Los sentidos semióticos de Santa Bárbara en una comunidad ayacuchana en Perú

The semiotic senses of Santa Bárbara in an Ayacucho community in Peru

Os sentidos semióticos de Santa Bárbara em uma comunidade de Ayacucho no Peru

Roly Jaime Najarro Martínez

Universidad de San Cristóbal de Huamanga, Perú

Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

 

Recibido: 17-04-2019
Aceptado: 05-06-2019

 

 


Imagen 1. Foto del autor.

 

Introducción

En la iglesia católica, Santa Bárbara es la patrona asociada al rayo, los truenos, los relámpagos, las tormentas y las tempestades, también dicen que se relaciona con la “muerte buena”. La invasión española a América y al Tawantinsuyu implicó, a su vez, la intrusión de la cultura occidental, especialmente de las creencias cristianas que terminaron mezclándose con las religiones autóctonas. Una de las santas que atrajo la atención de los habitantes andinos fue Santa Bárbara, por su devoción al cristianismo frente a la muerte, su calidad de mujer y su relación con el rayo (Knowlton, 2009).

Durante la colonia, el culto y la devoción a Santa Bárbara cobró mucha importancia y su nombre fue empleado para designar muchos lugares (montañas, pueblos, ciudades, etc.), hechos que trascendieron hasta la actualidad. Tal es el caso de la comunidad de Santa Bárbara, ubicada en distrito de Tambillo, en la provincia de Huamanga, en Ayacucho (Perú), lugar donde realicé el presente estudio formulando tres interrogantes: ¿Quién es Santa Bárbara para los pobladores? ¿por qué nombraron Santa Bárbara a la comunidad? y ¿con qué deidad andina se asocia Santa Bárbara en esa comunidad?

Para desarrollar estas interrogantes, visité en cuatro ocasiones a la comunidad de Santa Bárbara durante los tres últimos meses del año 2018, y entrevisté tanto a varones y mujeres, gracias al cual registré información necesaria que permiten comprender los sentidos que adquiere el icono y nombre de Santa Bárbara.

La exposición está organizada en tres partes: primero, Santa Bárbara, léxicos y mitos; segundo, Santa Bárbara como toponimia; y tercero, la asociación entre Santa Bárbara y el Rayo.

 

Santa Bárbara, léxicos y mitos

La presente sección aborda algunos aspectos que permitan un mayor conocimiento de Santa Bárbara, para ello me valgo de algunos léxicos que usan los pobladores para referirse a ella, así como los mitos existentes.

 

Léxicos para referirse a Santa Bárbara

En los primeros contactos que tuve con los pobladores de Santa Bárbara, noté que se referían a dicha santa con diferentes términos, este hecho me sirvió para interrogar a algunos pobladores ¿Quién es Santa bárbara? Las respuestas fueron:

  • “Es una diosa que adoramos” (Testimonio de E. T.).
  • “Es la virgen que tenemos” (Testimonio de J. P.).
  • “Hay una santa que se llama Santa Bárbara” (Testimonio de C. Z.).
  • “Para nosotros es la patrona del pueblo” (Testimonio de M. L.).
  • “Es una virgen que nos ha aparecido” (Testimonio de L. G.).

 

Como se aprecia, los pobladores se refieren a Santa Bárbara con al menos cuatro denominaciones: diosa, virgen, santa y patrona. Al revisar el Diccionario básico de las religiones de P. Rodríguez (2000) encontré que la palabra diosa hace referencia a una divinidad femenina que es venerada como símbolo de fertilidad, vida, abundancia y protección; sin embargo, se sabe que Santa Bárbara no fue una diosa, pero por su cualidad de mujer y figura religiosa habría sido asociada a una deidad y sus atributos, siendo objeto de veneraciones. El término virgen, en la tradición bíblica judeocristiana, se presenta como modelo y símbolo de la lealtad a Dios, es decir, es aquella persona que, conservando su castidad, ha consagrado su vida a la divinidad. Según los relatos míticos, que más adelante veremos, Santa Bárbara efectivamente fue casta y leal a Dios.

Por otro lado, Marzal (2005) apuntó que la palabra santa refiere a aquella cristiana que, por sus virtudes y acciones heroicas, ha sido canonizada por la iglesia católica, rindiéndose culto público como intermediaria ante Dios y como imagen o representación de un ser sagrado en lo que se cree. Al revisar la hagiografía de Santa Bárbara, no muy clara, por cierto, el Papa Pío V aparece como el responsable de su canonización en el año 1568, a partir del cual se le rindió culto oficialmente. Finalmente, está la palabra patrona, la cual asocia a una santa o virgen a la historia inicial de un pueblo, de cómo esta tuvo preferencia por el lugar y su gente, cómo llegó, cómo se quedó y hasta se convirtió en toponimia del lugar donde hizo su aparición (Bravo, 2001). Con relación a esto, los mitos de fundación, que más adelante conoceremos, refieren que el nombre de la comunidad está asociado a las apariciones de Santa Bárbara en el lugar.

       De modo que, el empleo de varios léxicos por parte de la población para referirse a un mismo icono cristiano está justificada y cobra su propio sentido. De ahí que, Santa Bárbara es diosa, por poseer atributos divinos, aunque no lo sea; virgen, por haber sido casta y consagrarse en cuerpo y alma a Dios; santa, porque fue canonizada; patrona, por estar asociada a la historia inicial del pueblo.

 

Mitos de Santa Bárbara

El santoral católico considera a Santa Bárbara como una de las figuras cristianas más antiguas, pues data desde el siglo III d.C. Existen varios relatos míticos que dan cuenta de su historia; no obstante, conviene subrayar que las narraciones empleadas en el presente artículo distan de ser los originales, pues como dice Taipe “no existe un mito auténtico, un mito está constituido por el conjunto de sus versiones” (2018, pág. 43). El primer relato mítico que trataré, forma parte de la tradición oral de los pobladores de la comunidad de Santa Bárbara, para obtener la información formulé la interrogante ¿Sabes algún relato sobre Santa Bárbara? En respuesta, la señora M. L. me narró lo siguiente:

Dice que había un señor que tenía su hija. Este padre quiso violar a su hija. Por eso ella reaccionó diciendo: “Dios mío qué está pasando, cómo va hacer mi padre eso”. Preguntó a Dios: “¿Qué es esto?”. Y entonces, dice, en eso nomás empezaron los truenos y las lluvias. […] Creo que la chica se llamaba Bárbara y de ahí es que ella se había convertido en una santa, porque Dios prácticamente le ha protegido para que no sea abusada de su padre. Ahí dice salieron relámpagos, lluvias y todo, no permitiendo que el padre abuse de la hija. Por eso se habría hecho santa.

