Ciudadanía integral desde la educación básica en el Perú [II]. El paradigma de la ciudadanía en la educación básica. Un caso de diversificación curricular para la educación de jóvenes y adultos (EBA)
Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán y Valle, Perú
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Recibido: 04-10-2019
Aceptado: 11-11-2019
Capítulo 2. Ciudadanía en la educación básica
Resumen
La problemática de la ciudanización en educación básica se relaciona entre los enfoques formal e integral; esta se entiende por prácticas pedagógicas acríticas o críticas del docente al frente del grupo/clase. Esta contradicción no es excluyente sino presenta continuidad, el continuo ciudadano empieza en lo formal y apunta hacia la ciudadanía integral, el nudo crítico en la escuela que no está separada del mundo real, son los intereses fácticos (empresariados mercantilistas) conservadores apoyan y aplican políticas educativas para que las generaciones queden solo en las formas y no en una ciudadanía completa, integral, entera. El motivo, es el cuestionamiento de las relaciones de dominación y explotación deben ser convenientemente ocultadas.
De ahí que son aspectos centrales en la ciudadanía para estudiantes de educación básica la necesidad desde los primeros grados trabajar pedagógicamente el proceso de ciudanización, asumiendo la mirada formal pero siempre con la meta de hacerla crecer hacia la integral, incuso incorporando el mercado como un cuarto agente, a la auto determinación, responsabilidad, desarrollo. Al respecto, la herramienta más útil es la intervención significativa, para la cual la escuela administrada por el Estado no está diseñada para producir estos resultados, aunada a la oposición de aquellos que consideran que los estudiantes de Básica no tienen educabilidad para una ciudadanía integral, de condición moral como pacto social de pertenencia y valoración que viene desde la cultura pan andina de Chavín.
La ciudadanía educativa integral está centrada en desarrollo de actitudes, valores, principios de convivencia democrática en la mirada nacional, despliegue de competencias de integración social y órdenes sociopolíticas de los estudiantes. Los espacios pedagógicos de identificación de reconocimientos y responsabilidades, pertenencia a la comunidad, intervención significativa, expresiones sustantivas de ciudadanía en esta etapa Básica; de otro lado la identidad es clave con sus elementos de articulación, identificación, individualización, elección que generan sentido de pertenencia.
De ese modo, los contenidos de esta ciudadanía se basan en la nación, democracia y república, cuyas líneas son extensión comunitaria, persona como finalidad, no se agota en el currículo escrito de conocimientos y competencias para vida pública, compresión lectora, aprendizajes para convivir, esto es, saberes como conocimiento y habilidades como destrezas personales. Tres son los procesos pedagógicos claves para la ciudanización en educación básica, los espacios educativos, el clima de aprendizajes, situación de la escuela en la comunidad, estimulando el pensamiento crítico, así como los aspectos afectivos y relacionales en una escuela nacional de siempre y de todos.
Problemática de la ciudanización educativa
Los seres humanos no nacemos ciudadanos, nos educamos/educan ciudadanos, por tanto, es formación humana que no siempre ha sido puntualizada así; la educación para la ciudadanía va en relación directa al tipo de sociedad en que las personas se encuentran. Esta situación no es extraña, antes bien, tiene calidad de constructo social, exige procesos educativos holísticos, permanentes. El ciudadano aprende ciudadanía a lo largo y ancho de toda su vida, la familia es el punto de partida, la escuela es un puerto de entrada a la ciudadanía, la comunidad consolida la visión integral, la sociedad institucionaliza la ciudadanía en su totalidad política.
Un componente fuerte del proceso de ciudanización es educativo, este proceso no puede quedar al libre albedrío de docentes que practican pedagogía acrítica, la educación para ciudadanía transciende políticas educativas cortas, las políticas educativas no son ajenas a la realidad social y política, a las verdaderas necesidades de los sectores sociales mayoritarios. Por lo que el tema recurrente en la ciudanización es el debate de cómo lograr que el estudiante niño o adolescente o joven o adulto vivan experiencias en la escuela, prácticas ciudadanas, en sus ámbitos sociales próximos y en espacios lejanos del mundo globalizado o desglobalizado actual. Asimismo, cuando la educación básica es para jóvenes y adultos esas experiencias son saberes aprendidos con sus “artes de subsistencia”, por lo que el proceso adquiere características singulares para ellos. La ciudanización por la educación expresa el retorno del paradigma de ciudadanía que desde hace algunas décadas ha cobrado fuerza en los sistemas educativos nacionales; en la etapa de educación básica, debería centralizar todo el esfuerzo de contribución a la auto formación integral de la personalidad del estudiante.
Todos los pedagogos en el enfoque crítico son conscientes que el Estado y los medios de comunicación masiva en sociedades post coloniales fomentan una educación ciudadana centrada en educación cívica, entendida como formas de saludar los símbolos nacionales –bandera, himno-, celebrar fechas emblemáticas del calendario escolar, día de la independencia, victorias o derrotas; educación acompañada de reglas y valores de “buenas costumbres”. Esto es, el enfoque formal, primer peldaño de cumplimiento hacia (o debería ser) la ciudadanía integral. Pero el ejercicio de una educación integral requiere de ciudanización también integral; en este siglo XXI se advierte creciente déficit de participación tradicional en los procesos democráticos y toma de distancia de los asuntos públicos como consecuencia del desprestigio de la gobernanza autoritaria; la escuela ha marginado la participación de la sociedad habiendo pospuesto su propósito básico: educar para el ejercicio activo de ciudadanía, que no quede solo en formas, trascienda hacia una visión sustantiva, más política del ejercicio ciudadano; tomar en cuenta que para la “formación integral de la personalidad del educando” su componente fundamental es precisamente las prácticas diarias de interrelación ciudadana. Todavía con mayor énfasis, cuando el estudiantado tiene mayoría de edad y por tanto es agente de aquellos derechos y deberes, que reclama un proyecto político nacional democrático.
Las causas de desciudanización en sociedades poscoloniales generan ciudadanía formal, pero que es a su vez peldaño uno de ciudadanía integral.
No hay ciudadanía si existe exclusión social, si una sociedad acepta barrios para pobres, marginales, desafiliados, invisibles, producto de discriminación social; si las oportunidades para los proyectos de desarrollo personal son unilateralizados no por las capacidades/habilidades de los individuos sino por dinero, situación de clase, servicios básicos deficientes –cuando se tienen-; pero también, si no toleran diferencias e identidades de cada grupo social, dentro de las pautas culturales de minorías. Y al revés, profundiza la brecha entre los pocos que tienen todo y los muchos que casi no tienen nada; disimula la intolerancia de cualquiera de sus formas, distingue a los Otros como extraños a la nacionalidad y república, como afirman Borja y Castells:
No hay ciudadanía si la ciudad como conjunto de servicios básicos no llega a todos sus habitantes y si no ofrece esperanza de trabajo, de progreso y de participación a todos. La ciudad debe ser un espacio de fraternidad (1997, pág. 371).
No sólo de la ciudad, rememorando los inicios griegos del constructo social, sino de todos los seres humanos, donde la dignidad de ganarse la vida con su trabajo, de progreso y participación en los asuntos públicos apertura igualdad y fraternidad. La educación básica de este siglo XXI entonces deberá reflejar esas inquietudes, necesidades sociales y reasumir una formación básica de ciudadana integral a escala de los estudiantes, lo cual exige renovación del pensamiento, centralizado en el paradigma de educación para la ciudadanía.
En la educación para la ciudadanía los enfoques formal e integral podrían entrar en contradicción con la competencia personal convirtiéndose en desafíos que trabarían el desarrollo de los estudiantes en las escuelas. Pero analizado el tema se ve que no es antagónica una educación ciudadana hacia el desarrollo de capacidades para la competencia ciudadana, entendida como emulación; hay un núcleo común entre competencia y valores ciudadanos que más bien se complementan. La emulación no es solo herramienta para el éxito personal, también es producto del trabajo en equipo y por tanto para el colectivo, comunidad organizada de un país; aunque algún proyecto educativo institucional de escuela esté centrado en el éxito personal y por tanto descentralice a sus alumnos (principalmente en empresas educativas particulares), el balance final puede ser favorable para una ciudadanía activa, esto depende del docente con la herramienta de la pedagogía crítica.
