¿Caída  del imperio del  "Chapo" Guzmán? Antecedentes,  interrogantes, hipótesis y una alerta temprana para América Latina

Fall of the Empire of "Chapo" Guzman? Backgrounds, questions, hypotheses, and an early warning for Latin America

Queda do Império do "Chapo" Guzman? Fundo, questões, hipóteses, e um alerta para a América Latina

Daniel Cieza Fernández[1]

Recibido: 14-03-2014 Aprobado: 30-03-2014

 

El 23 de febrero de 2014 salió en la portada de miles de diarios de todo el mundo la impactante noticia de que en México había sido detenido el jefe narco-traficante más importante del mundo. Se trata de Joaquín Guzmán Loera, apodado “Chapo”. Según diversos informes, el “Chapo” Guzmán es el Jefe del Cartel de Sinaloa, organización ilegal con operaciones en unos 50 países, y sobre todo con control del mercado estadounidense de las drogas.

El cartel de Sinaloa surge hace más de 20 años, en el noroeste mexicano, al dividirse el cartel de Guadalajara, y es conducido por Guzmán Loera y otros dirigentes de su generación. El arresto del “Chapo” fue celebrado entre otros, por la Marina mexicana, la DEA estadounidense y el gobierno priísta de Enrique Peña Nieto, y se llevó a cabo sin disparar un solo tiro. Sería un golpe fuerte contra la principal organización narco-traficante del mundo. Hasta aquí la noticia y una síntesis de los comentarios de miles de informes que se han sucedido las semana siguientes. Sin embargo, los antecedentes del caso abren muchos interrogantes.

Según periodistas mexicanos, en base a testimonios de altos jefes militares, el tráfico de drogas en México era de perfecto conocimiento del Ejército y había una complicidad de la estructura castrense. Todo esto hasta la derrota electoral del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el año 2000.  La política del Partido Acción Nacional (PAN) modificó este esquema. Hay indicios para pensar que los gobiernos de este partido habrían optado por negociar con el cartel de Sinaloa que fue el que más creció en los últimos doce años y el que tuvo un número menor de bajas.

El PAN, en particular bajo la presidencia de Felipe Calderón, declaró la guerra abierta al narco y el resultado fue más de 70 mil muertos. Algunas organizaciones, como los “Zetas”, que empezaron como brazo armado del cartel del Golfo y luego se independizaron, decidieron enfrentar la represión estatal con mayor violencia. Lo mismo ocurrió con desprendimientos del cartel de Sinaloa, como el grupo liderado por los hermanos Beltrán Leyva. La violencia se hizo demasiado visible en el país, en contraste con períodos anteriores. Con el triunfo de Peña Nieto y el regreso del PRI el esquema vuelve a cambiar. La violencia ligada al narco tiene menos visibilidad, y el 22 de febrero de este año es detenido, en el puerto de Mazatlán,  el emblemático jefe del cartel de Sinaloa.

Imagen 1. El “Chapo” Guzmán. Fuente: Cuarto Oscuro.2014.
Imagen 1. El “Chapo” Guzmán. Fuente: Cuarto Oscuro.2014.

Con base en estos antecedentes surgen varios interrogantes: 1. El arresto del “Chapo” podría ser fruto de una negociación de alto nivel. Llama la atención que no hubo violencia, situación distinta a la captura de otros jefes narcos, los cuales fueron ultimados; 2. No hay indicios de que se está desarticulando la poderosa estructura financiera y de lavado de dinero que tiene el cartel de Sinaloa; 3. Pareciera que no va a prosperar el pedido de extradición solicitado por Estados Unidos.

Estos antecedentes e interrogantes permiten formular una hipótesis central, a partir de la cual puede entenderse que el arresto de Guzmán Loera solo marca un intento del PRI para reordenar el funcionamiento de los cárteles, pero no de eliminarlos del escenario delictivo mexicano.

 

El análisis de una noticia que recorre el mundo

El domingo 23 de febrero del 2014 una noticia apareció en la portada de miles de diarios del mundo: el jefe del Imperio de la droga mas importante del planeta había sido arrestado en Sinaloa, México .Se trata de Joaquín Guzmán Loera, apodado “Chapo” (poca estatura), nacido en el Estado mexicano de Sinaloa, de baja escolaridad pero de encumbrada posición económica, según el ranking de la Revista Forbes. En efecto, dicha publicación de negocios le adjudicó una fortuna de mil millones de dólares en su carácter de “transportista”.

