Una breve mención al mural de Caltzontzin, memoria de un pueblo p’urhépecha

Martha Delfín Guillaumin

 

 

En la primaria rural Caltzontzin, ubicada en el pueblo del mismo nombre, colindante con en el municipio de Uruapan, en Michoacán, México hay un mural que retrata la erupción del volcán Paricutín de 1943. Este mural, realizado por Ignacio Aguirre, Pablo O’Higgins y Alfredo Zalce en 1950, retrata a los locatarios de lo que entonces fuera el pueblo de San Salvador Combutzio Paricutín, huyendo desesperados de la lava, a un periodista fotografiando el suceso, así como la posterior reubicación de los damnificados en la exhacienda de Caltzontzin.

El nacimiento del Paricutín, considerado una de las doce maravillas naturales del mundo, destruyó pueblos y sembradíos, eliminó especies animales, afectó vidas humanas y cambió la historia local desde 1943. Los habitantes de los poblados p’urhépecha de Zirosto, San Salvador Combutzio y San Juan de las Colchas tuvieron que ser desalojados y refundar sus poblaciones en otros territorios. De la reubicación de los pobladores de Zirosto surgió la actual tenencia de Nuevo Zirosto; del reasentamiento de los vecinos de San Juan de las Colchas devino San Juan Nuevo. De la misma manera en que los habitantes de San Salvador Combutzio refundaron su poblado como San Salvador Combutzio-Caltzontzin, aunque habitualmente sólo se le refiere a éste como Caltzontzin.

Imagen 1. Mural de Caltzontzin
Mural de Caltzontzin
Fuente: Fotografía tomada la autora en noviembre de 2008

 

Imagen 2. Nota de autoría del Mural de Caltzontzin
Nota de autoría del Mural de Caltzontzin
Fuente: Fotografía tomada la autora en noviembre de 2008

Los habitantes de Caltzontzin comentan de que ha habido una serie de errores en cuanto a los datos sobre el nacimiento y la ubicación del volcán Paricutín, y al respecto Ponce señala que:

 

Los habitantes de más edad, de Caltzontzin, reclaman que por una inexactitud histórica su pueblo original ha sido borrado de la memoria, ya que los científicos situaron el nacimiento del volcán en terrenos de San Juan de las Colchas, cuando ocurrió en el predio Cuitzyutziro, a kilómetro y medio de San Salvador Combutzio, una comunidad que ya existía desde antes de la llegada de los españoles.

Informan que existen vestigios, testimonios y memorias que así lo comprueban, por lo que reclaman para sí el derecho de también llamarse herederos del volcán más joven del mundo. (Ponce, 2010)

 

A lo anterior habría que añadir que la gente de Caltzontzin también sostiene que la Danza de los Curpites que se baila en Caltzontzin, San Juan Nuevo y Angahuan se practicaba ya en San Salvador Combutzio (ahora Paricutín) desde la época precolombina. Sin embargo, el origen de esta danza se encuentra en disputa con otros poblados, al igual que el antecedente de juegos prehispánicos como la uarhukua o juego de pelota purépecha y el kuiliche, una especie de juego de tablero (Ponce, 2010).

Imagen 3. Los Curpites de Caltzontzin
Los Curpites de Caltzontzin
Fuente: Fotografía de la autora, noviembre de 2008

Imagen 4. Danza de los Curpites de Caltzontzin, Michoacán
Danza de los Curpites de Caltzontzin, Michoacán 
Fuente: Fotografía tomada por la autora, noviembre de 2008

No obstante de que la refundación de San Salvador Combutzio en Caltzontzin se situó lejos de Uruapan, ahora forma parte de los suburbios de la expansión urbana de este municipio. De igual forma, los habitantes de Uruapan suelen ir a Caltzontzin durante los fines de semana para disfrutar de su comida tradicional y de sus atoles. Siendo un hito esperado la fiesta gastronómica llamada “Rescate de la gastronomía P’urhé” la cual desde 2008 se celebra de manera anual los días 15 y 16 de noviembre.

