La risa del pueblo

La risa del pueblo

La risa del pueblo

Alberto Híjar Serrano [1]

Recibido: 08-03-2015 Aceptado: 15-03-2015

 

Llamamos volante en México a una hoja suelta impresa, cuyo contenido es un comunicado contestatario de denuncia y resistencia a las violaciones y represiones de Estado. La historia de este recurso de lucha es tan antigua como la ideología liberal por la independencia contra el Virreinato y la monarquía española. Esta ideología es internacionalista por su carácter anticolonial y es también localista y regionalista cuando revela situaciones extraviadas en las grandes determinaciones nacionales. Para los trabajadores de la significación popular, el contenido de los volantes es parte de la reivindicación del habla del vulgo, sus mitos, sus ritos, sus tradiciones carnavalescas.

Imagen 1. Volante de la Imprenta de Venegas Arroyo. Con ilustraciones de José Guadalupe Posada.
Imagen 1. Volante de la Imprenta de Venegas Arroyo. Con ilustraciones de José Guadalupe Posada.

www.es.wikipedia.org

El Taller de Gráfica Popular (TGP), desprendido en 1937 de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR), es una organización de frente amplio de los trabajadores de la cultura contra el fascismo, el nazismo, la guerra imperialista contra la URSS, como socialismo en un solo país y por la consolidación de la tendencia favorable a los trabajadores del campo y la ciudad.  En el gobierno de Lázaro Cárdenas (1895-1970), durante los años de 1934 a 1940, los carteles y volantes discutidos colectivamente, fueron un recurso de agitación y propaganda que se valió en ocasiones del buen humor popular para cumplir con la construcción del repudio contra los enemigos del pueblo. Las calaveras, por ejemplo, año con año circularon durante los días de muertos de principios de noviembre, con ilustraciones de los cuartetos burlescos de escritores como Juan de la Cabada y Efraín Huerta, en seguimiento de la estrategia de la Imprenta Venegas Arroyo de principios de siglo, donde don Antonio encargaba a los caricaturistas José Guadalupe Posada (1852-1913) y Manuel Manilla (1830-1895), la ilustración de corridos que narran el acontecimiento del día: un cometa, un terremoto, una inundación, un crimen singular, fusilamientos y sucesos de la Revolución de 1910.

Imagen 2. Una de las <em>calacas</em> de José Guadalupe Posada.
Imagen 2. Una de las calacas de José Guadalupe Posada.

www.bigrafiasyvidas.com

José Clemente Orozco (1883-1949), caricaturista en la prensa constitucionalista, había llevado lo grotesco a los muros de la Escuela Nacional Preparatoria en los veintes para ridiculizar a los ricos y a los mochos como el pueblo llamaba a los católicos fanáticos y retrógrados. Diego Rivera (1886-1957) había hecho lo mismo sin la contundencia de Orozco en el patio del Corrido de Emiliano Zapata (1879-1919) de la Secretaría de Educación Pública al ridiculizar a los intelectuales y artistas burgueses. De modo que el humor grotesco a través de la caricatura es de larga tradición contestataria en México.

En el Taller de Gráfica Popular hubo destacados humoristas gráficos: Raúl Anguiano (1915-2006), José Chávez Morado (1909-2002), Alfredo Zalce (1908-2003). Ellos supieron oponerse a los rigores del realismo socialista, dispuesto por la URSS como estrategia única de significación garante del contenido épico, mediante una forma de representación figurativa académica donde no cabe el buen humor ni los defectos corpóreos de los trabajadores, los héroes y los mártires.

En 1940, la primera exposición del TGP en Moscú fue criticada por no seguir los rigores de la Unión de Escritores y Artistas de la URSS, que desde 1937 precisó la estética del realismo socialista. Pese a su militancia comunista, Chávez Morado fue invitado a no volver al TGP, del que se alejaron los otros humoristas mencionados ante la autocensura agravada por los encargos gubernamentales para propagandizar a los aparatos de Estado. Zalce no volvió a aparecer en la redacción de Frente a Frente, el órgano de la LEAR, se distanció de sus amigos comunistas y optó por el desarrollo de su taller de pintura, escultura, tapiz, grabado y cerámica en Morelia.

