José Carlos Mariátegui, el quincenario Labor (1928-1929) y las clases subalternas en el Perú[1]
José Carlos Mariátegui, the fortnightly Labor (1928-1929) and the subordinate classes in Peru
José Carlos Mariátegui, o quinzenal Labor (1928-1929) e as classes subordinadas no Peru
Instituto Nacional de Antropología e Historia, México
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Recibido: 26-04-2020
Aceptado: 03-05-2020
Resumen
Resumen: El quincenario Labor fue excepcional en la prensa socialista latinoamericana: lo refrendó su modo de redefinir la función de su público y trazar sus coordenadas sindicales, políticas y culturales. José Carlos Mariátegui, su director, publicó 10 números entre el 10 de noviembre de 1928 y el 7 de septiembre de 1929, fecha en que fue proscrito por orden del gobierno de Augusto B. Leguía. Este emprendimiento periodístico estuvo orientado hacia las clases subalternas dinamizando un proceso de convergencia interclasista e intercultural de orientación socialista, bajo banderas antioligárquicas y antiimperialistas. A pesar de su relevancia como engranaje clave del ciclo fundacional del proyecto socialista en el Perú bajo el liderazgo de Mariátegui, ha sido muy poco atendido por los especialistas. Considérese como agravante de tal desatención las facilidades brindadas entre 1974 y 1995 por tres ediciones en facsímil de Labor desaprovechadas por los investigadores mariateguistas.
Palabras clave: José Carlos Mariátegui, Labor, socialismo, antiimperialismo.
Abstract
Abstract: The fortnightly Labor was exceptional in the Latin American socialist press: it was endorsed by its way of redefining the function of its public and tracing its union, political and cultural coordinates. José Carlos Mariátegui, its director, published 10 issues between November 10, 1928 and September 7, 1929, the date on which it was banned by order of the government of Augusto B. Leguía. This journalistic undertaking was oriented towards the subaltern classes, energizing a process of interclass and intercultural convergence with a socialist orientation, under anti-oligarchic and anti-imperialist banners. Despite its relevance as a key cog in the founding cycle of the socialist project in Peru under the leadership of Mariátegui, it has received little attention from specialists. Consider as aggravating such neglect the facilities provided between 1974 and 1995 by three facsimile editions of Labor missed by Mariateguista researchers.
Keywords: José Carlos Mariátegui, Labor, socialism, anti-imperialism.
Resumo
Resumo: O quinzenal Labor foi excepcional na imprensa socialista latino-americana: foi endossado por sua maneira de redefinir a função de seu público e traçar suas coordenadas sindicais, políticas e culturais. José Carlos Mariátegui, seu diretor, publicou 10 números entre 10 de novembro de 1928 e 7 de setembro de 1929, data em que foi proibido por ordem do governo de Augusto B. Leguía. Esse esforço jornalístico foi orientado para as classes mais baixas, energizando um processo de convergência interclasse e intercultural com uma orientação socialista, sob bandeiras anti-oligárquicas e anti-imperialistas. Apesar de sua relevância como peça fundamental no ciclo de fundação do projeto socialista no Peru, sob a liderança de Mariátegui, recebeu pouca atenção de especialistas. Considere como um agravamento dessa negligência as instalações fornecidas entre 1974 e 1995 por três edições fac-símile do Labor perdidas pelos pesquisadores da Mariateguista.
Palavras-chave: José Carlos Mariátegui, Labor, socialismo, anti-imperialismo.
Primer movimiento: El ciclo fundacional del socialismo
Labor como emprendimiento editorial de proyección política y cultural de Mariátegui, coadyuvó en las tareas de organización en los frentes de masas, teniendo como centro conductor un núcleo socialista en vías de constituirse en partido. Socialismo y frente único en el campo popular fueron dos coordenadas explícitas, dos apuestas convergentes. Cuatros hitos signaron este proceso: la reorientación de Amauta, las reuniones socialistas de Chorrillos y Barranco y la primera edición de Labor. Todo ello acaeció en el breve lapso comprendido entre el 1º de septiembre y el 10 de noviembre de 1928. Con cierta propiedad, se trata de un ciclo fundacional acompañado de un abanico de movimientos ideológicos, políticos, sociales y culturales. Compleja dialéctica de la unidad y contradicción entre socialismo y frente único.
En el proyecto de Mariátegui los medios gráficos cobraron visibilidad y centralidad. Si Amauta incidió más en el campo intelectual, Labor echó raíces y direccionalidad en el campo de la cultura popular. Y uno y otro medio de comunicación aparecieron articulados en función del proyecto socialista. Fernanda Beigel ha destacado la importancia de la “estrategia Amauta-Labor” tanto por su madurez editorial como por constituir “una de las herramientas elementales en la formación del partido” (Beigel, 2006, pág. 261). Mariátegui, a principios de septiembre de 1928, con motivo del segundo aniversario de Amauta, realizó un balance público afirmando que:
...el trabajo de definición ideológica nos parece cumplido. (...) En la segunda jornada, no necesita ya llamarse revista de la ‘nueva generación’, de la ‘vanguardia’, de las ‘izquierdas’. Para ser fiel a la Revolución, le basta ser una revista socialista.[2]
Le seguirían dos hitos políticos. Guillermo Rouillon (1984), apoyándose en el testimonio de Ricardo Martínez de la Torre, afirmó que el domingo 16 de septiembre de 1928 se llevó a cabo la primera reunión socialista en el balneario de Chorrillos, al filo de la peña "El Salto del Fraile", el más pronunciado e impactante de los arrecifes de la playa de la Herradura sobre el Pacífico, propicia para la recolección de mariscos y moluscos, aunque riesgoso por la cantidad de líquenes que los volvían peligrosamente resbaladizos. Lugar golpeado constantemente por las olas y la fría brisa marina durante la prolongada temporada “invernal” que va de mayo a noviembre, gracias a la corriente marina de Humboldt. Las condiciones adversas del lugar y el clima no fueron las únicas para explicar la ausencia de Mariátegui a dicha reunión, se sumaba una nueva crisis de salud que limitaba sus posibilidades reales de movilizarse y aún de cumplir con sus compromisos como periodista.
El director de Labor, durante los días 8 al 14 de septiembre no había publicado ningún artículo, fuente principal de su sustento familiar. Por si fuera poco, se sumaron a sus preocupaciones importantes urgencias familiares. Era inminente el nacimiento de su quinto hijo, Javier. Ana, su esposa alumbró el día 13 y el día 21 Mariátegui inscribió a su vástago en el registro civil (Rouillon, 1984, pág. 427). Entre los días 14 y 15, vísperas de la reunión socialista, publicó dos artículos: su introducción al ensayo “El proceso de la literatura peruana”[3] y un homenaje al escritor ruso Tolstoy.[4]
Llamó la atención que los organizadores de la reunión en el Salto del Fraile no hubiesen tomado en cuenta las condiciones físicas y de salud de Mariátegui, considerando que en mayo de 1924 le fuese amputada su pierna derecha (Mazzeo, 2014, pág. 147). Es posible que los convocantes privilegiasen las ventajas de seguridad del lugar frente a los acosos de la Brigada de Asuntos Políticos y Sociales de la Prefectura de Lima, que los había reprimido severamente en junio de 1927, acusados de participar en un presunto “complot comunista”.
Concurrieron a dicho encuentro 4 obreros: Julio Portocarrero, Avelino Navarro, César Hinojosa y Fernando Borja; un comerciante, Bernardo Rejtmann, y un oficinista y escritor, Ricardo Martínez de la Torre. Su composición étnico-cultural revela la ausencia de un representante de los pueblos originarios. En cambio, destaca la visibilidad de un afrodescendiente (Borja), un ruso (Rejtmann), dos mestizos (Portocarrero e Hinojosa) y dos criollos limeños (Navarro y Martínez de la Torre).
Mariátegui hizo sentir su presencia a través de un mensaje leído por Martínez de la Torre (Rouillon, 1984, págs. 435-436). Además de justificar su inasistencia renovó sus votos e ideas a favor del proyecto socialista, anunciado días antes en la revista Amauta. Quizás aprovechó la circunstancia para comunicar el próximo lanzamiento editorial de Labor, aunque de esto último carecemos de evidencia documental. Si la presunción del historiador Juan Gutiérrez es correcta, el comunista judío Rejtmann, retornó al Perú vísperas de ese evento en su calidad de emisario de la Internacional Comunista, procedente de Bolivia después de una estancia en la Argentina. [5] No está por demás recordar que la ciudad de Buenos Aires fue la sede permanente del Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista, conforme al mandato emanado del V Congreso de la Internacional Comunista realizado en Moscú en 1924, aunque comenzó a operar a partir del verano de 1925 bajo el liderazgo del argentino José Penelón (Caballero, 1987, pág. 59).
Retjmann auspició una segunda reunión socialista en el balneario de Barranco cerca de Lima en un corralón de su propiedad, un domingo 7 de octubre de 1928. En dicho lugar, Rejtman alojaba al carpintero Avelino Navarro, correligionario suyo y de Mariátegui. Dicha reunión tuvo a Mariátegui como figura central. Además de los tres nombrados concurrieron: Julio Portocarrero, César Hinojosa, Fernando Borja, Ricardo Martínez de la Torre, Luciano Castillo, Fernando Chávez León, Alcides Spelucín y Teodomiro Sánchez. En esta oportunidad, la composición obrera e intelectual quedó más equilibrada. En cambio, la novedad de sus procedencias indicó una inclinación a favor de la región norte: La Libertad (Spelucín y Chávez León), Cajamarca (Sánchez) y Piura (Castillo) (Bulnes Mallea, 2003, págs. 162-166). ¿Hubo un viraje en la orientación política de la segunda reunión socialista frente a la primera? La composición de los asistentes da un indicio positivo al respecto.
Los acuerdos tomados en la sesión del 7 de octubre de 1928 fueron políticamente relevantes según se desprende de la lectura del acta: 1. Constituir “el grupo organizador del Partido Socialista del Perú”; 2. Elegir un cuerpo directivo, teniendo a Mariátegui como Secretario General; una secretaría sindical reforzada al frente de Portocarrero y apoyado por Navarro e Hinojosa, en la de Propaganda a Martínez de la Torre y en la de Tesorería a Rejtmann (Rouillon, 1984, pág. 436). El hecho de que el comunista soviético fuese designado para manejar los hilos de la economía permite suponer que poseía una imagen de comerciante competente y persona honorable entre sus pares peruanos. Sin embargo, nos deja la duda, si Rejtmann en su condición de enlace orgánico con la Internacional Comunista, tras su reciente viaje a Buenos Aires brindó alguna promesa de apoyo a favor de tal proyecto político.
