Mario Pavel Díaz Román

 

Te conocí en un juego de fotocopias. Eras la lectura asignada para la clase de Filosofía en América Latina. Te leí con atención. En el transcurso de esa semana fuiste objeto de conversación. Avanzados los días esperaba en un pasillo de la Facultad cuando un compañero me dio un codazo y me dijo que tú eras la persona que iba caminando. Sólo te vi pasar a prisa, con una boina y un portafolio en mano.

María del Carmen Díaz Vázquez

 

2020 será un año difícil de olvidar. Ha estado lleno de pérdidas y de despedidas de seres queridos, fundamentales en mi vida. No imaginaba que se nos adelantarían en este viaje que todos tenemos reservado con boleto abierto. Un lugar especial en estas despedidas, lo ocupa Ricardo Melgar Bao. Aunque pueda resultar un lugar común, recordé que los viajes son parte de la relación académica y amical que sostuve con Ricardo Melgar Bao ˗el Dr. Melgar, para todos quienes fuimos sus estudiantes˗, por el respeto al que se hizo acreedor por su trabajo intelectual y por su calidad humana.

Javier Gámez Chávez[1]

 

La primera aproximación

La línea fronteriza entre las décadas de 1980 y 1990 fue un espacio donde se expresó un continuo de trasformaciones que abrieron nuevos escenarios en la vida de todos, en el contexto del abandono del Estado de bienestar en pro del Estado de competencia o neoliberal. Tal proceso propició fenómenos como la caída del muro de Berlín, la derrota electoral de los sandinistas en Nicaragua, la caída de la Unión Soviética y los acuerdos de paz entre el gobierno y la guerrilla en el Salvador, estos últimos iniciados en Ginebra y cerrados en el Castillo de Chapultepec.

Fabiola Escárzaga[1]

 

Hablaré sobre mis recuerdos de Ricardo Melgar como asesorada del doctorado en Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y como alumna de sus seminarios en esa fase, y más tarde como colega y amiga. Espero no parecer demasiado autorreferencial, pero de lo que hablaré es de su aportación a mi proceso formativo y de su acompañamiento en mi vida académica, de lo que me enseñó y de lo que aprendí de él escuchándolo y leyéndolo; de mí identificación en lo general con su perspectiva política y del respeto que siempre manifestó a nuestras diferencias. En suma, del ejemplo a seguir que en muchos aspectos representó para mí, y una experiencia que puede ser común a muchos otros de sus asesorados.

Teresa García Giráldez

 

Te echamos muchísimo de menos, querido Ricardo. Menos mal que vive tu recuerdo en tu sabiduría y tu compromiso con el pensamiento sumergido y la acción colectiva de los subalternos o subalternizados. Buscaste con éxito corregir los errores de una historia injusta, pero no así su memoria que trasciende también gracias a tu obra.