Según diversos informes, que glosaron   la noticia del arresto, el “Chapo” Guzmán es el jefe del cartel más importante del mundo, con operaciones en 48 países, y sobre todo con el control de la mayor porción del mercado estadounidense de drogas ilegales.

El cartel de Sinaloa surge hace mas de 20 años, en el noroeste mexicano, al dividirse el cartel de Guadalajara, y es conducido por Joaquín  Guzmán y otros jefes de su generación, como Ismael  “Mayo” Zambada y Juan José “Azul” Esparragoza.   Este grupo hegemoniza una “Federación” de organizaciones narcos mexicanas que ha logrado controlar el tráfico de cocaína desde Colombia y encabezar el abastecimiento del mercado ilegal de Estados Unidos, donde se encuentra el mayor número de consumidores.

El crédito por el arresto del “Chapo” fue disputado entre otros por la Marina mexicana, la DEA estadounidense y el gobierno priísta de Enrique Peña Nieto. La captura se desarrolló sin disparar un solo tiro y fue presentado como un golpe fuerte contra la principal organización narco-traficante del planeta, y el fin del imperio del “Chapo”.

Hasta aquí la noticia y una síntesis de los comentarios de miles de informes que se han sucedido las semanas siguientes. Sin embargo, como suele ocurrir en México, las cosas no son como parecen. Los antecedentes del caso abren muchos interrogantes y permiten plantear algunos debates e hipótesis. En este sentido, me atrevo a formular algunas reflexiones de un “argen-mex” que ha vivido en el interior de la República Mexicana e intentar un enfoque desde las ciencias sociales, que excede lo meramente impresionista. El debate seguramente será alimentado por el hecho de que cientos de miles de televidentes latinoamericanos están viendo estos días la serie “Escobar: El Patrón del Mal”. La hipótesis de estas notas es, justamente, que el tema del “Chapo” amerita  un poco más que una miniserie exitosa, y que debe tomarse en serio.[2]

 

Antecedentes turbios

Durante años hubo en México un rumor que se repetía en voz baja en charlas de café y en los corrillos políticos. De acuerdo a las sospechas ciudadanas, funcionaría en forma subterránea una poderosa estructura mafiosa de traficantes de drogas que actuaban con la tolerancia de estamentos del gobierno priista, en especial el Ejercito y las corporaciones policiales. Este rumor habría sido confirmado por las investigaciones de la revista Proceso y por la periodista Anabel Hernández en la última década. Esta  reportera, citando informes del General Acosta Chaparro-quien luego fue asesinado- sostiene que al menos hasta el año 2000 autoridades del Estado mexicano y altos jefes militares conocían perfectamente las operaciones de los narco-traficantes, las autorizaban informalmente y recibían beneficios que se distribuían por los canales  orgánicos (Hernández, 2010).

El triunfo electoral del PAN en el año 2000 inaugura otra etapa y muestra otro paisaje. Es sintomático que en los primeros días de la presidencia de Vicente Fox el “Chapo” se escapa de un penal de alta seguridad con inocultable complicidad de las autoridades.

En los dos sexenios que gobierna el PAN (2000-2012) se fortalece el cartel de Sinaloa,  se visibiliza hasta el hartazgo la problemática de la violencia y se generalizan las masacres colectivas y “ajustes de cuenta”. Hay investigaciones académicas , entre ellas las del abogado Edgardo Buscaglia, que muestran la gran expansión e internacionalización del cartel de Sinaloa y las relativamente pocas bajas sufridas en comparación con otros cárteles rivales (Buscaglia,2013). Por otro lado las administraciones panistas desplazan al Ejército mexicano de los principales operativos, involucran a la Marina, y establecen una mayor relación con la DEA. Todo indica que la DEA, como ya lo hizo en Colombia,  plantea favorecer a unos cárteles en desmedro de otros atendiendo a oscuras razones “tácticas”. En México resulta claro que el tratamiento que recibieron los Zetas, fue muy distinto al del cartel de Sinaloa.[3]

A partir del gobierno de Felipe Calderón se desata una “guerra antinarco” que hace explícita con mayor intensidad la problemática de la violencia y que provoca reacciones sanguinarias de grupos como los Zetas o el cártel encabezado por los hermanos Beltrán Leyva, al mismo tiempo que muestra las limitaciones de una estrategia basada en el uso generalizado del Ejército y Marina como fuerza policial. El número de victimas, que oscila entre los 70 mil y los 120 mil muertos en el sexenio ahorra comentarios. Pero además los cárteles se multiplican, como son los casos de la Familia y Los Caballeros Templarios que surgen en Michoacán y se extienden a Guerrero y  Jalisco para disputar mercados con bandas que operan en esas regiones.