Contra la opinión de la historiografía de la izquierda militante en el Perú, los acuerdos del 7 de octubre de 1928 no demuestran que sea un acto fundacional del Partido Socialista del Perú y menos del Partido Comunista. Lo que prueban sus resoluciones es la convergencia y la unanimidad de pareceres en la necesidad de erigirse en un colectivo encargado de encauzar el proceso de constitución del Partido Socialista en el seno de las clases subalternas bajo los criterios de lucha y organización. Esta proyección se hace más explícita en la identificación de su tarea principal, centrada en la organización de los trabajadores bajo los nuevos criterios sindicales y políticos que fuesen redactados por Mariátegui y que a la letra dicen:
- Organización de los obreros y campesinos, con carácter netamente clasista, constituye el objeto de nuestro esfuerzo y nuestra propaganda y la base de la lucha contra el imperialismo extranjero y la burguesía nacional.
- Para la defensa de los intereses económicos los trabajadores de la ciudad y el campo, el Comité impulsará activamente la constitución de los sindicatos de fábrica, de hacienda, etc., la federación de éstos en sindicatos de industrias y su confederación en una central nacional.
- La lucha política exige la creación de un partido de clase, en cuya formación y orientamiento se esforzará tenazmente por hacer prevalecer sus puntos de vista revolucionarios clasistas. De acuerdo con las condiciones concretas actuales del Perú, el Comité concurrirá a la constitución de un Partido Socialista basado en las masas obreras y campesinas organizadas (Rouillon, 1984, pág. 437).
Como se puede constatar, los blancos estratégicos del partido y movimiento a generar eran simultáneamente el imperialismo y la denominada “burguesía nacional”. Mariátegui por esos días, concluía la redacción de sus 7 Ensayos…y en el dejó consignado un parecer convergente al afirmar que: “no existe en el Perú, como no ha existido nunca, una burguesía progresista, con sentido nacional, que se profese liberal y democrática y que inspire su política en los postulados de su doctrina” (Mariátegui, 2005, pág. 22). Por lo anterior, se explica que el proyecto socialista no sólo dejase fuera todo acuerdo con la burguesía nacional, sino que postulase su combate. Lo que si llama la atención es que en dicho planteamiento no haya lugar alguno a la pequeña burguesía o a la intelectualidad que no siempre tiene como extracción social dicha clase.
Labor no podía contrariar su adscripción socialista, sino ponerse en sintonía con ella y con el proyecto fundacional de un partido de masas. La creatividad y plasticidad que signaron la construcción partidaria, así como el desarrollo de las formas de organización de los trabajadores del campo y la ciudad nos muestran que, en dicho emprendimiento, existió un gran respeto por los particularismos nacionales y regionales, así como una excepcional atención a las mediaciones y su compleja urdimbre de contradicciones. Labor dice mucho al respecto. En un país en que la cultura oligárquica de fuertes señas barrocas, gustaba de las apariencias y de los rótulos, era necesario resignificar la política desde abajo, hablar un nuevo lenguaje, ensayar nuevos caminos de la resistencia popular, reinventar el socialismo.
La primera nota editorial de Labor, en su brevedad dijo su apuesta. Concisión adherida a la “moderna tendencia periodista”, reivindicaba el ahorro y la modestia en las palabras de presentación. Era señal de la construcción de un colectivo editorial nacional orientado hacia un público que Amauta no era capaz de alcanzar. Dicho en sus propios términos, Labor aspiraba a “a ser un periódico de gran difusión”:
obedece a instancias de muchos de nuestros amigos de Lima y provincias que quieren que nuestra obra cultural penetre en capas más extensas del público. Para satisfacer este anhelo no basta la revista. Damos, por esto, vida a un periódico.[6]
Labor: experimento y proyección
Analizar la función de la prensa en la configuración de las identidades colectivas urbanas es una tarea por hacer. No todos los periódicos lograron modelar a sus públicos ni todos los públicos se miraron necesariamente en sus espejos gráficos e icónicos.
El periódico en América Latina restringido a sus públicos urbanos, se había iniciado entre fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Transitó más adelante, de una edición ocasional, mensual, quincenal, semanal, a su edición diaria, modelando así el formato de prensa moderna. El modo escritural del diarismo decimonónico, descentrado de su tradición “costumbrista”, siguió manteniendo hasta los umbrales del nuevo siglo el perfil de un “periodismo de ensayo” o de un “periodismo de crítica y opinión”. Las primeras décadas del siglo XX afirmaron el desplazamiento de la “opinión” a favor de la “noticia” (Roig, 1986, pág. 129). El periódico tendió a trabajar con mayor o menor éxito desde su campo editorial una configuración del nosotros. Mariátegui y el grupo editor que lo secundaba apostaba a fusionarse con su público lector oscilando entre una postura de dirección y la apertura de ciertos canales de horizontalidad y participación. Si la coordenada editorial no guiaba a las demás secciones del periódico, la segmentación del público era inevitable. Más allá del peso dominante de las noticias, influyó el abanico de columnas y autores generando otras complicaciones en los campos de la edición y la recepción.
Imagen 1. José Carlos Mariátegui en 1928. Imagen obtenida del Archivo José Carlos Mariátegui: www.mariategui.org
Labor apareció y se insertó en el ciclo ascendente de publicaciones periódicas peruanas que fue de 1918 a 1929. Durante el breve periodo en que se editó (1928-1929), la tasa de crecimiento de publicaciones llegó a su cima, al pasar de 167 a 475. En 1919, al inicio del gobierno de Leguía, la cifra fue de 184 publicaciones. En 1923 creció a 228 y subió en espiral hasta 1929. Luego vino un declive, inducido por la crisis internacional y las dictaduras a partir de agosto de 1930. El 44 % de las publicaciones entre 1918 y 1930 fue de carácter político-informativo, incluyendo a Labor, mientras que Amauta formó parte del grupo de las “revistas culturales, comerciales, industriales y oficiales”, fluctuando entre el 15% y el 10% (Deustua & Rénique, 1984, págs. 4-5). Labor apareció al cierre del ciclo expansivo de la prensa peruana y ha sido comparado por su relevancia y función como bisagra entre el partido naciente y las masas con el papel cumplido por el periódico socialista Avanti! en Italia (Beigel, 2006, pág. 262). La inspiración de Mariátegui en la prensa socialista europea fue decisiva para repensar sus proyectos periodísticos en el Perú como lo han destacado Robert Paris y Fernanda Beigel, aunque el parecer de la segunda resulta más convincente. Mientras que Paris antepone los modelos franceses (Monde y Clarté) a los italianos (Ordine Nuovo y Avanti!), Beigel prefiere mirar a ambos como parte de un proceso de conocimiento, reflexión y reapropiación experimentado por Mariátegui (Beigel, 2005).
Alberto Flores Galindo ha sostenido con algo de razón que Mariátegui no escindió al público al cual fue dirigida la revista Amauta y el quincenario Labor. Pensaba nuestro historiador que opinar lo contrario sería un anacronismo montado en la simplicidad de una revista solo para los intelectuales y un periódico únicamente para los obreros. Y que si existían algunas diferencias entre ambas publicaciones éstas giraban en: “la preponderancia de unos temas sobre otros, en el formato y en la periodicidad pero no necesariamente en el público” (Flores Galindo, 1980, pág. 66). Tendríamos que matizar tales asertos.
El público lector es una categoría relativa al contexto lingüístico-cultural e histórico que la define. El público lector de revistas y periódicos en 1928 en que coinciden las ediciones de Amauta y Labor, aunque había engrosado sus filas representaba un porcentaje discreto para la sociedad peruana, considerando los lastres de la exclusión educativa de un gran sector de las de las clases subalternas, acentuado por las adscripciones de género y de “raza”. Complicaba lo anterior el uso del español en los medios gráficos, el cual afectaba a los indígenas que dependían de los lectores-traductores o lectores-comentaristas de los contenidos publicados en los medios a su alcance. El público lector empírico representaba algo más que una sociedad de lectores si consideramos que la lectura individual en voz alta frente a grupos específicos de oyentes interesados no fue excepcional en dicha época. Si pensamos al público lector en términos de la política cultural de orientación socialista que animaba Mariátegui este fue concebido unitariamente sin descuidar su real heterogeneidad y sus limitaciones. En esa dirección a Mariátegui le interesaba desarrollar un frente único en el que los intelectuales y las clases y minorías subalternas fuesen ganando consciencia sobre sus posicionamientos sociales convergentes, asumiendo según sus posibilidades, intereses, formas orgánicas, estilos y ritmos de lucha, así como los papeles históricos. Disentimos en que “las preponderancias temáticas” fuesen menores, ellas fueron cribadas por sus colaboradores y sus lectores. Las cuestiones sindicales, organizativas y revolucionarias en Labor pueden ser vistas como complementarias de las abordadas en Amauta, pero también como expresión de su distintividad.
En las páginas del quincenario, la presencia de textos generados por tres ramales de masas de Internacional Comunista merece ser tomada en cuenta: la Liga Antiimperialista, la Internacional Magisterial Americana y la Confederación Sindical Latinoamericana. El casi centenar de colaboradores que tuvo Labor en porcentaje relevante lo fue también de la revista Amauta, pero aceptando la diferenciación de campos (Véase el cuadro comparativo en documento anexo). Los que no lo hicieron en Amauta no eran intelectuales en su mayoría, se sentían más cómodos al quedar circunscritos al horizonte de los lectores-colaboradores de Labor. Las preferencias de ese público heterogéneo dibujaron dos campos de fuerza diferenciados y enlazados entre sí, el campo intelectual y el sindical que a su vez atraía a los trabajadores de la ciudad y el campo.
Labor merece otra lectura en su contexto: apliquemos un cierto y útil descentramiento para volver al punto. Fue un periódico de orientación socialista sin parangón en su medio. Inauguró un nuevo estilo, distinto al desarrollado por El Obrero Textil o La Protesta, de filiación anarcosindicalista, los más leídos entre los trabajadores. El viejo periodismo obrerista, sumido en la retórica de protesta y solidaridad, así como en la nota localista y el gusto modernista fue perdiendo espacio entre sus acotados públicos. Labor, en cambio, fue ganando a sus lectores hacia un horizonte cultural vanguardista. Sus contenidos se deslizaron entre los escenarios nacionales, continentales y mundiales, revelándoles insospechadas proximidades ideológicas. No promovió una retórica monocorde. Impulsó una política transversal en el campo popular más allá de los posicionamientos sindicales o de las filias doctrinarias de la vieja izquierda. Se adscribió como “quincenario de información e ideas”.
En las páginas del quincenario, intelectuales y trabajadores ganaron para sí cierta horizontalidad. En ellas se presentaron procesos e ideas renovadoras y revolucionarias latinoamericanas y de otros continentes. Hubo, en su conjunto, un énfasis en la presentación de las tareas de organización y lucha de los trabajadores. La política de imágenes destacó registros artísticos de calidad que dotaban de visibilidad a la clase trabajadora de la ciudad y el campo. Los textos literarios expresaron las corrientes de la época. Los contenidos culturales no fueron aleatorios o episódicos como en otros periódicos afines del continente. Tampoco fueron ideológicamente asépticos.
