De la sustentabilidad a un cambio de paradigma

From sustainability to a paradigm shift

De sustentabilidade para uma mudança de paradigma

Roque Juan Carrasco Aquino[1], Hena Andrés Calderón[2] y Guillermo Tórres Carral[3]

Recibido: 05-06-2013; Aprobado: 01-07-2013

Las deudas pueden transferirse de una generación a otra, o ser generosamente canceladas por los acreedores, pero el consumo de los recursos no renovables deja tras de sí únicamente desperdicios industriales, agua contaminada y aire poluto. En este sentido el hombre se ha convertido en un ser productor de desperdicios…

 

Introducción

La propuesta aquí planteada se finca en la afirmación del proceso del metabolismo dialéctico: sociedad-naturaleza, lo que significa que el ser humano tiene derecho a aprovecharse de la naturaleza pero sin dañarla en el proceso histórico-natural. Y que tiene la posibilidad de dominar a los medios de producción, reconstituyéndose como sujeto; mas frente a natura no puede más que verla como una maestra (Schiller) o bien como la madre-tierra.

El objetivo es entonces que partiendo del hecho, de que las tendencias del actual modelo son insustentables en el tiempo e incompatibles con las necesidades de la humanidad,  contribuir a construir un nuevo paradigma el que tiene por base un desarrollo socialmente necesario y suficiente, lo que supone la compatibilidad entre la economía, política, ecología y sociedad. Esto representa un reto para los enfoques  interdisciplinarios y transdisciplinarios de la academia en la actualidad.

Es por lo anterior que la sustentabilidad como solución a la cuestión ambiental vendría tan sólo a paliar (sin reestructuración social) lo que ya no es posible sostener más, es decir el capitalismo[6], y la incompatibilidad en la relación hombre naturaleza actual  que está en su base (como resultado de la destructividad del capital). De esa forma, fenómenos adversos hacia un desarrollo integral entre sociedad-naturaleza prevalecen en los discursos ambientalistas ya que prevalece una visión unilateral del mundo, sea económica, ecológica o social.


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La explicación se encuentra en el hecho de que, en la actualidad, se ha roto la visión de la unidad naturaleza-sociedad y se ha fragmentado, volviendo a ambas cada vez como enemigas. En este aspecto, se expande la depredación, la contaminación y la extinción de las especies. Al tiempo se expresan las contradicciones de las actuales formas de reproducción del capital basadas en la creciente desigualdad social, que es su condición y resultado.  No es por tanto la acumulación per se la que debe mandar en torno a la creación, distribución y consumo de la riqueza social, lo cual es “irracional” por antonomasia, sino la producción de bienes y servicios que resuelvan o mitiguen las necesidades humano-sociales, en consonancia con las reglas impuestas por la naturaleza (derecho a la preservación y conservación de la vida); en tanto permitan evitar que prevalezca, como hasta ahora ha sido, la extracción desmedida de los “recursos naturales” (lo que en realidad constituye la devastación de la naturaleza) y la pauperización de la población, especialmente la trabajadora; todo lo cual impone compulsivamente el actual  modelo de “desarrollo”. La propuesta aquí planteada se finca en cambio, en la afirmación del proceso del metabolismo dialéctico: sociedad-naturaleza, lo que significa que el ser humano tiene derecho a aprovecharse de la naturaleza pero sin dañarla en el proceso histórico-natural.

Por su parte, las contradicciones y paradojas del patrón de desarrollo industrial (y agroindustrial) vigente, marcan ya el final del modelo fosilista de energía y producción. Los síntomas perversos que genera este proceso, entran en constante desfase intergeneracional con el conocimiento alcanzado y con las fuerzas productivas  heredadas hasta ahora. Entonces, ya no debe ser la sobreexplotación de los recursos naturales y humanos de manera despótica las que delineen el desarrollo; ya que las relaciones sociales de producción capitalistas han sido ya rebasadas por las demandas mayoritarias de la sociedad. Sin embargo, la mera transición energética puede ser una farsa si no está dirigida hacia un cambio profundo en el sentido y dirección de la civilización aun “triunfante”.

