Control, subordinación y simulación en el posgrado, la investigación y la divulgación

Control, subordination and simulation in postgraduate studies, research and outreach

Controle, subordinação e simulação na pós-graduação, pesquisa e extensãor

Eduardo Andrés Sandoval Forero[1], Ernesto Guerra García[2], María Eugenia Meza Hernández[3]

Recibido: 15-09-2014 Aceptado: 01-10-2014

 

Introducción

En el presente siglo XXI, la ciencia y la tecnología siguen considerándose  pilares del desarrollo de la nueva era de la economía global, que se caracteriza por la innovación y la revolución dinámica del conocimiento; la expresión más elocuente de este fenómeno la tenemos en las tecnologías de comunicación e informática. Esta acelerada revolución y convolución[4] del conocimiento abarca todas las disciplinas, dando rienda suelta a una espiral interminable del saber científico en tiempos donde la mundialización del mercado y la geopolítica, caracterizan los nuevos horizontes de la economía.

Las nuevas realidades están generando, de manera emergente, no sólo impactos económicos, sino también sociales, culturales, políticos y científicos, con respecto a las condiciones anteriores. De esta forma la ciencia y la tecnología en el ámbito global se han convertido en elementos determinantes para el crecimiento económico y para el desarrollo social, así como en factores claves para que los países participen en condiciones menos desfavorables en el escenario internacional.

Para el caso de México tenemos una serie de factores de trascendental importancia para la ciencia y su difusión. 1) Las políticas públicas; 2) El sistema nacional de investigación; 3) El papel del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt); 4) La conceptualización de la innovación; 5) La definición de la ciencia como bien público o privado; 6) La independencia o interdependencia de las instituciones científicas y tecnológicas; 7) La relación del conocimiento con el desarrollo; y 8) la situación del posgrado con la ciencia y su difusión.  

Todos estos factores generan un macro y un micro contexto donde se desarrollan posgrados, maestros, investigadores y publicaciones que representan el orden dinámico operacional del fenómeno. 

 

  1. Las políticas públicas

Es de costumbre dejar en la penumbra las relaciones de poder que se mantienen en la planeación y el desarrollo de la ciencia y la tecnología, sin embargo la historia muestra muchos ejemplos de cómo es fácil perder la base humana en la planeación y el desarrollo de la ciencia, haciendo ver los posibles efectos perniciosos como algo benéfico y necesario para la sociedad; pero desde la explosión de las bombas nucleares en Japón ya no se puede sostener que tengan un carácter neutral (Fragomeno, 2005: 64). 

La globalización y la multiplicación de los problemas ambientales han provocado que la relación entre ciencia y sociedad se esté modificando, de tal manera que ahora existe un mayor cuestionamiento en el que se deben de establecer nuevos contratos para dar solución a los problemas sociointerculturales[5] (Sánchez, 2004: 194).

De esta manera la investigación científica y tecnológica se presenta como una actividad primordial en la reconfiguración de la sociedad, la economía y las culturas, teniendo mayor complejidad en sociedades caracterizadas por su diversidad étnica y cultural, como es el caso de México. 

A partir de lo anterior se exponen las siguientes reflexiones, que sin agotar el tema, muestran una crítica a la situación de la ciencia y su difusión, a la forma en cómo operan los posgrados y la manera en cómo los científicos hacen ciencia.   

Se observa en los últimos años en México, que el Estado en su relación de poder con el sector empresarial continúa con su política de desarrollo social subordinado al desarrollo económico, donde los asuntos prioritarios en cuanto a pobreza, salud, marginación, etc. continúan enmarcándose en políticas de corte neoliberal.

En la práctica esto orienta a los posgrados y a los científicos a dar prioridad a temas que puedan ser más leídos aun cuando su impacto social sea menor. El principal indicador de producción son los artículos científicos cuya evaluación obedece más bien a la ley de la oferta y la demanda: los artículos más leídos en el ámbito internacional cobran más peso en el otorgamiento de puntos que los administradores de la ciencia otorgan a los investigadores. 

Las nuevas fracciones reformadas, a partir de junio de 2009, han instalado un Sistema Nacional formulado originalmente por Friederich List en 1841 y probado en varios países de América Latina (Rincón, 2004), para desarrollar de manera articulada y de consenso las acciones de innovación que hagan crecer la competitividad de las empresas mexicanas.

El supuesto básico es que el estancamiento económico de México se debe en gran medida a la baja participación de la tecnología en las empresas, que ha inhibido la innovación y con ello la competitividad. Es decir, la ciencia y la tecnología deben primero atender los problemas de desarrollo económico y posteriormente y por añadidura se podrán resolver los problemas de la estructura industrial que los problemas sociales.

Para autores como Quintero (2002) la innovación está relacionada con la explotación comercial de las invenciones; esta concepción economicista minimiza entender su génesis como producto cultural de las sociedades. La innovación, como producto de la creatividad de algunos miembros de la población, pensadores libres que no pertenezcan a ningún sistema u organización orientada a la producción científica y tecnológica, queda prácticamente descartada. Incluso las áreas tienen su peso específico, la innovación social es menos premiada que la innovación tecnológica. 

En este contexto, la tecnología pareciera que es exclusiva del sector productivo o de las instituciones de índole tecnológico, pero en realidad tiene en muchas de sus definiciones una connotación más amplia, por ejemplo, puede entenderse como: “El conocimiento organizado y formalizado de diferentes técnicas, o el conjunto de conocimientos utilizados para producir y crear bienes” (Díaz y otros, 2005: 10).

