Redes surglobales: ideas, intelectualidades e institucionalidad[1]
El presente ensayo presenta un esquema de articulación de las redes intelectuales surglobales, en torno a qué ideas circulan a través de dichas redes y qué institucionalidades lo permiten
Las redes intelectuales surglobales (del mundo periférico, del Tercer Mundo, del mundo subdesarrollado, según las denominaciones), se vienen abordando de manera creciente en estudios de las ideas, de la circulación y de la historia intelectual (Alburquerque 2020; Giorgini , 2021; Devés 2017, 2011).
Estas redes no se constituyen de una vez por todas, ni tampoco asumen una forma definitiva. El mundo de las periferias es muy grande y discontinuo, geográfica e idiomáticamente, así como abarca continentes separados por océanos y lenguas de familias muy lejanas.
Para los propios trabajos de estudios eidéticos, y en particular los realizados sobre redes intelectuales, concebir la existencia de redes surglobales es en extremo difícil (Devés y Pereira, 2023). La necesidad de conocer, así sea someramente, las trayectorias intelectuales de tan grandes y variadas regiones del mundo, es inusual e innecesario en el uso de los trabajos sobre lo intelectual y las ideas, normalmente restringidos a unos pocos ecosistemas intelectivos: una o dos de alguna periferia y uno o dos del centro.
No obstante, progresivamente, el interés por las redes surglobales va acompañando los procesos de globalización creciente, producto del desarrollo de la internet, de la disponibilidad de información, de una mayor profesionalización e institucionalización académica en las periferias que proveen de fondos y de exigencias mayores, y otras condiciones que se remontan apenas a unas pocas décadas.
Este trabajo pretende explícitamente contribuir a la creación y fortalecimiento de redes de intelectualidades surglobales.
El proceso de constitución
En el proceso de articulación de redes internacionales en las regiones del Sur, un momento decisivo consiste en la constitución previa de redes por regiones y las más fáciles de detectar son las “panistas” (pan-africanistas, pan-asiáticas, pan-latinoamericanas, pan-eslavas, pan-árabes), articuladas en torno a los “panismos” (panafricanismo, etc.) según criterios de cercanía geo-cultural y étnica. Dado este paso, fue menos difícil transitar hacia a las redes surglobales. Las panhispanoamericanas aparecieron en Europa, en los primeros años del siglo XIX en el marco de los procesos de descolonización, las paneslavas y las panárabes a mediados del siglo XIX, las primeras en defensa de las agresiones rusas y otomanas, las segundas en defensa de las otomanas y europeas (Martín-Muñoz, 2020), las panafricanas o pannegristas, las panasiáticas del extremo Oriente y las panislámicas hacia 1900, las primeras en defensa de casi todos y las segundas de europeos occidentales y usamericanos (Devés, 2017).
Entre las redes panistas deben destacarse las pan asiáticas con Sun Yat-sen y Uchida Ryohei; las panafricanas con J. E. Hayford, Marcus Garvey y WEB. Du Bois; las panislámicas con Mohamed Abduh y Rachid Rida; y las panhispanoamericanas con Manuel Ugarte, José Vasconcelos, Gabriela Mistral, Joaquín García Monge y Víctor Haya de la Torre.
En estas redes se desenvolvieron estas cuatro ideas: la primera, concebida luego de 1905, a partir de la victoria de Japón sobre Rusia, fue que un pueblo periférico puede vencer a otro europeo (Coloma, 2010). La segunda idea: que unos pueblos periféricos pueden aprender de otros también periféricos en sus luchas por la soberanía.[3] La tercera: que existen similitudes entre los pueblos periféricos, que derivan principalmente de la subordinación a Occidente.[4] La cuarta es que los pueblos periféricos deben unirse por afinidades étnico-culturales para presentar un frente más poderoso ante la hegemonía nordatlántica.
Estas ideas, algo reelaboradas y racimadas con otras como el anticolonialismo y el antimperialismo, confluyeron más tarde en la reunión de Bandung y en el pensamiento tercermundista. Con la reunión de Bandung en 1955 (donde participaron, entre otras figuras: Sukarno, J. Nehru, Zhuo En-lai, y G. A. Nasser, U. Nu de Myanmar), se produjo un salto conceptual: fue posible imaginar unidades de análisis que no se circunscribían a regiones geo-culturales, como en el caso de los panismos, sino a la más amplia: vulnerados por las potencias occidentales.
