Arturo Vilchis Cedillo

 

Recordar es vivir, decía “el Tex”, viejo vocalista del grupo Histeria, y recordar a Ricardo o Tirso (como nunca le gustó que lo llamara), es volver a caminar por la brecha donde sembramos amistad y camaradería.

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Tajín Villagómez Velázquez[2]

 

Corría el año de 1978, septiembre para ser exactos, cuando un grupo de aspirantes a antropólogos arribaron a territorio rarámuri comandados por dos profesores de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), uno de ellos el peruano recién llegado a México, Tirso Ricardo Melgar Bao. Se trataba de la práctica de campo que para ese grupo significó el primer contacto con el mundo diverso de la otredad y que por tanto marcaría el rumbo y el significado que cada uno daría a su propio proyecto biográfico dentro del ejercicio profesional, ya sea como antropólogos físicos, arqueólogos, historiadores, etnólogos, lingüistas y, por supuesto, antropólogos sociales.

Liliana Weinberg

 

La vida de Ricardo Melgar Bao, como la de tantos intelectuales latinoamericanos, está signada por el compromiso, por el exilio, por el interés en contribuir al conocimiento de nuestra región a través del estudio crítico y riguroso, por el diálogo y la escritura, por los libros y la edición. En suma, por el permanente tironeo entre encontrar un lugar, una morada, donde fundar la casa y la familia, y la exigencia moral e intelectual de no olvidar el viaje, el movimiento, la intemperie. De allí esta permanente vocación por tejer redes familiares y de amigos, y sobre todo este enorme interés por la religación, por volver a trazar los vínculos de la militancia intelectual y los lazos de la vida profesional.

Alberto Villagómez Páucar

 

Con Ricardo establecimos amistad y camaradería desde los primeros años en la universidad, allá por el año de 1963. Fue un líder entre nosotros. En la universidad nos lanzamos a la conquista del gremio estudiantil, con Ricardo encabezando la Junta Directiva y ganamos las elecciones. [1]

Filomeno Zubieta Núñez

 

A raíz de la partida de Ricardo Melgar Bao me pregunté una y otra vez cuándo lo conocí. La verdad no lo recuerdo. Me parece que lo hubiese conocido de toda la vida. Lo que sí recuerdo es que nadie nos lo presentó. Nos conocimos a través de las redes, del correo electrónico y otros que circulaban y conectaban a las personas. Sin duda fue él quien me ubicó por algunos temas de historia social, en el entorno de Huacho (Lima, Perú), que yo venía publicando.  Posiblemente fue hacia el 2000-2004. Creo que los escritos sobre una persona conocida para ambos nos acercaron: Alfredo Torero Fernández de Córdova. Para el 2010 nuestras comunicaciones ya eran continuas.