En esta definición, se muestra que este conocimiento organizado concierne no solamente al sector productivo, sino que cada uno de los ciudadanos y cada grupo sociocultural es susceptible de mejorar sus recursos tecnológicos para el bien propio y el de los suyos. Además, la nueva perspectiva de la ciencia y la tecnología en México pone a la innovación de productos y de procesos como uno de los ejes centrales de la competencia y de la competitividad (Sánchez, 2004: 196).  Como si la innovación fuera también un concepto exclusivo del uso del capital, cuando en realidad ésta puede provenir de los esfuerzos individuales y colectivos de la población. 

Se cuestiona así la asimetría ya detectada por Gago (2009) entre la invención que requiere de capital y cuyo producto sirve primero a una organización industrial y la multitudinaria, desarrollada por las masas como parte de los procesos culturales. 

 La problemática que se plantea en el establecimiento de las nuevas políticas de ciencia y tecnología en México hace referencia principalmente a los siguientes puntos: 1) bajo crecimiento económico y pérdida de competitividad de las empresas; 2) carencia de recursos humanos y limitada capacidad física; 3) insuficiente financiamiento para la ciencia y la tecnología; 4) escasa vinculación entre el conocimiento y el sector productivo; 5) alta concentración de la actividad de investigación en el centro del país; 6) visión de corto plazo que han seguido las políticas gubernamentales. Problemática característica del sector productivo pero no de todo el contexto nacional, donde los problemas sociales inciden en mayor medida en el bajo desarrollo económico del país.


Imagen 1. www.vernonpress.com

El crecimiento vertiginoso del posgrado en México no ha podido dar solución a los puntos anteriores: 1) Las pobres condiciones económicas se han mantenido en la mayoría de las macro y micro empresas, 2) El incremento de recursos humanos, pero formados con serias deficiencias en la actividad científica y tecnológica, más que mejorar ha empeorado la relación entre investigadores y empresa, 3) El financiamiento público-privado se ha mantenido limitado, pues la cultura empresarial mexicana no presenta una tradición orientada a la innovación sino a la substitución de importaciones y a recibir la transferencia de ciencia y tecnología desarrollada en el extranjero; la desconfianza hacia los científicos locales es notoria y manifiesta, 4)  La histórica falta de engranaje entre universidad y empresa en México ha dificultado el impacto de los investigadores en la competitividad empresarial, 5) A pesar de los esfuerzos, en muchos sentidos son mejores las condiciones de los investigadores en el centro del país, donde se encuentran las universidades con mayores presupuestos, librerías y grandes empresas que aseguran el desarrollo científico y tecnológico. En provincia, las condiciones son paupérrimas, investigadores sin equipo de cómputo, una industria cultural nula y pocas oportunidades de crecimiento caracterizan el ambiente de los investigadores marginales de provincia, y 6) Los cambios sexenales en las políticas de ciencia y tecnología no han permitido aún consolidar posgrados, grupos y cuerpos académicos, el desarrollo de investigadores y la producción científica.

Como se observa, el problema es complejo, pues en muchos sentidos la operación actual de la mayoría de los posgrados y la actividad científica en México se encuentran cerca de incrementar los indicadores de calidad solicitados por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y del CONACYT, pero más lejos de solucionar los grandes problemas del país.

La nueva política de ciencia y tecnología destaca las siguientes líneas de acción: 1) incorporar la ciencia, la tecnología y la innovación como elementos prioritarios y vinculados a la estrategia de desarrollo económico y social (lo social sólo como apellido); 2) establecer la planeación a largo plazo y los presupuestos multianuales para la investigación científica y el desarrollo y la innovación tecnológica; 3) impulsar la formación y aprovechamiento de recursos humanos de alta calificación; 4) fortalecer la capacidad, infraestructura y equipamiento científico y tecnológico; 5) incrementar la competitividad del sistema productivo nacional mediante un sistema de innovación tecnológica que incentive la creación de empresas de base tecnológica y el desarrollo de nuevos procesos, productos y servicios; 6) establecer oportunidades y prioridades sectoriales para apoyar la ciencia básica y el desarrollo e innovación tecnológica, en correspondencia con los dilemas de orden global y las características y oportunidades distintivas del país; 7) fortalecer la descentralización y el desarrollo regional para incrementar la capacidad científica, tecnológica e innovadora de las entidades federativas del país; 8) aplicar un marco regulatorio y de gestión eficiente y eficaz; y 9) contar con apoyo financiero creciente y sostenido.  

Estas líneas de acción presentan un perfil característico que continúa con la tendencia económica neoliberal con la intención de favorecer al sector empresarial del país, pero que en ningún momento se demuestra, bajo ninguna teoría económica su validez y efectividad en la solución de los problemas sociales y económicos más apremiantes del país. Lo grave del caso es que la misma organización del posgrado en México y de la organización científica no se orienta de manera eficaz, ni a la solución de los problemas empresariales, ni a la solución de los problemas de la sociedad.

En este contexto los científicos sociales se hallan en desventaja respecto de las disciplinas que se encuentran inmersas en los sistemas productivos; las políticas benefician proyectos y otorgan presupuestos a científicos vinculados con los intereses empresariales so pretexto del mejoramiento de la calidad y la eficiencia financiera, aun con resultados realmente mínimos.

En la práctica, las políticas pueden ser observadas desde los fines de las convocatorias del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) hasta la discriminación de propuestas al interior de las Instituciones de Educación Superior que privilegian aquellas apegadas a las nuevas posturas economicistas.

 

  1. El CONACYT

El CONACYT fue creado en México por iniciativa de ley remitida a los diputados el 4 de diciembre de 1970 por el ejecutivo federal de entonces, Luis Echeverría Álvarez. La exposición de motivos se orientaba principalmente al papel de la ciencia y la tecnología en el progreso del país. Se indicaba que sus resultados se convertirían en poderoso instrumento para el desarrollo del país y así asegurar la independencia económica de la nación.

