De diestros y siniestros

Hasta no hace mucho, ser zurdo era algo pecaminoso, malo, equivocado, torcido. ¿Cuántas historias refieren la persecución familiar y social contra los zurdos, esos tipos (y tipas) malhechos, a los que es necesario corregir, por su bien?

Palabras clave: zurdo, diestro, pecaminoso

 

Hasta no hace mucho, ser zurdo era algo pecaminoso, malo, equivocado, torcido. ¿Cuántas historias refieren la persecución familiar y social contra los zurdos, esos tipos (y tipas) malhechos, a los que es necesario corregir, por su bien?

Alguien dijo que el 13 de agosto es el Día Internacional de los Zurdos, y que habría festividades al respecto en todo el mundo. Si esto es cierto o no, da pie, al menos, para la reflexión acerca de esos hombres y mujeres que —afirman los neurólogos— pueden mover sus músculos milésimas de segundo más rápido que los diestros, esos otros derechos que derivan su nombre de destreza y de habilidad para hacer su trabajo. (El colmo: que un diestro cirujano sea zurdo).

De dónde, de qué maldito y zurdo ángulo sacaba el Bicho Romero aquel retorcido gancho con el que encestaba el balón de basket en nueve de cada diez intentos, nos lo preguntábamos todos, con envidia. Lo mismo habrán hecho los frustrados bateadores yanquis cuando se enfrentaban al Gordo Valenzuela, ese zurdo que puso en el mapa del deporte a un pueblucho llamado Etchohuaquila.

Ese es el lado amable de la zurdera. La cara sórdida y oscura (¿siniestra?) la han esculpido los cintarazos, las palizas, las quemaduras y la larga lista de castigos infamantes que los zurdos --que en la historia han sido-- han debido soportar de sus padres y maestros, ignorantes y brutales, decididos a sacarlos del error, de la equivocación «antinatural» en la que han caído: ¡Con ésa no; con la otra! ¡No sea bruta, mija: con la derecha, como la gente de razón!

En un universo bosquejado por derechos y para derechos; el calvario empieza desde el primer agarre de la sonaja y sigue con la cuchara y el lápiz, para continuar toda una historia de dificultades con los instrumentos, las máquinas, la vida.

¿En política? Parece ser que diestros, duchos, son aquellos que saben saltar de una posición a otra en el mapa ideológico, para aterrizar en la ubicuidad. Antes, allá por aquellas épocas románticas, era fácil colocarse junto a los derechosos: Francisco Franco, Azcárraga, Díaz Ordaz; o al lado de los zurdos: Allende, Revueltas, El Ché... Todo resultaba más sencillo. Hoy, los panistas se asumen no como derecha, sino como centro. Y Calderón, su campeón, aunque señalado como ultraderechoso yunkero, afirma que él se cocina aparte en el PAN, o sea... Ha cambiado bastante este asunto de la ubicación ideológica: ¿de izquierda o de derecha?

Aquella preocupación que quitaba el sueño a tantos jóvenes de los años 60 y 70, parece no incomodar demasiado a los muchachos actuales. Era angustia existencial la que a algún mozo o moza asaltaba cuando en la oscuridad de la pensión defeña, o en su litera de la Casa del Estudiante o, en la habitación de la YWCA despertaba sudando con la pesadilla: ¡Ucha, soñé que estaba en una asamblea, con el Roco, el Camarada,”Los Pacos”, Arllete y toda la palomilla, y que se sometía a votación si nos regíamos en la organización por el centralismo democrático leninista, o por el centralismo centralizado estalinista...! ¡Y que ganaba el estalinismo! ¡Hìjole, que gacho! ¡Es la derecha dentro de la izquierda!

La izquierda tenía subdivisiones, líneas directas hacia la toma del poder y hasta atajos y veredas no ortodoxos, a diferencia de la derecha, que era monolítica, de una pieza: no había más ruta que la de ellos, y no caminaban hacia Dios y hacia el poder terrenal en compañía de izquierdosos de mierda, inoculados por la enfermedad infantil y ¡lo peor, lo imperdonable: el ateísmo rojo!


La diferencia es hoy notable: la izquierda y la derecha conviven hermanadas por el ideal (?). Y en el plano paceño, morelense, oaxaqueño, poblano  pasa igual: neoperredistas que apenas endenantes eran atinados y derechosos priistas, se llevan de piquete de costillas con jacobinos y montañeses, aproximados por la connivencia en un partido que fundaron priistas medio izquierdosos que... Ahí muere.

A poco no es de risa ver en la tele a un joven candidato del PRD sudar, enfrentado a  definiciones ideológicas que nada dicen de revolución ni democracia. Y lo peor: frente a él, en las bases del partido, revolviéndose incómodos, inseguros, podemos adivinar a los viejos militantes, los líderes naturales de una izquierda que jamás ha podido alcanzar y ejercer el poder político para... este... para...

Volvamos mejor a la zurdera original: ser zurdo, vivir como zurdo es duro, pero satisfactorio, porque implica vivir enfrentado al desafío cotidiano de ser diferente y de vencer las dificultades que impone una sociedad de diestros.

Aristóteles sostenía que era de buena suerte encontrarte con un zurdo cualquier día de la semana, excepto el martes. Ahora que si de fusilar/hacer frases se trata, se antoja que si Dios hubiera existido, habría sido zurdo.