En este contexto, el “Chapo” goza de una llamativa impunidad. Se casa con una reina de belleza en su propia región, participa de fiestas, y se lo ve en lugares públicos. La versión de que escapa a la captura a través de siete casas conectadas  por túneles, emitida por muchos medios es realmente poco seria. Evidentemente no hubo una decisión  política de detenerlo.

Imagen 2. El “Chapo” Guzmán. Cartón de Helio Flores.
Imagen 2. El “Chapo” Guzmán. Cartón de Helio Flores.

 

Un mapa cambiante  y un poder paralelo y permanente

El mapa del control territorial de los cárteles mexicanos es variable. La Federación, dirigida por el cartel de Sinaloa y que integran entre otros el cartel Nuevo Milenio, la Familia de Michoacán, o el Cartel del Golfo es la mas poderosa. Por otro lado, aparecen los Zetas y el cartel de los hermanos Beltrán Leyva. Entre estos grupos, a los que hay que sumar el antiguo cartel de Tijuana, se establece un sistema de alianzas y rupturas permanentes.

Pero más allá de los cambios en este mapa, se profundizan algunos aspectos de un poder permanente. Surge y se consolida una suerte de poder paralelo, que realiza acuerdos con poderes municipales para recaudar dinero, que corrompe policías y jueces, que imparte justicia de manera informal, que crea nuevas bocas de lavado de recursos monetarios, que consigue sus armas de manera “legal” en la frontera con Estados Unidos, y que reemplaza al Estado en crear empleo y establecer escuelas y organismos asistenciales. En coyunturas electorales, como las de 2012, el poder narco pagó muchas campañas y aumentó su control político en regiones que empiezan a denominarse ‘narco estados”.

En esta etapa se profundiza también la internacionalización de algunos cárteles, como el de Sinaloa, con filiales en más de 40 países, o el de los Zetas que avanza de manera notable sobre América Central. Esta expansión se construye sobre alianzas y acuerdos con grandes empresas, bancos y poderes públicos. Porque una economía ilegal y un poder paralelo no puede expandirse sin acuerdos y protección de los poderes formales. ¿Acaso se puede concebir el gran poder de los narcos sin  la complicidad del sistema bancario que lava su dinero o de empresas legales que les venden armas y tecnología, y de funcionarios que miran para otro lado?

Ese poder paralelo y permanente también es funcional a ciertos Estados, ya sea  auxiliando en momentos de iliquidez las finanzas publicas, creando empleo informal, construyendo infra-estructura social, financiando campañas electorales, y actuando como ‘’ guardias blancas” contra movimientos rebeldes. Hay muchos ejemplos en México y Colombia, de estas funciones ocultas de los grupos narcos. Para citar solo algunos casos mencionemos el de Rogaciano Alba,  líder del cartel de Sinaloa en Guerrero, que fue Alcalde del Municipio de Petatlán, Presidente de la Sociedad Ganadera del Estado, y presunto jefe de guardias blancas. O el de los grupos para-militares de Colombia, donde se reciclaron conocidos narcos y luego actuaron al servicio de terratenientes o grandes empresas.

Imagen 3. Ismael “El Mayo” Zambada. Fuente: Archivo de la revista <em>Proceso</em>. 2010.
Imagen 3. Ismael “El Mayo” Zambada. Fuente: Archivo de la revista Proceso. 2010.