Otra de las razones planteadas en la exposición de motivos fue la concentración de esfuerzos. Particularmente se resaltaba la importancia de crear un sistema nacional de investigación, incrementar el número de científicos y fortalecer e integrar una política científica y tecnológica (Canales, 2012).

El CONACYT es un organismo público descentralizado del gobierno federal mexicano dedicado a promover y estimular el desarrollo de la ciencia y la tecnología en ese país. Tiene la responsabilidad oficial para elaborar las políticas de ciencia y tecnología nacionales.

 

  1. El Sistema Nacional de Investigación

El concepto de Sistema Nacional de Investigación (SNI), ha sido desarrollado por las escuelas evolucionista, regulacionista e institucionalista y está basado en la red de relaciones que se establecen entre los agentes involucrados en la innovación, la creación y el uso del conocimiento, en la que tradicionalmente se reconocen como elementos el sistema de investigación y desarrollo, la estructura productiva y el proceso de aprendizaje (Rincón 2004: 94).

Según la OCDE diferentes definiciones han sido propuestas para el término SNI, entre ellas se tienen (Rincón, 2004: 97):

a)      Una red de instituciones públicas y privadas, cuyas actividades e interacciones inician, importan, modifican y difunden nuevas tecnologías.

b)      Las instituciones nacionales, su estructura de incentivos y sus competencias, que determinan la tasa y la dirección del aprendizaje tecnológico o el volumen y la composición de las actividades generadoras de cambios de un país o región.

Estas y otras definiciones muestran la idea de SNI basada en el supuesto de que el desempeño innovador de un país depende en gran medida de la relación de los agentes que generan, distribuyen y aplican varios tipos de conocimiento en los sistemas productivos empresariales. 

De esta forma el 12 de junio de 2009 se adiciona, por ejemplo, la fracción IX del Artículo 1, en la que se hace explícita que la Ley tiene por objeto

Fomentar el desarrollo tecnológico y la innovación de las empresas nacionales que desarrollen sus actividades en territorio nacional, en particular en aquellos sectores en los que existen condiciones para generar nuevas tecnologías o lograr mayor competitividad (Diario Oficial de la Federación, 2010: 2).


Imagen 2. www.conacyt.mx

Estos conceptos se basan en la teoría keynesiana, en la que el capital y el trabajo determinan la producción y la productividad de un país y que el incremento de tecnología es precisamente cuando los niveles de estos factores se reducen para producir lo mismo o aún más. También se basan en la idea de que el Estado debe, de alguna forma, regular el desarrollo económico y social y no dejarlo todo en manos de los mercados.

Esta idea keynesiana la observamos en casi todos las fracciones que se han adicionado en junio de 2009 a la Ley de Ciencia y Tecnología; por mencionar un ejemplo más se tiene la fracción VII del Artículo 35:

Se concederá prioridad a los proyectos científicos, tecnológicos y de innovación cuyo propósito principal se oriente a la atención de problemas y necesidades o al aprovechamiento de oportunidades que contribuyan al desarrollo económico y social sustentable de las regiones, de las entidades federativas y de los municipios, a la vinculación, incremento de la productividad y competitividad de los sectores productivos y de servicios (Diario Oficial de la Federación, 2010: 21).

En esta Ley se observa como en todas las adiciones, la gran relevancia que se le da la productividad y competitividad de los sectores productivos y de servicios y cómo el posible desarrollo social queda supeditado a las aspiraciones economicistas neoliberales que indirectamente se exponen.

La innovación aquí es concebida como un proceso acumulativo, interactivo y social, incierto pero institucionalizado (Rincón, 2004: 94). Desde esta perspectiva, la estructura productiva tiene que ver más con el capital, el proceso de aprendizaje se relaciona más con el trabajo, mientras que el sistema de investigación y desarrollo se presenta como una estructura del Estado que además debe buscar la justicia, la equidad y la democracia.

Las nuevas políticas de Ciencia y Tecnología en México se enfocan más, como hemos visto, a la interrelación del sistema de investigación y desarrollo con la estructura productiva y acota la parte del aprendizaje a los sistemas universitarios convencionales que tienen que ver más con la capacitación empresarial.

Pero al dejar de lado a la mayor parte de la sociedad en cuanto a su interrelación con el conocimiento, la misma teoría keynesiana muestra cómo las deficiencias en el factor trabajo pueden impedir el cambio tecnológico.

Siguiendo con la misma teoría, un país con mejores niveles de escolaridad incide en el factor trabajo y se espera que tenga mejores niveles de productividad; pero las nuevas políticas en ciencia y tecnología no asoman ninguna intensión en este sentido; su preocupación principal se encuentra por el lado del capital.

El objetivo de toda Ley debería de ser, a final de cuentas, obtener un mayor dinamismo tecnológico, que desde la perspectiva de las modificaciones sólo puede ser obtenido en la sociedad a través de infraestructura y de las redes necesarias para apoyar la actividad innovadora (Rincón, 2004). En esta dinámica se minimiza el trabajo de las disciplinas sociales y de los productos culturales para dar prioridad a los productos tecnológicos.

En este sentido, un SNI no solamente debe incluir universidades, institutos de investigación sino a todos los agentes de la sociedad y de las culturas que aparentemente están alejados de la ciencia y la tecnología; no únicamente porque la ciencia es una práctica social y cultural sino porque los propios procedimientos se van articulando y modificando de acuerdo o en tensión con las condiciones sociales, económicas, políticas y éticas del país (Fragomeno, 2005).