 

Este relato da cuenta sobre Bárbara, una hija acosada y perseguida sexualmente por su propio padre, que al ser acorralada buscó protección divina. La ayuda no se hizo esperar, pues Dios se presentó en la escena con truenos, relámpagos, rayos y lluvia, en ese preciso momento Bárbara se convirtió en santa. Esta narración refiere que el motivo de la persecución del padre contra la hija es el instinto carnal y las bajas pasiones, pues dice que “el padre quiso violar a su hija”. El contexto actual que se vive en la sociedad peruana, en la que los medios de comunicación informan casi diariamente de casos de abuso y agresión sexual en la familia, me hacen pensar que este relato es una versión “actual” o “moderna” del mito de Santa Barbara, que ha incorporado las preocupaciones y problemáticas más acuciantes que experimentan los pobladores. Justamente, este rasgo le diferenciaría de los relatos “tradicionales” de procedencia europea, que enseguida tocaré.

El segundo relato, que considero como “tradicional” y europeo, fue extraído del Diccionario de los santos de Leonardi, Ricardi y Zarri:

El padre de Bárbara, Dióscuro, de religión pagana, ordenó construir una torre para encerrar en ella a su bellísima hija a fin de protegerla de las miradas de los hombres. Después, cuando la invitó a tomar en consideración las propuestas de matrimonio, ella, determinada a consagrarse a Dios, expresó su contrariedad. Durante una momentánea ausencia del padre, Bárbara ordenó a los constructores de la torre que abrieran en ella tres ventanas, símbolo de la Trinidad, contrariamente a las disposiciones de su padre, que había encargado dos, y al mismo tiempo se autobautizó. Al volver el padre, habiéndose enterado por su misma hija de su adhesión a la fe cristiana, decidió inmediatamente matarla, pero ella logró ponerse a salvo milagrosamente. Reencontrada por su padre, la entregó al gobernador para que la sometiera a crueles tormentos y después la matara. Al rechazo de Bárbara de abjurar siguieron atroces suplicios: fue flagelada, envuelta en ropas tan vastas que la hicieron sangrar en todo el cuerpo y encerrada en la cárcel, durante la noche, recuperó la salud milagrosamente. Pero a la mañana siguiente fue sometida a otros tormentos junto con una cierta Juliana, que en aquel trance se había profesado seguidora de Cristo. Le amputaron los senos y fue arrastrada desnuda por las calles, pero invocó a Dios y vio cubierta su desnudez. Por fin fue condenada a la degollación, ejecutada por su mismo padre, el cual inmediatamente después de la muerte de su hija fue herido por un rayo que lo aniquiló sin dejar rastro (2000, págs. 301-302).

 

Según el relato, Bárbara fue encerrada en una torre por su padre para evitar que los pretendientes la seduzcan o tal vez el objetivo haya sido aislarla del proselitismo cristiano que, durante el siglo III d.C., fue adquiriendo poder en el seno del imperio romano, siendo peligrosa y poniendo en estado de alerta a las autoridades públicas y a la misma población (Santos, 1996). Por otra parte, la misma Bárbara rechazó toda propuesta de matrimonio, consagrándose en cuerpo y alma a Dios; se autobautizó o la bautizaron como cristiana, luego mandó construir tres ventanas en representación de la Santísima Trinidad. Enterado de las acciones de Bárbara, su padre intentó persuadir para que abandone el cristianismo y ante la repulsa quiso matarla, ella huye y se salva; pronto fue ubicada y entregada al gobernador de la provincia, quien la encerró en la cárcel y sometió a crueles martirios, pero se recuperó milagrosamente una y otra vez; finalmente, ante su negativa de retractarse del cristianismo fue condenada a la decapitación,[1] siendo ejecutada por su propio padre, quien, consumado el hecho, fue aniquilado por un rayo, es por esto que la iglesia católica le habría nombrado a Santa Bárbara como protectora de rayos y truenos, también de la muerte inesperada y fulminante, es decir, sin confesión ni comunión.

Por otro lado, a lo largo de la historia ha existido una diversidad de imágenes o estatuas de Santa Bárbara, estas la presentan como una mujer joven y bella, acompañada de diversos símbolos tales como la espada que encarna el martirio que sufrió, l+a corona dorada que representa el triunfo sobre la muerte y el pecado, la palma (en la mano izquierda) que simboliza la victoria y la inmortalidad de su alma, el vestido de color blanco aludiendo a su pureza, etc. Precisamente, son estos símbolos los que posee la imagen de Santa Bárbara que se halla en la Basílica Catedral de Santa María de Ayacucho; en cambio, la estatua que está en el templo de San Francisco de la comunidad en mención no tiene algunos de estos emblemas, al preguntar a los pobladores de cuál era la razón, mencionaron que la iglesia y la santa fueron objeto de hurtos, quizá por esto se explique las carencias (ver imágenes 2 y 3). Hay que mencionar, además que por delante y a los pies de la imagen de Santa Bárbara se encuentra una “cabeza decapitada y ensangrentada”, sería de Dióscuro, su padre, hacia donde apunta la espada con actitud triunfal.

Al hacer una breve comparación entre la imagen y el mito, vemos que la primera se presenta de manera inversa con relación al segundo, pues el mito nos dice que Santa Bárbara murió decapitada por su padre, pero en la imagen se muestra como si estuviera “viva” y “sana”; en cambio, su padre, además de “muerto”, es quien aparece decapitado. Esta inversión se explicaría por la manipulación del cual fue objeto el mito de Santa Bárbara, efectuada por los representantes de la iglesia católica, en algún momento de su historia inicial, con la finalidad de mostrar el triunfo simbólico de su religión, representada por Santa Bárbara, sobre el paganismo, personificado por Dióscuro que fuera un sátrapa persa. Dicho de otro modo, el mito fue manipulado para enaltecer el triunfo del cristianismo sobre el paganismo, de la superioridad de la una sobre la otra, pues “así como se habla de mitos movilizadores y liberadores, los mitos también son opresores, manipuladores, inmovilizadores, justificadores de ciertos statu quo” (Taipe, 2016, pág. 327). Además del triunfo simbólico, la imagen religiosa de Santa Bárbara, una vez institucionalizada[2], habría tenido un objetivo práctico, “servir de culto” y “conseguir una respuesta de fe de parte de los creyentes”, pues “a menudo, la iglesia institucionaliza imágenes que han surgido de tradiciones antiguas y que se han impuesto entre el pueblo por fuerza histórica, con tal que no sean contrarias a la fe” (Zecchetto, 1999, pág. 63).

Santa Bárbara en Catedral de Ayacucho
templo de San Francisco de Asís de la comunidad de Santa Bárbara
Imagen 2 y 3. Santa Bárbara en Catedral de Ayacucho (Néstor Taipe, 2018) y en el templo de San Francisco de Asís de la comunidad de Santa Bárbara (Roly Najarro, 2018).