 

El desarrollo sustentable como desarrollo del capitalismo (“verde”)

De inicio, consideramos necesario hacer algunas precisiones en torno al llamado “desarrollo sustentable”, sobre todo porque se ha convertido en parte fundamental de la ideología dominante, abandonando los propósitos iniciales definidos en el Informe Brundtland (1987). Así, este concepto, y las políticas que de él se derivan, se han tratado de imponer en estos momentos y por todos los medios al conjunto de la sociedad, bajo el supuesto de que es necesario acostumbrarse a vivir bajo las reglas de la “sustentabilidad”; sin embargo, el contexto presente es de insustentabilidad (incapacidad de sostenerse en el tiempo, de eternizarse) del capitalismo. Entonces no es posible un capitalismo sustentable (entendido como durable),[7] más que como una aspiración ideológica, obviamente inalcanzable. Y de ahí la “magia de la sustentabilidad”, que resolvería todo, vía reciclaje.

Mientras tanto pueden hacerse algunas reflexiones críticas sobre el fundamento de este planteamiento institucional y empresarial: ¿Cómo vislumbrar la idea de la sustentabilidad en un escenario fincado en la aguda desigualdad social y la depredación de la naturaleza; y frente a una crisis del capitalismo enmarcada dentro de una crisis civilizatoria? En tanto, las interrogantes que van apareciendo, conducen hacia la profundización de la discusión conceptual, en un marco de imprecisiones y ambigüedades del término, el cual se impone empero como una trampa creada por el poder y basada en una racionalidad ambiental al servicio del capital, y también en la lucha contra la contaminación, pero siempre como formas de hacer más fuerte al sistema dominante. De este modo, es imprescindible repensar sobre lo que se desea hegemonizar de parte de quienes inducen hacia el pensamiento único:[8] la sustentabilidad, como el planteamiento que supuestamente superaría las contradicciones presentes en la vida social y ecológica.

Este concepto, en los ámbitos de los discurso ofíciales, de académicos y de la sociedad civil, implica aceptar que la depredación de la naturaleza se enmascare para ocultar los destrozos generados por el actual modelo de desarrollo (sostenido en la guerra contra la naturaleza),[9] en aras de lograr una solución color de rosa que no requiere de grandes transformaciones  para enfrentar la devastación ambiental y que, además, se debe asumir cómo la solución única que se ofrece para remediar sus efectos; pero sus causas siguen ampliándose de acuerdo a las necesidades de la expansión y profundización de la globalización económica y cultural. Así pues, se exige que seamos “sustentables” como una acción por decreto o como resultado de la aplicación de una ansiada aparente nueva ética a asumir para no provocar más dispendio o contaminación (que en el fondo es capitalocéntrica). Asimismo, se aplican políticas y prácticas que buscan ser no insustentables, pero la realidad es la opuesta. Y cabe destacar que existen múltiples expresiones en defensa del “desarrollo sustentable”, en los marcos del decrépito modelo vigente de desarrollo.

Sin embargo, esta representación social (la de “ser sustentable”), que se asume como la defensa del bosque, de las especies en extinción;  que plantea atacar el problema de la basura, etc., entre otras acciones reformistas y mejoradoras del modelo de industrialización depredador, resulta entonces una falaz solución al no ser capaz de detener una mayor devastación; es decir, todo ello bajo la idea de que es posible el pensar y el actuar descontextuadamente frente a la catástrofe que vive el mundo.


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Así, expresiones como aquéllas, están presentes en los diferentes escenarios de académicos; son “intelectuales orgánicos” parafraseando a Gramsci; políticos y empresarios voraces que recurren a los intersticios de la política para actuar como meros mercaderes de los recursos naturales y humanos.

Sin embargo, lo anterior no es una perversión nada más sino la quinta esencia del capitalismo voraz que plantea la absoluta mercantilización de natura; su corolario es la “economía verde”, que se justifica porque se presenta como una solución “sustentable”, aunque en realidad, la conservación de la natura en ese desarrollo sigue siendo un medio no un fin. De ahí que la compatibilidad naturaleza-sociedad suponga que la protección de natura no sea un medio sino un fin.

En tanto, repensar la suposición o el argumento de lo sustentable, obliga necesariamente reconocer, que bajo las actuales formas de reproducción capitalistas, los recursos naturales y humanos se han convertido en meros objetos de cambio a realizarse finalmente en un mercado; más que nada especulativo, y convertido ahora en la clave del capitalismo para su propia reproducción en la era de la decadencia civilizatoria. De esa manera, la naturaleza se fragmenta al presentarse bajo la idea de “recursos naturales”.

En este ensayo tan sólo hacemos un esbozo de crítica en torno a los planteamientos funcionalistas que  consideran que lo su  stentable es lo que cambiaría la tendencia  a la destrucción de la naturaleza. Es decir, la intención es abrir el debate sobre el ofrecimiento de un “Desarrollo Socialmente Necesario y Suficiente” (DSNyS).