En 1934, Walter Benjamin, cinco años después del truncado emprendimiento de Labor, agendó una problemática cara al periódico europeo. Precisó algunos rasgos del quehacer intelectual en el espacio público a través del periódico, aunado a los cambios de roles sociales inherentes a su proceso de producción y recepción, mediados por las técnicas de la época. Señaló perspicazmente una disfunción entre el escritor y el periódico generada por el capital. También observó que el periódico representaba en términos de técnica, “la posición literaria más importante” bajo control burgués. Y agregó que la intelectualidad alemana de los años veinte ’20, a pesar del desarrollo revolucionario experimentado, no supo realizar un diagnóstico de su trabajo periodístico en relación con los medios de su producción, es decir con su técnica (Benjamin, 2004, págs. 32-33). El paralelo y las preguntas con el experimento socialista de Labor vienen a cuento. La propuesta de Mariátegui en torno al periódico apostaba a transitar por un camino paralelo y convergente al seguido en la URSS, aunque con mayores limitaciones políticas y culturales. El estado peruano, a diferencia del Estado soviético, no fue tolerante ni con Amauta ni con Labor. Mariátegui como editor compartía la tendencia renovadora soviética de promover lectores activos de la clase obrera frente a los medios gráficos. Según palabras de Benjamin en la URSS de esos años:
La persona que lee está lista en todo momento para volverse una persona que escribe, es decir, que describe o que prescribe. Su calidad de experto –aunque no lo sea en una especialidad sino solamente en el puesto que ocupa— le abre el acceso a la calidad de autor. El trabajo en cuanto tal toma la palabra. Y su exposición en palabras es una parte de la pericia necesaria para su realización. La competencia literaria no descansa ya en una educación especializada sino en una formación politécnica: se vuelve un bien común. En resumen, es la literaturización de las relaciones vitales que supera las antinomias que de otro modo son insolubles; es en el escenario del más desenfrenado envilecimiento de la palabra –es decir, en el periódico– donde se prepara su salvación (Benjamin, 2004, págs. 30-31).
La primera edición de Labor no registró a Mariátegui de manera explícita como su director. Fue más tarde que en uno de sus números, se mostró como tal en discreto recuadro. A lo largo de su existencia, destacaron de manera gradual las presencias y palabras de varios dirigentes laborales de la ciudad y el campo.
La forma traduce la pluralidad
El quincenario Labor, a diferencia del periodismo burgués, resignificó los usos de sus secciones articulando a su público popular y heterogéneo. La construcción del frente fue su norte socialista. La pertenencia, “compañeros en la lucha por la justicia social”, muestra el tránsito de una cierta exterioridad intelectual de los animadores de Labor, a su inserción en una hermandad justiciera, socialista. Abogaba por un nuevo nosotros, por una identidad colectiva frentista, determinando así los límites de la heterogeneidad de su público lector.
Las secciones tejieron puentes entre sí potenciando redes y solidaridades a través de los temas y personajes tratados. Las nuevas tecnologías de impresión y comunicación condicionaron en la prensa sus tiempos de impresión y circulación, sus diseños, públicos y gustos. La imagen fotográfica devino en hegemónica en su acotado universo iconográfico, desplazando con ello los modos tradicionales de ilustración. Sin embargo, la política de imagen de Labor sostuvo un interesante juego de coexistencia y complementaridad entre las fotografías, la reproducción de pinturas y dibujos. La fuerza de las imágenes se potenció en el quincenario, gracias a su heterogeneidad y oportunidad. Sobresale la inclinación de Mariátegui a favor de la reproducción de pinturas, dibujos y grabados en madera generados en México, en su mayoría de la autoría de Diego Rivera y Gabriel Fernández Ledesma.
Su inicial sección “La voz de los pueblos” cumplió la función de eslabonar la denuncia antigamonal y antiimperialista con información relevante y oportuna acerca de la organización y el desarrollo de los movimientos populares reivindicativos, para más tarde ceder sus contenidos y voces a dos secciones más puntuales: vida sindical y el ayllu. Una y otra, fueron nativizando la construcción de la “alianza” entre los trabajadores del campo y la ciudad. El frente ampliaba su horizonte espacial y etnoclasista. Los indígenas pudieron ser distinguidos y apreciados por este proyecto y liderazgo fundamentalmente criollo-mestizo. Las voces de los sujetos subalternos ganaron así visibilidad y convergencia.
Las páginas de Labor tradujeron un tiempo de organización, de acumulación y de concentración de fuerzas disímiles. Expresaron así los prolegómenos de la constitución de la Confederación General de Trabajadores del Perú (CGTP), es decir, del nosotros deseado y posible. Las contradicciones interclasistas, interétnicas e interculturales en el seno del pueblo no podían extinguirse en el emprendimiento político y cultural en desarrollo, pero si morigerarse. Los alineamientos regionales y étnicos, como los clasistas, reproducían por un lado sus respectivas distancias sociales y jerarquías como sus redes transversales y horizontales.
En el campo intelectual, la revista Amauta bajo la conducción de Mariátegui, había mostrado en los años previos a la constitución de Labor, la necesidad de un descentramiento cultural y étnico en aras de forjar una nueva representatividad y proyección, más allá de Lima y de los intelectuales criollos capitalinos (Melgar Bao, 2007; 2006). Labor, siguiendo camino análogo y más difícil, debería avanzar en tejer otra representatividad popular, otra orientación en la anquilosada cultura política nacional. El capital letrado bajo el formato periodístico de Labor fue signado por sus ideas fuerza y los sentimientos de pertenencia colectivos que promovía. La solidaridad era algo más que una idea, también era un sentimiento, una imagen y un símbolo colectivo. La organización sindical como la acción colectiva que le correspondía afirmaba un sentido clasista en desarrollo. El socialismo era además de una adscripción ideológico-política un ideal, un valor de la ciudadanía plebeya.
La sección vida sindical salió desde el primer número de Labor, logrando gradualmente pasar de las reseñas y las crónicas sobre eventos y luchas obreras y sindicales, a la reproducción de documentos y cartas. La primera de ellas, fechada el 29 de noviembre de 1928, fue dirigida a Mariátegui por Enrique Vera, secretario general de Unificación de Obreros Cerveceros Backus y Johnston que transmitía dos acuerdos relevantes:
en asamblea celebrada el 20 del que cursa se acordó hacer presente a Ud. y por su intermedio a los camaradas colaboradores del quincenario intelectual obrero Labor la verdadera satisfacción con que los trabajadores saludamos la aparición de dicho vocero, cuya cooperación viene a sumarse a la de los trabajadores que luchamos por el mejoramiento de nuestra clase, cuyo medio más eficaz es culturizándonos, como ya nos lo dijeran los maestros de las Universidades Populares: “La cultura en los pueblos es su redención.”
[…] Al reiterarle el apoyo que la U.O.C. B y J. les prestará en todo momento, autorizamos a Ud. nos remita cien números mensuales de Labor para ser distribuidos entre los asociados por cuenta de la Unificación.[7]
Meses más tarde, un colectivo cultural de los mineros de Morococha en la región Huanca liderado por Adrián Sovero, le comunicó a Mariátegui que por unanimidad de votos lo había elegido como su delegado en Lima. Así las cosas, Mariátegui ganaba en Morococha algo más que una nueva corresponsalía de Labor: presencia ideológica.[8] Las redes filosocialistas cruzaron las corresponsalías de Labor y Amauta, así como las tareas partidarias sin perder su especificidad.
Con el siglo XX, el vocablo quechua ayllu que significaba a una forma de origen prehispánico de organización social andina ingresó a la agenda de los historiadores y políticos del Perú y de Bolivia (Saavedra, 1913, págs. 4-9). Entre 1924 y 1928, Mariátegui siguió muy de cerca la reactualización del debate en torno al ayllu y la comunidad, términos próximos, pero no idénticos. La discusión fue reabierta por sus coetáneos, Hildebrando Castro Pozo, Luis E. Valcárcel y Augusto Aguirre Morales. El ayllu entendido como una clave cultural andina de cooperación y reciprocidad mediada por sus redes parentales ingresaba a la agenda de Labor con otros propósitos. Si la comunidad refiere un modo de organización campesina muy extendido en diversas culturas, independientemente de sus particularismos (posesión de la tierra, tomas de decisión, faenas colectivas y sistema de cargos) su potencial socialista era de primera orden si se encauzaban a favor de incorporar formas asociativas modernas de gestión que le fuesen compatibles, así como a la apropiación de nuevas técnicas de la producción y del trabajo. Bajo ese contexto, Mariátegui reivindicó el potencial político y cultural del ayllu para su proyecto socialista indoamericano. A fines de 1928, en su libro 7 Ensayos afirmó:
El indio a pesar de las leyes de cien años de régimen republicano, no se ha hecho individualista […].
Por esto, en las aldeas indígenas donde se agrupan familias entre las cuales se han extinguido los vínculos del patrimonio y del trabajo comunitarios, subsisten aún, robustos y tenaces, hábitos de cooperación y solidaridad que son la expresión empírica de un espíritu comunista. La comunidad corresponde a este espíritu. Es su órgano. Cuando la expropiación y el reparto parecen liquidar la comunidad, el socialismo indígena encuentra siempre el medio de rehacerla, mantenerla o subrogarla (Mariátegui, 2005, pág. 83).
La vinculación de Mariátegui con Moisés Arroyo Posadas, radicado en la sierra central y matriz etnocultural huanca, le garantizaba tanto un frente regional con los mineros como con los comuneros andinos, fuera de brindarle un soporte para inaugurar la sección Ayllu. Ayllu representaba una relectura de la alianza obrera y campesina, al enlazar los referentes de clase del campesinado serrano a los de su pertenencia y tradición cultural de origen prehispánico. Dicha sección vino como respuesta a una solicitud formulada epistolarmente por Moisés Arroyo Posadas y atendida por Mariátegui el 5 de junio de 1929 (Mariátegui, 2005, pág. 66). Mariátegui comparó las tradiciones modernas de cooperación proletaria que emanaban de la división del trabajo fabril con las cultivadas por las tradiciones comunitarias indígenas. Y entre unas y otras, percibió que el sello cultural andino tenía a su favor, la fuerza del ritual y de la creencia que le subyace o acompaña. El 30 de julio de 1929, Mariátegui en la posdata de su carta a Moisés Arroyo Posadas, le pidió a él y a su grupo:
Preparen material para Labor que reanudará su publicación el 15 de agosto para seguirse publicando regularmente todas las quincenas. Nos interesa sobremanera su sección: El ayllu (Del Prado, 1983, pág. 201).