Sin embargo, una cosa es el mito y otra es la historia de Santa Bárbara, en tal sentido Butler (1965) puso en duda la existencia y la veracidad de la historia de la virgen y mártir, ya que, según él, los santorales antiguos no la mencionan y el mito no sería anterior al siglo VII, mientras que su culto recién se habría popularizado en el siglo IX. Al mismo tiempo, está en discusión el lugar de su martirio, ya que las versiones mencionan a Toscana, Roma, Antioquía, Heliópolis y Nicomedia;[3] asimismo, la época es ubicada indistintamente en el imperio de Maximino el Tracio (235–238), Maximiano (286–305) y Maximino Daya (308–313) (Leonardi, Ricardi, & Zarri, 2000). A pesar de ello, Santa Bárbara fue incluida como parte de los Santos Protectores o Auxiliadores[4] de la iglesia católica, pues se le invoca contra el rayo y el fuego, y por asociación al género de muerte del padre también es patrona de artilleros y mineros; además, es venerada por campaneros, carniceros, albañiles, estudiantes, entre otros oficios.

En resumen, Santa Bárbara es un icono importante del panteón cristiano del siglo III d.C., cuya existencia real no ha sido claramente documentada. El mito nos dice que renunció a la religión pagana para convertirse en cristiana, por lo que fue perseguida, encarcelada, flagelada y torturada, pero a pesar de los terribles martirios se repuso milagrosamente por la gracia divina; sin embargo, al no renunciar su nueva religión fue decapitada por su propio padre, quién, a su vez, murió fulminado por un rayo. Por otra parte, en las imágenes se aprecia a Santa Bárbara “viva” y “sana”; opuestamente, el padre aparece decapitado, esto sería producto de una manipulación e inversión del cual fue objeto el mito por parte de los representantes de la iglesia católica, para mostrar el triunfo simbólico del cristianismo sobre el paganismo; además, la institucionalización del icono de Santa Bárbara habría buscado otros objetivos prácticos.

 

Santa Bárbara como toponimia

G. Stiglich (2013) en su Diccionario Geográfíco del Perú registró varios lugares que llevan por nombre Santa Bárbara, entre ellos figura la comunidad de Santa Bárbara (Tambillo, Ayacucho), creada oficialmente el 13 de abril de 1959; es decir, que el escenario del presente estudio es uno de los tantos lugares que llevan el nombre de la santa (ver cuadro 1). Concerniente a esto, en la sección anterior mencioné que los pobladores se refieren a Santa Bárbara como “patrona del pueblo”, el cual alude a la asociación de la santa con la historia inicial del pueblo, siguiendo esta lógica interrogué a algunos pobladores ¿por qué le llamaron Santa Bárbara a esta comunidad? Uno de ellos narró:

Al costado de la iglesia apareció una mujercita muy bonita y de ahí han dicho para que nuestro pueblo se llame Santa Bárbara. Y de ahí tenemos virgen pues. Era una niña muy bonita, simpática. Entonces, hicieron una capilla al costado donde está la iglesia de ahora y lo dejaron ahí, pero luego apareció la virgencita ya tiesita, entonces han dicho, esta niña hemos visto, mira se ha quedado la niña diciendo. Desde ese entonces, se quedó y de ahí se llama Santa Bárbara, porque se preguntaron qué nombre podemos poner, Santa Bárbara. Entonces la virgen también se llama Santa Bárbara. Esto ocurrió hace mucho tiempo. Pero dicen que antes de poner el nombre a este lugar, un señor había dicho que hay un pueblito de otro país que se llama Santa Bárbara, entonces dijo: qué tal le ponemos eso ya que la virgen Santa Bárbara ha aparecido aquí, nuestro pueblito que se llama Santa Bárbara. Ese fue el motivo. Antes, todo este lugar era un campamento, no había casas, nada; ahora recién hay escuela y todo, casa comunal y nuestras casas (Testimonio de L. G.).

 

Cuadro 1: Lugares del Perú que llevan por nombre Santa Bárbara

Topónimo

Deparmento

Provincia

Distrito

Descripción

 

Santa Bárbara

Ayacucho

Huamanga

Tambillo

Poblado

Ayacucho

Parinacochas

Coracora

Fundo

Cajamarca

Cajamarca

Cajamarca

Caserío/Fundo

Cusco

Canchis

San Pablo

Anexo/Estancia

Cusco

Anta

Huarocondo

Hacienda

Huancavelica

Huancavelica

Huancavelica

Aldea/Mina de cinabrio

Huancavelica

Tayacaja

Colcabamba

Terreno

Ica

Ica

Palpa

Hacienda

Ica

Pisco

Pisco

Hacienda

Junín

Huancayo

Chupaca

Aldea

Junín

Yauli

Marcapomacocha

Hacienda/Mina de plata

Lambayeque

Lambayeque

Jayanca

Terrenos

La Libertad

Cajamarquilla

Bambamarca

Chacra

Lima

Cañete

San Luis

Antigua hacienda

Loreto

Alto Amazonas

Andoas

Isla de Morona

Loreto

Ucayali

Contamana

Caserío

Loreto

Maynas

Iquitos

Caserío

Puno

Sandia

Sina

Asiento de oro antiguo

Puno

Chucuito

Ilave

Caserío

Puno

Lampa

Santa Lucía

Cerro cuprífero

Puno

Sandia

Quiaca

Finca de cocales

Puno

Puno

Paurcarcolla

Finca

Puno

Chucuito

Yunguyo

Fundo

Puno

Azángaro

Putina

Hacienda

Fuente: Elaboración propia 2019, a partir de los datos brindados Stiglich (2013).

 

El testimonio hace alusión a un grupo de personas que se percataron sobre la presencia de la santa en el lugar y le construyeron una capilla para que se quede; paralelamente, estaban buscando un nombre para el territorio que venían habitando, y como la santa hizo su aparición en ese momento, lo nombraron Santa Bárbara. Ahondando sobre el particular, el poblador J. T. dijo:

Los pobladores se reunieron en una asamblea general en esta plaza y acordaron de que la única santa era la virgen Santa Bárbara, entonces dijeron qué nombre vamos a poner y hubo un debate, una discusión y cambio de ideas, pero eso no se llevó en una sola asamblea, parece que hubo tres o cuatro asambleas y acordaron poner nombre de Santa Bárbara, el nombre de la virgen.

