El Niño Dios de Tingambato, el imaginario social en torno a su imagen

En este trabajo damos a conocer el culto al Niño Dios de Tingambato, manifestación religiosa popular del estado mexicano de Michoacán, así como sus particularidades, siendo mayormente destacado el sistema de cargueros o cofradías. Asimismo exploramos sus posibles orígenes y damos cuenta de la manera en que las tradiciones populares reflejan los vaivenes de la vida cotidiana purépecha.

Palabras clave: religiosidad popular, cargueros, cofradías, íconos

 

El Niño Dios de Tingambato es una imagen que se venera en ese poblado de Michoacán que se encuentra en el camino antiguo entre Uruapan y Pátzcuaro. Tingambato, que es la cabecera municipal, está dividido en 4 barrios atravesados por la antigua Calle Real: Barrio 1° San Antonio; Barrio 2° San Isidro; Barrio 3° San José; Barrio 4° Virgen de Guadalupe. Esta figura sacra es custodiada por los cargueros, que es el nombre que en Michoacán se prefiere para nombrar a los mayordomos. Topete explica el término carguero de la siguiente manera:

Utilizo “carguero” –y su femenino y plurales- en la acepción que se le da en la etnorregión [sic] purépecha; es decir, para referir a una persona que se hace responsable de una imagen para celebrarle su fiesta y los oficios religiosos que el costumbre dicta, sin recibir remuneración alguna y, sí, por el contrario, asumir el patrocinio individual, apoyado por su familia u otros cargueros a manera de mayordomías administradas o agregadas[2]

El sistema de cargos es una derivación de lo que en la época colonial eran las cofradías religiosas en los pueblos. Los actuales cargueros eran los priostes anteriormente. Sepúlveda y Herrera cuando analiza las obligaciones de los integrantes de las cofradías dice que entre “los funcionarios de las cofradías anexas a los hospitales, el prioste era el responsable de todos los gastos del hospital, de la cofradía y de la fiesta patronal”.[3] Asimismo, explica que:

En el transcurso del siglo XIX la cofradía ya transformada en la mayordomía, siguió siendo un complejo de cargos o un cargo personal de carácter secular. Sin embargo, el fervor y la actividad religiosos no disminuyeron por esto y el desempeño compulsivo de los cargos llevó a los cargueros a la ruina […] Muchos sacerdotes trataron de prohibir estos festejos aboliendo el sistema de cargos y recogiendo las imágenes de los santos; pero a pesar de ello los pueblos seguían pagando sus pindecuarios, ya no en especie ni en servicios, sino en efectivo.[4]


Devota sosteniendo al Niño Dios de Tingambato
en el altar de la casa del carguero.
Fotografía tomada por la autora el 8 de julio de 2008.

La costumbre, p'indekua, estaba directamente relacionada con las prácticas religiosas cristianas. Entiéndase por costumbre: “Hábito, modo habitual de obrar o proceder establecido por tradición o por la repetición de los mismos actos y que puede llegar a adquirir fuerza de precepto.”[5] En el archivo de Tingambato se encuentra el Pindecuario hecho en la primera mitad del siglo XIX, desafortunadamente los ejemplares coloniales se hallan extraviados. En estos escritos se hayan registradas las principales fiestas y ceremonias de los santos venerados en Tingambato, las obligaciones de trabajo o limosna de los participantes como los allende durante estas celebraciones, el Día de Reyes, por ejemplo.

La K’ujkukua, es decir, la reciprocidad, es otra de las características del sistema de cargueros. Se comparten las obligaciones y se disfrutan los beneficios: el carguero es el intermediario entre lo profano y lo sagrado; es decir; entre la gente y la imagen religiosa a la que se venera, en este caso, el Niño Dios de Tingambato. Si el Niño Peregrino, como también se le conoce, es tratado de manera conveniente, entonces, es muy probable que los favores pedidos sean otorgados. El carguero y sus familiares son los responsables de que las acciones de culto ofrecidas a la imagen sean realizadas de manera correcta, eso garantizará el cúmulo de dones a los participantes y el prestigio que esto le dará al carguero.