En perspectiva, darle curso al Ayllu en el lenguaje y proyecto editorial fue la previsible vía de su nativización política. Efectivamente, en Labor de agosto de 1929, salió por vez primera dicha sección, cubriendo tres de sus ocho páginas. La pluma de Mariátegui fundamentó su papel, dato revelador en el momento de remodelación del diseño de Labor con la mira a conquistar un público campesino: había que ensanchar el nosotros del frente sin renunciar a su diferencialidad. Arriesgó a darle voz a las demandas y puntos de vista del campesinado indígena y mestizo privilegiando sus tareas de organización, programas y rescate de la memoria de sus luchas. Abrir la posibilidad a los lectores de las clases subalternas de convertirse en autores, publicistas, corresponsales. Fue un indicador de que Labor iba en dirección análoga a la nueva prensa que Benjamin veía insurgir con fuerza en la URSS, a pesar de que la realidad política que le era adversa. Dicho en las palabras entusiastas del peruano y director del periódico:
Aaa Labor se propone exponer y estudiar en esta sección todos los tópicos y manifestaciones de nuestra cuestión agraria. Haremos aquí la historia de todos nuestros movimientos y agitaciones agraristas, la crítica de sus motivos y resultados. El título de la sección es solo un homenaje a nuestro más nativo agrarismo. Porque reflejaremos en ella, tanto como la vida de las comunidades indígenas, la situación y reivindicaciones de los peones de las haciendas, de los yanacones, de los arrendatarios, de los campesinos pobres y explotados en general.[9]
Y hubo voces emergidas desde otras localidades huancas como las de Marcelino Hunuco y Raymundo Delgado, dirigentes del Centro de Obreros y Agricultores de Conopa, en la provincia de Jauja, enclavada en la sierra central. Ellos expresaron su protesta antigamonal por el despojo de sus tierras comunales y la detención de uno de sus dirigentes. Interesa mostrar en la carta, tres referentes: el primero, más allá de la formalidad, expresó una certeza, que Labor, “auspicia la defensa de la raza indígena contra los abusos del gamonalismo y sus agentes”; el segundo, prueba que eran lectores del quincenario y el tercero, muestra adhesión y compromiso hacia él:
Aaa Labor ha dado más de una muestra de solidaridad con los trabajadores, como en el caso de la Catástrofe de Morococha, cuyas consecuencias son de dominio público. Consecuentes con nuestros principios de renovación total del orden actual expresamos nuestro propósito de colaborar en algo en la obra de redención en que se hallan empeñados todos los que son nuestros compañeros en la lucha por la justicia social.[10]
La catástrofe de Morococha reactualizó la preocupación por la relación entre capital minero y la naturaleza, así como su desprecio por la vida humana.[11] El precedente más dramático tuvo que ver con los humos de la fundición de La Oroya.
Imagen 2. Portada del núm. 1 de Labor. Fuente: archivo del autor.
Segundo movimiento: gestión y representación de Labor
Se editaron con regularidad siete números de Labor hasta el 21 de febrero de 1929. Cuatro meses le bastaron al periódico para lograr presencia entre los trabajadores de la capital y las provincias. En otro plano, no fue correspondido por sus representantes y vendedores en la tarea de remitir las remesas de lo vendido para garantizar su sostenimiento. El editorial del 1º de mayo de 1929 decía sin ambages haber transitado durante los meses de marzo y abril en “activas gestiones por reorganizar su economía sobre bases sólidas”, sin lograr garantizar su seguridad en el corto plazo. El asunto de las corresponsalías mejor aceitado en el campo intelectual a través de Amauta, resentía las debilidades en los medios laborales urbanos y rurales.
Los corresponsales de Labor, insertos en diversos centros de trabajo en el país irradiaron hacia sus respectivos entornos, seguían el camino que les abrían las líneas férreas y sus estaciones ferroviarias, así como los puertos de cabotaje, a través de sus agentes itinerantes o transportistas, o en su defecto según los accidentados ritmos del servicio postal. En términos concretos, su circuito dibujaba un archipiélago todavía pequeño pero significativo, el cual prometía crecer. Labor era su centro de irradiación de ida y vuelta, dicho de otro modo, por “intermedio de estos corresponsales, nos mantendremos en estrecho contacto con los sentimientos y necesidades del proletariado sindical”.[12] Cada corresponsal debería cumplir en la visión de Mariátegui, por un lado la función de un sensor del estado de ánimo y de las carencias de cada núcleo laboral, y por el otro, la de un dinamizador ideológico y/o político. Sin embargo, en el plano complementario del movimiento económico de ventas y remisiones, los desfases temporales y cierta informalidad afectaban la precaria economía del quincenario. Y aunque algunos avisos publicitarios paliaron ocasionalmente su crisis, no bastaron para evitar una involuntaria suspensión. El archipiélago de papel estaba prendido por los alfileres de su precaria economía además de resentir la mirada y la política nada complaciente del gobierno de Leguía y de las clases dominantes. La Cerro de Pasco Corporation, empresa norteamericana, al igual que otras, no veían con buenos ojos los contenidos antiimperialistas de Labor y menos la estimulación de la organización clasista de los trabajadores mineros y de otros ramos ocupacionales.
El relanzamiento de Labor con motivo del 1º de mayo de 1929, se pensaba oportuno y necesario: representaba, según Mariátegui, “un augurio y un programa”. Sin embargo, llama la atención un giro difícil de pasar desapercibido, la reproducción en primera página de “El Intelectual y el obrero”, el viejo artículo del anarquista Manuel González Prada. Cierto es también que, en la segunda página, el propio Mariátegui presentó con claridad la visión socialista sobre el primero de mayo. Dicha elección, ¿cumplió acaso la función de un guiño a los anarquistas y anarcosindicalistas para acercarlos como lectores de Labor? Es posible. Los periódicos anarquistas casi habían desaparecido. Decir la unidad de los trabajadores intelectuales y manuales a dos voces, era también darle fuerza a la pluralidad del nosotros.
En lo general, existieron condiciones propicias para que Labor se convirtiese en centro de atención del público obrero y trabajador en general. El texto de Mariátegui, a diferencia de la retórica incendiaria de González Prada asumió orientaciones prácticas: quizás por ello escogió el título de Admonición, con la carga moral que conlleva, aplicada políticamente a favor de un movimiento de rectificación, es decir, de reorientación socialista. Mariátegui escribió: “La conmemoración del 1º de Mayo ha ido adquiriendo en el proceso de la lucha por el socialismo, un sentido cada vez más profundo y preciso.”[13] Señaló que la conmemoración de este día debía dejar atrás los lastres ideológicos del viejo ritualismo obrero. La clave socialista llamaba a una nueva organización:
Para nuestra vanguardia obrera, cada 1º de Mayo representaría muy poco si no señalara una etapa en su propia lucha por el socialismo. Año tras año, esta fecha plantea cuestiones concretas, actuales. ¿Cuáles han sido los resultados y la experiencia de la acción desarrollada? ¿Cuáles son las tareas del porvenir? El problema que hoy se presenta, en primer plano, es sin duda, un problema de organización. La vanguardia obrera tiene el deber de impulsar y dirigir la organización del proletariado peruano, misión que reclama un sentido de responsabilidad, al cual no es posible elevarse sino en la medida en que se rompa con el individualismo anarcoide, con el utopismo explosivo e intermitente de los que antes, guiando a veces a las masas, se imaginaban que se les conduce hacia un orden nuevo con la sola virtud de la negación y la protesta.[14]
Tres meses después, Mariátegui redactó y publicó el editorial “Labor continúa” para exponer el proyecto. En él subrayó que el periódico en sus primeros ocho números, le había servido “para vincularlo fuertemente con las masas obreras”. Declaró su convicción de que Labor dependía para su existencia y desarrollo de su público. Dio por supuesta una identidad compartida modelada por algo más que una lectura pasiva, es decir, por el diálogo y la orientación movilizadora entre los trabajadores-lectores de Labor. El ideal sobre la conversión de quincenario en semanario era viable a condición de que:
...todos nuestros agentes sean solícitos y exactos en el envío de sus remesas, que todas las organizaciones obreras se suscriban a una cantidad fija de ejemplares y que todos nuestros lectores nos ayuden en la difusión del periódico, reclutándonos suscriptores, pidiéndolo en los puestos, haciéndolo conocer por sus amigos. Necesitamos alcanzar un tiraje estable de6,000 ejemplares, íntegramente absorbidos en la República e inmediatamente pagados.[15]
Mariátegui, a continuación, expuso su tesis sobre la representación social del periódico, bajo su orientación y mediación:
Aaa Labor representa los intereses y las aspiraciones de toda la clase productora: obreros de la industria y los transportes, trabajadores agrícolas, mineros, comunidades indígenas, maestros, empleados, etc. No es un órgano de categoría o de grupo, sino un órgano de clase. Los intelectuales y estudiantes, adheridos sin prejuicios ni reservas al proletariado, tienen aquí su tribuna.[16]
Mariátegui en el siguiente número del periódico volvió a enfatizar el sentido participativo y multidimensional de la representación social. La fuerza y legitimidad de Labor debería nutrirse de su público y avanzar a su lado, dinamizando sus ritmos en la remodelación ideológica de la identidad colectiva, así como en su accionar sindical y político. Así escribió:
Aaa Labor representará así, no sólo por el público que la acompaña y mantiene, por los grupos que la difunden y por los militantes que la escriben, sino también por sus informaciones, las reivindicaciones y el sentimiento de las clases trabajadoras.[17]
Mariátegui y sus más cercanos colaboradores socialistas apostaron a la apropiación de las páginas de Labor por parte de los diversos movimientos sociales en un proceso gradual y ascendente. Este proceso de diálogo y transferencia transitó por un camino zigzagueante. Asumir a Labor como “su tribuna” implicó responsabilidades, es decir, activa participación en una estrategia y plan de supervivencia y desarrollo. Para sectores crecientes de su público popular, Labor era “su tribuna”, pero no en sentido estricto “su periódico”, su proyecto. La invitación de Mariátegui a las federaciones obreras, sindicatos y grupos de fábrica a suscribirse a Labor con “cantidades fijas” de ejemplares,[18] había tenido poco eco en un inicio. Las organizaciones y movimientos sabían que habían ganado un espacio gráfico para decir lo suyo y le dieron su voto moral, pero no el apoyo material que éste necesitaba.
Durante su breve ciclo de circulación, las 8 páginas de Labor nunca llegaron a las doce prometidas en su nota editorial. Tampoco alcanzó la meta mediata de convertirse en un semanario, estación de preparación para su ulterior y soñada conversión en diario nacional. Debilidades internas de gestión económica, de deslinde político, aunadas a las presiones norteamericanas, acosos y censuras gubernamentales terminaron por quebrar dicho experimento. Labor no había nacido para ser un periódico clandestino y conspirativo, pretendió durante su corta existencia, moverse en la legalidad, pero los espacios públicos padecían las inercias de las tradiciones autoritarias e intolerantes de los grupos de poder las cuales cobraban mayor fuerza fuera de la ciudad capital.