No significa que la postura propuesta sea la de negar la actividad científica orientada al desarrollo empresarial, sino más bien buscar un buen equilibrio con la vocación científica de la sociedad.  

La sociedad tiene en sí un recurso inconmensurable de saberes y conocimientos, que en muchos de los casos han sido ignorados o desaprovechados como fuente importante de innovación y de impulso al cambio tecnológico, quizás por la falta de mecanismos apropiados de difusión científica.  

Es de observarse que aquí el sistema de posgrados en México aplica generalmente políticas discriminatorias y a veces elitistas de ingreso y permanencia en las diferentes opciones y dejando de lado los fines que tienen estos programas en la sociedad local.   

 

  1. El concepto de innovación

El concepto de innovación es un problema social complejo de investigación; es un concepto polisémico que es a la vez ambiguo y vago, que se enfoca al campo técnico-productivo. Para Bravo (2012: 26) la innovación es:

El uso de nuevo conocimiento para mejorar o generar un nuevo producto, proceso o servicio aceptado por el mercado.

La innovación es un bien tecnológico que como proceso socialmente distribuido se incorpora al cambio social, lo que permite visualizarla como una arena de conflictos que si se quiere desarrollar capacidades sociales de innovación requiere de la intervención del Estado (López, 2004).

Uno de los autores clásicos de la economía, Shumpeter, ha sido tomado como punto de partida para el análisis de la ciencia y tecnología; según este autor, la innovación tiene que ver con la introducción de un nuevo producto, la de un nuevo método de producción, la apertura de un nuevo mercado, la apertura de una nueva fuente de materia prima, la puesta en práctica de una nueva organización en alguna industria, etc. (López, 2004).

Para Nelson y Winter (citados por López, 2004) la innovación en la que se incluye la creación de todo tipo de novedades en el arte, la ciencia o la vida práctica, consiste en gran medida en una recombinación de materiales conceptuales y físicos previamente existentes. El vasto impulso del progreso del mundo moderno se deriva en gran medida en el hecho de que cada nuevo logro alcanzado no es solamente la respuesta a un problema particular, sino también un nuevo elemento del gran espectro de componentes que están disponibles para ser usados en ‘nuevas combinaciones’, en la solución de otros problemas en el futuro.

La innovación tiene distintos tipos de naturaleza que van desde una mejora en la calidad de un producto, hasta una nueva organización industrial. Al respecto, Schumpeter (citado por Bravo, 2012) otorga una clasificación de la naturaleza de la innovación y la divide en cinco rubros. El primero de ellos se refiere a la introducción de un nuevo producto. El producto es nuevo en el sentido de que su costo es inferior, sus atributos se han mejorado, ahora posee atributos que antes no tuvo, o nunca existió en ese mercado. El segundo rubro es la introducción de un nuevo método de producción; aquí existen dos categorías de innovación: la técnica y la administrativa. La primera se refiere a procesos tanto mejorados como nuevos, con respecto a la comprensión de los componentes, su vinculación, métodos, proceso y técnicas que son parte de un producto o servicio. La administrativa responde a la estructura organizacional. El tercero es la apertura de un nuevo mercado, dicha apertura puede consistir en una nueva forma de manejar comercialmente una mercancía. El cuarto es la conquista de una nueva fuente de aprovisionamiento de materias primas. Y el último se refiere a la creación de una nueva organización industrial.

Esta postura economicista de la innovación es la que ha permeado al SNI de tal forma que no se considera como un producto cultural socialmente construido y con múltiples posibilidades.

En este punto es contradictorio observar en México que los posgrados y la investigación no se orientan precisamente a la innovación.  En muchos casos se orientan más bien a la consolidación de teorías y posturas anquilosadas y  anacrónicas, que dificultan el surgimiento de las nuevas ideas, de las propuestas emergentes, de los verdaderos inventos y de mejores posibilidades de coexistencia social.     

 

  1. Lo público y lo privado

El problema de origen del SNI es el conflicto de sus fuentes de financiamiento, pues éste resulta ser una mezcla de capitales públicos y privados. El financiamiento de la innovación requiere una organización financiera público-privada (Garrido y Granados, 2004).

La adicionada fracción VI del Artículo 12 de la Ley de Ciencia y Tecnología menciona: 

Se procurará la concurrencia de aportaciones de recursos públicos y privados, nacionales e internacionales, para la generación, ejecución y difusión de proyectos de investigación científica, desarrollo tecnológico e innovación, así como de modernización tecnológica, vinculación con el sector productivo y de servicios y la formación de recursos humanos especializados para la innovación y el desarrollo tecnológico de la industria (Diario Oficial de la Federación, 2010: 8).

Sin embargo, debido a que los empresarios mexicanos no han tenido los incentivos para invertir lo suficiente en tecnología para sus empresas, las nuevas políticas de ciencia y tecnología proponen que los recursos públicos sean más bien destinados a apoyar los recursos productivos privados. De esta forma en junio de 2009 se adiciona en la fracción tercera del Artículo 2º, que una de las bases de la política de Estado que sustenta la integración del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación es 

Incorporar el desarrollo tecnológico y la innovación a los procesos productivos y de servicios para incrementar la productividad y la competitividad que requiere el aparato productivo nacional (Diario Oficial de la Federación, 2010: 2).

Estas modificaciones son a pesar de que se observa que no todas las empresas de todos los estratos tienen interés en llevar a cabo proyectos de investigación científica (Acosta, 2000). En este sentido han preferido, por razones históricas, la importación de tecnología en lugar del apoyo a las instituciones educativas y de investigación.