Esto viene a replantear el hasta dónde es necesario producir y reproducir que ahora depende de la ganancia, pero revolucionando la economía mediante una requerida reapropiación social; en tanto, deben ser revisadas las necesidades vitales desde una perspectiva humano-natural y no considerarlas como meras necesidades de reproducción sistémica.

En realidad, lo que se plantea como propuesta en este artículo está basado en otra forma de concebir  el “metabolismo social y natural”, considerado como una totalidad dinámica; visto desde la perspectiva de la sociedad y en donde ésta se encuentra dentro de la naturaleza. Asimismo, se plantea lograr que las demandas sociales estén en función de las necesidades reales de la población y no de lo que se establezca a partir de la cosificación del sujeto, transformado ahora en un mero objeto del deseo del capital. No obstante, es necesario reafirmar el planteamiento de Ricardo Antunes, sobre la necesidad de: “…superar el “sistema de metabolismo social del capital”, es decir, el complejo caracterizado por la división jerárquica del trabajo, que subordina sus funciones vitales al capital. Éste, el capital, antecede al capitalismo y también le sobrevive”.[10]

 

La relación del hombre con la tierra

La apropiación de la naturaleza por el ser humano, se expresa en tres esferas de la producción. Primero, como la propiedad de la tierra (incluye a las comunidades), ya aquí se ubica la conservación de los ecosistemas, como una condición de la producción de los valores de uso, antes de convertirse éstos en valores de cambio;  se somete la tierra al hombre y a éste se le separa de aquélla; segundo, el dueño del dinero, convertido en capital, mediante la compra de la fuerza de trabajo. Aquí, el trabajador se convierte en objeto (mercancía) y los medios de producción cobran vida (sujeto) en el capitalista; tercero, la fuerza de trabajo y su consumo (el trabajo propiamente dicho),  la cual se apropia de los recursos naturales (“El trabajo es el padre y la Tierra es la madre”, decía William Petty); en este sentido, el sujeto pertenece al objeto;[11]  aquí se comporta como sujeto sobre el objeto (considerado como medios de producción, ya que el sujeto, la humanidad pertenece al objeto, la naturaleza; empero siempre están unidos). De lo anterior es importante retomar de Marx, su planteamiento que es una de las claves para comprender el porqué de la devastación de la naturaleza. Para ello retomamos de un pasaje hoy sustancialmente hecho evidente como la esencia misma de las contradicciones actuales:

“…que las relaciones de producción correspondientes a ese modo de producción específico e históricamente determinado relaciones que los hombres contraen en el proceso de su vida social y en la generación de su vida social tienen un carácter específico, histórico y transitorio, y que, finalmente, las relaciones de distribución son esencialmente idénticas a esas relaciones de producción, un reverso de las mismas, de manera que ambas comparten el mismo carácter históricamente transitorio[12].

El corolario es que la producción se consolida con la distribución y el consumo, sí, pero, de forma desigual y en contextos muy complejos.

 

¿Por qué la sustentabilidad y/o insustentabilidad?

Los motivos del lobo: los motivos de la sustentabilidad. Empero, no se trata éste de un espacio para justificar ni argumentar apologéticamente, como lo hace la mayoría de investigadores, políticos y empresarios (mainstream) alrededor de este tema, sumándose a la hegemonía de la ideología dominante, en la que el capital subsume a la sociedad y a la naturaleza; es decir; que permea a las diferentes instancias de la sociedad, al tiempo que, se impone como hegemónica. En Gramsci, esta concepción se plantea como sugiere Luciano Gruppi, “…está presentado en Gramsci en toda su amplitud, es decir, como algo que opera no sólo sobre la estructura económica y la organización política de la sociedad, sino además, específicamente, sobre el modo de pensar, sobre las orientaciones teóricas, y hasta sobre el modo de conocer[13]. Asimismo, se plantea que el argumento de un “capitalismo sustentable” es inobjetable;[14] por tanto, la sustentabilidad bajo las condiciones actuales sería posible, pero solamente sobre la base de la explotación desmedida de los recursos naturales y humanos; así como mediante la especulación del mercado con el predominio de la usura y la consideración de las necesidades humanas como una mera envoltura de la rentabilidad del capital.

