducción de este tratado”. Yolanda Sala y otros amigos intentaron realizar una  rápida cruzada de trabajo, sin embargo, como indica:

 […] la traducción no pudo hacerse, el asidero intelectual que pudo haberlo mantenido interesado y alerta no se dio y Alfredo sumido en la tristeza del invierno y en la humedad de la primavera no encontró el istmo que lo mantuviera unido a su amado Perú. Muy pocos meses después empezó a sentirse enfermo y el malestar derivó en un  cáncer que acabó con su vida en pocos meses.

Y, por lo mismo,  no deja de mostrar su desazón:

[…] su partida a España fue rápida y triste, algunos pudimos despedirnos personalmente de Alfredo y agradecerle su dedicación, su honestidad, sus luchas, su entrega constante a sus ideales, sus aportes profesionales y su solvencia moral. Un hombre honesto en el Perú es una rara flor, una joya  […] Lo que más lamentamos fue saber que habiendo gente de izquierda en el gobierno de Toledo no se le aceptaran sus innumerables pedidos de reconsideración ni se le brindara la oportunidad de regresar a su patria, abrazar a los suyos y respirar su mar de Huacho.

Todos los esfuerzos para que  se levanten los argumentos de su exilio, tanto amicales como familiares fracasaron. No se le permitió el retorno al seno de la Patria. Por ello,  “Alfredo Torero emprendió un último y terrible viaje, hacia Valencia, en el sur de España, para morir cerca de su hermana, cerca de un pedazo de su familia y su país, de ese país que llevó en todos esos años de destierro clavado en el corazón” (Pita, 2004: 19).

 

La producción en el exilio

Una rápida mirada a la producción total de Torero constata que en doce años de exilio produjo mucho más que durante su permanencia en el Perú. Su explicación está que en  el Perú centró su atención en el trabajo de campo, la investigación documental, en el acopio de la información, junto al desempeño docente y a las actividades administrativas y culturales, con estas últimas ocupando gran parte de su tiempo. Ya en Europa su labor fue mucho más específica, pese a las limitaciones de salud: escribir, dar clases, participar de certámenes, todo alrededor del tema de su pasión, la lingüística e historia andinas.

     Lo anterior nos permite, por lo menos, presentar un listado de sus trabajos científicos durante el exilio:

1992. Acerca de la familia lingüística uruquilla (Uru-Chipaya). Revista Andina.  Cuszco, N° 19: pp. 171-191.

1993a. Lenguas del nororiente peruano: la hoya de Jaén en el siglo XVI. Revista Andina.Cuzco, N° 22: 447-472.

1993b. Fronteras lingüísticas y difusión del culto: el caso de Bari y de Contiti Viracocha. En: Duviols, Pierre (eds.): Religions des Andes et langues indigènes: Équateur. Pérou. Bolivie avant et après la conquête espagnole. Actes du Colloque III d.Études Andines. Aix en Provence: Centre Aixois de Recherches Latino-Américaines (CARLAM)/ Publications de l.Université de Provence, pp. 219-233.

 1993c. Principios metodológicos para el estudio de la familia lingüística quechua. En: Rodríguez de Montes, María Luisa (ed.): Estado actual de la clasificación de las lenguas indígenas de Colombia. Ponencias presentadas en el seminario-taller realizado en el Instituto Caro y Cuervo (Febrero 10, 11 y 12 de 1988). Biblioteca Ezequiel Uricoechea, Santa Fé de Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, pp. 49-69.

1993/1994. El idioma particular de los incas. En: Calvo Pérez, Julio (ed.): Estudios de Lengua y Cultura Amerindias I. Actas de las II Jornadas Internacionales de Lengua y Cultura Amerindias, 1993. Valencia: Universidad de Valencia, Departamento de Teoría de los Lenguajes, pp. 231-240. España.

1994. Los sibilantes del quechua yunga y del castellano en el siglo XVI.  En: Calvo Pérez, Julio (ed.): Estudios de Lengua y Cultura Amerindias I. Actas de las II Jornadas Internacionales de Lengua y Cultura Amerindias, 1993. Valencia: Universidad de Valencia, Departamento de Teoría de los Lenguajes, pp. 241-254

1995a. Acerca de la lengua chinchaysuyo. En: Itier, César (ed.): Del Siglo de Oro al Siglo de las Luces: Lenguaje y Sociedad en los Andes del siglo XVIII. (Estudios y Debates Regionales Andinos, 89). Cuzco: Centro de Estudios Regionales Andinos. Bartolomé de Las Casas., pp. 13-31.