Báez-Jorge menciona que los “sistemas de cargos en las comunidades indígenas constituyen una ordenación unificada y piramidal, compuesta por una jerarquía religiosa y una civil.”[6] Por su parte, Jacinto Zavala dice que:

Además de la función de formación de líderes, el desempeño de los cargos […] tiene también un valor económico, político, social, etc. Pero sobre todo, tiene un valor espiritual que se refiere a la tradición y a la identidad. Es decir, los cargos tienen un aspecto en el que son principalmente ritos de paso. Los ritos de paso nos dan los universos básicos de significado de una sociedad o cultura. Dichos ritos tienen como fundamento la vivencia histórico corporal de la etnia. Los universos básicos de significado se organizan en símbolos, gestos, posturas, etc., y se expresan mitológicamente en palabras de poder. Mitos, leyendas, cuentos, etc., deben reintegrarse a este contexto iniciático. Al mismo tiempo, quien desempeña un cargo penetra en el universo básico de significado correspondiente al cargo. Conforme el miembro de una etnia o pueblo indígena, recorre el camino de los cargos, profundiza su vivencia de la tradición y ensancha el ámbito de la práctica de esa tradición. Al ocupar cargos sucesivos, de allí deriva uno de los elementos de legitimación y de autoridad. De esa manea, al cumplir con una serie de cargos, un miembro de una etnia o pueblo indígena no sólo ha recibido un entrenamiento para el mando sino que ha sido investido poco a poco con la legítima autoridad para ejercerlo.[7]

La imagen del Niño Dios parece que fue realizada en el período colonial tardío; su figura ha sido tallada en madera policromada, de 60 cms. de longitud y pintada a mano,[8] sin embargo, no se sabe quién lo hizo y en dónde. No hay un Niño Dios en la lista de imágenes religiosas que vienen anotadas en el Pindecuario o en los inventarios decimonónicos del archivo parroquial.[9] Hay varias versiones en torno al origen del culto, casi todas señalan que éste comenzó luego de la Revolución Mexicana en la década de 1930. De esta forma, el origen del Niño Dios de Tingambato, tanto de la imagen como de su culto, está envuelto en una capa de misterio. Por una parte, hay personas mayores vecinas que dicen que fue traído “por unos extranjeros que se avecinaron en el pueblo, a fines del siglo XIX y principios del XX” durante el tiempo en que el entonces presidente Porfirio Días permitió el ingreso de compañías estadounidenses para la tala de madera. Al estallar la Revolución Mexicana estos inversionistas extranjeros abandonaron Tingambato y dejaron al Niño Dios “en manos de los lugareños”. También existe la versión de que el dueño del Niño Peregrino en ese entonces era un español que trabajaba en el aserradero de La Maestranza y que había traído la imagen desde su país de origen.


Localización de Tingambato. Enciclopedia de los Municipios de México: Michoacán, © 1999. Centro Nacional de Desarrollo Municipal, Gobierno del Estado de Michoacán
Existen diversas opiniones en cuanto a saber desde cuando se le festeja de la manera en que actualmente se hace, es decir, una celebración comunitaria y el porqué debe cuidarlo durante el año un carguero quien lo alberga en su propia casa colocándolo en un altar. Según Aguilera Montañez y Próspero Maldonado, fue en la década de 1930 o quizás 1940 que el sacerdote Reynaldo Ávalos organizó a la población para realizar un culto comunitario en honor del Niño Dios. Ellos calculan más de 80 años para la veneración que la gente ofrece a esta imagen religiosa.[10] Precisamente, como parte de la devoción y culto, los visitantes a la casa del carguero o carguera en donde se halla el Niño Dios le llevan ropa de bebé o juguetes como regalo, éstos luego son obsequiados por el carguero a los niños de Tingambato.