El quiebre
La clausura de Labor en septiembre de 1929 fue vinculada a un presunto complot judío-comunista. Retjmann en abril de 1929 se había trasladado a Colombia y desde allí a través del colombiano Antonio Caballero le hizo llegar sus saludos a Mariátegui. La pequeña colonia judía en el Perú distó de tener presencia y tendencias radicales en los medios obreros como en la Argentina, Brasil y el Uruguay, aunque algunos de sus jóvenes intelectuales se vincularon al movimiento socialista en Lima. La marejada ideológica antijudía internacional tuvo algunos ecos en el seno de la élite política e intelectual criolla nutrida por las lecturas de los protocolos de los Sabios de Sion y del texto antisemita de Henry Ford (1924).[19] En Lima, la réplica se expresó a través de la circulación del mensaje de la Liga Internacional Contra el Antisemitismo, en la que militaban Albert Einstein, Paul Langevin, Romain Rolland y H. G. Wells, figuras apreciadas en el campo socialista internacional.[20]
La fabricación policial de esta pieza ideológica de antología en la historia de la represión latinoamericana, en realidad devino en negocio de Fernández Oliva, el jefe de la policía política del gobierno de Leguía. La razzia anti judía y anti sindical fijó tasas de fianzas por escalas dependiendo de su posición social. Los comerciantes judíos más acomodados, pagaron fianzas de 10 mil soles de la época y los menos adinerados, mil soles (Del Prado, 1983, pág. 93). La fianza no estuvo en relación proporcional al grado de la presunta inculpación en el “complot”, sino a valorizaciones más terrenales sobre la posición social en que eran filiados los acusados. Entre ellos fueron detenidos, Miguel Ben-Tzevi Adler y su compañera Noemí Mildstein,[21] muy amigos de Mariátegui. Adler fungía como director de Repertorio Hebreo, “revista ilustrada de literatura, arte, crítica e información” que realizaba canje con Labor y Amauta y así como con otras revistas de vanguardia europeas y latinoamericanas.[22] Publicaba artículos de José Carlos Mariátegui,[23] así como de otros integrantes de la red socialista. Adler contaba con el apoyo editorial de sus dos secretarios: Noemí Mildstein que era su esposa y Roberto Feldman, su amigo, quién había fundado y dirigía desde 1926 la Biblioteca de la Unión Israelita en su local de la cuadra cinco del jirón Puno.[24] Entre los colaboradores de la revista figuraban algunos integrantes de la red de Mariátegui vinculada a la revista Amauta Xavier Abril, Martín Adán, Jorge Basadre, Luciano Castillo, Juan Devéscovi, Eugenio Garro, Carlos Alberto Izaguirre, Ricardo Martínez de la Torre, Dora Mayer, Antenor Orrego, Hugo Pesce, Julián Petrovick, Ángela Ramos y José Sabogal. [25] Es posible que estas redes mixtas que aproximaban a los intelectuales judíos con los socialistas peruanos hayan preocupado a la policía política. Miguel Adler se había convertido no sólo en un editor de Repertorio Hebreo, sino una de las figuras más activas de la comunidad judía interesada en tomar parte activa frente al mundo. Poco antes, Adler había congregado a los suyos para pronunciarse frente a los luctuosos sucesos acaecidos a los judíos en Asia Menor, mientras ensanchaba sus redes con la intelectualidad judía organizada en Buenos Aires y en otras ciudades del mundo, incluidas Berlín y Moscú. [26]
¿En 1929 hubo acaso alguna ayuda financiera a favor de Labor por parte de esta red de amigos judíos? Aun así, de ser real no pudo ser significativa ya que la principal fuente de ingresos procedía de la propia Sociedad Editora Amauta y de la red sindical y socialista animada por Mariátegui en Lima, Callao y las provincias. Quizás la alucinación policial veía bajo el mismo prisma de la conspiración judeo-comunista que fuera del país, Jacobo Hurtwiz y Juan Jacinto Paiva se habían solidarizado política y moralmente con el proyecto socialista de Mariátegui. Entre el 20 y el 30 de julio de 1929, Hurtwiz representó a México y Eudocio Rabines al Perú ante el II Congreso Mundial Antiimperialista celebrado en la ciudad de Frankfurt. Ambos suscribieron la moción de nombrar a Mariátegui como integrante del Consejo General de la Liga Antiimperialista Mundial y por extensión, integrante de la nueva directiva de la Liga Antiimperialista de las Américas. Dicha moción fue aprobada y comunicada a Mariátegui. El 13 de septiembre, el director de Labor publicó un artículo relativo a dicho Congreso omitiendo toda alusión a su nombramiento.[27] Mariátegui asumió tal responsabilidad realizando algunas tareas que se hicieron visibles en vísperas de la represión y aún después de ella.[28] Dicho nombramiento, asociado a la cuestión antiimperialista en el frente minero de la sierra central, sin lugar a dudas debió preocupar a las autoridades peruanas, a las compañías del ramo y a la embajada norteamericana.
Con posterioridad a la reunión de Barranco se había producido la detención de Juan Jacinto Paiva tras su arribo a Lima procedente de París, donde había militado en la célula socialista peruana. ¿No parece creíble que Paiva fuese tendenciosamente asociado a la inventada red judía conspirativa por poseer un apellido de origen sefardita? ¿Samuel Glusberg formaría parte de esta fantasmagoría policial? El seguimiento de la correspondencia epistolar entre Mariátegui y Glusberg databa desde 1927 y acusaba pérdidas de envío de la revista Amauta. El 1º de noviembre de 1929, Glusberg le escribió a Mariátegui: “me extraña mucho que se haya perdido mi carta o mejor dicho es bastante explicable después de las noticias que Ud. me da en la suya del 21 de octubre” (Tarcus, 2001, págs. 172-173). Cualquier pretexto era bueno para la policía política peruana: lo había probado con anterioridad el fabricado “complot comunista” de junio de 1927 (Melgar Bao, 2006, pág. 101 y ss.). El 16 de noviembre la Unión Israelita del Perú, a tres años de fundada obtuvo su reconocimiento jurídico (Trahtemberg, 1989, págs. 25-26), pero dos días más tarde, resintió las secuelas de la razzia policial antijudía. El alucinado complot del 18 de noviembre, en palabras de Mariátegui tuvo un claro sesgo antijudío, con 180 detenciones y 30 domicilios allanados:
Entre los presos se encuentran Adler y su novia Noemí Mülstein; y la persecución tiene un curioso carácter antisemita. Ha habido, según parece, orden de prisión de todos los vendedores ambulantes judíos, de sus proveedores y de otras personas. Se sospecha absurdamente que constituyen una organización de agitadores. Como en su mayor parte son de nacionalidadrumana, no tienen en Lima agente consular que los proteja (Tarcus, 2001, pág. 178).
Imagen 3. Portada del núm. 26 de Amauta. Fuente: archivo del autor.
En Colombia Rejtmann se reencontró con Miguel Adler y Noemí Mildstein expulsados del Perú. En 1930 Bernardo Rejtmann fue detenido como agente de la Internacional Comunista y expulsado de Colombia. [29] No fueron los únicos deportados, figura también N. Cherkusky, de origen ashkenazita, quien radicaba en Lima y que había llegado procedente del Japón (Trahtemberg, 1989, pág. 25).
En el Perú, tras ser liberado el militante Jorge del Prado, después de varios días en la prisión de “El Sexto”, fue recibido por Mariátegui en su casa. Conversaron sobre la experiencia carcelaria sufrida por el visitante y las padecidas por los demás compañeros socialistas que fueron detenidos y de otros, que más tarde sufrieron el destierro. El director de Labor le comentó que, tras el allanamiento y arraigo domiciliario padecido, que incluyó la requisa de correspondencia y documentos, se agregó una escena jocosa. El jefe policial Fernández Oliva, al descubrir el libro El cuchillo entre los dientes de Henri Barbusse, dio la perentoria orden a sus “soplones” de que saliesen a detener al autor (Del Prado, 1983, pág. 96). En el quincenario Labor se había publicado un retrato de Barbusse, de Frans Masereel.[30]
Mariátegui y sus colaboradores, a pesar de resentir en lo económico el peso durísimo de la requisa del número 11 de los talleres de la editorial Amauta, abrigaron todavía la esperanza de que fuese una prohibición circunstancial. Desde las páginas de la revista Amauta, Mariátegui expuso su punto de vista en torno a la clausura, recusando como absurdo todo vínculo entre Labor y los complots que “puede haber descubierto la policía”. La valoración que el escritor peruano realizó de la fase por la cual transitaba el periódico al momento de su clausura resultó elocuente:
Labor había dejado, poco a poco, de ser un periódico de la Sociedad Editora “Amauta” para convertirse en un órgano del proletariado y de las comunidades campesinas. Y bien, los sindicatos obreros y las comunidades indígenas amparan nuestra demanda. Muchos de ellos se han dirigido ya al Ministerio de Gobierno solicitando la reconsideración de la orden dictada contra Labor (Melgar Bao, 2006, pág. 93).
El director de Labor, en carta de protesta dirigida al ministro de gobierno, además de recusar las acusaciones lanzadas en contra del periódico y de sus colaboradores, formuló dos hipótesis razonables sobre las verdaderas motivaciones que llevaron a la autoridad política a clausurar el quincenario:
Es posible que la existencia de este periódico resulte incómoda a las grandes empresas mineras que infringen las leyes del país en daño de sus obreros, es posible que tampoco sea grata al gamonalismo latifundista, que se apropia de las tierras de labor de las comunidades, celosamente amparadas por Labor en su sección “El Ayllu”. Pero ni uno ni otro hecho me parecen justificar la clausura de este periódico por razones de orden público (Mariátegui, 1987, pág. 258).
Mariátegui, en carta a Glusberg, agregó otra hipótesis: sostuvo que el gobierno no estaba dispuesto a seguir tolerando a la prensa socialista, y por ende tenía entre sus blancos a la revista Amauta. Aclara que este gobierno: “Se aprovecha del raid contra los organizadores obreros, para hostilizar a los artistas y escritores de vanguardia que me ayudan a mantener Amauta” (Tarcus, 2001, pág. 178).
Carnero Checa destacó el hecho de que la clausura de Labor significó para Mariátegui un “rudo golpe” en su último tramo de existencia, que le hizo comprender que su estancia en el Perú sería “cada vez más difícil”, orillándolo a retomar la idea de viajar a Buenos Aires vía Santiago de Chile (Carnero Checa, 1980, págs. 246-247).