1995b. Reflexiones sobre historia lingüística andina. En: Echenique, María Teresa/Aleza, Milagros/Martínez, María José (eds.): Actas del I Congreso Internacional de la Lengua Española en América y España. Valencia: Universitat de València/tirant lo blanch, pp. 205-215.

1995c. Historias de X. El proceso de velarización de  loa /s/ castellana según su uso en escritura de lenguas andinas en los siglos XVI y XVII. En Actas del I Congreso Internacional de la Lengua Española en América y España. Valencia.

Imagen 5. Archivo personal del autor del artículo
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1996. Electrónico, I Congreso. Univ. Salamanca) Las hablas cauquis de Yauyos (Perú) dentro de una propuesta de reconstrucción fonológica del Proto –aru. En: Libro electrónico del Primer Congreso Europeo de Latinoamericanistas. Universidad de Salamanca.

1997a. Entre Roma y Lima: El Lexicón quichua de fray Domingo de Santo Tomás [1560]. En: Zimmermann, Klaus (ed). La descripción de las lenguas amerindias en la época colonial. Berlín. 1886b. (Bibliotheca Ibero-Americana, 63), pp. 271-290.

1997b. La fonología del idioma mochica en los siglos XVI-XVII.  Revista Andina. Nº 29, Cuzco. pp. 22-35.

1998. El marco histórico-geográfico en la interacción quechua-aru. En: Dedenbach-Salazar Sáenz, Sabine; Arellano Hoffmann, Carmen; König, Eva; Prümers, Heiko (ed) 50 años de estudios americanistas en la Universidad de Bonn: nuevas contribuciones a la arqueología, etnohistoria, etnolingüística y etnografía de las Américas = 50 years americanist studies at the University of Bonn: new contributions to the archaeo (Bonner Amerikanistische Studien, 30 / Estudios americanistas de Bonn, 30), pp. 601-630. Reproducido en Escritura y pensamiento, Revista de la Unidad de Investigaciones de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, año III, N.° 5, 2000, pp. 9-58.

1999a. El tratamiento de los préstamos en el Vocabulario de la lengua Aymara. De Ludovico Bertonio (1612) (las voces americanas en los primeros vocabularios bilingües andinos). En: Aleza, Milagros (ed.): Estudios de historia de la lengua española en América y España. Valencia: Universitat de València, pp. 115-135

1999b. Americanismos léxicos en los primeros diccionarios bilingües andinos. Del Léxico quichua de Domingo de Santo Tomás (1560) al Vocabulario de la lengua aymara de Ludovico Bertonio (1612).  Actas del II Congreso de la Lengua Española en América y España. Valencia.

1999c. José María Arguedas: testimonios y lecturas.  Coloquio “José María Arguedas” de Antropología y Literatura, en la Universidad Nacional Autónoma de México. Publicado en 2005 como Recogiendo los pasos de José María Arguedas.

 2000. El castellano en los Andes: el proceso de implantación del castellano y su situación actual. V Congreso Internacional de Historia de la Lengua Española, celebrado en Valencia.

2002. Idiomas de los Andes. Lingüística e Historia. Lima, Perú: IFEA-Horizonte,  560 pp.

2003. The Research on Andean Languages in Europe. Dentro de la Mesa Redonda: La investigación de las lenguas andinas en Europa: Estado de la cuestión y nuevas perspectivas para su estudio, en la Universidad de Bonn, Alemania. Evento académico donde presentó su último libro Idiomas de los Andes. Lingüística e Historia.

2003. El Altiplano del Collao-Charcas como área lingüística. 51º Congreso Internacional de Americanistas, desarrollado en Santiago de Chile, dentro del simposio: La meseta del Lago Titicaca, coordinado por Sabine Dedenbach-Salazar.

 

Los aportes, las lecciones

Su plena identificación con los más desposeídos, su convicción por el cambio social, su rechazo a la injusticia y la desigualdad, fue mal interpretada. Injustamente se le vinculó al movimiento Sendero Luminoso por “la confesión”  de un arrepentido. En 1992  optó por refugiarse en Europa, asilándose en Holanda.  Desde Ámsterdam da curso a las diversas facetas investigador, docente universitario, conferencista y difusor de lo nuestro, desplazándose a diferentes ciudades del mundo para lograr sus propósitos.

