La Educación en América Latina: lastres, inercias y retos
mérica Latina, la «tierra de las oportunidades», atraviesa por estas décadas iniciales del siglo XXI, caminos parecidos a los que hace cien años produjeron maestros que tuvieron una lectura profunda de la «cosa educativa», en todos los países de esta parte del mundo, respuestas personales a la problemática estructural postcolonial. Claro que el escenario actual es diferente, «otro», pero estas estructuras educativas no han variado, mayormente. A pesar que existe consenso en todas las élites de los países del Sur por la educación como la «herramienta» que cambiara el actual estado de cosas, en un interesado sesgo de clase dominante respecto a qué entienden por formación dentro del proceso de socialización único y distinto de los pueblos de nuestro continente.
Sin embargo, esa base común de entendimiento, responde en su práctica, a los mismos planteamientos de dominación y opresión heredados con distintos ritmos, estilos y rasgos post coloniales de los cuales los pueblos latinoamericanos no hemos podido sacudirnos, a pesar de los bicentenarios de la huida de los invasores españoles y como consecuencia de los imperialismos inglés y norteamericano que lo reemplazaron. Esta situación no sólo no ha variado sino profundizado y cuya mejor cristalización es la cultura, gran resultado de la socialización, aquí la educación es un componente central para incorporarla a la vida diaria. Luego, cualquier cambio en la formación de nuevas generaciones en el Sur es una profunda variación en la cultura, las culturas, de muchas sangres como recordaba el educador peruano José María Arguedas.
No podemos afirmar con certeza que los niveles de simbología de las culturas nacionales hayan avanzado como consecuencia de mejores propuestas educativas en América Latina, dada las necesidades por distinguirnos entre nosotros, por afirmar identidades, en un marco regional común. Más bien, la educación formalizada en sistemas educativos lo que tiene en el fondo es la finalidad de la desigualdad como uno de los rasgos centrales de la vida distintiva de los pueblos, teniendo los primeros lugares en el planeta.
El desarrollo de la industria educativa a través de corporaciones así como de los organismos multilaterales ha sesgado todo el proceso de socialización de identidades, nacionalidades y republicanismos entre los pueblos latinoamericanos. Las élites que manejan al igual que la educación formal, la empresa cultural, impulsan un enfoque de educación para sus propios intereses y donde la «humanización» producto del desarrollo integral de la personalidad del educando no es el eje de la formación continua ni de los individuos ni de los pueblos. Obvio, que este enfoque dominante en la educación latinoamericana genera egoísmos, individualismos y la formación integral que es su idea principal, ha sido distorsionada a los intereses del capital y su forma de producción.
Las políticas educativas mundiales de aquellas entidades están formando generaciones latinoamericanas funcionales al ídolo del mercado, fomentando el exitismo como valor supremo de la práctica social, los retornos de inversión por una supuesta calidad educativa basada en el mercado. El que no está insertado en el mercado con las herramientas que él exige para el triunfo, que no pasan necesariamente por solidaridad, justicia, equidad; sino por ganar, acumular, y si para ello debe llevarse por delante el ambiente, la historia, la cultura, éstos deberán ser arrasados o en todo caso son convertidos en daños colaterales, dada la lógica natural impuesta desde esa ontología de la educación para la deshumanización.
En el siglo XXI la conceptualización de las políticas educativas mundiales, sostiene que el conocimiento y el saber, deben reducirse a habilidades instrumentales con las que la educación del capital desarrolla su epistemología de confusión y facilismo, donde la tecnocracia orgánica asume estos valores, se impone en un mundo latinoamericano cada vez más desigual y excluyente. Y por tanto, la adaptación física no se hace desde propias condiciones naturales y necesidades sino que debe servir a los otros, siendo éstos, ajenos al Nosotros. No hay pues un mejoramiento de la humanidad en Nuestra América, sino que mediante sus sistemas educativos impuestos, está logrando lo contrario.
En el Dossier de Educación, Stefan Vrsalovic Muñoz desde el Sur, hace ese cuestionamiento entre dos miradas, de una educación bancaria en el pensamiento de Illich y otra crítica con Freire -en la examen de Gramsci-, y plantea que ambas, en el desarrollo de los años que llevan en el debate latinoamericano, no son necesariamente contradictorias, buscando una salida o solución, dado que el mundo actual es de la calidad educativa, teniendo presente que esta educación significa maestros y estudiantes críticos, reflexivos y de acción. Sin embargo, haciendo alusión al italiano con el concepto de hegemonía y bloque de poder, precisamente las clases dominantes y opresoras latinoamericanas y sus correspondientes agencias mundiales que le sirven de soporte teórico, vuelven a poner en su sitio aquella dicotomía que pretende superar.