Este salto conceptual ha ido operando de manera lenta y paulatina en la efectiva configuración de redes intelectuales surglobales, dada la debilidad de las propias intelectualidades el desconocimiento y el desinterés de unos sures por otros. Bandung fue emblemático, pero estuvo muy lejos de ser suficiente para potenciar dichas redes. Así, debió esperarse a que aparecieran organismos internacionales: ONU, UNESCO, Banco Mundial con sede en ecosistemas intelectivos del Norte, a los cuales fueron acudiendo profesionales de numerosos países del Sur, donde tuvieron posibilidad de encontrarse y conversar sobre sus regiones de origen.
Simultáneamente, la aparición en el Norte de centros de estudios de estudios sobre Asia, África, América Latina y Caribe (ALC) y las revistas sobre el tercer mundo (Alburquerque y Vilches, 2019), con una mirada geopolítica mayor que la posible en las periferias, fueron acogiendo a personas jóvenes con becas de estudios y/o expulsadas de los sures. En algunas de las más importantes universidades de las potencias coloniales, Inglaterra, Francia y Bélgica, se produjeron encuentros entre la juventud intelectual de regiones pertenecientes a las colonias o excolonias: en Cambridge Amartya Sen y Mahbub ul Haq; en el CETRI de la U de Lovaina de François Houtart, se hizo posible el encuentro entre teólogos de ALC, Asia y África (Dussel, 1984), que permitiría la EATWOT; en el Institut for Develpment Studies de la U. de Sussex dirigido por Dudley Seers, el encuentro entre cientistas económico-sociales de ALC, de Asia y África: Osvaldo Sunkel, J. J. Villamil, Oscar Braun, Edmundo Fuenzalida, Carlos Fortín, entre otros, y numerosos profesionales de Asia y África, y sobre todo británicos que realizaron luego misiones de educación o asesoría, en gran cantidad de excolonias (Devés, 2004); en la School of Oriental & African Studies (SOAS) de la U. de Londres, entre caribeños, africanos y asiáticos y donde estudió Walter Rodney a inicios de los 1960s (Lewis, 1998; Devés, 2021), además de especialistas procedentes del Norte, solidarios e interesados en la descolonización, en el desarrollo y otras causas anheladas por las intelectualidades del Sur. También ocurrió esto con profesionales en el Banco Mundial, como el encuentro de economistas de Paquistán: Mahbub ul Haq, y la India: Amartya Sen (Haq y Ponzio, 2008).
Es decir, aunque las intelectualidades del Sur iban alcanzando, en los 1950s y 1960s, varios consensos sobre una agenda, eran, grosso modo, incapaces por sí mismas de articularse directamente hacia las otras periferias, al carecer de información sobre quién es quién, la institucionalidad y de los medios para viajar. Debió esperarse entonces a que hubiera suficientes idiomas compartidos y agendas similares, como fue la descolonización total, el anti-neocolonialismo y sobre todo el desarrollismo, y una nueva institucionalidad regional: CEPAL, Comisión Económica para África (CEPA), Comisión Económica y Social para Asia y el Pacífico (CESPAP), CLACSO y Council for the Development of Social Science Research in Africa (CODESRIA), etc., para que pudieran imaginarse y comenzar a gestionarse convenios entre figuras intelectuales insertas de diversas regiones del Sur.
Paralelamente, aunque tímidamente, se han venido creando institutos, cátedras y publicaciones en algunos lugares del Sur sobre los otros sures, de enseñanza del idioma, de estudios de la cultura y la sociedad, como: el Centro de Estudios Afro-Asiáticos de la Universidad Cándido Mendes y el Centro de Estudios de Asia y África de El Colegio de México, Center for Latin American Studies en la Busan University of Foreign Studies, Corea del Sur, Centro de Estudios Árabes de la U. de Chile, Centre d'Etudes et de Recherches Afro-Ibéro-Américaines (CERAFIA), U. Omar Bongo, Gabón, como también redes nacionales e internacionales sobre el estudio de las lenguas y las culturas de otros sures, como la Asociación de Hispanistas de Egipto, que comprende el interés por ALC.
Periodización de las redes surglobales
A la hora de periodizar la constitución de estas redes, que aún son muy escasas a comienzos de siglo XXI, destaco tres momentos en la historia.
Una primera época de antecedentes, entre los primeros años del siglo XX y la Segunda Guerra Mundial, de redes muy precarias, entre muy pocas personas, de pocos lugares y duración efímera, con carácter político, impulsadas por la Tercera Internacional, o religioso, impulsadas a partir del Vaticano, y con muy escasas actividades sistemáticas.
Sólo a partir de mediados del siglo XX, con la creación de organismos internacionales de asuntos económicos y sociales y con gente de países con un sistema universitario y científico-tecnológico más desarrollado, se fueron constituyendo redes con un soporte (institucional y económico) que operó como condición de posibilidad y energizador de dichas redes y de la circulación sistemática de ideas, por parte de agentes del Sur, sin desconocer el quehacer que continuaba y continúa realizando el Norte.