Ninguna economía de punta en el mundo carece de cohesión interna producto de la ciudanización integral forjada inicialmente en sus aulas, y reforzada por la sociedad civil en el mundo real, que da a esa nación la confianza en su capital social; de ahí que sea una falsa contradicción entre ambos enfoques, esgrimida desde el balcón ideológico de determinados estratos sociales de intereses y afectos a sus tasas de acumulación del capital, que siempre persiguen una ciudanización acotada a sus propósitos oligárquicos, pero que puede y debe ser convertida en la puerta de entrada a la ciudadanía integral.
Por ello, el fortalecimiento de la ciudadanía en la sociedad civil mediante la participación coincide –y no es casualidad- con la democratización del Estado, no dejando al mercado como patrón de distribución y redistribución de la riqueza socialmente obtenida. La escuela tiene un rol protagónico en esta tarea, dado que una sociedad civil más fuerte implica una mejor comprensión del Estado, aquella es la institución más importante para ciudanización; en sentido contrario, a la debilidad de la ciudanización tenemos una sociedad disminuida al igual un Estado desinstitucionalizado, funcional a los intereses socio económicos de las clases sociales propietarias de los medios de producción.
La sociedad cognitiva actual reclama redefinición del papel de la escuela, como al igual, reconceptualiza la relación entre lo privado y lo público, entre lo local, regional, nacional y mundial; algo muy importante para la pedagogía: ¿cómo metodológicamente desarrollar capacidades y virtudes necesarias en las nuevas generaciones -en educación básica-, acompañarlas para que auto desarrollen desde la práctica ciudadana en los establecimientos escolares aquellas pautas centrales en un país post colonial?
Los desafíos de la educación para la ciudadanía tienen además otros ejes, producto de la fragmentación, diferenciación y exclusión social que padecen los estudiantes reales en el sistema educativo nacional, concretamente en educación básica, las cuales dificultan la construcción de una ciudadanía integral que requiere prácticas socio educativas, inicialmente garantizadas por la experiencia de derechos y deberes de convivencia, obviamente no solo de información en material impreso o electrónico. La relación entre la escuela y la ciudadanía no es un tema nuevo, dado que incluso para las oligarquías nacionales/regionales, la educación prepara en ciudadanía formal como consecuencia de la educación obligatoria del pueblo, implica conocimiento de derechos como beneficio colateral hacia la formación integral, a las que esas oligarquías siempre han temido dado que se trata, según ellos, de educación política inadmisible en esta etapa de formación, ocultando que sus intereses capitalistas son transparentados; su afán de lucro evidenciado; la acumulación de poder observada; fenómenos que generan desigualdad, desde discriminaciones e invisibilidades, finalmente exclusión social.
No estamos hablando de escuelas políticas que ellas son los partidos. Nuestro razonamiento es del rol que la escuela debe cumplir en el seno de la sociedad nacional en cuanto a preparar ciudadanos activos, cuyo entendimiento de la historia y geografía no son conocimientos neutros, sino que están inscritos en la ciudadanía como practica cívica que desarrollará a lo largo y ancho de toda su vida, la escuela educa para la vida no en el sentido filosófico, sino en el profundamente político como sinónimo de virtudes y valores de los actores educativos, en especial del profesor comprometido con su realidad y futuro de las generaciones.
Aspectos centrales de ciudadanía en la educación básica
Como proceso pedagógico la educación para la ciudadanía está en el punto de equilibrio entre dos realidades de las sociedades post coloniales: la democracia representativa y el capitalismo global. Evidentemente existe tensión entre la acumulación privada de la riqueza y la necesaria satisfacción de las necesidades básicas de la población que sólo es propietaria de su “fuerza” de trabajo, tanto física como intelectual, dado que las decisiones políticas de dominación son las que priman finalmente en la distribución o redistribución de la riqueza. Para la ciudanización de los estudiantes en la escuela, la primacía del capital sobre el trabajo conlleva a que éste, sea impulsado a definir su lugar en la contradicción; aquí hay dos dimensiones como los decisores de las políticas educativas han implantado la adquisición de competencias para el trabajo, una, formar “cuellos azules”, y dos, formar en competencias para el manejo del capital, los “cuellos blancos”, mostrando de ese modo una ciudanización donde prima el lucro sobre la solidaridad.
En la etapa previa al capitalismo global hacia el informacional no había mayor necesidad de aprender a vivir juntos porque por propia lógica de la relación económica, el modo de producción estaba obligado a hacerlo de esa manera, así como la presencia estatal definía los espacios de desempeño de los ciudadanos formados en las instituciones educativas. Pero desde el último cuarto del siglo XX el capitalismo financiero se hizo mundial2, internacionalizó las economías en el modelo de mercado y lucro, acrecentando la fuerza de corporaciones multinacionales y multilaterales que pugnan por hallar caminos pedagógicos de consenso en la realidad lacerante de los que tienen todo y los que carecen de los promedios de vida para ser ciudadanos en sus propios países.
La consecuencia de lo anterior son colaterales al pensamiento del capitalismo global en una recortada ciudanización, o en el mejor de los casos, el primer peldaño de ciudadanía formal para sociedades latinoamericanas y su correlato en las ciencias pedagógicas para el uso del paradigma educativo, como lo expresa Valdivieso:
En síntesis, a pesar de notables avances en la economía y el Estado, las sociedades latinoamericanas no han dado una respuesta adecuada para resolver cuestiones fundamentales para el desarrollo, como son la superación de la pobreza y la indigencia, la mala distribución del ingreso, los grandes desequilibrios del mundo del trabajo, y la falta de oportunidades para millones de seres humanos en el continente. Desde la perspectiva socio-económica, aquí tenemos una importante justificación para buscar conceptos e instrumentos alternativos para ayudar a salir de esta situación (2003, pág. 16).
Ello responde a que hasta mediados del siglo anterior gran parte de las clases sociales subalternas fueran excluidas de la esfera pública ciudadana (mujeres, analfabetos, indígenas, nativos), en el mejor de los casos fueron “virtuales ciudadanos”, que podían ser incorporados a la ciudadanía formal siempre y cuando tengan educación básica remedial o compensatoria de las campañas de alfabetización, esencialmente de cultura letrada; a ello responde la política cultural libresca –gutemberguiana-, de periódicos, revistas, folletos, con la cual podrían participar en las “deliberaciones” sobre los bienes comunes. En la educación básica impusieron el enfoque formal de ciudadanía, donde el horizonte de la participación es recibir noticias, pero no intervenir en las decisiones.
La relación teoría/práctica en ciudadanía no es un tema de destreza sin previa reflexión y transmisión de conocimientos cuando se pretende ciudadanizar niños, adolescentes, jóvenes, adultos de educación básica. La situación cambia cuando esa relación se pone en espacios de auto formación de jóvenes y adultos, donde la práctica abstracta de las escuelas regulares es experiencial para aquellos estudiantes, y más bien, lo que falta es un nivel didáctico de reflexión de modo, que, si bien se puede empezar por el enfoque formal, debería transitar hacia una ciudanización más integral, sustantiva.
De otro lado, la misma connotación de “ciudad” en la reproducción de las relaciones de producción no se agota en el intercambio económico. La ciudad es un lugar de encuentro, de fiesta, reforzada por la escuela cuando está en centros poblados rurales; en otros términos, es un lugar de relaciones sociales por las que los seres humanos tienen derecho a la “ciudad” como espacio de vida social, cultural, lugar de conocimiento; de lo que se colige que la escuela tiene un lugar central en la educación para la ciudadanía.
Para el enfoque formal de educación en ciudadanía, la ciudad se restringe a la producción de mercancías, al tiempo de trabajo, al fragor diario de lo cotidiano, llevado al extremo en etapas de elecciones electorales. Y lo que sucede es que se confunde lo cotidiano con la vida cotidiana para la socialización de una vida en comunidad, de pensar críticamente. Los intereses del modo de producción –como en la mayoría de las empresas educativas particulares- es la formación del poblador consumidor, como modo de vida e imperativo de mercado; la educación en ciudadanía formal lleva que el estudiante sienta “inclusión” si participa en la ciudad como comprador, siendo el valor dominante de los contenidos en su ciudanización pasiva, es una relación con objetos y no con personas.
