La inverosímil travesía de Nicolás Gutarra

The incredible journey of Nicholas Gutarra

A incrível jornada de Nicolás Gutarra

Jake Lagnado
traducido por Renzo Forero

Recibido: 17-03-2015 Aceptado: 30-03-2015

 

La deportación fue una manera común de lidiar con la agitación anarquista en su auge a comienzos del siglo XX y se le ha atribuido el haber debilitado su influencia. Iba de la mano con el avivar de las llamas del nacionalismo que identificaba revolución con influencia extranjera. Pero hubo otras variantes, como el caso de aquellos activistas exiliados de su propio país de origen, como también diferentes niveles de coacción. La deportación podía también ser contra-productiva en casos en el que el activista podía darle un buen uso político a su tiempo en el exilio. Sin embargo, las circunstancias en las que activistas destacados desaparecieron de repente invariablemente tuvieron un efecto perturbador en el movimiento local, sembrando la confusión y a lo peor la desconfianza entre ex-compañeros. Y el exilio podía significar volverse un paria incapaz de establecerse en ninguna parte. 

Imagen 1. Nicolás Gutarra sentado, periódico en mano, junto a dos compañeros. La foto proviene del Archivo de César Lévano, extraída del libro de Julio Portocarrerro Sindicalismo Peruano, Primera etapa, 1911-1930. Lima: Editorial Gráfica Labor S.A., 1987, pág. 59.
Imagen 1. Nicolás Gutarra sentado, periódico en mano, junto a dos compañeros. La foto proviene del Archivo de César Lévano, extraída del libro de Julio Portocarrerro Sindicalismo Peruano, Primera etapa, 1911-1930. Lima: Editorial Gráfica Labor S.A., 1987, pág. 59.

En este trabajo espero clarificar sólo un caso de mucho, el de Nicolás Gutarra, quien fue expulsado no una sino dos veces de su propio país. Gutarra fue brevemente una figura de notoriedad nacional simultáneamente en su nativo Perú y en Colombia entre 1919 y 1924. En el Perú, fue uno de los anarquistas destacados involucrados en ganar la jornada laboral de 8 horas y en Colombia lideró un movimiento de inquilinos sui generis en Barranquilla, precursor de los movimientos regionales que culminaron con la masacre de trabajadores de la United Fruit Company en 1928.

Estas dos experiencias clave han sido el tema de un buen número de trabajos, y en años recientes han aparecido estudios que reconocen que la influencia de Gutarra en Colombia se debe a su experiencia formativa en el Perú.[1] Por lo tanto, sólo resumiré brevemente estas experiencias y me concentraré en vez en las circunstancias de cada expulsión y en sus subsecuentes movimientos. Al repasar sus pasos y algunas de las controversias y mitos que lo acompañaron a través del camino, espero añadir algo más a nuestra comprensión de esta extraordinaria figura y a las experiencias de deportación política durante el periodo entre las dos guerras mundiales.

 

Los primeros años

Gutarra nació en 1893, probablemente en la zona de Huancayo, hijo de un comerciante llamado Santos Gutarra Rosado.[2] No sabemos en qué momento se mudó a Lima y como no estaba involucrado directamente en un gremio mediante su oficio de ebanista, es posible que haya conocido al movimiento anarquista cuando se une al ejercito de adolescente y conoce al activista Delfín Lévano.[3]

Como parte del grupo anarquista Luchadores por la Verdad, el joven Lévano y su padre editaron el periódico La Protesta (1911-1926), y desde 1912 sino antes, Gutarra se une al grupo, proponiendo y construyendo un nuevo tipo de sindicalismo revolucionario que pueda reemplazar a las antiguas sociedades mutualistas.[4] Ante todo, resaltaría al desarrollar una reputación como un orador que movía el público hacia la acción:

“Ahora la figura de Gutarra. Era un joven inquieto auto-didáctico. Pero tenía tal poder de captación y un poder de convencimiento que generalmente él decía la última palabra.”[5]

Durante los siguientes seis años, Gutarra ayudó a la construcción de los primeros sindicatos revolucionarios y en particular los sindicatos de zapateros y textiles junto a Carlos Barba, el grupo alrededor de La Protesta y la Federación Obrera Regional Peruana (FORP), que en 1913 reagrupó a los sindicatos revolucionarios y de la cual Gutarra se volvió secretario general en 1915.[6]

Esos años fueron testigos de un nivel excepcional de violencia estatal contra los trabajadores en huelga, resultado del trabajo de los sindicalistas revolucionarios, que culminó con la exitosa huelga general por la jornada laboral de 8 horas a comienzos de 1919. En las vísperas de la victoria, Gutarra fue arrestado, liberado, y luego elegido eufóricamente como presidente de la asamblea.[7] Cuando el gobierno cedió a las demandas dos días después, él mismo recibió el decreto en persona del presidente Pardo junto a Haya de la Torre y Carlos Barba.

Después de esta victoria histórica, Gutarra ayudó a formar y liderar el Comité Pro-Abaratamiento de las Subsistencias.[8] Esto iba a presagiar su actividad posterior en Colombia, en particular la notoriedad del problema del aumento de alquileres y su apoyo a la organización de mujeres como una rama autónoma del movimiento social - lo que ahora podría llamarse una forma de ‘sindicalismo comunitario’. Para esta época, habían ocurrido nuevos acontecimientos políticos. Haciendo eco de los debates en todo el mundo, Gutarra acoge las noticias de la Revolución Rusa mientras que se opone al electoralista Partido Socialista en el Perú.[9]

Imagen 2. Nicolás Gutarra agitando a las masas. Extraído de Basombrío Iglesias, Carlos. El movimiento obrero, Historia gráfica N#1. Lima: Tarea, 1981, pág. 36.
Imagen 2. Nicolás Gutarra agitando a las masas. Extraído de Basombrío Iglesias, Carlos. El movimiento obrero, Historia gráfica N#1. Lima: Tarea, 1981, pág. 36.

En mayo de 1919, después de haber retardado algunas acciones huelguísticas para dejarle espacio a las elecciones, Gutarra y Carlos Barba son arrestados y entrevistados en prisión por el joven periodista radical José Carlos Mariátegui. La huelga se desató de todos modos y duró cinco días. Bajo presión popular, los dos fueron liberados el 7 de julio por el nuevo gobierno del general Augusto B. Leguía, quien había derrocado al gobierno de Pardo tres días antes. Ese mismo día, Gutarra se dirigió al presidente llamándolo “ciudadano Leguía”, mientras que este observaba la manifestación que había llenado la Plaza de Armas desde su balcón.

