No es eterna la muerte
José Luis Ayala
Lima: Alejo Ediciones / Mamalia, 2016
No es eterna la muerte es un conjunto de textos cuya estructura es el altiplano, donde el amor, la muerte, la pasión, la atmósfera son los referentes de la vida de un autor reflejado en el Titicaca como metáfora de plenitud. Nombres como Oquendo de Amat, Adalberto Varallanos, Churata, Alejandro Peralta, Dante Nava, Emilio Armaza, todo el grupo Orkopata, desfilan como compañeros maestros de Ayala, pero este, buen poeta aymara, bilingüe, trilingüe, multilingüe, atesora la universalidad contemporánea en sus versos, dotando de estilo propio y hondura, allí el concepto de país, poeta y sociedad, hierven vivos en el corazón del entrañable autor. Siempre el amor, siempre el amor, después de la lucha, es el horizonte puro y claro del mejor Ayala.
Índice:
Si la batalla contra el odio
Pero ha valido la pena amar
Escribí para detener el tiempo
Los desposeídos
Esta infinita agonía
Un avinagrado sabor
Es preciso detener
Nosotros fuimos a las guerras
Vocablos que debo nombrar
Para dar testimonio
Límites del tiempo
Una hoja que la lluvia
Alguien a quien nunca
La gran mayoría
Para vencer a la muerte
No volver a mirar el invierno
Galgos de las calles
Batallar contra la corriente
La voz de la poesía
De golpe llega la noche
Entonces resulta imposible
El lenguaje de la coca
No sé si era yo
No obstante, los adjetivos
Tu pollera roja, la blusa blanca
Un poema parecido a una persona
Zampoñas del Titicaca
Tu blanca blusa floreada
Herejes y enemigos
Dejen de hablar por nosotros
Cuando alguien habla
Prójimo, ser humano
Limpiarán el protoplasma
El envés de las hojas de coca
Dejo caer las hojas
Un solo surco de quinua
Mis cósmicas zampoñas
Ponchos de las comarcas
La mariposa negra
Me incorporo, batallo, medito
Una perversa filosofía
Y la tierra quedó dividida
Mis tres almas permanecerán
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