Autores como la educadora ecuatoriana Rosa M. Torres llega afirmar la necesidad de introducir un cuarto agente en la ciudanización de los estudiantes de educación básica: “…En verdad, no obstante, se trata de un “tango entre cuatro”, pues en esa tríada está ausente el nuevo gran actor: el mercado…” (2001, pág. 2), darle un lugar al mercado como imperativo no es hegemonizarlo como lo hace el pensamiento formal, positivo; más bien de ese modo refuerza una visión de formación y práctica ciudadana más integral, tomando las distancias respectivas de una mirada neo liberal. Aúna el mercado a los actores Estado, las organizaciones de la sociedad civil y la escuela, pero también asume conciencia del enorme rol de los medios de comunicación debido a su capacidad de “inculcar” a un formidable público valores y prácticas ciudadanas que requiere todo sistema democrático. La etapa de fuerte presencia de la ciudadanía formal, de normas, de sólo derechos y deberes, sin dejarla de lado, reclama una visión más globalizada en los contenidos educativos.
Condiciones de la educación básica para la ciudadanía
Para la labor educativa de ciudanización de los estudiantes en la educación básica existe una condición primera, conocer el modo en que desean vivir con los demás, sus compañeros, sus profesores, en sus familias, comunidad local y nacional, es decir, “nosotros”, dado que vamos a incorporarlos a nuestra sociedad, la misma que está ligada al pilar de “convivir” del Informe Delors; en comunidad no es posible escapar a la dependencia recíproca con los Otros. Esto significa, desde el punto de vista pedagógico, desarrollar el rol decisivo de la intervención de los estudiantes (en general este rol permea todos los discursos de la vida social, dado que como pedagogos tampoco estamos fuera del tema).
Los tres procesos pedagógicos se interrelacionan y cristalizan la triada de identidad, republicanismo y nacionalidad en la ciudanización integral
Si bien es cierto se puede afirmar de forma sencilla la participación, dicha afirmación es más bien nominal que real en las instituciones educativas actuales, en el enfoque predominante de ciudadanía en las escuelas del país esa participación está más pegada a la retórica, a presencia en la normativa. Evidenciamos, que esa ciudanización se asienta en el enfoque formal de participación del estudiante y se agota en la escritura, lectura, cálculo.
La herramienta de la educación para la ciudadanía hacia un instrumento de desarrollo, empoderamiento y equidad, debe ser “intervención significativa”, que involucre a todos los actores educativos conjuntamente con los agentes sociales de la comunidad donde se encuentra la escuela; esto representa que el proceso de ciudanización está enlazado desde los espacios educativos de la Escuela hasta las políticas educativas desarrolladas por instancias de gestión del Ministerio de Educación, implicando las actividades principales pedagógicas, de gestión como administrativas. Asegurar mecanismos y condiciones para esa intervención en la educación reclama una nueva mirada de los procesos principales aludidos; como se puede dar cuenta no se queda en los enunciados de derechos y deberes –que es lo que generalmente agotan los componentes del área curricular de ciencias sociales y áreas afines- sino linda con las otras esferas de interacción democrática del estudiante en la generación de sus propios espacios de auto aprendizaje integral.
Para que la condición de intervención se convierta en un pilar en la ciudanización democrática de los estudiantes en educación básica, los procesos pedagógicos deben estar orientados básicamente por los tres principios (ver diagrama):
- Autodeterminación para el desenvolvimiento de procesos autónomos de aprendizaje por parte de los estudiantes, así como respeto a su cultura de convivir con los Otros, asumida desde su observación ciudadana en la comunidad local.[1]
- Responsabilidad centrada en el propio estudiante para asegurar aprendizajes, pero también auto conocerse como paisano y corresponder a una nacionalidad que optó una forma democrática, republicana como modelo político.
- Desarrollo social referido a la visión sobre el bienestar común compartido con fuerte lazo de solidaridad, uniendo su trayectoria personal a la de los Otros y forjando un nuevo sentido para el nosotros, como elemento central de la ciudadanía integral.[2]
De ese modo, la participación estudiantil deviene en intervención estudiantil, hecho real en la comunidad educativa de la escuela, a mayor intrusión de los estudiantes, mayor legitimidad pedagógica de los docentes y mejor gestión de la institución educativa. Esta relación pedagógica mediada entre docente/estudiante es precisamente lo que da basamento al tipo de ciudadanía que el estudiantado está esperando en su formación básica.
Sin embargo, no se puede dejar de señalar que existen factores limitantes para la intervención estudiantil en la ciudanización educativa. Están en el orden político social, en la educación básica adquieren singulares rasgos por el “lugar” que ocupan y que ocuparán los estudiantes en la organización del trabajo en la estructura socio-política nacional. Entre estos factores se tiene la relativa autonomía para el diseño de la economía, política, tecnología, el grado de dependencia histórica de capitales extranjeros, el débil nivel de integración nacional generado por la pobreza, marginación, invisibilidad, exclusión social que pulverizan los nexos internos de los grupos cardinales del país; también, los factores socioculturales y la historia política expresada en el conservadorismo o conformismo desarrollados desde el bloque en el poder.
Asimismo, el formalismo legal convertido en encapsulamiento de reconocimientos y responsabilidades comunales; el bajo sentido de responsabilidad social generado desde los medios de comunicación social que prefieren la sintonía, a los valores nacionales. A todos estos hechos fácticos para las sociedades poscoloniales como la peruana se aúnan factores institucionales de cómo están organizadas las escuelas que, en lugar de fomentar la intervención de los estudiantes, son diseñadas precisamente para recortar, ignorar o minimizar las libertades básicas de ciudadanía en formación, que es el entorno favorable a la intervención estudiantil.
Es, además, bueno recordar que la ciudanización fue un tema central entre los griegos antiguos, que la asumían como el desarrollo “moral” del individuo en una comunidad política, en la que el ciudadano tomaba conciencia de su identidad, significa que el estudiante debería aprender en el liceo hábitos y costumbres, desarrollarlos y potenciarlos a través de virtudes aludidas anteriormente. Esto apertura dos apartados en las condiciones de la educación para la ciudadanía, la educabilidad en ciudadanía por parte de los estudiantes, así como la axiología inherente a ella.
- Educabilidad para la ciudadanía. Algunas entidades multilaterales plantearon a fines del siglo anterior la cuestión si los estudiantes en educación básica tenían aptitudes para asumir contenidos de ciudadanía. Educacionistas, así como pocos docentes sin insinuar la educabilidad de los estudiantes, dejaban entrever que el enfoque integral no es aplicable en esta primera etapa del sistema educativo, sin dejar de mencionar aquellos que consideran “peligrosa” la supuesta politización de las estudiantes a edades tempranas. Esto responde a que esos actores educativos manejan un pensamiento de la educación como relaciones pasivas en las que el estudiante es básicamente naturaleza y no desarrollo histórico, olvidando que la conciencia humana es un hecho colectivo; el estudiante es el reflejo de la sociedad en que vive, de sus relaciones sociales. Aquellos quieren esconder lo evidente: el hombre es un animal político en la acepción moral del pensamiento antiguo.
El fenómeno se observa con mayor claridad en la educación de niños y adolescentes donde la primera tarea “moral” (en el sentido griego aludido) es la formación humana para que luego asimilen valores y virtudes ciudadanas. En la educación de jóvenes y adultos esta dicotomía no está presente, lo que resulta débil es la socialización con señales de identidad claras, que broten de las diversas pertenencias que tiene el estudiante a su comunidad. Dado que la madurez moral para la participación comunal dinamiza al estudiante, así como la ciudanización permite suavizar conflictos en los grupos de diversas expectativas como está conformada una comunidad, le ayuda a auto formarse en las virtudes ciudadanas de modo que profundiza su formación humana por la asunción de éstas, como una unidad de contradicciones.