Hemos de llamar la atención en que Mariátegui siguió reivindicando su derecho a darle visibilidad a su compromiso con la Liga Antiimperialista Mundial Contra la Opresión y el Colonialismo: lo refrendan dos artículos suyos, además de la nota anteriormente aludida sobre su tarea seccional en el Perú.[31] El hecho de que Mariátegui reasumiese el proyecto de salir del país con destino a Buenos Aires no puede disociarse de las funciones que debía cumplir como miembro del Consejo General en el frente continental, y el nuevo curso y proyección de la revista Amauta. La dirección de la Liga Antiimperialista de las Américas de la ciudad de México se trasladaría a la de Buenos Aires. Su proyectado viaje y sus nuevos compromisos políticos e intelectuales latinoamericanos, no implicaron la renuncia a sus lealtades para con el Partido Socialista del Perú y la CGTP.
Palabras finales
Si Amauta se afirmó como revista de doctrina socialista en el campo intelectual a partir de 1926, el lanzamiento del periódico Labor dos años más tarde le daría fuerza de masas al emergente movimiento socialista peruano. Este experimento de prensa de información, de “crónica de ideas”, fue más allá del agravio o la protesta, modelando en el seno del frente único de masas una identidad socialista que aspiraba a ser hegemónica, atendiendo las demandas y acciones colectivas, enlazándolas a un nuevo horizonte de futuro.
Es curioso que la historiografía dedicada a Mariátegui haya dedicado tan poco espacio al proyecto periodístico Labor como modelador de una identidad política socialista, hay mucho que decir sobre él, tanto, que en modo alguno hemos pretendido agotar sus aristas en este breve ensayo. Lo que sí hemos atendido es algunas de sus aristas políticas y culturales como emprendimiento socialista y, proponer algunas líneas para indagar sobre otras experiencias periodísticas de la época.
Labor dista de ser encasillado fácilmente en el concepto de diario obrero o de diario socialista. Una lectura de sus contenidos, y algunas señas como la que aparece en una de las cartas de los lectores y adherentes obreros, subrayaron sus referentes políticos y culturales. Hemos presentado el proyecto de Mariátegui en torno a Labor como una apuesta de modelación de un nuevo tipo de periodismo, que le interesaba borrar las fronteras duras entre los intelectuales editores y su público obrero y popular, impulsando un proceso de transferencia de medios y voces, en aras de una nueva identidad, de un nosotros modelado desde la heterogeneidad laboral y etnocultural. El énfasis en la organización clasista de las clases subalternas de la ciudad y el campo, estuvo articulado al proyecto fundacional de la Confederación General de Trabajadores del Perú. En el quincenario fueron ganando visibilidad tanto su orientación socialista como sus contenidos y tareas antiimperialistas. Se sumó a lo anterior, una clara posición antiterrateniente y antigamonal, así como de solidaridad internacional con especial referencia a los países del continente.
Hemos dado cuenta de las dificultades existentes entre el proceso de apropiación de Labor, es decir, de convertirse para el campo popular en “su tribuna” y la necesidad de trazar una línea de apoyo material para garantizar su existencia y desarrollo nacional y popular.
Por último, hemos enriquecido el contexto para explicar el denominado complot judío y comunista que orquestó la policía política en 1929. Las presiones norteamericanas por el asunto de Morococha, y los propios fantasmas del régimen ante el desarrollo sindical y político de los trabajadores, así como la emergencia pública de la nueva generación intelectual judía, pesaron de manera decisiva en el acto represivo y el ulterior y sostenido acoso antisocialista. Las redes internacionales de los socialistas peruanos que abarcaban a algunos militantes de origen judío suscitaron una precaria, aunque pasajera fantasmagoría antisemita. Es posible encontrar en la clausura de Labor más razones políticas que las hasta ahora atribuidas al proyectado viaje de su director a Buenos Aires. Reiteramos que el mandato del Congreso Antiimperialista de Frankfurt exigía que los integrantes de la nueva directiva de la Liga Antiimperialista de las Américas fijasen como residencia y trabajo la ciudad de Buenos Aires. De otro lado, el proyecto socialista peruano seguía en pie, su dirigencia había resistido los embates policiales de noviembre de 1929. Y todo esto era reforzado por la necesidad de Mariátegui de proteger su propia vulnerabilidad física y económica, orillándolo, por segunda vez, a tentar reposicionarse allende las fronteras peruanas. Trabajar intelectual y políticamente desde Buenos Aires parecía ser una buena opción.
Imagen 4. Imagen obtenida del Archivo José Carlos Mariátegui: www.flickr.com
Anexo. Cuadro comparativo de autores y temas entre Labor y Amauta
Labor |
Amauta |
||
Autor |
Título |
Autor |
Título |
Núm. 1, 10 de noviembre de 1928 |
Núm. 19, nov.-dic., 1928 |
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Casanovas, Martí |
México después de la muerte de Obregón |
Arbulú Miranda, Carlos |
Cartel. Amauta |
Montaldo, Oscar |
México y Vasconcelos. Defensa de la revolución |
Peña Barrenechea, Enrique |
3 poemas |
Rolland, Romain |
La respuesta de Asia (con motivo del Centenario de Tolstoy [sic]) |
Cerruto, Oscar |
Cinema |
Bretón, André, Jean Cocteau, Durtain, Luc Werth, León André, Francis Vandervelde, Emile Frank, Waldo De Unamuno, Miguel |
El problema de la literatura y arte proletarios. Encuesta internacional de Monde |
Mariátegui, José Carlos |
Reseña de El chileno en Madrid y El roto, de Joaquín Edwards Bello
|
Mariátegui, José Carlos |
Sobre el problema indígena |
Welker, J. C. |
Blanca Luz |
Martínez de la Torre, Ricardo |
Reseña del libro Cómo tomaron el poder los bolcheviques, de John Reed. |
Alsworthy, John |
Tolstoi, novelista |
Churata, Gamaliel |
Mañanas Collas |
Wiesse, María |
Dos poetas: Charles Vildrac y Guy Charles Cross |
Amauta |
2º aniversario de Amauta. Aniversario y balance |
Reseña de Santa Teresa y otros ensayos de Américo Castro |
|
|
|
Momentos cerca de Schubert |
|
Churata, Gamaliel |
Posibilidad vernacular de la pintura de José Malanca |
||
Casanovas, Martí |
Cuadro de la pintura mexicana |
||
Abril, Xavier |
Orientación de la aguja lírica |
||
Internacional del magisterio americano |
Protesta y llamamiento de la Amauta |
||
Bach, Fritz |
El imperialismo, un fenómeno económico |
||
Rabines, Eudocio |
El capital financiero |
||
Castro, José Cristóbal |
Carta |
||
Ríos, Bertha |
Carta a José Carlos Mariátegui |
||
Confederación Sindical Latinoamericana |
Proyecto de Estatutos |
||
Tejera, Humberto |
La crisis venezolana |
||
Núm. 2, 24 de noviembre de 1928 |
|
||
Luis Guzmán, Martín |
Un capítulo de El águila y la serpiente |
|
|
Mariátegui, José Carlos |
Prensa de doctrina y prensa de información |
||
Su |
La lucha revolucionaria en la China. El Kuomintang contra el proletariado |
||
Bach, Fritz |
El imperialismo. Un fenómeno económico |
||
Casanovas, Martí |
Cuadro de la pintura mexicana. Interpretación económico-social de la Revolución Artística [I] |
||
Núm. 3, 8 de diciembre de 1928 |
|||
Jiménez de Asúa, Luis |
Libertad de amar |
||
Vivar, Víctor M. |
La escuela única |
||
Solís, Abelardo |
El problema agrario peruano. La comunidad indígena |
||
Halls, F. |
Breve historia del movimiento cooperativista en Inglaterra, antes de Rochdale |
||
Luis Guzmán, Martín |
La vuelta de un rebelde de El águila y la serpiente |
||
Casanovas, Martí |
Cuadro de la pintura mexicana. Interpretación económico-social de la Revolución Artística [II] |
||
Martínez de la Torre, Ricardo |
Mi anticlericalismo |
||
Pavletich, Esteban |
Un mensaje y un anuncio |
||
Orrego, Antenor |
Los libros. Reseña de Parábolas del Ande, de Nazario Chávez y Aliaga |
||
Núm. 4, 29 de diciembre de 1928 |
|||
Araquistain, Luis |
La Revolución Mexicana |
||
Martínez de la Torre, Ricardo |
La amenaza bélica en Sudamérica |
||
Solís, Abelardo |
Sobre la crisis del patriotismo |
||
Mayer de Zulen, Dora |
El Júpiter de América |
||
Núm. 5, 15 de enero de 1929 |
Núm. 20, enero de 1929 |
||
Textil |
Por la mujer que trabaja |
|
Perfil del marinero en la ciudad |
Shaw, Bernard |
El famoso pacto Kellogg es un monumento de estupidez |
Oquendo de Amat, Carlos |
Poema surrealista del elefante y del canto |
Bazán, Armando |
El espíritu guerrero |
Poema de la niña y de la flor |
|
Morenza, Jaime L. |
La situación política en el Uruguay |
Zarate, Fidel A |
Himno escolar González Prada |
Un pequeño comerciante |
La voz de los pueblos |
Cerruto, Oscar |
Versos para mi pequeña soledad |
Orzábal Quintana, Arturo |
La crisis agraria universal |
Ibarbourou, Juana de |
Alegría de un día |
|
|
Neruda, Pablo |
Sonata y destrucciones |
Labarca, Amanda |
Indefensa |
||
Toller, Ernest |
El nido |
||
Orrego, Antenor |
Reseña de La clara senda por Fernando Diez de Medina |
||
Algunas notas de andar y ver |
|||
Wiesse, María |
Reseña de El imaginero, por Ricardo E. Molinari |
||
Reseña de Panorama de la musique contemporaine, por André Coeroy |
|||
Lunatcharski, Anatolio |
El desarrollo de la literatura soviética |
||
Gutiérrez Noriega, Carlos |
Hacia una concepción biológica del arte |
||
Gasch, Sebastián |
Panorama de la moderna pintura europea |
||
Abril, Xavier |
Radiografía de Chaplin |
||
Galvan, Luis E. |
La psicopedagogía de los exámenes |
||
Ramírez Castilla, Samuel |
El sentido social de la reforma universitaria |
||
Confederación Sindical Latino-Americana |
Manifiesto contrala guerra |
||
Sandino, Augusto César |
Carta |
||
Espinoza Bravo, Carlos Alberto |
Nuestra misión ante los destinos de América |
||
Valcárcel, Luis E. |
Hay varias Américas |
||
Araquistaín, Luis |
El aspecto agrario de la revolución mexicana |
||
Silva Herzog, Jesús |
El problema agrario de México y la revolución |
||
Garbo, J. Eugenio |
Reseña de La vie d'Attila, por Marcel Brion |
||
Mariátegui, José Carlos |
Reseña de Frente al problema agrario peruano, por Abelardo Solís |
||
Llamamiento a nuestros amigos y simpatizantes |
|||
Martínez de la Torre, Ricardo |
Contra la demagogia burguesa, cabeza de ratón del reformismo criollo |
||
Meneses, Rómulo |
Saludo al proletariado manual e intelectual de Lima en la Fiesta de la Planta |
||
Bazán, Armando |
El espíritu guerrero |
||
Ibarbourou, Juana de |
El afilador |
||
Núm. 6, 2 de febrero de 1929 |
Núm. 21, feb.-marzo, 1929 |
||
Marof, Tristán |
Ni a Bolivia ni al Paraguay le interesa económicamente el territorio del Chaco |
Adán, Martín |
Romance del verano inculto |
Mariátegui, José Carlos |
Nuestra reivindicación primaria: la libertad de asociación |
Eguren, José María |
La noche de las alegorías |
Eustasio Rivera, José |
Un capítulo de La vorágine: “El rumbero” |
Hespérida |
|
Petrovick, Julián |
La catástrofe de Morococha. El sistema de trabajo de la Cerro Pasco Cooper Corporation |
Oquendo de Amat, Carlos |
El ángel y la rosa |
Martínez de la Torre, Ricardo |
Contra la demagogia burguesa (reproducción de artículo aparecido en el número 20 de Amauta) |
Gutiérrez Cruz, Carlos |
Quítales el sol... |
Silva Herzog, Jesús |
El problema agrario de México y la revolución |
Oribe, Emilio |
Imperativo de creación |
Tizón, Ricardo |
La propaganda mutualista |
Prado, Julio del |
Segunda estación de la biografía del niño Julio |
Espartaco |
Deportes |
Mariátegui, José Carlos |
Reseña de El pueblo sin Dios, por César Falcón |
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Contribución a la crítica de Eguren |
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Preludio del renacimiento de José María Eguren |
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Rodríguez, César A. |
Carta a José Carlos Mariátegui. |
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Churata, Gamaliel |
Valores vernáculos de la poesía de Eguren |
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Núñez, Estuardo |
Ensayo sobre una estética del color en la poesía de Eguren |
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Peregrín |
cazador de figuras |