Esto coloca a la Ley en una disyuntiva respecto a los principios de equidad y de justicia que todas las políticas públicas deben de seguir. El crecimiento no debe ser observado únicamente desde la perspectiva macroeconómica en un juego de suma cero, donde algunos muy pocos ganan y otros muchos pierden, sino que se debe de buscar los mecanismos para la distribución equitativa de los recursos escasos aun siguiendo el principio del óptimo de Pareto, pero buscando el bien común (Fragomeno, 2005).


Imagen 3. www.twitter.com

Pero en estos momentos una gran mayoría de la población ha quedado fuera de la agenda científica y tecnológica. Por eso uno de los grandes desafíos de la ciencia y la tecnología, es abrirse hasta integrar a los pobres y los excluidos, aquellos que no forman parte del público y que no tienen voz, para que toda la sociedad ayude a construir los conocimientos impulsando la innovación y el cambio tecnológico (Vessuri, 2004). 

El conocimiento científico, como producto de la inversión del Estado, no debe considerarse como propiedad privada. Aún en los países capitalistas, se ha incrementado la participación ciudadana en ciencia y tecnología; para esto, las actividades de vinculación y extensión universitaria proveen un mecanismo capaz de impulsar instancias de participación entre científicos y ciudadanos, en las ciudades y en el campo y para cada grupo étnico, generando así un ambiente propicio para la innovación y el bienestar (Invernizzi, 2005).

De esta manera, la apropiación pública de la ciencia debe permitir al ciudadano tomar mejores decisiones de vida (Betancourt, 2002), pues en últimas sólo se puede concretar una apropiación de la ciencia y de la tecnología cuando la población hace uso de ellos en su vida cotidiana.

Se requiere así de generar una nueva cultura científica y tecnológica que deje atrás los individualismos y aborde la organización colectiva de la ciencia, el diálogo de saberes, desde la interdisciplinariedad y la participación de la diversidad para atender los problemas públicos más apremiantes (Parra; 2007).

Debemos de entender así que la ciencia y la tecnología no son exclusivas del sector empresarial sino que son prácticas sociales en las cuales el público debe tener una participación activa y que es importante reconocerlas como prácticas culturales ya que a partir de ahí se pueden establecer políticas de fomento científico para hacer de los programas de apropiación pública la principal estrategia para la consolidación de la ciencia como factor de desarrollo social y económico (Nieto, 2002).  Esta comprensión debería ser instrumentada a nivel de política pública en sociedades con presencia multiétnica y multicultural como la existente en México.

En este sentido la difusión de la ciencia y la tecnología no es un asunto secundario en la agenda del SNI, más bien debe ser la base de la estrategia para incrementar los conocimientos y las discusiones científicas en la mayoría de la población.

El posgrado en México presenta tremendas disparidades al respecto. La inversión para investigación es muy limitada, pero las grandes instituciones educativas, públicas y privadas son las que se llevan la mayor parte de los recursos públicos.

Los recursos privados son limitados y están supeditados al interés que el empresario tenga en invertir en innovación con un apalancamiento del CONACYT en donde involucre a alguna institución educativa de nivel  superior o algún centro de investigación. Lamentablemente es frecuente el interés que se tiene en ´bajar´ los recursos sin tener el más mínimo interés de aplicarlos en verdaderos proyectos de innovación.

 

  1. Independencia e interdependencia de las Instituciones Científicas y Tecnológicas

Otro dilema que indirectamente plantean las nuevas políticas en Ciencia y Tecnología es el de la interdependencia con las demás instituciones nacionales; concepción que choca con la élite científica nacional que ha privilegiado un sistema basado en el autogobierno de la actividad científica, apoyándose en prácticas corporativistas (Casas, 2004). 

Aun así, si la interdependencia es aceptada, se argumenta que los proyectos no deben restringirse sólo a las áreas de interés político nacional, sino que más bien deben seguir el programa de investigación que el mismo interés científico busque.

Este problema se resalta porque el sistema científico nacional es exogenerado, ya que no surgió en respuesta a los problemas de nuestra sociedad y de nuestras culturas, sino como un trasplante acrítico y asíncrono de estructuras científicas y tecnológicas de otros países; además es endodirigido porque se mantiene en extrema vulnerabilidad ya que siempre se ha pretendido dar soluciones inmediatistas poco estudiadas como una forma de parchar los inmensos huecos que presenta la ciencia en México (Frafomeno, 2005). 

El equilibrio es difícil, ya que algunas investigaciones que son financiadas por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), por seguir el programa científico internacional, dan resultados que no son de interés nacional y que en lugar de ser transferidos al sistema productivo mexicano benefician más a una comunidad extranjera en el entorno global. En otro sentido, las investigaciones satisfacen los intereses de unos pocos investigadores sin tener impacto real en sus instituciones y mucho menos en el sector social. Ello se encuentra condicionado con el sistema “productivista”  a que han sido sometidos los investigadores tanto por el SNI como por los programas de “carrera” académica, mismos que sólo contabilizan resultados, en escalas de puntos sin importar la calidad y el impacto real social y científico, en la comunidad académica y en la sociedad en general.

Volviendo al caso de la Ley en cuestión, existe la política de ajustar el sistema de ciencia y tecnología existente a los sistemas de reproducción global que privilegian más la integración a las demandas del mercado y  la innovación, dejando en segundo plano las características propias de la región y dejando en tensión a la organización científica del país (Sánchez, 2004).

En este aspecto la globalización ha traído como consecuencia el incremento del riesgo de que las innovaciones, producto de la inversión en actividad científica de un país, sean más bien aprovechadas en otras latitudes e ignoradas por el sistema productivo local.

Otro efecto que ha traído consigo es el de las tecnociencias que provienen de centros extranjeros que traen consigo una jerarquía de preferencias que no siempre coinciden con las de nuestro país (Fragomeno, 2005). En todo caso, si la interdependencia es un hecho y una política, la aplicación de esta política es muy limitada y orientada a los proyectos de corte, productivo empresarial y expuestos a la vorágine global.