 

La aparición de Santa Bárbara en el poblado, primero como “mujercita muy bonita” y luego como una “virgencita ya tiesita” (imagen), está relacionada con un fenómeno de la religiosidad popular conocido como aparicionismo, el cual “se configura a partir de las visiones de seres pertenecientes a una realidad no ordinaria, que se les presentan a ciertas personas con propósitos diversos” (Barabas, 1995, pág. 29). Dicho de otro modo, las apariciones no son otra cosa que las manifestaciones de lo sagrado en un lugar ordinario, es decir, que algo completamente diferente de lo profano o mundo natural se muestra a los hombres y estos lo conocen, se trata de una hierofanía[5] (Eliade, 1998). Hay que mencionar, además que la irrupción de lo sagrado en un determinado lugar tiene como efecto consagrarlo o sacralizarlo, es decir, convertirlo dicho espacio en cualitativamente diferente del resto (Barabas, 2006). De ahí que, en el lugar de la aparición de Santa Bárbara se haya construido una capilla, pues ella les habría elegido como destinatarios de su cuidado y de sus mensajes, a cambio de veneración y ofrenda; posteriormente, se edificó un templo católico[6] en el lugar de su aparición, ahora sigue siendo un espacio sagrado (imagen 4).

Plaza principal de la comunidad de Santa Bárbara
Imagen 4. Plaza principal de la comunidad de Santa Bárbara. Foto del autor, 2018.

Como se afirmó arriba, la aparición de Santa Bárbara ocurrió en un momento en que, al parecer, los pobladores estaban en búsqueda de un nombre para el lugar que venían habitando, ya que “se preguntaron qué nombre podemos poner”. En palabras de Barabas (2006), en las culturas indígenas muchas de las apariciones de santos muestran un anhelo de fundación o refundación sagrada del territorio. De modo que, el grupo de personas, de religión católica, al que hacen referencia los relatos habrían sido foráneos e intentaban refundar el territorio, pues como se sabe antes de la invasión de los españoles y el establecimiento del sistema colonial, el espacio en alusión estaba ocupado por pueblos autóctonos. Por consiguiente, la aparición de Santa Bárbara está ligada a la construcción colectiva de las nociones de identidad y territorialidad (Barabas, 2006).

Otro relato me fue narrado por la señora M. L., quien ante la misma interrogante apuntó:

Bueno, mi papá nos contaba de que vinieron unos mineros de Huancavelica, entonces se habían escapado de la mina de de mercurio y de donde se habían traído una de las campanas dicen, y como la mina de Huancavelica se llama Santa Bárbara [imagen 5], entonces con ese nombre ellos lo pusieron el nombre de Santa Bárbara y aquí han vivido, entonces por ahí se pone el nombre de Santa Bárbara y, de ahí ya seguimos con ese nombre. Esa campana sigue en la torre de la iglesia, debe ser una de ellas.

Iglesia colonial de Santa Bárbara en las minas de mercurio en Huancavelica y data del s. XVI
Imagen 5. Iglesia colonial de Santa Bárbara en las minas de mercurio en Huancavelica y data del s. XVI. Foto: Néstor Taipe, 2015.

Según este relato, el nombre de la comunidad se debe a unos mineros procedentes del yacimiento de azogue de Santa Bárbara,[7] ubicada en la región de Huancavelica, quienes habrían llegado a la zona trayendo consigo una de las campanas de la torre del templo católico que lleva también el nombre de Santa Bárbara, luego decidieron quedarse y llamar al nuevo lugar de residencia Santa Bárbara. La razón para la fuga de los mineros posiblemente se debió a las duras condiciones de trabajo, pues los “mitayos trabajaron en las minas de mercurio en condiciones inhumanas e insalubres por lo que enfermaban y morían en una proporción importante” (Pamo, 2017, pág. 46). No en vano tal mina fue conocida como Mina de la muerte.[8]

Uno de los elementos quemás llama la atención de este segundo relato es la campana que los mineros trasladaron consigo, se sabe que para el catolicismo tiene un profundo significado, pues simboliza la integración de la comunidad católica, la agonía de uno de sus miembros, un entorno festivo, entre otros. En tal sentido, el libro católico Bendicional, citado por José Aldazabal, señaló que:

Es antigua costumbre el convocar al pueblo cristiano a la reunión litúrgica con una señal o sonido, y advertirle de los acontecimientos principales de la comunidad. Así pues, la voz de las campanas de algún modo expresa el sentido del pueblo de Dios, cuando se goza o llora, da gracias o implora, se reúne y manifiesta el misterio de su unidad en Cristo (1989, pág. 169).

 

En resumen, el nombre de la comunidad de Santa Bárbara está relacionada con dos mitos de origen. El primero, relata la aparición de Santa Bárbara en la zona, los ocupantes al percatarse de su presencia construyeron una capilla para que se quede y luego decidieron denominar al poblado como Santa Bárbara, este relato está asociado al fenómeno del aparicionismo; mientras que, el segundo relato, da cuenta de un grupo de mineros que llegaron a la zona desde la Mina de Santa Bárbara (Huancavelica) y decidieron poner el nombre del lugar de donde procedían. Ambos relatos se coligan mediante un elemento, un grupo de personas foráneas que llegaron al territorio y decidieron refundarlo con el nombre de Santa Bárbara, la presencia de algunos símbolos indica que estas personas eran cristianas.

 

La asociación entre Santa Bárbara y el Rayo

La invasión de los europeos al continente americano, que inició en 1492, produjo un nuevo tipo de cultura, el cual se manifestó, por ejemplo, en una mezcla de deidades autóctonas y los santos cristianos, “esto llevó a la aparición de un sincretismo religioso, en el cual las virtudes del uno se trasladaron al otro, y los elementos del culto se trastocaron e intercambiaron” (Torres-Sánchez, 2002, pág. 31). Esto no quiere decir que la invasión y la colonización hayan sido pacíficas, más bien fueron violentas y forzadas. En ese sentido, las religiones autóctonas sufrieron los embates del cristianismo, se sometieron por temor y asumieron sus elementos, para luego integrarlos a su propio sistema religioso, pero sin renunciar a ellos. Posteriormente, la fe cristiana, conjuntamente con la organización católica, se convirtió en la matriz religiosa dominante, pero subsistieron una multitud de elementos autóctonos y que, inclusive hasta hoy, se visibiliza en ciertas formas de culto, en las devociones y costumbres religiosas (Zecchetto, 1999).