La Risa del Pueblo fue una serie de volantes sin firma en la gráfica. El título reivindica un humor de clase en sí, burlona contra el gobierno. Bien dotado para el humor gráfico y pictórico, Alfredo Zalce lo incorpora a la memoria histórica con su cartón “El Retorno del Automóvil Gris”. En el auto sin capota que sale de una destartalada cochera, viajan amontonados cinco personajes, uno de ellos con el rostro cubierto y una cachucha y los demás con retratos que precisan la identidad de León Ossorio, Pablo González con un rollo que dice Artículo 123, Artículo 127, referentes a los trabajadores y el 27 que no 127 a la tierra y los campesinos.

El frente del cofre sumido por el peso del General González, famoso por su participación en el asesinato de Emiliano Zapata, dice “Comité de Salvación Pública”. Cuatro cuartetos acompañan la identificación de la “banda de rufianes” con Don Pablo “a la cabeza”, León Osorio reconocido como guatemalteco, Iturbe y Bolívar Sierra “ni mexicano siquiera… mercenarios que se alquilan a cualquiera… sirviéndole a los callistas y estafando gachupines”, esto en relación a la sobrevivencia política de Plutarco Elías Calles, el presidente devenido “hombre fuerte” a raíz del asesinato de Álvaro Obregón en 1929 por un mocho para impedir que volviera a la Presidencia de la República. A los “gachupines” despectivo para los comerciantes españoles, se les atribuía el ocultamiento de víveres para aumentar su precio. La conversión significante resultó efectiva porque había memoria viva del grupo de asaltantes de casas organizados por el general Cruz, Jefe de la Policía de la capital durante el gobierno de Venustiano Carranza (1859-1920). La relación orgánica entre el gobierno, la construcción represiva del Estado-Nación y la corrupción en 1919, quedaba sintetizada en la Banda del Automóvil Gris sin placas. Se asociaba la corrupción de Estado al asesinato de Francisco Villa (1878-1923) acribillado a pesar de que había dejado las armas para desarrollar un proyecto agrario comunitario. Zapata había sido también asesinado y Ricardo Flores Magón (1873-1922) moriría casi ciego en una cárcel yanqui.

Imagen 3. Caricatura de Isidoro Ocampo (1910-1983)
Imagen 3. Caricatura de Isidoro Ocampo (1910-1983)

http://pudl.princeton.edu

Zalce recurrió a la memoria periodística y fílmica. La película sobre los hechos de 1916, los remitió al año anterior el cineasta Enrique Rosas. Pretendió exculpar a Pablo González involucrado en el asesinato de Zapata en 1919, año de la producción de la película. Ya no se trataba de una serie de tomas estáticas al uso de las primeras películas sino que narraba en planos secuencia con vigilancia estricta para no violar la ley de censura del 1 de octubre de 1919. En 1934, año del inicio del gobierno de Lázaro Cárdenas, fue estrenada la versión musical de la película organizada como serie a la manera norteamericana consolidada por el cine de D. W. Griffith (1875-1948). Zalce aprovechó estas famas.