En las semanas siguientes la FORP fue relanzada.[10] Sin embargo, Leguía resultó ser enemigo de los obreros y procedió a desarticular el movimiento. En circunstancias confusas, Gutarra y otros activistas desaparecieron a través de una ‘dispersión de elementos anarquistas’, obra de la nueva táctica de palo y zanahoria del gobierno:

“¿Qué hizo (Leguía) con los trabajadores? Con los trabajadores adoptó el temperamento de encontrar una persona que se entrevistase con alguno de ellos. Un caso concreto: por ejemplo, encontrar a Gutarra y hablarle. Me dijo Adalberto Fonkén que una señorita Arana se entrevistó con él y la propuesta era que de todas maneras tenían que salir deportados. O se iban deportados por el gobierno, o ellos aceptaban la deportación, pagándoles sus pasajes y la posibilidad de que ellos se desenvolvieran sin persecución alguna en otro país. Este caso se lo plantearon a Nicolás Gutarra, y Gutarra se vio obligado a aceptar. Se lo plantearon a Carlos Barba y Carlos Barba fue deportado a la Argentina; mientras, Nicolás Gutarra fue deportado a Panamá.”[11]

Fonkén escaparía a la deportación, pero inmediatamente después de la huelga de julio de 1919 y el cambio de gobierno, los tres fueron enviados a la prisión de El Frontón.[12]

En algún momento después de haber tomado el poder, Leguía supuestamente habría ofrecido un puesto de diputado a Gutarra.[13] Aunque al parecer no aceptara esta oferta, Gutarra es criticado en un artículo de La Protesta de setiembre de 1919 como parte de quienes han abandonado el anarquismo por la política, “al que se le atribuye haber celebrado un pacto con el Gobierno, por el cual él debía abandonar ésta [sic] a cambio de dinero”, citando rumores de que se fue a Buenos Aires.[14]

Tres meses después, El Obrero Textil (1920-1924) reforzó esta posición al atacar a aquellos elementos del movimiento obrero que ya estaban colaborando con Leguía. Gutarra es nuevamente tomado como ejemplo:

“¿Por qué desapareció de la noche a la mañana el infatigable luchador Nicolás Gutarra? [Pie de página:] Que se vendió por un puñado de soles para no hablar más de las miserias del pueblo ni de la tiranía del gobierno, y que ahora se encuentra en Buenos Aires gozando de un sueldo del Fisco; digo: a ido a Argentina a estudiar mejor la situación social.”[15]

En marzo de 1920, La Protesta acusa a Gutarra y Barba de haberse convertido en una nueva estirpe de caudillos que ahora buscan - contra los principios anarquistas - representar el movimiento obrero:

“..., pretenden apoderarse de la Federación Obrera Regional Peruana, cuyo programa no admite caudillos ni representativos. En su seno, los Barba y los Gutarra están demás.”[16]

En una “Carta Abierta” a Carlos Barba en mayo de 1920, el editor de La Protesta, Delfín Lévano responde a una carta (inédita) enviada por Barba desde Buenos Aires repitiendo que era imperdonable para Barba y Gutarra el haber aceptado la oferta de Leguía, y por esta razón no tienen ningún derecho de hacerse pasar por activistas bona fide en el extranjero. También promete no ocuparse más del “affaire Barba-Gutarra” a menos que los acusados tengan el descaro de seguir respondiendo.[17]

Estas acusaciones desde el campo anarquista tienen dos componentes. Primero, que Gutarra y otros han actuados como caudillos en el movimiento obrero, abriendo el camino para que otros hagan lo mismo explícitamente.[18] Segundo, que simplemente han cambiado sus principios por razones económicas y/o para seguir una carrera política. Sin embargo, es importante comprender estas acusaciones en el contexto de desorden y desconfianza causado por el nuevo intento del gobierno de destruir el movimiento anarquista simultáneamente por coerción y cooptación y también en el ascenso de otras corrientes que amenazaban con politizar el movimiento obrero para consternación del liderazgo anarquista.[19]

 

La deportación

Después de El Frontón, el paradero de Gutarra es sólo un poco más claro hoy de lo que fue en aquella época. Mientras que El Obrero Textil y La Protesta creían que Gutarra estaba en camino a Argentina, Portocarrero pensaba, en aquel momento o después, que había sido deportado a Panamá. No por primera vez, algunos pensaban que estaba muerto: que lo habían tirado al mar y había sido devorado por tiburones - una forma común utilizada por los gobiernos sudamericanos para deshacerse de sus oponentes.[20] E otra versión mantiene que Gutarra estuvo preso durante tres años en la penitenciaria de Lima, conocida como El Panóptico, por negarse a dar información a las autoridades sobre otros activistas, antes de ser asesinado por el régimen.[21]

Es probable que Argentina fuera su próxima destinación, a pesar de que hay un vacío con respecto a los detalles de su estancia en ese país, pero es probable también que fuera expulsado rápidamente de allí.[22] La siguiente clara indicación de su paradero data del 25 de enero de 1920, 5 o 6 meses después de ser detenido por el gobierno peruano, cuando fue reportado en Santiago de Chile como orador en una reunión en defensa de otro anarquista peruano, Julio Rebosio, aparentemente organizada por la sección chilena de la organización sindicalista revolucionaria Industrial Workers of the World (IWW).[23] Era una época de alta represión en Chile a causa de la cúspide de la agitación anarquista y de la IWW. Como lo ilustró el caso de Rebosio, las autoridades chilenas utilizaron a “los espías peruanos” para enarbolar los sentimientos anti-peruanos originados en una disputa fronteriza en 1918. Gutarra fue acusado de disuadir a los jóvenes obreros de enrolarse en el ejército y de haber “atacado el orden establecido” en general, y bajo esos cargos fue finalmente deportado bajo la Ley de Residencia de 1918, dirigida a los comunistas y anarquistas tras el advenimiento de la Revolución Rusa. Así, el 5 de junio de 1920, zarpa en un barco de vapor con destino al puerto de Mollendo en el Perú.[24]