La creencia en Santa Bárbara fue sincretizada con el culto de algunas deidades autóctonas relacionadas con el rayo, las tormentas y las lluvias; sirva de ejemplo, Dabeiba (Colombia), Changó, (Cuba) e Illapa (Perú) (Torres-Sánchez, 2002). Obviamente me interesa esta última asociación y en ella me centraré. Acerca de Santa Bárbara, ya señalé que es la patrona más conocida de la iglesia católica con respecto al rayo y algunos fenómenos relacionados, pero también se coliga a la “buena muerte”, siendo su festividad cada 4 de diciembre, aunque en la comunidad donde hice el estudio la fiesta se celebra el 4 de octubre, conjuntamente con el de San Francisco de Asís.[9]

Ahora toca abordar sobre el dios Rayo de los Andes o Illapa; sin embargo, debido a la amplitud del territorio, es preciso señalar que los cultos y denominaciones con respecto a esta deidad es variada. Así, por ejemplo, Taipe (2016) organizó de la siguiente manera:

  • Andes del sur: Illapa (Llipyaq), Chuquilla, Catuilla e Intillapa.
  • Andes del centro y norcentral: Libiac (Liviac, Lliviac) o Catequil.
  • Huarochirí: Pariacaca o Paryaqaqa.
  • Andes y costa sur: Tunupa (Tunapa o Tonapa).

 

Todas estas denominaciones y representaciones del dios Rayo, muestran la gran extensión e importancia que su culto tuvo en los Andes peruanos. Además, Illapa era una deidad notable en la religión oficial del Cusco, ya que se encontraba en el Coricancha juntamente a Viracocha (Wiraqucha) y el Sol (Inti). Por otra parte, Libiac/Llipyaq, otro nombre del Rayo, era la deidad principal de los llacuaces,[10] así como de los grupos que habitaban las zonas altas o elevadas, expuestas a las tormentas y lluvias (Duviols, 2016; Taipe, 2016).

Conviene subrayar que dentro del sistema religioso andino–cristiano, el Rayo fue vinculado con algunos santos del panteón católico, entre ellos San Marcos, San Jerónimo, San Felipe, Santiago o San España (Albó, 2000). Sin embargo, en la comunidad campesina donde realicé el estudio, la asociación se da con Santa Bárbara, aunque los géneros son opuestos. T. Gisbert (2004) afirmó que la relación de Santa Bárbara con el rayo y las tormentas no solamente fue en el sentido europeo, también lo fue en su sentido autóctono; en consecuencia, “[…] es posible opinar que en la religiosidad popular del período colonial Santa Bárbara se ha conocido por su relación con el rayo, en su doble sentido de protectora del mismo y como figura divina andina trasformadora relacionada con la lluvia” (Knowlton, 2009, pág. 2). Avanzando en este razonamiento, se puede decir que, de acuerdo con Millones, citado en Taipe (2016), Illapa es el único de los dioses mayores del Tawantinsuyu que todavía se conserva vigente hasta la actualidad (imagen 6).

El rayo y tormenta eléctrica en Cusco
Imagen 6. El rayo y tormenta eléctrica en Cusco. http://radioondapopular.pe

Teniendo en cuenta lo dicho, lancé otra pregunta a algunos pobladores de la comunidad: ¿De qué cosas protege Santa Bárbara? Las respuestas fueron:

  • Protege de los relámpagos. Es patrona de los relámpagos. Cuando hay relámpago, yo siempre le digo: ‘Santa Bárbara protégeme’; le pido: ‘Virgen de Santa Bárbara protégeme del rayo’. Cuando hay rayo, siempre pedimos a Santa Bárbara, siempre desde niñita mis papás me decían que cuando hay rayo o relámpago, donde vayas, debes pedir a la virgen Santa Bárbara. Incluso a mis hijos les enseño, así como mi padre me dijo, que deben decir: ‘Virgen de Santa Bárbara protégeme de este rayo, por qué está en tus manos, estoy en tus manos, protégeme en tu manto sagrado y ampárame’ –y así le digo (Testimonio de M. L.).
  • Cuando hay rayos se tiene que orar a Santa Bárbara y hacemos cruces con nuestras manos (Testimonio de J. L.).
  • El rayo cae siempre aquí. Cuando el rayo cae, daña a cualquier cosa, al árbol o mata a una persona, luego cesa y se aleja. Al rayo le atrae el celular, la radio y la tele. Dicen que ahí prende rápido y lo quema todo (Testimonio de E. T.).
  • La vez pasada nomás, en noviembre creo, hubo un rayo, pero muy fuerte; el relámpago prendía allá arriba y, según dicen, ha prendido a una casa y a un señor le ha corrido prendiendo la candela, pero no sé si será cierto (Testimonio de L. G.).

 

De los testimonios anteriores, se muestra la cualidad protectora de la asociación Santa Bárbara–Rayo. De ahí que, ante la presencia del rayo los pobladores invoquen a Santa Bárbara con plegarias, pero también empleando algunos símbolos cristianos (haciendo cruces con las manos). Con relación a esto, Mesa, Delgado y Blanco dijeron que “[…] es común […] ‘acordarse de Santa Bárbara cuando truena’. Actualmente esto está cayendo en desuso, y son pocas las personas que aún rezan a Santa Bárbara y le encienden velas durante las tormentas” (1997, pág. 110).

Ahora bien, según los pobladores, una efectiva protección contra el rayo solo es posible a través de determinadas acciones o prácticas, estas consisten en “no utilizar celulares”, “apartarse de los metales y herramientas”, “no utilizar anillo”, “alejarse de árboles grandes y sin espinas”, “no comer” o “comer después que pase el rayo”, “apartarse de las piedras”, “no utilizar arete” y “no usar sombrilla”; pues a los objetos mencionados “le gustan al rayo”. A pesar de eso, casi todos afirmaron que “hasta ahora” ninguna persona ha muerto en la comunidad por efecto del rayo, pero mencionaron casos ocurridos en las comunidades campesinas aledañas, por ejemplo, en Guayacondo, Acocro y Niño Jesús de Ñeque. En cambio, señalaron que tanto plantas y animales son impactados frecuentemente por el rayo.

Respecto a lo dicho, es necesario hacer algunas precisiones, por ejemplo, sobre “alejarse de los árboles grandes y sin espinas”, de entre ellos los pobladores señalaron al molle (Schinus molle), eucalipto (Eucalyptus) y pino (Pinus), por ser objetos de las acciones destructivas del rayo; mientras que, los árboles espinosos como el guarango (Prosopis pallida), la tara (Tara spinosa) y similares no son impactados. En este punto, recobra importancia el simbolismo de la espina en las creencias cristianas, pues está asociada a la corona de espinas de Cristo y la crucifixión; al respecto, M. Bruce–Mitford señaló que “de acuerdo con la creencia cristiana, el acebo [Ilex aquifolium] simboliza tanto la corona de espinas, por sus hojas espigadas y sus bayas de color rojo sangre, como la alegría de la Navidad” (1997, pág. 44) [las cursivas son mías]. No obstante, la corona de cristo le proveería a la espina un doble carácter, la parte malévola, que se puede presentar de múltiples formas; mientras que, por su aspecto circular la eleva a símbolo celeste (Cirlot, 1992).

