Sobre Ricardo Melgar Bao no quiero hablar en pasado. Estoy segura que su gran humanidad me acompañará todos los días de mi vida. Sin embargo, no recuerdo quién nos puso en contacto, solo sé que antes de conocerlo personalmente en 2009 en el Congreso Internacional de Americanistas celebrado en México, hacía tiempo que nos escribíamos para intercambiar conocimientos sobre el movimiento obrero y comunista latinoamericano, del cual era un experto y yo una estudiosa amateur.
Imagen 1. Hilda Tísoc, Ricardo Melgar, Caridad Masson, Luis Rocca y otro amigo, Cuernavaca, México, 2009.
Fuente: Caridad Massón Sena.
Imagen 2. Caridad Masson, Fabio Moraga, Luis Rocca, Hernán Camarero, Víctor Jeifets, Horacio Crespo, entre otros asistentes al 53º Congreso Internacional de Americanistas convocados a casa de Ricardo Melgar en Cuernavaca, 2009.
Fuente: Caridad Massón Sena.
Cuando el congreso terminó, Melgar invitó a todo el grupo de investigadores que habíamos participado en el panel dedicado a analizar la influencia de la Comintern en los partidos comunistas latinoamericanos a su hogar de Cuernavaca.[2] Allí extendimos la sesión de trabajo y logramos establecer relaciones de colaboración con colegas de diferentes países, las cuales han ido creciendo y fructificando en eventos y publicaciones hasta el día de hoy.
Internet fue el instrumento que permitió nuestra amistad inicial. A través del correo electrónico, descubrí inmediatamente que Ricardo era un gran amigo de Cuba y de los cubanos. Muchos colegas de la Isla habían sido atendidos y orientados por Melgar durante años en sus estancias de investigación en tierras mexicanas; pero, además, por sus propios estudios conocía a profundidad las historias de varios revolucionarios cubanos que habían sido exiliados en México como Julio Antonio Mella, Juan Marinello, Sandalio Junco, Raúl Roa y de los desterrados peruanos que estuvieron en La Habana durante las década de 1920 y 1930 como Magda Portal, Serafín Delmar, Jacobo Hurwitz y Tristán Marof. Él mismo era un expatriado desde sus años mozos, cuando decidió establecerse en México, con su compañera de toda la vida, Hilda Tísoc, dejando con dolor su tierra natal peruana en busca de un ambiente político favorable a sus ideas de izquierda.
Imagen 3. Ricardo Melgar Bao en la entrada de un local del Partido Comunista Cubano, Cuba, 1994.
Fuente: Archivo familiar Melgar Tísoc.
La historia de los sujetos populares de Latinoamérica ocupó un lugar relevante en su extenso abanico de temas investigados, pero quiero resaltar dos que impactan en su bibliografía: las luchas políticas de su país y sus protagonistas, y el historial de los desterrados. En esa trayectoria vemos a Ricardo siguiendo los pasos de los encuentros y desencuentros de dos figuras relevantes de la izquierda latinoamericana, labor que agradecemos desde Cuba, con dos textos importantes: Vivir el exilio en la ciudad, 1928. V.R. Haya de la Torre y J.A. Mella (2013a); y Haya de la Torre y Julio Antonio Mella en México: El exilio y sus querellas, 1928 (2013b).
Sus conocimientos sobre la recepción de las orientaciones de la Internacional Comunista en sus secciones latinoamericanas hicieron que nuestras comunicaciones se hicieran cada vez más fecundas. Sus críticas y recomendaciones a los múltiples trabajos que le pedí revisar, fueron de mucha importancia para mí. Generalmente es difícil encontrar personas con la suficiente paciencia para leer en detalle textos extensos y además hacer estudios de los mismos para ayudar a los autores; eso solo se encuentra en docentes plenamente comprometidos como Ricardo. Ante esa actitud, yo misma asumí muchos compromisos con los estudiantes mexicanos que me enviaba para asesorar, jóvenes muy agradecidos por su labor incansable y su tenacidad. Hace poco, una de sus alumnas me escribió que luego de haber renunciado a terminar su tesis de maestría por cuestiones económicas, él la había convencido de que no perdiera esa oportunidad y gracias a su insistencia pudo concluir sus ejercicios y aprobar el grado académico. Aunque en los últimos años el principal trabajo de Ricardo fue como investigador, nunca abandonó la docencia, y conozco la buena opinión que varios de los estudiantes a quienes orientó tienen sobre él. Ricardo era un gran pedagogo.
En su bagaje intelectual no había espacio para el orgullo personal ni el individualismo. Me consta, porque me hizo llegar la copia de la colección completa de la revista Atuei publicada entre 1927 y 1928 por los militantes apristas que actuaban en la Isla, muy difícil de consultar en mi país por su estado de deterioro. Asimismo, me envió la edición facsimilar del órgano de la Liga Antiimperialista de las Américas, El Libertador (México) en la que trabajó con entusiasmo (Melgar Bao, 2006). Tengo un ejemplar de cada uno de sus últimos libros y de otros autores que he necesitado. Él me los regalaba si eran suyos o me los compraba para luego hacerlos llegar a mis manos con cualquier amigo suyo que, casi siempre, se convertía en amigo mío. Incluso, con mucho cariño me hizo llegar un original de la revista Amauta que guardo con devoción y cariño.