Al haber hecho hasta lo imposible para deshacerse de él, este viaje fue lo último que el gobierno peruano quería. Dos meses después, el 4 de agosto de 1920, el periódico peruano El Heraldo reporta que Gutarra había sido enviado a la región amazónica de Madre de Dios. Al día siguiente, en la ciudad de Arequipa, cinco líderes sindicales visitaron y luego le escribieron a la más alta autoridad regional, al prefecto departamental preguntando si este pudiera confirmar el reporte. Esto sugiere que Gutarra había estado en contacto con el movimiento sindical peruano antes de haber sido detenido.[25]

Parece que las preocupaciones de los sindicalistas por “nuestro compañero, el obrero Gutarra” estaban bien fundamentadas. No sabemos si el prefecto les respondió, pero en octubre de 1920, algunas escuelas de las misiones de dominicos en Puerto Maldonado fueron atacadas y los misioneros culparon a Gutarra por el daño causado junto a las “calumnias” lanzadas por un individuo no identificado, del cual dijeron que habían albergado antes de obligarlo a partir. Según los misioneros, una turba borracha se había congregado y luego había lanzado ataques a las misiones durante varios días consecutivos, los cuales fueron enfrentados por las Fuerzas Armadas.[26]

¿Cuál fue la naturaleza y causa de estos hechos? y ¿cuál fue el papel de Gutarra en ellos? Por falta de una investigación más profunda, sólo sabemos que el incidente tuvo lugar cuando la región estaba atravesando una crisis económica debido al fin de la bonanza que trajo el caucho, lo cual impulsó los intentos de explotación y conversión religiosa de la población indígena local. Parece creíble que Gutarra hubiera apoyado la causa indígena pero también que las autoridades se hubieran aprovechado de la situación para tener una excusa perfecta para expulsarlo una vez más del Perú.

Imagen 3. Fotografía de Nicolás Gutarra en la revista Zig-Zag de Santiago, fechada agosto de 1920, junto a las fotos de otros “elementos anárquicos” e “indeseables” que habían sido recientemente deportados de Chile. Curiosamente lleva el nombre de “Nicolás Gretana Ramos”.
Imagen 3. Fotografía de Nicolás Gutarra en la revista Zig-Zag de Santiago, fechada agosto de 1920, junto a las fotos de otros “elementos anárquicos” e “indeseables” que habían sido recientemente deportados de Chile. Curiosamente lleva el nombre de “Nicolás Gretana Ramos”.

 

La segunda expulsión del Perú

Parece que esta segunda expulsión ocurrió tan rápido como fue posible, pues seis meses después Gutarra reaparece en la costa noreste de Brazil. Esto significa que Gutarra afrontó un viaje épico y agotador desde Puerto Maldonado mediante el río Madre de Dios pasando por Bolivia hasta Brazil, en el corazón de la selva amazónica.

La llegada de Gutarra a Brazil es revelada por una carta fechada el 9 de abril de 1921 desde el consulado peruano en el concurrido puerto y capital regional Belém do Pará. El cónsul informa a Lima de los planes de Gutarra, información valiosa para un gobierno que bajo ninguna circunstancia lo quería de regreso, pero que parecía incapaz de encontrar otro Estado que lo admita. Según el cónsul, Gutarra acababa de abandonar la ciudad a bordo del barco a vapor Oyapock con dirección al puerto brasileño del mismo nombre en la frontera con la Guyana Francesa.[27]  Desde allí, pretendía continuar hasta Cayena, la capital de la Guyana Francesa, desde donde podría pasar fácilmente a Colón en Colombia y desde allá, tratar de volver al Callao en Perú.

 El cónsul avala su comportamiento en Pará, pues “aunque estuvo en trato íntimo y continuo con todos los centros obreros, todo lo hizo con mayor discresion (sic) y prudencia.” Pero la carta no explica nada más sobre las circunstancias de su partida y no sabemos si esto se debe al deseo de Gutarra de volver al Perú o a las ansias de las autoridades brasileñas de deshacerse de él.

 

De Brasil a Colombia

Habiendo dejado el Brasil en abril de 1921, Gutarra llega a Caracas, Venezuela dos meses después, a comienzos de junio. Una carta del cónsul peruano en Caracas no solamente demuestra el monitoreo de los movimientos de Gutarra sino que también esclarece las circunstancias de su llegada al consulado, el cual podemos suponer que fue su primera escala en la ciudad:

“A principios de junio se presentó en este Consulado don Nicolás Gutarra. Me hizo una relación de sus andanzas por la Argentina, Bolivia y el Brasil, me mostró sus papeles y pasaportes visados por nuestros funcionarios consulares y me dijo que había llegado en una goleta y que se encontraba en las más aflictivas circunstancias. Me suplicó le hiciera seguir a Panamá y comunicara a Lima su situación.”[28]

La descripción del cónsul de su relación con Gutarra nos da una idea del rol que él debió cumplir al respecto, o al menos la impresión que quiso causar en sus superiores de Lima. Asegura haberle dado algún aporte económico a Gutarra y haberle recomendado encontrar un trabajo local, como también de “abstenerse de realizar cualquier tipo de propaganda que pueda parecer exótica o peligrosa” para sus nuevos anfitriones. Pero, relata, después de solamente un mes en Caracas, las autoridades locales lo arrestan, simplemente porque habían descubierto su pasado en vez de algún comportamiento que hubiera podido tener. El cónsul asegura haberlo visitado cuando estaba detenido y que se encontraba en buenas condiciones.

Oficialmente, el cónsul no objetó la expulsión de Gutarra. En lugar, recomendó a las autoridades locales que actuaran “como lo hubieran hecho en casos similares” y en concordancia con su propia ley, antes de haber negociado la salida de Gutarra sin una orden formal de deportación en un barco a vapor con destino a Puerto Colombia, el puerto de la ciudad colombiana de Barranquilla. Los venezolanos también accedieron a pagar su pasaje, estando el barco programado a partir el 24 de julio de 1921.

Lo interesante de la carta del cónsul es que se trata de una respuesta a una solicitud de Lima para saber si Gutarra había llegado a Caracas. Por lo tanto, podemos ver cómo las autoridades peruanas trataban de seguirle el rastro a Gutarra, quien inevitablemente tenía que presentarse a los consulados en busca de ayuda económica, pero al mismo tiempo el sistema de vigilancia era algo lento - solamente el 23 de agosto preguntaron por su llegada a Caracas, casi tres meses después de su llegada, y para aquella fecha ya lo habían expulsado nuevamente.