Solo a fines del siglo XX y concluida la Guerra Fría, se produjo un incremento del interés relativamente masivo por lo global en relación a épocas anteriores, aunque muy escaso todavía, si se compara con el interés por cuestiones nacionales o subregionales. Ello fue potenciado por el cese de la polarización en las regiones periféricas y de la intromisión descarada de las grandes potencias y el correlativo fortalecimiento de la profesionalización de los campos intelectuales, además del crecimiento grandísimo de los sistemas universitarios, los postgrados en particular y los sistemas de financiamiento de la investigación e incentivos a los encuentros académicos y a las publicaciones.
El virtuoso círculo de la redificación de las intelectualidades surglobales: circulaciones e ideas, a comienzos del siglo XXI
El propio desarrollo de la noción “redes intelectuales” ha permitido expresar más explícitamente las autonomías del campo intelectual. El propio hecho de conceptualizar como “redes intelectuales” a estas realidades, performativamente les facilita constituirse como campo autónomo, sin sentirse compelidas a responder a las convocatorias de las internacionales políticas y sociedades científicas del Norte, aunque sin necesariamente renunciar a ellas, a su gestión y a sus financiamientos.
A través de estas redes, circula ciertamente una multitud de ideas y tremendamente heterogéneas. Trato de apuntar a unas pocas y más relevantes desde el punto de vista de su propia dinámica como redes surglobales, sin imaginar que sería lo único y lo definitivo. Además de ideas, circulan personas, algo de recursos económicos, muy pocos, pues los principales energizadores de estas redes son los propios participantes y las instituciones donde cada quien trabaja, que contribuyen a financiar estos quehaceres. Ello no debe hacer olvidar, sin embargo, el papel de los Estados y de la población en general que financia tales instituciones y, en variados casos, los financiamientos que provienen de las agencias del Norte.
Conceptos como centro / periferia (Raúl Prebisch, 1996), dependencia (Fernando H. Cardoso, 1996; Enzo Faletto y numerosas autorías), desarrollo Humano (Mahbub ul-Haq, 1995; Amartya Sen, 2000), ecofeminismo del Sur (Vandana Shiva, 1993), orientalismo (Edward Said, 1978), Decolonialidad (Walter Mignolo, 2000), experiencia colonial (Frantz Fanon, 1952) eurocentrismo (Samir Amin, 1989 y numerosas autorías), subalternidad (Ranahit Guha, 1988; Gayatri Spivak, Homi Bhabha y numerosas autorías), teoría surista (Raewyn Connell, 2014), derechos de la tierra (Vandana Shiva, 2004), necropolítica (Achile Mbembe, 2003), postcolonial (Achile Mbembe, 2001; Edwar Said y numerosas autorías), feminismo indianista o comunitario (Francesca Gargallo, 2014; Lorena Cabnal, 2018), geopolítica del conocimiento (Aníbal Quijano, 2000), colonialismo interno (Pablo González-Casanova, 2006), entre otros, ganan como conjunto un derecho de ciudadanía epistémico que no habían obtenido antes, en muchas ocasiones, castigados como expresiones del revisionismo o del comunismo.
Existen a la vez ideas o nociones que llamaré “comodines”: capitalismo, neoliberalismo, explotación, neocolonialismo, derechos humanos, que llevan décadas siendo aplicadas y otras más recientes como extractivismo, derechos de la mujer, que no son presentadas en términos precisos sino para ubicar o dar mayor fuerza a las declaraciones.
Ahora bien, si lo anterior es algo así como un esqueleto, existe una cantidad de ideas adheridas que van dando forma a diversas posibilidades a lo largo de las décadas: no es lo mismo propiciar un tercermundismo a la Bandung, que un Nuevo Orden Económico Internacional, que la fórmula de la Tricontinental, o la del Centro Sur de Julius Nyerere, entre otras posibilidades. Por lo demás, tampoco son las mismas ideas las que se manejan siempre en redes de economistas como las de Foro Tercer Mundo y especialistas en agricultura como la Agrarian South Network[5] donde han participado personas como Sam Moyo, Paris Yeros, Lyn Ossome, Archana Prasad, Issa Shivji, Praveen Jha, Walter Chambati, entre otras personas (Moyo et al., 2013). Por otra parte, estas redes se entrecruzan, como por ejemplo en el tema de agricultura y medio ambiente, especialmente en la versión “agroecología” de Víctor Toledo y Miguel Altieri (Altieri, 2008).