Báez-Jorge sostiene que los “santos vinculan amplios sectores sociales bajo su patronazgo. Son, además, “compañeros invisibles, amigos y protectores contra los males del mundo”. Personaje singular, modelo de conducta, o intercesor ante Dios, el santo manifiesta su potencia en los milagros”[11] Por otra parte, con respecto a la r  elación que los creyentes establecen con las imágenes sacras, este autor comenta que:

Los santos se conciben como personas vivas; se les viste, se les baña, se les ofrenda comida, llegan, incluso, a ser castigados sancionando su falta de auxilio. Se les imagina peleando entre sí, en defensa de (o protegiendo) las identidades comunitarias. En el extremo del imaginario colectivo se les concibe copulando, o bien en la dimensión de lo real maravilloso (que en la visión de Alejo Carpentier caracteriza a nuestra América) pueden ser relegados, olvidados. En efecto, la devoción a los santos es dinámica, crece o disminuye en relación directa con su eficacia para prodigar favores a sus fieles, quienes definen sus oficios con base en sus necesidades cotidianas. En consecuencia, en la elección de la imagen invocada intervienen su “popularidad”, su reputación y las devociones personales.[12]

El Niño Dios de Tingambato es electo precisamente por su popularidad, su reputación y las devociones personales de sus seguidores. Así como el Cristo Redentor ha desplazado la popularidad de Santiago Apóstol, puede pensarse que el culto al Niño Dios está volviéndose más importante para los habitantes de Tingambato y los peregrinos que llegan de otros sitios para pedirle favores y rendirle su adoración, es decir, ganándole a las otras dos veneraciones.[13] El Niño Dios es vestido de diversas maneras a lo largo del año, puede usar ropa de campesino si acompaña a los vecinos que traen los troncos de árboles para la lata, puede ser ataviado con vestimenta religiosa con un sagrado corazón en el pecho, también se le viste de moro en la fiesta de Santiago Apóstol, por mencionar unos ejemplos. La variedad de vestuario se puede apreciar en las fotografías de los devocionarios que se pueden adquirir en la casa del carguero o con los vendedores de artículos religiosos que se colocan fuera de este sitio. No se da misa en la casa del carguero, el Niño Dios va de visita a la parroquia o asiste a misa cada domingo a las 8:00 a.m.

Las personas que veneran al Niño Dios le llevan de regalo ropa de bebé para que sea vestido por el carguero todos los días del año.[14] Asimismo, como ya se dijo, llevan juguetes que luego serán entregados a los niños asistentes como sucede el 5 de enero de cada año. La gente también puede llevar veladoras que usualmente se colocan sobre una mesa.

El culto al Niño Dios de Tingambato es del siglo XX, no de la época colonial, sin embargo, en esta veneración puede observarse cómo se repiten modelos de religiosidad anteriores puesto que se realiza por medio del sistema de cargos (mayordomías), se le celebra con misas, posadas, procesiones, con oraciones como se ha hecho con otros santos como el patrono Santiago. Así, podría decirse que ésta es una nueva tradición, inventada. Hobsbawm afirma que “La «tradición inventada» implica un grupo de prácticas, normalmente gobernadas por reglas aceptadas abierta o tácitamente y de naturaleza simbólica o ritual, que buscan inculcar determinados valores o normas de comportamiento por medio de su repetición, lo cual implica automáticamente continuidad con el pasado.”[15]

Rodríguez Shadow, en un trabajo antropológico muy interesante sobre el culto al Señor de Chalma reflexiona sobre la religiosidad popular de la cual dice que  “constituye por derecho propio, un lenguaje religioso compuesto por una serie de significantes, los cuales admiten diversos significados, según la interpretación que se les confiera. Por ello puede convertirse en un campo fértil de hermenéutica.”[16] Así, la religiosidad popular es otra palabra clave en este escrito porque el culto al Niño Dios de Tingambato no se basa exclusivamente en el celo católico cristiano, sino que incluye un conjunto de rasgos culturales de los pobladores de Tinganio que tienen que ver con sus tradiciones y costumbres desde tiempos remotos. En las fiestas religiosas, aparte de poder disfrutar de exquisitos platillos regionales y atoles, se celebran festejos con bailes tradicionales en la plaza principal, las bandas de música interpretan melodías muy hermosas como los sones y las pirecuas, hay quema de juegos pirotécnicos como los “castillos”, se brindan espectáculos como los jaripeos en donde “por compromiso” como dice el animador se consiguen bestias para llevarlo a cabo como toros, vaquillas y caballos.[17] Esto principalmente se hace durante el homenaje que se brinda al Cristo Redentor que comienza el 13 de enero, un día antes de la fecha elegida para honrarlo, y termina el 24 de ese mes.