Cuando conocí a Melgar, ya hacía mucho tiempo que él había visitado Cuba y tenía múltiples amigos isleños. Me contaba de una estancia que realizó a la Isla para indagar en archivos y bibliotecas sobre los apristas peruanos y sus relaciones con los locales. Él sentía una especial simpatía por la Revolución Cubana y, al mismo tiempo, eso le hacía cuestionar políticas y enfoques, pero con mucho respeto. Podíamos pasar horas hablando de nuestros luchadores antimperialistas y saciando sus ansias de conocer lo que estaba ocurriendo en la actualidad. Su hogar estuvo abierto siempre para algunos de nosotros cuando debíamos realizar estancias de trabajo. Con cariño me acogió en la Ciudad de México y en su casa de Cuernavaca. Tanto Hilda como Dahil, su hija, acompañaban ese sentimiento. Recuerdo particularmente que, a mediados de 2010, nos invitó a la doctora Ana Cairo, otra erudita como él, y a mí a pasar un fin de semana en Cuernavaca. Era un disfrute oírlos conversar sobre la historia de nuestros países y los “chismes” interesantes de sus hombres y mujeres ilustres. Hilda y Ricardo nos llevaron a conocer la Catedral de Cuernavaca y el Palacio de Cortés, donde pudimos deleitarnos con los murales de Diego Rivera.
Imagen 4. Ana Cairo, Ricardo Melgar y Caridad Masson, Jardín Borda, Cuernavaca, 2009.
Fuente: Caridad Massón Sena.
Nuestro último punto de encuentro fue en el Segundo Foro Rusia e Iberoamérica en el mundo globalizante: historia y perspectivas, celebrado en octubre de 2015 en San Petersburgo, al que asistió acompañado de Hilda y Dahil.[3] Fue un encuentro cariñoso y útil, pues pertenecíamos al mismo panel que profundizaba en la influencia de la Comintern en nuestros partidos. Fatalmente de regreso a México, su esposa comenzó a sentirse mal y pocos meses después falleció.
Imagen 5. Hilda Tísoc y Ricardo Melgar, San Petersburgo, 2015.
Fuente: Archivo familiar Melgar Tísoc.
Imagen 6. Hernán Camarero, Ricardo Melgar, Manuel Loyola e Irina Novikova, Presentación del Diccionario biográfico América Latina en la Internacional Comunista 1919-1943 de Lazar y Víctor Jeifets, Segundo Foro Internacional Rusia e Iberoamérica en el mundo globalizante: historia y perspectivas, San Petersburgo, Universidad Estatal de San Petersburgo, 3 de octubre de 2015.
Fuente: Caridad Massón Sena.
Ricardo, que luchó durante muchos años contra el cáncer, es un ejemplo de ganas de vivir y tenacidad para buscar una cura por vías convencionales o medicina alternativa. Lo recuerdo cuando después de un período largo de sanación, la enfermedad volvió a aparecer y un día estaba en mi oficina en La Habana y alguien me llamó. Una persona extranjera me estaba buscando. Cuál no sería mi sorpresa, al ver a Melgar en el lobby del Instituto Juan Marinello. La sorpresa se convirtió en tristeza. Estaba muy angustiado, la dolencia había regresado y los doctores le auguraban una intervención quirúrgica. Me pidió ayuda para buscar un segundo criterio de los galenos cubanos, pues estaba convencido que la medicina de nuestro país estaba avanzada en sus tratamientos a estos males. Casualmente el hospital oncológico de La Habana, está a unas cuadras de mi trabajo y yo conocía a uno de sus subdirectores, que es coterráneo mío. Coincidentemente mi amigo estaba en el hospital, pero como él no era especialista del tipo de cáncer que Melgar padecía, nos remitió inmediatamente a la persona adecuada, quien luego de revisar su historia clínica concordó con los colegas mexicanos. Debía operarse, pero le recomendaron que visitara los laboratorios del Grupo Empresarial de Producciones Biofarmacéuticas y Químicas (LABIOFAM) con sede en Santiago de las Vegas para que adquiriera un medicamento alternativo producido a partir del veneno del escorpión azul, el Vidatox, que actúa para mejorar la calidad de vida de los pacientes. Durante uno o dos años me encargué de hacerle llegar el remedio, que viajaba en la maleta de cualquier amigo hasta llegar a su destino.