     La producción científica de  Alfredo Torero  es  profunda  y significativa para el conocimiento de  la evolución y realidad de las  lenguas, estrechamente ligada a la  formación histórica de  la sociedad  peruana.  La mayor parte de sus trabajos están en artículos publicados en revistas especializadas o presentados en certámenes académicos. No  se  preocupó por escribir  libros. Su preocupación fue la  investigación  y luego dar a conocer los resultados  en  artículos. Todos  estos  tienen seriedad  y profundidad, con argumentos  sólidos en todos  los aspectos.  Como hemos anotado sólo publicó dos  libros: El quechua y la historia social andina (1974),  y  el otro, escrito en pleno exilio y que resume toda su investigación y conclusiones sobre nuestras lenguas: Idiomas de los Andes. Lingüística e Historia (2002).

     La producción científica de  Alfredo Torero debe  ser  evaluada y valorada en términos cualitativos. La temática  básica de  su trabajo  gira  en torno a Lingüística  e  Historia, pero no por eso descuida los aportes de la Arqueología, la Antropología y la Geografía  para  darle un mayor sentido a la explicación  científica.

     Lo anterior es resaltada por uno de los mejores conocedores de la obra de Torero, el lingüista Gustavo Solís Fonseca (en Torero 2011: 1-2):

Visto en términos  cualitativos, los  aportes de  Torero  son científicamente  significativos en alto grado: tienen rigurosidad extrema, honestidad  en las  referencias, detalles  para  avanzar  en la pesquisa, perspicacia para  buscar  los  datos en las fuentes y para  interpretarlos adecuadamente. Hay un rasgo que es  fundamental en todo  su trabajo, que es  coherente  con su compromiso social, y es que ‘el ve que los fenómenos lingüísticos  o históricos  en general se  dan contextualizados en las sociedades de  todos los  tiempos. Esta  asunción fundamental de  parte de  Torero hace que su trabajo científico evidencie una  altísima  pertinencia además de  profundidad explicativa de  los hechos de la  historia  y de  la  naturaleza  de  las  relaciones  entre  los grupos humanos, cuyas  lenguas son  como ventanas  para dar cuenta de las  experiencias  sociales de  los pueblos

Se preocupó por dar cuenta del proceso de ocupación del territorio peruano, de  la evolución y desarrollo  de sus pobladores y  la distribución en este medio de los idiomas.  Este interés hace que

[…] indague por los lugares de más remota asociación con una lengua determinada desde los cuales los idiomas respectivos se  difunden;  esto significa en la práctica inquirir por los eventos de expansión o desplazamiento de los grupos humanos asociados con los idiomas  implicados. Esta perspectiva de estudio propone necesariamente un punto de anclaje inicial que es el lugar desde el cual una lengua se asocia con el espacio específico más remoto de ocupación del que se tenga alguna evidencia; de allí que las propuestas de hipótesis de la ‘cuna’ del quechua  o del aimara se constituyen en cuestiones de interés relevante por develar (Solís citado por Torero 2011: 3).

Y es que Alfredo Torero, como investigador,  “fue el lingüista que abrió el camino para conocer las lenguas andinas del Perú y que hizo una larga y brillante carrera académica a partir de San Marcos y la Agraria” (Montoya, 2004: 26)

     Existe una línea de continuidad a nivel de toda su producción. Si bien el trabajo de campo fue uno de los principales medios de obtención de datos, no por eso decreció su producción. Es más, cuantitativamente, en los años de su exilio es cuando se evidencia la mayor cantidad de artículos publicados o la presentación de ponencias en eventos internacionales de  académicos dedicados a la temática andina y lingüística.

     Como docente investigador en exilio  no le fue difícil conseguir una plaza para ejercer la cátedra. En el Netherlands Institute for Advance Study (NIAS), Wassenaar, Holanda, como investigador invitado (de setiembre 1991 a diciembre de 1994); en la Universidad de Valencia, como docente invitado (de octubre de 1992 a diciembre de 1994); en el Instituto Cervantes, España, como investigador en castellano andino (entre enero y junio de 1995); en la Universidad de Salamanca, España, como profesor visitante (entre octubre de 1995 a enero de 1996);  en la Universidad de Valladolid, España, como profesor visitante (entre febrero y mayo de 1996); y, ; en la Universidad de Concepción, Chile en  2002.

