Comentario al libro póstumo de Ricardo Melgar Bao: Revistas de vanguardia e izquierda militante

Osmar Gonzales Alvarado

 

 

Ricardo Melgar Bao dejó un volumen listo para ser publicado sobre uno de los temas que más captaron su atención en su interés por abordar distintas manifestaciones de la vida cultural e intelectual del pensamiento socialista y progresista en general de América Latina: las publicaciones periódicas, en este caso específico, las revistas. La selección de seis capítulos, cada uno dedicado a una revista en particular lleva el título de Revistas de vanguardia e izquierda militante. América Latina 1924-1934, publicado por el Cedinci, en Buenos Aires, en 2023.

Revistas de vanguardia e izquierda militante

En efecto, como señala Liliana Weinberg en el prólogo del libro, Ricardo, ya afectado por los síntomas del Covid, le había solicitado un texto que abriera el volumen que había preparado y, como señala explícitamente: “Ricardo no iba a dejarnos sin concluir su libro, y ambos sentíamos, sin confesarlo, que se trataba de la lucha de su escritura contra el tiempo” (p. 7). Totalmente cierto. Es conmovedor el sentido de la vocación como investigador que Ricardo siempre transmitió tanto por medio de sus publicaciones como por medio de las conversaciones, prolongadas y versadas, que buscaba mantener con sus interlocutores, programados o espontáneos.

Este libro, por otro lado, nos revela, una vez más, la profundidad del proyecto personal-intelectual, de contribuir a dar forma a un campo intelectual latinoamericano de izquierda, autorreflexivo y crítico. Como el propio Ricardo precisa en su introducción, su objetivo con estos seis estudios es el de “resituar el papel de las redes intelectuales y políticas articulando su presencia con otras prácticas sociales urbanas […]. La lógica del conflicto no es desdeñable. Aparece en el curso de sus diversos emprendimientos editoriales y asume los más diversos rostros: ausencias, deserciones, renuncias y rupturas. Sin embargo, su contraparte nutre las permanencias, fraternidades y lealtades” (p. 31). Este es el mirador que construye nuestro autor con el cual analiza las seis revistas en sendos capítulos: La Antorcha, de Ecuador, de 1924-1925; la primera época de Amauta, que va de 1926 a 1927; Atuei, de Cuba, de 1927-1928; Indoamérica, de México, 1928; Bolívar, publicada en Madrid de 1930-1931, al igual que Octubre, de 1933-1934. Las tres últimas revistas mencionadas fueron emprendimientos de exiliados apristas, socialistas, antimperialistas, hispanoamericanistas.

Como se puede observar en esta revisión del índice, hay un tiempo compacto que cubre diez años, desde 1924 hasta 1934. Se trata de un periodo histórico al que Melgar Bao le ofreció una muy buena parte de sus estudios, pues consideraba que fueron los años formativos de las ideas revolucionarias, de la identidad de izquierda –intelectual y políticamente hablando–, y de intentos revolucionarios latinoamericanos por derrocar a las oligarquías dominantes en todo el subcontinente. Por otro lado, y para subrayar lo ya sostenido, Ricardo atiende experiencias surgidas en diferentes espacios nacionales para identificar, precisamente, las señas de identidad de una izquierda continental como punto de partida, o como consecuencia, de un campo intelectual de izquierda, en donde la experiencia del exilio resulta determinante.