Lo “sostenible” o lo “sustentable”. También, al final de todo, lo que está en juego no es si puede ser posible ser “sostenible con el tiempo”, lo que significa el  “sostén de algo, por arriba” (o por abajo: “sustentable”). Incluso hasta se le defiende cómo la solución resolvería todos los males de la sociedad moderna. Por ello, aparece, bajo la égida del capital, como el nuevo término que superaría la contradicción del trabajo (y la naturaleza) explotado por el capital. Ante ello, James O’connor plantea de la siguiente manera que, “esto quiere decir que la “sostenibilidad es una cuestión ideológica y política, antes que un problema ecológico y económico”.[15] De ahí que, la sustentabilidad (“Satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la satisfacción de necesidades de las próximas generaciones”), sea un silogismo inherente a los esquemas del pensamiento del utilitarismo, hacia la dirección que difumina a la naturaleza para convertirla en “capital natural”, como un factor más de la economía.

Lo sustentable es, dentro del marco de los procesos tangibles que subsumen a los recursos como meras mercancías, un refuerzo de la rentabilidad para el mercado capitalista; así pues, en el aspecto económico, se convierte en un elemento que fomenta el dominio de la naturaleza

Sin embargo la Tierra entonces ya no puede ser vista como un recurso simplemente a explotar. Además, hay que distinguir entre la “madre tierra” y la “tierra-madre”.[16]

De lo anterior consideramos inviable la sustentabilidad, sobre todo,  bajo los medios y la ideología que consideran a la naturaleza una cosa, un objeto que se compra y vende, y que puede destruirse si deja ganancias, es decir, la subordinación de ella que permita la continuidad técnica y económica del capital; en tanto, el hombre (considerado como parte y situado dentro de ella) es visto sólo como una cosa que es moldeable a las necesidades del capital.

En efecto, bajo el régimen capitalista, el ser humano a través de la historia y de la estructura socioeconómica, se ha convertido en un objeto intercambiable. Por tanto, en el esquema o figura Nº 1, se propone una interrelación que evidencia el enclaustramiento que representa  la naturaleza (y el trabajo humano) respecto a la “sustentabilidad”:    

Figura Nº 1: Ciclo enclaustrado de recursos en el capitalismo. Fuente: Propuesta propia: RJCA, HAC y GTC
Figura Nº 1: Ciclo enclaustrado de recursos en el capitalismo. Fuente: Propuesta propia: RJCA, HAC y GTC

 

Capitalismo y naturaleza

Los anteriores, son los elementos que se insertan en la dinámica de un desarrollo “sustentable”, pero el cual no logra independizarse de su subsunción a la lógica de la reproducción del capital. De ahí que, los “recursos naturales”, emergen en cada uno de los partes que componen el esquema propuesto, y en sus distintos momentos histórico-estructurales, como fuentes y como sumideros de las actividades socioeconómicas, nada más que eso. Mientras tanto, continúa la marcha irrefrenable de la destrucción de la naturaleza.

 

Hacia un nuevo paradigma

La idea propuesta aquí, no sólo iría a cuestionar que en el “capitalismo social”, es posible la sustentabilidad, entendida ella como sostenibilidad (producción-reproducción) en el tiempo, (perdurabilidad) y asimismo capaz de lograr la conservación de los recursos naturales. Así que cada vez más científicos , políticos, economistas y académicos se cuelgan de la locomotora de la sustentabilidad para presentarla como la panacea que iría a disminuir la contaminación ambiental, así como detener la depredación de los recursos naturales y humanos  en general (tanto como lograr una mejor calidad y nivel de vida); y  también, ilusionarse optimistamente con el freno a la hecatombe ecológica ya en marcha; en fin, una serie de estereotipos relacionados con el problema ambiental del presente siglo, que buscan resolver el problema pero agudizando sus causas que es el hecho de que unos cuantos decidan sobre la marcha del mundo.

Es necesario pues, no aceptar acríticamente ni de manera pasiva las contradicciones que genera este modelo consumidor de grandes cantidades de materia, energía e información; sobre la base de la rentabilidad del capital (que es lo que se está realmente sosteniendo y sustentando). Lo anterior es la esencia y el factor principal para comprender que, la depredación actual de la naturaleza, está en manos del capital y es el obstáculo principal para alcanzar una nueva relación con aquélla y el factor decisivo que explica la hecatombe económica mundial.