Baczko menciona que “Los imaginarios sociales y los símbolos sobre los cuales se apoyan los primeros forman parte de complejos y compuestos sistemas, a saber, en especial los mitos, las utopías y las ideologías.”[18] El carguero o carguera hace un altar en su casa en donde la imagen es colocada y cuidada por un año. El carguero lleva a la Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol, patrono de Tingambato, al Niño Dios o Niño Peregrino, como también es llamado, los domingos por la mañana a la misa de las 8:00 a. m. a la que asisten los infantes del poblado. El Niño participa en las fiestas de Tingambato como acompañante en las procesiones que se realizan en honor a otras figuras sacras como el Cristo Redentor en el mes de enero de cada año.

Este Niño Dios pertenece a los habitantes de Tingambato, de hecho, su lugar de residencia es la casa habitación de la persona que funge como carguero, es decir, que tiene el cargo de cuidarlo y de garantizar que se le brinde el respeto de los devotos. A partir del día 6 de enero hasta el 24 de diciembre el nuevo carguero o carguera se hace responsable del cuidado del Niño Dios o Niño Peregrino como también se le llama. Entre el 24 de diciembre y el  6 de enero esta imagen sagrada es custodiada en la Iglesia de Santiago Apóstol, patrono de Tingambato; en ese lapso es colocado el Niño Dios en un pesebre junto a las figuras sacras de la Virgen María y San José al lado del altar mayor.

Antes del 24 de diciembre, como parte de las posadas del poblado, se coloca una gran lata, es decir, grandes troncos de árboles que los lugareños cortaron y trajeron a las afueras de la casa del carguero que está por terminar su período como tal. Es armado un gran árbol navideño que sirve como adorno y como agasajo a la imagen del Niño Dios. Las noches de posada son muy hermosas porque la alegría de la gente se expresa a través de su devota participación en las procesiones, en la entrega y recibimiento de alimentos y bebidas como el atole, en la entrada y salida de la casa del carguero en donde se encuentra el altar dedicado al Niño Peregrino. Es preciso anotar que el carguero es quien aprovecha ese lapso como su despedida de la imagen.


Parroquia de Santiago Apóstol de Tingambato
Durante el año, el Niño Dios es llevado de visita a la misa de las 8:00 a.m. cada domingo para acompañar a los niños de Tingambato que asisten a la ceremonia religiosa. Sin embargo, cuando más gozan de su presencia es en el Día del Niño, el 30 de abril porque son agasajados con pastel que se les regala. Otra celebración importante en la que participan los jóvenes de Tingambato es la del 25 de julio cuando se festeja a Santiago Apóstol, patrono del poblado. La imagen del Niño Dios es incorporada al festejo, los chicos de ambos sexos se visten de Moros y desde el día anterior cabalgan por los barrios de Tingambato acompañados por una procesión de personas que llevan la imagen venerada de Santiago Apóstol, cera (velas) y se dirigen hacia la parroquia; lo interesante es que la imagen del Niño Dios forma parte de este recorrido hacia el templo y lo llevan vestido de Moro.[19]

Gran parte de los devotos son de este poblado, pero también hay gente que venera al Niño Dios de diversas partes de Michoacán y de la República Mexicana; existen, además, otras personas practicantes de este culto que son de origen michoacano, pero que provienen de Estados Unidos. De hecho, el carguero que se hizo responsable del cuidado del Niño Peregrino en el 2009, el señor Juan Manuel Rojas, es un vecino “norteño”, es decir, él ha radicado en Seattle, Washington, Estados Unidos, pero es oriundo y vecino de Tingambato.