En la primera edición de esta feria gastronómica uno de los testigos de la erupción del Paricutín, quien era un niño cuando presenció el nacimiento y estallido del volcán, desde el estrado narró  su experiencia a los concurrentes de la feria quienes lo escucharon mientras consumían las bebidas y los platillos locales, 

Imagen 5. Testigo del nacimiento del Paricutín narrando su experiencia
Testigo del nacimiento del Paricutín narrando su experiencia 
Fuente: Fotografía tomada por la autora, noviembre de 2008

Es importante destacar que el arte popular de Caltzontzin también retrata la erupción del Paricutín, como se puede apreciar en las bandejas de barro siguientes.

Imagen 6. Bandeja de barro con representación del estallido del Paricutín I
Bandeja de barro con representación del estallido del Paricutín I 
Fuente: Fotografía tomada por la autora, octubre de 2008

Imagen 7. Bandeja de barro con representación del estallido del Paricutín II
Bandeja de barro con representación del estallido del Paricutín II 
Fuente: Fotografía tomada por la autora, octubre de 2008

Imagen 8. Mujer con bandeja de barro con representación del estallido del Paricutín I
Mujer con bandeja de barro con representación del estallido del Paricutín I 
Fuente: Fotografía tomada por la autora, octubre de 2008

Imagen 9. Mujer con bandeja de barro con representación del estallido del Paricutín II
Mujer con bandeja de barro con representación del estallido del Paricutín II 
Fuente: Fotografía tomada por la autora, octubre de 2008

 

Reflexiones finales

En estudios sobre diversos pueblos del mundo se constata que el lenguaje de poder tiene un papel constitutivo en la formación y reproducción de las relaciones sociales; lo que hace la distinción de cómo se expresa se halla en sus costumbres, sus tradiciones, su historia, su ubicación geográfica, su lengua, su cultura, su etnicidad, su política, entre otras cosas. En el lenguaje de poder es preciso considerar los aspectos orales y visuales manifestados por medio de la vestimenta, las imágenes, la ritualidad, la comida, los aromas, las canciones, la música, los sitios sagrados, por mencionar sólo algunos de ellos. En el caso particular de los pueblos indígenas mexicanos habría que pensar en la relación intrínseca que se da entre su cosmovisión y su lenguaje de poder.

En ese sentido, es apropiado examinar el enfoque derivado de la obra de Michel Foucault, un autor que en sus investigaciones hizo varios descubrimientos valiosos. En particular, sobresale su posición en torno a que el poder “no se tiene sino que se ejerce”, además de que se ejerce en todos los espacios del tejido social. Por ende, es necesario partir de las instituciones en que se configura el poder, en lugar de derivarlo en exclusividad de la influencia de un centro rector como es el Estado. En el siglo XIX los espacios de clausura se establecen con el modelo del panóptico que vigila las actividades mínimas en instituciones como las cárceles, los hospitales psiquiátricos, y posteriormente los lugares donde se imparte la educación (Foucault, 1979, p. 147).

No hay ejercicio de poder posible sin una cierta economía de los discursos de verdad que funcionen en, y a partir de esta pareja. Estamos sometidos a la producción de la verdad desde el poder y no podemos ejercitar el poder más que a través de la producción de la verdad. Esto es válido para todas las sociedades, pero creo que en la nuestra la relación entre poder, derecho y verdad se organiza de un modo muy particular. Para caracterizar no su propio mecanismo sino su intensidad y su constancia, podría decir que estamos constreñidos a producir la verdad desde el poder que la exige, que la necesita para funcionar: tenemos que decir la verdad; estamos obligados o condenados a confesar la verdad o a encontrarla. El poder no cesa de preguntarnos, de indagar, de registrar, institucionaliza la pesquisa de la verdad, la profesionaliza, la recompensa. En el fondo tenemos que producir verdad igual que tenemos que producir riquezas. Por otro lado, también estamos sometidos a la verdad en el sentido en que la verdad hace ley, elabora el discurso verdadero que, al menos en parte, decide, transmite, empuja efectos de poder. Después de todo somos juzgados, condenados, clasificados, obligados a competir, destinados a vivir de un cierto modo o a morir en función de discursos verdaderos que conllevan efectos específicos de poder. (Foucault, 1979, p. 140)

En consecuencia, la invitación de Foucault en el análisis del lenguaje del poder es que se tome en cuenta su carácter productivo, frente a quienes sólo visualizan la función represiva. El poder, aislado de la reproducción de una comunidad, perdería todo sentido.