Finalmente, organizaciones formales de Estados Unidos también interactúan con este poder paralelo. El informe Kerry demuestra que la CIA financió con dinero de los narcos el apoyo a los “contras” en Nicaragua a fines de los 80 (Scott & Marshall, 1991), mientras que los vendedores de armas tienen como importantes clientes a los narcos  y  grandes bancos se benefician con el lavado de dinero. Obviamente, la DEA realiza múltiples acuerdos informales con los grupos narcos.[4]

 

El  retorno de antiguos pactos

El regreso al gobierno del histórico partido oficial, el PRI, ha significado un cambio en  la política anti-narco. El Presidente Peña Nieto ha bajado el perfil en cuanto a la guerra entre el Estado y los cárteles y ha tratado de que la violencia tenga menor visibilidad (Bielsa, 2014). También ha combinado represión con políticas sociales, por ejemplo, en el sonado caso del Estado de Morelia, donde los nuevos grupos La Familia y Los Caballeros Templarios desafiaron al Gobierno Federal.

Pareciera que el esquema del PRI es volver al periodo anterior al 2000 donde el Estado ejercía cierta regulación y control de los cárteles, quienes a su vez respetaban algunos códigos de conducta y ciertas reglas del juego.

Es difícil saber si ha disminuido la violencia vinculada al narco, pero es evidente que se exterioriza en menor medida. También podría conjeturarse que se logró un reparto más ordenado de “plazas” lo que permite acotar la conflictividad entre los cárteles.

Es evidente que doce años de panismo habían generado un gran caos en materia de violencia ligada al narcotráfico. Aparentemente hasta el año 2000 el Ejército mexicano jugaba un rol clave en cierta regulación territorial del problema. En los años posteriores se alteró el esquema.

Estallaron violentas disputas por las plazas y aparecieron nuevos grupos. Algunos dirigentes del PRI fueron detenidos, como los casos del ex gobernador Mario Villanueva en Quintana Roo o el ex alcalde Rogaciano Alba, en el Estado de Guerrero.

El retorno del PRI a la administración federal podría implicar la reformulación de antiguos pactos. Se trata de reordenar el territorio y bajar sustancialmente la escalada de violencia, lo que obligaría al Gobierno a negociar con nuevos poderes fácticos regionales.

 

La detención del “Chapo”

No es intención de estas notas establecer la verdadera secuencia del espectacular arresto del “Chapo”. En rigor, no es importante establecer si fue una entrega pactada o una detención afortunada. Lo que sí está claro, es que como dicen en la jerga política, los poderes fácticos que le daban protección “le soltaron la mano”. En rigor, era insostenible que el prófugo más importante del planeta estuviera trece años exhibiéndose públicamente en las narices de dos de los Estados más poderosos de la región.

El arresto del “Chapo” pareciera encuadrarse en una nueva etapa. Si bien formalmente los captores fueron agentes de la Marina mexicana con el apoyo de la DEA aparecen algunas cuestiones sugestivas. Entre otras, cabe señalar:

1)      No se disparó un solo tiro. Las capturas de jefes anteriores como Nacho Coronel, Arturo Beltrán Leyva o Heriberto Lescano  fueron muy violentas y terminaron con la muerte de los jefes. Esto sugiere la existencia de alguna negociación previa, que podría continuar, aún con el “Chapo” en la cárcel.

2)      La extradición solicitada por Estados Unidos no parece tener buena recepción en el Estado mexicano. Como sugiere Bielsa, en caso de negarse la extradición habría mayor posibilidad de buscar algún arreglo entre los gobiernos con el fin de salvar diferencias en futuras detenciones de grandes “capos”.

3)      Las narrativas sobre la tarea de captura del “Chapo” fueron distintas según la Marina, la DEA y el Gobierno mexicano. Es posible que haya contradicciones y puntos de vista distintos que se explican a partir de los intereses políticos de cada agencia y del propio gobierno de México. Por otro lado, la muestra de imágenes de túneles conectados con desagües y otros elementos que explicarían la impunidad del “Chapo”, sugieren un montaje. No es creíble que un prófugo resista trece años con un sistema de túneles que conecta sus casas. Ese sistema puede servir parar eludir ataques de carteles rivales pero no para evadirse de cuerpos especiales de inteligencia policial de México y Estados Unidos.

4)      La caída del “Chapo” no trajo la detención de otros “capos” importantes ni la desarticulación de su poderoso aparato empresarial y financiero.

5)       Ni siquiera se han mencionado los aliados internacionales del jefe del cartel, ni sus nuevas líneas de trabajo como establecer laboratorios de producción de metanfetaminas en varios países de Sudamérica.

 

  ¿El fin de un imperio?