Asumir de ese modo la educación para la ciudadanía es reconocer que la formación básica no se limita a conocimientos escolares ni a aprendizajes supuestamente necesarios, confinados a la etapa normada de preparación escolar. La educación es a lo largo y ancho de la vida, es una actividad permanente como es la condición de ciudadanía, se extiende desde la cuna hasta la tumba. Luego, la educabilidad de los estudiantes es una presencia que la propia vida exige a todos los individuos. La educación, la comunidad, como la política son mucho más amplias que la escolarización y certificaciones respectivas; la extensionalidad de la educación está en relación directa con la ciudanización permanente dado que ésta, es el corazón de la educación y por consiguiente de la socialización; la convivencia social se asienta en la ciudanización, en virtudes aprendidas que, de no serlo, serán conflictivas una vez que ha pasado la etapa escolar, por lo que exigen continuidad.
Los aprendizajes de ciudadanía por tanto son otra creación histórica y no naturaleza del estudiante, dado que entroncan con tradiciones éticas y morales subrayadas desde los compromisos con los Otros y con la sociabilidad como elementos diferenciados en la comunidad humana. Luego, la ciudadanía se educa; no basta nacer en una sociedad democrática para ser ciudadano; se forman ciudadanos mayormente por acción de una pedagogía crítica (o, al contrario, desciudanizan a los intereses del bloque en el poder por una pedagogía formalista y tradicional como el enfoque pasivo de acriticidad). El aprendizaje ciudadano es para integrarse en la comunidad política, con acción en ella, además de la normativa, contribuye a que el estudiante actúe en el bienestar común, desde una perspectiva de nacionalidad y república, un educando democrático que interviene en mantener este espacio probabiliza su mediación en la formación de opinión de la comunidad educativa y política donde está viviendo, por la toma de decisiones y su empoderamiento en proyectos, por pequeños que sean.
Por ello, el principio básico de los aprendizajes en ciudadanía es “aprender haciendo”; se hacen ciudadanos en la práctica de vida, que, en el caso de la educación de jóvenes y adultos, no es la prolongación de la comunidad política del entorno de la escuela, sino la misma comunidad local convertida en educadora -lo que los expertos llaman “aprendizaje en servicio” para la formación básica-. Este principio calza con los pedagógicos ya que sitúa al estudiante en el centro de las actividades pedagógicas, asumiendo su protagonismo, autoría, para su propia auto formación integral; aquí la contribución de los otros actores educativos es orientadora, guiadora, mediadora. A diferencia de las escuelas mercantilistas, la escuela (estatal principalmente) que no está dominada por el enfoque de mercado neoliberal, costo/beneficio, interesado únicamente en la promoción y el éxito individual, sino en el ciudadano integral, lo orienta desde su mejoría personal hacia el bienestar respecto de los Otros.
En el enfoque integral de ciudadanía el estudiante abordaría los principales espacios de la experiencia humana, de persona que vive en un régimen socio-político, o de tipo opresivo y dominante, o también aprendizajes de virtudes en valores nacionales y republicanos venidos de cuatro mil años en el escenario peruano. Al respecto, es una experiencia de Ser, aprender a Ser él mismo de modo que se vaya auto formando para liberarse de limitaciones socio económicas, seguir auto construyéndose y lograr el mayor grado de autonomía posible, así como de reconocimientos y responsabilidades ciudadanas como parte de su Identidad, a partir de la cual, como una herramienta, plantearse las cuestiones nacionales y adoptar una posición crítica al respecto.
Igualmente, la experiencia de convivir, aprender a entenderse con los Otros de modo que su proyecto personal supere la tendencia a la fragmentación, separación, aislamiento entre los ciudadanos, resaltar la predisposición al exceso de individualismo que cosifica al Otro, este rasgo de educabilidad apunta a valorar el Nosotros de modo que se sienta identificado con los valores nacionales y el régimen democrático de convivencia. También integrarse, aprender a formar parte de la sociedad, progresando desde los primeros grados en usos y costumbres que forman la colectividad nacional tras haber superado un aceptable nivel de civismo, de hábitos públicos y participación activa en los asuntos de su comunidad, así como de los contenidos nacionales, desde una atalaya identitaria y democrática.
Habitar en el mundo globalizado o desglobalizado, asumiendo una ciudadanía cosmopolita que sin negar los valores y virtudes nacionales se inserte en los temas contemporáneos, implantando una moral universal de responsabilidad y reconocimiento con el presente y con el futuro de la humanidad del planeta; ser estudiante nacional en el mundo.
- Axiología para la ciudadanía. En todo lo afirmado de condiciones para la ciudanización, la axiología tiene un rol importante, tiñe el corpus de la ciudadanía integral. Precisamente en esto se basa la primacía de la educación para la ciudanización, esto es, la formación moral del estudiante. Y estos valores son tan significativos dado que, de la fortaleza interna en la comunidad educativa para la ciudadanía integral la escuela habría logrado que la educación a lo largo y ancho de la vida no se termine en la etapa escolar, sino se extienda a espacios no escolares, poseducación básica, a la vida real para el estudiante de EBR/EBE, el estudiante siga aprendiendo contenidos referidos a los tres componentes fundamentales de la educación para la ciudadanía en la escala de valores nacionales, democráticos e identitarios. No es cualquier aprendizaje sino el que consolida el pacto social de pertenencia y valoración permanente de la triada aludida.
En la escuela administrada por el Estado la recurrencia a la moral ciudadana podría sonar a que se está potenciando una “moral del Estado”; es más bien lo contrario, desarrollando una ética compartida tanto en el plano local y global (uno de estos son los derechos humanos) que cualquier ciudadano suscribe y comparte; aunque al inicio pueda estar preguntándose por qué voy actuar de acuerdo a valores que siento como ajenos. Precisamente aquí ingresan los valores nacionales y democráticos expresados en esta ética compartida que tiene que ver con el ser nacional y con el futuro de sociedad peruana en el mundo. Las comunidades del país al respecto tienen situación privilegiada para una ciudadanía integral, dado que la base de valores ancestrales que algunos atribuyen al Inca Garcilaso de la Vega, conforma la plataforma: laboriosidad, honradez, veracidad (ama sua, ama qella, ama llulla), o como amor a la tierra, trabajo digno, estudiar en serio, según el estudio de M. Góngora.
De otro lado, tampoco se debe caer en el extremo de los antivalores, posesionados desde los intereses de los sectores dominantes que trabajan para que la ciudanización sea a sus propios objetivos. En el hogar la justificación del acto vedado; el ascenso social y posesión de bienes a cualquier costo (“el que tiene plata habla como quiere”); también en lo social, la competencia por lograr puestos de poder y desde ellos influenciar o enriquecerse; el uso inadecuado de los cargos públicos elegidos; las diversas formas de evasión del control y la transparencia en la información, son algunos hechos de la realidad que en las condiciones concretas como se desarrolla la sociedad son anti valores que perfilan corrupción y que deben ser trabajados en la educación básica.
La explicación para ello son las fallas en la ciudanización que tiene la escuela actual, donde el sistema educativo no está en línea con los intereses nacionales democráticos para utilizar de modo consensuado el paradigma de ciudadanía en la formación básica de los estudiantes; tal como expertos apuntan, la educación tradicional en esas escuelas lateralizan una ciudanización integral que corrija errores, con objetivos sólo transmisivos de patrones de conducta destinados, como es sencillo de verificar, a reproducir una sociedad injusta anti nacional, anti democrática y desindentificada.
Conceptualización de ciudadanía educativa integral para educación básica
Hay muchos acercamientos a la conceptualización de ciudadanía integral en la literatura de la educación para ciudadanía aplicable a la primera etapa de educación. Y esto es así por su importancia para la socialización de los nuevos miembros de la sociedad, así como la garantía de viabilidad de la propia sociedad, en un mundo cada vez más interdependiente. Esas tendencias Benito las racionaliza:
La diversidad de tendencias puede situarse en un continuo en el que cabe destacar tres aproximaciones que van de un menor a un mayor grado de implicación personal y de compromiso con la transformación social, cada una de las cuales incluye a la anterior (Kerr, 2000): Educación sobre la ciudadanía (conocimiento y comprensión de la historia, las estructuras, los sistemas de gobierno, la vida política, etc.) Educación a través de la ciudadanía (participación activa en la escuela y en la comunidad local, reforzando los conocimientos). Educación para la ciudadanía (herramientas, conocimiento y comprensión, destrezas y actitudes, valores y normas para participar activamente en la sociedad, en la vida adulta) (2007).