Por el contrario, esta interdependencia debe buscarse, en primera instancia, con las instituciones que dan atención a los principales problemas sociales del país: la pobreza, la insalubridad, la inseguridad y la marginación que son aspectos locales que pueden ser tratados a través de la propuesta de descentralización de la organización científica.   

Para el posgrado en México, la fuerte dependencia del presupuesto institucional, es un impedimento para el desarrollo científico a largo plazo; para los investigadores, los resultados tienen que presentarse con plazos muy reducidos y con resultados casi nulos.

 

  1. Conocimiento y desarrollo

¿Qué es lo que sucede al interior de un país para que la ciencia, la tecnología y la innovación logre un impacto significativo en el desarrollo social y económico? Tres aspectos son los que más comúnmente se dan como respuesta: 1) Las diferencias de inversión de acuerdo con el producto interno bruto (PIB); 2) La relación de inversión pública y privada; y 3) La cantidad de científicos y técnicos. Pero ni las fuerzas del mercado, ni la inversión en capital para el sistema productivo conducen por sí solas al desarrollo de estructuras de generación del conocimiento científico y tecnológico de una nación (Abello y otros, 2001).

Para  poder orientar una política de ciencia y tecnología no intensiva en el capital en nuestro país, se debe de entender que es necesario abandonar la idea de que el conocimiento existe de manera independiente de la sociedad en que circula, ya que este es esencialmente un proceso de comunicación y de comprensión pública de la ciencia (Nieto, 2002). Este hecho indica que la política debe ser intensiva en la difusión social del conocimiento y no visualizarlo como un producto de lujo.   

Observemos que si el conocimiento se encuentra relacionado de alguna manera con el desarrollo, está claro que en nuestro país existe una seria deficiencia en ciencia y tecnología ya que tiene uno de los porcentajes más altos de pobreza (Abello y otros, 2001).  El reconocimiento de la existencia de otros mundos y sistemas de conocimiento ofrece la posibilidad de integrar elementos significativos de otras ciencias y de otros saberes premodernos, modernos o posmodernos en el que el sincretismo científico buscado provea mejores condiciones de coexistencia (Vessuri, 2004).

     Entendemos así que el conocimiento y la innovación tecnológica son el resultado de prácticas sociales inseparables de factores y contextos históricos, culturales, económicos y políticos (Nieto, 2002).  Aquí es donde la nueva Ley de ciencia, tecnología e innovación pudiera tener una verdadera oportunidad para incentivar el desarrollo sociointercultural deseado. Como menciona Peña (2003: 58) se requiere de:

Una visión de la economía que apunte a entender que el fenómeno económico se encuentra íntimamente mezclado con asuntos de índole social y del entorno, conduce a un mejor entendimiento de las políticas públicas que hacen falta.

Al hablar de ciencia y tecnología como motor de desarrollo es necesario también hablar de estimular las redes mencionadas sobre las bases de un acceso más libre y amplio de la investigación y la divulgación científica (Abello, 2001), puesto que es claro que una mayor dinámica de intercambio sociointerultural, permitirá acelerar el aprendizaje estimulando el cambio tecnológico por una vía diferente a la clásica y fallida inversión en capital.

A pesar de que este enfoque de organización científica no es innovador en México, la vinculación social buscada por los científicos cardenistas en los años 30 coincide particularmente con las necesidades de solución de problemas socioeconómicos específicos a través de procesos de transferencia interactiva entre la academia y los sectores; se busca con esto que la organización científica genere un impacto importante en las formas de organización de los diferentes grupos sociales y culturales, así como en sus prácticas productivas (Casas, 2004).

 No se quiere decir con esto que el desarrollo empresarial no sea importante, ya que la empresa es uno de los principales agentes de la economía moderna, pero se requiere de un mayor análisis para el establecimiento de una Ley de ciencia, tecnología e innovación que considere el desarrollo combinando las perspectivas pública y privada.

Lo que sí se tiene que tener en claro es que el impacto en la sociedad y en las culturas es el fundamento único que toda acción política en el campo de la ciencia y la tecnología, debe de ejercer (Estébanez, 2004). Es decir que la distribución del conocimiento y los resultados de la ciencia y la tecnología, en México y en el mundo actual deben ser equitativos, democráticos, y no fuente de riqueza de exclusivos sectores empresariales.

 

  1. Posgrado, investigación y difusión

En estos tiempos de la globalización liderada por el capitalismo neoliberal, el discurso enfatiza en la calidad de la educación y de la investigación para acceder al desarrollo de los países de “economías emergentes”. Para ello, los gobiernos a través de sus instituciones administradoras de la educación y de la ciencia, deciden políticas de “fortalecimiento” al posgrado y a la investigación. 

La trilogía estudios de posgrado, investigación y publicaciones, se constituye en el eje rector de la política y del financiamiento en Ciencia y Tecnología en México así como en la mayoría de los países latinoamericanos y del Caribe. Los indicadores de calidad suelen ser de tipo cuantitativo, y las instituciones, revistas, e investigadores, giran en torno a los criterios internacionales y a los rankings manejados e impuestos por instituciones privadas o públicas de Norteamérica y Europa. Los índices utilizados en América Latina han copiado mecánicamente los indicadores y estándares de calidad establecidos por la “sociedad del conocimiento” de las universidades de “excelencia” de los países del norte en la transnacionalización de la ciencia.