En una ocasión, ante mi admiración por ese hombre enfermo, pero jovial, trabajador al máximo de sus fuerzas, le envié un relato escrito por nuestro cuentero mayor Onelio Jorge Cardoso titulado “Francisca y la muerte”. En el mismo, la parca recorría los campos de Cuba buscando su próxima víctima, la señora Francisca, pero no la encontró en su casa; estaba trabajando desde la madrugada. A las 5 de la tarde, la Muerte tuvo que tomar el tren de regreso y Paquita no había llegado de sus labores. Al día siguiente, ocurrió lo mismo. La Muerte no encontró a aquella mujer de más de 60 años, con piel arrugada, pelo blanco y una energía sin límites que gastaba ayudando a los demás, ordeñando vacas, cortando el pasto para los animales. Cansada, con su guadaña al hombro, la señora fatal tuvo que irse sin cumplir su objetivo. Sin embargo, la laboriosa mujer que ella buscaba, estaba muy cerca, quitando las hierbas al jardín de la escuela y un viejo conocido que pasó a caballo le gritó: “Francisca, ¿Cuándo te vas a morir?” A lo que ella respondió: “Nunca, siempre hay algo que hacer”.
Ricardo era el prototipo masculino de Francisca. No morirá nunca, porque su obra siempre tiene algo que hacer entre los interesados en la Historia de América Latina.
Notas:
[1] Historiadora del Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello de La Habana.
[2] [N.E.] Ricardo Melgar Bao organizó en conjunto con Steven Hirsh el simposio “Formación y desarrollo del APRA: entre lo nacional y lo indoamericano 1920-1948” en el 53 Congreso Internacional de Americanistas celebrado en la Ciudad de México. Este simposio fue llevado a cabo el 27 de agosto de 2009 en el salón B126 de la Universidad Iberoamericana en una jornada de 12 horas y de la que participaron 16 ponentes, entre ellos los organizadores: Daniel Iglesias, “Articulaciones, relaciones, redes transnacionales y nacionalismo: el partido Aprista Peruano y la Agrupación Venezolana de Izquierdas (1828-1935)”, Université Paris; El APRA en el Movimiento Estudiantil Chileno (1930-1948), Fabio Moraga Valle, CELA-UNAM; “Solo el Aprismo Salvará a la Argentina y de sus redes políticas e intelectuales”, Leandro Sessa, Universidad de La Plata; El APRA y su proyección Americana a través de la revistas Claridad (1926-1941), Florencia Ferrerira, Universidad Nacional de Cuyo; “Haya y el APRA en México (1927-1928): claves de autoctonía, redes sociales y proyecto político”, Ricardo Melgar Bao; “Cultura nomádica y ritual latinoamericano en el viaje de Haya de la Torre por el Cono Sur de 1922”, Martín Bergel, Universidad de Buenos Aires; “Peregrinaciones de una revolucionaria: Magda Portal y el APRA en Latinoamérica, 1926-1945”, Iñigo García Bryce, New Mexico State University; “‘Los sacerdotes de la democracia’: An Aprista Vanguard in the Northern Peruvian Andes”, David Nugent; “APRA Labour Organization among Hacienda Labourers in Peru’s Northern Sierra, 1930-1948”, Lewis Taylor, University of Liverpool; “Hatred between Friends: Apristas and Communist in Ayacucho, 1931-1948”, Jayme Patricia Heilman, Dalhouise University; “El Congreso Antiimperialista de Bruselas y la ruptura política entre apristas y comunistas”, Daniel Kersffeld, Instituto de Estudios Críticos; “Nacionalismo, socialismo, interamericanismo. ¿La difícil construcción de la identidad aprista?, Edgar Montiel, UNESCO; “Haya de la Torre, ¿Precursor del ALCA y de los TLC?”, Juan Carlos Bossio Rotondo, economista independiente, “El APRA en prisión, 1932-1945”, Carlos Aguirre, University of Oregon; “‘Ideological Transfers’ and Traces of Anarchist Praxis: Rethinking the Influence of Anarchism on Peru’s APRA Party, 1920-1948”, Steven Hirsch, University of Pittsburgh-Greensburg y “La diplomacia mexicana en la región andina: visiones de la actividad aprista de los años treinta del siglo XX”, Eusebio Andújar de Jesús, UNAM.
[3] [N.E.] En dicho evento Ricardo Melgar presentó el libro América Latina en la Internacional Comunista, 1919-1943. Diccionario biográfico de Lazar y Víctor Jeifets. Asimismo, presentó la ponencia “Intelectuales Latinoamericanos en París: antiimperialismo, aprismo, socialismo 1924-1930” en la mesa La izquierda latinoamericana en la primera mitad del siglo XX, los nuevos enfoques de investigaciones, moderada por Hernán Camarero y de la que también participó Caridad Massón con el trabajo “Los comunistas cubanos, la URSS y la lucha por el poder en los años 1950s”.
Referencias bibliográficas:
- Melgar Bao, R. (2006). El Libertador. Órgano de la Liga Antiimperialista de las Américas. 1925-1929 [Edición facsimilar digital]. Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, Colegio de Estudios Latinoamericanos, Instituto Nacional de Antropología e Historia, Centro INAH Morelos, Centro de Estudios del Movimiento Obrero y Socialista.
- _____ (2013a). Vivir el exilio en la ciudad, 1928. V.R. Haya de la Torre y J.A. Mella. Taller Abierto.
- _____ (2013b). Haya de la Torre y Julio Antonio Mella en México: El exilio y sus querellas, 1928. Centro Cultural de La Cooperación Floreal Gorini.