 

Barranquilla y la Liga de Inquilinos

Gutarra llega a Barranquilla tres días después de su partida de Venezuela, el 27 de julio de 1921. Allí vivirá los siguientes dos años y medio y se volverá el líder de uno de los movimiento sociales más importantes de la época - la Liga de Inquilinos. Como este tema ya ha sido objeto de estudio[29], solamente daré un resumen de sus actividades. Quizás el dato más importante es que su actividad en Barranquilla reflejaba en muchas maneras su actividad en el Perú.

En aquella época, Barranquilla era la tercera ciudad más grande de Colombia, y su principal puerto, crucial para la exportación de café y otros productos. Su población crecía a una velocidad excepcional, rebasando los 65,000 habitantes en 1920. Muchos migrantes del interior que se dirigían a Magdalena, área productora de plátano, terminaron estableciéndose en Barranquilla.

La creciente masa de obreros en la ciudad estaba compuesta por estibadores cada vez más organizados, y trabajadores ferroviarios como también otros obreros de la pequeña industria. Ya en 1918, en una poderosa huelga, se habían desarmado los rieles para detener el suministro de agua a Puerto Colombia. Un aumento salarial del 50% fue ganado como resultado y el movimiento llegó a expandirse a otras ciudades costeras como Cartagena y Magdalena. La respuesta del gobierno fue un decreto autorizando las deportaciones, el cual sería usado contra Gutarra y otros activistas.

La creciente población vivía en inquilinatos - insalubres, caros y superpoblados, sin servicios básicos, mediante los cuales los ricos, que incluían algunos ex-terratenientes, hicieron dinero fácil aprovechando la alta demanda de viviendas. La Liga de Inquilinos aparece en 1920 según la prensa local como respuesta a esas condiciones de vida. Sin embargo, parece haber sido animada por Gutarra, quien en una entrevista policial dice haberse involucrado “primero por interés propio por ser inquilino y después por haber sido elegido a una posición en la Liga”.

Barranquilla fue el primer lugar donde Gutarra pudo quedarse y aclimatarse. No existe información sobre el comienzo de su estadía pero al final de esta se describe a sí mismo como “soltero pero con hogar formado”.[30] No sabemos cómo sobrevivió pero seis meses después de llegar, pidió ayuda económica o un pasaje al gobierno peruano vía “el representante diplomático del Perú en Colombia”.[31] Al mismo tiempo, las autoridades del Callao le aseguraron al mismo ministerio que no lo dejarían volver a entrar al Perú vía el Callao y que otros puertos deberían también tomar medidas para evitar que “malos elementos” desembarquen.[32]

Para 1923, la Liga era noticia nacional con Gutarra su principal figura. Tenía muchas de las características del sindicalismo revolucionario de corte anarquista que había caracterizado su actividad el Perú. La Liga estaba organizada en comités vecinales y tenía también un comité de mujeres. Las decisiones eran tomadas por voto mayoritario en asambleas, nadie tomaba el mando. Las actividades consistían en propaganda, boicots, ayuda mutua, reuniones y manifestaciones.

La problemática de los inquilinos no era algo nuevo para Gutarra, quien había estado involucrado en la huelga general del Comité Pro-Abaratamiento en mayo de 1919. Igual que en Barranquilla, la organización de esta lucha iba de la mano con la organización de las mujeres como un grupo autónomo dentro del movimiento. Dos día antes de la huelga de Lima, Gutarra, hablando en el Callao, la había descrito también como una huelga de inquilinos y le había exigido al gobierno que detenga las evicciones, una llamada respondida por una manifestación de mujeres el mismo día en Lima. Incluso el arresto de Gutarra y de otros activistas en vísperas de la huelga se desenvolvió en pleno intento de detener una de esas evicciones.

Las actividades de la Liga terminaron con una marcha de 5,000 personas agitadas por Gutarra, nuevamente “el ídolo y la voz del pueblo”, el 1 de octubre de 1923. La Liga había conmocionado la élite local a tal punto que la prohibieron el 14 de noviembre, pero a pesar de esto una huelga general se desató cinco días después. Como en la huelga de Lima, los activistas utilizaron la acción directa para detener toda actividad económica mediante el desarme de las líneas de las tranvías. El 80% de la ciudad estuvo paralizada en una huelga que fue más allá del paro de la producción y llegó a implicar a la comunidad.

La huelga fue reprimida duramente con bayonetas y arrestos. Una investigación fue llevada a cabo para justificar la deportación de Gutarra, por lo que el expediente de Gutarra es la fuente más grande de información sobre su estadía en Barranquilla, a pesar de la evidente subjetividad y las cuestionables declaraciones de las declaraciones de testigos utilizadas para influir en la deportación.[33]

El mismo Gutarra escribió desesperadamente un panfleto tratando de revivir la Liga y en particular el boicot de una sala de cine local. En este panfleto escribe sobre un boicot de solidaridad en Bogotá y que trabajadores en otras ciudades colombianas, en “Panamá, Buenos Aires, Lima y otras capitales internacionales” habían sido alertados, lo cual puede significar que todavía mantenía contactos con el movimiento obrero internacional.[34] Fue detenido finalmente en diciembre y entrevistado bajo custodia el 24 de diciembre. Su reputación lo siguió literalmente a bordo del barco que lo deportaría a Panamá el 7 de febrero: 

“Ayer fue conducido por 20 policías a bordo de un buque italiano, el ciudadano peruano Nicolás Gutarra, organizador de la Liga de Inquilinos. Al ver tanto aparato de fuerza el capitán del buque quiso negarse a aceptar a Gutarra como pasajero, creyéndole un terrible criminal, y solo accedió cuando conocía las causas que motivaban la expulsión. Los marinos del barco al conocer el motivo del viaje de Gutarra le hicieron vivas manifestaciones de simpatía...y lo vivaron con entusiasmo.”[35]