La afirmación de que al arresto del “Chapo” significa un duro golpe al narcotráfico  y el fin de su imperio no resiste el análisis. Los cárteles actuales se manejan como empresas  multinacionales que no dependen de una persona,  y se reproducen en forma notable. La idea de que un grupo mafioso depende de la personalidad de un líder es propia de las series televisivas, pero no de un estudio político y económico serio.

Pero además hay en México una estructura permanente, con muchos años de presencia en el mundo de los negocios, que los poderes públicos no  parecen estar decididos a eliminar. Esta antigua estructura clandestina tiene funciones latentes u ocultas que ningún gobierno estaría dispuesto a reconocer pero que son evidentes: pagan campañas electorales, solucionan problemas de liquidez de organismos públicos y bancos, hacen inversiones en infraestructura social que los Estados no realizan, actúan como guardias blancas ante movimientos sociales y aportan cuotas regulares a las arcas de las instituciones públicas.

Si se hubiera tomado la decisión política de terminar con el narco se tendrían que adoptar una serie de medidas simultáneas y coordinadas que ni siquiera se han iniciado.

Lo que sí parece estar en marcha es un proceso “gatopardista” donde el Estado mexicano intenta reordenar el mapa territorial y sobre todo, evitar las luchas entre cárteles o la excesiva independencia de alguno de ellos. Todo indica que se ha tomado la decisión de  reducir el impacto mediático de la violencia y llevar adelante un proceso de negociación (Bielsa, 2014).

La caída del “Chapo” podría significar el fin del favoritismo con el que se vio beneficiado el cártel de Sinaloa y el comienzo de un nuevo “pacto” secreto entre el Estado Federal y los cárteles, cuyos efectos todavía no se visualizan.

En síntesis, pareciera que el arresto del “Chapo” fue más  una mega-operación política y mediática, que un hecho significativo en la lucha contra las organizaciones de narco-traficantes.

 

Alerta temprana para América Latina

La profusa difusión sobre el imperio en las sombras donde ejerció su control el “Chapo” debe servir para alertar sobre la existencia de un fuerte poder paralelo al Estado, con ramificaciones y alianzas en todo el continente.

En rigor, se trata de una economía subterránea ilegal que representa porciones crecientes del PIB y que tiene vasos comunicantes con la economía formal. Pero además hay datos de que esta “mesa de dinero” ilegal se reproduce a través de diversos mecanismos de lavado. Hay empresas “fantasmas” con sedes en Miami y Panamá que se ocupan de realizar las maniobras financieras necesarias para inyectar los recursos ilícitos en empresas y bolsas de valores (Proceso, 1948; 2013).

Respecto al tráfico de cocaína parece haberse consolidado la hegemonía del cartel de Sinaloa, que controla la producción de pasta base en el Amazonas colombiano, y maneja las rutas hacia Estados Unidos y Europa. Es evidente que el grupo mexicano ha realizado alianzas con remanentes de los antiguos cárteles colombianos. A su vez, abastece al mercado europeo a través de contactos y alianzas con otros grupos del cono sur.

Hoy las drogas sintéticas o metanfetaminas son una de las líneas de trabajo del cartel de Sinaloa y el nivel de desarrollo de este negocio ilícito es difícil de determinar. Veamos algunos síntomas que no deben pasar desapercibidos. En países como la Argentina se habrían acumulado importantes reservas de efedrina, uno de los componentes de la droga sintética, que entraron en tiempos de escasa vigilancia. Esta sustancia es manejada por la llamada “mafia de los medicamentos” y ya hubo episodios de violencia no esclarecidos, como el crimen de tres jóvenes empresarios ligados a una importante cadena de farmacias. Por otro lado, también se detectó un laboratorio clandestino en el gran Buenos Aires, y fueron detenidos ciudadanos mexicanos que luego aparecen ligados al Cartel Nuevo Milenio, grupo integrante de “La Federación”. El semanario Proceso había advertido sobre la presencia del cartel en las provincias argentinas de Córdoba, y Santa Fe, y ya hay evidencias de una fuerte corrupción en las policías locales.[5]

Imagen 4. Presuntos miembros del cártel de Sinaloa. Fuente: Contrapunto News.
Imagen 4. Presuntos miembros del cártel de Sinaloa. Fuente: Contrapunto News.