Por su parte, Bruce Kapferer afirma que los estudios de los antropólogos “han revelado la gran variabilidad de las formaciones del poder –sobre todo su forma cultural– y las prácticas que las sostienen. De momento no se ha encontrado una gran teoría totalizadora del poder que pueda aplicarse de manera general a los diversos sistemas y prácticas de poder que los antropólogos han registrado.” (Kapferer, 2000, p. 410). Considerando esta posición, el estudio de un pueblo originario como el p’urhépecha posibilitará identificar los aspectos específicos que caracterizan la función del poder en su desarrollo.

En la memoria colectiva de la gente de Caltzontzin y de San Juan Nuevo se dan también los elementos del poder de la palabra, el lenguaje de poder en su cosmovisión, para explicar y defender su respectiva posición en torno a dónde ocurrió este fenómeno natural, si en sus tierras o en las de los otros, dándole un tinte simbólico a este suceso que cambió sus vidas como pobladores originarios. Siguiendo a Bourdieu, podría pensarse que esto forma parte de su capital simbólico. Como asegura este autor, “el poder simbólico debe estar fundado sobre la posesión de un capital simbólico. […] El capital simbólico es un crédito, es el poder impartido a aquellos que obtuvieron suficiente reconocimiento para estar en condiciones de imponer el reconocimiento […] El poder simbólico es un poder de hacer cosas con palabras.” (Bourdieu, 2004: 140-141)

Esta breve recorrido visual tiene la intención de ser una invitación a que los lectores conozcan algunas contiendas por la memoria del poblado de Caltzontzin como son los desacuerdos sobre el origen y ubicación del Paricutín acerca del asentamiento original de San Salvador Combutzio-Caltzontzin, o la reivindicación de cuna de origen de algunos de los elementos culturales que comparten con otros poblados. Asimismo, en este texto se invita a considerar cómo en un mural oficial ubicado en una escuela primaria rural y en el arte popular de Caltzontzin se conmemora la erupción del Paricutín. Sea esta una invitación para seguir profundizando al respecto.[1]

 

Referencias

  • Bourdieu, Pierre, 2004, Cosas dichas, Editorial Gedisa, México.
  • Delfín Guillaumin, M. (2016). Acerca del poder en la cosmovisión p’urhépecha: el añejo pleito de tierras de San Salvador Combutzio y San Juan de las Colchas. En A. B. Pérez Castro, P. M. Díaz Cortés y E. A. Mager Hois [Edits.]. Etnias y lenguajes de poder, Instituto de Investigaciones Antropológicas, Universidad Nacional Autónoma de México.
  • Foucault, M. (1979), Microfísica del poder, Las Ediciones de La Piqueta.
  • Kapferer, B.  (2000). “Poder”. En T. Barfield (Edit.), Diccionario de Antropología (pp. 408-410). Siglo XXI Editores. 
  • Ponce, G. (2010). Volcán Paricutín, un joven se festeja, Cambio de Michoacán, 21 de febrero de 2010, http://www.cambiodemichoacan.com.mx/vernota.php?id=118939 

 

Notas

1 Para saber más de este tema, se puede consultar Delfín, 2016.

 

Cómo citar este artículo:

Delfín Guillaumin, Martha (2023) “Una breve mención al mural de Caltzontzin, memoria de un pueblo p’urhépecha”, Pacarina del Sur [En línea], año 15, núms. 50-51, enero-diciembre, 2023. ISSN: 2007-2309.

Consultado el Miércoles, 16 de Octubre de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=2101&catid=15