El capital, en sus diferentes formas, es el señor y el dueño de la historia del presente (aunque pretende ser también dueño del futuro). Por algo, y no es gratuito, la defensa de uno de los personeros de la ideología “única”, el apologista del capital Francis Fukuyama, quien vaticinó el “fin de la historia”. De ahí que, autoridades de diferentes instancias y “colores”  desde los académicos funcionalistas, pasando por los gobiernos locales, regionales o nacionales, hasta los empresarios celosos de la explicación de la realidad que se pretende enmascarar, estén en contra de otra alternativa emanada del consenso y de las ideas colectivas de los pueblos para enfrentar a fondo el problema del cambio climático y del calentamiento global.

 

En la búsqueda de un desarrollo que sea necesario socialmente y suficiente

La propuesta que se plantea en este artículo entonces, pretende contribuir al debate alrededor de la crítica al desarrollo sustentable. Por ello se propone el del “desarrollo socialmente necesario y suficiente” (nada que ver con el desarrollismo), que incluye las siguientes características:

  • Crear un nivel de conciencia que abarque las demandas de la naturaleza, las humanas y las de clase, en una relación directa con las necesidades de las mayorías.
  • Rescatar la esencia humanista de la solidaridad entre los trabajadores, y la población en general.
  • Considerar que todo miembro de la sociedad (en la comunidad, localidad, en el ámbito regional y en todos los territorio) debe ser un sujeto activo, consciente y comprometido con la sociedad y su entorno; debemos crear los instrumentos objetivos y subjetivos para la transformación social (conciencia de clase). Reivindicar el espíritu revolucionario para llegar a la esencia de los problemas y no quedarse en lo fenomenológico; ser propositivo e incluyente en la toma de decisiones.
  • Considerar en toda su magnitud la inclusión entre las diferentes corrientes de pensamiento y mediante un enfoque pluricultural.
  • Evitar que por ningún motivo el sectarismo, el dogmatismo y las tendencias seudocientíficas se impongan sobre la realidad concreta de los fenómenos reales.
  • Debe prevalecer la democracia activa, dinámica y consensuada; impulsar y respetar las tendencias que ayuden a incluir propuestas objetivas y sentidas de la sociedad.


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Este desarrollo tendrá que estar basado en cuatro de tipo de compatibilidades:

A)    El hombre pertenece a la tierra y depende de ella, por lo que es necesario alejarse de la visión de la tierra meramente como fuente de servicios.

B)    Las  distintas sociedades (y clases sociales) y culturas, que alcanzan su cénit en el ámbito mundial, son tan sólo envolturas de la especie humana.

C)    La propiedad privada debe estar regulada por el control social.

D)    La persona humana sólo alcanza su plena realización comprendiéndose como parte interactiva, dinámica y creativa con la naturaleza, la humanidad, la sociedad y la cultura.

Lo anteriormente dicho va desde luego contra corriente, contra toda construcción de conocimientos para el mercado capitalista. No es un canto que deje felices a los dueños del capital ni a académicos que buscan el modus vivendi en la lujuria de los saberes destinados a justificar las inversiones; resignando migajas para los pueblos; miseria y pobreza en los hogares de millones. Asimismo, en la tesitura de la política actual, se imponen gobiernos por los medios de comunicación y del capital transnacional para seguir depredando los recursos de todo un pueblo carente de expectativas de mejor vida. No es nada fácil explicar que en México se tienen aproximadamente unos 60 millones de pobres. ¿Cómo expresar el regateo de los recursos para que las naciones ricas sobreexploten la herencia de generaciones sacrificadas en el olvido y en la historia del pasado y presente?

 

A manera de conclusión

De acuerdo con la figura Nº 2, se plantean las principales mecanismos que deben ponerse en la mesa de la discusión a fin de alcanzar los consensos (y/o disensos) que son indispensables para emprender la propuesta que se hace en este breve artículo para el debate y la consideración de las comunidades, de los pueblos y de las personas que deseen otra alternativa posible en un mundo donde los recursos naturales y humanos son finitos (pero dinámicos); obviamente, de continuar con las tendencias desarrollistas o de un crecimiento irracional del actual modelo depredador capitalista.

Elementos a considerar: a) es imprescindible la participación consciente y dialógica de toda la sociedad; b) preservar y mejorar la vida por encima de los intereses particulares y; c) Lograr el respeto entre la naturaleza y el hombre.

Figura Nº 2: propuesta de consenso en la sociedad. Fuente: propuesta nuestra: RJCA,  HAC y GTC.
Figura Nº 2: propuesta de consenso en la sociedad. Fuente: propuesta nuestra: RJCA,  HAC y GTC.



[1] Dr. En urbanismo por la Universidad Politécnico de Cataluña, España. Docente e investigador del CIIEMAD-IPN. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo. 