Pero hay algo más preocupante que los tentáculos del mayor cartel del subcontinente. El problema central es que el esquema de relaciones entre el poder económico ilegal y las dirigencias políticas está generalizado. En países como Guatemala,[6] Honduras o Colombia, donde operan otros carteles, hay fuertes denuncias sobre campañas electorales pagadas por los narcos y legisladores procesados por complicidad con estructuras delictivas. Los investigadores Luis Garay Salamanca y Eduardo Salcedo Albarrán, han publicado estudios de casos sobre regiones de México, Guatemala y Colombia donde plantean “la reconfiguración cooptada de los Estados” (Garay Salamanca-Salcedo Albarrán, 2012).

Es evidente que las organizaciones de narcotraficantes ya se han convertido en actores políticos en algunas regiones de la Argentina. Tanto en la provincia de Santa Fe como en Córdoba, se ha comprobado la existencia de bandas delictivas con fuertes nexos con altos funcionarios de las policías provinciales. Esto se suma a antiguas denuncias sobre grupos locales en Salta (Poma, 2007) en Misiones, Catamarca y otros distritos involucrados en el traslado de la cocaína desde la zona andina, o la marihuana desde el Paraguay, hacia los grandes mercados urbanos.

En síntesis, el narco-poder se está consolidando como un actor político informal, pero de gran peso en el escenario latinoamericano.

 

La sombra del “Chapo” y los delitos de cuello blanco

El imperio del “Chapo” se sostiene no solo mediante el ejercicio de la violencia, su principal soporte son miles de delitos de cuello blanco, que como sostuvo el creador del concepto, (Sutherland, 2000) nunca se denuncian ni investigan en el mundo capitalista. Delitos tributarios, referidos al contrabando, lavado de dinero, violaciones de deberes de funcionarios públicos y cohecho,  se cometen todos los días bajo el imperio del “Chapo”, pero no se investigan ni se sancionan.

Será muy difícil erradicar el problema si se piensa que solo hay que detener a gatilleros y sicarios, y no se encaran simultáneamente los delitos conexos, en su mayoría de “cuello blanco”.

Y aquí aparece el “lavado de dinero” como principal acto ilícito. Al respecto, hay denuncias en Estados Unidos donde se comprobaría que bancos muy importantes de aquél país como la banca Morgan, el Bank of American o la Wells y Fargo están involucrados en el manejo de dinero de los cárteles mexicanos (Diario Tiempo Argentino, 2/3/14).    

Las  próximas  coyunturas  electorales pueden ser propicias para que aparezca dinero proveniente del narcotráfico en el financiamiento de las campañas y obras públicas que fortalezcan a los caudillos políticos locales.

Será necesario investigar el origen de fondos sospechosos, con agencias estatales y fiscalías especializadas, de absoluta seriedad[7]. Estas acciones deben encuadrarse en un enfoque preventivo de la narco-criminalidad que se está gestando dentro de los países de la UNASUR, y que otorga prioridad a la inteligencia criminal y el fortalecimiento de la justicia.

Sería un grave error delegar la prevención y represión de la narco-criminalidad en agencias especializadas estadounidenses o de otros países desarrollados, como sugieren grandes grupos empresariales y los principales medios de comunicación. Porque como ya advirtió el abogado Marcos Kaplan, investigador de la UNAM, hace más de una década:

[…] Estados Unidos, sobre todo, pero también otros países desarrollados como  los europeos y Japón, deben asumir su responsabilidad como principal causa y dínamo del narcotráfico latinoamericano y mundial, en su carácter de principales demandantes y consumidores de drogas, y de proveedores y beneficiarios de grandes transacciones comerciales y financieras con los traficantes (Kaplan,1991:165).



Notas:

[1] Maestro en Sociología por la BUAP y Doctor por la UNLP-Argentina. Fue profesor de Sociología  en la Universidad Veracruzana. Actualmente es profesor titular y miembro del Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Sociales de la U.B.A.

