Desde la Meseta Purépecha. Reseña de Nuestra Fuerza, gráfica y poesía
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, México
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Las antologías artísticas son piezas de un valor inigualable pues permiten que un lector se acerque a varios autores al mismo tiempo. En lugar de tener que comprar diez o veinte libros, se puede adquirir uno sólo, mismo que ofrece una muestra de las voces de tal o cual lugar, de una u otra generación. A través de un libro de estas características, se tiene la oportunidad de comparar, de elegir, de investigar y luego de seguir los pasos del autor preferido. Aunque se considera que una antología es más bien personal y arbitraria, no debemos dejar de lado que el antologador considera el material incluido digno de ser destacado, o extraordinario.
La antología de textos creativos que aquí nos ocupa está compuesta por dos conjuntos de obras, unas escritas y las otras gráficas. 53 autores forman el grupo de los grabadores y 35 el de los escritores, todos ellos conforman el Colectivo Artístico Achokez. Entre las piezas paratextuales figura un prefacio escrito por Alberto Híjar Serrano, quien lo tituló con la expresión purépecha “Juchari Uinapekua” que significa, Nuestra Fuerza. Estas “imágenes y textos fueron reunidos fuera de concurso para evitar competencia” (5), afirma Híjar Serrano; se intenta con esta reunión de obras, un fruto “distinto a las obras individuales para integrar un sentido combativo común, […] un recurso de comunicación directo” (5).
Inmediatamente después de la presentación que hace Híjar, encontramos un pequeño texto (7), cuya función de Palabras Previas le da cohesión a las decenas de voces que integran el libro. Este texto es del Dr. José Manuel Mireles, exlíder de las autodefensas. Ahí el Dr. Mireles alude a Arantepacua, una población de unos dos mil quinientos habitantes -según los datos obtenidos por el INEGI en el 2010-. Este poblado se sitúa en la Meseta Purépecha, dentro del municipio de Nahuatzen en el estado de Michoacán.
Los grabados muestran dos líneas de sentido: una que tiene que ver con lo propio de los indígenas de la región: maíz, rebozo, metate (12) y otra que apunta hacia el ambiente violento que impera en el país: “no más muerte” (9); “disparos” (28), o como estos versos de Frida Sofía Cardona:
Con tinta y sangre se escriben
Las voces que fueron silenciadas,
Las balas sobre las piedras,
El miedo que nos arrebataron. (48)
Así, muy oportunas son las dos líneas que se encuentran en el escrito de María Concepción Ramírez Sámano, quien dice: “Arma tus manos, campesino, señor de barro / arma tu lengua y tu cabeza” (10), para comprender el sentido de esta compilación.
Es decir, todo texto tiene una intención y todo texto busca su público. En este caso, notamos que además de mostrar la relación con las armas, se busca ahora la familiaridad con las ideas. Determinación visible por ejemplo en los grabados de Jonathan Tapia (13), Iván Montero (19) y Gilberto Raúl Mendoza (25). Por cierto, el verso: “Tú y yo somos Dioses y los dioses nos bastamos solos”, es más que evidente del sentido que permea todo el libro.
Respecto al público propio de esta compilación, en primer lugar, debemos pensar en un porcentaje de mexicanos que comparten visiones del mundo con los autores. Podemos figurar dicho auditorio como un círculo que se va extendiendo, como las ondas en el mar. En otras palabras, los receptores directos son los pobladores de Arantepacua, según el indicio que se desprende de las palabas del Dr. Mireles: “Quiero mandarle un mensaje a la gente valiente de Arantepacua. Sé que tuvieron una situación muy grave, muy delicada, hace un año. Los invito a que se mantengan unidos, porque recuerden que solamente el pueblo puede defender al pueblo” (7). Luego, los pobladores de Michoacán, que son los más cercanos a comprender la situación de sus congéneres, quienes habitan en la región, con conflictos y alternativas de similar origen. El receptor ideal estaría compuesto por el conjunto de funcionarios de instituciones cuya obligación es atender los problemas que ahí se presentan y que se desprenden de lo expresado por estas 53 voces.
Por lo que hace a la forma, la escritura es básicamente versolibrismo, con excepción de algunos textos, como los de Daniela Becerril, el de Joseph Guerrero, Miguel Ángel Castillo y José Iván Ceja Durán, y cuatro más. Cabe destacar la composición de Edmundo Arciga, cuya forma tiende a la gráfica; dentro del género lírico podría ser calificada de caligrama: “un escrito, por lo general poético [pero no necesariamente poético] cuya disposición tipográfica esboza figuras alusivas al tema tratado”, según la definición ya establecida por la RAE. En este caso, estamos ante un género híbrido por el contenido del texto de Arciga, que mezcla dos líneas de modo expositivo con el resto netamente argumentativo.
