Juan Carlos Marín; entre la sociología científica y el compromiso militante

José Miguel Candia

 

Resultaba difícil sostener una discusión sin levantar la voz. En cada debate se ponía en juego algo más que el alcance conceptual de un enfoque teórico o la validez de la práctica social del movimiento de masas. Suscribir o rechazar la validez de un referente ideológico tenía, en esos años, un inevitable correlato en el compromiso político que debía asumir quien afirmaba o desmentía. Las vicisitudes de los acontecimientos institucionales y políticos desbordaron el marco conceptual que la sociología académica había establecido a fines de los cincuenta. La separación entre “práctica científica” y “quehacer político” duró muy poco, la sociedad argentina se transformó en un laboratorio desde el cual se buscó una nueva síntesis entre el trabajo intelectual y las tareas militantes.

 A mediados de los sesenta, muchos de los presupuestos que habían dado soporte curricular a las  ciencias sociales, estaban duramente interpelados por las luchas políticas y el recrudecimiento de las demandas populares. Al ascenso de las huelgas y protestas obreras y estudiantiles se sumó el empuje de experiencias externas, Argelia, Cuba y Vietnam aportaron el referente internacional que abonaba el surgimiento de una nueva izquierda. La intervención de las instituciones académicas en 1966 arrasó con la autonomía universitaria y redujo, aún más, el espacio para desarrollar lo que muchos  estudiosos definían como “teoría de la modernización”. Juan Carlos Marín, integrante del grupo pionero de la sociología argentina en la Universidad de Buenos Aires, fue  promotor y testigo privilegiado de ambos momentos.

 Recuerdo una reunión “extra-muros” de la cátedra de Sociología General,  que en ese entonces se impartía como asignatura de tronco común para los alumnos de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de La Plata. Era noviembre de 1973 y el golpe de Estado en Chile había provocado la diáspora de cientos de valiosos intelectuales que ejercían tareas de investigación y docencia en las instituciones educativas de ese país. Entre otros temas, se nos explicó que había que hacerle un “espacio” al profesor Juan Carlos Marín, perseguido político y flamante repatriado después de  la caída del Presidente Salvador Allende. Nadie objetó el ingreso de “Lito” Marín al cuerpo docente del que formábamos parte, aunque debo confesarme, para la mayoría de nosotros (los más jóvenes) solo era un nombre asociado a la “vieja guardia” de científicos sociales encumbrados a fines de los años cincuenta. Una de las “vacas sagradas” expulsadas de la academia por otra dictadura militar, la que se instauró en Argentina en junio de 1966. Por razones administrativas el profesor Marín no pudo sumarse al equipo, pero fue bien recibido en la Universidad de Buenos Aires.


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Los setenta fueron años de vértigo, heroísmo y horror. La situación política argentina ingresaba en una pendiente. La descomposición del gobierno de Isabel Martínez (1974-76) aceleró los planes conspirativos de las fu  erzas armadas y de los grandes corporativos patronales. La tregua que se abrió con las elecciones de marzo de 1973, no duraría mucho tiempo, hacia 1975 el accionar de los grupos parapoliciales sembraba el terror en el campo de la cultura y de la militancia social de izquierda. El golpe militar de marzo de 1976, fue la instauración oficial del terrorismo de Estado y el éxodo de miles de académicos, intelectuales y luchadores sociales. Entre ellos Juan Carlos Marín.