Si bien el Niño Dios de Tingambato es venerado por muchísimas personas que lo visitan y festejan durante el año, todavía no ha sido incluido en la lista de imágenes de Niño Jesús en la República Mexicana como el Santo Niño de Atocha en Zacatecas o el Niñopan en Xochimilco. Sin embargo, el Niño Peregrino de Tingambato recibe prácticamente las mismas atenciones que las otras dos imágenes. Si bien el Niño de Atocha está en el templo de Fresnillo, Zacatecas y el Niñopan se encuentra en la casa del mayordomo que le haya tocado el turno a lo largo del año en Xochimilco, las actividades religiosas vinculadas con el culto que se les ofrece son muy parecidas. Es decir, se hacen peregrinaciones, procesiones, exvotos, mandas, objetos sacros, rituales y devociones para estos infantes sagrados. El Niño Dios de Tingambato, el cual también es tradición que sea alojado por el carguero en turno, es reverenciado de una forma muy parecida.

El Niño Peregrino de Tingambato, según los creyentes que lo han visto, puede estar con cara sonriente, triste, sonrojado, pálido. También a veces está sucia su vestimenta como si regresara de jugar o del campo. Otras veces se escucha el ruido de sus juguetes en casa del carguero.[20] En el caso del Niñopan se sabe que éste puede presentar un semblante triste o alegre según las circunstancias y otras peculiaridades muy parecidas al Niño Dios de Tingambato.[21]

Tomando en cuenta que el “exvoto es una de las manifestaciones más interesantes de la religiosidad popular”[22], no puede perderse de vista  que en la casa del carguero donde se levanta el altar al Niño Dios se puede ver la cantidad impresionante de exvotos que los visitantes colocan para reconocer los favores recibidos que les fueron dados por el infante venerado. Un exvoto de “manera fenomenológica se puede describir como todo objeto que sirve específicamente para manifestar el agradecimiento por un don o bienestar concedido por parte de un agente poderoso de orden metasocial, hacia actores (individuales y/o colectivos) intramundanos.”[23] Los exvotos sirven para agradecer al Niño Dios por parte de los beneficiados “y acrecientan la reputación de la persona santa como una entidad dadivosa. La interacción entre la congregación y esas figuras religiosas con quienes han formado un vínculo especial, ayuda a crear una mayor cohesión en la comunidad.”[24] Los exvotos del Niño Dios son fotografías, bordados, milagritos y escritos de agradecimiento.

Precisamente como parte de estos escritos, se encuentran los reconocimientos al Niño Dios por haber concedido a la pareja de devotos tener un bebé o a una persona muy enferma el haber recuperado la salud milagrosamente. A estos textos los podemos nombrar cartas de los peregrinos que son:

Testimoniales que muestran las acciones de la vida de una sociedad, por ello son textos o creaciones con determinada función religiosa. Su función religiosa está estudiada dentro de lo que se denomina como folklor literario, disciplina que estudia “las creaciones textuales de índole popular creadas y usadas para satisfacer algunas de las funciones vigentes en las costumbres y tradiciones de un pueblo”. Las cartas de los peregrinos son textos que nacen como productos de la cultura de una sociedad, por lo que su función se entiende sólo dentro del contexto social. Este tipo de escritos que pertenecen al folklor literario: nacen y funcionan dentro de determinadas situaciones culturales. Las cartas de los peregrinos se entienden dentro del ámbito del culto al que pertenecen, son textos votivos, que dan muestra del poder de la imagen, de la fuerza de Dios para cambiar la situación del creyente.[25]

El Niño Dios es atendido en la casa del carguero o de la carguera durante un año. Los fieles seguidores acuden a venerar al Niño Peregrino y a pedirle sus bendiciones. Le llevan, como ya se mencionó, ropa de bebé y juguetes de regalo. Colocan sus exvotos de agradecimiento y encienden veladoras para honrarlo. Participan en las ceremonias que se organizan para festejarlo.