Atendiendo a ese continuo, el paradigma educativo de ciudadanía más acorde a las tesis planteadas en el enfoque integral se concibe como una educación para la ciudadanía, que alcanza y subsume al enfoque formal, como se viene repitiendo, hegemónico en las escuelas estatales, ligado a la educación sobre la ciudadanía y en algunas instituciones por acción de sus comunidades. Estos conceptos se quedan en la periferia de una integral ciudanización, más atrás todavía en la educación básica de jóvenes y adultos.
Luego, la conceptualización de la educación para la ciudadanía (en su base la intencionalidad pedagógica de ciudanización de los estudiantes) es una actividad principal de desarrollo de actitudes, valores, principios de convivencia democrática en la mirada nacional, sin descuidar el horizonte cosmopolita del mundo. Esto significa que la educación básica para la ciudadanía fomenta el despliegue de competencias de integración social y órdenes sociopolíticos en los estudiantes de manera gradual, su rasgo central es la intervención significativa movilizada en pro del régimen republicano democrático, que no se reduce a tener una cédula de identidad. En la educación –y principalmente en jóvenes y adultos- además, incentiva la autoestima social de la clase social de procedencia, antes que un exacerbado egoísmo, que lleva siempre a exclusión de los Otros.
Es, por tanto, el proceso socializador nacional democrático que permite definir con claridad la identidad peruana –para el caso-, y no responde a intereses de las oligarquías muchas veces apoyadas en adhesiones religiosas o políticas antidemocráticas o chauvinismos que en ocasiones han puesto en cuestión algún componente de la identidad nacional. La educación básica para la ciudadanía vista de este modo está muy lejos de las deformaciones nacionalistas de otros escenarios, así como de las prácticas que la historia registra; dado que es una ciudadanía de iguales, fraterna y solidaria la que la escuela deberá orientar en las conciencias de los estudiantes.
Así, los propósitos de la educación ciudadana integral estimulan el discernimiento de los estudiantes en las esferas política, económica, social; cultivan competencias cognitivas, procedimentales y asociativas para el protagonismo del estudiante en la comunidad. Esto es, se espera que el estudiante básicamente se informe sobre política y participe en ella, así como defienda los principios republicanos democráticos con visión de nacionalidad; para ello es necesario que los estudiantes se apropien de procesos cognitivos y habilidades de información, análisis ascendente, evaluación formativa con autonomía; actúen en función de lo que piensan en su propio ambiente (comunicación, apertura, tolerancia, respeto de los demás).
Y desde el terreno de los objetivos la ciudanización de los estudiantes implica el conocimiento comprensivo de las relaciones nacionales con el mundo, aporta saberes para la transformación de la sociedad en que vivimos que lamentablemente fomenta pobreza, marginación, invisibilidad, desigualdad, exclusión; desarrolla competencias éticas que abran actitudes democráticas republicanas, responsables, solidarias en valores que vienen de muy atrás en la historia nacional; acrecienta su autoestima y resiliencia con pensamiento crítico; fomenta la participación para el cambio a un mundo más justo donde bienes, servicios y el poder estén distribuidos de manera equitativa; favorece el desarrollo humano sostenible en un mundo cada vez más pequeño por las revoluciones tecnológicas.
De ahí que la finalidad de ciudanización que la escuela ofrece a los estudiantes en espacios de reflexión, análisis, estudio, acerca del funcionamiento de la república desde un horizonte nacional, pero no queda sólo en la normativa sino la trasciende hacia valores comunes universales que son el sustrato último de una ciudadanía integral. Por ello, la institución educativa en el paradigma de ciudadanía tiene como misión la formación de personas políticas y moralmente activas, conscientes de la normativa, comprometidas con su país y con la democracia republicana, con identidad en la diversidad cultural de la sociedad del conocimiento, a pesar de las inevitables relaciones de conflicto y poder que acompaña siempre la convivencia humana.
Componentes de ciudadanía integral para la educación básica
En las sociedades contemporáneas, cuyos rasgos son los cambios en la escuela y las familias, cobijan déficit de socialización; los nuevos agentes sociales producto del desarrollo de las colectividades no cubren esas carencias, en especial los medios de comunicación, principalmente televisión e internet, dado que a diferencia de la vieja escuela éstos, no han sido diseñados como agencias de socialización, de formación moral y cultural de las personas. En realidad, desde la mirada de la educación básica para la ciudadanía tanto los contenidos escolares como las prácticas docentes en las aulas –incluso el mismo sistema educativo nacional- que fueron garantes de la cohesión social en gran parte del siglo XX a través de la observancia de las normas son evacuados por el enfoque formal.
Existe por tanto la necesidad de “desprogramar” lo cotidiano de la simplista manera de ver las relaciones sociales de lo cotidiano, que como se recalca, es consecuencia de racionalización y consecuente normalización. Menos limitar la idea de ciudadanía a los actos eleccionarios por más democráticos que parezcan, no basta elegir nuevas autoridades y ser fieles cumplidores de la normativa, del “desorden” establecido, hecho a medida de las oligarquías. La ciudanización integral debe incluir además para los estudiantes de educación básica una serie de acciones que incidan en la vida de su comunidad sea local, regional o nacional, no pueden ser también invisibilizados de la vida política. Y esto requiere de espacio en la escuela donde los estudiantes puedan actuar juntos, organicen una convivencia en este espacio en que se ha convertido la institución, dado que el republicanismo democrático es también expresión política de otro tipo de civismo, y que mejor ocasión que en la comunidad educativa. Esta es otra ciudanización, más humana y política. J. Benito, citando a E. Audigier (1999) nos dice:
La educación para la ciudadanía es un campo teórico y práctico donde se traducen, en acuerdos y desacuerdos, nuestras concepciones de la vida social y política, la definición de los derechos, libertades y obligaciones que estimamos legítimas para nosotros y para los otros, nuestras maneras de pensar el lugar de los conflictos y de resolverlos, nuestras concepciones de la educación, del papel respectivo de la familia, de la Escuela y de otras instituciones susceptibles de intervenir en la instrucción, la educación y la socialización, del lugar que tienen los conocimientos o la experiencia en la construcción de competencias. A estos elementos se añade la necesidad de una prospectiva que permita anticipar ciertas evoluciones de nuestras sociedades (2007).
En conciencia, la educación para la ciudadanía no desecha el sistema de relaciones normadas, pero a diferencia del enfoque formal que las toma como fin último, en la ciudadanía integral es un medio para finalidades de mayor nivel que están íntimamente ligadas a la socialización en valores de la nacionalidad, con intervención democrática y desde un atalaya diferenciador identitario respecto a los Otros, sin que signifique exclusión sino ciudadanía nacional en el mundo. Da legitimidad por la participación de todos en las grandes decisiones políticas que afectan a la sociedad e incluso sostienen un aprendizaje de competencias que se extienden permanentemente a lo largo y ancho de la vida, prospectivos con racionalidad, asentado en sentimientos comunales.
De ahí que los espacios pedagógicos progresivos de la ciudadanía integral:
- En primer término, identifican reconocimientos y responsabilidades de los estudiantes de modo que adquieran conocimiento con “racionalidad” de cómo están organizados los grupos humanos y qué hace diferentes unos grandes grupos de otros –asimismo en su interior los regionalismos-, la ciudadanía se aprende, pero no en solitario sino en relación con los Otros.
- Luego, debe ser desarrollada la pertenencia a una comunidad política con derechos y deberes que asientan y legitiman la diferenciación nacional, incidiendo en la convivencia como práctica central de vivir en comunidad
- El tercer momento es la necesidad imperiosa de intervención significativa en la vida política de su comunidad institucional, local, regional, nacional y mundial a partir de mecanismos democráticos de deliberación, diálogo, consenso, tolerancia en la toma de decisiones que se desarrollan en la escuela.