México fue su nuevo hogar en el doble sentido con el cual solemos utilizar esta palabra: un lugar donde vivir y reconstruir  afectos y un sitio donde trabajar. “Lito” Marín había conocido todos los momentos fundacionales de las ciencias sociales en la instituciones educativas argentinas. Formó parte de los equipos pioneros que debatieron la dimensión y validez de la corriente teórica que impulsó Gino Germani – el verdadero padre de la criatura – la llamada  “sociología científica”, alejada de la política, pasando por el auge desarrollista de los pensadores “cepalinos”, hasta la visión crítica de la cuestión social enfocada desde el marco conceptual marxista. La utilidad y el alcance de los “estudios de caso” frente a las lecturas “macro” de los capitalismos latinoamericanos, se transformó en otro elemento que incentivó la confrontación teórica. En todos los casos, Marín supo respetar y debatir con argumentos sólidos, temas teóricos y cuestiones específicamente políticas. Aunque apasionado en la discusión, las simpatías partidarias no nublaron su capacidad de indagación y  respeto por sus interlocutores. Así lo hizo en Argentina, en Chile, en Europa y durante su exilio mexicano como docente de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, además de   investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos, dependiente  de esa misma Facultad.

El cierre de la década de los sesenta y los primeros años de los setenta fueron, para bien y para mal, una época de atrevimientos teóricos, fuertes compromisos políticos, cierto maximalismo programático  y en no pocas ocasiones, fuente de desbordes partidarios. La generación que se incorporó a la militancia social y al estudio de la literatura marxista, estaba marcada por acontecimientos de indudable peso en el quehacer de las ciencias sociales. La independencia de Argelia, el asesinato de Patricio Lumumba en el Congo, el triunfo de la revolución cubana, la guerra de Vietnam y el debate chino-soviético, habían generado un formidable caldo de cultivo para que las corrientes políticas de la izquierda latinoamericana multiplicaran sus esfuerzos destinados a sustentar estrategias alternativas de lucha.

En el plano del debate académico se rescató la obra del intelectual y dirigente comunista italiano Antonio Gramsci, de las corrientes “estructuralistas” del marxismo francés y los aportes novedosos de lo que se denominó “teoría de la dependencia”. Juan Carlos Marín vivió todo ese ciclo sabiendo atesorar el proceso previo de instalación de la sociología como disciplina oficialmente reconocida por la Universidad de Buenos Aires. Durante los años 1956-57,  este joven estudiante, integró  la dirigencia de la Federación Universitaria de Buenos Aires, y promovió los acuerdos que posibilitaron la designación del historiador José Luis Romero como Rector-Interventor, bajo su gestión se crearon las carreras de sociología y psicología. Con estas palabras recuerda Marín los logros académicos de esos años:”El surgimiento de la carrera de Sociología fue una respuesta triunfante de la lucha antifascista. Si no se entiende eso, no se entiende cómo nace Sociología y el significado que este nacimiento intentó tener” (Germani, 2004: 145)


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La etapa de consolidación de la sociología como carrera universitaria  se ubica en el período 1956-66, el primer paso fue la creación del Departamento de Sociología integrado por personas graduadas en otras disciplinas, de esta instancia formaron parte Ana María Babini, Jorge Graciarena, Ruth Sautu, Norberto Rodríguez Bustamante y Torcuato di Tella, entre otros. A principios de 1956 se constituye el Departamento de Extensión Universitaria integrado por Risieri Frondizi, Gino Germani, Guillermo Savlof, Juan Carlos Marín y Noé Jitrik. El propósito de dicha unidad administrativa era promover la articulación del trabajo académico con el estudio de campo en  las zonas urbanas con población de bajos ingresos y mayores carencias materiales.

De manera creciente, otro debate se incubaba en el grupo promotor de la carrera de sociología. La política empujaba más que la teoría y pronto la línea que sostenía la necesidad de establecer una alianza entre la izquierda y el peronismo fue ganando espacio. Juan Carlos Marín retrata, en pocas palabras, la conmoción interna que generó este tema:” Germani no admitía ninguna alianza política con el peronismo. Aunque racionalmente distinguía este fenómeno del fascismo, emocionalmente los identificaba y los rechazaba por igual. La proscripción política no tenía, para Gino, la misma gravedad que para nosotros. Romero consideraba que muchos de los argumentos de Germani eran totalmente válidos. La alianza política con el peronismo era para ellos una experiencia brutal, un ataque a su identidad, a su generación, al campo cultural al cual pertenecían” (Germani, ibid: 244).