Otro aspecto importante que logré apreciar gracias a esta investigación fue el patrimonio tangible e intangible de los pobladores de Tingambato relacionados con el culto al Niño Dios. En particular me refiero a las bandas de música de viento que por muchos años han dado fama a Tingambato, pero que en la actualidad también dedican su música al Niño Peregrino durante las festividades o las procesiones. Asimismo, la hermosa vestimenta de los jóvenes con el atuendo de Moros santiagueños o de Los Negritos. Las danzas que interpretan. Los tocados y máscaras talladas que usan mientras están ataviados en ambas ocasiones. Durante las celebraciones los vecinos ofrecen comida a los visitantes, por ejemplo, el Día del Niño, el 30 de abril, se preparan pasteles dulces, gelatinas y atoles que se obsequian a los infantes mientras rompen las piñatas. En Noche Buena y el Día de Navidad los jóvenes bailan por las calles con un disfraz la Danza de los Negros. Los fieles adornan la parroquia en la que permanecerá el Niño Dios hasta que pase a recogerlo el nuevo carguero el día 6 de enero. La rica comida que se ofrece a los visitantes durante los festejos, como en Noche Buena con los sabrosos atoles y exquisitos buñuelos, por ejemplo. El corte de los árboles, la tala de leña, que servirá para hacer el gran árbol de Navidad en la casa del carguero que cede su turno. Los jaripeos y bailes populares que se organizan. Los milagros y exvotos que se ofrecen al Niño Dios de Tingambato. La vestimenta con la que arreglan al Niño Peregrino a lo largo del año. El altar en casa del carguero o carguera que tiene bajo su custodia a la imagen sagrada. Las oraciones que se le dedican al Niño Dios. La visita que cada domingo hace a la Iglesia para asistir a la misa de los niños de las 8:00 a.m. En fin, un imaginario social que involucra a los moradores y visitantes de Tingambato en torno al culto popular de la imagen del Niño Dios:

Actualmente el culto, la veneración a esta imagen religiosa, forma parte del imaginario colectivo y junto a la siembra y comercio del aguacate y la chirimoya representa una de las principales entradas económicas en la localidad por el turismo eclesiástico que atrae y por las hermosas costumbres que conlleva como el darle pasteles dulces, gelatinas, atoles y regalos a los niños que celebran la Navidad en diciembre o el Día del Niño a fines del mes de abril. La veneración a esta sacra imagen no es sólo local o de la provincia de Michoacán, los creyentes provienen de otras partes del país, pero, sobre todo, hay fieles que viven en los Estados Unidos y son de origen michoacano.[26]

El Niño Dios también forma parte del imaginario infantil en Tingambato, por ejemplo, en un ejercicio didáctico sobre creación literaria y fomento a la lectura, los niños que participaron escribieron textos como éste:

El niño Dios de Tingambato

En mi pueblo hay un niño Dios muy milagroso. Lo quiero mucho, es bonito y muy chistoso. El se ríe con nosotros y además es nuevo.

Al Niño Dios, lo visita mucha gente, como de México, Uruapan. El niño Dios, como que ya es muy famoso.

El niño Dios vive en Tingambato y cada año, como de costumbre, lo llevan a diferentes casas y a la iglesia, en Navidad. Le hacen un nacimiento y va mucha gente a visitarlo porque hace muchos milagros.

María Leticia Hernández Vargas[27]

Lo que resulta muy interesante es evidenciar la devoción que la gente de Tingambato siente por la imagen del Niño Dios; por ejemplo, en la fiesta del santo patrono Santiago Apóstol que se festeja el 24-25 de julio de cada año, es posible ver a alguno de los jóvenes portando una capa en la que está bordada una imagen del Niño Peregrino. Asimismo, cuando a principios de año se celebra la festividad del Cristo Redentor, el 14 de enero, el Niño va de visita en la peregrinación del día anterior.

Si bien las versiones sobre el origen del culto al Niño Dios de Tingambato son varias, me parece que el culto a la imagen del Cristo Redentor y, en particular, al Niño Dios, se manifiesta con mayor fuerza a raíz del incendio de la iglesia parroquial en la década de 1930 y que fue una respuesta social en un momento de crisis  provocada por el fin de la Guerra Cristera.