Aquella educación deshumanizadora tiene en los problemas ambientales que según Guillermo Torres Carral caracteriza estos lustros primeros del siglo como «transición civilizatoria» de guerras del conocimiento y ambientales, que desconocen que tanto la persona como la sociedad latinoamericana también merecen respeto a su proceso evolutivo en los ecosistemas planetarios. Superar el modelo depredador con estos sistemas producto de la acumulación sin medida del capital así como de maquillaje al conocimiento medido «de mínimos de aprendizajes» para que sólo una pequeña fracción de estas sociedades del Sur acceda a la cultura y bienestar. Ergo, una educación ambiental que afirme el rol de la persona con derecho a la vida feliz en armonía con su ecúmene resulta peligrosa, habiendo sido impregnada por los empresarios de la industria educativa como ideología, deformándola hacia una educación ambiental que no toque su visión de ganancia continua. Desde este atalaya una educación con pedagogía crítica que cuestione desde sus bases la estandarización de políticas mundiales generadas por los organismos multilaterales para los pueblos latinoamericanos, con carácter totalizante, sin distinguir las diferencias culturales pero que además oculte las desigualdades de acceso, permanencia y bienestar a una formación humana de valores, donde la economía no sea una ciencia de la acumulación sino del bienestar dentro de la naturaleza que implica al mismo Universo. Debemos incluir en esa educación ambiental crítica la mirada cultural diferenciadora que ha sido el sustento permanente de estos pueblos desde que migraron de Asia.
Desde el ámbito del aula, Dalia Ruíz Ávila logra concretar en un trabajo de campo sobre el discurso democrático efectuado en cinco escuelas secundarias mexicanas en la asignatura del 3er grado de Formación Cívica y Ética, tomando en consideración la teoría de la comunicación al interior del rol del maestro como intelectual, con todo lo que tiene implícito con las finalidades que las élites dominantes tienen al respecto y los intersticios que puede un docente formado en una concepción de democracia integral. Explica, de este modo, que las políticas mundiales están adaptadas al entorno aula, y donde el docente no hace uso –generalmente- de su autonomía pedagógica en contenidos.
Raquel Sosa Elízaga por su parte tiene un horizonte para el sub continente, en particular los temas de memoria histórica en la educación básica, que son narraciones para escolares que están impregnadas de aspiraciones y preferencias del capital, desde la realidad de Chile imbricada con toda la región. Como el capital no tiene nacionalidad, desde ese país verifica que lo mismo sucede en toda la América Latina, mediante la manipulación de textos para los estudiantes de la escuela básica, el trabajo de borrar la memoria de lo sucedido, maquillando los hechos a intereses concretos de las clases dominantes en el poder. Los intelectuales orgánicos de la industria educativa no sólo lo hacen con los textos, también en todo el entorno institucional de sus escuelas para la educación privada, y en las públicas, igualmente a través del control de subsistemas educativos con funcionarios que vienen de organismos multilaterales como “…pensamiento científico de los expertos del Banco Mundial, la OCDE, el BID, CEPAL y la UNESCO…”; habiendo instalado en el imaginario de la región que la calidad educativa son las capacidades instrumentales de matemática y comprensión, pero no para profundizar en humanidad sino con intereses técnicos de manejo simple de trabajos pocos especializados.
En esa óptica, César Delgado Herencia analiza la empresa educativa privada como la forma institucional mejor elaborada para que toda esa parafernalia, en el caso del Perú, que también tiene proyección a los demás países del Sur. Estos establecimientos han sido estructurados como un comercio que han hecho de la educación una mercancía con valor de cambio y en base a mecanismos de vaciamiento de significados, como lo realizan en otros escenarios nacionales, asignan nuevos conceptos a las viejas tesis de calidad educativa, formación integral, educación en valores, etc. Lo real y concreto es que la «des – educación» que obtienen los padres que han sido impactados por la propaganda de la empresa educativa privada es el exitismo sustentado en la cantidad de dinero que va a retornar por la inversión en la educación de sus hijos o pupilos. Quedan fuera la identidad, nacionalidad y los valores republicanos.
Sergio Ricco Monge, presenta un recuento de una especialización que como consecuencia de los avatares de la educación en América latina ha sucedido con los amerindios, la educación del indígena, el reconocimiento a la Otredad, la misma que continúa vigente dada la persistente exclusión hacia esos grupos humanos. Este agravio no sólo sucede fuera del sistema educativo sino también con planteo interno de interculturalidad o aculturación que escribieron etapas de discriminación por los “doctores” con maestros no especializados en la nueva ruralidad que este siglo apertura a las masas indígenas que toman conciencia y que siguen siendo los olvidados e invisibles de siempre.
Cierra el Dossier la revaloración de una tesis de 1980 en cuya presentación su descubridora narra las circunstancias del hecho y las relaciones que significan avizorar - hace 35 años - el sentido que la educación tendría en América Latina en el futuro inmediato, aludiendo a los componentes del mercado mundial, la lucha política y el ejercicio del poder, entre otros factores, y algo sumamente importante, al igual que hace un siglo, la necesidad de desarrollar distintas formas de resistencias a esta invasión que significa la deshumanización del ser latinoamericano.
Coordinador: César Hildebrando Delgado Herencia
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