No se supo nada más de la Liga, pero bajo la dirección de Gutarra había tenido algún éxito al presionar a los propietarios para reducir voluntariamente las rentas. Tuvo un efecto nacional inmediato, como lo demuestra el apoyo recibido en Bogotá y el hecho de que le pidieron a Gutarra que ayudara a formar otra liga de inquilinos en Barrancabermeja.[36] También preparó la senda para movimientos regionales en años posteriores, como la anarco-sindicalista Federación Obrera del Litoral Atlántico fundada en 1925. Incluso se rumorea que Gutarra estuvo involucrado en el movimiento de los trabajadores bananeros tierra adentro[37], un movimiento que culminó con la masacre de 1928, la cual fue representada en la famosa novela de Gabriel García Márquez Cien Años de Soledad.[38] Como veremos, él se encontraba en otro lugar cuando este movimiento llegó a su trágico desenlace. Sin embargo, un testimonio sugiere que sí estuvo asociado con sus futuros protagonistas. Según Víctor Medina, un líder anarquista local, Gutarra se unió a la dirección de un Directorio Obrero en Barranquilla que databa del año 1919. A su lado se encontraba el mismo Medina, Urbano de Castro y José Montenegro. Montenegro fue el último de los condenados por el Consejo Militar por participación en la huelga de 1928.[39] Sí bien este es sólo un testimonio, puede servir como una posible hipótesis de que Gutarra pasó el inicio de su estadía en Colombia haciendo contactos con activistas locales.

 

Gutarra después de Colombia

Desde Panamá, Gutarra envía un telegrama desesperadamente a las autoridades colombianas pidiendo que lo dejen volver, pero esta demanda fue rechazada. Los años 1924-1928 están envueltos en misterio, lo que sólo sirvió para mantener vivo el mito de que, de algún modo, volvió a Colombia para continuar en el movimiento allí. Ciertamente, en 1926 llegó la noticia a los sindicalistas de la Federación Local Obrera de Bogotá que Gutarra había muerto en Kingston, Jamaica, siendo velado en el tercer congreso de dicha organización el mismo año, otra prueba más de los intentos de Gutarra de forjar contactos de solidaridad en toda Colombia.[40]

Mientras que no es seguro que haya llegado a Jamaica, para 1928 estaba todavía lejos de la muerte pues aparece más al norte en Guatemala. Allí, se le acredita el haber ayudado a formar un Comité Pro Acción Sindical en 1928, siendo uno de los oradores de su conferencia inaugural el 8 de enero del mismo año. Esta era una alianza sindicalista revolucionaria de gremios que competían con otras alianzas rivales mutualistas y comunistas. Representó la cúspide de la organización sindicalista revolucionaria en Guatemala, y en 1929 se unió a sus pares latinoamericanas fundando la Asociación Continental Americana de Trabajadores (ACAT).

Sin embargo, no se sabe nada más de su tiempo en Guatemala o de la fecha cuando dejó el país. Este vacío no es sorprendente dado que desde 1929 una ola de represión acabó con esta y otras organizaciones sindicales en Guatemala y para 1932 la mayoría de sus miembros fueron detenidos.[41]

De Guatemala se abrió camino a Costa Rica y el 28 de marzo de 1930 zarpó desde Panamá hasta Nueva York a bordo del SS Colombia, llegando a esta ciudad el 8 de abril. El expediente del pasajero lo describe como Nicolás Gutara (sic), carpintero peruano, 39 años de edad, soltero, con última residencia en San José de Costa Rica, desde donde obtuvo una semana antes el número de visa 148. Una fuente contemporánea asegura que estuvo involucrado en la agitación de los puertos de Nueva York contra la guerra entre Perú y Colombia de 1932.[42] Otra versión lo ubica en la lejana California siendo asesinado en un “incidente huelguístico” en una fecha desconocida.[43]

En realidad, parece que Gutarra se instaló en Nueva York y sobrevivió lo suficiente como para tener dos hijos, Nicolás y William nacidos en 1934 y 1935 respectivamente, casándose con la madre de los dos, Carmen Santiago Gutarra el 12 de setiembre de 1935 en Manhattan.[44] Carmen era original de Coamo, Puerto Rico y era 15 años menor. Fue descrita en un censo de 1940 como ama de casa y él como ebanista, trabajando en casa pero desempleado desde hace “200 semanas” en el momento del censo.


Imagen 4. Nicolás Gutarra junto a Arturo Sabroso en Nueva York. Foto extraída de <em>El Obrero Textil.</em> Epoca VII, número 18, Lima, enero de 1954.
Imagen 4. Nicolás Gutarra junto a Arturo Sabroso en Nueva York. Foto extraída de El Obrero Textil. Epoca VII, número 18, Lima, enero de 1954.
 

En 1942, Gutarra fue registrado para la conscripción, y fue descrito cómo de talla 1 metro 62 (5 pies y 4 pulgadas), con una cicatriz sobre su ojo derecho. En el mismo año, una nota curiosa fue guardada por el Servicio de Inmigración y Naturalización bajo el nombre de su esposa Carmen Gutarra que literalmente decía: “Req. que su esposo Nicholas Gutarra no sea rcv porque es un anarquista”.[45] Las circunstancias de esta presunta “request” (petición) permanecen un misterio, A primera vista parece tratarse de una aplicación de residencia o ciudadanía, pero es más lógico que la meta principal era evitar su conscripción.

Es probable que Gutarra continúo viviendo en Nueva York pues en 1954 es visitado por Arturo Sabroso, editor de El Obrero Textil y líder sindicalista del APRA, quien para esta época viajaba a menudo para asistir a conferencias sindicales internacionales. Debajo de una foto de Sabroso junto a Gutarra afuera de su taller en invierno Sabroso aprovechó la ocasión para desmentir “la infamia de su muerte” e informar al Perú algo sobre la vida de Gutarra:

“Sendero plagado de injusticias ha sido el camino de Nicolás. Por eso al pasar por Nueva York, tuvimos que buscarlo para darle el abrazo de los textiles. Comprobamos que Gutarra vive optimista, desmintiendo la infamia de su muerte. Mantiene su fe en el destino social de los trabajadores. Preguntado si desearía volver a su patria, respondió que lo haría cuando termine de educar dos menores hijos. Elevada moral de este gran hermano...”[46]

Los detalles de la vida posterior y eventual muerte de Nicolás Gutarra siguen siendo elusivos. Durante los años 1950, su hijo Nicholas sirvió en la marina de guerra norteamericana durante la Guerra de Korea, mientras que Carmen trabajó para el servicio postal hasta 1955. En 1959, la familia se mudó a Puerto Rico y parece que Gutarra falleció allí a 68 años de edad en 1961. Su esposa Carmen murió en 1980. Su hijo William pasó los últimos 5 años antes de su jubilación en 1974 trabajando como supervisor en un supermercado. Los dos hijos fallecieron en Puerto Rico, William en 1989 y Nicholas en el 2002.[47]