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Petrovick, Julián |
Prosa para José María Eguren |
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Prado, Julio del |
José María Eguren y el mar |
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Sánchez, Luis Alberto |
"Ramona" y José María Eguren |
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Wiesse, María |
Elementos de la poesía de Eguren |
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Valcárcel, Luis E. |
Motivos ornamentales incaicos |
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Martínez de la Torre, Ricardo |
Aspectos de la estabilización capitalista |
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Solís, Abelardo |
Cultura e ideología |
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Marof, Tristán |
Bolivia y la nacionalización de las minas |
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Núm. 7, 21 de febrero de 1929 |
Núm. 22, abril de 1929 |
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Marof, Tristán |
Bolivia y la nacionalización de sus minas |
Abril, Xavier |
Breve apunte para un romance breve |
Mendoza, Humberto |
El circo de Charlot |
Nota |
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Mariátegui, José Carlos |
Los libros. Reseña de El pueblo sin dios de César Falcón y Frente al problema agrario peruano de Abelardo Solís |
Moraga Bustamante, J. |
Brújula |
Manyari, Moisés Marino |
Hacia el 1er Congreso de Normalistas |
Correa Calderón |
Palabras a Miguel de Unamuno |
León y M., Pablo |
La historia del movimiento obrero en 1919 |
Notas sobre la novela francesa |
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Felde, Zum |
Letras americanas. El Perú de Mariátegui |
Chávez Aliaga, Nazario |
El movimiento intelectual de avanzada en Chiclayo |
Mayer de Zulen, Dora |
Matrimonio, desposorio y enlace |
Brum, Blanca Luz |
Reseña de Poetas uruguayos, por Giselda Zani |
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Wiesse, María |
Reseña de Achalay, por Rafael Jimena Sánchez |
Reseña de Chopin ou le poete, por Guy de Pourtales |
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Casanovas, Martí |
Vanguardismo y arte revolucionario: confusiones |
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Pettoruti, Emilio |
Piero Marussig |
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Gutiérrez Noriega, Carlos |
Hacia una concepción biológica del arte pt.2 |
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Internacional del Magisterio Americano |
Manifiesto |
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Internacional de los Trabajadores de la Enseñanza |
Mensaje a la Primera Convención Nacional de Maestros argentinos reunida en Córdoba (Enero de 1929). |
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Valdez, Abraham |
La disputa internacional por el Chaco |
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Tejera, Humberto |
La situación económica de Venezuela |
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Martínez de la Torre, Ricardo |
Política patronal y política obrera |
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Solís, Abelardo |
La verdad sobre la catástrofe minera de Morococha |
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Zamora, Adolfo |
Contra la corriente |
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Luxemburgo, Rosa |
Navidad en el asilo de noche |
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Bustamante, Luis F. |
Reseña de Los estados intersexuales en la especie humana, por Gregorio Marañón |
||
Proletariado de Morococha |
Carta |
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Eguren, José María |
Carta |
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Núm. 8, 1 de mayo de 1929 |
Núm. 23, mayo de 1929 |
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González Prada, Manuel |
El intelectual y el obrero |
Churata, Gamaliel |
Elegía plebeya para la compañera qué murió imilla |
L.F.B. |
Los libros. Reseña de La Revolución Mexicana de Luis Araquistaín |
Miro Quesada, César Alfredo |
Poema en hoz a Máximo Gorki |
Rabines, Eudocio |
El devenir de la política mundial |
Varallanos, José |
Emoción distante de la puna y los arrieros de contrabando |
Seguel, Gerardo |
El defensa de la Asociación de Profesores de Chile |
Canción del bandolero verde |
|
Subcomisión de Educación de la ISR |
Problemas de organización sindical. La educación obrera |
Wiesse, María |
El hombre que se parecía a Adolfo Menjou |
Bejarecha |
La falsa caridad. Cuento popular |
Portal, Magda |
Reseña de El renuevo y otros cuentos, por Carlos Montenegro |
Zerpa, Manuel |
Perspectivas del proletariado gráfico |
Casanovas, Martí |
La plástica revolucionaria mexicana y las escuelas de pintura al aire libre |
Tello, Demetrio |
La lucha obrera en Colombia |
Acurio, Cesar, |
La escuela hogar |
Martínez de la Torre, Ricardo |
Política Patronal y Política Obrera |
Arias, María Judith |
La escuela hogar |
De la Fuente, Nicanor |
Una exposición del arte mexicano |
Segue, Gerardo |
La reacción en Chile contra los maestros |
González, Mary |
La mujer y la lucha entre el capital y el trabajo |
Franco, Alejandro |
El aymara del siglo XX |
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|
Mariátegui, José Carlos |
El arreglo peruano-chileno |
Rabines, Eudocio |
La disputa del Chaco |
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El termidor mexicano |
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Conferencia Sindical Sudamericana Contra la Guerra |
Primera Resolución sobre los peligros de guerra en América Latina y particularmente entre Paraguay y Bolivia |
||
Romero, Emilio |
Sobre "Las huellas de los conquistadores" |
||
Bustamante, Luis F. |
"La revolución mexicana", por Luis Araquistain. |
||
Martínez de la Torre, Ricardo |
La teoría del crecimiento de la miseria aplicada a nuestra realidad |
||
Barbusse, Henri |
La batalla antifascista |
||
Liga Contra el Imperialismo |
Invitación al II Congreso Mundial Antiimperialista |
||
Valcárcel, Luis E. |
Un libro de Mariátegui |
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Núm. 9, 18 de agosto de 1929 |
Núm. 24, junio de 1929 |
||
Martínez de la Torre, Ricardo |
2º aniversario de Sacco y Vanzetti |
Marx, Karl |
La revolución española: espartero |
Ramos, Ángela |
La represión de la vagancia |
Gobetti, Piero |
Tres ensayos |
Espartaco |
Los deportes. El valor de la gimnasia |
Mariátegui, José Carlos |
Defensa del marxismo |
Arbulú Miranda, Carlos |
El Ayllu. Defensa y reivindicaciones de los trabajadores agrícolas. Aspectos del problema de la tierra. Proceso del gamonalismo |
Chávez Aliaga, Nazario |
Parábolas del Ande |
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Peralta, Alejandro |
Travesía andinista |
Lecheras del ande |
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Westphalen, Emilio Adolfo |
Itinerario en carne de caracol |
||
Abril, Xavier |
Estética del sentido en la crítica nueva |
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Nota en contra del fallecimiento |
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Fuente, Nicanor A. |
Reseña de El nuevo poema y su orientación hacia una estética económica, por Magda Portal |
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Wiesse, María |
Reseña de Los trabajos y los días, por Luis Franco. |
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Latorre, Gilberto |
Las estilizaciones del pintor Guillermo Buitrago |
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Sartoris, Alberto |
Arquitectura internacional |
||
Gobeti, Piero |
Nuestro protestantismo |
||
Internacional Sindical Roja |
Subcomité de Educación de 1ª. La auto-educación obrera |
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Galvan, Luis E. |
La orientación educacional de los jóvenes |
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Jiménez de Asúa, Luis |
La muerte buena |
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Bustamante, Luis F. |
"La revolución española", por Carlos Marx |
||
Gobeti, Piero |
Un perseguidor de anárquicos |
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Marx, Carlos |
Espartero |
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Unamuno, Miguel de |
Carta a los estudiantes españoles |
||
Gobeti, Piero |
Doménico Giuliotti |
||
Bazán, Armando |
Publicaciones sobre Rusia |
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Bustamante, Luis F. |
"Rusia a los doce años", por Julio Álvarez del Vayo |
||
Abaru, A. |
Nota |
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Sortoris, Alberto |
Arquitectura internacional |
||
Núm. 25, jul.-ago., 1929 |
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Chávez Aliaga, Nazario |
Parábolas del Ande |
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Miro Quesada, Alfredo |
Poema |
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Adyacencia de la fruta y el canto |
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Portal, Magda |
Palabra de esperanza |
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El hijo |
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Prado, Blanca del |
Adyacencia de la fruta y el canto |
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Vázquez, Emilio |
¡Kutinijatawa, lulu! |
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Brum, Blanca Luz |
Canto |
||
Reissner, Larisa |
En los campos de la pobreza. |
||
Ramos, Ángela |
El viaje de Blanca Luz a México |
||
Varallanos, José |
"Romancero del destierro", por Miguel de Unamuno. |
||
Malanca, José |
Antonio Gutiérrez |
||
Bukharin, Nicolás |
Breves notas sobre el problema de la teoría del materialismo histórico |
||
Confederación Sindical Latino-Americana |
Manifiesto |
||
Zarate, Fidel |
El parlamentarismo y el presidencialismo en el Perú |
||
"Orígenes del régimen constitucional en España", por Melchor Fernández Almagro |
|||
APRA. Célula de París |
Circular |
||
Marof, Tristán |
Respuesta a Alcides Arguedas. |
||
Bustamante, Luis F. |
"La revue marxiste" |
||
"La mujer, nuestro sexto sentido y otros esbozos", por Roberto Novoa Santos |
|||
Núm. 10, 7 de septiembre de 1929 |
Núm. 26, sep.-oct., 1929 |
||
Franco, Alejandro |
Un artista aymara |
Abril, Xavier |
Guía del sueño |
Álvarez del Valle, Julio |
El Cemento [prólogo] |
Mosaico contemporáneo |
|
Frankfurter, Félix |
El proceso Sacco-Vanzetti |
Prado, Blanca del |
Pueblo |
Tello, Demetrio |
La crisis de la industria textil en Inglaterra |
Varallanos, José |
Canciones del amor indígena |
Plejanov, Jorge |
Ex-cátedra. Socialismo utópico y socialismo científico |
Canción del bandolero verde |
|
Confederación General de Trabajadores del Perú |
Manifiesto |
Crimen celestial |
|
|
|
"El libro de las imágenes", por Humberto Zarrilli |
|
Wiesse, María |
El veneno |
||
Mercedes Padrosa, pianista mediterránea |
|||
El violista André Sas, elemento para nuestra cultura musical |
|||
Eyna, Ernesto |
El Amauta Atusparia. |
||
Glaeser, Ernesto |
Los que teníamos doce años |
||
Seoane, Manuel |
Brújula |
||
Solís, Adalberto |
Contra algunos "ismos" |
||
Mariátegui, José Carlos |
Bourdelle y el anti-Rodin |
||
Ubicación de Heinrich Zille |
|||
Saco, Carmen |
Balance sumario de Bourdelle |
||
Frank, Waldo |
Retrato de Charles Chaplin |
||
Navea, Daniel A. |
Los aprendices brujos |
||
Valcárcel, Luis E. |
Sobre peruanidad |
||
Sabogal, José |
Los "mates" y el yaraví |
||
Bustamante, Luis F. |
"La situación económica mundial en el 49 trimestre de1928" |
||
Paz, Jorge |
Los asesinatos de huelguistas en Gastonia |
||
Pesce, Hugo |
"La enfermedad de los Andes", por Carlos Monge y otros |
||
Liga Contra el Imperialismo |
Carta |
||
Mariátegui, José Carlos |
Labor interdicta |
||
Fuente: Alberto Tauro (1986) Amauta y su influencia, Lima: Empresa Editora Amauta (Serie Popular). Cuadro comparativo elaborado por Perla Jaimes Navarro. |
Notas:
[1] Mi agradecimiento a la etnohistoriadora Perla Jaimes Navarro por la atenta lectura de este ensayo, así como las oportunas sugerencias e información complementaria que tuvo a bien brindarme.