Señaladas las coordenadas básicas en las que se inscribe el libro de Melgar Bao que comentamos, es necesario ahora referirnos al propio título de la obra: ¿por qué incidir en informarnos con precisión que existen revistas de vanguardia y de izquierda militante? Antes que nada, y como el primer elemento que se debe tomar en cuenta es que denominar, como sostiene el propio autor, a las revistas como culturales es no explicar nada, pues considera que es un género ambiguo, pues el mismo término de cultura carece de consenso y deja en la bruma su historicidad. Por otro lado, Melgar Bao enfatiza en la diferenciación entre revistas de vanguardia y revistas militantes haciendo la siguiente aclaración. En las primeras, hay dos vertientes: una, la que se identifica vanguardia al “voluntarismo de los partidos cominternistas o revolucionarios” que legitimaba su papel de guía del pueblo hacia la Revolución. Otra, en la que vanguardia enunciaba a las revistas literarias (que no necesariamente son de izquierda) que innovaban la estética y experimentaban con nuevas formas de la palabra escrita, con intervención de las creaciones tecnológicas, tales como la máquina de escribir y las cada vez más sofisticadas técnicas de impresión. Este elemento incorporado por Melgar Bao es muy interesante, pues la escritura y la lectura, como lo ha estudiado Roger Chartier, se modifican y actualizan también al compás de las innovaciones tecnológicas; incluso, recordemos, como ejemplo cercano, que Mariátegui no solo fue un creador intelectual e ideológico, sino también fue un editor que había fundado su propia empresa editorial tratando de utilizar los avances tecnológicos a su alcance.

Por medio del análisis de La Antorcha, primer capítulo, Melgar Bao enfatiza en el carácter fundacional en Ecuador del socialismo, por lo tanto, sus páginas son de combate, que se ubica al lado de las demandas de los pobres y trabajadores, proyectando intelectualmente lo que sería el Estado socialista desde el análisis de la experiencia de la Revolución rusa. Añade el autor el protagonismo de la juventud y su talante mesiánico. Sin estar exenta de conflictos, esta revista sería un paso previo de la fundación del Partido Socialista en dicho país, en 1926, es decir, un año después que dejó de ser publicada. Trayectoria que es usual, de la edición de la revista a la fundación del partido político. En ambos, la marca del intelectual es indeleble.

La gran revista de Mariátegui, Amauta, es la preocupación del segundo capítulo (que a su vez es el más extenso), destacando la política cultural de izquierda que sus páginas portaban. Se debe destacar que el análisis del autor se detiene en 1927 –es decir, el año en que sufrió el primer cierre por el gobierno de Leguía, y anterior a la ruptura de Mariátegui con Haya de la Torre–, pues Melgar Bao entiende que ese año representa la primera etapa de la revista. Es muy interesante, por su potencia analítica, el enfoque que ofrece el autor para entender Amauta, pues no se trata de una publicación aislada, desasida de su entorno y de otras iniciativas, sino que está engranada a otros emprendimientos liderados por el propio Mariátegui, como la fundación de la editora Amauta, de la imprenta Minerva, la Biblioteca Moderna (colección de libros sobre el pensamiento contemporáneo), Libros y Revistas (una puesta en conocimiento de nuevas publicaciones) y el espacio de tertulia conocido como “El Rincón Rojo”, en su propia casa, conocida como de Washington izquierda. En otras palabras, fueron, en su conjunto, resortes de constitución de redes culturales e ideológicas que proveyeron de legitimidad en la difusión del marxismo en el Perú y no solo en él, pues también hubo una vocación latinoamericanista en el fundador del marxismo latinoamericano.

La aparición de la revista cubana Atuei (tercer capítulo) no es comprensible sin tomar en consideración la situación de la región caribeña en su conjunto, de impúdica presencia del imperialismo estadounidense, especialmente después de la construcción del Canal de Panamá, y del sostenimiento que hizo de feroces oligarquías locales. El matiz correspondiente es que esta publicación fue iniciativa del aprismo. Y el antecedente imprescindible es la figura enorme de José Martí, opositor heroico del ingreso de EEUU a la Isla. Por otro lado, La Habana vibraba de cosmopolitismo y de un creciente campo cultural y universitario, terreno fecundo para la proliferación de revistas, y también para la renovación de ideas, entre ellas el marxismo. A Cuba llegó Haya de la Torre en su paso a México luego de sufrir la deportación del gobierno de Leguía encontrando terreno fértil para su prédica agitadora. Uno de quienes lo escucharon atentamente fue Julio Mella, quien sería prominente marxista cubano, en un primer momento elogioso del peruano y posteriormente enconado adversario de él. Ambos protagonizaron una de las polémicas más interesantes de los años 20. Nuevamente, en esta experiencia encontramos el papel fundamental de la juventud, como en otras iniciativas editoriales.