[2] Llama la atención el escaso nivel de análisis de cientistas sociales sobre un tema de gran envergadura. En México son conocidos los análisis de Edgardo Buscaglia, que retoma desde la academia una línea de análisis que inaugura el extinto Marcos Kaplan (Kaplan, 1991).  Pero se trata de enfoques muy generales, que necesitarían el aporte de estudios regionales que profundicen los análisis de revistas como Proceso. En otros países de America Latina, salvo Colombia, el tema del poder de los cárteles no ocupa en lugar destacado en la agenda académica. Con la caída del “Chapo”, en la Argentina sólo se destaca una nota firmada por el excanciller y ex titular de la SEDRONAR, Rafael Bielsa (Bielsa,2014)

[3] Según Anabel Hernández y la Revista Newsweek, un hijo de Ismael Zambada declaró ante la justicia norteamericana que los jefes del Cartel de Sinaloa tenían un acuerdo con la DEA, de pasar información sobre otros carteles a cambio de no ser molestados. Este análisis es retomado por el diario Tiempo Argentino, en un artículo del 2/3/14 titulado “El entramado que une al “Chapo” Guzmán, el narcotráfico  y los bancos norteamericanos”

[4] La relación de la CIA con los grupos narcos de Pablo Escobar en Colombia y Roberto Suárez en Bolivia es confirmada por un libro reciente escrito por la viuda de este último. Ver Levy,Ayda “El Rey de la cocaína” Debate,2012,Buenos Aires. Sobre la relación entre las fábricas de armas y los bancos de Estados Unidos con los narcos mexicanos pueden verse diversos artículos de la revista Proceso, de México, de los últimos  tres años, y en particular la edición especial Nro. 36 de enero de 2012.

[5] El Fiscal adjunto para la Narco-criminalidad viene advirtiendo e investigando sobre el impacto de las drogas sintéticas (Crous, Felix, Página  12; 23/2/2004) y se ha reforzado la PROCUNAR, con el aporte de un Fiscal de Rosario. En esta ciudad, la mas importante de Santa Fe, fue detenido y condenado Mario Segovia, apodado “El Rey de la Efedrina”, acusado de formar  parte de una banda, integrada también por mexicanos, que producía meta-anfetaminas.

Como ha señalado Crous, en el pasado reciente se han detectado exportaciones  ilegales de efedrina a México. En estas operaciones las ganancias eran siderales, ya que  el Kg. de efedrina cotizaba a 100 dólares en Argentina y valía 10.000 dls. en México.                  

[6] En Guatemala, las investigaciones de la Fundación MEPI-El Periódico tambien revelan aspectos poco trasparentes del oficialista partido Patriota y del opositor Partido Líder, dirigido por Manuel Baldizón.

[7] En Argentina, la reciente ratificación de la conducción de la Unidad de Información Financiera( UIF) y el fortalecimiento de la Procuraduría Adjunta contra la Narco-criminalidad con funcionarios que se destacaron en causas complejas de Derechos Humanos son  medidas muy positivas.

 

Bibliografía:

Bielsa, Rafael “Prisión para el ‘Chapo’ ¿Quién sigue?” en Revista Perfil, Nro 866, marzo de 2014, Buenos. Aires

Cieza, Daniel, “Economía ilícita, control social y violencia” en Revista del Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata, Nro 37, mayo-noviembre 2009, La Plata

Cieza, Daniel, “Sbatella y los delitos de cuello blanco”, Tiempo Argentino, 27 de enero, 2014, Buenos Aires

Buscaglia, Edgardo “Vacios de poder en México”, Debate, 2013, México, D.F.

Garay Salamanca, Luis y Eduardo Salcedo Albarrán, “Narcotráfico, corrupción y Estados”, Debate, 2012, México, D.F.

Hernández, Anabel, Los señores del narco, Grijalbo, 2010, México

Kaplan, Marcos, El Estado Latinoamericano y el Narcotráfico, UNAM, 1991, México

Levy, Ayda “El Rey de la cocaína”,  Debate, 2012, México, D.F.

Poma, Sergio, Salta, el narco-poder, Editorial Materor, 2007, Salta

Reveles, José, El cartel incomodo, Editorial Planeta, 2011, México

Scoot, Peter y Jonathan Marshall, “Cocaine politics”, University California Press, 1991, Berkeley.

Sutherland, Edwin,  El delito de cuello blanco,  Ediciones La Piqueta, 2000, Madrid.

 

Cómo citar este artículo:

CIEZA FERNÁNDEZ, Daniel, (2014) “¿Caída del imperio del "Chapo" Guzmán? Antecedentes, interrogantes, hipótesis y una alerta temprana para América Latina”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 19, abril-junio, 2014. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=940&catid=3