[2] Maestra en Ciencia; docente e investigadora del IPN. Candidata a Dra. Por la Universidad de Barcelona, España. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[3] Docente e Investigador de la Universidad Autónoma Chapingo. Contacto: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

[4] No confundir con el conservacionismo.

[5] Elmar Altvater: “Hacia una crítica ecológica de la economía política”. Primera parte. En Revista  Mundo Siglo XXI de CIECAS-IPN.

[6] La sostenibilidad (o sustentabilidad) entendida como la capacidad para sostener algo, sin embargo nada en este mundo es sostenible más que como una meta inalcanzable. Ya Marx definió la esencia del capital precisamente como la aspiración a perpetuarse (1970, II:135).

[7] En francés es “development durable”.

[8] Para ahondar al respecto véase a Francis Fukuyama: “El fin de la historia”. En página web: http://firgoa.usc.es/drupal/files/Francis%20Fukuyama%20-%20Fin%20de%20la%20historia%20y%20otros%20escritos.pdf

[9] Torres Carral, Guillermo, Poscivilización: guerra y ruralidad, Plaza y Valdés/UACh, Méxicio, 2007.

[10] Cita tomada de Ricardo Antunes: “Más allá del capital", de István Mészáros”. En página web: http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-18/sobre-mas-alla-del-capital-de-istvan-meszaros

[11] Karl Marx, Manuscritos Económico-filosóficos, México, Cultura Popular, 1971.

[12] Remítase a Carlos Marx: “El Capital”; Libro Tercero; capítulo 51. Relaciones de distribución. En página web: http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital3/MRXC3851.htm

[13] Cita tomada de Luciano Gruppi: “El concepto de Hegemonía en Gramsci”. En página web: http://www.gramsci.org.ar/12/gruppi_heg_en_gramsci.htm

[14] Véase “An inconvenient truh”, de Al Gore, Rodale, USA, 206.

[15] Para ahondar al respecto véase a James O’Connor: “Es posible el capitalismo sostenible”. En página web: https://docs.google.com/document/edit?id=1EKXHs1-5IRGqXF3tmV3w8rXQ3SDsl2RBUwxzU9v8_5Q&pli=1

[16] Tierra-Madre, se refiere a la tierra como conjunto de recursos a explotar; Madre-Tierra, en cambio, se refiere a una relación afectiva (maternal) y espiritual (terrenal) donde la tierra protege y es protegida por el hombre.

 

Bibliografía:

Altvater, Elmar: “Hacia una crítica ecológica de la economía política”. Primera parte. Revista “Mundo Siglo XXI”. Número 1, verano de 2005. Ed. CIECAS-IPN.

Carlos Marx: “El Capital”, México, FCE, 1971.

Carlos Marx, “Fundamentos de la crítica de la economía política” Vol. I, Biblioteca de Ciencias Sociales, La Habana, 1970.

Francis Fukuyama: “El fin de la historia”. En página web: http://firgoa.usc.es/drupal/files/Francis%20Fukuyama%20-%20Fin%20de%20la%20historia%20y%20otros%20escritos.pdf

Gruppi, Luciano: “El concepto de Hegemonía en Gramsci”. En página web: http://www.gramsci.org.ar/12/gruppi_heg_en_gramsci.htm . Revisado el 24 de agosto de 2012.

O’Connor, James: “Es posible el capitalismo sostenible”. En página web: https://docs.google.com/document/edit?id=1EKXHs1-5IRGqXF3tmV3w8rXQ3SDsl2RBUwxzU9v8_5Q&pli=1 .Revisado el 25 de agosto de 2012.

Ricardo Antunes: “Más allá del capital", de István Mészáros”. En página web: http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-18/sobre-mas-alla-del-capital-de-istvan-meszaros

Torres C., Guillermo, “Poscivilización: guerra y ruralidad”, Plaza y Valdés/UACh, México, 2007.

Al Gore, “An inconvenient truth”, Rodale, USA, 2006.

 

Cómo citar este artículo:

CARRASCO AQUINO Roque; CALDERÓN, Hena Andrés; TORRES CARRAL, Guillermo, (2013) “De la sustentabilidad a un cambio de paradigma”, Pacarina del Sur [En línea], año 4, núm. 16, julio-septiembre, 2013. ISSN: 2007-2309. Consultado el

Consultado el Viernes, 29 de Marzo de 2024.
. Disponible en Internet: www.pacarinadelsur.comindex.php?option=com_content&view=article&id=777&catid=11