Para eso los escenarios de la acción ciudadana en el enfoque integral hacia la educación básica es necesario desencadenarlos, que comprendan e interpreten: qué ocurre, cómo ocurre y por qué ocurre sucesos en la comunidad. Trabajando estos esfuerzos para desenmascarar a los que acumulan el capital y están interesados en presentar los hechos como inevitables, y no como hechos históricos realizados por personas con reconocimientos y responsabilidades. Además, no especular el cambio sino transformar el cambio que aúna no sólo creer en la necesidad de este tipo de cambio, actuar porque se realice, teniendo cuidado de las repercusiones de los actos del estudiante, percibiendo lo relevante, dejando lo accesorio, haciendo el esfuerzo por traer a la luz lo que aquellos intereses desean siempre ocultar, superando la ignorancia intelectual y moral de las altas tasas de corrupción pública y también de grupos privados.
De igual manera, el estudiante debe comunicar con los Otros, dado que, el ejercicio de la ciudadanía integral no es tarea de unos sino de todos, hacer realidad la posibilidad del colectivo, para lo cual la comunicación es dialógica, negociando intereses y significados, acción ciudadana que implica modestia sobre el propio conocimiento y reconocer lo complejo en la gestión del rasgo más político, la incertidumbre.
Otra mirada al tema se hace desde un mínimo de ciudadanía hasta un máximo en el continuo. La ciudadanía minimalista se halla en el enfoque formal, normativo, privilegia la educación cívica y desea que los estudiantes sólo sean informados de la acción ciudadana, es un conocimiento abstracto de reglas. La otra ciudadanía, maximalista, está mejor situada en el enfoque integral, supone la expresión sustantiva de ciudadanía en los términos de nacionalidad, republicanismo e identidad, por tanto, incluye e involucra a todos los grupos e intereses de la comunidad a las expectativas del estudiante. El enfoque integral implica autonomía personal, conciencia de derechos, sentido de pertenencia, participación responsable y a la vez conciencia solidaria con los Otros que lleva a transformar la realidad socio política.
Algunos teóricos sobre educación para la ciudadanía sostienen que la idea de ciudadanía ligada a la nacionalidad por razones de la globalización está perdiendo significado, pero las décadas recientes lo que muestran es que no hay reemplazo, no sólo no existe adherencia a entidades supranacionales, y lo que se observa más es el repliegue de las expectativas ciudadanas al comunitarismo local habiendo acuñado el término “glolocal”, donde el cosmopolismo desde lo nacional se entiende más como un tema cultural que integración política, es una aparente contradicción. Fundiendo más la idea de ligazón entre la ciudadanía, democracia y nacionalidad, si se afina el pensamiento se puede dar cuenta que la democracia moderna empezó en las nacionalidades, y así se debe tomar la intencionalidad pedagógica en su proceso de orientación aprendizaje del estudiante en educación básica.
Lo que no es rápidamente comprendido es la relación de la ciudadanía con la identidad, que a fines del siglo anterior todavía se alimentaba de fuentes tradicionales como puntos de referencia para su construcción; se entendía que la identidad no es una estructura permanente y para siempre, sino que es un componente central de la socialización, en constante construcción, es labor del día y tarea fundamental de los ciudadanos, y por extensión en las escuelas del estudiante. La identidad es un concepto central con nuevos referentes ante la desaparición de los viejos referentes, tal carácter de transversalidad tiene que envuelve competencias y aprendizajes a lograr en la educación básica. J. C. Tedesco (1996) llega afirmar: “… Este es, probablemente, el concepto más importante para referirnos al proceso educativo que requieren los cambios sociales actuales”.
Para construir la identidad desde el plano de la ciudadanía integral entre los estudiantes de educación básica, tenemos cuatro elementos (ver diagrama):
- Articulación. Pedagógicamente se requiere un puente entre lo estable y lo dinámico, sea social como individual; no es que de súbito el estudiante asuma valores y reglas identitarias de nacionalidad y democracia, sino el docente realizará esfuerzos para que las vaya localizando, relacionando lo propio con respecto a lo ajeno, lo peruano con lo no-peruano. Debe darse cuenta que no vive separado de los Otros, antes bien en relación positiva con ellos, y así podrá tener mayor conciencia de su propia identidad.
- Identificación. La construcción de la identidad en los estudiantes requiere de un “diferente”, un “distintivo”, rasgos que sean propios respecto a los Otros, para lo cual es necesario señalar otro tipo de fronteras que al interior de la nacionalidad sólo funcionan cómo la entiende él; esto puede significar un contrasentido cuando la mundialización se generaliza en todos los ámbitos sociales, contraria al ideal educativo de comprensión internacional y tolerancia. Pero como se afirma líneas arriba, ser diferente en un mundo globalizado no necesariamente lleva al estudiante a una autarquía, sino a una nueva referencia de revaloración de lo suyo. La identificación con el acervo cultural y social no es para la auto marginación ni la auto exclusión, sino como una nueva forma de interrelación con los Otros.
- Individualidad. Todas las transformaciones socioeconómicas, políticas y culturales han minado las bases de las viejas formas de construcción de la identidad. Por la globalización una de las primeras cuestiones está ligada a las economías ligadas no a la industria ni al comercio sino al sector servicios. En general esto apertura la necesidad de la reconversión permanente y es la base del enfoque de educación a lo largo y ancho de la vida, que compatibiliza con la educación básica, el estudiante construirá esta identidad desde su posesión de clase social a la que pertenece, es decir de identidades políticas e ideológicas.
- Elección. El cuarto elemento en la construcción de la identidad es la capacidad de referendo del estudiante; y esta es una de las propiedades más cercanas y manejadas en la ciudanización integral, dado que es el derecho a ejercer su capacidad de elegir entre distintas opciones a fin de resolver un problema, teniendo en consideración el tipo y aumento de las opciones, así como los ámbitos donde debe opcionar.
La identidad genera un sentido de pertenencia en los estudiantes que en forma ascensional empiezan a sentirse integrante del colectivo, familia, escuela, creencias, clase, nacionalidad, esencialmente como actores políticos con derechos y deberes, también con una visión de nacionalidad identitaria, con raigambre democrática republicana, así deberán sentirse acogidos dado que cada estudiante se halla en un contexto social concreto que a su vez le ayuda a consolidar la triada de la ciudadanía integral. Lo cual con referencia a la otredad regional asume una visión también nacional/mundial. Lo expresa A. Cortina:
Ciertamente, la asunción de la “doble ciudadanía” -nacional y universal- es fruto de un doble movimiento de diferenciación, por el que el ciudadano se sabe vinculado a los miembros de su comunidad por una identidad que le diferencia de los miembros de otras comunidades y, sin embargo, de identificación en tanto que persona, con todos aquellos que son también personas, aunque de diferentes nacionalidades (Cortina, 1995).
Ese movimiento de diferenciación es clave en la comprensión de la progresiva ciudadanía, dado que la identificación con los Otros no nacionales se realiza desde los planos humanos, dentro de valores universales como la vida, el medio ambiente, la paz. La ciudadanía del mundo por la revolución tecnológica actual es la primera lectura del estudiante (afirmaba Paulo Freire), para aprender ciudadanía debe cultivarse en el mundo, y al parecer es una situación natural, dado que corrientemente el estudiante muchas veces no le es agradable ver lo cercano dado que puede llevarlo a compromisos. La intencionalidad pedagógica va entonces en la ciudadanía integral del mundo a la nación y de aquí a la ciudad.
Los cuatro elementos pata el componente central de identidad en la ciudanización en la educación básica en la sociedad poscolonial peruana
Sin embargo, el camino pedagógico no está exento de obstáculos para una ciudadanía integral en el mundo; los símbolos de pertenencia que se hallan en la tradición e historia de la sociedad respaldan emocionalmente la identidad nacional, con la revolución tecnológica, tradiciones y símbolos universales no son todavía abundantes; por ello en la capacidad de la escuela, es decir, de los docentes, la educación para la ciudadanía integral en este repertorio nacional/mundial supone introducir simbología y tradiciones que impliquen ambos niveles. No es posible acusar en el siglo XXI de formar mentalidad europeizante como en la década de 1920 imputaron al amauta Mariátegui.