Esta relación coincide con lo que presencié en una conversación, acontecida en el distrito de Acos Vinchos de la provincia de Huamanga, cuando una pobladora dijo a otra en quechua: “rayumuptinqa kichkapa waqtanmanmi ayqina” (si hay rayo se debe escapar al costado de una espina).

En cuanto a los animales, los entrevistados indicaron que el rayo afecta al cerdo, perro, cabra, vaca, oveja y caballo; sin embargo, no mencionaron al burro ni a la mula. Esta omisión no sería casual, más bien tendría que ver, como en el caso de las plantas espinosas, con la creencia cristiana. Así, por ejemplo, en la comunidad campesina de Colpapampa (distrito y provincia de Vilcashuamán) escuché a una pobladora decir en quechua a su hijo “rayumuptinqa asnunchikmanmi valikunki” (cuando hay rayo te amparas en nuestro burro) y al consultarle del porqué de la recomendación me dijo: “paypaqa cruzninmi kan” (es que él tiene su cruz). De modo que, tanto el burro como la mula gracias a la mancha oscura en forma de cruz que llevan en el lomo son inmunes al rayo y protegen a la gente, es decir, son animales “cristianos”; Bruce–Mitford mencionó algo más, “en el cristianismo se bendice al burro: llevó a María a Belén y a Jesús a Jerusalén” (1997, pág. 60).

Santa Bárbara no solo resguardaría del rayo, sino que su capacidad protectora sería más amplia, ya que en el imaginario de los pobladores también salvaguarda de los hurtos, los asaltos, de la enfermedad, entre otros. Al ser interrogados, otros dos pobladores mencionaron:

  • Bueno, parece que nos protege de todo, de robos, de asaltos, esas cosas (Testimonio de J. P.).
  • Si llamas a ella en cualquier dificultad que tengas, ella se te presenta, una señora te aparece en tus sueños. Una señora te habla, entonces en tu sueño te habla, ella es Santa Bárbara, te dice vas a estar bien diciendo te habla (Testimonio de C. Z.).

 

Ahora analizaré la asociación de Santa Bárbara–Rayo en su aspecto de figura divina andina, donde resaltan los atributos de Illapa, el cual, a su vez, está asociado con la altura, los cerros, la lluvia, el granizo, la fertilidad de los campos, los nubarrones y las tempestades (Duviols, 2016). En ese sentido, el poblador J. T. ante la pregunta ¿De qué cosas protege Santa Bárbara? dijo: “Del rayo, pero el rayo viene recién acá a partir de los 90s, año 90 o más arriba todavía. Cuando yo era muchacho todavía, aquí no había rayo, rayo existía en las alturas, acá no”.

Del testimonio anterior, podemos deducir el carácter foráneo del dios Rayo o Illapa en la comunidad de Santa Bárbara,[11] que se ubica en un pequeño valle interandino drenado por el río San Cristóbal. Con relación a esto, P. Duviols, analizando la oposición entre dos pueblos andinos llamados huaris y llacuaces, argumentó que los primeros estaban relacionados con el dios Huari[12] y habitaban terrenos bajos; mientras que, los segundos, originarios de las alturas (punas y nevados), eran pastores y guerreros, quienes obedeciendo a los mandatos de dios Libiac, otro nombre del Rayo, habrían bajado y conquistado territorios ya ocupados por los huaris, convirtiéndose en migrantes y “advenedizos” (Duviols, 2016). Me gustaría dejar claro, que la época en que el rayo “aparece” en la comunidad de Santa Bárbara no indicaría un tiempo histórico, sino más bien un tiempo mítico; igualmente, se podría decir, que los espacios que la comunidad ocupa hoy en día, antiguamente habrían sido territorios de los huaris.

Todavía cabe señalar acerca del carácter fertilizador del dios Rayo o Illapa, pues al presentarse acompañado de nubes y lluvias, proporciona el líquido vital a los campos de cultivo, a los pastizales, a los árboles, a los animales y al mismo hombre, dicho de otro modo, es fuente de vida. Con respecto a la figura de Illapa, Baulenas i Pubill dijo:

[…] Algunos cronistas nos hablan de una figura antropomorfa con una honda en la mano que al disparar un proyectil rompe un cántaro lleno de agua. El estruendo del impacto provocaría el trueno, el rayo sería la representación de las chispas generadas, y finalmente, el agua al verterse provocaría la lluvia. Incluso existen canciones y poemas que narran esta leyenda, y cuentan que sería una mujer la que estaría llevando el cántaro, que habría llenado con el agua de un río que se identifica con la vía láctea (2012, pág. 336).

 

Chevalier y Gheerbrant indicaron que el rayo “simboliza la chispa de la vida y el poder fertilizante. Es el fuego celeste de inmensa fuerza y temible rapidez: puede ser benéfico o nefasto. […] El relámpago se compara a la emisión del esperma, simboliza el acto viril de Dios en la creación” (2018, pág. 2190). Por otro lado, está la lluvia considerada como “[…] el símbolo de las influencias celestes recibidas por la tierra. […] agente fecundador del suelo, del que se obtiene la fertilidad. De ahí los innumerables ritos agrarios con vistas a desencadenar la lluvia: […]” (2018, pág. 1687). Cristóbal de Molina (1574/1943), El Cusqueño, mencionó que el Trueno o Chuqi Illapa, otro nombre del dios Rayo, al igual que el dios Sol o Inti, era objeto de ritos y sacrificios para que a cambio envíe sus aguas (lluvia) y evite el granizo; es decir, Illapa también protegía los campos de cultivo a cambio de ofrendas.

Según Chevalier y Gheerbrant (2018) en las tradiciones amerindias, la lluvia es la semilla o esperma fecundante del dios del Rayo o tormenta, en el Perú esta deidad recibe diversas denominaciones y representaciones, como hemos visto líneas arriba. Es más, en la cosmovisión andina se cree que el rayo al impactar en las mujeres procrea sus hijos, estos son los mellizos (chuchus o curis) en cualquier especie viva, incluida la humana, los que nacen de pies (chacpas), los nonatos (producto de los abortos), los que nacen con labios leporinos y sin orejas. Entre los llacuaces, uno de los gemelos y aquellos que nacían del parto podálico eran sacrificados a Libiac; mientras que, el otro gemelo estaba destinado a ser su ministro o sacerdote, pero también podían ser los sobrevivientes a su impacto, siempre y cuando nadie y nada los haya visto (Limón, 2017). Quizá es por esto que el rayo busca e impacta en las mujeres gestantes, para asegurar su descendencia; al respecto, dos entrevistadas expresaron:

  • “El rayo cae cuando hay señoras embarazadas, ellas le gustan” (Testimonio de M. L.).
  • “He escuchado de que cuando una está embarazada y hay rayo, el niño que está adentro se asusta y hasta se le parten los labios o si no afectan a la vista y hasta pueden nacer sin orejas” (Testimonio de L. G.).