En México, no podía ser en otro país, apareció Indoamérica (cuarto capítulo), vocera, cómo no, del aprismo beligerante y antimperialista, pero también exiliada, condición que contribuyó a fortalecer su prédica continentalista. Son los años lejanos en los que el aprismo se ubicaba en la izquierda en la política de nuestros países. Si Martí fue importante en Atuei, en Indoamérica ejercería su influjo nada menos que la propia Revolución mexicana, hecho tras trascendental –junto a la Reforma universitaria de Córdoba– para el nuevo hombre (así se decía entonces) latinoamericano que emergía con la voluntad de refundarlo todo.

Bolívar (quinto capítulo) fue editada en Madrid por iniciativa de Pablo Abril de Vivero y César Falcón, el gran amigo de Mariátegui, y, como subraya Melgar Bao, con un sentido hispanoamericanista, intelectual y socialista. ¿Revista de vanguardia o revolucionaria?, hubo una polémica que no se terminó de definir. El elemento que introduce el autor en este capítulo es el de la ciudad. Madrid iniciaba su modernización, aunque no su democratización, pues las distancias sociales seguían siendo muy grandes. Aun así, dicha modernización abrió espacios a las manifestaciones culturales, intelectuales, ideológicas, pero también espacios de encuentro y de deliberación cotidiana, como los cafés, tan importantes siempre para dar forma a estados de ánimo y corrientes políticas. Y junto a todo ello, la explosión de las artes, en sus diferentes manifestaciones.

El último capítulo (el sexto), trata de otra revista de exiliados peruanos (pero no solo de ellos, pues junto a ellos estaban intelectuales españoles), también editada en Madrid: Octubre, en evidente referencia a la triunfante Revolución rusa, faro de los revolucionarios y marxistas del momento. El contexto era la guerra civil española, la caída de la dictadura de Primo de Rivera, los esfuerzos de Moscú por marcar el tono de las luchas de los defensores de la República y los momentos iniciales del fascismo y del nazismo. Fue un enfrentamiento entre lo viejo y lo nuevo, entre la monarquía y el socialismo, entre Occidente y la Unión Soviética. Lo latinoamericano casi no tenía cabida en sus páginas. Armando Bazán, Xavier Abril de Vivero y Alejo Carpentier, nos informa Melgar Bao, insistieron en colocar los problemas de nuestros países en sus páginas, lo que lograron apenas muy escuetamente. El internacionalismo se impuso al hispanoamericanismo. No obstante, Octubre es importante porque revela una forma de mirar la cultura y la política en su tiempo, lleno de contradicciones tan violentas y destructivas.

Un elemento que el autor desarrolla a lo largo de los seis capítulos es el de la importancia de lo iconográfico, que expresa tanto una estética como una posición político-intelectual, rupturista, vanguardista, matinal (introduzco un término caro a Mariátegui).

El Cierre de palabras, una especie de conclusiones de Ricardo Melgar Bao, son muy breves, quizás porque sabía que debía afrontar la urgencia de un tiempo que sentía que se le acababa, pero también por la responsabilidad de concluir un conjunto de textos para entregárselo al lector y dejar explícita su forma de entender el papel de las revistas de vanguardia y de militancia en la conformación de una identidad de izquierda y revolucionaria. Lo que nos ha dejado en estas páginas son un mensaje más que suficiente para continuar el estudio de las publicaciones periódicas que sostuvieron la identidad izquierdista de nuestros países. ¡Gracias, Ricardo!

 

Cómo citar este artículo:

Gonzales Alvarado, Osmar (2023) “Comentario al libro póstumo de Ricardo Melgar Bao: Revistas de vanguardia e izquierda militante”, Pacarina del Sur [En línea], año 15, núms. 50-51, enero-diciembre, 2023. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Sábado, 9 de Noviembre de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2102&catid=12