     Participó en cuanto evento académico fue invitado, en la medida que su salud se lo permitió. Así, en las Segundas Jornadas Internacionales de Lengua y Cultura Amerindias, Valencia, 1993; I y II Congreso de Historia de la Lengua Española en América y España, Valencia, 1994 y 1998; Coloquio Internacional “La descripción de las Lenguas Amerindias en la época colonial”, Berlín, 1995; Primer Congreso Europeo de Latinoamericanistas, Salamanca, 1996; Coloquio “José María Arguedas” de Antropología y Literatura, UNAM,  México 1999;  el V Congreso Mundial de la Lengua española, Valencia, 2000; el II Simposio Internacional Antonio Tovar sobre Lenguas Amerindias, Tordesillas (Valladolid) en 2002; además,  diversas conferencias internacionales sobre problemas de lingüística, general o americana, etnolingüística y enseñanza de idiomas. 

     Él mismo se encarga de agradecer a las personas e instituciones:

[…] he de recordar con gratitud a las personas e instituciones que, en los diez años que dura y duele mi exilio, me han brindado apoyo y cabida. Menciono, en primer lugar, a las universidades e institutos académicos que, como cuerpo de docentes e investigadores, alumnos y funcionarios, me acogieron con atención y calidez: el Instituto Holandés para Estudios Avanzados [NIAS], las universidades de Bonn, Leiden, Valencia, Salamanca, Valladolid y Siena, y el Instituto Cervantes de Alcalá de Henares.  (Torero, 2002: 11).

Otra contribución importante de Torero ocurre en marzo de 2003 en Bonn, Alemania, donde   funda la Red Europea para el Estudio de las Lenguas Andinas (REELA), conjuntamente con Sabine Dedenbach-Salazar de la Universidad de Bonn y Rosaleen Howard de la Universidad de Liverpool, tomando como tema de interés las lenguas indígenas habladas en la región andina de América del Sur, así como las variantes del castellano andino en sus relaciones de contacto con las lenguas indígenas, considerando como región andina los territorios pertenecientes a Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Argentina y Chile. Constatando que las lenguas andinas son en su mayor parte lenguas amenazadas, y por lo mismo comprometían sus esfuerzos en el apoyo a las comunidades lingüísticas en la defensa de sus lenguas.

     Ante la adversidad se sobrepone porque hay estímulos superiores como los resalta Antonio Rengifo (2011: 48): “Yo pensé que Alfredo iba a morirse rápidamente en el exilio, consumido por la nostalgia debido a su profundo arraigo al Perú y especialmente al Perú quechuahablante […] Lo ayudó a sobrevivir la esperanza de retornar a la patria y su instinto de investigador”.

     Lo que hay que destacar de él son, también,  sus valores, como escribe Nelson Manrique (2011):

Alfredo Torero fue para mi generación un maestro de ciencia y de vida. Su honestidad, integridad y valor fueron la demostración práctica de que siempre se puede ser coherente con aquello en que uno cree, a pesar de lo difíciles que puedan llegar a ser las circunstancias. De una manera u otra siempre estuvo más bien solitario. No lo buscaba, pero tampoco le temía a la soledad. Afrontó los últimos años con la misma integridad con que vivió toda su vida.

Finalmente, Torero fue un hombre con fe y convicciones, con esperanza en el futuro: “Con los ojos puestos en ese mundo venidero, [un mundo nuevo, justo y solidario], y con la alegría de haber combatido por su forja, con el arma o con el alma, se vivirán muchas  vidas aunque venga una muerte” (Torero, 2005: 69).



Notas:

[1] Profesor principal en la Universidad Nacional José Faustino Sánchez Carrión de Huacho. Doctor en Ciencias Sociales (Historia) por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de Historia. Urb. FONAVI A-5/401 Huacho, Lima, Perú.   998613984.

 

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Zubieta, Filomeno (2006). Alfredo Torero Fernández de Córdova: trayectoria vital. Huacho: gráfica Imagen. 47 pp.

 

Cómo citar este artículo:

ZUBIETA NÚÑEZ, Filomeno, (2014) “Alfredo Torero: entre el exilio y la continuidad de la investigación lingüística”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 21, octubre-diciembre, 2014. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Sábado, 20 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1034&catid=5