 

Lo dicho hasta aquí aún no expone claramente la asociación entre Santa Bárbara y el dios andino del Rayo, esto obligó a plantearme la siguiente interrogante ¿Cómo una figura femenina (Santa Bárbara) se asoció con otra figura masculina (Illapa)? La relación de Illapa con otros santos cristianos como San Marcos, San Jerónimo, San Felipe, Santiago o San España, parece ser obvia, ya que todos son iconos masculinos, no sucede lo mismo con Santa Bárbara. Quizá la idea de la androginia divina[13] ayude a superar esta dificultad, pues según Mircea Eliade muchas deidades de la antigüedad eran andróginas, como ejemplo cita a Hera, Dionisios, entre otros. Su planteamiento se hace más interesante cuando afirma que:

La mayor parte de las divinidades de la vegetación y de la fertilidad son bisexuadas o comportan rasgos de androginia. ‘Sive deus sis, sive dea’, decían los antiguos romanos de las divinidades agrícolas; y la fórmula ritual sive más sive femina era frecuente en las invocaciones. En ciertos casos (por ejemplo, entre los estonios), las divinidades agrícolas son consideradas un año como varones, y como hembras el año siguiente. Pero he aquí lo más curioso: son andróginas las divinidades masculinas o femeninas por excelencia, lo cual se explica si tenemos en cuenta que existe una concepción tradicional según la cual uno no puede ser algo en grado excelente si no es simultáneamente la cosa opuesta o, más exactamente, si no se es otras cosas más al mismo tiempo (Eliade, 2008, págs. 107-108).

 

Entonces se podría postular que, por ser propiciador de la lluvia y estar relacionado con la fertilidad, Illapa tenía rasgos femeninos; mientras que, por sus cualidades guerreras y progenitoras era masculino. En otras palabras, en su personalidad estaba incorporada, simultáneamente, la parte femenina, así como la masculina: era una divinidad andrógina. Esto se hace más evidente cuando Duviols (2016) señala que Libiac, nombre del Rayo en los Andes del centro y norcentral, era el padre de los llacuaces, pero en ningún momento menciona a la madre de los mismos, esto se repite en los diversos cronistas y especialistas en ideología andina. Por consiguiente, la parte femenina de Illapa es la que habría permitido la asociación con Santa Bárbara.

Por tanto, con la invasión y colonización española de América se produjo un sincretismo religioso, mezclándose deidades nativas y santos cristianos, en la que virtudes y elementos se trasladaron e intercambiaron, esto fue violento y forzado. En el Perú, Santa Bárbara fue relacionada con el dios Rayo o Illapa, como protectora del mismo y como figura divina andina, relacionada con las lluvias y la fertilidad. En última instancia, la asociación entre Santa Bárbara e Illapa habría ocurrido por el carácter andrógino del segundo.

 

Conclusiones

  1. Para los pobladores, Santa Bárbara es diosa, virgen, santa y, por estar asociada a la historia inicial del pueblo, patrona. Aunque la existencia de esta santa cristiana dista de ser clara, el mito nos dice que renunció al paganismo y se convirtió al cristianismo, a causa de ello fue decapitada por su propio padre, quien, a su vez, murió fulminado por el rayo; sin embargo, la imagen de Santa Bárbara con respecto al mito aparece invertida, pues ella es presentada “sana” y “viva”, en cambio su padre, además de muerto, está decapitado. Esto sería resultado de una manipulación del mito por parte de los representantes de la iglesia católica, con la finalidad de mostrar el triunfo simbólico del cristianismo sobre el paganismo, en algún momento de la historia. Además, la institucionalización del icono de Santa Bárbara habría buscado otros objetivos prácticos.
  2. El nombre de la comunidad de Santa Bárbara está relacionado con dos mitos de origen. El primero, habla de la aparición de Santa Bárbara en dicha zona, frente al cual los pobladores decidieron construirle una capilla con la finalidad de que se quede; posteriormente, pusieron el nombre de la santa a la comunidad, este relato está asociado al fenómeno del aparicionismo, que tiene que ver, a su vez, con la hierofanía, así como las nociones de identidad y territorialidad. El segundo, da cuenta de un grupo de mineros que llegaron a la zona desde la mina de Santa Bárbara (Huancavelica) y decidieron poner el nombre del lugar de donde procedían. En ambos relatos, un grupo de personas foráneas refundaron el lugar con el nombre de Santa Bárbara y ciertos elementos indican que eran cristinas–católicas.
  3. En la comunidad donde se realizó el estudio, Santa Bárbara es asociada con el dios andino del Rayo o Illapa, en un doble sentido, como protectora del mismo y como figura divina, relacionada con la fertilidad y a las lluvias. De ahí que, ante la presencia del rayo los pobladores invoquen a Santa Bárbara, empleando plegarias y símbolos cristianos, además de ciertas prácticas para hacer más efectiva dicha protección; por otro lado, se resalta el carácter foráneo del Rayo, así como su capacidad fertilizadora y multiplicadora de vida. En última instancia, la asociación entre Santa Bárbara e Illapa habría sido posible por el carácter andrógino del segundo.

 

Notas:

[1] En la Roma del siglo III d.C. la forma más usual de ejecución por parte de los organismos de poder fue la tríada terrible o summa supplicia: crucifixión, vivicombustión y la exposición a las bestias en el anfiteatro. En este panorama, la decapitación fue menos cruel y más afortunada, la cual, a su vez, tenía dos formas: con el hacha (de contenido sacrificial y sacro) y con la espada (ejecución laica), esta última fue la más extendida.

[2] Según Victorino Zecchetto (1999), las imágenes institucionales son “aquellas que están expuestas en templos, santuarios, capillas u otros lugares de culto y que la Iglesia acepta oficialmente para que sean veneradas por los fieles. Estas imágenes llevan implícitas las interpretaciones que les da la autoridad eclesiástica”.

[3] Toscana y Roma eran regiones o ciudades que formaban parte del Imperio Romano del Occidente; mientras que Antioquía, Heliópolis y Nicomedia constituían parte del Imperio Romano del Oriente.

[4] Los 14 Santos Protectores o Auxiliadores son un grupo de santos cristianos, muy aclamados por ser eficaces al responder a las invocaciones que les dirigen sus fieles.

[5] Mircea Eliade llama al acto de la manifestación de lo sagrado hierofanía, del griego hieros = sagrado y phainomai = manifestarse (ver a Eliade, 1998).