 

En vez de una conclusión

La vida de Nicolás Gutarra fue extraordinaria y mientras uno investiga más, se abren nuevos senderos y aparecen versiones contradictorias que deben ser desembrolladas. Su legado se encuentra disperso entre todos los países que recorrió, y este es un mero intento de armar el rompecabezas de su vida. Sus viajes estuvieron caracterizados por su dedicación a trabajar colectivamente para llevar sus ideales a la práctica, como lo hizo exitosamente en Perú. Y sin embargo, su historia es una de muchas durante este periodo, historias que todavía esperan ser contadas. Los vínculos internacionales del anarquismo y el sindicalismo revolucionario lo ayudaron, así como a otros, para encontrar lazos de hermandad en cualquier lugar donde fuera. Pero esa red estuvo empatada por la red diplomática, que bajo la excusa de proveer ayuda económica estuvo al tanto de sus movimientos, y determinó que nunca pudiera volver atrás cada vez que un gobierno lo deportó.

 

Agradezco a las siguientes personas por su valiosa ayuda: Paulo Drinot, César Lévano, Steven Hirsch, Elizabeth Caviedes Torres, Víctor Muñoz Cortés, Ivette Gutarra, Crl Eleazar Gutarra, Sergio Cáceres Sanchez, Renzo Forero,  Chano Díaz Limaco, y Wilson Orozco.



Notas:

[1] El trabajo principal sobre Gutarra en Colombia que utiliza sus antecedentes en el Perú es Cáceres Sánchez, Sergio. Estrella Fugaz: El caso de la Liga de Inquilinos en Barranquilla 1923. Monografía de grado, Universidad de los Andes, 2011. Véase un resumen en http://grupolibertariovialibre.wordpress.com/2011/11/02/sesion-no-5-el-anarquismo-prende-en-las-masas-nicolas-gutarra-y-la-liga-de-inquilinos/. Véase también el capítulo sobre la Liga de Inquilinos en Vega Cantor, Renán. Gente muy rebelde: Protesta popular y modernización capitalista en Colombia (1909-1929). Bogotá: Ediciones Pensamiento Crítico, 2002; y el capítulo de Flórez Pinzón, Mauricio en Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular. Pasado y presente del anarquismo y del anarcosindicalismo en Colombia. Buenos Aires: Libros de Anarres, 2011.

[2] Entrevista con la policía de Barranquilla el 24 de diciembre de 1921. El apellido es atestado como proveniente de Sicaya en la provincia de Huancayo, Junín y se ha dicho que él es originario de allí. Véase la entrada del 2014 en Sicaya, Un portal de la comunidad en http://s2.elforo.de/sicaya/viewtopic.php?t=556553. 1893 es el año en que la Guerra del Pacífico terminó, una guerra que influenció una generación de radicales políticos y en la cual algunos miembros de su familia habían participado. Registros posteriores indican 1891 como su fecha de nacimiento o, en el caso de su tarjeta de servicio militar, como 6 de diciembre de 1890. Como estos registros provienen de Estados Unidos, deben ser menos fiables. Otra información sobre su familia proviene de una entrevista del autor con el coronel Eleazar Gutarra en enero del 2005.

[3] Delfín Lévano era hijo del anarquista Manuel Caracciolo Lévano y, como su padre, uno de los principales activistas anarquistas de la época. Esta es la teoría del periodista César Lévano, hijo de Delfín. Entrevista con el autor en julio del 2013.

[4] Las primeras menciones de Gutarra que he encontrado se encuentran en la corta pero vívida descripción proporcionada por Pedro Parra sobre éste hablando junto a Lévano durante el segundo paro general en el Callao por la jornada laboral de 8 horas en enero de 1913. Véase Parra, Pedro. Bautismo de fuego del proletariado peruano. Lima: Ed. Horizonte, 1969. En ese mismo mes su nombre aparece en La Protesta como donante del periódico, y en un número de mayo es descrito como orador en la conmemoración del Primero de mayo en el cementerio del Callao.

[5] “Memorias de una gesta, Entrevista a Carlos Barba realizada en abril de 1971” en Anónimo, editor. Anarquismo y Anarcosindicalismo en el Perú: Testimonios. Lima: Ediciones Gato Negro, Serie: Historia del movimiento obrero, 1996. La entrevista la realiza César Lévano y el documento completo se puede encontrar en http://es.scribd.com/doc/49466501/Anarco-sindicalismo-Peru-Edic-Gato-Negro-Lima-Peru. Según César Lévano, el historiador Jorge Basadre consideraba a Gutarra como el mejor orador político que haya tenido el Perú. Entrevista con el autor en julio del 2013.

[6] Véase Lévano, César. La verdadera historia de la jornada de las ocho horas en el Perú. Lima: s.n. 1967. La referencia a su posición dentro de la FORP se encuentra en Hirsch, Steven. "Peruvian anarcho-syndicalism: Adapting transnational influences and forging counterhegemonic practices, 1905-1930" en Hirsch, Steven y Van der Walt, Lucien, editores. Anarchism and syndicalism in the colonial and postcolonial world, 1870-1940: The practices of national liberation, internationalism, and social revolution. Leiden: Koninklijke Brill NV, 2010.

[7] Véase Portocarrero, Julio. Sindicalismo peruano: primera etapa 1911-1930. Lima: Editorial Gráfica Labor, 1987.

[8] Véase el artículo y entrevista a Carlos Barba en “Memorias de una gesta, Entrevista a Carlos Barba realizada en abril de 1971” en Anónimo, editor. Op. Cit. para una descripción detallada del desenvolvimiento de este intenso movimiento.

[9] Los debates de la época han sido investigados en Pareja, Piedad. Anarquismo y sindicalismo en el Perú, prólogo de César Lévano. Lima: Ediciones Rikchay Perú, 1978. Véase tambien Portocarrero, Julio. Op. Cit., pág.70. Cáceres Sánchez, Sergio. Op. Cit. es el trabajo más detallado sobre las influencias políticas de Gutarra.

[10] Véase la declaración de fundación analizada en Cáceres Sánchez, Sergio. Op. Cit. Gutarra estuvo probablemente involucrado en el relanzamiento de julio. Otro intento de relanzamiento ocurrió en noviembre. Véase “Memorias de una gesta, Entrevista a Carlos Barba realizada en abril de 1971” en Anónimo, editor. Op. Cit.