Recordemos de manera rápida, entre otros criterios, lo que implica en México que un posgrado tenga reconocimiento nacional o internacional: cantidad de profesores miembros del Sistema Nacional de Investigadores; cantidad de egresados titulados; cantidad de publicaciones. Suele decirse que son posgrados de “alto nivel”. Esta política ha conducido a que la prioridad se centre en titular maestros y doctores, sin tener la preocupación de que los programas se orienten a las prioridades nacionales y regionales del país, sin importar la calidad de la formación de los estudiantes y de las tesis, pues lo que importa y lo que vale, es la cantidad de titulados. Es por ello que en muchas universidades los profesores y los coordinadores de posgrado andan literalmente “detrás” de los alumnos, rogándoles que se titulen, con cualquier trabajo que hoy día se designa como tesis. No importa que el alumno no sepa investigar, no sepa ni le interese escribir con las normas gramaticales, ortográficas y de sintaxis más elementales, de esta manera, el grado académico de “alto nivel”, no garantiza ni se preocupa por la lectura y la redacción en su nivel básico. ¿Será mucho pedir que en los posgrados tan siquiera se aprenda a realizar resúmenes, escribir ideas y texto originales sin errores por lo menos visibles?

En varios posgrados, por no decir en muchos, no afecta que los trabajos y las “tesis” contengan importantes plagios que generalmente son bajados de internet (ciber-plagio). Lo que interesa es que se titule para que se incluya en el listado y en el reporte que se tiene que entregar en las “evaluaciones”, convirtiéndose el examen de grado, como le dice una rectora a los estudiantes: “no se preocupen para el examen que eso es puro trámite administrativo”.

Reprobar la ineficiencia, la incapacidad, la desidia, y la mediocridad, en los posgrados, está prohibido, atenta contra los indicadores y contra la “calidad” del posgrado de excelencia. De las universidades privadas “patrulla” y de “garaje” que abren diariamente en el país y que ofertan como en el tianguis posgrados de todos los colores y sabores, la regalada de títulos patito es al por mayor, y la deformación supera con creces a las universidades públicas. Por supuesto que contribuyen al crecimiento de la cantidad de doctores y de maestros que por poco llegan a ser analfabetos, y los administradores de la ciencia y la educación seguirán proclamando que los resultados son “positivos”.

Este modelo de posgrado seguirá incrementando por una parte la cantidad de maestros, doctores y miembros del sistema de investigadores, y por otra la ineficiencia e intrascendencia del conocimiento y de la misma educación. Con este panorama, ¿cómo podrá el posgrado contribuir al desarrollo real de la ciencia y la tecnología?

Por otra parte y en complemente con el posgrado, el Sistema Nacional de Investigadores evalúa el trabajo de los científicos con indicadores numéricos. De manera muy similar lo hacen los programas de estímulos o de carrera docente en las universidades. La prioridad de lo evaluado está en la cantidad de artículos publicados en las revistas que llaman de “reconocimiento internacional y nacional”, es decir que pertenezcan a los índices o padrones de revistas “reconocidos”. La preocupación de los investigadores no es la de generar conocimiento útil al país y sus estados a través de investigación profunda, colectiva y de mediano y largo plazo, sino la de publicar y publicar ensayos que suelen llamarse “artículos científicos”. No importa que nadie los lea, que se discutan, se critiquen, y se reflexionen, lo que les angustia es publicar y publicar, para reportar en sus informes la cantidad suficiente para seguir recibiendo estímulos económicos y seguir siendo “miembro” del selecto grupo reconocido como “investigador nacional”.

También los investigadores son evaluados por la formación de recursos humanos de “alto nivel”, que de acuerdo al indicador son los titulados de maestría y doctorado. En esa simbiosis con el posgrado, no importa la calidad de la tesis, lo que le interesa a la mayoría de los investigadores es que se titule, para cumplirle al posgrado y para reportarlo en su informe. Es por ello que los profesores se pelean las clases y los titulados, pues lo que evalúan del posgrado y de su planta docente, es la “eficiencia terminal”. Un curso, un seminario, un taller, un simposio, un conversatorio, y todo lo que forma de manera más cotidiana, no hacen parte de la formación de “alto nivel” ni de la “eficiencia terminal” del posgrado.

Un investigador que pretenda trabajar de manera directa con la empresa, la sociedad, con otros niveles educativos, con las ONG, o con la administración pública, sencillamente tiene que pensar en abandonar las filas del SNI, pues ese trabajo de trascendencia para el país, no es reconocido ni evaluado en los indicadores numéricos. La preocupación de la mayoría de los investigadores se centra en no salir del sistema, “cueste lo que cueste”. A esto se suman otra variedad de anomalías que tienen que ver con los que evalúan, la desvalorización de los capítulos y libros, y la inclusión y permanencia en el sistema de investigadores que no investigan. ¿Qué impacto científico puede tener para México el trabajo de investigadores que se centra en la articulitis y la puntitis?

Siendo sensatos, un artículo científico es producto de un proceso de investigación que requiere método(s), técnicas, herramientas, tiempo, reflexión, análisis, contrastación teórica y analítica, así como la elaboración de un texto con cierta lógica y coherencia propias. Este ejercicio es el que aporta a la ciencia nuevos y más elementos para su desarrollo a través de la discusión y la crítica. Su concreción requiere tiempo y trabajo, lo cual puede llegar incluso en muchos casos a superar el año. ¿Podrá un investigador subsistir en el sistema y en los incentivos de sus instituciones con un artículo o dos al año? La respuesta ha sido viciada: tú me incluyes yo te incluyo; tú me citas yo te cito; tú me publicas yo te público; tú me ayudas yo te ayudo. Fritos, refritos y auto-refritos (auto-plagio), son entre otras de las muchas prácticas que le permiten a varios investigadores subsistir en el sistema. Entonces, ¿quién evalúa a quién?[6]