[2] Mariátegui, José Carlos. “Aniversario y balance”. Amauta (Lima), núm. 17, septiembre de 1928, pág. 2.
[3] Mariátegui, José Carlos. “Introducción al proceso de nuestra literatura”. Mundial (Lima), 14 de septiembre de 1928. Incluida como texto introductorio de su ensayo “El Proceso de la Literatura” en su libro 7 Ensayos de Interpretación de la realidad peruana (2005, págs. 229-233).
[4] Mariátegui, José Carlos. “El Centenario de Tolstoy”. Variedades (Lima), 15 de septiembre de 1928. En: El artista y la época (1959, págs. 134-137).
[5] Comunicación personal de Juan Gutiérrez, historiador peruano.
[6] Mariátegui, José Carlos. “Labor”. Labor (Lima), núm. 1, 10 de noviembre de 1928, pág. 1.
[7] “Vida Sindical”. Labor (Lima), núm. 3, 8 de diciembre de 1928, pág. 8.
[8] “Vida Sindical”. Labor (Lima), núm. 8, 1 de mayo de 1929, pág. 6.
[9] “El ayllu”. Labor (Lima), núm. 9, 18 de agosto de 1929, págs. 6-7.
[10] Ídem.
[11] Petrovick, Julián. “La catástrofe de Morococha”. Labor (Lima), núm. 6, 2 de febrero de 1929, pág. 4.
[12] “Labor continúa”. Labor (Lima), núm. 9, 18 de agosto de 1929, pág. 1.
[13] “Admonición del 1º de Mayo”. Labor (Lima), núm. 8, 1 de mayo de 1929, pág. 2.
[14] Ídem.
[15] “Labor continúa”. Labor (Lima), núm. 9, 18 de agosto de 1929, pág. 1.
[16] Ídem.
[17] “Labor”. Labor (Lima), núm. 10, 7 de septiembre de 1929, pág. 1.
[18] “Labor”. Labor (Lima), núm. 8, 1 de mayo de 1929, pág. 8.
[19] La primera edición latinoamericana de los Protocolos fue realizada en Quito en 1920 y la segunda, en Santiago de Chile en 1924.
[20] “Liga Internacional Contra el Antisemitismo”.
[21] Para este pasaje resulta valiosa la evocación del Antropólogo Claudio Lomnitz acerca de sus abuelos: “Noemí Milstein y Miguel Adler se conocieron en el Perú. Miguel llegó al Perú de Bukovina, que en ese entonces pertenecía a Rumania, en 1922, con 18 años. Venía huyendo del servicio militar, con ideas socialistas y sionistas (Hashomer Hatzair). En Lima estudió filosofía en la Universidad de San Marcos, donde conoció a José Carlos Mariátegui, de quien se hizo amigo íntimo, colaborador y seguidor. Miguel Adler tradujo textos del alemán y del ruso para Amauta, la revista de Mariátegui, y armó su propia revista, que tiró sólo tres números, la Revista Judía, en la que Mariátegui también colaboró.
“Mi abuela, por su parte, fue una belleza notable, y una mujer de gran cultura. Había estudiado en el gymnasium en Chernovitz, lo que la hacía una mujer culta, y siguió leyendo y pensando a lo largo de su vida. Fue una especie de musa de la intelectualidad peruana de los años 20’ según me contó Pablo Macera, el famoso historiador peruano, cuando fui a dar un cursillo en Lima hace unos años.
“Miguel y Noemí formaron parte de la tertulia de Mariátegui. Ahí consolidaron sus simpatías comunistas, también empezó ahí el interés indigenista de mi abuelo, pero esa es otra historia. Para lo de Ilya importa que la cercanía de sus padres con Mariátegui hizo que, en 1930, el año de la muerte del gran intelectual peruano, y tras del golpe de Estado que tumbó a Augusto Leguía, metieran a la cárcel a Miguel. A los pocos meses salieron los Adler exiliados a Colombia.
“Cuando Ilya tendría dos o tres años [1948], Miguel y Noemí se desilusionaron amargamente del comunismo. En los años inmediatos al final de la Guerra, se empezó a conocer más ampliamente la realidad del régimen soviético, con sus purgas sangrientas, su totalitarismo y su antisemitismo” (Lomnitz, s/f).
[22] Adler en la “Presentación” de su primer número escribió: “Con Repertorio Hebreo cuyo primer número lanzamos hoy, atrevidamente, a la publicidad, le nace al perseguido y odiado pueblo hebreo un nuevo defensor.
“[…] Se propone, sobre todo, ser un exponente de la alta cultura judía. Ensayará. Investigará. Hará una revisión justa de los valores supremos que constituyen la base de nuestra cultura. Será una tribuna libre, verdadero laboratorio de experimentación ideológica: polémica, crítica, leyendas, episodios, anécdotas. Crítica severa, pero cariñosa y honrada, de las costumbres y hábitos defectuosos de nuestra nacionalidad, que en su mayor parte son debidos a la vida anormal e inhumana a que fue sometido el pueblo de Israel durante dos milenios. Por lo mismo, hacemos nuestra, desde el principio, la declaración (que sirve al mismo tiempo de invitación) que sigue:
“Admitimos colaboraciones de todos los que quieran expresar ideas sanas y justas; de los escriben con sangre, porque ‘Blut Geiste ist’”. Adler, M. Ben-Tzevi. “Presentación”. Repertorio Hebreo (Lima), núm. 1, abril-mayo de 1929, pág. 1.
[23] Mariátegui, José Carlos. “Israel y Occidente, Israel y el Mundo”. Repertorio Hebreo (Lima), núm. 1, abril-mayo de 1929, págs. 5-8.
[24] Roberto Feldman es considerado como una figura mayor de la comunidad judía peruana y latinoamericana. Fundador y director del periódico Nosotros a partir de 1931, espacio privilegiado de la intelectualidad judía con no pocos artículos sobre la cultura nacional. Feldman en 1934 organizó en Lima el primer cónclave de comunidades judías del continente. Con motivo de la visita de Samuel Guy Inman, al lado de Leopoldo Weil, toma como suya la iniciativa de fundar el “Comité de Protección a los Inmigrantes Israelitas al Perú” el 13 de Mayo de 1935 (Trahtemberg, 1989, págs. 7, 26 y 29; Zwilich, 1966, págs. 13, 17, 39; 67-68).
[25] “Nuestros primeros colaboradores en el país”. Repertorio Hebreo (Lima), núm. 1, abril-mayo de 1929 [contraportada].
[26] Milstein, Noemí. “La reunión israelita en Lima”. Repertorio Hebreo (Lima), núm. 3-4, julio-agosto de 1929, pág. 50.
[27] Mariátegui, José Carlos (1987). “El Segundo Congreso Mundial de la Liga Contra el Imperialismo”. En: Ideología y política (1987).
[28] Mariátegui estaba empeñado en reconstituir la sección peruana de la Liga Antiimperialista, según lo refrenda la nota “La organización de la Liga Anti-imperialista”. Amauta (Lima), núm. 32, agosto-septiembre de 1930, pág. 83.
[29] Comunicación personal de Juan Gutiérrez.
[30] Labor (Lima), núm. 1, 10 de noviembre de 1928, pág. 3.
[31] Mariátegui José Carlos (1929, 6 de diciembre), “Occidente y el problema de los negros”, Mundial, Lima, reproducido en (1970), Figuras y Aspectos de la Vida Mundial III, Empresa Editora Amauta, Lima.
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Cómo citar este artículo:MELGAR BAO, Ricardo, (2020) “José Carlos Mariátegui, el quincenario Labor (1928-1929) y las clases subalternas en el Perú”, Pacarina del Sur [En línea], año 11, núm. 44, julio-septiembre, 2020. ISSN: 2007-2309.
Consultado el Miércoles, 11 de Diciembre de 2024.Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1898&catid=3