Según Tapia Santamaría: “Las fiestas de los purépechas constituyen uno de los focos actuales de expresión realista y simbólica de sus condiciones sociales de vida, de los conflictos que los dividen y de la confrontación política en la que se debaten sus actores sociales”[28] Independientemente de la creencia religiosa[29] que profese quien lea este texto, la idea principal es mostrar un ejemplo de tradición, cultura y religiosidad popular.

 


Notas:

[1] ENAH-INAH México

[2] Hilario Topete Lara, 2005, “Variaciones del sistemas de cargos y la organización comunitaria para el ceremonial en la etnorregión purépecha”, pp. 95-129, en Cuicuilco, mayo-agosto, año/vol. 12, número 034, México, Escuela Nacional de Antropología e Historia,  p. 97.

[3] María Teresa Sepúlveda y Herrera, 2003, Los cargos políticos y religiosos en la región del Lago de Pátzcuaro, CONACULTA-INAH, México, p. 116.

[4] Ibid., pp. 125-126.

[5] Diccionario de la lengua española, España, Real Academia Española, 2001, p. 457.

[6] Félix Báez-Jorge, 2008, Entre los naguales y los santos, México, Universidad Veracruzana, p. 53.

[7] Agustín Jacinto Zavala, “Los requisitos del mando: valores tradicionales y retos actuales en la etnia p’urhépecha de Michoacán”, El Colegio de Michoacán, separata.

[8] Ing. José Luis Aguilera Montañez, Lic. Rocío Próspero Maldonado, 2006, El milagroso niño Dios del pueblo de Tingambato y sus tradiciones, México, Consejo para la conservación de las tradiciones del pueblo de Tingambato Mich., A.C.-Secretaría de Cultura del Gobierno del Estado de Michoacán, pp. 3-5.

[9] Según Salvador Ramírez Figueroa sí había dos imágenes de Niño Dios en la parroquia de Tingambato durante la época colonial. Salvador Ramírez Figueroa, “Tingambato. En torno a un Pueblo”, 2001. Este texto es un impreso de la tesis de licenciatura en Historia que Ramírez Figueroa presentó en el año 2000 en la UMSNH, Morelia, Michoacán. El material fue consultado en la Biblioteca del Colegio de México en la Ciudad de México, D. F.

[10] Ing. José Luis Aguilera Montañez, Lic. Rocío Próspero Maldonado, op. cit., p. 5.

[11] Félix Báez-Jorge, op. cit., p. 165. El autor cita a su vez a Rubial García, “Los santos milagrosos y malogrados de la Nueva España”.

[12] Ibid., p. 169.

[13] En el caso del Santo Niño de Atocha, su veneración se ha hecho mayor que la ofrecida a la imagen que originalmente era la patrona del Santuario de Plateros, en el municipio de Fresnillo, Zacatecas: “Al parecer, en el siglo XVIII, con la llegada de la talla de la virgen de Atocha, hubo cierto desplazamiento de la devoción del Cristo de Plateros hacia la nueva virgen. No se sabe con exactitud cuándo comenzaron a tributar culto especial al santo Niño de Atocha ni cuándo fue separado de la virgen de Atocha. Dicen algunas fuentes que ocurrió en el siglo XIX pero mucha gente cree que sucedió en la segunda mitad del siglo pasado”, Anna María Fernández Poncela, 2003, “El Santo Niño de Atocha: origen, función y actualidad”, en Cuicuilco, Nueva Época, volumen 10, número 27, Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), México, enero-abril, p. 6.

[14] A principios de diciembre de 2008 escuché al entonces carguero, decir que él no cambiaba de ropa al Niño Dios porque éste no lo dejaba hacerlo. M.D.

[15] Eric Hobsbawm y Terence Ranger (Eds.), 2002, La invención de la tradición, Barcelona, Editorial Crítica, p. 8.