Otro texto que sobresale es el escrito por Héctor Magallanes, titulado “Grito y suspiros” (113-114). La novedad en él consiste en que escuchamos dos voces discursivas de un inflamado lirismo, la de un pino y la de un hombre. La tipografía se va alternando conforme toman la voz uno u otro. Prosa poética podría ser llamada por los críticos. Otra peculiaridad es la encontrada en los dos poemas bilingües de Ismael García Marcelino, titulados “Santidad” (32) y “Consejos” (34). Se distinguen, además de por ser presentados en purépecha y español, en que ambos están dispuestos en tres partes. El primero se caracteriza por la intertextualidad bíblica, y el segundo por abogar por una vida moderada y honrada.
También debo mencionar que hay algunos textos que se han decantado por el sentido figurado; no se abandona el fondo, el mundo indígena y su lucha, pero que llevan por la forma lírica, como en los siguientes versos: “porque lanzas caudales de preguntas por los ojos” (Dafne Lozada, 14), “en la sombra de las armas blancas” (Gilles Lacombre, 22), o como en estas cuatro líneas:
Hace mucho tiempo
que la tierra sangra,
hace mucho tiempo
que mi pueblo sangra.
(Hilda López, 24)
En ellas es notorio el paralelismo sintáctico, así como la anáfora alternada y la repetición. El libro cierra con un emotivo manifiesto de la mano de Joaquín Aguilar González, “El corazón de Arantepacua” (116-117), que contiene este fragmento:
No sé en qué momento dejé de escuchar el latido de mi corazón y poco a poco, cerca de mi oído, escuché los rezos de mi madre, de mi esposa, de mi hija. Palabras huecas que se convertían en llanto, gritos que se convertían en súplicas, hombres que lloraban con desesperación, tum, tum, tum. Una bala rompiendo viento y dejando un lugar en la escuela, una bala rompiendo el viento dejando un pueblo enlutado (116).
Diversas figuras van saltando conforme el discurso avanza: la transposición primero, luego una enumeración, a la que sigue un paralelismo sintáctico tejido con una serie de oraciones subordinadas, para rematar con una anáfora en la que en su interior aparece una metáfora: “la bala que rompe el viento”.
Todo lo dicho antes es sólo un esbozo de análisis textual. Muchas páginas serían necesarias para revisar la obra completa de estos 53 autores, tanto en su forma como en su fondo. Pero baste por el momento lo comentado para tener una idea del libro que aquí se comenta, que sea un aliciente para acercarnos a esta singular obra, nacida en la Meseta Tarasca, también conocida como la Meseta Purépecha, ubicada al pie de una cadena de volcanes, cuya tierra templada y sus ríos y lagos la convierten en un objeto preciado. Pátzcuaro y Tzintzuntzan son quizá los sitios más conocidos por nosotros. Esos sitios y sus alrededores tienen una larga tradición indígena, en la que el trabajo con la madera es muy importante quizá al grado que en algunas poblaciones ha sido tanto o más importante que las actividades agrícolas (Pérez Montesinos, 2017, p. 2089).
Así pues, yo los invito a que pongan sus ojos en estas hojas y en su contenido, y juzguen con lo expresado entre sus líneas y la investigación que sobre el lugar se pueda llevar a cabo, acerca de cuál es la importancia de este sitio y de los acontecimientos que en él se suceden. ¿Cuál fue esa situación muy grave y delicada a la que se refiere el Dr. Mireles, y ocurrida en el 2018?, ¿qué produjo tal estado?, ¿quiénes estuvieron implicados? Sólo tenemos este conjunto de obras que al parecer surgieron a raíz de dicho evento. Bueno sería tener una visión informada de ese conjunto de factores o circunstancias que afectaron a los habitantes de Arantepacua y para comprender que el concepto de Autonomía sea tan reiterativo en la obra que aquí se presenta.
Referencias bibliográficas:
- Ornelas Huerta, J., ed., 2019. Nuestra Fuerza, gráfica y poesía. Morelia: Colectivo Achokez.
- Pérez Montesinos, F., 2017. Geografía, Política y Economía del reparto liberal en la meseta purépecha, 1851-1914. Historia Mexicana, Volumen LXVI, pp. 2073-2149.
Cómo citar este artículo:SALAZAR MENDOZA, Margarita, (2020) “Desde la Meseta Purépecha. Reseña de Nuestra Fuerza, gráfica y poesía”, Pacarina del Sur [En línea], año 11, núm. 42, enero-marzo, 2020. ISSN: 2007-2309.
Consultado el Martes, 10 de Diciembre de 2024.Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1855&catid=12