Por lo demás, las nociones pensamiento africano, pensamiento asiático, pensamiento latinoamericano, pensamiento árabe, pensamiento indio, pensamiento caribeño y tantos otros envueltos en pensamiento de las periferias, pensamiento periférico, epistemologías del Sur y pensamiento surglobal, vienen relevando expresiones eidéticas tanto plurales como unificadas en virtud de esta misma pluralidad no-usa-eurocentrada, una pluralidad que se mira y se asume desde múltiples perspectivas epistémico-geopolíticas.
Nociones como las anteriores se articulan o raciman en torno a tres macro ideas, a priori, basadas en la autoconfianza y que sustentan estas redes. Primera, la posibilidad y la necesidad de pensar y actuar intelectualmente desde el Sur. Esta idea básica se acompaña de otra que también es un a-priori: el Sur puede dejar de ser periferia y pasar a constituir un mundo más igualitario; y una tercera: es posible ganar batallas, por parte del Sur global, aunque no se gane la guerra. Estas tres ideas básicas, que derivan mucho más de los buenos deseos que de las deducciones rigurosamente procesadas, constituyen apuestas afirmadas en la autoconfianza y en nuestras ilusiones.
Referencias
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Notas
1 Presentado en el VI Congreso Chial, Universidad de Sao Paulo, julio 2023.
2 Profesor Instituto de Estudios Avanzados IDEA-USACH, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., usach.academia.edu/EduardoDevés
3 La victoria japonesa sobre Rusia, en 1905 fue leída como la primera victoria de un pueblo asiático sobre una potencia colonial europea. En consecuencia, el éxodo de estudiantes e intelectuales hacia Oriente, iniciado en años previos, se acentuó. El éxito de Japón entusiasmó a aquellos que buscaban para sus países perspectivas de progreso y modernización. El Japón fue un modelo y un lugar de encuentro y contacto para personas de muchos lugares de Asia que buscaban nuevas inspiraciones. J. E. C. Hayford, por ejemplo, realizó una fundamentación respecto de la defensa de los usos y costumbres de los africanos, acudiendo, como estrategia legitimadora, al exitoso caso japonés, que luego de 1905 ha ganado mucho prestigio entre numerosos intelectuales periféricos, aunque no le faltaba antes de esa fecha. Si el conocimiento es propiedad común de la humanidad y, por tanto, unos pueblos lo toman de otro -argumentaba Hayford– existen, por otra parte, cualidades específicas de raza, país o pueblo que no pueden ser ignoradas sin detrimento de esa misma raza, país o pueblo. Japón ha logrado recibir y respetar: ha asimilado aportes occidentales, pero existe algo distinto, oriental, en él: mantiene el uso de su lengua y su literatura, enriqueciéndola con traducciones; respeta las instituciones y costumbres de sus ancestros; no descarta su vestimenta nacional (Devés, 2017, pp. 315-316).
4 Luis Ross Mugica puso también en relieve algunos valores no occidentales y particularmente los del pueblo marroquí. Enfrenta el modo europeo (“civilizado”) de ser y el de los moros. Inspirándose en Pierre Loti destaca lo amurallado e impenetrable, la capacidad de dar la espalda a Europa, la permanencia en el sueño, la existencia de un país donde los hombres oran (1909, pp. 181-182). Ross avanzó más en su planteamiento al constatar y denunciar el impotente afán civilizador europeo como una rapiña económica. Se pregunta dónde queda la civilización en todas las invasiones y explotaciones a las cuales Europa está sometiendo a Marruecos. Si Europa ha sido impotente al introducir la civilización, se pregunta ¿Por qué no habrían de entrar los marroquíes dentro de la civilización en el futuro, y quién puede prever el tipo de civilización que creará su genio particular, su manera de ver la vida? (1909, p. 197). Se respondió a sí mismo diciendo que tenía fe “en algunos de estos pueblos nuevos, víctimas de la codicia europea”. Él pensaba que barrerían la vieja civilización y crearán una nueva etapa. “Turquía, Persia, la India y algunos países de la América del Sur, son la humanidad del porvenir” (1909, p. 197) (Devés, 2017, p. 340).
5 https://www.agrariansouth.org/coordinating-committee-2/, fecha de acceso julio 2023,
Cómo citar este artículo:Devés, Eduardo (2023) “Redes surglobales: ideas, intelectualidades e institucionalidad”, Pacarina del Sur [En línea], año 15, núms. 50-51, enero-diciembre, 2023. ISSN: 2007-2309.
Consultado el Miércoles, 16 de Octubre de 2024.Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2094&catid=8