[11] Portocarrero, Julio. Op. Cit., pág. 83.

[12] “Memorias de una gesta, Entrevista a Carlos Barba realizada en abril de 1971” en Anónimo, editor. Op. Cit.

[13] La fuente indirecta de este detalle se encuentra en Costilla Larrea, Emilio. Apuntes para la historia de la lucha social en el Perú. Lima: Ediciones Peru Nuevo, 1944., citado en Alexander, Robert J. A History of Organized Labor in Peru and Ecuador. New York: Praeger, 2006. Larrea era un contemporáneo de Gutarra, habiendo participado en el grupo anarquista del Callao Luz y Amor y como secretario del Comité de agitación del paro general formado allí a finales de 1912. Desafortunadamente, ha sido imposible encontrar una copia del libro de Costilla Larrea.

[14] “Hablemos claro”. La Protesta. número 81, quincena de setiembre de 1919, pág. 2. Esto fue sólo un mes después de haber sido aplaudido junto a Barba y Fonkén por su rol en el Comité Pro-Abaramiento de las Subsistencias.

[15] ‘Adan’. “Propaganda Malévola”. El Obrero Textil. 6 de diciembre de 1919. El artículo es un ataque contra quienes apoyan a Leguía. La acusación de haberse dejado comprar también se le impartió a Mariátegui, deportado ‘voluntariamente’ en octubre de 1919. Esos ‘exilios voluntarios’ fueron mal vistos al ser comparados con quienes se negaron a partir voluntariamente o aquellos cuyo ‘bajo rango’ significó que no se les ofreció las mismas garantías, expresado en cartas y reportes en el mismo número de El Obrero Textil. Estas incluían una carta de Leopoldo Urmachea a bordo de un barco, y reportes sobre la deportación de un Antonio Patrón después de 30 días en la prisión de El Frontón, el encarcelamiento de un ‘compañero Velásquez’ y una recompensa de $50 ofrecidos por Fonkén.

[16] “Los Representativos”. La Protesta. número 87, segunda quincena de marzo de 1920, pág. 4. En Pareja, Piedad. Op. Cit., Pareja describe a Gutarra como un obrero anarquista vuelto político pero no da ninguna evidencia otra que su mención en este artículo.  Pedro Parra especula que Gutarra estaba virando hacia el marxismo. Véase Parra, Pedro. Op. Cit.

[17] “Carta Abierta”. La Protesta. número 89, segunda quincena de mayo de 1920, pág. 4. Parece que Barba había escrito después de haber entrado en contacto con activistas de Tribuna Proletaria, tratando de disuadirlos de prestarle atención a las cartas de Lévano que desacreditaban a Barba.

[18] Descritos como los “representativos” roji-amarillos haciendo referencia a su política socialista. “Los Representativos”. La Protesta. número 87, segunda quincena de marzo de 1920, pág. 4.

[19] Véase Pareja, Piedad. Op. Cit. Es importante recalcar que a pesar del tono severo de los ataques, estos no causaron una enemistad duradera: Carlos Barba, quien haya sido blanco de críticas aún más personales y extensas que Gutarra en La Protesta, expresaba solamente admiración por Delfín Lévano, el editor de La Protesta. Véase Lévano, César. 1961. “Memorias de una gesta”. Caretas. 434: págs. 34-26. El mismo César Lévano piensa que mientras que sí hubieron críticas en aquella época, estas no fueron condenatorias (entrevista con el autor en julio del 2013).

[20] Entrevista del autor con el coronel Eleazar Gutarra, enero del 2005.

[21] Véase Sicaya, Un portal de la comunidad en http://s2.elforo.de/sicaya/viewtopic.php?t=556553. Aunque el origen de esta versión es desconocido, es interesante por mostrar simpatía hacia el personaje.

[22] “Fue deportado sucesivamente de la Argentina, Chile, el Perú y México.” Alexander, Robert J. Op. Cit.

[23] Para conocer los vínculos de los anarquistas peruanos y chilenos en este periodo véase “Orígenes de la fraternidad anarquista entre Perú y Chile” en http://periodicoelamanecer.wordpress.com/2012/01/07/origenes-de-la-fraternidad-anarquista-entre-peru-y-chile/.

[24] Véase Muñoz Cortés, Víctor. “Oro Peruano y Represión Obrera: Los Últimos Días del Anarquista Julio Rebosio Barrera (Región chilena 1918-1920)” en http://www.anarkismo.net/article/11948 y Muñoz Cortés, Víctor. Sin Dios ni Patrones: Historia, diversidad y conflictos del anarquismo en la región chilena (1890-1990). Valparaíso: Mar y Tierra ediciones, 2013. Mollendo era el principal puerto peruano que recibía el tráfico marítimo desde Chile, y también servía como un canal de entrada y salida para radicales, resultado del rol importante de marinos y trabajadores portuarios en sindicatos como la IWW.

[25] Carta de varias “sociedades obreras” al Prefecto del Departamento de Arequipa fechada el 5 de agosto de 1920 y

carta de la Prefectura de Arequipa fechada el 7 de agosto de 1920 (recibida por la Mesa de Partes del Ministerio de Gobierno y Policía el 18 de agosto de 1920 bajo Letra [ilegible] No. 541), Archivo General de la Nación, Ministerio del Interior.

[26] Véase Sotil García, Gabel Daniel. “La resistencia indígena al poder republicano, en el Sur Oriente Amazónico peruano”. Extraído de http://tipishca.blogspot.co.uk/2013/09/la-resistencia-indigena-al-poder_1777.html.

[27] “(…) salió en el vapor “Oyapock”, siendo su derrotero el siguiente: Oyapock, puerto brasileño frente a la Guyana Francesa (...)”.Carta del Consulado del Peru en Para (Nota 10/v) fechada el 9 de abril de 1921 (recibida por la Mesa de Partes del Ministerio de Gobierno y Policía el 25 de mayo de 1921 bajo Letra 60 No. 541), Archivo General de la Nación, Ministerio del Interior. Parece que se refiere al pueblo brasileño Oiapoque.  Resulta interesante que Oiapoque era el lugar donde el Estado brasileño desterraba a los militantes anarquistas de la época y por lo tanto un lugar peligroso para alguien como Gutarra.