Caciquismo, presidencialismo, combate de gobiernos y Estado contra los dirigentes del pueblo en armas, corrupción en los aparatos de seguridad, carestía y falta de trabajos remunerados, dominaban las expectativas sociales en la capital de México sometida a un proceso de urbanización con migraciones forzadas y escándalos políticos. Zalce mismo había llegado a México en plena Decena Trágica (sublevación ocurrida del 9 al 22 de febrero de 1913), un intento de golpe de Estado que no prosperó. Siempre recordaría los cadáveres en los alrededores de la Ciudadela donde inició el levantamiento militar, los olores, las acechanzas en las calles y plazas, la vida difícil para un joven que quería ser pintor. Los avatares de su ingreso a la escuela de artes y de su magisterio de sobrevivencia, lo acercaron a un grupo de jóvenes quienes encontraron en Juan de la Cabada (1899-1986), un cuadro político comunista que los incorporó a la lucha estudiantil y magisterial. Nacho Márquez Rodiles, José Chávez Morado de regreso de sus trabajos en Estados Unidos y Alaska, Jorge González Camarena que pronto encontró refugio y trabajo en el antiguo convento franciscano de Huejotzingo y Zalce, aprendieron a convivir construyendo usos y costumbres de militancia estudiosa y al encuentro de las luchas de los trabajadores del campo y la ciudad. El Güero Zalce participó de todo esto y, cuando en 1934 la Liga Intelectual Proletaria de Pablo O`Higgins, Luis Arenal y Juan de la Cabada se disolvió con todo y su periódico Llamada de una sola edición, estuvo en la redacción de Frente a Frente, de la LEAR, elocuente nombre de revista adherida a la línea política del frente amplio y unido, correlato del frente popular en los gobiernos, decidido por el VII Congreso de la Internacional Comunista.

Otro número de La Risa del Pueblo con un dibujo firmado a un costado con las pequeñas iniciales C.A, representa a un gordo gachupín sentado en el suelo quien toca una especie de trombón rematado con un rostro grotesco de perfil que lleva a manera de arete una suástica. En su base dice “prensa libre” y en la parte que la hace de cuello del rostro en lista a los periódicos Ultimas Noticias, Novedades, La Prensa, Excélsior, Universal, El Hombre Libre, Mega, “Ecos reacción hoy”. Por el hocico sale una nube que dice entre sus efluvios, “traición, mentiras, insultos, calumnia, provocación”. Tres cuartetos abajo y en el costado izquierdo atribuyen la paga a los gachupines. El título al pie de la figura del gachupín que toca el extraño trombón, escribe el título “Con su música a otra parte” aludiendo a un refrán popular de repudio. Las dos imágenes comentadas son las que registra Humberto Musacchio (2007).

La memoria histórica políticamente necesaria recurre en un país donde la explotación incluye al analfabetismo, al trabajo de escritores y artistas visuales contestatarios. También la ideología dominante usa con mayor poder el mismo recurso para disputar la construcción de la nación. El humor es parte de esta significancia que no cesará mientras exista represión y crímenes de Estado. La Risa del Pueblo resulta por tanto, mucho más que un título incidental porque alude al habla de la calle y el tianguis donde se comparte el irrespeto por los gobernantes corruptos.       

Imagen 4. Caricatura de José Chávez Morado
Imagen 4. Caricatura de José Chávez Morado

http://pudl.princeton.edu

 



Notas:

[1] Alberto Híjar Serrano (n. 1935), teórico marxista y crítico de arte mexicano, cuyo trabajo se ha destacado en la historiografía del arte y la relación entre política y arte. Su última publicación es La praxis estética. Dimensión estética libertaria (1913), México, INBA.

 

Bibliografía:

DE LOS REYES, Aurelio y otros (1976). 80 años de cine en México. México: UNAM, Difusión Cultural, Serie Imágenes 2.

HIJAR, Alberto (1995). “Frontera de la modernidad” en Zalce total, INBA, Gobiernos de Michoacán y Guanajuato, Festival Internacional Cervantino.

MUSACCHIO, Humberto (2007). El Taller de Grafica Popular, México: Fondo de Cultura Económica.

 

Cómo citar este artículo:

HÍJAR SERRANO, Alberto, (2015) “La risa del pueblo”, Pacarina del Sur [En línea], año 6, núm. 23, abril-junio, 2015. Dossier 15: Derrotero de la caricatura e historieta en nuestra América. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 18 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1122&catid=51