[6] Según datos no oficiales, el templo católico de San Francisco fue construido por el año 1580. En 1985, habría sido remodelado con la contribución de los residentes de la ciudad de Lima.

[7] La mina de azogue o de mercurio de Santa Bárbara, aunque descubierta y explotada antes de la llegada de los españoles, fue redescubierta en 1563 por los españoles, quienes la denominaron primero La Descubridora, luego Todos los Santos y, finalmente Santa Bárbara.

[8] Según datos históricos, las pérdidas humanas en la mina de Santa Bárbara son incalculables.

[9] Según los pobladores la fiesta de Santa Bárbara se celebra el 4 de octubre, conjuntamente con la de San Francisco de Asís. Antiguamente se habría celebrado el 4 de diciembre.

[10] Los llacuaces fueron los habitantes de las punas de Yauyos, Huarochirí, Huanca, Tarma, Canta, Cajatambo, Chinchaycocha, Huánuco, Haylas, Cajamarca y Guayacundo. Los llacuases eran hijos del Rayo, considerados forasteros, guerreros, advenedizos, debido a que invadieron las tierras de los huaris (ver a Duviols, 2016; Taipe, 2016).

[11] La altitud de la comunidad de Santa Bárbara es 2.709 m.s.n.m., ubicándose en la región natural quechua.

[12] Huari es el dios gigante de las cuevas, de la oscuridad, de la humedad fertilizante, de las aguas de los pukyus y lagunas, de los territorios a menor altitud, de la agricultura y la civilización (ver Duviols, 2016).

[13] La androginia divina alude a una bisexualidad universal, la cual es “consecuencia necesaria de la idea de la bisexualidad divina en tanto que modelo y principio de toda existencia, (…). Porque, en el fondo, lo que está implicado en una concepción semejante es la idea de que la perfección y, por consiguiente, el ser consiste, en suma, en una unidad–totalidad. Todo lo que es por excelencia debe ser total, comportando la coincidentia oppositorum en todos los niveles y en todos los contextos” (Eliade, 2008, pág. 106).

 

Referencias bibliográficas:

  • Albó, X. (2000). Preguntas a los historiadores desde los ritos andinos actuales. Cusco: Fundación Kuraka.
  • Aldazabal, J. (1989). Gestos y símbolos. Barcelona: Dossiers CPL.
  • Barabas, A. (1995). El aparicionismo en América Latina: religión, territorio e identidad. En A. Pérez (Ed.), La identidad: imaginación, recuerdos y olvidos (págs. 29-40). México: Intituto de Investigaciones Antropológicas.
  • Barabas, A. (2006). Los santuarios de vírgenes y santos aparecidos en Oaxaca. Cuicuilco, XIII(36), 225-258.
  • Baulenas i Pubill, A. (2012). La divinidad Illapa en el panteón imperial incaico. Investigaciones sociales, 16(28), 333-341.
  • Bravo, B. (2001). Vocabulario de religiosidad popular. Magdalena Mixhuca: Davar.
  • Bruce-Mitford, M. (1997). El libro ilustrado de signos y símbolos. México: Diana.
  • Butler, A. (1965). Vida de los santos (Vol. IV). (W. Guinea, Trad.) México: Collier`s International-John W. Clute, S. A.
  • Chevalier, J., & Gheerbrant, A. (2018). Diccionario de los símbolos. Barcelona: Herder.
  • Cirlot, J. E. (1992). Diccionario de símbolos. Barcelona: Labor.
  • Duviols, P. (2016). Escritos de historia andina, vol. I. Lima: BNP-IFEA.
  • Eliade, M. (1998). Lo sagrado y lo profano. Barcelona: Paidós.
  • Eliade, M. (2008). Mefistófiles y el andrógino. Barcelona: Kairós.
  • Gisbert, T. (2004). Iconografía y mitos indígenas en el arte. La Paz: Gisbert y Cía.
  • Knowlton, D. (2009). Santa Bárbara y El Rayo en Copacabana. Orem: Utah Valley University.
  • Leonardi, C., Ricardi, A., y Zarri, G. (2000). Diccionario de los santos, vol. I. Madrid: San Pablo.
  • Limón, S. (2017). Centellas sagradas. El culto al rayo en los Andes centrales. Latinoamérica(2), 107-132.
  • Marzal, M. (2005). Los santos y la transformación religiosa del Perú colonial. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú.
  • Mesa, S., Delgado, B. A., y Blanco, E. (1997). Ritos de lluvia y predicción del tiempo en la España mediterránea. En M. Goloubinoff, E. Katz, y A. Lammel (Edits.), Antropología del clima en el mundo hispanoamericano, vol. I (págs. 93-126). Quito: Abya-Yala.
  • Molina, C. d. (1574/1943). Fábulas y ritos de los incas. En R. Porras Barrenechea, y F. A. Loayza (Edits.), Las crónicas de los Molinas: destrucción del Perú (págs. 123-230). Lima: Librería e imprenta de Domingo Miranda.
  • Pamo, O. (2017). Taki onqoy, ¿Epidemia de intoxicación por exposición al mercurio? Acta Herediana, LXI(1), 46-54.
  • Rodríguez, P. (2000). Diccionario básico de las religiones. Navarra: Verbo Divino.
  • Santos, N. (1996). Emperadores y cristianos en el siglo III. Espacio, Tiempo y Forma(9), 249-263.
  • Stiglich, G. (2013). Diccionario Geográfico del Perú. (Z. Novoa, & R. Cerrón, Edits.) Lima: Sociedad Geográfica de Lima.
  • Taipe, N. (2016). "Las resignificaciones del Apóstol Santiago entre la península Ibérica, Mesoamérica y los Andes". En J. J. García (Ed.), Santiago Apóstol en el imaginario andino mesoamericano (1 ed., págs. 369-381). Ayacucho: Pres.
  • Taipe, N. (2018). El mito en el debate interdisciplinario. Alteritas. Revista de Estudios Socioculturales Andino Amazónicos(8), 7-46.
  • Torres-Sánchez, H. (2002). El rayo. Mitos, leyendas, ciencia y tecnología. Bogotá: Unibiblos.
  • Zecchetto, V. (1999). Imágenes en acción. El uso de las imágenes religiosas en la religiosidad popular latinoamericana. Quito: Abya-Yala.

 

Cómo citar este artículo:

NAJARRO MARTÍNEZ, Roly Jaime, (2019) “Los sentidos semióticos de Santa Bárbara en una comunidad ayacuchana en Perú”, Pacarina del Sur [En línea], año 10, núm. 40, julio-septiembre, 2019. ISSN: 2007-2309

Consultado el Martes, 19 de Marzo de 2024.

Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1776&catid=6