El grupo vinculado a la fundación de la carrera se fracturó en tres líneas internas: a. Quienes se identificaban con la “sociología de la modernización” y aprobaban la gestión de ayuda económica externa para impulsar los proyectos de investigación y sostener la planta docente; b. El ala izquierda, crítica de la injerencia extranjera vía subsidios y defensora de un programa de estudios que terminara con el “empirismo abstracto”, además de reclamar la inclusión de contenidos “anti-imperialistas”; c. Una corriente conservadora, cercana al concepto de la sociología como “descripción de la realidad social” y preocupada por la orientación teórica marxista de algunas asignaturas. Este último grupo se transformó, poco después, en apoyo intelectual y usina ideológica del golpe de Estado de junio de 1966. En julio de ese año la dictadura del general Onganía   interviene la Universidad y con ello se desarticula la carrera de sociología, al mismo tiempo se dispersa el grupo que había  llevado adelante el proceso de institucionalización de esta disciplina y diseñado los contenidos curriculares. La mayoría de los docentes buscaron nuevos horizontes en las universidades de Europa y Estados Unidos. Otros, como “Lito” Marín, optaron por incorporarse a instituciones de reconocida trayectoria en países vecinos o de reciente creación como el plantel de Flacso en Santiago de Chile.

La llegada a México abrió un espacio de trabajo y reflexión fecunda. En 1978 se incorporó a la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales y poco después al CELA, desde este ámbito retomó una labor de investigación que lo atormentaba desde que debió dejar Argentina por segunda vez en 1976, se trataba de cuantificar los actos de violencia política e identificar y analizar el perfil social de las víctimas de la represión.


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Por razones más políticas que académicas, y en compañía de dos amigos, pude entrevistarme con él en algunas pocas ocasiones. Nos recibió en el antiguo edificio de nuestra Facultad y tuvo la cortesía de mostrarnos algunos de los avances de la investigación que estaba llevando a cabo. Nos entregó un manojo de  hojas con textos preliminares y solicitó nuestra opinión. Sobre esas mismas cuartillas, mecanografiadas en una antigua máquina Olivetti, de esas que ahora son piezas de museo, nos permitimos marcar algunas observaciones que aceptó de buenas maneras. Diez años después esos textos preliminares se transformaron en un libro - Los hechos armados- de permanente consulta para los estudiantes de ciencias sociales y herramienta de lucha para los organismos de derechos humanos.

La edición del diario argentino Página 12 del pasado 6 de mayo, nos trajo la mala noticia. El título austero de una nota en recuadro decía: “Un pionero de la Sociología”. En el texto de ese anuncio breve,  pero cargado de sincero respeto al maestro, se informaba que el viernes 2 de mayo había fallecido en Buenos Aires uno de los creadores de la carrera de sociología en Argentina y defensor de las causas populares latinoamericanas.

Es tarde para los arrepentimientos y el lamento sobre hechos irreversibles de poco ayuda. Pero en el plano personal, siento haber desaprovechado su estancia en México para debatir temas que eran de su interés y también formaban parte de las preocupaciones de la comunidad de exiliados. No obstante, puedo decirle ahora, como egresado de una carrera que “Lito” Marín  contribuyó a gestar, que su prédica no fue en vano y que aquí estamos para rendirle homenaje.

México, D.F. septiembre de 2014

 

Referencia bibliográfica:

Germani, Ana Alejandra (2004), Gino Germani, del Antifascismo a la Sociología, Editorial Taurus, Buenos Aires.

 

Cómo citar este artículo:

CANDIA, José Miguel, (2014) “Juan Carlos Marín; entre la sociología científica y el compromiso militante”, Pacarina del Sur [En línea], año 5, núm. 21, octubre-diciembre, 2014. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Jueves, 28 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=1046&catid=15