El sistema ha inducido y obligado a la trilogía a que funcione de acuerdo a lo establecido, a la “alta productividad”, a las cantidades y no las calidades, a la articulitis y puntitis para poder mantener o incrementar prestigio, estímulos económicos, subsidios, apoyos, y también para incrementar la egoteca. Trabajar institucional e individualmente en función de los rankings ha convertido a las universidades en “expertas” en marketing con pretensiones ilusorias de imitar e igualar a las del “primer mundo” y a los investigadores en pensar, hacer y simular solo lo que tiene valor cuantitativo en sus “evaluaciones” y se traduce en dinero. Esto sin duda tiene que ver con los bajos salarios de los investigadores, que son complementados con el ingreso del Sistema Nacional de Investigadores y de los programas de incentivos académicos de las universidades, que los “obliga” a producir artículos y ensayos al ritmo en que se fabrican las tortillas en México.  

Estas son por lo pronto las condiciones de la educación y la investigación  en el sistema capitalista neoliberal, donde abundan, por una parte, los títulos, los grados, las publicaciones, la repetición y las condecoraciones, y por otra, la creatividad científica, la aportación de nuevos conocimientos, la crítica, las propuestas y la intervención positiva en las realidades de nuestro país.

 

A manera de conclusión

A la luz de lo anterior, se sugiere que es necesario dar marcha atrás a las nuevas políticas públicas que tienen su fundamento en pretensiones neoclásicas, en especial aquellas que visualizan a la organización de la ciencia y la tecnología subordinada a los procesos productivos como solución a los problemas económicos y sociales del país y que no tienen ninguna base, fundamentada en las teorías económicas existentes para sustentar contundentemente que realmente influirá en el beneficio social. 

Para ser exactos, la economía neoclásica no provee herramientas adecuadas ni para estudiar el fenómeno, ni para derivar acciones prácticas para conducirlo (Peña, 2003, p. 355).

El Sistema Nacional de Investigación que se propone debe ser de un espectro más amplio, que al contrario de las tendencias actuales, permita “guarachizar” más que socializar los procesos científicos y tecnológicos al interior de la sociedad y para cada grupo étnico. 

La participación directa real, no simulada, de la comunidad científica en la política, en los planes, programas y toma de decisiones para el desarrollo de la actividad científica, así como su divulgación, la articulación con la política y la comunidad científica nacional a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. Propiciar esta integración regional y nacional de los investigadores con los saberes indígenas, potencializará sin duda, la socialización del conocimiento en el ámbito público nacional general para la aldea global, de manera que la ciencia y la tecnología, además de generar conocimiento nuevo y original, contribuya mediante su aplicación a la resolución de los diversos problemas que como país enfrentamos.

En la actualidad, la inaccesibilidad y la exclusión, así como los beneficios generados por el conocimiento, la ciencia y la tecnología es otra de las características de los desposeídos en México, ensanchando la brecha entre pobres y ricos, con desigualdades aquilatadas en el conocimiento, polarizando más a la sociedad, sin las mínimas garantías de acceso equitativo a todos los saberes y con distribución de exclusión social de la ciencia y la tecnología.

Por ello es necesario que una nueva política en Ciencia y Tecnología que se emita proveyendo un contrapeso al mercado y al dominio de lo privado, haciendo más intensiva la difusión pública de los conocimientos científicos y tecnológicos, de tal forma que se supere la realidad inequitativa que tenemos y que contribuye a generar asimetrías estructurales entre los grupos sociales y las regiones en México. Se requiere de una política pública de ciencia y tecnología, que contribuya a desintegrar el modelo unidireccional dominante de las instituciones administradoras de la ciencia, por uno integral, incluyente y participativo de todos los sectores sociales y grupos étnicos que habitan en México.

Es necesario incluir en el planteamiento de políticas públicas la restructuración de los posgrados en México, buscar que éstos provean una mejor producción de recursos humanos, con mayor preparación, verdaderos agentes económicos que incidan en la sociedad y en las empresas como realmente se espera, proveedores de innovación, de cambios, de construcción de mejores mundos.



Notas:

[1] Profesor-investigador-CIEAP. Universidad Autónoma del Estado de México. Contacto: esaforero2002Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.m

[2] Director de Investigación y Posgrado-Universidad del Valle del Fuerte. Investigador de la Universidad Autónoma Indígena de México. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.; Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo..

[3] Facilitadora Educativa- Programa de Sociología Rural. Universidad Autónoma Indígena de México. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[4] Convolución es un término matemático. En este contexto lo redefinimos como una revolución donde aparecen y desaparecen dimensiones y categorías y donde se generan nuevos contextos.

[5] Por sociointercultural se entienden los fenómenos sociales en los que participan diferentes culturas en relaciones intreculturales, intraculturales, interculturales e intersociales. Una mayor explicación del concepto se encuentra en Sandoval, Guerra y Delgado (2008). 

[6] Sobre el sistema de evaluación “por pares” vale la pena consultar:  Sandoval Forero, Eduardo Andrés, “Dilemas de las revistas científicas: difusión regional, nacional e internacional”, enEduardo Loría Díaz, editor, Los dilemas de las revistas académicas mexicanas. 2da Edición, 2001, UAEM, 2001.

 

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Cómo citar este artículo:

SANDOVAL FORERO, Eduardo Andrés; GUERRA GARCÍA, Ernesto; MEZA HERNÁNDEZ, María Eugenia, (2014) “Control, subordinación y simulación en el posgrado, la investigación y la divulgación”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 21, octubre-diciembre, 2014. Dossier 13: Alternativas: artículos y revistas académicas latinoamericanas. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 18 de Abril de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1018&catid=49