Contenidos para ciudadanía educativa integral en educación básica
Los contenidos a ser enseñados están en relación directa con la nacionalidad inclusiva y republicanismo democrático como construcciones sociales, que no son meramente cognitivos, sino implican incorporar la dimensión afectiva en el proceso de auto aprendizaje de los estudiantes. Esos contenidos tienen muchos aspectos simbólicos, en rituales, estimaciones que son pautas de cohesión social desde un acuerdo aceptando los antepasados.
Si bien se está desarrollando la ciudanización en la escuela, los individuos no sólo aprenden a ser ciudadanos aquí, también los hacen en la familia, la comunidad cercana, las iglesias y en tantos otros grupos de la sociedad civil. Para algunos autores incluso la escuela no es el principal ámbito de ciudanización, lo que si todos coinciden es su calidad de indispensable, las agencias aludidas pueden apoyarla, pero no reemplazarla. La ciudanización de los estudiantes en la educación básica, en resumen, está basada en la nación y la democracia republicana que exige contenidos, actores educativos claves y diseños curriculares e institucionales coherentes; esto es, la educación para la ciudadanía porta un sentido con fundamento de unidad y finalidad.
De ahí podemos derivar las siguientes líneas de acción a tener en cuenta en los estudiantes (ver diagrama):
- Extensión comunitaria, proyectos personales y capacidad cosmopolita;
- Capacidad para asumir a la persona humana como un fin y no como medio, como interlocutor solidario;
- Formación para el ejercicio activo en ciudadanía no se agota en un área curricular, es un conjunto de prácticas pedagógicas del docente para desarrollar capacidades en conocimiento, habilidades, actitudes;
- Conocimientos y competencias necesarias para intervención en la vida pública, tener/buscar alguna vocación o aspiración de un trabajo digno, oficio o profesión;
- Capacidades de comprensión lectora, resolución de problemas y alfabetización en nuevas tecnologías;
- Aprender a convivir en un marco normativo no doctrinario religioso.
Las seis áreas se centran en comunitarismo, personalismo, activismo, intervención, nuevas tecnologías, convivencia normativa consensuada
La herramienta fundamental para esos contenidos supone la intervención significativa de los estudiantes en todos los ámbitos de la escuela, integrando la comunidad educativa que comparte un conjunto de reconocimientos y responsabilidades de comunicación y participación. Por ello, la ciudanización en la educación básica además del tema técnico curricular, debe verse acompañada con otras herramientas como la toma de decisiones, sea en espacios educativos, institucionales, relación con la comunidad y actividades transversales.
- Saberes y habilidades ciudadanas. La ciudanización en la experiencia humana se concreta en saberes y habilidades, los mismos que son pedagogizados en el paradigma de educación permanente en la educación básica. Los saberes ayudan al estudiante a entender y darse un sentido de realidad nacional y democrática por los contenidos centrales; las habilidades incluyen destrezas y virtudes personales que lo ayudan a conducirse en la vida social, producto en la mayoría de las veces de agrupaciones primarias, sea familia o comunidad local, a las que pertenece el estudiante.
Los saberes son conocimientos que deben ser informados en la escuela y se refieren principalmente a:
- Economía y justicia, funcionamiento de las fuerzas productivas de la sociedad, así como de las relaciones sociales de producción, su interdependencia para entender su estructura;
- Sistema público de infraestructura social, actividades desarrolladas en educación, salud, seguridad, entre los principales, coadyuvantes al desarrollo socio personal;
- Sistema político, comprensión de la Constitución y textos colaterales tanto locales, nacionales como universales, aproximación ética y moral a la democracia;
- Derechos humanos, saberes sobre la declaración de derechos humanos y del ciudadano, su respeto e irrespeto y de las instituciones que velan por su cumplimiento;
- Sistema impositivo y solidaridad, conocimiento de los impuestos y la relación intergeneracional a través de pensiones y mecanismos solidarios;
- Conflictos socio económicos, análisis de las situaciones confrontacionales más acuciosas, sus causas y alternativas de paz social y política, profundizando su comprensión;
- Transversalidad con otras áreas curriculares del marco curricular, saberes que ayudan a la comprensión de la realidad humana y social, desde las ciencias sociales, extendiéndola a las otras áreas curriculares y enfoques transversales;
- Axiología nacional distintiva, información de la triada valorativa que data de la etapa pre colonial (honradez, veracidad, laboriosidad -amor a la tierra, trabajo digno, estudio serio) conformante de la personalidad social y en relación con la región y el mundo.
Las habilidades son destrezas personales para la ciudanización, al igual, sin agotarlas como los saberes, los estudiantes deben desarrollarlas como las virtudes enseñadas en los hogares:
- En destrezas:
- sensible ante la injusticia del sistema de opresión y dominación imperante;
- capacidad de oír al Otro en su situación socio económica;
- habilidad para argumentar, exponer puntos de vista;
- respeto a la opinión ajena que converge al desarrollo de nacionalidad y democracia;
- comprende los conflictos sociales para su visión constructiva y motivo de integración.
Los saberes y habilidades van desde los abstractos de valores a cuestiones de infraestructura social y que el estudiante progresivamente va aprendiendo
- En virtudes:
- defiende el bienestar común, contribuyendo a que funcione todo aquello que ayuda a la ciudanía, democracia republicana, escuela, medios socio económicos.
- practica la responsabilidad, así como en el sistema de relaciones sociales de su comunidad, profundizando su identidad.
- interviene activamente, los asuntos públicos los motivan a interesarse en la transparencia de los actos políticos nacionales, así como es solidario con los Otros.
- privilegia la tolerancia con las opiniones ajenas que no están arregladas a los consensos, destierra cualquier perspectiva de autoritarismo.
- desarrolla amabilidad, el estudiante ejerce el buen trato con los demás, destierra de su actuar la discriminación y la exclusión.
- colabora siempre, como patrón de aprendizajes, persistentemente dispuesto a la ayuda mutua, de modo de acrecentar su nacionalidad democrática con identidad.
Algunos argumentan que esos saberes y habilidades no son prácticos cuando se ponen en el marco de la educación básica, que están sustentados en la ficción de la realidad que la escuela debe andamiar, dado que forma al alumno de manera indirecta, ex postfacto, como vamos avanzando la situación real no es así, se debe aplicar el principio pedagógico de progresividad. Para el caso de jóvenes y adultos en educación básica que viven roles concretos de trabajadores, todas aquellas virtudes y saberes están en el currículo oculto en la entidad educativa o en el currículo comunitario urbano; principalmente, experiencias constantes en la vida real comunal, en la escuela aprenden como deconstruirlas.
Los procesos pedagógicos para la ciudanización de los estudiantes de educación básica requieren de destrezas y virtudes personales forjadas en la educación en el hogar
Procesos pedagógicos para ciudanización integral en la educación básica
Como toda categoría divisional la “educación para la ciudadanía” tiene varios procesos pedagógicos principales, todos válidos y que se pueden posesionarlos en tres ámbitos: espacios educativos, clima de aprendizajes y situación de la escuela en el entorno comunal.
Los tres son utilizados para la finalidad, objetivos y propósitos de ciudanización. En los primeros están las áreas académicas institucionales comunes como biblioteca, aulas de innovación, auditorio, patios y espacios de usos múltiples. Por su parte, el clima de aprendizajes es el sistema de relaciones pedagógicas construidas desde la intencionalidad docente de mediación de aprendizajes y envuelta en valores, en la educación básica es para el auto aprendizaje de los estudiantes. La inserción social de la escuela en la comunidad del entorno es otra clave, dado que se arregla a la complementariedad que tiene como institución finalmente social de los intereses comunales.