[16] Luis Maldonado citado por  María J. Rodríguez Shadow y Robert D. Shadow, 2000, El pueblo del Señor: las fiestas y peregrinaciones de Chalma, México, Universidad autónoma del Estado de México, p. 20.

[17] Asistí con mi esposo, el profesor Hugo Sáez, al jaripeo en honor al patrono Santiago de Tingambato el 25 de julio de 2008.

[18] Bronislaw Baczko, 1991, Los imaginarios sociales. Memorias y esperanzas colectivas, Argentina, Ediciones Nueva Visión, p. 30.

[19] Esa es otra característica de la imagen, el cambio de ropa que se le hace a diario y la vestimenta de acuerdo a la celebración o acontecimiento que se celebre.

[20] Ing. José Luis Aguilera Montañez, Lic. Rocío Próspero Maldonado, op. cit., p. 5. Al Santo Niño de Atocha los fieles visitantes le llevan dulces y juguetes “porque aún es niño y le gusta jugar con ellos”, Anna María Fernández Poncela, op. cit., p. 19.

[21] “Al Niñopan le gusta hacer travesuras, como cualquier pequeño; cuando está enojado desaparecen las “chapitas” de sus mejillas y si está contento se ve más sonrojado, los ojos le brillan y nos brinda una sonrisa. Duerme en su moisés; lo desvisten y dejan en ropa interior, le quitan sus zapatitos y lo envuelven en su cobija, y al día siguiente lo despiertan con “las mañanitas” antes de vestirlo. En ciertas noches, el Niñopan baja de su cama para jugar y se escucha su risa. A veces sale hasta el jardín y su vestidito aparece lleno de tierra o sucio de pasto y lodo, con huellas de sus andanzas. Al Niñopan no se le trata como a cualquier otro, porque posee el amor de los xochimilcas. Como le gusta jugar, le acercan al altar o a su cunita muchos juguetes: pelotas, carritos y globos. Se ha hecho una costumbre regalárselos sobre todo el seis de enero, día de los Reyes Magos; después se entregan a los niños pobres de la localidad.”, María Estela Rivera Valencia, “Niñopan, peregrino en los barrios de Xochimilco”, México desconocido, No. 252 / febrero 1998. http://www.mexicodesconocido.com.mx/notas/1871-Ni%C3%B1opan,-peregrino-en-los-barrios-de-Xochimilco-(Distrito-Federal) Consultado el 26 de marzo de 2011.

[22] Gloria Fraser Giffords, 2000, “El arte de la devoción”, en Exvotos, México, Artes de México, Núm. 53,  p. 14.

[23] Jorge A. González, 1986, CULTURA (S), México, Colección Culturas Contemporáneas No. 1, Universidad de Colima, Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco, p. 42.

[24] Gloria Fraser Giffords, op. cit., p. 14.

[25] Gabriela Omayra López Galván, 2007, “Las manifestaciones religiosas populares en el culto al Sto. Niño de Atocha: Leyendas, milagros, exvotos, cartas y oraciones”, tesis de doctorado en Estudio de las Tradiciones del Colegio de Michoacán, Zamora, Michoacán, pp. 223-224.

[26] Martha Delfín Guillaumin, “Gastronomía de Tingambato y las fiestas a Santiago Apóstol en 2008”, http://www.historiacocina.com/paises/articulos/mexico/tingambato.html, consultado el 26 de marzo de 2011.

[27] Araceli Calderón González, coordinadora, 2000, Con un ojo al gato y otro al garabato. Antología del “Taller de creación literaria y fomento a la lectura de Tingambato”, Instituto Michoacano de Cultura, Morelia, Michoacán, p. 17.

[28] Jesús Tapia Santamaría, 1986, Reseña del libro Fiestas de Michoacán, Alberto Medina et al., Secretaría de Educación en el Estado de Michoacán, Colección Cultural 7, El Colegio de Michoacán, p. 329.

[29] Entendiendo que religión es “la suma de creencias, sentimientos y prácticas individuales y sociales.”, Edgar Royston Pike, 2005, Diccionario de religiones, México, FCE, p. 393.