[28] Carta del Ministerio de Asuntos Exteriores (Oficialía Mayor) el 17 de diciembre de 1921 donde transcribe la carta del cónsul de Caracas a dicho ministerio del 28 de agosto de 1921 (recibida por la Mesa de Partes del Ministerio de Gobierno y Policía el 17 de diciembre de 1921 bajo Letra [ilegible] No. 700, Archivo General de la Nación, Ministerio del Interior. Se desconoce la razón de la tardanza.

[29] Véase la nota de página número 1.

[30] AGN, Fondo Ministerio de Gobierno, sección IV, t. 185, folio 341.

[31] Carta del Ministerio de Relaciones Exteriores fechada el 21 de enero de 1921 (Nota 16) confirmando cablegrama de la misma fecha (recibida por la Mesa de Partes del Ministerio de Gobierno y Policía el [ilegible] de enero de 1922 bajo Letra [ilegible] No. 69), Archivo General de la Nación, Ministerio del Interior.  

[32] Carta de la Prefectura de la Provincia Constitucional del Callao (Nota 18), fechada el 20 de enero de 1922, (recibida por la Mesa de Partes del Ministerio de Gobierno y Policía el 23 de enero de 1922 bajo Letra 60 No. 38), Archivo General de la Nación, Ministerio del Interior.  

[33] Por ejemplo, el material de la Liga, incluyendo los panfletos y cartas del mismo Gutarra han sido utilizados como objeto de discusión para entender su posición política en aquel momento. Cáceres y Vega demuestran que aunque Gutarra provenía del anarquismo, la Liga estaba abierta a varias influencias incluyendo el liberalismo radical. Cáceres sugiere que Gutarra estaba frustrado al final por no ser capaz de motivar a la población local de llevar a cabo más acciones y unirse con grupos de otros lugares que estaban listos para actuar. Un periódico de Bogotá, Gil Blas, comparó la aparente falta de apoyo a Gutarra desde que estuvo arrestado a la enorme popularidad de la cual gozó brevemente, para sugerir que la clase dirigente y prensa liberal local habían tratado de aprovechar el movimiento para ganar votos sin tener ninguna preocupación por el destino de Gutarra.

[34] AGN, Fondo Ministerio de Gobierno, sección IV, t. 185, folio 358.

[35] “La Expulsión de Gutarra”. Gil Blas. 7 de febrero de 1924.

[36] Cáceres Sánchez, Sergio. Op. Cit. Uno de los que le pidió ayuda en Barrancabermeja fue el tipógrafo radical Raúl Eduardo Mahecha, quien posteriormente tuvo “un papel primordial en las dos huelgas de Barrancabermeja de 1924 a 1927 y en la huelga de las bananeras de 1928”. Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular. Op. Cit., p.65.

[37] Entrevista con César Lévano en julio del 2013.

[38] Véase Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular. Op. Cit. para saber más sobre la influencia de Gutarra en Colombia. Incluye información interesante sobre la llegada de algunos anarquistas en Magdalena para apoyar a los obreros bananeros durante este periodo. En la novela de García Marquez, la actividad de José Arcadio Segundo en apoyo a la huelga incita a Fernanda el comentar “Es lo único que nos faltaba... un anarquista en la familia”.

[39] El Directorio aparentemente apoyó una invasión de tierras en Montería en 1921, el año en el que llegó Gutarra. Medina fue entrevistado en 1977 en Aracataca, Colombia por Gabriel Fonnegra, una de muchas entrevistas llevadas a cabo durante su excepcional investigación Las Bananeras: un testimonio vivo. Bogotá: Círculo de Lectores. 1986. Medina llegó a formar el Sindicato Libertario de Sastres en 1928, inspirado, dice, por la visita del anarquista español Buenaventura Durruti quien viajó a Sudamérica en diciembre de 1924. Si alguna creatividad fuera permitida para llenar los vacíos de la historia de Gutarra, seguro podríamos afirmar que los dos anarquistas se conocieron.

[40] “Hoy se clausurará el Congreso Obrero”. El Tiempo. 5 de diciembre de 1926. Citado por Flores Pinzón, Mauricio en Centro de Investigación Libertaria y Educación Popular. Op. Cit. pág. 56. La referencia sobre la muerte en Jamaica es de Vega Cantor, Renán. Op. Cit.

[41] Véase Monteflores, Omar Lucas. “El anarquismo en Guatemala. El Anarco Sindicalismo en la ciudad de Guatemala 1920-1932”. Tesis de licenciatura en historia. Nueva Guatemala de la Asunción: Universidad de San Carlos de Guatemala. 2011. http://desobedientes.noblogs.org/files/2012/03/El-anarquismo-en-Guatemala-El-anarco-sindicalismo-en-la-ciudad-de-Guatemala-1920-1932-Omar-Lucas-Monteflores-DESOBEDIENTES.noblogs.ORG_.pdf. En términos ideológicos, tema de mucha especulación después de su deportación del Perú, es interesante que una vez más reaparece vinculado a redes anarquistas desde su llegada a Guatemala. No hay ninguna indicación, como ocurrió con varios de sus contemporáneos, que haya simpatizado con los comunistas. 

[42] Fonnegra, Gabriel. Op. Cit.

[43] Alexander, Robert J. Op. Cit.

[44] En concuerdo con censos subsecuentes y otros registros.

[45] La traducción es mía. La nota original dice “GUTARRA, CARMEN SANTIAGO: Req that husb. NICHOLAS GUTARRA should not recv because he is an anarchist”. Fechado el 5 de mayo de 1942. Registro del Servicio de Inmigración y Naturalización. Sección “Anarchy”, número de referencia 23-7925.

[46] Véase “Recordando a Nicolás Gutarra en el Anivers. de las Ocho Horas”. El Obrero Textil. Epoca VII, número 18, Lima, enero de 1954.

[47] Su nieta Yvette Gutarra, quien vive en Hawaii, me contactó al buscar un libro que aparentemente Nicolás Gutarra escribió sobre los incas. Desafortunadamente, no he encontrado aquel libro.

 

Cómo citar este artículo:

LAGNADO, Jake, (2015) “La inverosímil travesía de Nicolás Gutarra”, Pacarina del Sur [En línea], año 6, núm. 23, abril-junio, 2015. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Martes, 10 de Diciembre de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1137&catid=5