Las intencionalidades pedagógicas desarrolladas en esos espacios se pueden clasificar en dos grandes actividades:
- Los procesos pedagógicos que estimulan el pensamiento crítico, el razonamiento moral y la toma de decisiones, acuden al estilo de aprendizajes desde la reflexión, por tanto, son abstractos, conceptuales, también usados por el enfoque formal de ciudadanía, sin que necesariamente, signifiquen que sean anti pedagógicos;
- Los procesos pedagógicos que enfatizan aspectos afectivos y relacionales, cuyos estilos son más concretos, de sentimientos donde la dimensión emocional es más importante; de otro lado, no significa que sean irracionales, son solo pulsiones, no potestativos del enfoque integral de ciudadanía.
Ambos procesos no se excluyen, dado que en la intencionalidad pedagógica –y de hecho es así- se complementan; el tema es de grado de uno sobre el otro que es definido en la institución educativa, de acuerdo a la realidad de los estudiantes; si bien aluden a los enfoques, éstos, tampoco se agotan en ellos, es la perspectiva pedagógica de los mismos que les da especificidad. Esto implica que el proceso de enseñanza/aprendizaje en la educación básica para la ciudanización integral tiene metodologías y contenidos propios, así como axiología adecuada de una cultura democrática.
De igual modo, la escuela debe estar estructurada democráticamente, de modo que facilite a los actores educativos a intervenir, tomar decisiones, comprometerse y practicar valores democráticos. Los aprendizajes en servicio ciudadano en el centro educativo son la continuidad de los que el estudiante tiene en la realidad comunal a que pertenece y no un simulacro en los espacios educativos en la institución escolar.
De eso se deriva las condiciones pedagógicas para la educación, para la ciudadanía; aprenden los estudiantes a partir de la situación/experiencia de vida extendida de la vida comunal donde se encuentran, aquí no hay un entablado de ficción dado que incluso en los términos del enfoque formal tiene los requisitos para ser tal. Los aprendizajes asimismo son cooperativos, nadie aprende a ser ciudadano en solitario sino en relación con los Otros, compañeros de grupo/clase y de escuela. Existe además una condición importante, se hace ciudadano no sólo por la acción, por ejemplo, votar, elegir autoridades, que son hechos realizados fuera de la institución educativa sino a partir de las reflexiones sobre estas acciones que se generan desde las preguntas como: ¿Por qué elegir autoridades cada cierto tiempo? ¿Por qué informarse para votar? ¿Cuál es el poder del voto? ¿Detrás de estos actos hay algunos intereses mayores en juego?
Hay una visión de pedagogía crítica, que no se reduce a entregar folletos sobre ciudadanía, ni a eventos de información, como tampoco a simulacros, sino que además de las enseñanzas de cuestiones específicas, la formación ciudadana reclama transversalidad institucional, una práctica constante en los órganos de participación que la educación básica tiene en las escuelas, así como intervención comunitaria con la sociedad en tiempo real. Un buen espacio es la organización estudiantil de representación en los municipios escolares (consejos de participación estudiantil en jóvenes y adultos).
A la escuela nacional de siempre y de todos, el poder oligárquico le ha dado la tarea de enseñar a los estudiantes a ser ciudadanos, lo que sucede es que esta “formación”(sic) es de acuerdo a intereses del bloque en el poder de las fracciones oligárquicas, la escuela estatal que las oligarquías quieren está en el enfoque formal, reduciendo la formación ciudadana a cumplimiento de reglas dentro de una cultura cívica para la conservación; lo cual estructura en realidad una desciudanización en la educación básica, o una ciudadanía epidérmica sin mayor filo crítico de los temas de fondo que implica la nacionalidad, identidad, república, esto es, una visión política y no sólo cívica tan reclamada por los intelectuales orgánicos del capital y sus metas de continuismo.
La reforma educativa del gobierno militar de 1972 por medio de su mentor A. Salazar Bondy intentó en la asignatura de “educación cívica” ingresar elementos de una educación para la ciudadanía integral, prontamente abolida en la década de 1980. La enseñanza de ciudadanía formal se hace principalmente a través del currículo oculto, de mensajes contextuales del entorno que los estudiantes absorben de sus profesores o en la organización de los espacios educativos a través del área de Ciencias Sociales en el componente de identidad y pertinencia acotados (que analizaremos en el siguiente capítulo referidos a la educación de jóvenes y adultos). Sin embargo, es una base para desarrollar procesos pedagógicos en un enfoque integral de educación para la ciudadanía, para que el estudiante asuma sus autonomías como fundamentales y reoriente su propia auto formación integral.
La clave pedagógica por tanto es delinear los rasgos de ese ciudadano autónomo, ciudadano del país en el mundo y por tanto con identidad y democrático, para lo cual no existen modelos pero que el enfoque de ciudadanía integral, cuyos rasgos se vienen desarrollando, permite cultivar virtudes cívico-políticas. El estudiante tiene que practicar su ciudadanía en la escuela. Por ello, los procesos pedagógicos están arreglados a las áreas curriculares, en especial a ciencias sociales, la educación para la ciudadanía es algo más que un área curricular o contenido curricular transversal. Sus aprendizajes acontecen de manera holística, se dan en paralelo con otros procesos semejantes a generar en la escuela y en la comunidad local.
Concluyendo, la ciudadanía en la educación básica es una necesidad del cambio de época actual, donde las antiguas instituciones escolares han sido rebasadas por las revoluciones en las comunicaciones, en el mundo de las redes sociales. Han caído las viejas estructuras de una educación básica en ciudadanía controlada a los intereses de los dueños históricos del poder. La escuela pública debe revalorar esa función que no tiene que ver con las estructurales variables de carencias materiales. Para los procesos pedagógicos de ciudanización en la Básica el actor central es el dúo docente/estudiante quienes con claridad en nacionalidad, identidad y republicanismo cuentan con todas las condiciones para el desarrollo de una ciudadanía integral democrática en espacios educativos, con climas de aprendizajes y en comunidades solidarias
Notas:
[1] J. Delors (1996) lo expresa: “El descubrimiento del otro pasa forzosamente por el conocimiento de uno mismo; por consiguiente, para desarrollar en el niño y el adolescente una visión cabal del mundo, la educación, tanto si la imparte la familia como si la imparte la comunidad o la escuela, primero debe hacerle descubrir quién es”.
[2] “Esos proyectos [proyectos motivadores] que permiten superar los hábitos individuales y valorizan los puntos de convergencia por encima de los aspectos que separan dan origen a un nuevo modo de identificación” (ibídem).
Referencias bibliográficas:
- Benito Martínez, J. (26 de junio de 2007). Educación para la Ciudadanía: Escuela y valores cívicos. Obtenido de http://elblogdeunsindicalista.blogspot.com/2007/06/
- Borja, J., & Castells, M. (1997). Local y global: la gestión de las ciudades en la era de la información. Madrid: Taurus.
- Cortina, A. (1995). La educación del hombre y del ciudadano. Revista Iberoamericana de Educación(7), 41-64.
- Delors, J. (1996). Los cuatro pilares de la educación. En La Educación encierra un tesoro, informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI (compendio) (págs. 91-103). México: UNESCO.
- Tedesco, J. C. (1996). La educación y los nuevos desafíos de la formación del ciudadano. Nueva Sociedad(146), 74-89. Obtenido de https://nuso.org/media/articles/downloads/2548_1.pdf
- Torres, R. M. (2001). Participación ciudadana y educación. Una mirada amplia y 20 experiencias en América Latina. Obtenido de http://edu.jalisco.gob.mx/cepse/sites/edu.jalisco.gob.mx.cepse/files/participacionciudadana.pdf
- Valdivieso, P. (2003). Capital social, crisis de la democracia y educación ciudadana : la experiencia chilena. Revista de Sociologia e Política(21), 13-34. Obtenido de https://revistas.ufpr.br/rsp/article/view/3643
Cómo citar este artículo:DELGADO HERENCIA, César Hildebrando, (2020) “Ciudadanía integral desde la educación básica en el Perú [II]. El paradigma de la ciudadanía en la educación básica. Un caso de diversificación curricular para la educación de jóvenes y adultos (EBA)”, Pacarina del Sur [En línea], año 11, núm. 42, enero-marzo, 2020. ISSN: 2007-2309.
Consultado el Miércoles, 11 de Diciembre de 2024.Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1838&catid=10